Capítulo II

Enfrentado Nuevas Realidades

Harry despertó al mediodía, pero no tranquilamente: cuando abrió los ojos, vió una maraña castaña ante sus ojos. Instintivamente, tomó su varita y apuntó a la extraña criatura.

- ¡Despierta tonto, soy yo, Herm! ¿O acaso sigues dormido? - Al oír la voz de su amiga, se restregó los ojos y se puso los lentes.

- Disculpa, pero apareciéndote en mi cama no es la mejor forma de levantarse tranquilamente. -contestó, mientras se levantaba y comenzaba a buscar su ropa.

- De alguna forma tenías que despertar, si es que quieres rendir el examen de aparición. ¿O es que por haber aparecido con Dumbledore te vas a eximir? – E inmediatamente, comenzó a excusarse. – Lo siento Harry, yo… ¡Yo y mi tonta bocota! ¿Por qué… - Pero Harry no dejó que terminara la frase y sólo atinó a levantar la mano. Herm se calló y miró a su amigo fijamente. Harry prefirió no pensar en eso por ahora y se quedó mirando fijo los vaqueros que estaban a los pies de su cama y tratando de recordar si le quedaban prendas limpias y decentes para presentarse al examen. "Sólo espero que no me toque el viejo loco del año pasado, sino dudo mucho lograrlo esta vez" pensó algo fastidiado por el inoportuno comentario de Herm. Sin embargo, presentía que también esta vez, iban a mirarlo con lástima, que sería reverenciado hasta el límite y que no fuesen muy objetivos con su evaluación. "Total, un tonto examen es de mera importancia para Potter" diría el arrogante Snape, con su pálido rostro y grasiento cabello. Con sólo recordar a aquel canalla, su rostro inexpresivo se tornó en una fea mueca y su mano derecha apretó fuertemente la varita, lista y dispuesta a atacar hasta la muerte. Pero su ira duró poco, al oír un chasquido en su oreja, recordando que Herm estaba en su habitación

- Perdona Herm. – Se disculpó Harry, soltando la varita. - ¿Recibiste mi lechuza?

- Si Harry, ya las leímos con Ron y Ginny. –Le dijo con una cara de exasperación, que cambió de inmediato al hablar de su amiga. – Oye, las flores de Ginny estaban hermosas. – La chica sonrió, mientras que él sólo atinó a sonreír y a sonrojarse, pero de pronto reaccionó.

- ¿Por qué Ginny leyó con ustedes la carta que envié? – Preguntó preocupado: no estaba dispuesto a que Voldemort intentara hacerle daño por segunda vez.

- Será mejor que lo hablen ustedes, pero te digo de inmediato que nos obligó y amenazó con hechizarnos.

- Hermione, recuerda que es menor de edad: no puede hacer magia fuera de Hogwarts. – Le recordó divertido: le había ganado esta vez a Hermione, la reina de los detalles de las costumbres mágicas.

- Ya me las pagará esa pájara… ¡Oh Dios, cómo estaría de hambrienta que ni siquiera me percaté! Y para colmo. Ron que se reía como un tonto… Ron… - pensó nuevamente - ¡RONALD! –Su grito fue tan fuerte que se sintió un pequeño temblor en el segundo piso: Dudley se había caído de la cama. Harry sólo se río, pero prefirió no fastidiarla más.

- Oye, ¿A qué hora se supone que debía estar en el Ministerio?

- No Harry, recuerda que el mío lo hice en Hogsmeade. - Le dijo algo molesta por lo anterior y miró su reloj. - Tienes cinco minutos para cambiarte, porque el examen es en Hogwarts. Y recuerda, que el tren es muy puntual, así que nos vemos allá Harry. -Y desapareció en un ¡plop! El chico comenzó a quitarse el pijama, cuando...

- Ah! y... -de inmediato Hermione se dio la vuelta, hecha un tomate: Harry estaba por colocarse el pantalón cuando nuevamente aparece su amiga. -Feliz cumple, eh? -Y nuevamente desapareció.

Luego de aquel bochornoso incidente, se colocó desorante, camisa y bajó rápidamente las escaleras. Tío Vernon iba a abrir la boca para decirle algo, pero al momento Harry cerró de un golpe la puerta de entrada y levantó la varita. De inmediato, el autobus noctámbulo apareció en el número cuatro de Privet Drive. Pero esta vez, no estaba Stan con su pomposo saludo de bienvenida, tan sólo el viejo Ernie en el volante.

- Hola Harry, -lo saludó el viejo con una voz quejumbrosa - ¿Adonde te llevo?

- Buenas tardes Ernie, necesito ir a Hogwarts lo más rápido posible.

- Pues entonces siéntate muchacho y agárrate bien firme.