Declaimer: Obviamente los personajes no me pertenecen, son de JK y aunque ya me harte de pedírselos como regalo de Navidad, no cambia de opinión… si alguien me da a Harry, Sirius o James, le estaré eternamente agradecida La historia es una adaptación de una historia de E. C. Clark q leí hace un tiempo!
"A través de tus ojos..."
Adaptado por Lady Verónica Black
Capítulo Cuatro
Hermione se volvió a hundir en el sillón que había ocupado momentos antes. Estaba asustado, completa y estúpidamente asustada. Hasta entonces había contado con la presencia y el apoyo de del señor Michael, pero desde ese mismo momento estaría sola; sola con él. No pudo reprimir el escalofrió que ese pensamiento le produjo y se sorprendió al percibir en su interior una agradable sensación de expectación ante dicha idea. ¿Significaba que deseaba estar a solas con él? Si ese tipo le había desagradado tanto como para destruir de un minuto a otro la imagen idílica que se había formado de su persona ¿cómo podía seguir experimentando ese sentimiento, ese deseo de estar a su lado? De momento decidió abandonar los esos inquietantes pensamientos que acudían a su mente y que no la llevaban más que a seguir confundiéndose. Ya los analizaría con más detenimiento después, ahora estaba demasiado nerviosa para razonar correcta y objetivamente.
Se dedicó a observar la amplia habitación en la que se encontraba. Estaba, como había podido observar en el resto de la casa, finamente decorada. Las estanterías con libros ocupaban todas las paredes, seguramente era la biblioteca de la casa. Se levantó lentamente y observó los títulos más cercanos; algunos por lo que pudo notar eran ediciones muy antiguas y valiosas. Ene l centro de la habitación había varios sillones y un amplio y cómodo sofá con una mesa ratona en el medio; y en a uno laterales frente a la gran ventana enrejada un amplio escritorio de caoba. En una de las esquinas vio un moderno equipo de música estereofónico y una buena colección de discos, principalmente música clásica aunque también un amplio repertorio de canciones de los años cincuenta y sesenta. Eran bellas melodías americanas que a ella siempre le habían gustado. Se decidió a poner uno, un disco de Elvis Presley, ya que siempre le había gustado, principalmente por sus canciones lentas y melodiosas, llenas de sentimiento.
-"¡Quita eso ahora mismo!" -tronó una voz colérica a su espalda.
Hermione, sobresaltada, dejó caer uno de los discos que tenía en la mano haciéndose añicos contra el suelo. Se quedó temblando, mirando con los ojos muy abiertos a aquella alta y enérgica figura que se hallaba en el umbral de la puerta. Había estado tan entusiasmada escuchando la música que no lo había oído entrar, ahora se encontraba paralizada y roja de vergüenza, como una niña atrapada en medio de una travesura, sin poder moverse de su sitio ni obedecer la orden que le había dado.
-"¿No me has oído? ¡Apaga eso de una vez, niña tonta!" -le repitió aún más encolerizado.
Sin darle tiempo a obedecer se dirigió hacia ella con grandes zancadas sin tropezar milagrosamente con nada y apagó el equipo de un fuerte manotazo.
Ella dio instintivamente un paso hacia atrás, como si hubiera recibido el golpe, y comenzó a temblar incontroladamente.
-"Que sea la última vez que entras en esta habitación, ¿entiendes?" -le dijo fríamente, con tal tono de amenaza en la voz que Hermione se encogió aún más.
Hermione pudo apreciar el esfuerzo que hacía por controlarse. Las venas de sus sienes palpitaban y los dientes le rechinaban al reprimir los deseos de golpearla. La miraba fijamente y, aunque sabía que no podía verla, sintió como si la estuviera traspasando con la mirada. Se llevó las manos a la boca para intentar reprimir los sollozos; ya estaba bastante avergonzada como para permitirle oír su llanto. Llanto que no podía comprobar y que la avergonzaba terriblemente.
-"Es más..." -continuó con la misma frialdad-. "no quiero tropezarme contigo en ningún momento. Mi abuelo me ha obligado a admitirte en esta casa, pero no puede obligarme a soportar tu presencia, ¿entiendes?" -la instó con un fuerte grito.
Hermione asintió con la cabeza sin advertir que él no podía verla.
-"¿Me has oído, o es que aparte de estúpida eres sorda?" -le preguntó cada vez más enojado.
-"Sí" -logró contestar ella con un hilo de voz.
-"Bien, entonces está todo aclarado" –dijo cínicamente satisfecho-. "Procura esquivarme cuando me veas venir, ya que yo no podré hacerlo, y no nos causaremos problemas el uno al otro" -terminó burlonamente y, dando media vuelta, salió de su habitación dando un portazo.
Ella continuó sin poder reaccionar durante varios minutos más, para después agacharse y comenzar a recoger trozos de los discos rotos. Estaba ensimismada con esa tarea cuando entró Fiona a la biblioteca.
-"¿Qué ha sucedido, señorita?"
-" Nada, señora, yo limpiare todo este desastre. Es que estaba mirando los discos y.. y.. se me cayeron. Soy tan torpe y tonta..." –dijo Hermione nerviosa y con la voz ligeramente atragantada.
-"¿Fue por otro ataque de furia de Harry?" -preguntó con resignación y sin esperar respuesta, continuó-. "Deje eso y no tiemble más, niña" -la obligó a levantarse y a seguirla-. "Venga, deje eso que le enseñaré su habitación. Así podrá refrescarse y descansar un rato; después bajará a cenar y ya vera como se sentirá mucho mejor" -le explicaba mientras subían por la escalera-. "Harry me ha dicho que cenará en su habitación, usted lo hará después sola. Dígame a qué hora quiere cenar y lo tendré todo preparado."
-"No... no tengo hambre, gracias" -consiguió articular Hermione ya más calmada-. "Prefiero acostarme temprano."
-"¡Nada de eso, criatura!" -le recriminó Fiona con fingida dureza-. "No voy a consentir que se muera de hambre porque ese bruto le halla gritado. Si no quiere bajar, le subiré a usted también una bandeja."
-"No se moleste, señora" –le sonrió agradecida-. "Bajaré a cenar a las ocho" -concedió ante la ternura de la mujer. No quería dar más trabajo del necesario.
-"De acuerdo" -dijo abriendo una puerta y haciéndola pasar-. "Ésta es su habitación de ahora en más. La de Harry es la de enfrente... Él tiene un timbre para llamarme cuando necesita algo, pero usted no, así que no tiene más que acercarse a la escalera y llamarme. Aquí tiene el baño... Todas las habitaciones tienen uno" –dijo abriendo una puerta en uno de los laterales de la habitación, y al observar la sorpresa de Hermione ante las comodidades que se advertían en aquella antigua casa, le explicó:- "El señor los instaló cuando se casó con la señora Ellen, la difunta esposa del señor Potter. La finca era de ella, pero su familia no tenía dinero. Despues cuando el señor James, el padre de Harry, se casó con la señora Lily decidió modernizar toda la finca sabiendo el amor que su mujer le tenía a esta casa... Desde luego el señor Michael no ha dejado de hacerlo, ya que sabia cuanto amaron este lugar la señora Ellen y su hijo y nuera, pero ahora lo hace mucho más al saber que su nieto decidió instalarse aquí tras el accidente."
-"¿Qué produce la finca?" -preguntó Hermione animada por la locuacidad y simpatía de la mujer.
-"La mayor parte está arrendada. El señor no puede ocuparse de ella, aunque le gustaría retirarse algún día aquí. Ese era su propósito antes del accidente, aunque ahora ha tenido que continuar al frente de los negocios solo" -movió la cabeza con pesar-. "El resto de la finca está sin cultivar, dedicada a la caza y la pesca en el arroyo. El señor Potter y su hijo James solían venir con amigos a pasar los fines de semana cabalgando y pescando. A Harry también le gustaba mucho... pero, desde que se casó perdió la afición."
-"¿No crían animales?" -continuó preguntando-. "He visto corrales y cuadras a un lado de la casa."
-"Sólo para consumo propio al igual que la pequeña huerta de la que se ocupa mi marido. Ya lo verá todo mañana, señorita. Ahora descanse hasta la cena."
Salió y dejó a la joven en la amplia y confortable habitación. Tenía una gran cama en el centro y una bonito acolchado blanco y crema haciendo juego con los manteles de las mesitas de luz. El gran armario empotrado ocupaba todo un lateral con numerosos cajones, estantes y percheros. Las cortinas eran de un agradable estampado floral en tonos rozados y blancos. Al lado de la ventana había un confortable sillón, con mullidos almohadones con el mismo estampado que las cortinas y una fina frazada rozada colgando de uno de sus laterales. Pero lo que más le gusto fue un pequeño tocador de madera lustrada y espejo ovalado adornado con flores secas y grabados finamente tallados. Se veía que era una habitación muy femenina, decorada con un gusto exquisito. Se preguntó a qué mujer habría pertenecido pues en su decoración se apreciaba un toque muy personal.
Las maletas estaban encima de la cama. Las abrió y comenzó a colocar las cosas en el armario, una vez que todo estaba en su lugar se dirigió al baño. Estaba cansada y sudorosa. Como aún era pronto para la cena, decidió darse un ducha de agua tibia para calmar sus nervios. Pensó con agrado en la piscina, mas rehusó intentarlo por temor a encontrarlo allí. Decidió conformarse con la amplia bañera. Se desnudó y se metió en ella lentamente. El agua tibia le produjo una deliciosa sensación en la piel. Por primera vez en muchas horas se relajó. Se preguntó dónde estaría Harry en ese momento, estremeciéndose al recordar la violenta escena de la biblioteca. ¿Por qué se había alterado tanto?. Ella sólo estaba oyendo música; aquello no era razón suficiente para adoptar una conducta tan desagradable. ¡Y como la había mirado! Hermione estaba segura de que, si sus ojos hubieran tenido vida y no hubieran estado tras esos anteojos, la habría desintegrado en ese momento. ¿A qué se debía tanto odio?. Porque era odio lo que se desprendía de todo su ser. Ella no le había dado razones para que la odiara de esa manera; a menos que no soportara a ninguna mujer en general. Sí, debía ser eso. Era un misógino, odiaba a las mujeres en general, no quería que ninguna borrara la imagen de su hermosa esposa. Bien, si ese era el problema le iba a resultar muy difícil ganarse su confianza. De todas formas estaba obligada a intentarlo y, estaba convencida que lo conseguiría. ¿No había conseguido con anterioridad todo lo que se propuso? Pues esto no seria la excepción.
Reconfortada y llena de optimismo se vistió y bajó a cenar. Como no vio a Fiona por ningún lado comenzó a buscarla. Se decidió a abrir algunas de las puertas situadas a ambos lados de la amplia entrada, aun con el temor de encontrar tras una de ellas al temido dueño de la casa y, por supuesto, evitando la biblioteca que ya conocía.
La primera correspondía a un amplio comedor con bellos y robustos muebles oscuros y una gran mesa en el centro con capacidad para doce comensales. Al fondo se abría una puerta doble que comunicaba con otra dependencia. Movida por la curiosidad decidió asomarse. Quedó asombrada e impresionada ante la belleza y majestuosidad de aquella habitación. Se trataba de un espacioso salón amueblado con numerosos y cómodos sillones y mesas bajas dejando un amplio espacio en el centro en el que se podría bailar. Dos grandes lámparas de cristal colgaban del techo y las paredes estaban decoradas con grandes espejos de marcos dorados. Tres amplios ventanales daban a la terraza y proporcionaban abundante luz y ventilación.
Pero lo que más le llamó la atención fue el gran cuadro que se hallaba sobre la alta chimenea. Se trataba del retrato de una mujer joven y hermosa, junto a un hombre igual de atractivo que su compañera. La perfección de sus rasgos y la elegancia de sus portes daban testimonio de sus procedencias aristocráticas. Imaginó que se trataba de los padres de Harry por el parecido que los unía, principalmente con el joven de la fotografía que le mostró su padre. En ella aparecía con el rostro sonriente y la mirada feliz como el que ostentaban el caballero del retrato, sin duda Harry tenia un gran parecido con su padre. Aunque en poco se parecía al Harry que había visto horas antes, amargado y de rasgos crispados, pensó. Sin duda, sus padres fueron unas personas increíbles, ya que uno se daba cuenta de ello con solo mirar la luz que había plasmado el artista. Su muerte debió suponer un gran dolor para su hijo. Se preguntó cuál habría sido la causa de sus muertes y sintió una gran aflicción al pensar en aquellas jóvenes vidas segadas tan prematuramente.
Decidió abandonar esos tristes pensamientos y salió de la habitación lentamente. Continuó buscando a Fiona. Tras un corto recorrido la halló en la cocina atareada con la cena y rápidamente se ofreció a ayudarla; a lo que Fiona se rehusó amablemente.
-"No, señorita. Usted es una invitada."
Ante la insistencia de Hermione, que se sentía avergonzada por su inactividad mientras la mujer se atareaba preparándolo todo, ésta accedió a que la ayudara. Entre ambas prepararon la bandeja para Harry, y aunque Hermione se ofreció a llevarla, a Fiona no pareció gustarle la idea.
-"No creo que sea una buena idea, niña" -le sugirió la mujer-. "Está muy alterado a causa de la marcha de su abuelo y su presencia en la casa. Temo que armaría otra escena como la de la tarde si se le acerca en este momento. Deje que se calme y se haga a la idea de su compañía; entonces podrá usted podrá acercársele de vuelta."
Hermione reconoció lo acertado del razonamiento de la mujer y aguardó allí mientras le subía la cena. Se dedicó entonces a observar la cuidada y moderna cocina. Había sido totalmente restaurada y equipada con modernos electrodomésticos. Fiona le había comentado que el señor, al igual que con el resto de la casa, había modernizado también esa pieza, sobre todo, a raíz de trasladarse Harry a vivir allí y con el fin de ayudarla en su trabajo. A pesar de ello, Fiona no estaba muy contenta pues no sabía utilizar la mayoría de los artilugios instalados. No confiaba que aquel aparato dejara tan limpia la vajilla como sus propias manos ni comprendía como un pequeño chisme lograba hacer un buen asado en pocos minutos, cuando ella tardaba horas en el horno de leña; además, estaban todas aquellas recetas tan raras.
Hermione rió ante el desconcierto de la mujer. Comprendió que su mente sencilla y la falta de instrucción y asesoramiento, le impedían sacar partido de todos los adelantos. Se ofreció a enseñarla a utilizar correctamente los electrodomésticos. Ella estaba acostumbrada al microondas ya que los padres de Lavander le habían regalaron uno la Navidad pasada y sabía las maravillas que podía realizar.
Cuando la señora regresó a los pocos minutos le informó que Harry seguía de malhumor y que no pensaba salir de su habitación aquella noche para dar una vuelta con el perro después de cenar, como solía hacer siempre.
Al rato llegó Carl y se dispusieron a cenar. Hermione había insistido en hacerlo allí, en la cocina, junto a la pareja ya que no quería cenar sola en el gran comedor. Fiona, al principio, se negó pretextando que "ella era una invitada y no podía cenar en la cocina. ¿Qué diría el señor si se enteraba?". Al final accedió y la sencillez y simpatía de Hermione contribuyeron a que el inicial azoramiento ante su presencia se disipara, terminando los tres charlando como buenos amigos. Carl era un hombre reservado, de pocas palabras, aunque tierno y delicado con su mujer a pesar de su exterior rudeza. Se apreciaba la gran unión que existía entre ellos y el intenso cariño que se profesaban. El no haber tenido hijos, en vez de separarlos y amargarlos, los había unido más. Estaban convencidos de que si Dios no se los había concedido era por algún motivo; y ellos no iban a cuestionarlo. Además, tenían a Harry que era como un hijo para ellos a pesar de lo mucho que había cambiado desde su matrimonio. Antes era tan alegre y cariñoso. Cuando venía a pasar las vacaciones o los fines de semana, siempre comía con ellos, allí en la cocina, como estaba haciendo Hermione ahora. Se iba con Carl a cazar o a pescar en el arroyo, lo ayudaba en el huerto o los corrales, como si de un hijo se tratara. Pero cuando se casó cambió; ella lo cambió. Ya no venía casi nunca y, cuando lo hacía, se dedicaba a vagar solo por la finca y comer en la biblioteca o en su habitación.
Hermione se preguntó a qué se pudo deber ese cambio de actitud cuando, según el señor Michael, estaba tan enamorado y había sido muy feliz en su matrimonio. Tal vez era porque ella no se quedaba embarazada y Harry deseaba un hijo fervientemente. Sí, eso debía ser. Por ello se abatió tanto al morir su amada esposa cuando al fin iba a darle el tan deseado hijo.
Terminaron de cenar y Hermione, cansada, decidió retirarse a dormir. Al día siguiente se quería levantar temprano ya que Carl le había prometido enseñarle una parte de la finca. Subieron por la escalera, Fiona a retirar la bandeja de la cena de Harry y ella a retirarse a su habitación. Cuando iba a entrar no pudo evitar mirar hacia la de Harry. Fiona había dejado la puerta abierta y pudo verlo de pie frente a la ventana, mirando por ella sin ver. Al verlo allí de espaldas, su corazón se aceleró. Sus anchos hombros, sus breves caderas, sus largas y musculosas piernas y sus fuertes brazos con las manos metidas en los bolsillos del pantalón en actitud de total impotencia y dolor, despertaron en ella unos locos deseos de asumir su pena, de aliviarle su pesar.
No se volvió cuando Fiona entró en la habitación, siguió con la cabeza agachada en actitud decaída, con un hombro apoyado en el umbral de la ventana. La mujer se le acercó y le oprimió cariñosamente el brazo.
-"¿Has cenado bien, hijo?" -le oyó decir con una inmensa dulzura en la voz, como si a su propio hijo se estuviese dirigiendo.
Él se volvió apenas hacia el lado que ella estaba y le dirigió una leve sonrisa, al tiempo que asentía con la cabeza.
-"¿Necesitas alguna cosa?" -continuó-. "¿Quieres que te prepare el baño?"
-"No, Fiona, gracias" -contestó él con voz apagada y sin volverse-. "Estoy cansado; voy a acostarme enseguida."
-"Como quieras, hijo. Si necesitas algo, llámame. Y no olvides tomarte las pastillas" -le recordó ella al tiempo que depositaba un ligero beso en el brazo y se dirigía a tomar la bandeja.
Hermione cerró su puerta. No quería que Fiona supiera que había estado espiando. No se sorprendió al observar el cariño que la mujer le profesaba a Harry, ni del agrado con que éste recibía sus demostraciones. Recordó que fue Fiona la que había ejercido de madre desde los cinco años, cuando Harry perdió a su progenitora.
Decidió acostarse ella también a pesar de no haber dado aún las diez de la noche. Estaba cansada del largo viaje sumado a los conflictos emocionales que había padecido en las últimas horas. Se dirigió al baño, se lavó los dientes y la cara y se refrescó un poco. Hacía calor pero no se decidía si dejar abierta la ventana o no. Temía que pudiera colarse algún animal de las numerosos que poblaban los campos. No, era mejor dejar la ventana cerrada aunque tuviese que dormir sin ropa, total nadie la molestaría por eso.
Se desvistió y se metió en la cama. La quietud y la total ausencia de ruidos la sobresaltó, acostumbrada como estaba al constante bullicio de la ciudad. Pero la ausencia de ruidos no era total; de muy cerca se oían unas pisadas, un continuo deambular de un lado a otro. Comprendió que se trataba de la habitación de enfrente. Sin duda, Harry no se había acostado aún y se dedicaba a pasear de un lado a otro de la habitación. Estaría nervioso como había dicho Fiona; nervioso y disgustado por su presencia. Se revolvió inquieta en la cama. Ella era la causante de ese desasosiego... No debió aceptar el empleo. La idea era descabellada y ella parecía haberse vuelto loca, no tenía otra explicación. Con un profundo sentimiento de pesar, se quedó al fin dormida.
Varias horas después se despertó. Extrañaba su cama y los ruidos habituales de la ciudad, pero fueron principalmente los gemidos ahogados y las palabras incoherentes provenientes de la habitación de enfrente fueron los que debieron despertarla. Pensó en ir a su habitación para descubrir qué le sucedía, mas inmediatamente comprendió lo inadecuado de su idea. Con toda probabilidad él estaba teniendo una pesadilla y debía ser muy desagradable. No pudo entender lo que decía pero sí oyó claramente el desgarrador grito, "¡Cordelia, no!", que la termino de sacar de su ensoñación; después todo quedó en un profundo silencio.
Al poco oyó como volvía a andar por la habitación y abría un grifo en el baño. Estuvo escuchando caer el agua durante un rato. Él estaba, probablemente, tomando una ducha. Pensó en hacerlo ella también. Su propio sueño había sido inquieto y necesitaba relajarse para intentar volver a dormir. Descartó la idea de inmediato. Decidió bajar a prepararse un vaso de leche caliente ya que siempre le había dado buen resultado en sus largas noches de insomnio. No quería hacer ruido ni encender las luces porque no quería despertar a nadie. Aunque Fiona y Carl ocupaban unas dependencias adosadas a la casa y que comunicaban con la cocina, podrían sobresaltarse al oírla caminar por allí. En cuanto a Harry, debía estar ya dormido tras la relajante ducha ya que no se oía ningún ruido procedente de su habitación.
Se puso una bata ligera, descalza abrió la puerta y salió al oscuro pasillo lentamente. Se arrepintió de no haber encendido la luz de su habitación, la oscuridad era total y no sabía dónde estaban los interruptores del pasillo ni de la planta baja. Comenzó a caminar lentamente, tanteando con las manos. Inmediatamente comprendió lo que experimentaba Harry en su total y permanente oscuridad. Un sentimiento de compasión, unido a otro más fuerte que no logró identificar, la embargaron en ese momento. De pronto se paró asustada y lanzó un pequeño grito al tropezar con un cuerpo grande y cálido al pie de la escalera. Sintió como una fuerte mano la atraía y aplastaba contra aquel cuerpo mientras, con la otra, le tapaba la boca.
-"¡Cállate!" -murmuró una enérgica voz en su oído-. "Vas a despertar a todo el mundo."
Le liberó la boca lentamente pero no la soltó, al contrario la mantuvo fuertemente apretada contra él. Hermione temblaba embargada por una serie de nuevas sensaciones que la habían asaltado ante aquel turbador contacto. Intento aligerar el agarre ya que sentía como el contacto estaba empezando a dar resultados bastante vergonzosos en ella, inmediatamente se quedo quieta. Se azoró profundamente al advertir que la bata se había abierto en el forcejeo y que uno de sus pechos desnudos se aplastaban contra aquel duro y cálido pecho masculino. Este contacto, unido a la conciencia de su desnudez bajo la delgada bata, intensificaron su nerviosismo, sonrojándose intensamente ante tal pensamiento a pesar de saber que él no podía verla.
-"¿A dónde vas?" -le preguntó con aspereza.
-"Iba... yo... no podía dormir y..." -su azoramiento le impedía hablar con coherencia. Él seguía apretándola fuertemente contra su torso desnudo por el que resbalaban algunas gotas de agua procedentes de su cabello mojado. Intentó serenarse. No era la primera vez que un hombre la abrazaba; y no tenía porque reaccionar como una adolescente asustada-. "Iba a prepararme un vaso de leche, pero ya no me apetece. Volveré a mi habitación" -dijo intentando apartarse.
-"Bien. Es lo mejor que puedes hacer" –Harry la soltó aunque continuó sujetándola de los brazos-. "Y no vuelvas a merodear por la casa a media noche como si fueras un ladrón" -le advirtió en voz baja y amenazadora.
Hermione se liberó de las manos y se dirigió a su habitación, ahora con mayor rapidez ya que sus ojos se habían acostumbrado a la oscuridad.
Se acostó y se tapó hasta la barbilla, mas sabía que no podría quedarse dormida por horas. Aquel torbellino de sensaciones que discurría por su interior le impedía el sosiego necesario. ¿Por qué reaccionaba así ante el contacto de ese hombre? Nunca había sentido con ningún otro lo que experimento mientras él la tenía abrazada. Esa arrolladora masculinidad que la envolvió, llegando a hacerle perder la noción de la realidad, era algo desconocido para ella y una sensación extremadamente perturbadora. Tembló al revivir el momento. ¿Qué le estaba sucediendo?
Recordó las palabras de Lavander: "Cuando él me abraza siento que voy a desfallecer, me gustaría tanto fundirme en su cuerpo para no tener que separarme nunca de su cuerpo".
Ella había tenido esa sensación, ese deseo, esa necesidad de no separarse de él. Pero Lavander amaba a Ron, en cambio ella sólo podía despreciar a ese déspota insensible. Maldijo su debilidad. Nunca pensó que pudiese llegar a encontrarse en tal situación. Siempre se había considerado una persona fría y racional que no se dejaba llevar por sentimientos y pasiones como le ocurría a su amiga, y ahora se encontraba anhelando el contacto de unos brazos fuertes y un pecho cálido como si fuera una quinceañera romántica.
Continuó dando vueltas durante largo tiempo sin poder conciliar el sueño. Al fin, cuando las primeras luces del día se anunciaban, logró quedarse dormida con la imagen de Harry abrazándola fuertemente contra él en medio de la oscuridad.
Continuara...
Nota de la Autora:
Hola a todos! Cómo están? Yo como siempre, y para no perder la costumbre, a las corridas y con el tiempo justo para no llegar tarde a mi próxima clase. Qué les pareció el capítulo? Ya se van viniendo los primeros acercamientos entre estos dos, así que ya estamos por ver las primeras escenas que tanto me gustan; pero, ¿a que Harry no es medio bestia con Herms?¿Les gusta este Harry brusco y maleducado? A mi como que se me hace un poco sexy, ¿no? Jejeje... Aunque si hay algo que me pone medio loca es la reacción de la castaña, ¿llorar, gimotear y quedarse muda de miedo? No se ustedes pero no parece nuestra Hermione... ya vamos a ver si logra hacerle frente al ojiverde.
Espero sus comentarios, y como siempre les digo muchas gracias por sus reviews! Gracias, gracias! Nos vemos pronto!
Un beso enorme, cuídense mucho!
Att. Lady Verónica Black.-
"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"
