Habían sido muy pocas las veces en la que había experimentado ese terrible nivel de miedo, podía contar las veces con los dedos de una mano y en esas oportunidades creía que no se encontraba tan aterrada como en ese instante, sí, haber sido alejada de su familia no se comparaba en lo más mínimo a ese sentimiento de angustia, miedo e incertidumbre por el que estaba atravesando, ni conocer la sentencia de muerte de Gray había sido tan castastrofico para ella.
Se apoyó en la pared hecha de huesos viendo como todo a su alrededor temblaba, con una profunda esperanza que se detuviera, en cualquier momento la estructura podía caerle encima, podría morir si eso sucedía. No había lugar a donde escapar, si salía al exterior del castillo esas bolas de fuego la alcanzarían y dañarían su cuerpo de una forma irreparable. Estaba perdida.
Sus ojos azules veían como las bolas de fuego aterrizaban sin que una sola tocará el castillo, parecía el fin del mundo o al menos del inframundo. No había un solo demonio fuera del castillo y las almas que no tenían oportunidad de resguardarse gritaban de desesperación y mucha angustia, todo era simplemente un caos.
—¡Vamos a morir! -Gritaba con desesperación Pánico mientras corría de un lado a otro por los corredores del castillo, siendo su voz repleta de ansiedad audible para la ex reina de Nekov y logrando su cometido, estaba asustándola.
Con rapidez intentó cubrirse sus oídos, pasando inmediatamente saliva cuando vio que el fuego caía muy cerca del castillo. Estaba muerta del miedo, dejándose llevar por la situación, creyendo en las palabras del demonio del Pánico y pensando que iba a morir sin remedio alguno. Deseaba con todas las fuerzas de su corazón que Gray viniera y la ayudará, pero sabía mejor que nadie que eso no iba a suceder.
Pasó toda la saliva que tenía acumulada en la boca, mordió su labio inferior, cerró sus ojos al sentir como nuevamente temblaba y se caían algunos huesos de las paredes y objetos de su habitación, sus ojos se aguaron mientras sus labios se apretaban fuertemente aguantando las lágrimas, por un instante su esperanza murió y se resignó a que ese día sería su último con vida.
De repente escuchó claramente la voz de Mard.
—¡Cálmate, sabes que esto pasa cada mil años, ya parará! -su voz en completa paz, sin una pizca de miedo trataba de que el demonio dejará de gritar ya que estaba interrumpiendo su lectura acerca de las técnicas de tortura.
—¡Vamos a morir! -repitió de manera insistente logrando que los demás entraran en pánico, no era para menos, había fuego por todas partes, en cualquier lugar al que miraran sus ojos había destrucción.
—Acabo de ordenarte que te calmes, solo tendremos mucho trabajo después de que todo acabe, así que guarda energías para eso. -Mard no tenía mucha paciencia, pero esos demonios eran menores que él, debía de alguna forma buscar la manera de no molestar a Zeref.
Salió de su habitación tratando de buscar ayuda, no quería estar sola, no deseaba morir sin nadie a su alrededor, no tenía la menor idea que estaba sucediendo y tampoco sabía dónde estaba Zeref, que era quien la protegía. Lo único que anhelaba conocer es si moriría de una manera rápida.
Un gran impacto le arrancó un grito de lo más profundo, el movimiento en el suelo provocó que perdiera el equilibrio y se fuera hacia adelante, Mentira se levantó de su lugar al ver que había llegado al salón, notando que estaba completamente asustada y en un movimiento rápido la alcanzó y la atrapó evitando que cayera al suelo.
—Gracias – Fue inaudible para el demonio, pero él pudo leer sus labios.
—De nada.
—¿Vamos a morir? -preguntó como un ligero suspiro de angustia.
—¡Está bien! No nos pasará nada. -sonrió tratando de darle ánimos, unas plumas cayeron de sus alas para aterrizar en la superficie. Juvia jamás lo había notado, el demonio de la mentira era terriblemente guapo. Detalló su cabello negro y solo uno de sus ojos rojos ya que el otro estaba tapado por su cabello negro. Su fuerte torso y sus grandes manos, a su mente llegaron dolorosos recuerdos porque el demonio tenía un cierto parecido al Fullbuster, de cuando tenia a su humano, de ese que decía amarla y que le rompió el corazón asegurándole que amaba a otra, por ese humano era que estaba en ese lugar a punto de morir por la destrucción. Su hilo rojo era Gray, claramente, pero, no era ciega y más en momentos como ese que necesitaba la protección de alguien, sus ojos recorrieron al demonio, era tan guapo. Sus labios eran bastante atrayentes, solo había un desperfecto en ese rostro tan hermoso, esa cicatriz en su nariz. La mayoria de demonios tenían sus rostros desfigurados y cuerpos deformes, pero él y unos cuantos eran demonios que podían asemejarse a ángeles por su extrema belleza.
—¡Tranquila vamos a estar bien! -repitió para equilibrar a la kamineko sin perder el contacto visual con la joven y nuevamente unas de sus plumas brillantes cayeron al suelo. La joven asintió con su cabeza, no estaba interesada en tener una relación, jamás deseaba volver a repetir el momento en el que sintió que moría de tristeza y que no podía continuar, no, ya no quería involucrarse con nadie.
—¡Uy ahora bésense! -Burla siempre con sus comentarios fuera del lugar molestó un poco para relajar el ambiente, llamando la atención de todos los demonios presentes que no dudaron en hacer comentarios que provocaron que las lindas mejillas de la Loxar se colorearan avergonzada, sin embargo, a cambio de ella Mentira no estaba reprimido, había logrado que se enojara y mucho.
Con su mano vuelta una llamarada le tomó la cara al demonio cuando lo alcanzó, provocándole una horrible quemadura, con la esperanza de que le quedaran extremadamente claras sus palabras.
—¡Jamás me volvería a enamorar de una hembra! -su sorpresa fue notable, Juvia quedó horrorizada por el accionar de Mentira, había sido tan dulce con ella y ahora lucia como el peor de los villanos.
—Perdón no lo volveré a repetir. -su mano estaba en su boca y mejillas, si, le quedaría una marca y recordaría cada vez que se viera al espejo que no debía burlarse de Mentira.
—Ellas solo te ilusionan y mienten, son el peor ser que creo Mavis. -Agregó bastante enojado. A Juvia le habían afectado completamente sus palabras aunque no habían sido dirigidas hacia ella, pues recordó la ira de Gray, como había pronunciado palabras y después frases que volvieron añicos su corazón. Apretó fuertemente sus ojos impidiendo que sus lágrimas aparecieran porque aún seguían doliendo.
—¡Awww va a llorar! -Pronunció sarcásticamente el demonio de la venganza al reconocer la reacción de la peliazul, molestando a Juvia. Mentira vio directamente a la kamineko, dijo lo que pensaba y esos pensamientos habían herido a Juvia. Pudo imaginar que había movido sus recuerdos.
—¿Eso fue lo que te dijo Gray? -Envidia se unió a la situación ahora encarando a Juvia.
—Envidia cuida tus palabras. -Trató de influir miedo, sin embargo, Juvia no tenía ningún poder como ellos.
—¿O que?
Los ojos azules de la kamineko se abrieron de la impresión haciéndole mucho daño a su pobre corazón, Gray apareció entre los demonios caminando hacia ella, era exactamente igual a él, su piel, sus ojos, su cabello, todo era como lo recordaba menos el olor que lo hizo escogerlo, esa persona que lucia como su humano olía desagradable a putrefacción.
—¿Sabes? Yo también estaba mintiendo, solo te estaba usando para ser rey, en realidad jamás te ame, amo a Erza Scarlet …. por eso la sirena se convirtió en ella". -por instinto sus manos taparon sus oídos, no era tan fuerte como para soportar algo así, se desplomó mientras unas cuantas lágrimas salían y aún así escuchaba las risas burlonas de todos los demonios.
El suelo volvió a temblar, pero eso ya no le importaba. Solo quería morirse de una vez por todas y no tener que escuchar nuevamente las frases de Gray. —¿Ahora lloras? Eres una manipuladora, eres igual que la reina.
—¡Ya basta! -gritó tratando de que esas palabras con la voz de Gray le dolieran menos, pero sabiendo que habían logrado herirla, derribarla, volver añicos su corazón, hacer nuevamente que ese músculo se fragmentará y los pedazos se alojarán en su pecho lastimándola, evitándole respirar con normalidad.
—¡Déjenla! -trató de defenderla Mentira, pero ya el daño en su corazón estaba hecho. Engaño se agachó a su altura y la vio con desprecio, esos mismos ojos que había copiado del humano estaban logrando que Juvia llorará de una forma bastante inusual e incontrolable y había sido la mejor venganza por el castigo que le había impuesto en el juego del póker.
—Ella me dio un hijo varón que si deseaba, contigo jamás quise tener una familia. Solo estaba a tu lado por obligación, intenté envenenarte tantas veces para librarme de ti, pero eres como una cucharacha, nada lograba matarte.
—¡Aléjate de mi! -su voz era un susurró, intentó apartar al demonio que lucia como Gray, lo empujó apartándolo de ella. Lo peor de todo es que no podía diferenciar el engaño de la realidad, no sabía si era cierto que él había intentado asesinarla, el demonio estaba usando sus poderes para engañarla y confundir a su pobre mente. El resto de palabras se asemejaban a las que había dicho esa noche, esas que habían sido grabadas dolorosamente en su memoria y que jamás se apartarían de allí.
—Siempre fuiste tan insípida, ni follarte me provocaba placer. -Su risa, esa mirada, no podría soportar más viendo que su Gray le siguiera diciendo esas palabras que ya no eran las que había pronunciado.
—¡Ya detente por favor! -Se lo imploró con su voz vuelta un hilo muy delgado que ya se había quebrado. Pero Engaño no estaba satisfecho, quería verla destruida, deseaba que esas lágrimas se volvieran sangre y que siguiera sufriendo. Todos estaban disfrutando de la situación, menos el demonio de la Mentira que sintió lástima por ella.
—Su majestad, Zeref. Dígale que se calle, por favor. -Era una reina, debía ser fuerte, fue criada para soportar y no mostrar sus sentimientos, odiaba llorar frente a los demás, pero ese era su talón de Aquiles, habían tocado precisamente en su debilidad. El dios del inframundo no estaba allí, sabían que ese día no le importaría en lo absoluto las lágrimas de Juvia, que sus burlas no las tomarían en cuenta, sin embargo, un ruido estruendoso los dejó completamente quietos a todos, no pudieron mover un solo músculo porque el sonido había hecho que todos se asustaran. No sabían cuán equivocados estaban.
Una bola de fuego había aterrizado en el castillo y había impactado contra Engaño, los gritos de desesperación mientras se calcinaba su cuerpo eran bastante terribles, comenzó a dar vueltas tratando de apagarse sin éxito alguno. Juvia estaba aún confundida, sabía que ese era Engaño, que Gray debía estar a salvo en otra parte, pero la traicionó su subconsciente y los poderes del demonio.
—¡Gray! -comenzó a gritar desesperada, corriendo tras él, con la velocidad que su cadena le permitía.
—¡No, no es Gray! -Justo a tiempo Mentira la atrapó, la abrazó tan fuerte que impidió que llegará al demonio del cual se le caían los pedazos de carne por el fuego y que esas llamas pudieran lastimarla.
—No es él, tranquila. -Intentó calmarla, eran los gritos de Gray, fue traumático para ella ver cómo se quemaba, Mentira la refugió en sus brazos, mientras veía cómo se transformaba nuevamente a su horrible apariencia ese demonio y caía al suelo sin poder moverse. Muerto.
Todo fue muy rápido, nadie pudo socorrerlo, el fuego se extendió con una velocidad increíble y había acabado con él. Cada uno de los presentes fue testigo de la muerte del demonio.
—No tuvo un juicio. -Vió sorprendido la escena Mard, para luego dedicar su mirada a Juvia que lloraba en los brazos de Mentira. No creía lo que veía, era simplemente impresionante para él, recordaría jamás meterse con ella, no se atrevería a molestarla nunca por lo que le quedaba de existencia.
—¡Vamos a morir! -gritó Pánico, corriendo nuevamente de un lado a otro, provocando ahora que los demonios que no le estaban poniendo atención se alertaran y alojarán en su cuerpo miedo.
Una segunda bola cayó dejando a todos perplejos, petrificados, bastante asustados y angustiados tratando de entender lo que sucedía, ahora quien estaba ardiendo era Venganza, el castillo se estremeció, estaba recibiendo bolas de fuego cuando jamás había sido blanco de Zeref.
—¡Dile que nos perdone! -Envidia fue el primero en hablar, rogando por su vida, implorando que ella lo perdonara y que intercediera por su horrible existencia ante Zeref.
—No lo volveremos a hacer, lo juramos. -Guerra fue ahora quien se lo pidió, casi de rodillas, pero ella estaba tan afectada que ni siquiera escuchaba sus súplicas.
—¡Déjenla! Necesita descansar, aléjen sus horribles rostros de ella. -Mentira la resguardo cubriéndola con sus alas.
Otra bola de fuego cayó dentro del castillo sin herir a ningún demonio, esta vez Mard ya no estaba tan tranquilo, sabía que la situación se estaba saliendo de control y que debían hacer algo si no querían terminar como Engaño y Venganza, la estructura cedería en cualquier momento.
—¡Has algo! -August los observó con superioridad, sonrió para volver a sus ocupaciones.
—Soy inmortal, no me importa en absoluto lo que pase con sus insignificantes vidas. -Mard entendió que estaba solo en esto, que el dios no iba a hacer absolutamente nada para interceder por los presentes. Se acercó con prontitud a ella, pero sin perder la elegancia que lo caracterizaba.
—Suéltala. -Mentira obedeció, pues ese demonio tenía un mayor rango que él, los ojos llorosos de Juvia se dirigieron a Mard.
—Habla con él, el castillo no soportará más bolas de fuego. -No le importaba lo que pasara con ella, probablemente la estaba enviando al matadero porque Zeref en ese estado podría ser capaz de hacer cualquier cosa, pero con tal de salvar su propio pellejo haría lo que fuera.
—Todos vamos a morir si no hacemos algo. -Los demonios involucrados restantes le rogaban a Juvia, ella los vio, el inframundo se había encargado de robar el brillo en esos hermosos obres azules.
—¿Y qué? Todos están mejor sin nosotros.-Una muy afectada kamineko se había dado por vencida, no era la primera vez que deseaba morir dejando todo atrás, solo estaba atravesando de nuevo por una crisis.
—Gray te está esperando en Nekov, no puedes morir. -Envidia desesperado dijo la verdad, solo quería que ella entrara en razón, que le pidiera a Zeref que detuviera su ira. Mentira se quedó viendo la escena, con sus ojos le indicó que no era correcto decir la verdad, que claramente Zeref debía estar viendo la escena. Juvia no les creería, después de todo lo que habían hecho no les creería una sola palabra.
—Él se casó con la humana que amaba.
—No, no hay persona que el ame más en este universo y en todos que a ti, él está haciendo todo lo que está en sus humanas manos para sacarte de aquí. No comprendo porque todos hacen cosas por ti, eres una kamineko normal y sin gracia. -lo intuyó, Mentira atrapó a Juvia entre sus brazos, pues estaba muy cerca a Envidia y segundos después vio como una bola de fuego aterrizaba sobre el demonio.
Juvia no era vengativa, su corazón era puro, no se alegraba de verlo muerto, pero logró encontrar algo de paz, al menos por su bien ya no la molestaria.
—¡Por favor! Ayúdanos. -No sabía cual era el siguiente, todos habían reído por la situación, si Zeref los estaba juzgando podría matarlos a todos.
—Me preguntó qué planeta estará extinguiendo mi padre. -Susurró August, todo aquello que veían sus ojos era el mejor entretenimiento, la situación era tan divertida para él, ver a todos sufriendo, bastante angustiados y desesperados. Le encantaba el olor de desesperanza que todos desprendían y no quería que se acabara ese momento.
La muchacha vio a Mentira, él entendió su mirada y la soltó, sabía que en el estado que se encontraba no había tiempo para agradecimientos y él no había hecho todo eso para que lo hiciera. Después de segundos de llanto la cordura volvió a su ser. Ella se levantó y caminó hacia el estudio de Zeref dejando a todos atrás, no la acompañarían, no se atreverían a cruzar miradas con el rey del inframundo y exponerse a una muerte fatal.
Los otros demonios habían logrado apagar el fuego y evitar que las llamas que quedaban de la muerte de los tres demonios se extendieran, solo debían esperar que Zeref detuviera su ira.
Juvia se detuvo en la puerta y respiró profundo un poco asustada. Su mano en el aire se detuvo antes de poder golpear en la puerta.
—Se que ellos te enviaron aquí, no quiero hablar con nadie. -su voz automáticamente la hizo pasar saliva, pero no era la de siempre, se escuchaba triste.
—Su majestad, ¿Está todo bien? -habían sucedido tantas cosas, ella estaba destrozada por dentro, pero ahora estaba extremadamente preocupada por el dios del inframundo.
—No, pero no quiero ver a nadie.
—¿Puedo hacer algo para ayudar?
—¡No! -abrió la puerta, porque necesitaba comprobar con sus propios ojos que Zeref no estuviera herido, sus ojos rojos se dirigieron a ella y vio el momento exacto en el que su hermoso rostro lleno de tristeza cambió a uno muy preocupado al verlo llorando.
—¿Por qué llora su majestad? -No midió las consecuencias, no estaba pensando con toda claridad. Salió corriendo hacia él y sorprendido solo se quedó entre sus brazos, odiaba mostrar debilidad, era el rey y siempre estaba expuesto a traiciones, pero ella era tan especial para él que no le importó. Su corazón comenzó a doler mientras Juvia seguía abrazándolo fuertemente. Jamás lo había visto de esa manera, tan débil, tan triste y roto, eso le dolió bastante a la princesa.
—Esta bien. -probablemente ella estaba igual de rota que él, pero estaba tratando de darle ánimos y ahí se quebró del todo, nadie jamás se había atrevido a entrar en todos los miles de años que él había tenido semejantes crisis. La abrazó tan fuerte, Zeref tenía un corazón igual que ella, él también sentía, a él más que nadie le dolía su posición, estar separado de la mujer que amaba. Como un niño lloró en los brazos de la chica y ella acarició suavemente los cabellos de su "padre". Sus ojos se desviaron a la lacrima en el estudio, lo que reflejaba el cristal era el gran salón donde se encontraban, pudo descubrir que había visto lo que le habían hecho y por eso había decidido castigar a los demonios.
—Ella tiene la culpa de todo, por su culpa todos aquí estamos sufriendo. -No entendía sus palabras, pero estaba bien, no quería ahondar en detalles, solo se quedó así, en esa misma posición, escuchándolo, creía que sus frases eran por Mavis.
Sin saberlo Juvia detuvo la destrucción del planeta Kantan, había logrado con esa simple acción calmar a Zeref y las bolas de fuego cesaron dejando de caer en el inframundo. Rompiendo con el ciclo de destrucción.
Nekov meses antes
No le había gustado en lo absoluto la mirada de Ultear sobre su esposo, era una terrible molestia el tener que esconder sus verdaderos sentimientos porque en ese instante quería levantarse de la mesa y agarrar sus cabellos para ponerla en su lugar, era una lástima que fuera una princesa, que tuviera que aguantar y soportar, que no le permitieran tocar al miembro más importante de todo el consejo, era un terrible dolor en el trasero.
Posesión, la mano de Juvia sobre la suya lo hizo entender de inmediato que ella buscaba desesperadamente mostrar que le pertenecía solo a ella. No sabía si era buena idea pedirle que lo soltara, por lo que mejor dejó que ella lo tomara así de fuerte, sin ser consciente que podía romperle los huesos de la mano por la fuerza que estaba empleando en él.
—Es un gusto conocerla. -dijo Gray por respeto, pero no le quitó la mirada de encima, su mirada era fuerte y él no se quería dejar intimidar por nadie.
—Tu voz es simplemente… -se lamió los labios y Juvia reventó por dentro en rabia al percibir el descaro de Ultear. —Eres un humano interesante.
—Mucho y Mavis lo destinó solo para mi, soy una kamineko con suerte, ¿No lo crees?. -sonrió dulcemente, pero Gray supo de inmediato que significaba peligro, que en esas simples palabras Juvia quería expresar un montón de sentimientos como que no podía acercarse a su esposo o ella misma la haría añicos.
—¿Sabes? Hay algo raro en tu marca. -Juvia bajó las manos de inmediato soltando a Gray, casi sintiendo como su corazón se detenía y empezaba a sudar. El muchacho llevó su mirada a sus muñecas y se alivió al saber que él tenía sus pulseras y que no podía identificar que su marca era falsa.
—¿Algo como que? -preguntó Gray dedicándole una mala mirada, retándola, esperando cualquier palabra, inventaría a la velocidad de la Luz algo que evitara que descubrieran que no estaban marcados. No dejaría que fueran expuestos, de eso estaba completamente seguro.
—Es muy temprano, creo que estoy viendo cosas. -Bostezó cambiando su actitud, se dirigió a su lugar dejándolo atrás, Lucy vio directamente a Juvia dándose cuenta que estaba asustada porque su rostro se tornó muy blanco.
La Loxar vio a su hermana y no pudo sostenerle la mirada por más de dos segundos, la Heartfilia cerró los ojos con frustración, se dio cuenta instantáneamente a que se refería Ultear solo con la reacción de Juvia, miró a la reina, parecía que esa kamineko no había escuchado el comentario mal intencionado de la cabeza del consejo.
No debía involucrarse, Lucy no hablaría con su hermana de lo que acababa de pasar, era una chica bastante difícil, pero jamás haría algo en contra de su propia hermana, así que sería una tumba, pero eso no significaba que estuviera de acuerdo con lo que ella estaba haciendo.
—Querida Ultear. -Sonrió el representante de los Kantianos al verla, era tan hermosa esa Kamineko, que todos caian ante sus encantos, no importaba la raza, los machos sentían atracción sobre ella, parecía tener el don de tenerlos a todos bajo su control.
Lucy rodó sus ojos a Natsu, el muchacho la vio y sonrió, era inteligente, sabía que si ese jade de su mirada se cruzaba con Ultear iba a ser asesinado, por lo que decidió que lo mejor para todos era estar centrado cien por ciento en Lucy.
—Estas tan hermosa como siempre. -Ella sonrió coquetamente, le fascinaba el poder y haría cualquier cosa por obtenerlo, hasta flirtear con un ser como ese.
—Gracias. Tu igual estás muy… elegante. -dejó sus cosas encima de la mesa, sentándose a la derecha de la reina demostrando que era la segunda al mando en Nekov.
—¿A que debo el honor de su visita? -la reina habló y todos de inmediato se centraron en sus ocupaciones, recordando a que habían venido a Nekov. Iniciando la reunión de emergencia, la junta secreta.
—Ya que estamos todos, procederé a hablar. Necesitamos más trabajadores. -No lo pidió, ni siquiera estaba solicitando un favor, fue una imposición, una orden, el kantiano habló como si se tratará del dueño del universo.
—Hace menos de dos meses fueron enviados a ustedes cincuenta kaminekos. -No era razonable, la reina no cedería ante sus exigencias.
—Están enfermando y muriendo, trabajar en la mina no es trabajo para los debiluchos que ustedes envían. -Gray trató de comprender la conversación que estaban manteniendo. Cuando se referían a "enviar" era la misma palabra que usaban para los humanos que traían de la tierra para ser esposos, entendió rápidamente que también entregaban machos a otras especies, pero al mencionar que trabajaban. ¿Podían tratarse de esclavos? El iris de Gray se movió en ese momento al entender, sí, se trataba de eso.
—No lo aceptaremos, hemos enviado todos los kaminekos acordados.
—¿No lo aceptarán? ¿Querida reina, olvidas que no tienes la capacidad de rechazar el acuerdo? -Juvia abrió los ojos totalmente aterrada, odiaba esas reuniones, detestaba que los kantianos vinieran a su mundo.
—¿Qué les parecen niños? -Ultear propuso su idea sonriendo. —Los niños de los orfanato no son más que perdidas, debemos mantenerlos, darles comida, estudio. Serían de mayor utilidad en Kantan.
La idea le revolvió el estómago a Gray que miró a Natsu, su mejor amigo estaba igual de sorprendido por los temas que estaban tratando. Era la primera reunión a la que asistían y los humanos no estaban preparados para escuchar la complejidad de esos temas.
Solo había una oración en la mente de Juvia, era simple y bastante corta, en ella pedía que Gray no abriera la boca porque de lo poco que había convivido con él sabía que era imprudente y bastante rebelde.
—Los niños no serán tan eficientes como los machos adultos.
—Por ser de baja estatura pueden meterse en sus minas, llegar a lugares donde los mayores no pueden alcanzar. Tienen más energía y son más manipulables, doblaríamos la cantidad de niños a entregar compensando a los machos. -Gray vio a Juvia, no podía creer que ella no hiciera nada. Que se quedara callada ante tal injusticia.
—Nos llevaremos a cien de ellos. -estaba bastante afectada, no quería que eso pasara. Juvia no deseaba que se los llevaran, que los hicieran trabajar. Llevó su mano lentamente a la de Gray buscando consuelo, pero antes de poderla atrapar vio como esa mano golpeaba la mesa, la vena de su sien se había brotado y tenía una mirada totalmente fuera de si.
—¿Se han enloquecido? ¡Están hablando de seres vivos como si fueran simple mercancía! Los niños no deben trabajar, deben jugar, estudiar, crecer, primero los encierran en un castillo para casarlos con kaminekos, ahora a sus propios niños los venden como si no tuvieran ningún valor. -Todos hicieron un silencio sepulcral ante el comentario de Gray que estaba lleno de indignación e ira.
El Kantiano brutalmente ofendido dirigió su mirada a Juvia, la joven quería hacerse pequeñita, poder teletransportarse e irse de ese lugar porque todas la miradas pasaron de Gray a ella.
—¿Esta va a ser la próxima reina? ¡Que vergüenza, ni siquiera puede controlar a su propio esposo! -sus mejillas se sonrojaron de la vergüenza por el comentario.
—Les ofrezco disculpas por el comportamiento de mi esposo. -Atinó a decir mientras se comía toda su frustración.
—¿Qué? -Gray fue contra Juvia, no podía creer lo que acababa de decir, en vez de apoyarlo, de levantarse en contra de todos estaba haciendo que las palabras del Fullbuster perdieran valor.
Ultear llevó el dedo índice a su boca. —Deja que los grandes hablemos de negocios ¿Si? -y el comentario de la pelinegra lo hizo perder la cordura, Juvia lo tomó del brazo, él la miró y vio la incómoda situación en la que había puesto a la kamineko.
—Por favor. -Gray se soltó del agarre de la Loxar, rebelde, haciendo pataleta salió del lugar, repleto de ira escuchaba como Juvia se disculpaba nuevamente por su accionar. La joven mordió su labio inferior notablemente preocupada al ver esos ojos rosas inquisidores sobre ella. Estaba perdida.
La iban a golpear, de eso estaba completamente segura, solo esperaba que a Gray no le hicieran nada. Él dijo lo que ella pensaba, lo que no podía decir. Fue bastante refrescante que alguien dijera al menos que estaban cometiendo una Locura aunque estuvieran con el agua hasta el cuello en ese instante.
No pudo poner atención en el resto de la reunión, preocupada, totalmente asustada por su futuro y el de Gray. La reunión terminó y fue la primera en salir. Cuando abrieron las puertas vio como Gray se iba hacia ella ya que la estaba esperando fuera del salón.
—¿Tu estás de acuerdo con todo esto? -Nunca antes había visto tan enojado a Gray.
—¿Por qué permites que se metan con los niños? -Juvia no entendía porque él la estaba gritando de esa manera, no había nada que ella pudiera hacer en contra de eso, sabía que al ser una cómplice también estaba enredada en esos asuntos, pero salía de su entero control ese trato.
Lucy salió con Natsu, dándose cuenta de la escena que Gray estaba montando, no eran las palabras adecuadas, tal vez, era la primera pelea que tenían y eso había hecho que el corazón de Juvia se entristeciera, odiaba ver esa cara reclamándole algo que no cometió, haciéndola sentir responsable por las decisiones de la reina y el consejo.
—¡Cállate, estas haciendo quedar en ridiculo a tu esposa delante de las visitas! -Y Lucy no soportaba la altanería del Fullbuster.
—¡Son demonios! -gritó tratándo de recobrar la cordura. Ella cubrió sus oreja de inemediato y vio como Lucy también lo hacía, luego segundos después fue perceptible para él. La reina había llegado al lugar golpeando su cetro en el suelo de una manera estruendosa, lastimando a Juvia y a Lucy con el sonido.
—Por favor, siga al comedor. Yo iré tras de usted, permítame algunos segundos. -El Kantiano asintió, Juvia de inmediato puso a Gray tras ella.
—Esa ha sido la peor vergüenza que he pasado en toda mi vida. -Emitió al comprobar que su visita no estuviera en el lugar. Juvia cerró los ojos.
—Lo lamentó profundamente, fue mi entera culpa, no le advertí que no podía hablar en la reunión si no se lo permitían. -Mintió, Gray recordó que ella si se lo había indicado.
—¡Eres la peor desgracia que le ha ocurrido al trono! -Juvia bajó mucho más la cabeza ante las palabras de la reina. Gray no lo creía, no podía comprender que estuviera siendo tan ruda con ella si él había sido quien cometió la acción.
—No tengo palabras para expresar mi profundo arrepentimiento.
—¡Nuestra imagen no se recupera con tus disculpas. Pasarás este día con su noche en el calabozo! -Ultear sonrió ante el comentario de la reina.
—Unos azotes servirían para complementar la lección. -se entrometió, Juvia la vio totalmente desconcertada por el comentario, realmente detestaba a esa kamineko. Gray abrió su boca grandemente, mucho más enojado al descubrir que la iban a golpear, Lucy le pisó el pie tan fuerte que no pudo emitir palabra.
—No, tiene apariciones en público los siguientes días. Pueden darse cuenta, empero, no le darán alimento hasta que salga del calabozo. -era completamente legal, Gray odiaba ese mundo, a esa reina, a todo el sistema. Se acababa de dar cuenta que había llegado a un lugar totalmente horrible.
—¡No la toquen! -ordenó Jellal, Juvia se levantó de la reverencia que estaba haciendo con su cuerpo y lo siguió aceptando su castigo. No fue capaz de ver a Gray, se sentía tan triste por la forma en que le había hablado que se sintió como la peor de las inútiles, no había nada que ella pudiera hacer.
Gray se apoyó contra la pared, suprimiendo todas esas ganas que le gritaban que debía golpear a todos los presentes por lo que acababa de suceder, Lucy regalándole una mala mirada salió del lugar.
—¡Ahorita hablamos! -Dijo Natsu siguiendo a su esposa, igual de sorprendido, él asintió tratando de calmar su ira. Todos los presentes bajaron al comedor, excepto por alguien.
—La reina siempre ha sido así con ellas. -Ultear se acercó a Gray. Él cerró los ojos buscando autocontrol de cualquier parte.
—Y tú la apoyas. -escupió totalmente enojado.
—Debo ser fuerte y parecer la mala aquí, Es la ley de la vida, el más fuerte siempre sobrevive, no puedo ser débil o todos me consumirán.
—Yo fui el que dijo lo que pensaba. ¿Por que la castigaron a ella?
—Querido, tú eres su responsabilidad, todo lo que tú hagas ella lo pagará y agradece que fue un castigo leve, ante la falta de respeto que cometiste, le hubiera podido dar perfectamente más de quince Azotes.
—Solo dije lo que pensaba. -Se sintió terriblemente culpable, no quería que la lastimaran, no a ella por lo que él había hecho.
—Todo esto puede cambiar, si derrocáramos a la reina Nekov sería un lugar mejor. – Ahora hablaban su mismo idioma, cambiar el sistema, alguien que luchaba contra las injusticias.
—¿Para poner a alguien como tú?
—¿Crees que esa dulzura será reina? ¡Se la comerán viva! Juvia no está diseñada para esto, ¿Viste su cara cuando propuse a los niños esclavos? Sus ojos se aguaron de inmediato.
—Tú tampoco debes tener el poder. No te importa tu propio pueblo. -se cruzó de brazos dando su punto de vista, de todos en el planeta tenía claro que Ultear era una persona malvada.
—¿No? Los Kantianos tienen el armamento suficiente para acabar con este planeta, cien niños que nadie extrañará no se comparan con el resto de habitantes del planeta. Hay que hacer sacrificios. -No lo había visto de esa manera, sacrificar un porcentaje para que el resto pudiera vivir, sonaba bastante egoísta.
—Sin esa reina sin sentimientos todo sería mejor, hasta podríamos eliminar el proyecto Chosen One. -sí, sabía que con eso último llamaría su atención, era demasiado inteligente, un felino que escuchaba y actuaba, con tan solo escuchar su discurso sabía que Gray estaba en contra de ser traído al planeta a ser el esposo de Juvia.
—¿Y por qué me estás contando todo esto?
—Porque te necesito.
—Sería a la primera persona que traicionarías.
—No, entre aliados no nos traicionamos. No le dije a la reina que están casados sin siquiera marcarse. -el mundo de Gray se vino abajo, sí, ella los había descubierto. —Cuando por tradición deben haber sido uno para estar casados.
—No, si estamos marcados.
—A mi no pueden engañarme, la verdad me importa muy poco su vínculo. No los traicionare, pero tú debes apoyarme.
—¿Debo? -Ahora estaba chantajeándolo, en el caso de que ella hablara estarían perdidos.
—Haría cualquier cosa porque mi pueblo este bien y tú también lo harás.
—No haré nada en contra de Juvia.
—No, pero cuando sea el momento lo harás en contra de la reina. ¿Trato? -Ultear estiró su mano y Gray lo dudó, sin embargo, sabía que Ultear tenía la razón, que Juvia no sería capaz de ser reina.
—Si evitas que envien niños a Kantan y eliminas el proyecto Chosen one. -ella asintió y apretó la mano del Fullbuster.
—Destruiré Kantan para que no nos chantajean más. -Gray no tenía la menor idea en lo que se estaba metiendo.
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Pudo escuchar que la princesa se encontraba riendo, Jellal acababa de decirle algo muy divertido que le había subido el ánimo, pero en el rostro del joven desapareció la expresión de felicidad al ver a Gray entrar en el corredor del calabozo.
—No puedes estar aquí. -con rapidez Juvia se acercó a los barrotes intentando ver al Fullbuster, emocionándose porque él había bajado a visitarla, sin embargo, estaba fuera de su alcance.
—Quiero verla. Es mi esposa. -Gray sabía escoger las palabras adecuadas para enojar a las personas y Jellal hirvió en ira.
—La reina ordenó que nadie podía visitarla y eso significa que su esposo no puede verla.
—Parece que has olvidado quien eres kamineko. -sí, estaba dispuesto a emplear el típico ¿Usted no sabe quién soy yo? Con tal de pasarse las normas por la galleta, ver esos ojos azules y esa sonrisa tierna, a la preciosa kamineko que manejaba motocicletas. Debía primero pedirle una disculpa.
—Soy el esposo de la princesa, al menos deberías hablarme con respeto. -Bufó mirándolo con altanería, lo estaba enojado.
—No permitiré que entres.
—Está bien, vete, si te ven acá puedes meterte en problemas. -Juvia pronunció esa frase y el kamineko le mostró el camino de salida junto con otros guardias. Su primer intento por verla había fallado.
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Ansioso, no podía pegar el ojo, meditaba, pensaba en todo lo que había sucedido, solo había sido un comentario, había dicho lo que pensaba como solía hacerlo en la tierra, es que por donde lo mirara él tenía toda la razón, pero por expresarse ella ahora estaba en el calabozo. "Unos azotes le servirían para completar la lección" Esas simples palabras lo estaban haciendo perder el control, no podía si quiera imaginarse que a esa hermosa chica con esa sonrisa tan angelical la hubieran golpeado con anterioridad y le hervía la sangre, demasiado.
Estaba inquieto, debería estar feliz porque no tendría que compartir la cama con ella, pero, no se hallaba.
¿Cómo alguien podría ser capaz de lastimarla? Sí, jamás en su presencia permitiría que la tocarán un solo cabello así lo matarán en el intento. Negó con la cabeza al saber donde se estaban dirigiendo sus pensamientos.
—¿Por qué me preocupo por ti? -vió un retrato de ella en la pared, se supone que debería hacerle la vida imposible, que no quería involucrarse con ella, que esa kamineko no significaba en lo absoluto para él, no era tiempo prudente si quiera para decir que le agradaba, en la mañana estaba feliz riéndose con Jellal, se tapó la cara sin entender lo que le pasaba, no comprendía del todo ese sentimiento que lo abarcaba al recordar como reía con Jellal.
Se acomodó dándole la espalda a la fotografía, trató de cerrar los ojos dándose por vencido. Solo era una noche, no le pasaría nada.
Duro solo cinco segundos en calma, volvió a levantarse y es que ¿Cómo se atrevían a impedirle verla?
—¡Mierda! -gritó colérico arrojando todas las almohadas que estaban sobre la cama a la pared, desesperado. Fue hacia la mesa y tomó la comida que había guardado de la cena para meterla en su ropa y camuflarse. Abrió la puerta y descubrió que la menor de las princesas estaba allí, recostando su cuerpo en la pared.
—A Juvia le gusta leer. -le entregó un libro y confundido vio aquel objeto que ella le había dejado en sus manos.
—Ve al fondo y toma tu izquierda, si bajas por esas escaleras los guardias de la reina no te verán.
—Solo voy por agua. -Trató de ocultar su verdadero accionar. —No tengo la intención de verla.
—No hay necesidad que salgas entonces. -miró a uno de los guardias. —Tráele un poco de agua. -Gray la vio inflando sus cachetes, se devolvió a su habitación enojado y Wendy sonrió para ir directamente a la suya, el olor de comida en el cuerpo del Fullbuster era notable, claro que había hecho todo eso por verla.
Espero minutos sentado en el piso, recostando su espalda en la puerta, era una hora avanzada, ella debía estar muriendo de hambre, lo último que había comido era esa deliciosa comida del festival.
Salió importándole muy poco si alguien lo descubría, para su sorpresa solo estaba el guardia que lo custodiaba y este se había quedado dormido fuera de su puerta, bajó por las escaleras que ella le había indicado y llegó nuevamente a los calabozos.
La princesa se levantó en seguida al sentir aquel olor inconfundible.
—Aquí estoy, esposo mío. -estaba tan feliz, pensó que no iba a venir, que no le importaba el hecho de que ella estuviera en el calabozo, le había dado indicaciones específicas para que se quedara en su habitación en la mañana, pero la sorprendió el verlo ahí.
—Gray, no puede venir aquí. -el guardia se entrometió, ese que era diferente a Jellal porque el pelo azul había acabado su turno.
—Por favor permítele estar aquí. -el kamineko puso sus ojos en blanco ante las súplicas de la princesa, sabía que se podría meter en problemas, pero no era como si no tuviera sentimientos.
—Solo un poco. -dejó que Gray entrará y de inmediato fue a verla, la encontró agarrando los barrotes fuertemente, con una extraña felicidad al verlo. Escaneó el lugar, era sucio, frío, no se compraba en nada a la habitación y los lujos que tenía.
—Hola -pronunció incómodo mientras ella saludaba repitiendo esa palabra. Quería pedirle perdón, decirle que lo sentía demasiado por haberla gritado, sin embargo, en vez de eso sacó de sus bolsillos la comida para ofrecerla.
—Gracias -la recibió y alivió su hambre dándole un mordisco.
—¿Estas bien? -ella asintió. —¿Te golpearon? -negó con la cabeza con el corazón hinchado de emoción al ver que él estaba haciendo cosas bonitas por ella.
—¿Está es tu cena? -él miró a otro lado, no quería aceptar que no había probado bocado con el único fin de alimentarla solo a la princesa.
—No, fue algo que conseguí.
—No tenías porque exponerte. -el respiró profundamente.
—Wendy me dijo que te gusta leer. -cambio del tema, suspiró rascándose la nuca mientras veía el título del libro en la portada.
Sus ojos azules se dirigieron al joven, asintió para acomodarse en el suelo frente a él para comer con mayor libertad.
—¿Lees novelas?
—No lo digas en voz alta, la reina detesta que viajemos fuera de la realidad, nos tiene prohibido ese tipo de lecturas. -los ojos del joven se pusieron en blanco automáticamente, detestaba cada una de las tontas reglas que regian a Juvia.
—¿Y de qué trata? -se sentó en el suelo cruzando sus piernas lo más cerca de las rejas que pudo. Observándola.
—Un profesor respetado y demasiado inteligente desea tener desesperadamente un bebé por circunstancias de la vida y su hermosa estudiante tiene un hermano que necesita un transplante de corazón. Su relación está prohibida.
—Suena a cliché. -dijo poco interesado.
—Es buena, en serio. -Gray vio como ella intentaba convencerlo. —él la ama, sin embargo, no lo quiere aceptar, más bien no debe porque sería demasiado peligroso si ella se involucra con él, aparte de ser su profesor tiene un pasado que lo atormenta.
No era su estilo, pero la iba a escuchar, era algo en lo que Juvia había mostrado tener interés. —Ella está haciendo lo posible por convencerlo de que es la mejor opción para tener a su bebé, pues necesita el dinero para salvarle la vida a su hermano.
—Dejame adivinar, el profesor no se la va a dejar fácil y ella hará cosas estupidas.
—Sí, él se niega en repetidas ocasiones y la protagonista termina metiéndose en muchos problemas para conseguir el dinero. Ella va a … —Espera, creo que ya escuche demasiado, no me convencerás.
—¡Que malo eres! -dijo cruzándose de brazos.
—¿Crees en los universos alternos? -Gray ladeó su cabeza por la inesperada pregunta.
—¿Universos alternos?
—Sí, una gran cantidad de universos donde hay una versión tuya, mía, donde puedo ser una estudiante, una maga, una espadachín, pero en todos esos universos estamos destinados a encontrarnos y amarnos.
—No, no creo en universos alternos. Ni siquiera se si pueda amarte algun día. -abrió el libro, su brutal sinceridad a veces afectaba a las demás personas. Leyó la primera línea en voz alta y Juvia escuchó atentamente sus palabras, la voz de su esposo era hermosa y le encantaba su fluidez en la lectura. La novela se estaba poniendo cada vez mejor.
El humano se equivocaba, leyó todos los capítulos seguidos del libro porque cada capítulo se volvía más interesante, sin darse cuenta que ella se había quedado profundamente dormida. El sol ya estaba saliendo tímidamente de su escondite.
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Jellal se levantó de la cama y caminó por el lugar buscando su ropa.
—La reina me pidió que acabará con el asqueroso humano. -la joven quedó sentada en la cama por la noticia, sabía que la reina era mala, pero no creyó que fuera capaz de hacerle daño al otro lado del hilo de Juvia y así hacer sufrir a la heredera al trono.
—¿Cuándo?
—Tan pronto Juvia quede embarazada de una niña. -y pronunciar esas palabras lo asqueaban, quería desaparecerlo de una vez por todas antes de que continuara tocando a Juvia. Jellal no sabía cómo había controlado esas ganas asesinas de acabar con él.
—Si es una niña no lo mates, necesito más tiempo.
—No puedo desobedecer sus órdenes. -No era como si fuera a perder la oportunidad de acabar con el Fullbuster y quedarse con la princesa, no era un idiota.
—Pronto serán mis órdenes las que debas atacar, por ahora no toques a mi marioneta. Yo misma acabaré con él y con todos.
—Sabes que no puedes tocar a Juvia.
—Por supuesto, a ella jamás le pasará nada. -Ultear era una perfecta mentirosa.
—Cuando la orden me sea dada yo mismo te informaré. -la chica asintió, con su mano se despidió picándole el ojo a Jellal, ese kamineko era un gran aliado para ella, usarlo era un placer para su cuerpo.
—Mañana te quiero aquí de nuevo. -el muchacho asintió al verla, salió de la mansión directamente hacia el castillo.
—Ella será la que más sufra. -rio divertida sabiendo que Jellal no podría escucharla porque ya se había alejado lo suficiente.
Hasta aquí capítulo hermosuras, antes de que me asesinen, soy fan del Jerza, pero aquí ellos no se conocen y los kaminekos tienen ciertas necesidades sexuales que deben cumplir, no son pareja, son solo compañeros de crimen.
Muchas gracias a todos por sus comentarios, si llegaron hasta aquí espero haberlos agradado. Los quiero muchísimo.
Como siempre espero que les haya gustado este capítulo, responderé sus hermosos reviews:
KassfromVenus: Holi!! Este capítulo y el pasado los hice con mucho amor, sí, ya se está descubriendo el misterio y del cómo Juvia terminó allá, se viene lo sexy y luego lo triste, pero bueno ya todo va tomando forma. Espero que hayas disfrutado este cap, te mando un besote y un abrazo psicológico súper grande. Gracias.
Valegonz1789: Holi, sí, los dos tuvieron un momento muy tierno, a esas alturas de la vida Gray ya está bobamente enamorado de Juvia, aquí aún le falta conocerla más, si tan solo siendo desconocidos se preocupa por ella, es cuestión de tiempo para que su corazón tenga su nombre. Efectivamente Ultear aquí es bastante problemática, pensé en poner a otra villana, pero es que ella es perfecta como la malota, hermosa y poderosa. Sí, José es bueno aquí, o al menos tiene cierto afecto por Juvia, por lo que lo hace una persona buena, espero que te haya gustado el cap, te mando un montón de besos y abrazos. Bye.
Olivia1415: Holi!! El recuerdo fue no más una de las veces que compartieron juntos y que él desesperadamente no quiere olvidar, Juvia un poco añiñada juega con Gray para luego convertirse en toda una mujer y seducirlo, Juvia tiene muchos encantos que Gray no puede contra ellos y más adelante vendrá lo sexy. Teru es amor, es vida. Ultear va a ser peor que Zeref, le llegó competencia al dios de la muerte. Muchas gracias por tu hermoso review, aquí actualizando jajaja porque la inspiración me ataco y aquí ando. Como siempre espero que te haya gustado demasiado y te mando un beso, y un abrazo así súper psicológicos.
