Su mirada se encontraba perdida en un punto fijo de su habitación, sus ojos repletos de lágrimas y su corazón rotó en pequeños fragmentos que herían su pecho eran solo una muestra de lo destrozada que se encontraba. Hacia su mayor esfuerzo tratando de respirar, sin éxito alguno, mordía su labio inferior en un doloroso movimiento haciéndose mucho daño. Sus manos temblaban y sus palmas se encontraban sudorosas mientras jugaba con las arandelas de su cubre cama de manera inconsciente, tan solo era una pequeña chica demasiado asustada que no estaba segura de poder aguantar lo que pasaría con ella, lo que le esperaba, su destino que ella misma había firmado con su propia sangre.
Un golpe en su puerta junto con la voz de su hermana la sacaron prontamente de sus pensamientos tenebrosos y totalmente oscuros, haciéndola girar su rostro en dirección a la entrada de su habitación.
— Mañana me coronarán y seré la reina como siempre debió haber sido. – Los ojos azules de la chica se dirigieron a los chocolate de su hermana mayor que con burla ingresaba en su habitación y azotaba con fuerza la puerta tras ella.
— Serás una magnífica reina. – Con dificultad Juvia apoyó sus dos piernas en el suelo para levantarse y tratar de mantenerse en pie, sus largas piernas temblaban de lo aterrada que se encontraba. Con sus manos se apoyó del tubo de su cama para ganar equilibrio y así caminó en dirección a Lucy.
— Se que mientes, estás tan enojada por lo que te pasó que me estás deseando la muerte – Juvia sonrió con tristeza, su gesto ni siquiera podía considerarse una sonrisa, ya que desde ese día no podía emitir ninguna emoción.
Lentamente tomó la corona que adornaba su cabeza y que la posicionaba como la reina de Nekov, con cuidado se la quitó de la cabeza y con suavidad la acomodó en la de Lucy teniendo especial cuidado en no lastimar sus orejas.
— Lucy, deseo que me escuches atentamente. – Implorandole, solo quería que la escuchará y que cerrará su boca para dejar de emitir palabras dolorosas, esas hirientes que ya la peli azul en esa altura de su vida no podría soportar, lo único que necesitaba en ese momento era un abrazo, que le dijeran que todo estaba bien, que no iba a ir al mismo infierno.
— Esta bien, quiero escuchar lo mucho que me odias porque ahora no eres ni una princesa y yo soy la reina, el ser más importante de todo Nekov, soy casi una diosa. – Dos lágrimas recorrieron sus mejillas de porcelana inmediatamente para resbalarse y finalizar su viaje en los hermosos cabellos azules de la chica.
— Lucy, tú fuiste y siempre serás mi hermana mayor. Piensa en nosotras antes de que Mavis decidiera que yo sería la reina, de lo unidas que éramos, de todo lo que vivimos juntas. – La chica de ojos chocolate rodó sus ojos hasta ponerlos en blanco.
— Dejaste de ser mi hermana desde ese día que Mavis pensó que tú serías mejor gobernante que yo. -Juvia llevó las manos a su cuello para quitarse su collar de cascabel y ponérselo en el cuello a la rubia.
— Nunca desee ser reina, porque eso me hizo perderte. – Se sinceró y le intentó tomar las manos a Lucy, sin embargo, ella las apartó de inmediato, eliminando cualquier contacto entre las dos.
— No quisiste pero lo aceptaste – Lucy se acomodó la corona y levantó su rostro para dedicarle una mirada de desprecio a su hermana, sabiendo que ahora tenía lo que siempre había deseado, la corona, las joyas, el respeto de todos al ser llamada reina.
— Solo quería mejorar la calidad de vida de todos en Nekov, tenía tantas ideas que no pude realizar, pero se que tú las harás realidad. – Juvia asintió con la cabeza sabiendo que era real, que sus palabras eran completamente sinceras, afirmándose sus propias palabras totalmente convencida.
— Sabes que soy la mejor de las tres y que haré lo mejor para los ciudadanos. – dijo Lucy con aires de superioridad, Juvia sonrió y la abrazó tan fuerte que la rubia se quedó inmóvil y totalmente sorprendida abriendo sus ojos de par en par.
— El amor que te tengo, continua siendo el mismo de cuando éramos unas pequeñas niñas, hermana. – Lucy inmediatamente expresó confusión en su rostro, siempre, durante todos esos años desde que se enteró que ella sería la reina, emitía comentarios hirientes con el único propósito de que ella le contestara y pudiera odiarla con libertad, sin embargo, Juvia siempre había sido tan dulce con ella y nunca se había atrevido a contestar a sus palabras, ese hecho la hacía enfurecerse más y más.
— ¡Suéltame! – ordenó la rubia.
— Prométeme solo dos cosas como la hermana mayor que juró protegerme.. Quiero que ayudes a Gray a volver a la tierra y que cuides a Wendy hasta que tenga una familia feliz.
— Mañana van a ejecutar a Gray, ¿De que estás hablando? No te entiendo. – Con fuerza intentó apartar a Juvia que continuaba abrazándola con tanta fuerza que no le permitía moverse.
— ¡Solo quiero que lo prometas, porque no estaré aquí para hacerlo!. – Gritó completamente asustada y saliéndose algo de control, olvidándose que era una princesa.
— ¿Por qué te despides? No serás la reina pero no te sacaré del castillo. – Juvia se escondió en el pecho de su hermana con su llanto ahogando sus propias palabras.
—Le vendí mi alma a Zeref para salvarlo. – Lucy emitió una carcajada sin creerle una sola palabra. Pensó que el amor la había enloquecido a tal punto de decir incoherencias, que la muerte próxima de Gray la había hecho perder sus neuronas.
— ¿Zeref? Vamos, Zeref no nos haría favores porque odia nuestra ascendencia.
— Mavis nunca contestó mis súplicas. Sabes que la sangre de ellos corre por nuestras venas, aceptó únicamente con el objetivo de hacerle daño a Mavis, por eso aceptó. – Lucy seguía riendo por las palabras de Juvia.
— Juvia, no creó en tus cuentos de hadas y por mi parte no haré nada para salvar a Gray, por lo que no me convencerás con tus abrazos. ¿Además por que darías tu vida para salvar a ese idiota? – Juvia siguió llorando como una pequeña niña indefensa, esa que se encontraba totalmente sola, desamparada.
— Si yo muero hoy nadie me va a extrañar, mi vida en Nekov no tiene objetivo u algún sentido, él ama a una terrícola… fui rechazada por todos, me destituyeron y tú que se supone que eres mi familia me odias. ¿Alguna vez pensaste en que si morias a nadie le iba a importar? Es mi caso, nadie llorará mi muerte. – Lucy trataba de procesar las palabras de Juvia, ya no estaba tan segura de que sus oraciones fueran una broma. No entendía como esas palabras le herían su corazón, sí, la odiaba, pero ella era su hermanita menor. Era imposible no sentir afecto por Juvia, sin embargo, no se atrevió a decir sus verdaderos sentimientos. — Te quiero hermanita. Recuerda todo lo que vivimos juntas y dile a Gray que lo amo, no, mejor dile que deseo que sea feliz. Entrégale esto. – Juvia le puso un anillo de oro en su bolsillo.
En ese instante Juvia vio claramente como todo el tiempo y el espacio se detenía para darle la bienvenida al dios de la muerte. Sus ojos podían percibir una de sus lágrimas que se encontraba flotando y que no caía por gravedad al suelo. La saliva que tenía en su boca rápidamente la tragó tratando con ese acto de llevarse ese nudo en la garganta que se le había formado.
— Es hora, hija mía. – Inmediatamente la Loxar se dio cuenta que Lucy estaba completamente congelada, que el aire no se atrevía siquiera a fluir, el tiempo no corría hacia el siguiente segundo. Eran solo los dos en Nekov, sabía que Gray no aparecería, nadie vendría a salvarla de las garras de la muerte.
— Adiós Lucy – susurró y le dio un beso en la mejilla a su hermana, se soltó del abrazo que solo ella estaba realizando para quedar frente a Zeref, vio como en su pie de repente se alojaba una cadena con una pesa redonda que demostraba que había perdido su libertad, su cuerpo mortal seguía con ella por lo que aún estaba viva. Vio como se abrían dos puertas al Hades, sintió como el frío le calaba los huesos y como la oscuridad inundaba sus ojos, escuchaba gritos de desesperación y angustia al otro lado, era el inframundo, sabía que no podía esperar nada más y entonces sin querer pensar en alguna otra cosa atravesó el portal con dificultad por la pesa en su pie, con el fin de despedirse de Nekov para siempre, cumpliendo la promesa que le había hecho al dios de la muerte.
Al cerrarse el portal el tiempo corrió nuevamente, Lucy que se estaba asustando por las palabras de su hermana se dio cuenta que ella ya no la estaba abrazando. Se pellizcó rápidamente un brazo pensando que era una pesadilla, al darse cuenta que estaba muy despierta buscó con sus ojos a la peli azul por todas partes sin hallarla.
— ¿Juvia? – Preguntó mientras con rapidez su cuerpo se movía por inercia y buscaba en cada rincón de la habitación. Lo único que escuchaba era el sonido del cascabel que traía en su cuello, ese que antes le pertenecía a Juvia.
— Juvia, no me asustes, vuelve, sabes que no me gustan las bromas. – No era posible, no quería creer lo que su cerebro le indicaba en ese momento que era la realidad inminente, simplemente no podía ser cierto que Juvia estuviera diciendo la verdad.
— ¿Hermanita? – Preguntó con su voz entre cortada y con mucha más desesperación al no encontrar a la peli azul que segundos antes la estaba abrazando.
— ¡Juvia! – Gritó más fuerte con la esperanza de hallarla, de que ella le respondiera.
Se deslizó por la pared al llegar al último lugar de la habitación y darse cuenta que ya no estaba, "Dile a Gray que lo amo, no, mejor dile que deseo que sea feliz" recordó inmediatamente las palabras de Juvia. Negó con su cabeza y con lágrimas en su rostro, su hermana no sería capaz de dar su vida por la de un simple humano, sabía que esa oración era totalmente una mentira, conocía mejor que nadie que el corazón puro de su hermana la haría entregar su vida por cualquier persona.
— ¡Juviaaaaaaa! – Emitió en un grito desgarrador, sabiendo que su hermanita había desaparecido a manos de Zeref, el dios de la muerte y que el amor la había hecho cometer una locura.
Nekov, once meses antes.
Gray pudo percibir en el rostro de Juvia lo aterrada que se encontraba, su piel se había vuelto mucho más pálida de lo normal y sus manos temblaban, se dio cuenta enseguida que si la princesa le temía se debía tratar de una ser totalmente terrible.
— Madre, ya vamos. Nos estamos cambiando – Los ojos azules de la chica se concentraron en Gray, se acercó al muchacho y en su oido susurró prontamente y con un tono de voz muy bajito que solo fuera perceptible para él.
— Tiene buen oído así que no hables, quítate la ropa. – Gray pudo sentir como todos sus vellos se erizaron al escuchar la voz de la chica tan suave y cercana, esta que se alojaba en su cerebro brindándole una extraña satisfacción.
— Necesito sangre – Dijo mientras se deshacía de las únicas prendas que cubrían su desnudez, el muchacho cerrando sus ojos de manera automática sintió como sus mejillas se sonrojaban sin remedio, sabiendo que no vio el cuerpo de la kamineko, ya que sus ojos se cerraron justo a tiempo, sin embargo, su mente comenzaba a jugarle malas pasadas imaginando lo bella que podía ser.
— ¿Qué tanta necesitas? – preguntó el Fullbuster mientras trataba de quitarse su ropa con los ojos cerrados, tratando de no ceder a la tentación de ver a la kamineko desnuda.
— No mucha – Sintió como la chica se bajaba de la cama y dejaba la tinta y la pluma en su lugar y volvía a poner la tabla y el tapete nuevamente tratando de ocultar su escondite secreto.
— ¿Reconocerá que no es tu sangre? – Juvia negó prontamente para volver a la cama, sabía que tenían un buen olfato pero no el suficiente para descubrir de a quien pertenecía el fluido y con la sangre del chico impregnaría el olor del Fullbuster en ella, era un buen plan solo esperaba que no los descubrieran.
No, ella no había tenido la voluntad de cerrar sus ojos, por tanto instintivamente se lamió su labio superior y enseguida el inferior al ver al chico completamente desnudo, al apreciar que era tan guapo para ella que simplemente era un deleite para sus ojos, nuevamente su iris había desaparecido por completo siendo cubierto por su pupila que se dilataba cuando veía algo que cautivaba toda su atención y su cola peluda se meneaba de un lado a otro sin control, sin siquiera obedecer las órdenes de Juvia para que se detuviera.
Como si de un animal salvaje se tratara estaba dispuesta a atacar a su presa, con un solo empujón podria tenerlo en la cama a su merced, podría atraparlo con su cuerpo y aprisionar sus brazos con sus manos. Si, podría consumar todo ahí y así dejar de fingir, era una gran idea que su instinto le demandaba que hiciera realidad, tenerlo entre sus brazos, llenarlo de besos, escuchar sus gemidos, era lo que más deseaba.
— Voy a entrar – La voz de la reina la sacó de su trance haciéndola concentrarse nuevamente en lo que estaban haciendo, buscó en el cajón de su mesa de noche un objeto cortante y se lo pusó con cuidado en las manos al chico. Inmediatamente lo abrazó aplastando sus grandes atributos en el pecho del joven, Gray pasó toda la saliva que tenía en la boca sintiéndose mucho más abochornado, sintiendo por ese instante como su propio corazón latía con fuerza y en un descontrol constante.
— Aún no hueles a mi – Juvia pasó su nariz por el cuello del muchacho haciendo nuevamente que el cuerpo del joven perdiera el control, le asustaba, le llenaba de miedo que tan solo con unos roces de su piel perdiera por completo su capacidad de razonar, la princesa era peligrosa, esa kamineko era el mayor de sus problemas.
— ¿Ya te cortaste? – Gray negó, podía jurar que habían pasado así abrazados una eternidad, sin embargo, solo habían sido unos cuantos segundos. Su pie era la mejor opción así que lo cortó por el talón, no tan profundo y lo subió a la altura de la chica.
— Aquí está, tómala – la muchacha rápidamente tomó la sangre de Gray usándola para fingir que había perdido su inocencia, los fluidos en cuestión iban a ser un problema pero ya había cubierto el olor de Gray en ella, ahora faltaba que su olor se impregnara en él. Con el mismo objeto que Gray usó para hacerse daño se cortó un mechón de su cabello que se encontraba atado en una trenza. Se lo entregó poniéndoselo en la palma de las manos, le impresionaba de sobre manera que él tuviera sus ojos completamente cerrados, pensó nuevamente que su cuerpo no era atractivo para el muchacho, pero alejó esos pensamientos que en el momento no eran relevantes. Finalmente robó el agua del florero de aquellas flores que adornaban su habitación, para mojar los cabellos del chico y los de ella asociándolos con sudor.
— No la veas a los ojos, no te levantes si ella no te lo dice, su carácter es muy fuerte y puede golpearte si no haces lo que te pide. – Juvia se encargó de advertir a el humano que ya se estaba sugestionando por las palabras de la chica, pero verla tan preocupada por lo que podía pasar lo hacía entender que la kamineko en cuestión era temible.
Rápidamente tomó una de las cobijas amarrándosela en el cuerpo para cubrir su desnudez y saltó rápidamente de la cama para correr a la puerta y abrirla.
— ¿Madre, nos puedes dar unos minutos más? Aun estamos ocupados – La chica que ahora se encontraba en el suelo haciendo una reverencia ante la reina atinó a pedir unos segundos de privacidad, ella por su parte con su ceño fruncido dirigió su mirada al Fullbuster que se había refugiado bajo las cobijas de la gran cama de la princesa.
— ¡Levantante Juvia! – Ordenó la reina de cabellos rosados y avanzada edad, esa que se le evidenciaba en las arrugas de su rostro. Lo primero que hizo fue tomar las muñecas de la joven cuando esta se irguió con suma elegancia, con el fin de cerciorarse por ella misma que ambos hubieran concretado su unión y que Juvia ahora pudiera convertirse en la reina sin ningún problema.
— ¿Sangraste? – Juvia asintió.
¿Te dolió? – Juvia asintió con su cara agachada, sin tener la completa capacidad de mentir, sin embargo, hacia su mejor esfuerzo para sonar creíble.
— ¿Te sientes bien? – el proceso de marcado podía provocar algún efecto secundario, como fiebre, desmayos, dolor de cabeza y cansancio en demasía, pero claramente ninguno de los dos sentía esos síntomas ya que su marcado era falso.
— Me duele la cabeza, pese al dolor me encuentro bien.
Juvia pasó saliva cuando vio como la nariz de la reina se movía inspeccionando el olor en la habitación, respiró tranquilamente cuando vio que su nariz se detenía y volvía toda su atención a la peli azul.
— Ve a ducharte, tu matrimonio y el de tu hermana empieza en dos horas.
— Si me permite me iré – Juvia hizo una reverencia y salió caminando hacia el baño de su habitación tratando de controlar lo nerviosa que se encontraba. Solo esperaba que la reina se fuera en ese momento y no le preguntara nada a Gray. Tenía demasiado miedo en dejarlo solo con ella.
— Humano preséntate y muestra tu respeto. – Gray se levantó, ¿Reverencias? ¿Respeto? No, no lo haría, esa kamineko no significaba nada para él.
— Soy Gray Fullbuster – dijo casi escupiéndolo con rabia y mirándola desafiante.
— Entonces si era cierto lo que decían, eres un irreverente y te falta respeto. – Sus ojos grises rodaron poniéndose en blanco, para enseguida dedicarle una mirada de odio.
— Pueden devolverme a la tierra si no les gusto. – Y en seguida sintió un golpe que le impactó el rostro con tanta violencia que le provocó que un hilillo de sangre se escurriera por su boca.
— Nadie te permitió hablar humano asqueroso… – Inmediatamente sus ojos se llenaron de rabia, Juvia mordió su labio inferior apoyada en la puerta del baño. Quería salir a ayudarlo, pero no podía defenderlo o hacer algo en contra de la reina ya que la autoridad estaba tan marcada en su planeta, que cualquier acción podía ser un acto de rebeldía.
— … En la tierra hay una choza cuyos propietarios son unos leñadores llamados Silver y Mika Fullbuster, sería una lástima que un accidente desafortunado les quitará la vida. – el estómago del Fullbuster se revolvió al escuchar los nombres de sus padres. Tenía tanto que decir, tantas palabras que emitirle a la reina para mandarle al Hades, que dijo lo primero que se le vino a la mente.
— Sería una lástima que su heredera perdiera la vida en un accidente desafortunado. – Juvia abrió sus ojos azules totalmente extrañada por el comentario de su humano. ¿La estaba amenazando? Escuchó perfectamente cómo la reina golpeaba al joven en una pierna casi quebrándosela con su cetro.
— No entiendo como una kamineko tan noble como Juvia tiene destinado a un hijo de Zeref como esposo. – Juvia cerró sus ojos totalmente frustrada, nombrar al dios de la muerte en una misma oración era considerado el mayor insulto en todo el planeta. — Atrévase a hacerle daño a la primera en la línea de sucesión y todo Nekov se encargará de matarlo lenta y dolorosamente. – Gray mordió su labio inferior tocándose la pierna por encima de la cobija, tratando de soportar el dolor, entonces, la reina con la punta de su cetro hizo presión en la herida del muchacho lastimándolo.
— Su único objetivo aquí es darle herederos a la próxima reina, empero, no dudaré en asesinarlo con mis propias manos si la lastima a ella o alguna de las otras herederas. – Como un objeto, sin voz o voto, Gray se sintió como si no valiera la pena su existencia, solo estaba ahí para criar nuevas reinas de Nekov.
— ¡Juvia, no escucho la ducha!. – Juvia corrió inmediatamente al lugar para iniciar el artefacto y con el corazón ardiendo en un profundo dolor al saber que habían lastimado a su humano, se quitó la cobija para que la máquina en cuestión empezara a asearla. "No digas nada más, ella no conoce los límites" imploró en su mente como si Gray pudiera escucharla.
— En mi opinión creó que ya no es necesario indicar que se debe comportar en el matrimonio o no dudaré de regalo de bodas traerle la cabeza de uno de sus padres en un frasco. – Gray con el rostro en el suelo maldijo a la kamineko entre dientes, vio como se iba del lugar y escuchó como azotaba la puerta con fuerza. Odio, pudo sentir como ese negativo sentimiento se apoderaba de él, sin embargo, en ese mismo instante vio como la princesa salía del baño rápidamente envuelta en una toalla. Sí, definitivamente esa Kamineko era hermosa y su cuerpo era precioso, desvió la mirada a las orejas de la chica que se veían adorables solo para que sus ojos no se concentraran en los grandes pechos de la kamineko.
— ¿Estas bien? – Juvia inmediatamente apartó la cobija para ver la pierna del joven realmente preocupada por el muchacho, Gray sabía que no tenía voz ni voto, que solo era un hombre, humano, en un planeta donde las hembras tenían todo el poder. Supo entonces que no tenía que tener cuatro dedos de frente para saber que podría cumplir sus objetivos, que podría volver a la tierra, que podría eliminar ese proceso retrograda de rapto de niños para entregarlos a extraterrestres y ¿Cómo lo lograría? frente a sus ojos se encontraba la que haría todo realidad.
— Estoy bien – afirmó viendo el gran morado que se estaba formando en su pierna y sabiendo que probablemente no se podría levantar por la magnitud de la herida.
— ¿Gray, tú me lastimarías? Discúlpame por el atrevimiento de mi pregunta, pero lo que le afirmaste a mi madre … – Se atrevió a preguntar la jovencita sin verlo a la cara, ya que había escuchado perfectamente como la reina había amenazado a sus padres y él había respondido amenazandola a ella.
— No, nunca te haría daño – Sí, sabía que no sería capaz de siquiera atreverse a golpearla, a Juvia Loxar, una kamineko tan hermosa y noble. — Lo dije porque esa señora es una … - Juvia dirigió rápidamente sus manos a la boca del Fullbuster acallando su frase, quitándolas de la pierna del chico y de su toalla que había amarrado de afán.
— Ella es la reina, por lo tanto maldecirla sólo te traería desgracias. Es una cláusula mágica. – Sonrió la chica llamando la atención del muchacho, que vio claramente cómo la toalla de la chica resbalaba mostrándole sus pechos desnudos, sabiendo que sus ojos por instinto habían seguido todo el movimiento.
— Tu toalla se resbaló. – La joven gritó adorablemente cubriendo su cuerpo con el torso de Gray. Abrazándolo fuertemente cómo estaban anteriormente. Los ojos grises del joven claramente ya no eran puros, pero su inconsciente agradeció la vista que había tenido, le había agradado demasiado lo que había acabado de divisar.
— Tranquila no veré nada. – Gray tomó la cobija que lo tapaba para cubrirla, si, no quería involucrarse con ella y mucho menos mancillarla cuando estaba totalmente convencido de que no iba a ser la mujer con la que compartiría el resto de su vida.
— Juvia se levantó y con suavidad tomó la manos de su humano.
— ¡Levantante! – Con su ayuda el muchacho se levantó del suelo y se puso en pie no sin antes cubrir sus partes con la toalla que la chica estaba usando antes del pequeño accidente. Su pierna dolía en un ardor desesperante.
— ¿Te duele? – Gray negó tratando de hacerse el Fuerte.
— Me tranquiliza escuchar que estas bien… Esto es un presente para ti, mi verdadera madre me lo regaló antes de enviarme al castillo, tiene un gran significado sentimental para mi. – la muchacha se quitó un anillo de oro para ponerlo en el dedo meñique del Fullbuster, pues por lo grande de la mano del hombre sabía que solo le iba a quedar ahí. — Debido a que tiene mi olor no debes quitártelo, es mejor que tener un mechón de cabello – Gray ladeó su cabeza sin entender una sola palabra, pensaba que la madre de Juvia era la reina y ahora ella le decía todo lo contrario. Tenía tantas preguntas.
— ¿Porlyusica no es tu madre? – Juvia negó con su cabeza.
— No es mi madre biológica pero nos formó como si lo fuera a mis hermanas y a mi.
— No entiendo. ¿No tienes entonces la sangre de Mavis y Zeref? ¿Cómo puedes ser reina? – Juvia sonrió.
— ¿Es de tu conocimiento como se eligen las reinas en Nekov? – Gray asintió y contestó la pregunta que hacia la princesa.
— Mavis y Zeref tuvieron un hijo llamado August, quien fue el primer rey de Nekov, que a su vez dio descendencia creando los próximos reyes del reino antes de que la raza cayera y los maldijeran todos los dioses haciendo estériles a sus machos... – Juvia asintió mientras observaba detenidamente el collar de cruz de plata que colgaba del cuello del joven.
— … Desde ahí cada hija de August, es decir, cada kamineko que tiene la sangre de Mavis y Zeref es heredera al trono.
— Eres un hombre muy inteligente y culto, además tu nekoviano es fluido y sin errores gramaticales. Me he ganado la bendición de los dioses al tenerte como esposo. – Alagó la chica a su humano, no era normal dar ciertos cumplidos a los humanos, pero para Juvia era sumamente importante que él conociera su pensar. Juvia continuó con el relato. — El humano destinado para Porlyusica murió meses después del matrimonio por una terrible enfermedad sin haberla fecundado, por lo que no pudo continuar con la familia real, ya que su madre solo había dado a una hija y el resto eran kaminekos machos, sí, muchos dicen que su terrible carácter corresponde a la pérdida del amor de su vida. – Juvia suspiró profundamente viendo los ojos grises del muchacho.
— Sin embargo, August no tuvo solo una kamineko de mujer, por lo que la sangre de los dioses reposa en otros seres. Porlyusica enteramente preocupada por el destino del reino decidió buscar a las hijas bastardas de August y su línea cronológica. Su búsqueda a través de los años dio como resultado únicamente tres herederas. Lucy Heartfilia, Wendy Marvel y yo.
— Entonces las tres no son hermanas – Aseguró el muchacho.
— No, no somos hijas de los mismos padres pero compartimos la sangre real. Lucy siempre fue muy parecida a Mavis en cuanto a su cabello rubio y piel blanca, era la mayor de las tres y por esas razones siempre creyó que sería la reina. Sin embargo, se decidió que yo tomaría el lugar de Porlyusica.
— Ya entiendo porque razón tiene esa actitud contigo. – Juvia sonrió con tristeza al saber que le dolía en su corazón hablar del rencor que Lucy le tenía.
— ¿Princesa necesita ayuda para alistarse? – la conversación de ambos fue interrumpida al escuchar la voz de Jellal que se encontraba al otro lado de la puerta de la habitación.
— Sí, por favor. Es mi deseo que me ayuden a ponerme mi vestido y que ayuden a Gray a vestirse.
— Enseguida les digo que vengan a ayudarla. – Juvia tomó el collar del cuello del joven cuando escuchó que Jellal se marchaba. — Dámelo, con esto sentirán tu olor en mi. – Gray negó casi apartandose de inmediato.
— Es lo único que me queda de mis padres, no te lo daré.
— Ese anillo es lo único que me quedaba de mi familia y te lo entregué. – Juvia con sus cabellos empapados siguió al Fullbuster por la habitación, no era una petición, era una orden si esperaban que su plan funcionara.
— Te prometo que lo cuidaré con mi propia vida, entrégame esa cruz. – Gray negó para encontrarse con la pared que limitaba sus movimientos al dar continuos pasos hacia atrás.
— Esta bien – Sin estar completamente convencido de sus acciones se quitó el collar para ponerlo bajo el cascabel de la chica.
— Ve con Jellal, me voy a alistar. – Juvia se dirigió al baño mientras sus ojos azules detallaban cada parte de la Cruz de plata que ahora colgaba por su cuello. Las kamineko entraron en la habitación, cada una con una tarea ya establecida iniciaron a apoyar a Juvia. Gray por su parte salió de la habitación escoltado por aquel Kamineko de cabellos azules y cicatriz en el rostro.
— Es por acá. – El Fullbuster estaba completamente ensimismado, disfrutando cada detalle del castillo, cada obra de arte y la decoración que eran simplemente perfectas para él.
Entraron en un gran salón con espejos y un sin número de trajes, accesorios y ropa de hombre. Jellal revisó que no hubiera nadie en los alrededores y finalmente cerró la puerta de la inmensa habitación para acercarse a Gray y susurrarle.
— Yo puedo ayudarle a escapar de acá. – Pronunció Jellal llamando toda la atención del pelinegro que lo observó supremamente sorprendido.
Notas de autor
Si, han pasado 84 años desde que publiqué el segundo capítulo pero quise escribir de esta historia porque bueno para que les voy a mentir, me encanta la temática. Pensé en la continuación y dije bueno ¿Por qué no?
No se si siguen ahí o aún hay seguidores de esta historia, si ustedes apoyan la continuación les prometo por mi garrita que continuaré con la historia. Esperare con ansias sus sugerencias o comentarios.
No contestare sus hermosos reviews porque en realidad no se si siguen ahí, por eso créanme que es de suma importancia que se reporten así sea con un "conti please".
Tengan un lindo día, cuídense mucho porque la situación realmente está muy dura en el mundo y espero que prontamente se solucione para continuar con nuestras vidas normales. Les mando un abrazote psicológico desde mi casa. Recuerden todas las sugerencias de seguridad, no salgan si no es estrictamente necesario. Protéjanse que les estaré escribiendo para hacer más llevadera esta cuarentena.
