¿Por qué continuaba en pie? Cada día de su vida se hacía la misma pregunta en los momentos en los que se sentía perdido, como en ese mismo instante donde su corazón estaba deshecho, sus ojos cansados de tanto llorar ya no veían el mundo con esa hermosura como antes lo hacían cuando ella se lo mostraba en cada simple tontería. Ya no contaba con las mismas ganas para hacer absolutamente nada y aún así su cuerpo no había dejado de funcionar, seguía con vida, aunque lo que más quería era morirse y no tener que afrontar esa horrible realidad, el hecho de no estar con ella se había convertido en una terrible pesadilla, en una constante y asfixiante vivencia.
¿Cómo todo se había derrumbado en segundos? ¿Cómo todo había llegado a tener ese trágico final? Mordió su labio inferior dolorosamente, unas cuantas lágrimas se deslizaron por sus mejillas mientras con rabia golpeaba uno de los cristales que lo alumbraban logrando sacarse unas cuantas gotas de sangre al herirse con el filo, se encontraba llorando con total libertad, pues nadie lo iba a buscar allí, no tenía que mantener su orgullo o aparentar por ser un ex miembro de la realeza. Agradecía que ella le hubiera enseñado a escapar de ese castillo porque en días como ese lo único que quería era desaparecer sin dejar rastro y eso era lo que estaba haciendo en los pasadizos que lo sacaban fuera del castillo, lamentándose por no tenerla.
De lo único que estaba completamente seguro era que si pudiera controlar el tiempo, ya hubiera vuelto sin dudarlo un segundo a la noche en la que ambos discutieron, a ese momento en el que le había dicho cosas dolorosas a su reina, dejándose llevar por la ira del momento. Sí, en definitiva la hubiera abrazado, perdonado, le diría que no le importaba que lo hubiera lastimado con su accionar porque ella era claramente mucho más importante. Desgraciadamente para él, no contaba con esos poderes y al menos los dioses no alterarían el rumbo natural de las cosas sin tener algo a cambio. En su mente siempre rondaba el tal vez si… creando millones de escenarios en posibles futuros donde no hubieran discutido, el haberla hecho llorar esa noche era lo que más le pesaba.
Cerró sus ojos aparentando sus piernas fuertemente, su rostro estaba completamente blanco, era altamente probable que no hubiera comido en tres dias continuos y es que cada vez que veía un plato de comida su hambre desaparecia mágicamente, era la forma de autocastigarse, se echaba la culpa de lo que había pasado con su amor, con la que le ponía color a sus días, inconscientemente no quería vivir en un mundo sin ella.
Suspiró, dándose cuenta que el mundo era muy pesado para soportarlo, que aquel día día era especial y el solo hecho de recordar el porqué le revolvía el estómago generando un gran agujero negro. Se levantó del suelo amarrándose una pañoleta en su mano, estaba seguro que ella al ver su herida hubiera corrido a socorrerlo, a poner toda su atención en él así fuera un rasguño y Gray le hubiera dicho que no exagerara, que no era nada, restándole importancia… La extrañaba demasiado.
Se armó de valor y salió a la superficie dando los pasos que necesitaba y que le habían costado tanto, lo primero que vio fue la motocicleta, esa que ella misma le había enseñado a manejar con la paciencia que nadie hubiera tenido con él, desde que Juvia se había ido no había sido capaz de usarla, pero ese día estaba completamente decidido, tenía que hacerlo, debía vencer sus miedos y volver a utilizar ese medio de transporte que era el único que lo llevaría a su destino.
Números recuerdos llegaron a su mente causándole un gran dolor, sonrió con amargura inmediatamente al recordarlo, lo único que no podían arrebatarle eran los momentos que había vivido con ella, esos que siempre se encargaría de cuidar en su memoria.
—Lo estás haciendo muy bien. -Gritó fuerte para que él la escuchará, desde que Gray había aceptado que Juvia le enseñara a conducir habían sido varías oportunidades en las que habían salido a practicar y el Fullbuster estaba aprendiendo a un ritmo bastante rápido llenando de orgullo a la jovencita.
Se confió, se abrazó desde la cintura de Gray agarrando los fuertes abdominales del humano y descansando su cabeza en la espalda del muchacho mientras le daba la confianza para que él siguiera manejando, ya que creía que no necesitaba de su supervisión. Fue un segundo, solo bastó ese tiempo para que su rostro se sonrojara violentamente al sentir a su esposa tocándolo, suavemente su mano se posó en las de ella acariciando su hermosa piel.
De repente, vio como un animal aparecía en el camino y fue suficiente para que perdiera el control de la motocicleta al tratar de esquivar al pequeño que lucia como un dragón bebé. Una mala palabra salió de la boca del joven, Juvia se dio cuenta que algo andaba mal y aunque intentó tomar el control no fue posible hacer gran cosa, con gran velocidad activó el mecanismo de protección del casco de Gray igual que hizo con el de ella, la motocicleta siguió su camino sin pasajeros ya que ellos gracias al efecto anti gravedad del casco flotaron hasta aterrizar suavemente en un campo con suave material parecido al algodón.
Gray vio el momento exacto en el que la motocicleta sola empezó a caer y luego al no sentir los sensores de sus ocupantes automáticamente activo el efecto aterrizando con suavidad en el suelo antes de estrellarse. Los tres estaban a salvo.
—¿Estas bien? -Lo primero que hizo por instinto no fue asegurarse de que él no tuviera heridas, rápidamente se fue hacia ella para comprobar que no tuviera ni un solo rasguño, sabiendo que Juvia era lo más importante.
—Sí, ¿Tu lo estás? -Gray asintió con sus ojos abiertos, totalmente asustado, no era la primera vez que se caían de la moto, pero esa vez estaban a una altura tan peligrosamente elevada que el aterrizaje controlado a veces podía fallar y hacerles daño.
—Lo siento, perdí el control.
—Está bien, pero te he repetido que no puedes distraerte con nada. -Ella había sido la culpable, sabía que a Gray le avergonzaba un poco sus toques, que ya habían avanzado demasiado en esa cuestión, pero es que a ella le encantaba olerlo, sentirlo, abrazarlo y besarlo, supo que había sido la distracción.
—Lo siento. -Levantó su mirada y vio una gran cantidad de bolas similares al algodón de diferentes colores que los rodeaba y que colgaban de plantas, no lo había visto con anterioridad por lo que preguntó rápidamente.
—¿Qué es esto?
—Son cultivos de Nekolores.
—¿Nekolores? ¿Qué son Nekolores? -la jovencita sonrió maliciosa ocurriéndosele una idea perfecta por la cabeza.
—Esto es un Nekolor. -Tomó una de las bolas arrancándola de la planta, con mucha fuerza le arrojó el objeto a la cara provocando que se reventara cómicamente y pintara su rostro como si se tratará de una bomba de pintura. Totalmente sorprendido y tratando de entender lo sucedido, sin suprimir esas ganas de vengarse la alcanzó poniéndose encima de ella, derribándola y atacandola con una cruel tanda de cosquillas.
—¿Ah si? ¡Pues está es mi venganza!
—No…-reía moviéndose de un lado a otro tratando de soportar la sensación. —¡Espe-ra! ¡Deten-te! ¡Basta! -sonriendo e implacable Gray continuaba haciéndole cosquillas en su estómago y axilas. Tomó un Nekolor entre sus manos para ponerlo a una distancia prudente del rostro de la joven dándole un poco de respiro a Juvia, porque creía que si continuaba haciéndole cosquillas iba a matarla de la risa.
Implorando con su mirada negó pidiéndole que no le lanzará el objeto, sin embargo, a Gray se le dibujó una sonrisa en el rostro dejando caer el Nekolor en todo la cara de la Loxar como si fuera el peor de los villanos.
—¡Que malo eres! -protestó tiernamente mientras se encontraba tranquila bajo el Fullbuster, tratando de quitarse el color de encima.
—Tu empezaste -se defendió tratando de arrancar otro Nekolor.
—Tu dijiste que querías saber lo que era un Nekolor. -y fue mucho más rápida lanzándole otra bomba de color que había guardado bajo su cuerpo sorpresivamente, era muy ágil.
—Te vas a arrepentir. -ella sonrió mientras parte del exceso de pintura que caía de Gray aterrizaba en su ropa.
—¡Uy que miedo! -dijo sarcástica para tentar mucho más a Gray, bien, la iba a asesinar a punto de risas.
—¡Por favor…detente! ¡No más! -él joven ladeó la cabeza haciendo cara de sorprendido y deteniendo su movimiento. La chica se limpió las lágrimas que le había provocado la risa. —¿Qué te pasa? Te pusiste serio de un momento a otro.
—No es nada, solo que siempre me pides más, que no me detenga, que lo haga más rápido. Escuchar que pare, es algo contraproducente y confuso para mi. -gradualmente el color rojo intenso en el rostro de la joven fue apareciendo entendiendo muy bien el comentario y a qué se refería.
—¡Eres un tonto! -gritó abochornada mientras le lanzaba todos los nekolores que estaban a su alcance como si fuera una guerra de bolas de nieve, arrastrándose primero y saliendo de la prision que Gray le ejercía con su cuerpo.
—¡Me rindo! ¡Basta! – la joven se detuvo para descubrir que el muchacho estaba pintado por todas partes de diferentes colores, le agradaba lo que veía, se veía sexy y no era para menos, Gray lucia perfecto, con esa chaqueta de cuero, esos guantes que lo hacían ver completamente irresistible y qué decir de ese pantalón que mostraba los atributos con los que Mavis había decidido traerlo al mundo.
El joven tosió por la pintura y se alejó del campo de Nekolores hacia la moto, estaba seguro que no podría aguantar otra cruel batalla, se sentó en la motocicleta y vio como ella buscaba en las maletas laterales paños húmedos.
—Luces como un chico malo. -susurró divertida mientras se sentaba encima de la motocicleta frente a él quedando peligrosamente cerca, Gray no pudo evitar que una sonrisa boba se le dibujara en el rostro, mientras apoyaba sus manos en la cintura de la joven que aunque dudaba que fuera a caer desde el tanque de gasolina, aprovechó la oportunidad para que se aproximara más a él. Gray quería lucir enojado, sin embargo, simplemente no podía porque se había divertido.
—Eres una mala influencia. -Intentó controlarse, habian días en los que Juvia lucia mucho más hermosa de lo que era, culpaba a la naturaleza y sus extraños ciclos en las kamikekos, pero esa tarde se encontraba tan hermosa que no podía resistirse mucho ante ella. Aguantó todas las ganas que su débil cuerpo poseia de decirle que le encantaba esa posición en la que ella estaba, abierta, con sus zonas íntimas bastante cerca por la proximidad de sus cuerpos que les otorgaba en ese instante estar sentados en la motocicleta de Juvia uno frente al otro.
Con suavidad la joven empezó a limpiarle la cara para retirar la pintura, sus toques se sentían tan especiales que le encantaba que Juvia lo tocara aunque jamás aceptaría eso en voz alta.
—Lo soy. Soy la peor de las influencias para ti. -Aceptó poniendo una de sus manos en el hombro del joven y la otra suavemente en el rostro del Fullbuster. De fondo se veían los hermosos colores en el cielo alumbrando a la joven, si, esa chica era una diosa para él.
—Creo que estoy listo para otra lección de cómo ser un chico malo. Estoy a punto de graduarme en ser un rebelde sin causa.
—Debes pagarme la clase por adelantado esta vez y los daños que le causaste a mi moto. –Coqueta, cuando se trataba de su amado podía llegar a ser tan sensual como ella sola.
Él asintió fingiendo molestia y por su parte la Loxar respondió sonriendo al ver que sus labios estaban a milímetros, con salvajismo permitió que la besará, aceptando la indecente invitación del humano sacó la lengua para jugar, ya sabía lo que significaba un beso así, el Fullbuster no solo lo dejaría en simples caricias.
Sus manos bajaron suavemente por los pechos de la joven toqueteándolos encima de su blusa, se separó del muchacho para con una mirada que fue más rápida que la velocidad de la Luz escanear el lugar, sería un escándalo que ella estuviera haciendo esas cosas en público, pero para su fortuna no había nadie cerca y dudaba que alguien fuera a interrumpirlos en ese campo tan desolado. Así que permitió que él lo hiciera.
Le encantaba cuando sonreía, cuando sentía su nariz tocándose con la de ella, le fascinaba el sabor de sus labios, aunque en ese momento estuviera distorsionado por el sabor a fresa, limon y chocolate de la pintura en sus rostros. Sus mejillas perfectamente coloreadas de un rosa carmesí incitaron al joven a continuar, bajó la cremallera de cuero de la blusa y al descubrir su objetivo no dudó en acercar su boca a uno de ellos, mordiendo exactamente como a ella le gustaba. Sexy, completamente acalorante y excitante para Juvia se sentía, gimió moviendo su cola de un lado a otro demostrándole el gusto que sentía. Gray se había vuelto tan bueno en esas labores que la complacía hasta con respirar a milímetros de su piel.
—Pierde el control de la moto más seguido. -Él Fullbuster suspiró controlándose ante el tono de su esposa que contenía un ligero ronroneo. En una danza placentera la estimuló arrancándole suspiros por largos minutos, al terminar se acercó nuevamente a la boca de la Loxar para regalarle un beso que ella correspondió gustosa.
—¿Ya pague los daños de su motocicleta, sensei? -Negó con la cabeza para bajarse con una agilidad impresionante, tomó de la mano a Gray para conducirlo a los suaves nekolores y acostarse en la superficie.
—La totalidad de la deuda asciende a dos sesiones.
—Creo que se está robando, maestra. La clase y los daños no bajan de cuatro sesiones. -la chica mordió su labio inferior sensualmente dándole a entender que se encontraba totalmente de acuerdo, no veía la hora en la que el joven la recompensará.
—A veces no puedo hacer las conversiones con éxito. ¿Lo dejamos en cinco para no crear altercados? Agradezco demasiado su honestidad. -Gray asintió quitándose la chaqueta.
—Ya ve, soy un caballero en todo el sentido de la palabra, ¿Por donde quiere que empiece?
—Usa tu boca aquí. -con descaro tomó la mano del muchacho para guiarla a esa zona que le pertenecía enteramente a él.
—¿Puedo besarla primero? -ella asintió para sentir como la mano de Gray empezaba a tocar donde más le provocaba sensaciones, colándose bajo su pantalón de cuero y sus bragas. Al terminar ese beso sensual suavemente siguió el camino que lo llevaría hacia el sur de la anatomía de su esposa.
—Grita que quieres más, nunca que me detenga. -ella asintió demasiado obediente, no necesitaba que se lo dijera, siempre deseaba mucho más de él.
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—¿Qué diablos haces acá? -sus ojos grises vieron al tío de Juvia que se había emocionado al escuchar el motor del transporte y había salido al encuentro de su sobrina, completamente ilusionado pensó que ella había vuelto, no perdía la esperanza de volverla a ver en esa vida.
—Vengo al festival y a hablar contigo.
—¡Ja! – escupió con sarcasmo incrédulo. —Tú y yo no tenemos nada que hablar, puedes irte a la … -y con gran fuerza cerró la puerta dejando a Gray fuera de la casa, aunque en varias ocasiones le había pedido perdón por lo que había pasado, José no había sido capaz de perdonarlo y es que era totalmente difícil para él.
El rechazo era algo con lo que debía aprender a convivir, pero era bastante difícil saber que había decepcionado a las personas más importantes de su vida, a su familia, José no quería saber absolutamente nada de él. Lamentaba el hecho de no haber podido cumplir su promesa y siempre cuidar a Juvia, a su única y hermosa sobrina.
—¡En serio lo siento! -gritó desde el fondo de su corazón, desgarrando su voz en el intento, al otro lado de la puerta respiró hondamente José, no, su corazón no estaba listo para poder perdonarlo.
Con su cara gacha caminó hasta cierto lugar del jardín, vio como el dragón se encontraba acostado del suelo en su casa, demostrando lo triste que se sentía en su rostro, su dueña había desaparecido sin dejar algún rastro, sin siquiera despedirse adecuadamente y sentía una gran pena moral.
—Hola Teru. -Él dragón se movió dándole la espalda para no verlo, sí, él tampoco quería saber nada de Gray. El muchacho puso una de sus manos en el bolsillo y se rascó su nuca.
—Yo no maté a la reina. -Trató de justificarse, sonrió con tristeza intentando acercarse, era un dragón de agua, podía emplear tal fuerza con su ataque y hacerle mucho daño, sin embargo, era tan noble como la misma Juvia. El muchacho lo intentó acariciar pero él se hizo hacia un lado tratando de evitar sus toques.
—Parece que tú tampoco me puedes perdonar. -suspiró profundamente afectado. Para Gray claramente no era fácil, esa casa, esa motocicleta, el pueblo, todo decía Juvia por todas partes y su corazón iba a destrozarse en cualquier momento, ahora que ellos lo evitaran, lo hacían sentirse peor de culpable.
—Traje mi linterna, Juvia me enseñó que si pedias algo con todas las fuerzas de tu corazón este día, Mavis te respondería y te lo concedería. ¿Me ayudas a llegar a la playa? Sabes que aquí no hay caminos para la motocicleta. -insistió pidiendo su ayuda, el dragón chilló para hacerse una bolita con su cuerpo, cada vez que le mencionaban a Juvia dolía completamente.
—Por favor. Solo esta vez, créeme que después de esto vendré con Juvia. Te la traeré así sea lo último que haga. -el animalito levantó su cabeza tratando de descifrar si el humano se encontraba mintiendo.
—Te lo prometo. -levantó la palma de su mano — Además tú también puedes lanzar tu linterna, traje dos. -los ojos del dragón se abrieron grandemente al ver como sacaba de su maleta el otro objeto, aunque aún tenía sus reservas.
—¿Podemos hacer una tregua? -El dragón negó con la cabeza, no lo aceptaría.
—¿Me harás caminar hasta la playa? -asintió resoplando provocando humo de una de sus fosas nasales.
—Está bien -Gray tomó su maleta acomodándosela, respiró profundo dándole la espalda para tomar su camino. —Lo siento, Teru.
Se alejó rápidamente, eran varios kilómetros para llegar a la playa y si planeaba estar ahí a la hora que lanzaran todos las linternas debía apresurarse.
Jamás llegó a imaginar el sinfín de memorias que había creado con Juvia, cada uno de esos lugares le hacía recordarla, definitivamente no fue consciente de lo que tuvo hasta el fatídico día que lo perdió todo. No podía detenerlas, sus lágrimas caían mientras dar cada paso le traía una nueva memoria, quería por todos los medios posibles detener ese gran agujero en su estómago y ese fuerte apretón que le apretaba el corazón.
Kilómetros, no se daría por vencido así le faltarán mil millas para llegar, así sus piernas no le respondieran debía estar en la playa. Sus desórdenes alimenticios provocaron que empezara a ver estrellas, parpadeó, deteniéndose en seguida apoyándose en el tronco de un árbol intentando por todos los medios posibles detener ese molesto estado que no le permitia continuar. No se encontraba bien.
Importencia, sentía rabia consigo mismo por ser tan débil, mordió su labio inferior dolorosamente y cayó dos pasos adelante.
—No puedo hacer nada bien. -cerró sus ojos perdiendo la conciencia, no tenía fuerzas para continuar.
Asustado, se despertó, habian pasado minutos desde que se había desvanecido, lo primero que vieron sus ojos grises fue un hermoso e impresionante animal que le daba la espalda, su piel escamosa era brillante, muy azul. Paseó sus ojos por el lugar, estaba en la playa, sus oídos percibieron el sonido del tambor y de personas que bailaban alrededor.
Entendió que se había desmayado y que Teru lo había traído al lugar, el animal lo volteó a ver y entre sus manos tomó la comida típica del festival, el dragón se lo ofreció, él negó con la cabeza, no quería comer. Insistió, el muchacho revisó la comida, su cuerpo necesitaba alimento.
No tenía la capacidad de hablar, Teru no podía usar su lengua para emitir palabras en nekoviano que Gray pudiera entender, sin embargo, su rostro era más que suficiente para mostrar cada uno de sus sentimientos y emociones, el Fullbuster entendió que se veía patético ante sus ojos azules. "¿Así piensas salvar a Juvia?" Creyó que en ese momento que eso era lo que quería decirle y no se equivocaba.
—Supongo que debo comer, para traerla de vuelta. -él asintió dándole toda la razon, era suficiente, ya se había dado muchos golpes de pecho, ahora debía dejar de lamentarse y actuar inteligentemente.
—Gracias Teru. -el pequeño dragón le dio la espalda para concentrarse en lo que estaba haciendo, el joven probó la comida, sus ojos percibieron como las kaminekos bailaban con sus esposos, de inmediato mordió atragantándose de aquella carne mientras las lágrimas salían, quería ser fuerte, pero rebeldemente salieron de sus ojos al recordar la primera vez que ella bailó para él.
Mordió otro trozo de comida para masticarlo, sabía amargo, no le agradaba, la comida estaba perfectamente realizada, solo que con su llanto todo lo sentía terrible al pasar por su papilas. Debía ser fuerte, tenía que comer, recuperarse, cumplir su misión y lanzar aquella linterna.
Gray se levantó y caminó unos pasos para ver que estaba haciendo Teru, descubrió que ya había preparado su linterna y con sus garras estaba escribiendo en un papel dejando huellas con sus patas con ayuda de unos cuantos nekolores; no entendía, Gray no comprendía lo que decía y el animal dejaba que él observara porque sabía que no iba a entender su deseo.
"Vuelve, detesto ver como las personas que te aman sufren por ti, odio sentir este horrible sentimiento de pérdida. Por favor, solo quiero verte una vez más". Firmó con una de sus escamas. "Con muchísimo amor, Teru".
Lo dobló y lo ingresó dentro de la linterna, con sus ojos señaló la linterna del humano. Él la tomó, tomó un nekolor para con una pluma llenarla de pintura y así poder escribir su deseo, ese que ese año no escribió porque pensó que era la peor tontería y lo más tonto del mundo.
"Mavis, tráela a salvo, cuídala, protégela. Tráela, tráela, tráela, tráela, tráela a casa sin ningún contratiempo por favor, quiero decirle la verdad, lo que verdaderamente siento". Repitió tantas veces que la llevara al castillo porque quería verla de nuevo, sonrió tristemente y levantó la linterna junto con Teru para ver cómo está se elevaba por los aires y se juntaba con las otras linternas.
El Dragón con una de sus alas atrajó a Gray a su cuerpo, dándole toda la libertad para que rompiera en llanto, así lo hizo, se quebró mientras veía como las hermosas linternas alumbraban junto con las lunas del lugar. "Todo está bien, ella volverá" El rostro de Teru era tan transparente y claro que podía saber que era lo que intentaba decirle.
—¡La extraño mucho! -se sinceró el pelinegro mientras las linternas flotaban provocando un hermoso paisaje.
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Gritó de la impresión al entrar a su habitación y ver una silueta, se tapó la boca para no seguir emitiendo más sonidos que hicieran que los descubrieran, la jovencita peli azul se levantó de la silla con sus brazos cruzados, su rostro mostraba enojo puro.
—¡Dijiste que estabas muy enferma!
Una extraña emoción estaban sintiendo, eran lo suficientemente grandecitos como para que una adolescente los regañara por hacer las cosas mal, en la boca de Gray estaba dibujada una linda sonrisa, los estaba reprendiendo por salir a escondidas, por divertirse, amarse, por compartir tiempo juntos.
—Lamento profundamente haberte preocupado, no era mi intención mentirte.
—No solo mentiste, mira tu ropa, miren como ambos están, huele a Nekolor a kilómetros de distancia. -sus cuerpos y ropa estaban en totalidad cubiertos de pintura, aunque en ese momento, la situación le causaba mucha gracia a Gray, era la primera vez que los descubrían, no estaban haciendo nada malo, eso estaba claro.
—No lo volveremos a hacer, lo siento mucho, Wendy. -ambos por instinto cruzaron sus dedos, sabiendo que no iban a cumplir esa promesa porque amaban salir juntos.
—Estaba preocupada por ti, lucías muy enferma, entro y no te veo en tu habitación. Sabes que estamos en peligro constante, pensé lo peor. -la peli azul se acercó a su pequeña hermana adoptiva. Wendy la amaba con todas las fuerzas de su corazón, Juvia había mentido, una pequeña mentira blanca para estar "todo el día en su habitación" y así poder escapar con Gray, pero la había hecho preocupar porque había logrado que su temperatura subiera simulando la fiebre.
—No te enojes. Solo salimos a dar una vuelta. -Trató de defenderla Gray. —Todo es mi culpa, yo quería salir con ella.
—No dudo que tú eres la mala influencia sobre mi hermana ¿Y que si ella los hubiera descubierto?
—Por suerte en esta oportunidad fuiste tú, mi hermanita. -susurró, acercándose a ella con una notoria sonrisa en sus labios, la abrazó tan fuerte que por instinto Wendy imitó su gesto sonriendo.
—¡Espera! Me llenaras de Nekolor, Juvia no hagas eso. -y Gray rio al ver a su chica sonreír, Wendy le caía muy bien y su Loxar estaba muy feliz, no podía pedir nada más.
—Te quiero mucho, hermana. Gracias por cubrirme. -La pequeña princesa no podía ser dura con su hermana, mucho menos al saber que se encontraba muy feliz, que había logrado tener una estabilidad en su matrimonio, nunca se imaginó lo que vendría, no pudo ser capaz de protegerla del inframundo…
Nekov meses antes.
Se levantó del suelo y con gran velocidad se quitó la arena del cuerpo, todos sus movimientos los efectuaba con hermosa elegancia, lucia perfecta y bastante hermosa, Gray se levantó junto con ella por acto reflejo, sabía que algo andaba mal.
Los ojos azules siguieron esas naves, eran mucho más rápidas que su motocicleta y se encontraba a kilometros del castillo, debían partir lo más pronto posible.
—¡Debemos irnos! -Gray buscó rápidamente las cosas con las que venía Juvia y se las puso en la espalda cruzándose la maleta.
—¿Quiénes son? ¿Qué pasa? -Juvia suspiró hondamente. —Son nuestros enemigos.
—¿¡Qué!? ¿Nos atacan? -No llevaba ni una semana en Nekov y ya peligraba su integridad.
—¡No! tranquilo, te explicaré en el camino. Debemos llegar allí. -lo tomó de su chaqueta para empezar a jalarlo a un lugar espacioso y que no molestarla a los presentes, la escuchó hacer un sonido con sus labios y vio en dirección al cielo donde ella estaba viendo. La joven había llamado a Teru. Un feo dolor se hizo presente en su cabeza al escucharla, era claramente producto del mucho alcohol que habían bebido.
—¡Me duele la cabeza! -susurró tocándose las sienes. Ella abrió sus ojos demasiado preocupada.
—¡Espera! ¡No te muevas! ¡En un minuto te sentirás mejor! -su prioridad era Gray, tenía que procurar que su esposo estuviera bien en absolutamente todos los sentidos, caminó rápidamente al grupo de personas que quedaban buscando una mágica solución que acabara con el dolor de su humano.
Gray le dio la espalda ya que algo llamó su atención, dirigió sus ojos al agua que se movía en un ritmo no tan armonioso. El mar tenía un color rosado con un ligero tono verdoso, era tan inmenso, casi igual al de su planeta, demasiado bello. Hipnotizado por la hermosura de aquel lugar, como si no tuviera uso de razón caminó por inercia, como si se tratará de un robot sin voluntad hacia el agua, ingresó porque algo le estaba invitando a entrar, un rostro conocido. La vio entonces, unas burbujas salieron del mar que se encontraba extrañamente en calma. Hermosa, cabello rojo, grandes pechos, ojos marrones y una hermosa piel.
—¡Erza! -Dijo con emoción, acercándose a ella, adentrándose más al lugar, estirando sus manos trató de llegar a ella que también se encontraba con sus brazos intentando llegar a él.
—¡Ven! ¡Ven a mi!
—¿Cuándo llegaste a Nekov?
—El día siguiente que te fuiste, entendí que no puedo vivir sin ti. ¡Vamos! ¡Ven conmigo! -seguía caminando hacia ella donde no era consciente de lo que sucedía a su alrededor.
—No, no puedo. Estoy casado. - él joven ladeó la cabeza, con un ligero destello de razón, era un gran problema su vínculo con la Loxar, las manillas en sus muñecas demostraban que era su esposo, pero era algo que podían solucionar fácilmente.
—A ella la mandaras al inframundo, la harás llorar y renunciar a todo por ti. ¡Ven! ¡Si vienes conmigo Juvia permanecerá en Nekov! Le harás un favor, ¡Vamos a la tierra! -sus ojos se abrieron con sorpresa, no comprendía a qué se refería, Erza pronunciaba palabras extrañas para él.
—¡No te entiendo!
—¡No debes entender! Solo ven, ¡Así es! … ¡Ya casi llegas! -el Fullbuster sonrió idiotizado. Al estar a milímetros de entrecruzar sus dedos con los de aquella bella chica, percibió como alguien saltaba tras él, con todos sus colmillos afuera en posición de amenaza, fue muy rápido, pero Juvia hundió a la criatura alejándola de su humano desapareciendo en el agua junto con ella.
Despertó, como si hubiera recibido un fuerte golpe que lo trajó de inmediato a Nekov, estaba en el mar, no supo en qué momento había llegado tan lejos de la orilla, pero el agua le llegaba al cuello.
—¡Juvia! -gritó buscándola por todas partes, peligro, supo que estaban en una situación riesgosa y que algo los estaba atacando. Vio como la peli azul salía a la superficie.
—Estoy bien, ¡Ven! ¡Abrázame, te protegeré de esa sirena! -protección, su instinto humano por proteger a la chica, debía sacarla de allí, aunque su cerebro trabajaba a mil por hora tratando de entender lo que sucedía, se acercó a ella.
—¡Gray! ¡Sal de ahí! ¡Ven a la orilla! ¡No la toques! -José empezó a gritar angustiado, no era para menos, era una sirena, seres hermosos que cambiaban de forma y así engañaban a los humanos y nekovianos machos con el fin de ahogarlos y llevárselos para así alimentarse de su deliciosa carne, por esta razón ningún hombre se atrevía a ingresar y así ayudar, de hecho las kaminekos se encontraban muy aterradas por lo que estaba sucediendo.
Percibió como salía del agua otra Juvia. —¡Aléjate! ¡Vete de acá! –El solo hecho de verlas a ambas hembras exactamente iguales lo aterró, había leído sobre las sirenas en los libros, las retrataban como seres terribles que tenían la capacidad de tener premoniciones, ver el futuro de sus presas.
—¡No le hagas caso! ¡Soy la verdadera! Ven -Juvia negó con la cabeza.
—No, no vengas, corre a la orilla, allá no podrá alcanzarte. -estaba muy confundido, sabía que si se iba sin ella iba a ser peligroso, pero no podía reconocerla, estaba entre la espada y la pared porque si tomaba una mala decisión podría morir. No deseaba dejarla, no se iba a ir de allí sin la peli azul, Juvia se fue hacia la sirena y la agarró del cuello tratando de que no alcanzara a Gray haciendo todo lo posible para evitarle el movimiento.
—No te voy a dejar. Se que tú eres Juvia. -al tratar de tomarla entre sus manos y ayudarla para librarse, sintió como era jalado y con fuerza alejado.
—Aléjalo tío, yo me quedaré aquí. -asintió llevándose al Fullbuster con fuerza y tratando de ahogar el nudo en su garganta por la preocupación que sentía por Juvia. A las sirenas no les importaba la carne de las hembras, la princesa no corría tanto peligro como los machos.
—¡Déjame! ¡Tengo que ir por ella! -gritaba tratando de que no lo apartara. Aún asi lo llevó a rastras y lo sacó a la orilla fuera de peligro. Todos los hombres se aliviaron al ver como salía del mar.
—¡Te vas a arrepentir por haberme quitado mi desayuno, princesa! -con su propia cabeza la golpeó y ella la soltó debido a que ya estaba adolorida en ese lugar por el golpe propiciado por la reina, la sirena la tomó del cuello y con mucha rabia empezó a nadar para alejar a Juvia de la superficie, llevándola a lo profundo del mar.
Juvia era muy buena bajo el agua, podía moverse con gran libertad y aguantar mucho tiempo sin respirar, era como su elemento, había tomado demasiadas clases de natación, sin embargo, no podía batallar con una sirena, rasguños, golpes, trataba de evitar que siguiera llevándola muchos más metros bajo el agua, el oxígeno empezaría a faltarle y probablemente iba a morir.
Segundos, no habían pasado más de tres minutos y ya sentía como si hubieran pasado años, Gray miraba por todas partes preocupado tratando de encontrarla.
—¡Juvia! -gritaba repetitivamente, todos los hombres en el lugar debían contenerlo porque estaba aplicando tanta fuerza para librarse y así correr tras ella, que el humano parecía tener la complexión semejante a ocho hombres.
—Pueden haber más sirenas. ¡Es peligroso si vas!
—¡Va a morir si no hacemos algo! -todos estaban conscientes de eso, pero no podían hacer nada para ayudar sin que murieran en el intento. Cuando pensó que todo estaba perdido, sus ojos grises se llenaron de ilusión al ver el gran dragón surcando los cielos. Este se sumergió en el agua a una velocidad increíble, en picada y salió segundos después al tomar a ambas hembras entre sus garras.
—¡Suéltala! -los ojos de la Loxar estaban cerrados. Inconsciente, bastante afectada. La sirena la sostenía tan fuerte que no quería soltarla. Entre criaturas se entendían por lo que la sirena era la única que podía entender a Teru.
—¡No la soltaré! -enojado y demostrando su poder y dominio empezó a elevarse con sus grandes alas asustando a la sirena.
—Ya la solté. -pensó que podía jugar con el dragón, que podía desobedecer a Teru con una actitud desafiante y que no tendría una consecuencia su accionar.
—No me volveré a meter con ella, jamás me meteré con la princesa ni con su esposo. Teru, no me vayas a soltar por favor. -el semblante de la sirena cambió a uno muy asustado mientras llegaban a las nubes.
—Te lo ruego, por favor. -con lágrimas en su rostro rogó por su vida. Pensando que sentiría misericordia por tener el rostro de su dueña.
—Ustedes solo engañan, pagarás por lo que le hiciste a mi Juvia. -un rugido estruendoso salió de la boca del dragón, una advertencia, era una lección para todas las criaturas a los que lograba alcanzar su sonido y para todas aquellas que se lo comunicarían después por el voz a voz. Si te metes con la princesa tienes consecuencias muy graves, como esa. Los gritos de horror de las kaminekos no se hicieron esperar al ver como el cuerpo caía a gran velocidad, se estrellaba en el agua para enseguida hundirse.
Impactado, todo había sido bastante impresionante, pero podría petrificarse después, Gray fue corriendo hacia donde Teru la dejó en la arena, no respiraba, se lanzó sobre ella y empezó a suministrarle primeros auxilios, masajeba su pecho mientras trataba de que el aire llegara a sus pulmones. Fue una total ventaja que en la tierra le enseñarán demasiadas cosas.
—¡Juvia, reacciona! -le imploraba mientras hacía repetitivamente todos los pasos para que viviera. Después de tortuosos segundos la jovencita tosió, vomitado el agua, lentamente abrió sus ojos creándo un gran alivio en el corazón de Gray, relajando su cuerpo que se encontraba totalmente tenso.
Suavemente su mano viajó a la mejilla del humano. Tratando de entender lo sucedido, pensó que había muerto, pero ahí estaban todos preocupados por ella, su tío con casi lágrimas en los ojos la hicieron entender que la habían sacado del agua, que había sobrevivido, pudo sentir los labios de su humano sobre ella. Entendió que él había hecho todo para reanimarla.
—No sabía que habían sirenas aquí. -susurró débilmente. Con esa simple frase quería pedirle disculpas al humano, casi lo pierde y fue una horrible sensación para la princesa.
—Jamás habíamos visto una sirena aquí. -trató de apoyar a Juvia, sabiendo que un ataque de sirena era totalmente nuevo para los lugareños, demostrando su nula experiencia y lo poco preparados que se encontraban para actuar en una situación así.
—Lamentó haberte puesto en peligro. -ella se estaba disculpando, después de que el causante de todo había sido Gray. El muchacho bufo para levantarse, debía respirar hondamente porque lo que acababa de vivir fue muy chocante.
No lo entendía, no podía comprender que había pasado, hubiera sido extremadamente fácil para él deshacerse de ella, siempre estuvo en desacuerdo con ser su esposo y ahora que era tan fácil como dejarla morir había hecho todo lo que estaba en sus manos para que no muriera. A veces no entendía lo que pasaba por su propia mente.
—¿Estas bien? -estaba preocupado por ella, no era de piedra, no era un ser maligno que no le importaba para nada los demás. Vio como ella se sentaban en la arena y lo abrazaba.
—Perdóname, te puse en peligro. -él la abrazo devuelta. Sin ser consciente de lo afectado que se encontraba, estuvo a punto de perderla.
—Está bien, no supe en qué momento llegué a ella.
—Estaba muy preocupado por ti. -y al abrazo se le unió José, tratando de obtener una prueba de que ella seguía con vida. La abrazó descansando su alma, su angustiado corazón lleno de impotencia al saber que no podía hacer nada al respecto.
—No quería preocuparte tío, solo debía salvar a mi esposo. -el muchacho hizo silencio, no entendía como había sido tan ingenuo y haberse dejar engañar por una sirena.
—¡Debemos irnos! -ante la mirada sorprendida de todos se levantó, hizo una reverencia para agradecer a todos por su ayuda. Se acercó a Teru para ver cómo el animal bajaba su cabeza y ella así le acariciaba su frente.
—Gracias Teru. -el dragón acarició suavemente el rostro con el de la chica con el suyo, estaba tan preocupado. Ese dragón haría todo por ella.
—Es mi esposo, debo protegerlo. -y contestó ante el rostro de recriminación de Teru, sabía que la estaba regañando con su mirada por hacer algo tan estúpido como pelear con una sirena.
—¡Gracias a todos! Lamento profundamente haberles causado problemas. -se disculpó haciendo una reverencia. Le estiró la mano a Gray y el joven al igual que ella se subió en el dragón.
Había estado callada todo el camino, meditando, se echaba toda la culpa del ataque, pero algo la inquietaba muchísimo de todo lo que había sucedido, el rostro de aquella bella mujer, tuvo miedo, ya que las sirenas se convierten en una persona especial para los humanos o kaminekos, ya había leído el historial de Gray y esa mujer no correspondía a su madre o alguna familiar.
Cerró los ojos angustiada, se le vino a la mente casi como una revelación, esa chica debía tratarse de alguna enamorada de él, se sintió inferior, las palabras de la reina vinieron a ella con rapidez, "los padres del asqueroso humano murieron hace años, pero él no lo sabe" … "Lo manejaras con sus padres muertos". No deseaba mentirle, no quería forzar su relación, pero jamás imaginó que tuviera una rival y mucho menos tan hermosa.
Sí, aunque quisiera no hacerlo su inseguridad y todo le demandaba que debía irremediablemente hacer lo que la reina le había ordenado, debía decirle que haría todo lo posible porque se reunieran, hacer que Gray la viera como su heroína y que se enamorara de ella.
—Gracias de nuevo Teru. -El dragón asintió y salió a volar, debía validar con sus propios ojos porque las sirenas se había atrevido a cruzar lugares prohibidos para ellas.
—Gray… -lo dudó, no quería parecer insegura, pero claramente necesitaba saber la verdad. —¿Quién es la humana pelirroja? -El Fullbuster abrió sus ojos de inmediato, no podía decirle que era la mujer que le gustaba.
—¿Ella? Solo es una persona que me ayudó mucho en el castillo. -y su frase hizo que su preocupación llegará a las nubes.
—¿Debo preocuparme? -el joven miró al suelo.
—No, tú eres mi esposa. -lo repitió únicamente porque quería ganar puntos y manejarla cuando fuera reina. No le convenció su respuesta, por un impulso habló.
—Si te portas muy bien te llevaré a la tierra para que visites a tus padres. -sus ojos grises se abrieron con notable sorpresa, ilusionado. Bastante emocionado como si fuera un infante al que le prometían algo.
—¿A que te refieres con que me porte bien?
—Ya sabes, la mejor versión de ti. En el que saques buenas notas en la universidad, seas un excelente esposo, jamás me abandones, ni me hagas sufrir, donde jamás me traiciones y te vayas con otras mujeres o kaminekos.
—Suena difícil. -la joven infló sus mejillas. —Entonces no iremos a la tierra. -el joven ladeó su boca.
—¿Universidad? -la chica asintió.
—Sí, es tu deber iniciar tu preparación lo más pronto posible, vas a ser un rey. No te lo había mencionado, pero a finales de enero empezarás tu carrera de ciencias políticas. Es un mandato de la reina. Conozco mejor que nadie que no te consultamos el hecho de escoger tu carrera, pero es algo que debes estudiar por ser mi esposo, si tú quieres estudiar otra cosa, lo que sea puedes hacerlo paralelamente. -decidían por él, odiaba que para ver a sus padres ella le pusiera condiciones, que no le hubieran permitido elegir. Detestaba que ella tuviera cierto dominio sobre él.
—¿Hay algo que quisieras estudiar? ¿Qué te apasione? -él negó, no admitiría delante de ella que le fascinaba pintar, que le gustaba la pintura.
—¿La mejor versión de mi? Esta bien yo estaría dispuesto a hacerlo, pero tú… júralo con tu sangre. -su alma cayó a sus pies, se puso blanca como un papel, no era para menos, cuando un kamineko jura algo con su sangre, si este rompe su juramento será castigado por los dioses provocándole una muerte instantanea.
Era injusto que él le pidiera eso, pero debía asegurarse de que Juvia cumpliera su palabra y no actuar bien a lo tonto, no le importaba en ese momento su muerte o las posibles consecuencias que este juramento podría acarrer, deseaba ver a Erza, esa sirena había provocado un mal efecto en él. Además podría ver a sus padres.
Ella haría cualquier cosa porque su esposo estuviera a su lado, hasta ir al inframundo si era estrictamente necesario. Se cortó suavemente la mano con una lata de su motocicleta y enseguida se la ofreció.
—Te juro que iremos a visitar a tus padres si eres la mejor versión de ti. -en su mente se repetía esa simple frase, los visitarían en su tumba, en su tumba, no moriría, no faltaría a su palabra aunque estaba parcialmente ocultando la verdad.
Sin dudarlo el muchacho lamió la sangre de la joven, los ojos azules de la kamineko cambiaron a dorados por unos segundos y Gray sonrió con una profunda ilusión, vería sus padres.
—Debemos irnos rápidamente, no te vayas a asustar. -el joven sacó la lengua arremedando a la princesa, tenía una hermosa sonrisa porque simplemente quería volver a ver a Silver y a Mika.
Juvia jamás debió prometerle eso…
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Jellal golpeó en su puerta, una, dos, tres veces, al abrir vio que la princesa estaba cambiada con éxito, que el humano también lucia elegante, había sobrevivido de milagro ya que Juvia manejó a una velocidad tan elevada, como si no existiera un mañana asustándolo demasiado con el fin de llegar al castillo y que no los descubrieran. Por la mente del peli azul jamás pasó que ambos habían estado a punto de morir a manos de una sirena.
—Buenos días, princesa. Su madre citó a una reunión de emergencia. Los Kantanianos nos hicieron una visita sorpresa.
—Buenos días, Jellal. Gracias por notificarme. Vamos enseguida. -Su cuerpo humano no podía resistir sin sufrir consecuencias como el de ella, parecía que Juvia era mucho más fuerte o en definitiva estaba acostumbrada a no dormir. Estaba terriblemente cansado, caminó tras ella. Al estar frente a la puerta de la inmensa sala de reuniones volteó hacia Gray, le sonrió con notable preocupación.
—No digas nada si no te lo permiten, la reina detesta que la hagan quedar mal en frente de otros y en especial de nuestros enemigos. –Gray asintió, debía ser un gran chico ya que quería ver a sus padres. Ella suspiró y emitió una pequeña señal con la cabeza para que le abrieran las puertas, entró en el salón con Gray, saludando educadamente para sentarse en su puesto, a su lado se sentó su esposo que saludó con la cabeza a su amigo pelirosado.
Iguales a los osos polares, los Kantanianos lucían fuertes, bastante temibles, con su armadura parecían indestructibles. La puerta se abrió y una señorita hermosa entró rodeada de caballeros de las runas, muchos hicieron una reverencia y los ojos grises del joven se dirigieron a Juvia para preguntarle de quien se trataba sin emitir palabra, lo que vio le sorprendió de sobremanera, Juvia tenía un semblante que demostraba su molestia, ese que únicamente había visto cuando la princesa enfrentó a la sirena.
—Buenos días a todos. -Emitió con arrogancia lanzando su cabello hacia atrás mientras se dirigía llamando la atención de todos por el centro, era una kamineko demasiado hermosa y elegante.
—¡Oh mira! Princesa, ya estás casada. -La mujer de hermoso cabello negro se acercó al Fullbuster para olfatear el aire, los ojos de Juvia se sombrearon totalmente enojada al ver la proximidad que estaba teniendo con él.
—¡Que lindo es! -tocó el pecho del humano en una caricia bastante insolente para Juvia, el muchacho se sorprendió y percibió como los colmillos de Juvia aparecían para volver a ocultar aquella reacción en cuestión de milisegundos. Contener sus emociones era imposible para ella cuando se encontraba tan enojada.
De inmediato su mano viajó al del joven para entrecruzar los dedos con él, inútilmente intentando demostrar su dominio. Gray no podía hacer nada, no tenía ni la menor idea que estaba sucediendo ni quien era ella.
—¡Ya te marcó! Es decir que puedo acostarme con él. -Al ver el nombre del humano en las muñecas de Juvia pronunció esa frase para molestarla y si que estaba enojada, la Loxar quería decirle hasta de qué se iba a morir, sin embargo, no fue en su contra como ella se esperaba.
—Comprendo a la perfección la razón por la que te abandonó tu esposo, y pobre de ti ahora tienes la necesidad de buscar amor en otros machos. -susurró con un tono inocente, haciendo que los ojos cafés de la joven se abrieran grandemente. —Por desgracia mi Gray no está interesado en … miembros del consejo.
—Ni te atrevas a mirar por este lado. -Advirtió Lucy que no quería que le pusiera un solo dedo encima a Natsu.
—Soy Ultear Milkovich, es un placer conocerte.
Ese día Gray conoció al demonio en persona.
Hasta aquí capítulos hermosuras
Como siempre espero que les haya gustado demasiado. Perdón la demora, planeaba que esté fuera su regalo de navidad, pero bueno no lo pude tener para antes. Gomen.
Espero que hayan tenido unas felices fiestas y un hermoso año nuevo.
Aquí contestando sus hermosos reviews:
Olivia1415: Holi!!! Ya sabes me fascina, amo, adoro que te encante. En el capítulo anterior se desarrolló la historia, todo fue bonito, pero en este hubo contraste, la linterna ya tenía otro contexto, la playa casi termina trágicamente como en todos los paseos, pero bueno aquí lo más importante es que Juvia empezará a tener problemas. Gracias por tu review, te mando un beso y un abrazo.
KassfromVenus: Holi, la verdad intento no tener mucho OoC en este fic, pero aghh debo decir que es mi debilidad. Espero que hayas disfrutado este cap muchas gracias por tu comentario.
LymarVastia: Helloooo!!! Juvia siempre es adorable y hermosa, es cuestión de tiempo para que Gray caiga, pero va a estar locamente enamorado de Juvia. Espero te haya gustado mucho este cap, te mando un besote y muchas gracias por todo.
Valegonz1789: Holi!!! Sí, aquí todo es al revés, sus roles, la forma en la que Gray se resiste a quererla y a ser sometido, Juvia tiene muchos problemas aquí, muchas gracias por tu review no sabes lo feliz que me hace, en serio lamento demorarme tanto. Gracias.
