Declaimer: Obviamente los personajes no me pertenecen, son de JK y aunque ya me harte de pedírselos como regalo de Navidad, no cambia de opinión… si alguien me da a Harry, Sirius o James, le estaré eternamente agradecida
"Detrás de tus ojos"
Adaptada por Lady Verónica Black
Capítulo Seis
Intentó abrir los ojos, pero una angustiosa sensación de vahído unido a un lacerante dolor de cabeza la hicieron desistir de su propósito. Vagamente oía voces; casi todas conocidas. Estaba Fiona, lloriqueando y preguntando si era grave y qué le diría al señor cuando llamara; Carl, con la voz enronquecida, lamentándose por no haberla detenido, y una voz desconocida que los tranquilizaba asegurándoles que unos días de reposo e inactividad serían suficiente. De pronto, una voz fuerte y dominante se elevó sobre las demás.
-"No quisiéramos correr ningún riesgo, Nicholas, pero, si crees que no es necesario llevarla al hospital, seguiremos tus consejos" -dijo la voz inconfundible de Harry con una nota de ansiedad en ella que anteriormente Hermione no había oído.
-"No te preocupes, sólo tiene algunos raspones y el consiguiente choque emocional producido por la caída. No le detecto lesiones de otro tipo" -lo tranquilizó la voz desconocida-. "De todas formas, si observan algún desvanecimiento u otro problema, me llaman inmediatamente."
-"Descuida Nicholas; la tendremos bajo estricta vigilancia" -le aseguró Harry.
-"Toma, Carl" -continuó el médico-. "Ve a la farmacia del pueblo y que te den estos medicamentos. Se los deben dar según las indicaciones que les dejo en esta receta. Y ya sabes Fiona, nada de levantarse en dos o tres días y, después, una semana más de descanso sin montar a caballo ni hacer esfuerzos, ¿de acuerdo?" -le preguntó.
-"No se preocupe doctor Watson que no se moverá en un mes" -le contestó la mujer-. "¡Por Dios, que susto! ¡Cuando se entere el señor Michael...!" -exclamó llorosa.
-"Tampoco hay que exagerar" -rió divertido el médico-. "Esto la hará dormir hasta mañana."
Hermione notó un pinchazo en el brazo y emitió un quejido. Intentó decirles algo pero las palabras se bloquearon en su garganta. Poco a poco se fue hundiendo en un pozo oscuro, en el que no sentía ni oía nada.
Despertó con una intensa sensación de cansancio. Abrió los ojos poco a poco y pudo comprobar que se hallaba en una habitación que no era la suya. Percibió un ruido cerca y volvió la cabeza en esa dirección. Ese movimiento brusco le provocó un fuerte pinchazo en la base del cráneo y una suave sensación de mareo; pero, al menos, era soportable.
-"¿Cómo está, señorita Hermione?" -le preguntó Fiona que se había levantado de la silla y se acercaba a ella para tomarle una mano. En su mirada se reflejaba el interés y la preocupación que sentía.
-"Mareada" -respondió con un intento de sonrisa en los labios. Después, al observar la intensa luz que se filtraba por la ventana, preguntó:- "¿Qué hora es? Aún no ha oscurecido..."
-"Son las diez de la mañana. Ha estado durmiendo desde ayer. El doctor Watson le puso un sedante" -le informó.
-"¡Las diez!" -exclamó e hizo un intento por incorporarse; pero al levantar la cabeza de la almohada, sintió un fuerte dolor y volvió a dejarse caer pesadamente con un estremecimiento.
-"¿Qué hace? ¡No debe levantarse!" -exclamó Fiona asustada-. "El doctor Watson dijo que no se moviera en unos días. ¡Vaya susto que nos ha dado! ¿Cómo se le ocurrió galopar de esa manera? Carl dice que iba como loca" -la reprendió.
-"Lo siento. No vi la cerca" -contestó Hermione con pesar, aún mareada por el esfuerzo que acababa de realizar-. "Y Pandora, ¿cómo está?" -preguntó repentinamente alarmada por el estado del caballo.
-"No se preocupe, no se hizo nada" -la tranquilizó-. "Fue usted la que se dio un buen golpe. ¡Podía haberse matado, criatura!" -exclamó.
-"Debí perder el conocimiento instantáneamente porque no recuerdo nada del accidente. ¿Cómo llegué hasta aquí?" -interrogó perpleja.
-"Carl la recogió y la trajo en el coche. Llamamos al médico inmediatamente, él nos dijo que no tenía nada grave, aunque Harry insistió en llevarla al hospital para asegurarse... Estaba muy preocupado."
-"Siento haberles causado tantas molestias" -volvió a lamentarse Hermione.
-"No se preocupe, señorita, lo importante es que no le ha pasado nada. En unos días estará como nueva" -le palmeó cariñosamente la mano-. "Ahora debe comer algo. Le subiré el desayuno."
-"Pero, ¿dónde estoy?" -preguntó perpleja al mirar a su alrededor-. "Ésta no es mi habitación. Parece..." -comenzó a decir.
-"Es la habitación de Harry. Él insistió en quedarse a cuidarla anoche para que yo pudiera dormir unas horas; y como aquí hay un timbre conectado a mi habitación, le resultaba más cómodo por si tenía que llamarme" -le explicó.
-"No debía de haberse molestado" -se asustó Hermione al pensar que había estado a su cuidado durante toda la noche-. "¿Dónde se encuentra ahora?" -preguntó.
-"En la biblioteca. Se ha echado un rato en el sofá."
Fiona se marchó presurosa dejándola sola. Hermione levantó la cabeza con precaución y comenzó a observar la habitación en la que se hallaba. Era grande y bien iluminada con una decoración típicamente masculina de muebles sobrios y oscuros. La gran cama en la que se hallaba acostada era antigua, como el resto del mobiliario de la habitación, y tenía un magnífico cabezal tallado. Sintió un repentino estremecimiento al pensar en quién la ocupaba todas las noches. Debía de estar muy enfadado por los problemas que les ocasionó con su caída. Ella no quiso que sucediera, pero la discusión con Harry la alteró tanto que no supo lo que hacía hasta que vio demasiado tarde la cerca y ya no pudo retroceder.
Cerró los ojos. La cabeza le dolía y se sentía terriblemente cansada. ¿Cómo había sido tan inconsciente al dejarse llevar de ese modo por la ira? Ella no estaba allí para causar problemas sino para ayudar a resolver los que ya había. ¿Qué pensaría el señor Potter cuando se enterase?
Movió pesarosa la cabeza a punto de echarse a llorar. Era una nulidad absoluta. Debía irse de allí lo antes posible ya que no parecía capaz de realizar nada provechoso. Comenzó a llorar, la debilidad que sentía, unido a un fuerte sentimiento de frustración, la llevaban a un estado de total desánimo.
Pensó en lo que Fiona le había contado sobre Harry. Él la había estado cuidando durante la noche. Apenas recordaba una mano cálida que la acariciaba con ternura, unos tibios labios posándose suavemente sobre los suyos y una voz profunda y suave consolándola y calmando sus agitados sueños. Esas sensaciones habían sido tan reales que no podían ser parte de un sueño. Él había pasado allí la noche y ese pensamiento, aún con su estado de ánimo, le provocaba una extraña turbación y un intenso sentimiento de placer.
Fiona subió con el desayuno y la obligó a comerlo, a pesar de las protestas de Hermione. Ésta insistió en levantarse para ir al baño, mas el esfuerzo fue excesivo y acabó con sus escasas fuerzas. Se tendió en la cama, intensamente mareada y sin fuerzas para abrir los ojos. Al poco tiempo, llegó el médico. Lo oyó hablar con Fiona sin entender bien sus palabras. Sintió un nuevo pinchazo en el brazo y volvió a quedarse profundamente dormida.
Cuando despertó de nuevo la oscuridad reinaba en la habitación. Miró asustada hasta que recordó dónde se hallaba. Pudo percibir la silueta de una persona sentada frente a ella, sin lograr distinguir sus rasgos.
-"¿Fiona?" -preguntó e hizo un esfuerzo por levantarse.
-"No te muevas" -contestó una voz profunda y autoritaria que reconoció al momento, mientras una fuerte mano la inmovilizaba-. "No vuelvas a cometer la tontería de esta mañana o te llevaremos al hospital" -continuó en el mismo tono y, después, con voz preocupada, preguntó:- "¿Necesitas alguna cosa? ¿Quieres que llame a Fiona?"
-"No, no, estoy bien... gracias" -respondió nerviosa-. "¿Qué hora es?" -preguntó, arrepintiéndose inmediatamente de ello al recordar su deficiencia.
-"Son las dos de la madrugada" -contestó Harry tras un momento y ante la sorpresa de Hermione, que no había pensado en el reloj especial para ciegos que él llevaba en la muñeca-. "Debes comer algo y tomar los medicamentos" -dijo al tiempo que encendía la luz.
Hermione, deslumbrada, cerró los ojos inmediatamente para abrirlos poco a poco después. Él estaba muy cerca de ella y pudo mirarlo detenidamente. Se estremeció. No lo había visto anteriormente sin las gafas oscuras de sol que ocultaban sus ojos. Ahora estaba sin ellas y la miraba fijamente. Le pareció más atractivo que en la fotografía, con sus acentuados y fuertes rasgos varoniles. Pero, sobre todo, la impresionaron sus grandes ojos de un delicioso verde esmeralda que la miraban inexpresivos, apagados. Emitió un gemido de dolor ante la visión de aquellos preciosos ojos muertos.
-"¿Qué te ocurre?" -le preguntó él alarmado al tiempo que se inclinaba sobre ella y le cogía una mano con gesto nervioso.
-"No... no es nada, ya paso..." -mintió Hermione y desvió la mirada de su rostro con un sentimiento de hondo pesar-. "Creo que no estaría mal que coma algo, tengo hambre."
-"Eso es una buena señal" -Harry respiró aliviado y sonrió levemente con lo que su rostro se iluminó, haciéndole inmensamente más atractivo. Hermione se encogió asustada ante la intensa atracción que sentía por aquel hombre-. "Aquí tienes un vaso de leche y un trozo de torta de chocolate. Fiona la ha preparado siguiendo tu receta, pero me temo que no ha tenido éxito en su imitación" -dijo sin dejar de sonreír y mostrándole los alimentos que se hallaban sobre la mesita de noche en una bandeja.
La chica intentó incorporarse, pero el dolor de su cuerpo le hizo proferir un agudo quejido. Él se levantó para ayudarla a incorporarse.
-"No... gracias. Puedo yo sola" -rehusó alarmada ante el contacto de aquellas fuertes manos en sus brazos, mas él no se retiró y la levantó, acomodándola sobre los almohadones.
-"Tienes que tomarte las pastillas que están en el plato" -Le informó atento a los sonidos que ella producía, al oír como ella tomaba el vaso de agua junto a las píldoras le comento-. "Te ayudarán a descansar."
-"No es necesario que se quede más tiempo, ya me encuentro bien. Si necesito algo, llamare a Fiona" -intentó convencerlo.
-"No te preocupes, estoy muy cómodo aquí" -contestó con firmeza-. "Además, he dormido toda la tarde y ahora no podría hacerlo aunque quisiera."
-"Pero no podré dormir al saber que usted está ahí sentado."
-"Sí podrás" -sonrió burlonamente-. "Una de las pastillas que acabas de tomar es un fuerte somnífero y no tardarás en quedarte dormida. Créeme lo sé por experiencia."
Hermione profirió un gemido de resignación. Estaba azorada. Necesitaba ir al baño y no sabía como resolver la situación.
-"Yo... necesito..." -carraspeó nerviosa y profundamente avergonzada-. "Quiero decir que yo deseo..."
-"Si quieres ir al baño no tienes más que decirlo, yo te ayudaré" -dijo Harry divertido ante el aturdimiento de ella.
-"Pero... pero..."
-"No temas, no veré nada" -su boca se curvó en una amarga sonrisa-. "Además, puedo quedarme tras la puerta si lo deseas."
-"Yo... puedo ir sola. Me encuentro mucho mejor" -insistió ella.
-"Te ayudaré igual" -dijo tajante. Retiró la sábana y le cogió las piernas para alzarla.
-"¿Qué hace?" -gritó ella alarmada.
-"Voy a llevarte en brazos" -le contestó serenamente-. "No temas, conozco esta habitación como la palma de mi mano. No tropezaré" -y procediendo a alzarla, la sujetó entre sus brazos y se dirigió al baño.
Hermione estaba sorprendida de la seguridad con la que él caminaba por la habitación, sin tropezar en nada y midiendo exactamente las distancias.
-"¿Quieres que te ayude?" -le preguntó tras depositarla en el suelo del baño.
-"No, gra... gracias. Puedo yo sola."
Él salió sonriéndole y cerró la puerta. Hermione se quedó apoyada en la puerta y recuperándose un poco de la turbación experimentada momentos antes. La cálida seguridad que había sentido entre los brazos de aquel hombre y la placidez que la embargó al ver que le sonreía la sorprendieron y preocuparon a la ves.
Cuando hubo acabado abrió la puerta. Él se encontraba de pie, frente a ella, esperándola. Hermione se ruborizó al verlo allí.
-"¿Terminaste? ¿Necesitas alguna otra cosa?" -preguntó cortésmente.
-"No... no, gracias" -contestó sin poder evitar que le temblara la voz.
-"Bien, te llevaré a la cama entonces" - y procedió a alzarla de nuevo.
-"¡No! Puedo caminar" -exclamó Hermione intentando que la soltara.
-"Te llevaré yo" -la calló él con firmeza, comenzando a caminar con ella en brazos hacia la cama-. "¿Tienes frío?" -le preguntó extrañado ante el continuo temblor de ella.
-"Sí, un poco" -mintió Hermione al no poder controlar el nerviosismo que experimentaba ante la proximidad de él.
Cuando llegó al lecho, la depositó suavemente en él y la tapó con la sabana.
-"Te traeré una manta" -le dijo.
-"No se moleste" -intentó disuadirlo-. "Se me pasará pronto."
Él no contestó. Hermione vio que se dirigía a un gran armario y extraía de él una manta liviana. La colocó sobre la cama y la arropó con cuidado.
-"Ahora debes dormir" -susurró quedamente mientras apagaba la luz-. "Buenas noches."
-"Buenas... buenas noches" -contestó ella, mirando aquella figura en las sombras.
Pensó que no podría dormir teniéndole tan cerca. Para su sorpresa, comprobó que los párpados se le iban cerrando pesadamente, sintiéndose incapaz de abrir los ojos y cayendo al momento en un pesado y extraño sueño plagado de pesadillas.
Cuando despertó el sol inundaba la habitación. Inmediatamente miró hacia el lugar donde Harry había estado sentado, pero en su lugar vio a Fiona que le sonreía amistosamente.
-"¿Cómo se encuentra, señorita Hermione?" -preguntó la mujer cortésmente.
Hermione suspiró ante la decepción experimentada. Había deseado y temido al mismo tiempo verlo allí.
-"Muy bien, Fiona. Creo que podré levantarme y trasladarme a mi habitación. Ya he abusado bastante de la generosidad de Harry."
-"No se precipite. Cuando venga el doctor Watson, él decidirá lo que se debe hacer. Mientras, se quedará acostada y yo le subiré algo de comer. Y no se preocupe, a Harry no le importa que ocupe su habitación. Al contrario, le veo más animado desde que usted sufrió el accidente. Aunque no quiero decir con eso que se haya alegrado, ya me entiende" -aclaró apresuradamente.
Hermione asintió con un gestó y sonrió ante el azoramiento de Fiona.
-"¿Qué hora es?" -preguntó.
-"Las dos de la tarde, hora de comer" -le contestó sin mirar ningún reloj-. "Harry me dijo que se despertó a la madrugada y que comió lo que le había preparado" -y ante el gesto de asentimiento de Hermione continuo-. "Eso está bien. Ahora le subiré el almuerzo y descansará un rato. El médico vendrá esta tarde y él decidirá si está usted en condiciones de ser trasladada."
Fiona salió de la habitación apresuradamente. Hermione se volvió a recostar en la almohada y repasó los acontecimientos de la noche anterior. La agradable sensación que experimentó en brazos de Harry, la vergüenza y turbación ante la insólita situación, la alegría y confianza ante el positivo cambio de actitud experimentado en él... También, algo que no podía precisar con exactitud, que no podía afirmar si había sido sólo un sueño o realidad.
Rememoró claramente su sueño, mejor dicho pesadilla, y volvió a experimentar el terror que la embargó en aquellos momentos. Ella corría y corría, la perseguían sin saber quién era su cazador y luego caía por un precipicio interminable. Gritaba presa del pánico, cuando de golpe quedaba suspendida en el aire. Una fuerte mano la agarraba en el último momento, miraba hacia arriba y lo vio. Era él, Harry, que la miraba con sus hermosos ojos verdes, ahora llenos de vida. La izaba sin esfuerzo sujetándola entre sus fuertes brazos y la acariciaba tiernamente mientras le susurraba palabras tranquilizadoras; para después besarla dulcemente. Recordaba aquella lenta y cálida presión sobre sus labios, primero suave, después apasionada, posesiva, enloquecedora...
Sintió un escalofrío al recordar el placer que experimentó en aquellos momentos. Estaba convencida de que, incluso, le correspondió con todas sus fuerzas. No, no podía ser verdad. Había sido sólo un sueño como el de la noche anterior. Un sueño muy real, eso sí, pero un sueño simplemente.
Sintió la necesidad de ir al baño e intentó levantarse. Emitió un grito de dolor ante la brusquedad del movimiento. Procedió entonces lentamente hasta que, agarrándose a todo lo que podía y reprimiendo los gemidos, logró llegar. La cabeza parecía estallarle. Tenía el cuerpo muy magullado y le dolía cada parte de él, pero se sobrepuso. No iba a consentir que una torpe caída la tuviese inmovilizada en la cama por más tiempo.
Cuando Fiona volvió con la bandeja de la comida, ella ya había regresado a la cama.
-"Gracias, Fiona" -le sonrió amablemente y, mirando el contenido de la bandeja, dijo:- "Esto tiene muy buena pinta. ¿Ha seguido una de mis recetas?"
-"Sí, aunque todavía no consigo dominar ese trasto" -se quejó la mujer con pesar.
-"No se preocupe, en poco tiempo lo conseguirá" -la animó Hermione-. "Después de comer me gustaría trasladarme a mi habitación, tomar un baño y cambiarme. Me siento muy incómoda y ya no me mareo al levantarme como ayer."
-"Esperemos que llegue el doctor Watson" -negó tajante-. "No queremos que sufra una recaída."
Comenzó a comer con buen apetito ante la mirada complacida de Fiona, que la observaba con atención.
-"¿A qué hora ha venido?" -le preguntó con fingida despreocupación. Quería averiguar cuándo se había marchado Harry.
-"A las seis me levanté y vine a relevar a Harry, pero él quiso quedarse un poco más mientras yo preparaba los desayunos y ordenaba la casa. Cuando terminé, lo relevé y se fue a acostar. Aún sigue dormido."
-"Siento haberle causado tantas molestias. Debe estar disgustado" -se lamentó pesarosa-. "Esta noche no dejaré que se quede; ya estoy mucho mejor."
-"No se precipite, señorita Hermione. Además, él lo hace con gusto. Todavía no le he visto en su vida hacer algo que no deseara" -le explicó la mujer y, después, añadió amargamente-. "Bueno, tal vez si en un periodo de tiempo desdichado para todos" -Fiona guardó silencio y la chica advirtió que no quería seguir hablando de ello-. "Voy a despertarlo y prepararle la comida. Me dijo que quería estar presente cuando viniera el doctor" -se levantó y se acercó para retirar la bandeja-. "Ahora la dejaré descansar. Toque al timbre si necesita alguna cosa."
-"Gracias Fiona, es usted muy amable" -y sonriendo, rectificó-. "Todos son muy amables."
La mujer salió y Hermione se recostó en los almohadones. Estaba cansada aunque menos dolorida. Sus pensamientos volaron hasta Harry. Lo imaginaba tendido en el sofá de la biblioteca profundamente dormido tras la noche pasada en el incómodo sillón y un sentimiento de ternura se apoderó de ella. Él se había mostrado tan amable la noche anterior. Sus fuertes brazos habían sido tan delicados al sostenerla y se había sentido tan segura y protegida en ellos, que su solo recuerdo le producía una grata dicha.
Y después estaba aquel sueño. ¿O no había sido un sueño? Se revolvió inquieta en el lecho. Tenía que ser un sueño. Él no podía haberla besado y acariciado de aquella forma; la detestaba, no la soportaba. Se lo había dado a entender durante todo el tiempo que llevaba allí, a pesar de que en los últimos días él se mostraba amable y considerado, pero sin duda era llevado por un sentimiento de compasión hacia ella. Debía refrenar su imaginación o ésta le causaría una mala jugada. Ella estaba allí para trabajar y no para enamorarse perdidamente de aquel hombre. Con ese convencimiento y la momentánea tranquilidad que le proporcionó, se quedó dormida. Por ello no pudo oír los suaves pasos que se acercaban a su cama ni la grave voz que pronunció suavemente su nombre. Tampoco advirtió el leve roce de unos cálidos dedos acariciando su brazo y el profundo gemido que precedió a una precipitada huida.
O o O o O o O o OHarry estaba perplejo e inquieto, dos sentimientos que hacía tiempo no experimentaba. Estaba perplejo pues nunca imaginó que volvería a sentirse atraído por una mujer después del duro golpe recibido y tras el firme propósito de negarse a mantener cualquier contacto con ellas para evitar un nuevo dolor. Y a la vez estaba inquieto. No podía negar que los sentimientos que le inspiraba aquella chica iban más allá de la pura atracción física y el deseo, algo natural ya que sus instintos masculinos no se habían cercenado, para su desdicha, en el accidente al igual que ocurrió con su visión.
Era indudable que la deseaba. Ya había tenido serios problemas con su cuerpo en aquella ocasión, durante la primera noche, cuando la mantuvo abrazada en el pasillo y pudo apreciar la tibieza del esbelto cuerpo femenino. Pero su deseo se había incrementado durante las dos últimas noches que pasó cuidándola; principalmente ésta última, cuando intentó apaciguar sus agitados sueños. Al tomarla en sus brazos para calmarla con palabras tranquilizadoras ella lo rodeó con los suyos. No pudo reprimir entonces las locas ansias que lo dominaban y acabó besándola apasionadamente hasta que el sentido común se impuso, no sin requerir un supremo esfuerzo de su parte.
Aparte de ese sentimiento primitivo y natural, reconocía otros que ella le inspiraba, serenidad, ternura, temor por su bienestar, dolor ante su propio sufrimiento... Negó con convicción lo que todos ellos le sugerían pues la capacidad para volver a experimentar ese sentimiento había sido arrancada de raíz hacía mucho tiempo. La causa de su desazón, se repitió tercamente, era el remordimiento. Se sentía responsable de la caída de Hermione. Sus continuos desplantes y arrebatos de mal humor la enojaron hasta tal punto que acabó descuidando su seguridad. Sí, él era el responsable del accidente y tendría que responder de ello, no sólo ante su propio padre que la consideraba su invitada y la había dejado a su cuidado, sino también ante el padre de ella.
Bien, no podría evitar que la chica lo acusara y el consiguiente resentimiento por parte de ellos; pero lo que no soportaría sería el de ella. Reconoció honestamente lo importante que era para él que Hermione no le guardara rencor. Deseaba por encima de todo que lo apreciara, que no le temiera y temblara cuando él se le acercaba, que se abandonara en sus brazos como la noche anterior. Deseaba que ella...
No, era una locura. Ella no podría sentirse nunca interesada por un hombre como él, por un ciego. Debía haber muchos jóvenes tras ella, tal vez hasta tenía algún novio esperándola en Londres.
Sí, debía de tener algún chico que la quisiera, a quién ella se entregara tan apasionadamente como hizo con él en sueños la noche anterior. Probablemente soñaba que era su novio quien la abrazaba, de ahí su apasionada respuesta. El imaginarla en brazos de otro le provocó una intensa oleada de furiosos celos que lo frustró aún más. Estaba loco, loco al dejarse arrastrar otra vez por sentimientos y anhelos que ya habían causado su perdición en el pasado. Debía reprimirlos antes de que pudieran emerger totalmente. Trataría de evitarla como había estado haciendo antes del accidente. Dos meses pasaban rápidamente e, incluso, ella podría cansarse de la aburrida vida en el campo y marcharse antes de que su padre regresara. Pero bajo ningún concepto debería quedarse a cuidarla una noche más ni subir a la habitación para sentir su proximidad cuando la supiese dormida, como había hecho horas antes con el pretexto de dejarle el libro que ella había estado leyendo en la biblioteca la tarde que él entró y la expulsó de allí tan abruptamente. Lo había recogido del suelo donde ella lo dejó caer y, desde aquel día, arrepentido de su acción, había intentado devolvérselo, pero no se engañaba al reconocer que esa sólo había sido una excusa para poder estar a su lado otra vez.
Unos ligeros golpes en la puerta cortaron el hilo de sus pensamientos y lo hicieron incorporarse del sofá donde se hallaba tendido.
-"Pase" -exclamó en voz alta.
La puerta se abrió y Fiona se hizo a un lado para dejar paso al doctor Watson.
-"¡Hola Harry! ¿Cómo te encuentras?" -saludó el médico con su amable voz al tiempo que se acercaba para estrechar la mano que le tendía.
-"Bien, Nicholas; aunque ahora no soy yo el que precisa de tus atenciones" -le recordó con una sonrisa que raramente ofrecía-. "¿Cómo se encuentra nuestra enferma? ¿La has visto ya?" -le preguntó impaciente al tiempo que le indicaba con un gesto que se sentara.
-"Sí, acabo de verla y la encuentro muy recuperada. Como ya dije en un principio, no tiene lesiones internas ni fractura o luxación alguna, solamente algunos hematomas que irán desapareciendo con medicación y descanso."
-"Me alegro" -dijo, exhalando un hondo suspiro de alivio que no pasó desapercibido a su perspicaz interlocutor-. "Entonces, ¿no quedaran secuelas del accidente?"
-"No, al menos no físicas. En cuanto a las psíquicas, no te lo puedo asegurar; es algo que no podremos descubrir hasta que ella se recupere y esté en condiciones de montar de nuevo" -le explicó-. "Aunque no lo creo. Me ha dado la impresión de ser una chica fuerte en todos los aspectos y estoy convencido que en pocas semanas habrá olvidado totalmente el accidente y la veremos cabalgar de nuevo."
-"La veras, no lo dudes" -le corrigió Harry con una triste sonrisa.
Esas palabras dieron pie al médico para comenzar con el segundo tema, y el más importante para él, que le había llevado allí esa tarde. Conocía a Harry desde niño y había llegado a apreciarle casi como a un hijo. Siempre había sido un muchacho fuerte y voluntarioso, dotado de una gran alegría y ganas de vivir. Por ello le dolía enormemente verlo en aquel estado, dejando pasar los meses sin intentar luchar por recuperar la visión, desoyendo los ruegos de su abuelo y de todos los que lo rodeaban, incluyendo los suyos propios, para que accediera a operarse como única posibilidad de curar su ceguera. Mas Harry dejaba pasar los días y esa posibilidad se desvanecía. Él no podía verlo resignado a su triste destino y aprovechaba cada visita para continuar en su intento por convencerlo. Aunque resultara inútil pues Harry no quería hablar del tema.
-"Escúchame, Harry" -comenzó pacientemente sin dejar de advertir el súbito envaramiento de su interlocutor al darse cuenta del nuevo cariz que tomaba la conversación-. "Escúchame, por favor. Sabes que el tiempo apremia. No debemos agotar las posibilidades de éxito y éste depende precisamente de la rapidez con la que te operes. Ya has dejado pasar más de seis meses y con ello has desaprovechado el cincuenta por ciento de las posibilidades de éxito. ¡Por favor, Harry, accede!" -le imploró-. "No puedo creer que quieras pasar el resto de tu vida en la oscuridad. ¿Por qué te niegas a operarte?" -demandó con la voz estremecida.
-"Ya hemos hablado de este tema otras veces" -dijo Harry enojado-. "Es mi decisión y nadie debe cuestionarla."
-"Lo siento, pero no puedo comprenderla" -negó abatido el médico. Nunca entendería que una persona inteligente como él se negara a esa posibilidad. Pero no se daría por vencido. Apelaría como siempre al último recurso-. "Puedes tener tus razones, y no cuestiono que deben ser poderosas, pero piensa en tu abuelo. Lo estás matando, Harry. No te das cuenta de lo afectado que se encuentra. Si pudieras verlo. Ha envejecido veinte años y no dudo que, si pierdes esta oportunidad y quedas ciego de por vida, no lo resista. Ya sabes que su corazón no anda muy bien. La muerte de tus padres fue un golpe muy duro del que no ha logrado recuperarse totalmente. Y ahora esto..." -se hundió en el sillón totalmente abatido ante el gesto imperturbable del joven-. "No te puedo entender. Sé que estabas muy enamorado de tu mujer y que deseabas ardientemente el hijo que ella esperaba, pero eso no es excusa para negarte a recuperar la vista. Tu actitud no les va a devolver la vida. Tú eres joven, puedes volver a enamorarte y tener más hijos."
Una sonrisa amarga curvó los labios del joven, mas no pronunció palabra alguna. Nicholas, derrotado al igual que en ocasiones anteriores, se levantó para marcharse.
-"Bien" -emitió un suspiro de resignación-. "Pasado mañana volveré para ver a Hermione. Le permití que se levante y se traslade de habitación. Me ha dicho Fiona que has pasado las dos últimas noches cuidándola así que ya no será necesario. La chica evoluciona favorablemente y es improbable que sufra un retroceso. Debe seguir con la medicación y en cama durante tres o cuatro días más, levantándose si lo desea, pero sin cansarse. Después, podrá bajar y dar cortos paseos. Le he dejado instrucciones a Fiona, aunque ella tiende a exagerar" -ya en la puerta se volvió y dirigió una última mirada a Harry. Éste continuaba sentado imperturbablemente en el sillón. Incapaz de decir nada más, cerró la puerta y se marchó.
Harry, al oír cerrarse la puerta, abandonó su pretendida impasibilidad y se hundió, abatido, en el sillón. Sabía que el buen doctor exageraba llevado por su buena fe. El corazón de su abuelo marchaba todo lo bien que sus sesenta y cinco años le permitían. A pesar de ello sabía que los acontecimientos pasados le habían afectado enormemente. Su padre había apreciado mucho a Cordelia y deseado desesperadamente un hijo de su único nieto...
Con un gesto de consternación desechó sus dolorosos pensamientos. No podía seguir torturándose así, se volvería completamente loco y eso sí sería una verdadera tragedia para su abuelo. ¿Por qué no lo dejaban en paz? ¿Por qué seguían insistiendo? Era su decisión. Con ella no hacía mal a nadie... a nadie, aparte de a él mismo. Era la única forma que tenía de expiar su culpa por lo que había hecho; era su justo castigo. Era su castigo por haber matado a su esposa y el niño que llevaba dentro suyo.
Él era el culpable, y debía pagar sus culpas.
Continuara...
Nota de la autora:
Buenas! Como ando súper escasa de tiempo y solo me he puesto en la compu para subir este capítulo, mi nota será bastante cortita. Les pido disculpas por la tardanza en la actualización, intentare que no vuelva a repetirse:( También les agradezco sus reviews! Mil gracias a cada uno de ustedes! Los adoro! Espero que el capítulo les haya gustado, especialmente a quienes andaban esperando un acercamiento más romántico o sentimental entre estos dos. Y les aseguro que de ahora en más van a pasar bastantes de estos,porque entre la atracción que descubrió Harry (la cual apenas puede manejar... se imaginan que tanto es así que beso a Herms estando dormida?), y ese no-se-que que siente Hermione los van a llevar a hacer muchas locuras... jijijijiji les gusta la idea?
Cuídense mucho! Besos de chocolate para ustedes!
Att. Lady Verónica Black.-
"Que la magia los acompañe, las estrellas guíen su camino, pero más que nada griten a todo pulmón: ¡¡Viva Xiao Lang Li, Eriol Hiragizawa, Harry Potter y Los Merodeadores (salvo la rata apestosa ¬¬); Los hombres más lindos y sexys que hay!"
¡¡DEJEN REVIEWS, PORFISS…!
PD: Subí un Nuevo fic de H&HR que se llama "Miel&Limón", el que guste deseé una vuelta por ahí también!
