Capítulo 15: Verdaderos sentimientos

***Ninako***

El tener a Ren aquí hacía sentirme nerviosa, la persona que yo esperaba que tocara la puerta era Daiki. Una pregunta se cruzó por mi mente, ¿cómo sabía que me encontraba aquí? No me había seguido, de eso estaba segura, me hubiera dado cuenta de lo contrario. Mi corazón daba pequeños saltos, los cuales no sabía identificar entre felicidad o nerviosismo.

-Ella no está en condiciones de hablar con nadie- le dijo Sayu mientras intentaba cerrar la puerta, pero antes de que pudiera cerrarla completamente Ren la detuvo.

-Por eso mismo necesito hablar con ella- Sayu dio un pequeño vistazo hacia mí y no supe que decirle.

-No puedes, Ichinose. Entiende- en ese momento Ren dirigió su mirada hacia mí, por un momento di las gracias al cielo debido a que Sayu mantenía todas las luces apagadas manteniéndome en las sombras, pero esa tranquilidad se esfumó al instante cuando sus ojos se posaron en los míos enviando un estremecimiento a todo mi cuerpo. Tuve que voltear hacia otro lado para poder tranquilizar mi corazón un poco.

-Solo será un momento- dio un pequeño suspiro y continuó- solo quiero hablar con Kinoshita antes de irme de viaje- ¿se iba de viaje? la idea pasó por mi cabeza y la sensación que dejó en mi cuerpo no me tranquilizó para nada, al contrario, hizo que me parara y caminara hacia la puerta.

-No utilices eso como una excusa- dijo Sayu mientras intentaba cerrar la puerta de nuevo. -Intenta hablar con ella otro día, cuando se encuentre mejor.

-Necesito hablar contigo- dijo Ren mientras sus ojos estaban posados en los míos. Sayu volteó a verme y se sorprendió al encontrarme detrás de ella

-Niko...-yo la sujeté del brazo y lo apreté ligeramente, ella entendió, dio un pequeño suspiro y asintió- ¿Estás segura?- ahora me miraba fijamente ignorando completamente a Ren

-Sí...- solté casi como un susurro

-Está bien, cualquier cosa estaré aquí, ¿está bien?- me dijo mientras pasaba a mi lado, yo solo le dediqué una sonrisa

-Lo sé. Deberías de llamar a Ando, no quiero que me odie por quitarles esta noche- Sayu sonrió un poco y también pude notar un pequeño rubor

-Lo pensaré- dijo mientras entraba completamente al departamento. -Cuídate, Niko- fue lo último que dijo cuando cerré la puerta tras de ella

-Gracias por aceptar hablar conmigo- dijo Ren. Se encontraba recargado en el barandal del pasillo, se había puesto así desde que me despedía de Sayu

-Solo, no hagas que me arrepienta de esto- le dije mientras soltaba un pequeño suspiro. No me sentía del todo cómoda, tenía muchos nervios y mi corazón no paraba de latir con fuerza recordándome que estaba frente a Ren. -No creo que sea buena idea hablar a mitad del pasillo- dije mientras trataba de evitar al máximo la mirada de Ren.

-Conozco un bar muy tranquilo cerca de aquí, podemos ir a platicar cómodamente, además de que te sentirás mejor estando en un lugar público- di un pequeño vistazo a su cara y pude notar que él también se encontraba nervioso, noté que pasaba una mano por detrás de su cuello. Había pasado el tiempo, pero no había cambiado en absoluto y eso solo lograba confundirme aún más.

-No, no me siento tan bien como para salir a un lugar público- me quedé pensando un momento, tratando de decidir entre decirle que fuéramos a mi departamento o no. Al final la respuesta estaba clara en mi cabeza. -Podemos, si quieres, ir a mi...- tomé un poco de aire. -...Ir a mi departamento, al final de cuentas es el siguiente piso- diablos, me sentía demasiado nerviosa hasta para hablar. No podía ver a Ren directamente a la cara, hasta que una carcajada se hizo sonar por la cual levanté mi rostro hacia el origen de la risa. Mis ojos se posaron en aquella mirada que tantos años estuve tratando de olvidar, y digo "tratando" porque está claro que no funcionó, muy en el fondo de mi mente aquella sonrisa seguía grabada totalmente intacta.

-No has cambiado en nada, Kinoshita- dijo mientras se limpiaba una lagrima que salía de sus ojos. -Sigues siendo igual de linda- aquel comentario hizo que me ruborizara más de lo que ya estaba y me castigué por eso.

-No hagas que me arrepienta de haber aceptado hablar contigo- le dije mientras pasaba por adelante suyo

-Está bien- aunque ya no lo veía, sabía que había tomado de nuevo la actitud con la que llegó y para ser sincera, eso estaba mucho mejor. Esperamos el ascensor y cuando estábamos adelante de mi puerta me detuve en seco. Pensé en Daiki, y en lo que pensaría si se enterara que Ren estaba a punto de entrar a mi departamento. Al instante deseché la idea de mi cabeza, ya que no estaba haciendo nada malo, Ren debió de darse cuenta de mi duda ya que decidió hablar. -Todavía podemos ir al bar que te dije, si no te sientes cómoda conmigo aquí- posó su mano en la puerta e inclinó su cuerpo hacia mí esperando mi respuesta.

-No me siento incomoda- dije mientras giraba la manija y abría la puerta, me hice a un lado e hice un ademán para que pasara. -Adelante- mi voz volvió a temblar y estoy segura de que Ren pudo darse cuenta de eso, solo dejó escapar un pequeño suspiro y entró. Tomé un poco de aire y entré. Ren se había quedado parado a mitad de la sala mirando hacia donde me encontraba. -Siéntate... ¿quieres algo de tomar?

-No, gracias- dijo Ren mientras se sentaba, yo tomé un vaso de agua e hice lo mismo

-Comienza- no sabía cómo comportarme. Por una parte, quería mostrarme como los días anteriores, pero ya no tenía la fuerza suficiente para hacerlo. Justamente hoy Ren me había quitado la poca voluntad que me quedaba con aquel beso que me dio. Sentí que me estaba ruborizando y traté de pensar en otras cosas.

-No es sencillo hacer esto- trató de sonreír, pero no existía humor en su sonrisa. -Primero, ¿por qué tu cambio de actitud?- ni yo misma sabía por qué, así que contesté lo primero que se me vino a la cabeza

-Solo quiero que digas lo que tengas que decir para que así me dejes tranquila de una vez- mis propias palabras me dolían, pero tampoco las iba a retirar, si bien me estaba empezando a confundir, yo no podía aceptar a Ren de buenas a primeras como si nada hubiera pasado entre nosotros. Además de que en este momento me encontraba con Daiki, aunque no sabía bien en qué iba a terminar lo nuestro, no podría traicionarlo de esta forma.

-Ya veo- la mirada de Ren se oscureció, como si mis palabras le hubieran afectado. -Entonces trataré de ser breve- tomó una pequeña pausa, tal vez pensando en qué decirme. Empezó a hablar mirándome fijamente a los ojos. -La manera más breve de hacer todo esto, es pidiéndote perdón.

-¿Qué?- fue lo único que pude pronunciar, me sentía muy confundida por todo esto

-Sí, te pido que me perdones, por la manera en la que te traté hace años, por la forma que me acerque a ti hace días y por la forma en la que perdí el control esta noche- sus ojos no se desviaron ni un instante de los míos, y como si me atrajeran, yo tampoco pude hacer nada. -Hace años, cuando te dije todas esas cosas en el parque, juro que fue lo más difícil que he tenido que hacer en toda mi vida. Aunque no te pueda dar las verdaderas razones en este momento, lo que sí puedo hacer es jurarte que todo lo que dije ese día eran mentiras- yo seguía oyéndolo, pero ya no podía escuchar más, fue casi como si mi cerebro fuera incapaz de procesar las palabras que estaban saliendo de su boca.

-Ren...yo no...

-Espera, aún no acabo- se levantó del sillón y se acercó a mí hasta ponerse de cuclillas en frente mío. Tuvo extremo cuidado de no tocarme, aunque se mantenía muy cerca de mí. -Ese mismo día, me arrepentí de haberte hecho algo tan miserable. Yo entendía que en ese momento me estuvieras odiando, y al pensar en todo el daño que te había hecho, me sentía una basura de persona- sus ojos mostraban claramente el dolor que le causaba recordar esos días, y yo también me sentía de la misma manera. -Cuando no lo soportaba más decidí ir a buscarte, pero me enteré de que te habías ido del país. Tus papás me comentaron que no habías estado muy bien y que por eso habías decidido marcharte, supe al instante que era por mi culpa. Yo te había obligado a estar en ese estado y no podía hacer nada para ayudarte- con mucho cuidado, puso sus manos sobre las mías que se encontraban en mis piernas. -Quisiera poder haber estado contigo y hacerte ver que todo estaría bien, pedirte las disculpas que hicieran falta para que confiaras de nuevo en mí- sus manos aún se encontraban sobre las mías y con la misma lentitud que las puso fue tomando una de mis manos hasta entrelazar sus dedos con los míos. Sentí mis lágrimas rodar por mis mejillas.

-Pero no estuviste ahí- solté su mano. -Al contrario, tú fuiste el causante de todo eso.

-Lo sé- se escuchaba dolido. -Y no sabes cuánto tiempo me lo he reprochado- ahora sus manos se encontraban en mis rodillas. -Por un tiempo trate de encontrarte, pero mi problema económico no me lo permitió, así que trate de concentrarme en mis trabajos de medio tiempo y en mis estudios, siempre con la idea de que en cuanto tuviera el dinero suficiente, iría a buscarte- soltó un suspiro. -Tardé aproximadamente 4 años en juntar el dinero necesario. Había tenido suerte y ya mantenía un trabajo estable y muy bien remunerado en un hospital reconocido, y aunque aún no terminaba mis estudios, pedí un permiso y viajé a Nueva York- yo me sorprendí y volteé a verlo. -Fue cuando me enteré que estabas saliendo con Daiki Korenaga. Te veías muy feliz con él- alargó su brazo hasta limpiarme las lagrimas

-¿Fuiste a Nueva York? ¿Por mí?- mi cerebro aun no podía funcionar correctamente y ,había algo más, un sentimiento que no había tenido desde hace años, algo que solo Ren me hacía sentir. Amor.

-Sí, quería hablar contigo, explicarte todo- se paró y se sentó a lado mío. Primero se quedó viéndome, y al ver que no le dije nada, continuó. -Pero los vi, yo me estaba hospedando en el mismo hotel que Korenaga, al verte tan feliz y cómoda con él me di cuenta que habías seguido con tu vida y yo ya no tenía lugar en ella- escucharlo decir todo eso, me hacía sentir que le costaba decirlo todo en voz alta, y a mí me dolía escucharlo. -Me regresé a Tokio el siguiente día, y en la escala que hice en China, la persona que iba a lado mío no dejaba de molestar, al final nos hicimos buenos amigos- pude notar que sonreía, pero ahora había humor en ella, aunque todavía no se desvanecía del todo su melancolía. -Él me ayudó mucho a seguir, después supe que tú lo conocías.

-¿Qué?

-Ando- Ren de nuevo me miraba fijamente a los ojos. - El día que te drogaron en el club, era yo el amigo de Ando, fui yo el que te ayudó ese día- en ese momento recordé el instante en el que reconocí su voz, yo pensé que había sido un sueño, pero no.

-Ese día... ¿Fuiste tú el que me llamó por mi nombre?- logré decir casi como un susurro

-Sí, no sabía que hacer, estabas perdiendo el conocimiento y no tenía la menor idea de qué tipo de droga te habían puesto en la bebida.

-Tu voz fue lo último que escuché esa noche.

-Después de ese día, supe que mi decisión de seguir con mi vida no había valido la pena, estuve dos años tratando de seguir, y al principio pensé que lo había logrado. Luego te vi. Supe que lo único que hice fue mentirme todo este tiempo. No mentí cuando te dije en la enfermería que te amaba- hizo una pequeña pausa como si dudara en decir lo que seguía. -Ninako- se acercó más a mí hasta que sentí su respiración en mi cabeza. -¿Me dejas abrazarte?- quería decirle que no, mi mente me lo gritaba, pero también deseaba sentir los brazos de Ren rodeándome, deseaba sentir esa seguridad que había perdido hace años desde que nos separamos. Así que solo asentí, y él me rodeó con sus brazos.

Sentí que en ese momento todo lo que aún tenía guardado, salió. Realmente lo extrañaba, extrañaba cómo me hacía sentir. Ese sentimiento tan grande que jamás voy a poder sentir con alguien más.

Ren me apretó todo lo que pudo a él y yo me recargué en su pecho. Cerré mis ojos tratando de volver a aquellos días en los que lo tenía así sin importarme nada más. Entonces fue cuando recordé todo lo que había pasado, todo este tiempo en el cual yo había estado casi muerta, había salido un poco a la superficie gracias a Daiki, pero jamás volví a estar completa, y aunque no lo pensaba mucho, tampoco sabía bien por qué. Ahora lo entendía, necesitaba a Ren a mi lado.

-Ya no llores más. Pequeña. Estoy aquí contigo- no me di cuenta de que estaba llorando hasta que sentí un sollozo saliendo de mi garganta y fuertes espasmos atravesando mi cuerpo. Ren me abrazaba con más fuerza mientras me acariciaba la espalda. Ese simple acto hacía que todo en mí reaccionara, y en lugar de tratar de detenerme, dejé salir todo.

-No tienes idea de todo lo que pasé- solté después de un rato de estar llorando. Aun no me sentía segura de verlo a la cara así que le dije eso mientras nos manteníamos abrazados. -Todos estos años, al principio quería morirme. No podía soportar estar más tiempo aquí- Ren lanzó un gruñido y se separó de mí para tomar con sus manos mi cara y mirarme fijamente. Traté de volverme a esconder en su pecho, pero él me sujetó firmemente.

-Perdóname, Ninako- cuando enfoqué bien sus ojos, pude notar lágrimas en ellos. Eso fue lo último que necesité para sentir mi corazón romperse. Y sin pensarlo dos veces me acerqué más a él hasta que nuestros labios se encontraron. Pensé encontrar sorpresa en él, pero pareciera que también estaba esperando ese beso. No fue como el beso robado en el gimnasio. Este beso nos transportó a aquella época en la que estábamos juntos, la época en la que no nos importaba nada más que estar de esta forma y sentirnos parte del otro.

Estaba por terminar cediendo completamente a este sentimiento tan hermoso, cuando algo pasó por mi cabeza. Daiki.

-Ren...yo...No...Daiki- mis palabras salían torpemente, pero cuando pronuncié el nombre, sentí que Ren se tensó totalmente y por lo mismo se separó de mí

-Lo lamento- pasó sus manos por su cara y después por su cabello, despeinándolo un poco a su paso

-Creo que será mejor que te vayas- dije mientras trataba de levantarme y alejarme de Ren, porque sabía que si me mantenía cerca suyo, podían pasar más cosas

-Ninako- Ren me sujetó de la mano para que no pudiera levantarme. -Sé que en este momento tienes una relación. Pero quiero que sepas que a mí ese tipo de cosas no me detendrá esta vez, al menos que me digas que lo amas y que ya no te importo. Si es así, me iré y no volverás a saber de mí- Ren volteó a ver nuestras manos y continuó. -Mañana voy a un viaje, tengo una oferta de empleo, no es mejor de la que tengo aquí, pero sería para mí una buena salida, del país y de tu vida. La razón por la que vine a hablar contigo es porque, dependiendo de lo que me digas en este momento, aceptaré o no esa propuesta.

-¡¿Qué?! Ren...- me levanté rápidamente del sillón y empecé a caminar por la pequeña sala. -No puedes basar tu decisión en algo así. Ahora mismo estoy con Daiki. Tal vez siga con él, tal vez no, pero aunque ya no tenga algo con Daiki, no creo estar preparada para volver a intentarlo contigo. Es más, no sé si estoy preparada de intentar algo con quien sea, yo no podría...

-Tranquila, pequeña- me detuvo de los hombros. -No te estoy pidiendo que rompas tu relación con Daiki, y mucho menos que inicies algo conmigo. Solo quiero saber si aún te importo, solo eso me basta.

-Ren...Yo no...

-Ninako- me tomó del mentón para que lo viera cara a cara. -¿Te importo? ¿Aún sientes algo por mí?- sus ojos negros me miraban con demasiada intensidad, como si su vida dependiera de ello.

-Sí- le dije sin pensarlo

-Eso es más que suficiente, por ahora- me dio un ligero beso en la frente, el cual hizo que mi cuerpo se estremeciera. -Tengo que irme, hablamos luego- antes de que pudiera decirle algo, Ren salió del departamento dejándome a mitad de la sala, sin saber qué pensar o hacer.

Solo me quedaba hablar con Daiki, si de algo estoy segura esta noche, es de lo que verdaderamente siento y no quiero estar engañándome, o él, más tiempo.

-Aún sigo amando a Ren...- dije en voz alta mientras tocaba mi pecho al sentir mi corazón latir desenfrenadamente. Un extraño olor a rosas llegó a mí.

-Vaya. Tomaste tu tiempo para darte cuenta, Ninako- al escuchar esa voz, me volteé rápidamente hacia el origen y pude ver un ser alto cuya aura era de un precioso color rosa. Tenía el cabello largo y me sonreía como si estuviera divertido de verme. Él abrió los brazos, como invitándome a abrazarlo, y fue entonces cuando recordé todo...

-¡Sami!- me lancé a él aun sabiendo que no iba a poder sostenerme, pero por extraño que pareciera, ahora no me fui contra el piso, sino que pude sentir sus brazos cálidos a mi alrededor. Todo estaba volviendo a ser como antes...

***Sayuri***

Estaba preocupada por Niko, pero las palabras de Ando se mantenían en mi cabeza. Si eran ciertas, sabía que Ren la cuidaría. En todo caso que no lo hiciera, me haría cargo yo misma de que pagara por eso.

Estaba indecisa entre hablar a Ando o no. Después de pensarlo unos minutos decidí mandarle un mensaje, si me lo contestaba le preguntaría si quisiera venir. Apenas iba a mandar el mensaje cuando alguien tocó la puerta, me dirigí rápidamente pensando en Niko, pero cuando la abrí me encontré con alguien más.

-Traje la cena- Ando levantaba la bolsa con comida mientras me dirigía una sonrisa tonta. Al ver que no decía nada, se acercó a mí y me dio un ligero beso. -Espero y te guste lo que traje.

-¿Qué haces aquí?- Ando ya se encontraba adentro y dejaba la comida en la mesa

-¿No soy bienvenido?- se volvió acercar a mí y me tomó de la cintura. -Sé que Ninako no está, Ren me dijo que vendría hablar con ella. Supuse que me extrañarías- volvió a sonreír y me dio un beso más largo que el anterior. -Hmm... Creo que yo soy el único que te extrañó.

-Deberíamos disfrutar de lo que queda de la noche ¿no?- los ojos de Ando centellaron al reconocer mi insinuación. Volvió a besarme y entre risas y besos nos fuimos hasta la recamara. Al terminar, estábamos cansados. Ando había calentado la comida que trajo y la había llevado hasta la cama. Estábamos bromeando y platicando cuando de pronto Ando dijo algo que me hizo dejar de comer.

-Me surgió trabajo y regresaré al país hasta dentro de una semana. Quiero invitarte el próximo fin a una villa que tengo, 3 días para nosotros solos.

-Suena interesante.

-Creeme. Se pondrá aún más interesante- vi una sonrisa burlona y como una luz extraña brilló en sus ojos. Agarró su celular, buscó algo y lo extendió a mí. -Tengo pensado preparar algo especial para esos días, pero necesito de tu ayuda.

-¿Ah, sí?- tomé el celular y casi tiro mi comida al darme cuenta de lo que tenía en frente. -¿Qué es todo esto?- le dije con voz de incrédula

-¿No es obvio? Son algunos accesorios para nuestro entretenimiento- se acomodó al lado mío y comenzó a besar mi cuello mientras yo continuaba pasmada viendo las imágenes del celular. Tenía ante mí fotos de juguetes sexuales. Pero no de los normales, sino, eran únicamente artículos sadomasoquistas. Había látigos, cuerdas, esposas, collares, vibradores, consoladores, entre muchas otras cosas.

-Ando...- volteé a verlo. Él me miraba atentamente

-Te lo dije ¿no? Te dije que te amarraría, entonces, por qué no hacer algo más que amarrarte, ¿o no te interesa?- pensar en utilizar algunos de los objetos que me mostraba el celular, hizo que me ruborizara y que me calentara un poco más de lo normal

-Sí... Tal vez...- fue lo único que pude decir. Ando volvió a sujetarme y nos hundimos en un beso profundo y ansioso. Ahora estaría más que emocionada por su regreso.