hola, hola, pajaritos!

Pues ya estoy aqui de nuevo con otro capitulo lleno de acción, aventuras y... orcos, muuuuuchos lindos orquiros para vosotros.

Espero q os guste!


Cap 46: Magos vs Arquitectos

-"Deberíamos ir a ayudar a los demás"- dijo Anne. -"Había muchos orcos en esa sala y ahora se les va a añadir un trol"- Legolas asintió. Salieron al pasillo, después de que el elfo se hubiese asegurado de que no había peligro y se acercaron cautelosamente a la entrada a la sala. Desde ahí, pudieron ver a Aragorn y Galen peleando contra los orcos restantes, mientras Guimli y los otros dos elfos centraban su atención en el trol.

Legolas se volvió hacia Anne y le quitó su espada de las manos. -"Que…"- empezó a protestar la chica.

El elfo le puso un dedo en los labios para hacerla callar. -"No puedo salir ahí desarmado"- le susurró. -"Espéranos aquí"- y, tras darle un rápido beso, salió del oscuro pasillo y se unió a la batalla.

Aragorn sonrió a su amigo en cuanto lo vio, centrando de nuevo su atención en los orcos segundos después. Los elfos hicieron una respetuosa inclinación de cabeza y Guimli le dio tal hachazo al trol que lo hizo tropezar y caer de culo al suelo. Después le echó una mirada a Legolas que decía algo así como 'como ves principito, te llevo mucha ventaja!', a lo que Legolas respondió decapitando a un orco cercano y lanzando a otro contra la pared, antes de volverse hacia Guimli y sonreírle de manera desafiante.

Pero, aunque la ayuda de Legolas fue agradecida por todos, la batalla no parecía ganada ni lo más mínimo. El trol les estaba dando muchos problemas, no importaba el número de hachazos de Guimli, el bicho seguía poniéndose en pie como si nada.

Legolas se fijo en que al otro lado de la sala un bloque de hielo tapaba el acceso a uno de los pasadizos. Un sentimiento de orgullo empezó a aflorar en su mente, dejándolo de lado para más tarde, se volvió a centrar en la pelea. Miró a sus compañeros, quienes parecían cansados, a los orcos, quienes no iban a darles tregua y hacia la galería donde estaba Anne. Y, esperando que ella estuviera preparada, les indicó a los demás que se retiraran hacia allí.

Varios minutos después, todos estaban cerca de la entrada, así que sin entretenerse mas con los orcos que aun quedaban con vida, se apresuraron a entrar en la galería. Tal y como Legolas había planeado, Anne no desaprovechó la oportunidad y repitió el hechizo, creando un resistente muro de hielo que les separaba de sus enemigos.

Aragorn y Guimli se acercaron al muro un tanto sorprendidos y pasaron sus manos sobre el. -"Crees que hacer magia es una buena idea?"- pregunto al fin Aragorn.

-"Bueno"- dijo Anne encogiéndose de hombros. -"Ya saben que estamos aquí, no?"-

Aragorn asintió, después se volvió hacia Legolas y, tras examinarlo bien con la vista y asegurarse de que no estaba herido, le tiró un bulto que había llevado todo el tiempo en la espalda a forma de mochila.

Legolas lo atrapó al vuelo y sonrió cuando vio lo que era. Su arco y sus espadas. Se las colocó correctamente mientras el resto ya avanzaban por el pasadizo. Pero aun no habían avanzado ni dos pasos cuando ocurrió algo sorprendente.

Escucharon una gran explosión y una lluvia de frías piedras cayo sobre ellos. Pero al fijarse mejor, Anne, con espanto, se dio cuenta que no eran piedras, sino trocitos de hielo! 'No puede ser!' Al alzar la vista pudo ver como el fuerte muro tenia un boquete en el centro por el que un par de orcos ya intentaban pasar.

-"Como…"- empezó Anne, mientras Legolas la tiraba del brazo para que siguiera avanzando y los elfos tensaban sus arcos para acabar con las oscuras criaturas. -"Pero si los orcos no hacen magia!"- dijo al fin, aun bastante sorprendida. -"Como lo han hecho?"-

Para su sorpresa y la de todos, una nueva explosión acabo de destrozar lo que quedaba de muro, dejando así vía libre a sus enemigos. Anne se paró en seco, haciendo que Guimli, quien iba detrás, casi chocara con ella. Ignorando las protestas del enano, alzo las manos y creó un nuevo muro. Miró de nuevo satisfecha su obra hasta que, un minuto después, este también salía volando por los aires.

Más intrigada que sorprendida, repitió el proceso tres veces, solo para ver como los tres muros se volvían añicos. -"Pero como…"-

Los demás observaron el espectáculo intranquilos. Los orcos cada vez estaban más cerca y Anne no parecía dispuesta a rendirse. Sin tiempo que perder, Aragorn le hizo una seña a Legolas antes de ordenar al resto que siguieran avanzando. Legolas se acercó a Anne, quien había pasado de estar intrigada a mirar con odio a las horribles criaturas que habían destrozado sus preciosos muros, y sin previo aviso, se la cargó al hombro y se apresuró en seguir a los demás.

-"Se caminar, sabes!"- se quejó la chica, desde la espalda del elfo.

-"Pues no lo estabas demostrando"-

Anne le echó una miradita asesina al cogote del elfo antes de centrar su atención de nuevo en los orcos. 'Bueno, si no tengo que preocuparme por correr…' pensó, mientras alzaba sus manos y repetía el hechizo.

Avanzaron por la galería a toda prisa. Delante suyo ya se podían ver las escaleras que los llevarían al nivel del exterior y a sus espaldas los orcos seguían atravesando los destrozados muros de hielo que Anne no se cansaba de alzar una y otra vez.

Para cuando Legolas la dejó en el suelo al pie de la escalera, no solo estaba sorprendida, intrigada y enfadada, sino que además estaba muy cabreada. 'Os creéis muy listos por haber contrarestado mi hechizo, eh?... Contrarrestad esto!'. Y acto seguido, una gruesa grieta se creo en la pared cercana y avanzó hacia los orcos, haciendo temblar techo y suelo a la vez. Las oscuras criaturas miraron la grieta acercarse a ellos peligrosamente y gritaron, sorprendidos, al ver caer el techo sobre sus cabezas.

-"Ja!"- gritó Anne. -"Que vais a hacer ahora, eh? Pringadillos!"- Y se giró con cara de satisfacción dispuesta a subir las escaleras y salir de esa horrible fortaleza. Pero un ruido a su espalda la hizo volverse. El techo que había caído sobre los orcos tapando parte del pasadizo había debilitado la estructura de la antigua galería. De manera que, ahora, la enorme grieta de las paredes se dirigía, amenazadoramente, hacia ellos.

-"Ups!"- tragó saliva Anne antes de dar media vuelta y subir volando las escaleras hacia sus compañeros.

-"Corred!"- escuchó la voz de Aragorn gritar. Algo innecesario puesto que todos estaban corriendo ya.

-"Buen trabajo"- murmuró el enano cuando Anne llegó a su lado.

-"Soy mago, no arquitecto!"- se defendió la chica, mirando de reojo a Guimli y después al alud de piedras que les perseguía.

Subieron las escaleras a toda prisa, escuchando como el techo tras ellos se desplomaba. Al llegar al piso superior, oyeron un gran estruendo y, de golpe, se hizo el silencio, solo interrumpido por el ruido de sus pasos y sus respiraciones agitadas. Al volverse, una inmensa nube de polvo cubría la sección de escaleras que llevaban al nivel de las mazmorras y por las que acababan de subir. Cuando la densa nube se dispersó vieron que el acceso al piso inferior había quedado completamente bloqueado por un montón de rocas y escombros.

-"Ha ido de poco"- dijo Aragorn echándole una mirada a Anne que a ella le pareció un poco de reproche.

-"No me mires así"- le dijo la chica. -"Seguro que eso no lo pueden cruzar"- añadió, refiriéndose a los orcos que habían quedado atrapados en el otro lado del destrozado túnel.

-"Seguro…"- murmuró el montaraz, antes de darse la vuelta y seguir subiendo las escaleras seguido del resto.

-"Deberías ir con un poco de cuidado"- le susurró Legolas, quien se había quedado el ultimo del grupo junto a Anne. -"Casi nos sepultas a nosotros también"-

-"Te aseguro que esa no era mi intención. Pero es que esos orcos…"- dijo mirando con cierta ira el montón de piedra que cubría las escaleras.

-"… han destruido tus muros de hielo y te han hecho enfadar. Lo se."- terminó Legolas la frase por ella.

Anne asintió. -"Me pregunto como lo habrán hecho? Los orcos no hacen magia, verdad?"- le preguntó al elfo, mientras le seguía escaleras arriba.

-"No"- respondió éste, pensativo. La miró unos segundos antes de añadir. -"Controla tu genio, quieres? Me gustaría volver a ver el sol!"-

A Anne no se le escapó la media sonrisa en la cara de Legolas antes de que este empezara a subir de nuevo las escaleras.

-"No lo he hecho expresamente!"- le gritó acelerando el paso para seguirle.

Hacia tiempo que había aprendido a controlar su poder y no dejaba que lo que sentía interfiriera en sus hechizos. Pero como ella también tenía ganas de volver a ver el sol, decidió que lo mejor seria seguir al elfo fuera de allí, preferiblemente sin discutir o volver a enfadarse. 'Vale más prevenir…'

Dos pisos más arriba y habían llegado al nivel del patio. Avanzaron rápidamente por los largos corredores y salas por las que ya habían pasado al entrar en la fortaleza y, más rápido y sencillo de lo que esperaban, ya estaban a pocos metros de la puerta principal.

La niebla del exterior parecía haberse vuelto más densa con el paso de las horas. Pues ahora, muy poca luz se veía en el exterior. Siguieron avanzando y segundos después cruzaron la puerta y salieron al patio de tierra.

-"Que bien!"- suspiró Anne al sentir el aire fresco del mediodía llenar sus pulmones. Si bien, aun estaban en el patio interior de la muralla, al menos ya no estaban dentro de la fortaleza. Vio como los demás también respiraban más tranquilos, sobretodo los elfo, quienes se erguían aliviados de estar en el exterior.

-"Que bien!"- volvió a decir, pero esta vez en un tono no tan optimista, al ver lo que les estaba esperando enfrente. Casualmente, justo entre ellos y la salida.

Todos volvieron la vista al lugar donde la chica estaba mirando. Como una reacción automática, elfos, hombre y enano, empuñaron sus armas listos para el ataque.

'Esto no va a acabar nunca?' pensó Anne, mirando desesperada al gran número de orcos que les barraba el paso.

Desafortunadamente, esa no era la única sorpresa. Tan pronto como los orcos habían empezado a gruñir y picar con furia sus espadas contra los escudos. El mismo jaleo pudo oírse proveniente del interior de la fortaleza.

Anne se giró hacia la puerta por la que acababan de salir. No era tan ingenua como para creer que los únicos orcos que había en la fortaleza eran los que vigilaban las mazmorras. Pero tampoco era necesario que todos se citaran en el patio justo cuando ellos intentaban salir, no?

-"Son muchos"- escucho decir a Galen. -"Si nos rodean nunca saldremos de aquí"- No sonaba como si hubiese perdido la esperanza. Más bien como una simple afirmación.

-"Les plantaremos cara"- gruñó Guimli ladeando su hacha.

Anne miró de los orcos apostados en la muralla a la puerta de la fortaleza, de donde los ruidos llegaban cada vez más cercanos. 'Donde está Gandalf? Espero que no se haya encontrado con ellos…' Notó como Legolas la cogía del brazo para obligarla a quedarse tras él. En otros momentos ese gesto la habría molestado. Es que acaso no había demostrado que puede enfrentarse a unos cuantos orcos sin ayuda? Pero una cosa son unos cuantos y otra muy diferente medio ejercito, bien armados, mirando con odio y golpeando sus espadas y escudos con furia.

La escena era aterradora y el hecho de que Legolas estuviera allí mostrando su preocupación por ella, la hacia sentir un poco menos aterrada. Pero no demasiado…

Los orcos del interior de la fortaleza ya casi estaban allí. Sus figuras empezaban a salir de las sombras, directos al exterior y a ellos.

'Puede que no sirva de mucho, pero…' Alzó sus manos y por veinteava vez murmuró su mejor hechizo. Un grueso muro de hielo empezó a crearse desde el suelo, alzándose veloz para bloquear la puerta de la fortaleza. Aun no se levantaba más de un metro del suelo, cuando el primer orco fue visible. Miró con desagrado al muro y…

-"Ahora ya se lo que ocurre…"- murmuró Anne, mientras veía como su muro era destruido antes incluso de haber acabado de formarse.


Revisó los ejemplares de magia negra que Saruman había ido acumulando a lo largo de los años. Tenia una colección muy completa… 'y peligrosa'. Pensó el mago blanco ojeando las antiguas escrituras de los libros.

De pronto, un suave sonido se escucho en la silenciosa sala. Gandalf se giró lentamente hacia el otro lado la habitación, su vara lista en su mano. Si no estaba equivocado, el ruido provenía de la estantería que había en la pared opuesta a la ventana.

Se acercó a ella, poco a poco, no haciendo el más mínimo ruido y la escudriñó con la vista. No tenía nada de especial. De madera vieja y descuidada, los prestaches sostenían algunos libros viejos. Dio un paso más hacia ella, aun así estaba a un par de metros de distancia y observó. Si bien sus ojos no eran capaces de ver nada remarcable, su instinto le decía que había algo más. Dejó vagar su vista unos segundos hasta que lo vio…

La alfombra a sus pies estaba mal colocada, justo donde debería descansar rozando la pared había un pliegue. Se inclinó y la apartó, revelando una especie de puerta en el suelo. La abrió con prudencia, el interior estaba muy oscuro, así que se vio obligado a crear un halo de luz con su vara. La clara luz le permitió ver unas empinadas escaleras que descendían.

Con la vara delante suyo para iluminar el camino, las bajó cautelosamente. Un par de minutos después había llegado ante una puerta vieja pero de apariencia resistente. Intentó abrirla, pero estaba cerrada. La empujó un poco, intentando no hacer demasiado ruido, pero ni siquiera se movió.

-"Panta tangwa"- murmuró y acto seguido se escucho el suave click de la cerradura al abrirse. Empujó la puerta y la abrió del todo. Al otro lado se veía una gran sala de paredes y suelos de mármol blanco. Estaba bien iluminada gracias una amplia balconera que dejaba entrar el sol.

Con una simple mirada a su vara, esta dejó de resplandecer. Echando un último vistazo desde la puerta, entró en la sala. Caminó sigilosamente, observando que una de las puertas que daban a la terraza estaba abierta. Cuando estuvo más o menos en el centro de la habitación, una fuerte ráfaga de aire se arremolinó a su alrededor haciendo que la puerta tras él se cerrara de golpe.

Sin tan siquiera mirar hacia atrás, Gandalf se paró donde estaba y apoyó su vara en el suelo. -"Muéstrate!"- dijo en tono severo.

Una fría risa resonó en la sala y una nueva ráfaga de viento le rodeo, pero al mago le fue imposible captar la procedencia de la risa.

-"Basta de juegos!"- dijo Gandalf, serio. -"No te servirán de nada"-

-"Crees que tienes alguna posibilidad de enfrentarte a mi y salir victorioso, Gandalf?"- se escucho la suave voz de Saruman, mientras una alta figura entraba a la sala desde el balcón, rodeado por el brillo del sol.

Gandalf se limitó a mirarle sin responder.

-"Ah! Si! Lo olvidaba. Ahora eres Gandalf el Blanco"- dijo con cierta sorna. -"Como si eso pudiese ayudarte."-

-"Te doy la posibilidad de entregarte por voluntad propia"- le dijo Gandalf. -"Esta situación no tiene por que empeorar"-

-"Entregarme?"- rió el viejo mago. -"A quien? Al rey Thranduil? Por haber atacado su ciudad?... O a ti?... Al gran Gandalf…"-

-"Acepta lo que te ofrezco, Saruman. Es lo mejor que vas a sacar de todo esto"-

-"Y si no lo hago que harás? Me vas a matar? A mi? A tu mentor y amigo?"- dijo, en un tono algo mas dulce.

-"Haré lo que tenga que hacer"- le dijo Gandalf, sin dudar.

Saruman sonrió. -"Antes deberías ver algo"- y, sin esperar contestación, dio media vuelta y salio al balcón.

Gandalf le siguió, quedando a su lado en la amplia terraza, extrañamente iluminada por el sol que se filtraba a través de la niebla que lo cubría todo. El viejo mago le hizo una seña con su brazo para que mirase hacia abajo.

El balcón daba al patio de tierra entre la muralla y la entrada a la fortaleza. Y, aunque un poco difuminado por la densa niebla, no le fue difícil distinguir la escena. En el patio se encontraban sus compañeros de viaje, junto con Legolas, pero no eran los únicos. Un gran número de orcos les impedía el paso hacia el exterior de la fortificación.

-"Crees que tienen alguna posibilidad?"- preguntó divertido Saruman.

-"No tengo ninguna duda al respecto"- respondió, volviendo su vista a su interlocutor.

Éste sonrió. -"Estas seguro?"-

Justo en ese momento se escuchó una explosión y, del interior de la fortaleza, salió un gran número de orcos, quienes, de una manera sorprendentemente ordenada y rápida, rodearon a sus oponentes.

Gandalf miró de sus amigos a Saruman. Por primera vez desde que supo donde se encontraba el viejo mago, dudó sobre que hacer.

Saruman se limitaba a mirarle sonriente, sabiendo perfectamente en que se debatía la mente de su, en otros tiempos, amigo. -"No es fácil elegir, verdad?"- le increpó. -"Puedes hacer lo que has venido a hacer y enfrentarte a mi. Pero eso te llevara tiempo. Para cuando acabes conmigo, puede que llegues tarde para ayudarles. Eso si me vences, claro."- añadió con una sonrisa. -"Y si les vas a ayudar primero. Te aseguro que cuando vuelvas a buscarme ya no estaré aquí. Pero eso ya lo sabias…"-

Gandalf le miró unos segundos, decidiendo que hacer. Volvió su vista al patio donde los orcos empezaban a acortar distancia entre ellos y sus presas.

-"Te ayudaré a decidirte"- dijo Saruman, interrumpiendo el silencio. Y, alzando una de sus manos, el ejército orco se lanzó al ataque.


Ooooh! Q malvado es Saruman!

Pues esto es todo por ahora, espero q os haya gustado y dejad review!

Hasta pronto! ;p