Capítulo 13: Medias verdades
***Ninako***
Las lágrimas recorrían mi cara y no podía detenerlas, tampoco podía ver nada, más que aquella oscuridad. De pronto sentí una mano cálida posarse en mis mejillas, y mi cuerpo entero reaccionó ante su contacto, era como si lo hubiera estado esperando toda mi vida. Pude enfocar mi vista mientras aquella oscuridad se dispersaba, lo primero que pude notar fueron mis piernas sosteniendo mi peso, al menos aun me encontraba parada. Sentí aquella mano deslizarse por mi mejilla quitando las lágrimas que aun corrían, mis ojos se concentraron en aquel rostro que yo conocía más que nada en el mundo, aquellos ojos negros pero llenos de un brillo y una luz que deslumbraban a cualquiera. Eran precisamente esos ojos los que me miraban con la misma intensidad con la que los míos los miraban, estuve a punto de ceder, de abrazarme a aquel espejismo que mi mente me estaba haciendo ver, que mi corazón anhelaba tanto. Estuve a nada de olvidar el porqué estaba llorando, por qué mi mente me gritaba que huyera, a nada estuve de abandonar toda la razón, pero entonces, sentí mi cuerpo reaccionar, mis brazos, mis piernas y más importante, mi mente.
Así que, como pude di un paso atrás y con aquella mano que se alejaba también se fue toda la confusión de mi mente.
-Déjame- me sequé las lágrimas y tomé todo el control que había perdido
-Ninako- En la cara de Ren se notaba una especie de dolor, pero hice caso omiso, no podía ceder, no ahora que me encontraba tan bien
-Solo mantente alejado de mí, Ren- quería salir de ahí, sentía que con cada segundo que pasaba aquella confusión iba creciendo más y más
-Quiero explicarte las cosas, no fueron como tú piensas- se acercó un paso a mí y fue el mismo que yo di para atrás. -Solo déjame explicarte.
-Las cosas no son como yo pienso Ren, son como fueron y tú mismo te encargaste de confirmarlas- sé que debería de sentir coraje, pero en alguna parte de mi mente no lo sentía. -No queda nada más que explicar y mucho menos después de tanto tiempo, ya no lo vale.
-Lo vale para mí, es importante que sepas cómo pasaron las cosas- Ren intentó de nuevo acercarse, pero yo di otro paso atrás
-Que sea importante para ti no tiene nada que ver conmigo- tomé un poco de aire e intenté hacer como si no me afectara lo que estaba a punto de decir. -Lo que pasó entre nosotros quedó en el pasado, eso ya no me importa. Ahora yo estoy por casarme- volteé a verlo a los ojos y ahora notaba dolor en ellos, tuve que ver hacia otra parte para poder continuar. -Así que te pido que te alejes de mí- di media vuelta y sentí un alivio cuando Ren no fue atrás de mí. Me dirigí a toda prisa a mi oficina, agradecí que cada maestro tuviera su propia oficina, ya que en cuanto entré me dejé caer al suelo. Sentada abracé mis piernas y el llanto volvió a salir, me sentía peor que antes, volverlo a ver me había dejado muy mal, aunque no había perdido el control de todo, estuve a nada de ceder ante él. Mi corazón aun no paraba de latir con fuerza, como latía solo cuando estaba con Ren, ya hasta había olvidado lo que se sentía.
-Deberias de controlarte
-¿Qué?- voltee rápidamente mi cara hacia enfrente, pero al instante me di cuenta que no había nadie, la oficina se encontraba totalmente sola y silenciosa, me paré y arreglé mi ropa que se había arrugado. Volví a echar una mirada por toda la oficina, pero realmente no había nadie y sabía que tampoco me había imaginado aquella voz. Quería reconocerla ya que sabía que no era la primera vez que escuchaba esa voz, pero por más que lo intenté no pude reconocerla, el sonido de la campana me había sacado de aquel trance y rápidamente me arreglé un poco el maquillaje ya que se notaba que había llorado. Habiendo terminado eso me fui directo a mi clase, traté de estar concentrada haciendo lo que más me gusta, pero había momentos en los que el rostro triste y dolido de Ren volvía a mi mente, a veces lograba quitarlo antes de que ocupara totalmente mi mente,pero en otras ocasiones no podía detenerlo hasta el punto de no escuchar a mis alumnos ni nada más. Cuando terminó el día me sentí mejor, tenía que tomar un descanso, poner mis pensamientos en orden y más que nada tenía que hablar con Sayu y contarle lo que estaba pasando, ella era la única persona que sabía a la perfección lo que había pasado con Ren y también iba a saber cómo sacármelo de la cabeza. Ya había recogido mis cosas de la oficina cuando estaba por salir y casi topo con Yuuri que estaba por tocar la puerta.
-Ninako- había llevado sus manos a al frente como un instinto de protección, al instante reaccionó y se rio. -Me asustaste
-Lo siento, es que ya voy de salida- me quedé parada justo en la puerta esperando a que Yuuri se fuera, pero ella seguía ahí
-Quiero hablar contigo unos minutos, claro, si se puede- ella señaló mi oficina, yo solo asentí derrotada y me hice a un lado para que pasara. -Gracias
-Siéntate, ¿Quieres algo de tomar?- dejé mi bolso y mi abrigo en el escritorio y me disponía a poner algo de agua para hacer un café o un té
-No, gracias. No quiero quitarte mucho tiempo para que te puedas ir a casa, puedo ver en tu cara que lo necesitas- yo me sorprendí por lo que decía Yuuri, eso quería decir que se notaba mucho. Me senté en frente de ella. -De hecho, tiene mucho que ver con lo que vengo hablar contigo
-¿Qué paso?- mi voz sonaba nerviosa e insegura tal y como me encontraba interiormente.
-Es que hoy estuve pasando por los salones, a veces doy recorridos ya que yo tengo que anotar el desempeño de los alumnos y los maestros durante la clase, y pude notar que no te encontrabas muy bien, te notabas distraída. Sé que acabas de volver después de haber estado en el hospital, así que si te sientes mal de algún modo puedes decirme y te podemos dar más días si lo necesitas- la cara de Yuuri se podía notar preocupación y yo me sentí mal al haberla puesto en ese estado, jamás me ha gustado preocupar a nadie y cuando ha llegado a pasar me hace sentir la peor persona del mundo.
-No es eso, la verdad me siento muy bien, así que no deberías de preocuparte, solo he tenido la mente en otro lado- como pude sonreí
-¿Segura? ¿Solo es eso?
-Sí, solo es eso, mañana estaré bien lo prometo.
-Está bien- Yuuri soltó el aire y sonrió, se veía más tranquila y de igual manera me sentía yo- entonces, no tengo nada más que hacer aquí, descansa y vuelve mejor mañana- con su mano me hizo un ademán de despedida mientras salía por la puerta.
Al irse Yuuri volví a tomar mis cosas y salí lo más rápido que pude de la escuela, la tuve que rodear casi toda para no pasar por donde se encontraba la sala de enfermería y, por ende, Ren. Tenía que llegar lo más rápido posible al departamento de Sayu y contarle todo antes de que me pusiera peor de lo que ya estaba. Llegue rápido al edificio, sabía que Sayu estaba en su departamento ya que ella me había comentado que descansaría el día de hoy porque no había estado durmiendo bien últimamente por un sueño o algo así. Cuando llegué a su piso las ganas de llorar aumentaron, pero las detuve, trataría de estar tranquila al menos al principio. Toque su puerta, tal vez le extrañaría pero no tenía las energías de golpear su puerta como era costumbre, antes de que abriera la puerta escuche su voz y la de alguien más viniendo de su departamento lo cual me tomópor sorpresa.
-Espera, yo voy abrir- escuché la voz de Sayu a lo lejos y me sorprendí cuando escuché otra voz diferente cerca de la puerta y me sorprendí aun mas al reconocerla.
-No tiene nada de malo que yo la abra- en ese momento se abrió la puerta y los ojos de Ando miraron los míos que tenían que ser de sorpresa. Sayu estaba en su departamento con Ando, más que eso, estaba con un hombre y con un hombre que solo tenía un pantalón puesto mostrando su pecho desnudo. Mi cara debió de estar más que sorprendida ya que Ando mostro una grande sonrisa- Hola, Ninako- me quedé un momento más viéndolo sin poder articular ninguna palabra, después volteé a ver a Sayu que se encontraba en la sala con la misma cara de sorprendida que yo.
-Niko...- fue lo único que pudo decir mientras me observaba
-Lo siento, no quería interrumpir- no sabía si moverme o no y Ando se dio cuenta porque su tonta sonrisa no la quitaba
-La verdad no, aunque si hubieras llegado 5 min antes tal vez sí hubieras interrumpido algo muy interesante- al ver mi cara de tomate Ando estalló de nuevo en una risa, estuve a punto de darme media vuelta cuando vino Sayu y le dio un golpe en la cabeza a Ando
-Cállate idiota, y mejor ve a bañarte antes de que te eche de mi departamento- la cara de Sayu también había un pequeño rubor causado por las palabras de Ando
-Está bien, está bien- pasó a su lado dándole un pequeño beso en la sien y después se fue directo al baño.
-Idiota- dijo Sayu en voz baja, pero ese pequeño rubor no abandonó su cara ni tampoco una amplia sonrisa, era raro ver a Sayu con alguien y mucho más extraño era verla tan feliz. -¿Vas a pasar?- me dijo al ver que no avanzaba
-Amm... no- me miró extrañada. -Solo venía a pedirte prestado tu rizador de cabello- dije lo primero que se me vino a la mente. La verdad era, que viéndola así no queríaromper con esa magia que se veía que estaban pasando esos dos. Y mucho menos quería preocuparla por cosas innecesarias.
-¿Mi rizador? Niko, ese lo tienes tú.
-¿En serio?- traté de sonreír- No lo recordaba.
-Sí, desde la semana pasada me lo pediste y no me lo has regresado, ¿te pasa algo?
-No, ¿por qué?
-Te veo extraña, tú no tocas la puerta como lo acabas de hacer, ni tampoco andas siempre tan desanimada- si me quedaba más tiempo sabía que Sayu se daría cuenta de que algo no andaba bien
-Estoy bien, solo que fue mi primer día de trabajo después del hospital, y también sé que pronto será la cena de mi compromiso. Traigo muchas cosas en la cabeza, tal vez por eso no me di cuenta del rizador- Sayu se quedó un momento pensando y yo aproveche para hablar. -Así que no te preocupes, no es nada. Mejor no les quito más tiempo, tendrás que contarme esto luego- le dije mientras señalaba a la puerta del baño
-La verdad ni yo sé cómo paso- pude notar de nuevo el rubor en sus mejillas y una pequeña sonrisa se le escapaba
-No es que esté en contra, solo ten cuidado ¿sí? Aunque conozco a Ando y sé que no le haría daño a mi mejor amiga, pero no está de más tener esa pequeña precaución.
-No tienes que decírmelo, nunca bajo totalmente la guardia.
-No sé si sentirme mejor con esa respuesta, no está mal bajar la guardia de vez en cuando ¿sabes?- le di un abrazo y un beso en la mejilla. -Nos vemos luego.
-Está bien, cuídate y cualquier cosa no dudes en decírmelo.
-Sí, sí, tampoco es como si no pudiéramos vernos, solo nos separa un piso, vendré luego, aunque...- me detuve un momento en frente del ascensor. -Ahora tendré que avisar antes de venir, no quiero interrumpir en nada- le saque la lengua y Sayu solo se rio
-Si es una emergencia no me importaría tanto que interrumpieras.
-Cierto, aun así, mejor aviso antes- fue lo último que dije mientras se cerraban las puertas del ascensor y desapareció Sayu de mi vista. En ese instante por segunda vez en el día dejé que las lágrimas se deslizaran por mis mejillas y al llegar a mi departamento no lo retuve más y estalle en sollozos. No podía pensar con claridad, todos estos años lo que había hecho era olvidarme de Ren, dejarlo completamente fuera de mi vida y casi lo había logrado o al menos eso era lo que yo había pensado. Al encontrarlo hoy, mi cabeza se sumergió en inseguridades, tal vez jamás me olvidé de él y solo buscaba una manera de huir de aquellos recuerdos. Tal vez Daiki solo era esa válvula de escape con la cual pensé estar segura, pero lo cierto era que yo no estaba para nada segura mientras Ren permaneciera en mi mente. No me di cuenta el momento en el que me quedé dormida en el sillón hasta que sonó mi celular y sentí el fuerte dolor de cabeza por haber llorado tanto. Con gran dificultad pude ver el nombre de Daiki en mi celular, dudé un instante en contestar, pero al final lo hice más por inercia que por otra cosa.
-Hola- mi contestación no pudo ser más seca, si quería disimular, iba por un horrible camino.
-Hola, preciosa- pensé que al escuchar su voz me sentiría mucho mejor, pero me di cuenta de que no era así- ¿Estabas dormida?
-Sí, es que estoy muy cansada- quería sonar mejor, pero mi voz sonaba sin energía- ¿tú todavía estás en el hospital?
-No, tuve que venir a una cena de negocios, tenía pensado ir a verte después de aquí
-No te molestes, digo, estoy muy cansada y no creo poder atenderte como se debe- si no me sentía bien escuchando su voz estoy segura que viéndolo no iba a ser diferente, y mucho menos quería contarle lo que me pasaba, no ahorita con tanta confusión en mi mente. Si bien en el pasado Sayuy Daiki me habían ayudado, ahora tendría que salir sola de esta situación.
-¿Estás segura?- estaba empezando a darse cuenta de que algo no andaba bien y yo no ayudaba en nada para que no fuera así
-Sí, solo que mañana tengo que ir más temprano de lo normal a la escuela- quisiera poder mentir con más facilidad. -Quiero descansar lo que pueda.
-Está bien, cualquier cosa no dudes en llamarme- sonaba desilusionado
-Sí, descansa- antes de que se le ocurriera decir algo más corte la llamada, apagué el celular y lo dejé en la mesa, entre más lejos estuviera de todo eso, me sentiría mejor.
Me fui a dormir, o más bien, a tratar de dormir. Ya que me despertaba a cada rato por las pesadillas, en todos los sueños aparecía Ren, revivía una y otra vez lo que pasamos juntos, desde que me di cuenta que estaba enamorada de él, hasta el momento en el que me dijo que estaba solo por mi podía retener los sueños, ni tampoco me podía convencer de que no estaba pasando nada, de esa manera solo me hundía cada vez más en aquella oscuridad, aquella oscuridad que yo conocía muy bien. Los días pasaron y cada vez estaba peor, en la escuela trataba de estar concentrada en mis clases, en mis alumnos, al menos estar un poco desconectada de la realidad. Evitaba a toda costa la enfermería, si tenía que caminar tres veces más de lo normal lo hacía, mientras me mantuviera lejos de Ren. Casi no he visto a Daiki, aceptéhace unos días verlo, pero fue tan rápido que no tuvo oportunidad de preguntarme nada, los demás días lo estuve evitando diciéndole que tenía mucho trabajo o que simplemente tenía que descansar ya que mis días habían sido duros. Mientras, Sayu y yo muy apenas hablamos, tambiénla he estado evitando, aunque no ha sido tan difícil, su nueva relación con Ando la mantenía más que ocupada, además que el hospital tomaba el otro poco tiempo libre que tenía, me sentía feliz por ella, así que no era muy difícil de engañarla diciéndole que todo estaba bien. Tal vez se hubiera dado cuenta que no andaba algo bien si hubiéramos hablado, pero la única manera en la que podíamos comunicarnos era por mensaje, trataba de ser como siempre para que no levantar sospechas y al parecer funcionaba ya que no había preguntado nada fuera de lugar.
Hundida en mi depresión llego un día en el que ya no pude más, tuve que acercarme al espejo de mi baño y decirme fuerte y claro "Tienes que continuar con tu vida Ninako, tú te vas a casar con Daiki y es con él con quien debes de estar, nada te hará cambiar de opinión y regresaras a estar en el humor en el que estabas antes de todo esto." Esa noche lloré hasta que me había quedado dormida, como se me había hecho costumbre, pero al día siguiente desperté diferente, tratando de volver a lo que estaba antes. Fui con un mejor ánimo a la escuela y antes de entrar a clases le había mandado un mensaje a Daiki diciéndole que iría a visitarlo por la tarde al hospital, ya que hoy le tocaría la guardia de noche. En la hora del almuerzo le había dicho a Yuuri que si quería almorzar conmigo, ella con su dulce sonrisa de siempre dijo que sí. Estábamos en la terraza, el único lugar que me hacía sentir completamente en calma, cuando comenzamos a platicar.
-Cuando estudiaba aquí, siempre venía a este lugar con mis amigas a almorzar- mi voz también había mejorado, ya sonaba de nuevo yo, aunque aún me dolía el corazón, me había acostumbrado, así que no lo sentía tanto.
-¿Si? Es un bonito lugar- estuvimos comiendo hasta que Yuuri rompió el silencio. -Por cierto, hay una especie de fiesta para los maestros este fin de semana, me dijeron que te recordara, puedes llevar una pareja o ir sola como quieras
-¿En serio? qué bien- una fiesta, era lo que necesitaba para distraerme totalmente de todo esto- En esa fiesta, ¿están solo los maestros o también es para los demás trabajadores de la escuela?
-Solo van maestros y tutores, ¿porque?- eso me puso muy feliz y un gran peso se quitó de mis hombros
-Solo preguntaba
-¿Vendrás con tu novio?
-Eso tengo pensado, hoy aprovecharé para comentarle, espero y me diga que sí- me concentré en mi comida, pero mi ánimo había mejorado aún más. -Oh, ¿tú vendrás con alguien?
-No, todavía estoy viendo dónde dejar a mi hijo, si no encuentro una niñera pronto, creo que no podré asistir.
-Espera, ¿tienes un hijo?- mi cara debió ser de gran sorpresaporque Yuuri sonrió casi con humor
-Sí, tengo un pequeño de 3 años- su mirada estaba perdida totalmente en alguna parte en específico. -Todos los maestros lo saben, sé que no es normal que una mujer de mi edad tenga hijos estando soltera, pero así me tocó y no me avergüenzo de nada
-¿Es por eso que siempre estás sola?- siempre me lo preguntaba pero nunca me atreví a comentarlo con ella
-Sí, pero no me importa, de todos los maestros solo tú y otro maestro son muy buenos conmigo, me tratan como cualquier persona normal y se los agradezco mucho- volvió a sonreírme y pude notar que a través de aquella sonrisa y esos ojos en realidad se mostraba un gran agradecimiento.
-Pero, bueno, no quiero ser indiscreta, pero, ¿cómo...?
-¿Cómo paso? creo que sabes cómo se hace un hijo ¿no?
-¡No me refería a eso!- Yuuri estalló en una carcajada a la cual yo me uní
-Lo sé, lo sé- se limpió unas lágrimas que habían salido de sus ojos por tanta risa. -La verdad no es algo muy largo de contar- recogió su lonchera y se acomodó más en el piso. -Yo tenía mi novio, teníamos planes de casarnos y todo, la verdad era demasiado conservador para ser de este siglo. Cierto día me avisaron que mis padres habían muerto en un accidente y que yo no me podía quedar aquí en Tokio, y me mandaron sin poder reprochar a China, donde vive una tía. No le pude avisar a mi novio de nada, había dejado todo aquí y allá no tenía siquiera un teléfono celular. Pasaron dos meses y fue entonces cuando me di cuenta que estaba embarazada, fue ahí donde le dije a mi tía que tenía que volver y lo hice. Pero cuando trate de buscarlo un señor me dijo que él se había ido del país, y que no volviera a buscarlo nunca más, hasta le dije que estaba embarazada pero el señor solo me corrió y me dijo que, si volvía a pasar por ahí, él mismo se encargaría de desaparecerme a mí y a mi hijo. Sin poder hacer más regresé con mi tía, esperé a que naciera mi bebé, después hice algo de dinero y me mudé de nuevo para Tokio. Aun intento encontrarlo, pero es difícil con tan poco tiempo libre- en sus labios estaba de nuevo una sonrisa, pero ahora, no había emoción en ella, estoy segura de que estaba a punto de llorar. -Así que solo me encuentro aquí
-Debe ser muy difícil para ti sobrellevar todo esto- tomé una de sus manos y la apreté
-Lo fue en un principio, ahora solo espero encontrarlo, mas no lo busco con impaciencia- apretó mi mano y sonrió de nuevo. -No tengo prisa, si el destino quiere, lo volveré a ver- en eso sonó la campana y tuvimos que regresar a nuestras clases.
En la tarde me dirigí a toda prisa al hospital, tenía ganas de ver a Daiki, quería recuperar el tiempo perdido y más que nada quería sentir a Daiki conmigo y volver a sentir aquella seguridad. Cuando toqué la puerta de su consultorio escuchéun "Pase" casi mecánico. Me vio entrar y su mirada cambió completamente de aburrido a felicidad, se acercó rápido a mí y me besó, fue lento pero rápido porque yo me aparté un poco hacia atrás
-Me sorprendiste- dije mientras me dejaba abrazar por él
-Me alegra que estés aquí- me tomó de la barbilla y levantó mi cara para que pudiera verlo a los ojos. -Te he extrañado mucho estos días- vi ese brillo de siempre en sus ojos y esa dulzura característica de Daiki, me aferré a ese brillo y acerqué mis labios a los suyos. El beso fue lento, sentí a Daiki indeciso, como si no supiera si acercarse a mí o no, pero después nuestro beso se fue prolongando, cuando estaba a punto de dejarme llevar por ese beso sentí un dolor en mi pecho y la imagen de Ren volvió a mi mente. Me separé un poco de Daiki y hundí mi rostro en su pecho.
-Yo también te extrañé mucho- me sentía mal por pensar en Ren, pero antes de dejarme llevar de nuevo deseché todos los pensamientos. -Vine a hacerte una invitación- nos separamos y nos sentamos en una pequeña salita
-Te escucho- se sentó a mi lado y me tomó de la cintura para mantenerme cerca de él
-Mañana habrá una fiesta de maestros en la escuela y puedo llevar pareja, así que pensaba llevarte a ti
-Vaya, debería de sentirme alagado porque mi novia haya pensado en mí para esto- su tono burlón hizo que yo soltara una carcajada. -Claro que voy- me dio un ligero beso en la frente. -¿Tengo que ir con traje?
-Sí- estuvimos platicando hasta tarde, después de su consultorio nos fuimos a mi departamento y yo había llegado tan cansada que caí dormida sin poder hacer nada, aunque también debo de admitir que me dormí para no tener que acostarme con Daiki.
En la fiesta todo transcurría normal, Daiki había ido con traje como lo había prometido, yo mientras me puse un vestido largo de color turquesa, mi pelo lo había rizado, ya que por alguna razón no se quería alaciar. Presentaba a Daiki con mis compañeros, la verdad me sentía muy bien y tranquila de estar aquí, con él.
-Todavía no llega- le dije a Daiki mientras tomábamos unas bebidas de la mesa que habían puesto a una orilla del gimnasio
-¿Quién?- me miraba intrigado
-Una amiga, es la que más me ha ayudado a adaptarme aquí, te la quería presentar hoy, pero parece que no pudo venir- le dije con cierta desilusión
-Ya será una próxima vez- me dio un ligero beso mientras me sujetaba de la cintura. En eso sonó su celular. -Es del hospital, ahorita vengo- solo asentí y el salió a paso apresurado del gimnasio. Estaba a punto de ir con un grupo de profesores que estaban hablando muy animadamente cuanto sentí que alguien me sujetaba del brazo y me llevaba a los vestidores. Cuando pude reconocer quien era, casi lanzo un grito.
-Ren, ¿qué haces?- cuando me soltó del brazo sentí una punzada de dolor
-Necesito hablar contigo, y si te lo pedía de buena manera sé muy bien que no ibas aceptar- se recargó en los lockers y pude observarlo mejor, llevaba un pantalón de vestir negro y una camisa blanca de botones, hasta traía la corbata, pero no el saco y la camisa la traía doblada hasta sus codos. Su pelo negro se encontraba como siempre, tal vez lo había dejado crecer un poco más, y sus ojos negros me miraban con demasiada intensidad
-Creo haberte dicho que no quería hablar contigo, no tengo nada que escuchar- estaba por irme cuando Ren se puso en frente mío
-Solo quiero que me des una oportunidad de explicártelo, no puedo soportar más tiempo sabiendo que todo lo que tú crees que pasó está mal- sus ojos se pusieron a la altura de los míos y eso hizo que mi corazón saltara de nuevo.
-Ren, yo estoy a punto de casarme, no sirve de nada explicar las cosas ahora, nada cambiará- mis propias palabras me estaban matando, pero era lo que tenía que decir para que me dejara en paz
-Sí, puede cambiarlo todo- me tomó de los hombros y al sentir su piel tocándome me estremecí. Había algo que no había cambiado en absoluto. -Yo te sigo amando- mis ojos se abrieron más de la cuenta, pero antes de que pudiera procesar lo que me dijo se dirigió a mi boca. Sus labios seguían haciendo que todo mi ser despertara, mi corazón aun latía como loco, como si fuera la primera vez. Y también sentí todo ese amor y pasión que jamás olvide. Cuando estaba a punto de dejarme llevar recordé quien era la persona que estaba haciendo todo esto, así que lo empuje y después con todo el coraje del mundo le di una cachetada
-JAMÁS en tu vida vuelvas acercarte a mí- mi rabia había ganado esta ronda. -Estás loco si piensas que con unas palabras bonitas y un beso todo quedará solucionado, yo ya no soy la misma de antes Ren, y te pido que te alejes de mí y me dejes seguir con mi vida- estaba por pasar a su lado cuando volvió a hablar
-Estás cometiendo un error casándote con Daiki Korenaga.
-¿Disculpa?- voltee a verlo casi con una sonrisa de burla
-Y no lo digo porque no lo ames, ya que es obvio, tú no lo amas. Me refiero más bien a que él necesita casarse pronto o no recibirá su herencia- Ren vio mi cara y supo que no entendía nada así que continuó. -¿No lo sabias? No me sorprende, los sucios tratos como ese suceden a escondidas de la sociedad. Solo se casa porque tiene que hacerlo, está estipulado en su familia, si no lo hace antes de que cumpla 26 años lo perderá todo. Además de que hará un buen negocio si se casa con la heredera de una de las empresas más importantes
-Daiki...- mis lágrimas estaban saliendo. -Daiki no es capaz de hacer algo así- miré directamente la cara de Ren y vi en su cara sorpresa. -Él no es como tú- me limpié las lágrimas que estaban saliendo. Cuando volteé para irme, estaba Daiki parado justo atrás de mí.
-Bastardo- paso de mí y se fue directamente con Ren. -¿Cómo pudiste decirle eso a Ninako?- lo sujetaba de la camisa, Ren y Daiki eran de la misma estatura así que quedaban cara a cara
-Ella merecía saber la clase de persona con la que se va a casar- Ren no dejó de ver a la cara a Daiki
-Tú no sabes nada- Daiki golpeó a Ren y yo solo me tensé al ver cómo Ren daba unos pasos hacia atrás. Cuando volteó de nuevo, sangre corría por su boca.
-Que me golpees no cambiara el hecho de que te casas con ella por una herencia- se limpió la sangre con su mano. - Ella no es para ti más que una línea entre ser pobre o seguir con tu vida de millonario.
-Cállate, bastardo- Daiki estaba a punto de darle otro golpe a Ren cuando por fin pude hablar
-¡Detente!- Daiki volteó a verme -¿Es verdad eso?- mi voz se quebró un poco, pero ya no me importaba
-Ninako...- Daiki me miraba con dolor
-¿Es verdad?- no me había dado cuenta de que había dejado de respirar esperando su respuesta, al ver que no podíanegarlo, sentí que mi mundo se acababa. -Es verdad- dije casi como un susurro, no esperé que me contestara y solo me fui corriendo de ahí, escuché que me llamaba Daiki, pero no voltee en ningún momento. No quise mirar atrás mientras sentía las lágrimas caer. Daiki era la única persona a parte de Sayu en la que había puesto toda mi confianza, o al menos la última confianza que me quedaba en el mundo. Me había entregado a él confiando en sus palabras, confiando en que no me pasaría lo mismo de antes, pero una vez más me equivoque, y aunque ya debería de estar anestesiada, no es así. Mi cuerpo se movía solo y no me di cuenta dónde estaba hasta que abrieron la puerta y me lancé a los brazos de mi mejor amiga llorando y sollozando.
-¡Ninako! ¿Qué te pasa?- yo no podía hacer nada más que llorar y llorar, Sayu estaba asustada, podía notarlo por la forma en la que temblaba mientras se aseguraba de que estuviera bien. Yo no quise soltarme de ese abrazo y solo me dediqué a llorar más. Cuando logré calmarme un poco, decidí soltar a mi amiga y me di cuenta de que estábamos en la sala, Sayu me acariciaba y arreglaba mi cabello, cuando vio que ya me había tranquilizado decidió hablar. -¿Me puedes contar qué pasó?
-Siento mucho haber venido de esta manera- mi voz apenas y se escuchaba. -Ibas de salida- pude ver que traía puesto un pantalón y una blusa de salir
-Nada importante- usó un gesto con la mano para restarle importancia. -Lo importante es saber qué te pasó.
-Esto será largo- traté de reír, pero lo único que logré fue que las lágrimas volvieran a salir
-Tengo todo el tiempo que necesites- me abrazó y la energía de Sayu hizo tranquilizarme, pero también sentía una gran presión en el pecho que solo se hacía cada vez más grande e iba explotar si no lo soltaba- Tranquila Niko, estoy aquí contigo, estás a salvo aquí- me lo decía mientras acariciaba mi espalda, yo no me había dado cuenta de que había vuelto a empezar a sollozar.
-Es sobre...Daiki- decir su nombre hizo que el dolor se intensificara, tendría que contarle todo a Sayu, todo lo que había tratado de guardar en lo más profundo de mi mente y de mi corazón y más que nada, tendría que a sincerarme. Tendría que comenzar bien todo esto, y tal vez al final, entre las dos, lleguemos a una solución a esta vida de mierda que llevo. -Pero todo comenzó hace unos días... cuando volví a ver a Ren...- sentí todo queriendo salir y de nuevo comencé a llorar, esto sí que iba a ser largo y era mejor empezar ya...
