Hermione
Harry se limpió el polvo de sus túnicas e iluminó el lugar con su varita. Su vigilancia estaba al máximo posible mientras lentamente revisaba los alrededores.
Considerando el largo tobogán por el que descendió y la presencia de estalactitas en las cuevas frente a él, la verdadera profundidad de este lugar debía estar por debajo de la del fondo del lago. Lo único que esperaba es que luego de quizá siglos de erosión, al techo no se le ocurriera desplomarse precisamente ahora.
Escuchó un ruido como de piedra deslizándose sobre piedra viniendo de arriba, seguido por la iluminación volviéndose más tenue. La entrada por la que ingresó se había cerrado.
- Abierto- susurró en parsel, pero no ocurrió nada. Nervioso y sin ninguna otra opción tuvo que seguir adelante.
Luego de unos minutos se topó con una inmensa puerta circular. Las seis serpientes talladas en ella irradiaban una inexplicable frialdad atemorizante. Era diferente de las bóvedas de seguridad que parecían proteger algo valioso en su interior, esta parecía proteger algo peligroso para el resto del mundo.
- Abierto- volvió a silbar, y las serpientes se deslizaron hasta posicionarse en el perímetro del círculo. Luego, con un chirrido, la puerta se abrió
El interior era muy espacioso, y el silencio solo era interrumpido con el monótono sonido del goteo del agua. A ambos lados estaban ordenadas siete estatuas de cabezas de serpiente con la boca abierta mostrando sus colmillos, y al frente el gigantesco rostro de un hombre con la boca cerrada.
- La Cámara de los Secretos- las palabras escaparon en un balbuceo sorprendido
Conocía, al igual que cualquier niño mágico, los rumores acerca de la Cámara Secreta. Un lugar que debía estar lleno de tesoros. Un lugar al que nadie nunca había ingresado pues se desconocía la entrada. Ahora sabía por qué. Se necesitaba el parsel.
Caminó con seguridad hacia el rostro del que ahora supuso era Salazar Slytherin y volvió a decir "Abierto".
Pero nada pasó.
Palpó con sus manos las marcas rectas en la boca cerrada del fundador de su Casa. Era un diseño antiguo, pero era capaz de reconocerlo. Había jugado en la bodega de vinos de su casa durante meses, hasta que sus padres cambiaron la contraseña.
- Lengua de Serpiente... Salazar Slytherin... Sangre Pura... Hogwarts... Ábrete sésamo
Pegó la oreja a la puerta con cada intento, buscando cualquier pista, cualquier indicio de que se estaba acercando. Finalmente dio una firme patada, pero solo le respondió un profundo eco. Había algo detrás, una habitación más. Y no importaba lo afortunado que había sido en encontrar este lugar, estaba igual de lejos de obtener sus beneficios que el resto de alumnos.
Tan cerca, pero tan lejos.
- ¡James!- el grito de Lily resonó en cada rincón de la mansión, asustando a los elfos domésticos que preparaban la comida
James Potter tenía la costumbre de pasar las tardes de los domingos disfrutando una copa de vino mientras planeaba la siguiente excursión, o simplemente descansando. Era el único momento de la semana en la que disfrutaba de estar completamente solo.
- ¿Sí, querida?- preguntó inocentemente viendo a su esposa entrar a su estudio, sabía que enfrentarse a ella solo alargaría la discusión
- ¡¿Se puede saber por qué no le has escrito a nuestro hijo en más de un mes?!
James abrió los ojos sorprendido. Su mano alcanzó un pequeño librito negro y empezó a revisar su agenda.
- Según yo, le he escrito puntualmente todos los viernes
- ¡Sabes que estoy hablando de Harry! Espero que no sea por una ridiculez como la Casa a la que pertenece
James suspiró y se sacó los anteojos. Luego se presionó el puente de la nariz en lo que hacía tiempo para pensar su respuesta.
- No me molesta que sea un Slytherin. Me molesta que se vuelva tan cercano a las familias con las que luchamos, las familias que mataron a nuestros amigos
- No está relacionándose con ningún mortífago. ¡Son solo niños!
- Lo sé, lo sé. Pero…
- Me lo prometiste. Dijiste que le escribirías
- Mira, hablaré con él en persona cuando regrese de Hogwarts y permanezca alejado de esas malas juntas durante la Navidad. Veré entonces qué es lo que haremos…
- ¡¿Los dos?!¡James! ¡No te atrevas a decidir con quién puede o no hacer amistad!
- Mujer, son Slytherin. Y no tengo tiempo para esto. Debo revisar un informe, soy el señor de una Casa Noble por si no lo recuerdas. Debo cuidar de los negocios familiares
Lily se acercó hasta que sus pies chocaron contra la base de su escritorio y le arrebató los papeles de las manos.
- ¿Esto es un informe?- dijo sosteniendo una solicitud al Ministerio para que Gerald pudiera realizar magia bajo supervisión aun siendo menor de edad
James la miró directo a los ojos, pero no pudo resistir más de treinta segundos de su mirada desaprobatoria. A más de una década de matrimonio, seguía enamorado de su esposa como el primer día. Eso por sí mismo no tenía nada de malo, excepto porque ella lo sabía.
- Ahora que ha conseguido su propia varita ya no es eficiente que siga usando la de mi padre. Tiene que usar la suya, pero está marcada por el Ministerio- explicó James
Lily apretó el puño con fuerza, arrugando la hoja en el proceso.
- Pasas demasiado tiempo con Gerald
- Y tú muy poco
- ¡Porque tengo dos hijos! Debo dividir mi tiempo entre los dos. Pero tú solo pareces tener tiempo para uno
- ¡Vamos Lily! Sabes muy bien porqué lo hago- dijo perdiendo la calma- Debo de enseñarle todo lo necesario para que pueda manejarse en el mundo mágico. Sabes que Gerald no es un simple mago, es el que derrotó a Voldemort. Su futuro puede ser el de Dumbledore, un gran protector del mundo mágico, o puede convertirse en otro…- ¿otro Voldemort? Se preguntó James. ¿Su amado hijo podría convertirse en un monstruo como ese?- …otro señor de una casa noble derrochando su fortuna
- No sabemos con seguridad que Gerald sea el de la profecía
- No me vengas con eso. Gerald nació exactamente al terminar el séptimo mes
- Al igual que Harry. Ambos solo nacieron con una hora de diferencia y nunca se comprobó de quien de los dos trataba la profecía
James se encogió en su escritorio. La culpa golpeó contra el interior de su estómago. Nunca le contó a Lily que él y Dumbledore habían llevado a Gerald, con tan solo un año y seis meses de nacido, a verificar que la profecía hablara de él.
Siempre recordaría esa visita al Ministerio de Magia, haber visto la bola de cristal reaccionar al contacto de su hijo y narrar el pequeño fragmento de destino que guardaba.
- La varita de Gerald tiene un núcleo de pluma de Fénix. Igual a la de Voldemort
- También la de Harry
James sacudió la cabeza.
- Investigué Lily. El núcleo de la varita de Harry proviene de la pluma de un Fénix, sí, pero su madera es de un roble común. Y la pluma no es especial, solo una más de las que se consiguen por docenas cada quinquenio
- ¿Estás diciendo que un núcleo de plumas de Fénix es algo ordinario?
James volvió a sacudir la cabeza. ¿Es que acaso no entendía lo clara que era la profecía?
- La varita de Gerald por el contrario es de acebo y pluma de fénix…
- ¿Y?
- … del mismo Fénix con la que está hecha la varita de Voldemort
Lily se sacudió al escuchar ese nombre. Su rostro se llenó de ira y dolor al recordar a Charles, él hijo que nunca vería crecer.
- Eso no tiene nada que ver. Harry también es tu hijo, y en las próximas vacaciones quiero que lo incluyas en las salidas con Gerald
- No puedo hacer eso
- ¡Es tú hijo!
- Lily. Tú ves a Gerald solo como un niño. No lo has visto realizar magia. No has visto su ingenio, su talento, la rapidez con la que aprende, su memoria… No lo creerías si no lo vieras. Y por mucho que me duela, no voy a restringir su crecimiento por Harry. Esta discusión ha terminado
James se levantó, cogió un maletín lleno de informes (verdaderos informes) y se encaminó a la red flu.
Su oportunidad, o desgracia, de demostrar su valentía llegó tan solo tres días después de que descubriera la Cámara Secreta.
- ¡Abierto!- siseó Harry sin disminuir la velocidad. Hermione dudó, pero temiendo más al Troll detrás de ellos que a la pared con la que estaban a punto de chocar, siguió corriendo
De forma similar al muro de ladrillos de la estación 9 3/4, ambos niños atravesaron la sólida pared de piedra y surgieron ilesos del otro lado.
Harry se detuvo en seco, con el pie al borde del pozo que acababa de aparecer frente a él. Pero Hermione tropezó y arrastró a Harry en su caída.
Se deslizaron por casi medio minuto hasta que la pendiente del túnel se volviera casi horizontal y desembocara en una cueva natural.
- ¿Dónde estamos? ¿Dónde estamos?- repitió Hermione entrando en pánico
- Tranquilízate- ordenó Harry irritado. Tomó su mano y la obligó a ponerse de pie. La niña temblaba, pero él estaba mucho más preocupado por evitar la detención que por confortarla
Avanzaron a través de una gigantesca puerta que a Hermione le recordó a la caja fuerte de su padre y entraron a una cámara larga con gigantescas estatuas de serpiente a los dos lados.
- Las cocinas… el bosque… la cuarta es para la torre Gryffindor- Hermione lo escuchó susurrar
Tal y como dijo, entraron por la boca de la cuarta serpiente a la derecha y, gracias a que la lengua de la serpiente que empezó a funcionar como si fueran escaleras eléctricas, llegaron hasta el nivel más bajo de la torre de Gryffindor.
- Los prefectos guiaron a todos a sus cuartos. Ve rápido y más te vale que no te atrapen- dijo al mismo tiempo que la abertura por la que salieron desaparecía como si todo fuera un espejismo
Harry se giró y se fue por un pasillo lateral. No miró hacia atrás en ningún momento para verificar que ella lo obedeciera.
Hermione se quedó sola sin saber qué hacer. Por fin luego de medio minuto susurró un "gracias" y se marchó a sus propios dormitorios.
Si alguien preguntara a Harry muchos años más tarde qué lo había impulsado a arriesgarse e ir a salvar a Hermione, él respondería que simplemente era lo correcto. Pero estaría mintiendo.
Había visto a Gerald reprochándole a Ron sus comentarios hirientes hacia Hermione. Y también vio cómo ambos se separaban del grueso del grupo para buscarla solo en base a unas cuantas indicaciones de Parvati Patil.
Harry podía ser un Slytherin, y ello poseer todas las características que eso conllevaba. Pero mucho antes que un Slytherin, era un joven y afligido niño de once años protegido toda su vida dentro de los límites de su casa. Siempre bajo el cuidado de un elfo doméstico o de su madre.
En aquel momento derrotar al Troll con su magia y salvar a la niña en peligro pareció una forma genial de probar su valentía y demostrar que el Sombrero Seleccionador se había equivocado.
Mientras recorría los túneles de la cámara secreta llegó a pensar que volver a estar bajo el favor de su padre estaba al alcance de su mano.
Había llegado al baño de mujeres mucho antes que Gerald y logrado advertir a Hermione.
Lamentablemente, en el momento en que salió del baño y vio al Troll de tres metros doblar una esquina, cualquier rastro de valentía desapareció y solo atinó a jalonear a la niña en su cobarde huida.
Posteriormente, acostado en su cama y tapado bajo las sábanas para que sus compañeros de cuarto no notaran sus lágrimas, supo que su hermano había logrado encerrar al Troll dentro del baño de niñas y con ello ganar diez puntos para Gryffindor.
Sus manos temblaban debido al bajón de adrenalina, tenía dificultad para respirar y su mente no dejaba de pintar la imagen del gigantesco Troll a solo dos metros de distancia cada vez que cerraba los ojos. Solo que esta vez su mazo de madera no los extraviaba por un par de pulgadas.
Había estado muy cerca de morir.
¿Por qué se había arriesgado de esa forma? ¿Solo para que un sujeto con el que apenas intercambiaba un par de palabras durante la cena familiar levantara su pulgar aprobatorio?
Harry se durmió con una sensación de vacío en su estómago.
Desde aquel día renunció a cualquier idea de ganarse el favor de su padre, y también renunció a la idea de que el Sombrero se había equivocado.
Pd: Se agradecen las reviews
