Planes Imperfectos

Sala del Ajedrez Gigante.

Hermione observó cómo, casi inmediatamente luego de entrar, la habitación era bañada con una luz nítida y blanca que provenía desde lo más alto en el techo.

Por un momento le pareció encontrarse en un cementerio con altas esculturas que representaban a grandes magos de la historia, pero entonces notó los caballos en dos patas, las torres de piedra y la cuadrícula blanquinegra.

Genial. Otra prueba más en la que ambos eran pésimos.

- ¿Y ahora qué? ¿Se supone que debemos jugar para pasar?- protestó Hermione, todavía irritada por culpa de las llaves voladoras

El rey negro se giró de forma brusca, asustándolos, y asintió con aire solemne. Luego levantó dos dedos, señaló a Harry y Hermione, y finalmente a las demás piezas negras.

- Sí. Y parece que debemos suplantar a dos de sus piezas- dijo Harry mentalmente, no quería que las piezas escucharan

- ¿En qué estaban pensando los profesores? ¿Qué clase de persona creían que iba venir aquí? ¡El ajedrez mágico ni siquiera está en la malla estudiantil! ¿Cómo se supone que vamos a superar esto?

- Tranquila- dijo Harry, dándole palmadas en la espalda- Creo que no necesitamos ganar para pasar

Desde el punto de vista de un tercero ambos niños pasaron tres minutos mirándose las caras unos a otros, por momentos haciendo muecas de aprobación o gesticulando con sus manos. Pero como sus únicos espectadores eran treinta y dos piezas encantadas, bien podrían haber empezado a bailar y ellas ni se hubieran inmutado.

Finalmente parecieron llegar a un acuerdo. Harry ocupó el lugar de la torre izquierda y Hermione el del alfil derecho. Y a continuación se jugó una de las partidas más extrañas que os podáis imaginar.

Su plan consistió en sacrificar las fichas sin ninguna misericordia: Un caballo negro por un caballo blanco, cinco de sus peones por una cantidad igual del enemigo, e incluso la reina fue sacrificada para eliminar la reina enemiga desde muy temprano en la partida. Todo con el objetivo de simplificar lo máximo posible el juego.

Lo lograron.

La estrategia fue tan suicida que los complejos encantamientos dentro del tablero no tuvieron oportunidad de ejecutar las estrategias programadas. Y conforme más y más piezas eran destruidas, el juego se iba volviendo predecible incluso para un novato.

Sin embargo, no hay que olvidar que entre los dos apenas sumaban una docena de horas de juego, y esa era una desventaja imposible de pasar por alto. Al cabo de varios minutos las blancas tenían una ligera ventaja de un caballo y dos peones; mientras que del lado de Harry y Hermione, apenas quedaba un puñado de piezas.

Era momento de ejecutar su jugada maestra.

Explotando la gran capacidad de movimiento de la torre y el alfil, abandonaron al resto del ejército y se posicionaron de forma "disimulada" en el otro extremo del tablero.

Las piezas blancas no desaprovecharon la oportunidad y empezaron a rodear al rey negro, cercándolo hasta privar todos sus movimientos.

Entonces, justo cuando todo parecía perdido, cuando el caballo enemigo estaban a solo un movimiento de ejecutar un elegante jaque mate, ambos niños saltaron del tablero y corrieron los siete metros faltantes hacia la siguiente sala.


- El resto de la delegación ha decidido presentarse un poco tarde, ya sabe, para guardar las apariencias. Pero Galina y yo creímos que mejor convenía alcanzar la buena comida- rio Iván mientras palmeaba su estómago

Galina Boyanov, la Ministra de Asuntos Exteriores de Bulgaria, solo asintió de forma respetuosa ante el comentario de su colega. Era una mujer ya entrada en sus cuarentas y, a diferencia de Iván Toshev, pertenecía a la nobleza de su país.

Sin embargo, a su propio modo ambos eran gente con la que era fácil entenderse y entrar en confianza. Una de las razones por las que sus carreras políticas prosperaron en poco tiempo.

- Lo cierto es que nos pareció descortés llegar tarde a la fiesta de despedida organizada por su Primer Ministro. Por cierto, ¿dónde está?

Dumbledore tosió e intentó cambiar de tema. No podía decirles que Cornelius también había decidido aparecerse a mitad de la fiesta para darse aires de importancia.

- Seguramente lo encontraremos pronto. Entonces, ¿regresan a su país en unas cuantas de horas?

- Así es. Por el cambio de horario, deberíamos llegar ahí aproximadamente a las siete de la mañana y comunicarle las buenas noticias al Primer Ministro

- Me encantaría acompañarlos y conocer en persona al joven Viktor Krum. Por lo que me han contado debe ser un muchacho impresionante. Lamentablemente, tengo deberes que cumplir en Inglaterra. Además, cada escuela reserva celosamente su derecho de entrada, dudo que el profesor Karkaroff me permita ingresar sin un buen motivo

- En realidad…- intervino Iván- El año pasado otorgué una cuantiosa donación para ampliar el coliseo de duelo de Durmstrang, estoy seguro que Karkaroff me concedería un pequeño favor

- Oh. Lo espero con ansias

- Es lo menos que puedo hacer. Nos has dado tu total apoyo en convencer a tu Primer Ministro de adelantar el torneo

- Sí. No puedo creer que pensara organizarlo tan cercano al mundial de quidditch- comentó Galina- ¿Cómo pensaba que la población extranjera podría permitirse asistir a ambos eventos?

A diferencia del mundo muggle, en la mayor parte de la Europa mágica la ley permitía que los altos cargos públicos pudieran seguir dirigiendo empresas privadas a pesar del evidente conflicto de intereses.

Iván Toshev, por ejemplo, era propietario de un pequeño, pero muy rentable negocio en Bulgaria dedicado a la adquisición, replica y comercialización de recuerdos para todas aquellas personas que quisieran disfrutar de un partido de quidditch, un duelo de nivel competitivo o una obra de teatro desde la comodidad de su casa.

En su país los recuerdos referentes el torneo de los tres magos, en especial los que obtendría haciendo uso de su posición, podrían llegar a valer lo mismo que toda su fortuna actual. Puede que incluso más si Viktor Krum resultaba vencedor.

Por otra parte, la familia de Galina Boyanov dirigía el monopolio del transporte internacional mediante trasladores en toda Europa y parte de Asia. Si lograban convencer a las personas de viajar y ver el torneo con sus propios ojos, obtendrían grandes márgenes de ganancias en un periodo muy corto de tiempo. Además, corrían rumores de que había apostado buena parte de sus acciones en la victoria del joven Krum.

Esas eran las verdaderas razones por las qué estaban tan interesados en que el torneo se llevara a cabo lo más pronto posible. Y al mismo tiempo, también eran las razones por las que sería tan difícil persuadirlos de dar marcha atrás.

- Oh, ¡Cedric!- exclamó Dumbledore- Ven un momento muchacho, quiero presentarte a unos amigos

Cedric, que en ese momento se encontraba conversando animadamente con la hija mayor de Trevor Van Vate, el propietario de la mansión, se disculpó con su cita y caminó hacia ellos.

- Ministros, me gustaría presentarles a Cedric Diggory. Es uno de los más talentosos alumnos de Hogwarts, su aptitud le permite estar en el top junto a los mejores estudiantes de séptimo. Y probablemente sea quien compita contra Krum el próximo año

Dumbledore guardó silencio, dejando que sus ambiguas palabras dieran a entender que Cedric cursaba su penúltimo año. La ligera dosis de poción de envejecimiento y las túnicas formales también ayudaron a ese propósito.

- Mucho gusto- dijo Cedric de forma protocolar- es un honor poder conocer a tan distinguidas personas en esta noche de encuentro, diálogo y confraternidad

Iván Toshev rio de buena gana.

- No seas tan educado muchacho. Déjate ser libre. Si el propio Albus Dumbledore te ha elogiado, sin duda te convertirás en un mago destacable, no necesitas adornar tus palabras

- Gra… gracias señor ministro- respondió Cedric, mientras la musculosa mano de Iván caía amistosamente su hombro, casi haciéndolo tropezar

- ¿Puedo preguntar en qué rama de la magia destacas?

- En transfiguración. Aunque yo no diría que destaco, tan solo he dedicado más tiempo al aspecto práctico que mis compañeros

- Jajaja. Así se hace, los magos mejores y más adiestrados aprenden con su varita, y no con los libros. Tal vez puedas hacernos una pequeña demostración

Galina Boyanov, que estaba mucho más interesada en aclarar los pormenores económicos del torneo que en ver a tres magos discutir quien tenía más grande… la varita, echó un vistazo a los alrededores e interrumpió en la conversación.

- Seguramente sería algo impresionante de ver- miró a Cedric mientras una sonrisa divertida se le dibujaba en el rostro- Pero sospecho que debemos dejar que vuelvas con su cita. Creo que es lo más conveniente para todos nosotros

Se inclinó hacia adelante, bajó el volumen de su voz y señaló detrás de él:

- No parece muy contenta de que la hayas abandonado

Efectivamente, detrás de él la pobre muchacha pisoteaba rítmica e impacientemente el suelo, esperando que la única otra persona de su edad volviera a prestarle atención.

Todos rieron al ver esa escena. Bueno, Cedric no tanto. Pero el buen humor se mantuvo sin cambios y, para Dumbledore, eso no podía ser más perfecto.

- Aunque quizá una demostración no sea mala idea- opinó Dumbledore, señalando con su mentón las estatuas de piedra en el jardín- Una pequeña muestra de habilidad en el momento oportuno tiene la capacidad de cambiar por completo la opinión de una persona

- Tomaré su consejo profesor- dijo Cedric mientras sacaba su varita y apuntaba a una de las estatuas

Lo que sucedió a continuación fue mucho más impresionante de lo que esperaron ambos ministros.

Una de las esculturas comenzó a bailar al ritmo de la suave música de la fiesta. Primero con delicados movimientos, como si el joven mago se estuviera acostumbrando al peso y resistencia de la piedra, para luego ganar más confianza y realizar gradualmente pasos más y más elaborados.

Poco a poco varios asistentes se acercaron a ver el espectáculo. La mayoría sin poder creer que todo fuera hecho por una sola persona.

Y justo cuando pensaban que el acto no podría ser más bello, una segunda musa saltó al escenario en medio de un complicado giro. Pasó tan peligrosamente cerca de la primera que muchas mujeres soltaron un grito por miedo a que chocaran.

Entonces vino una tercera, una cuarta, una quinta… un total de siete estatuas bailaban de forma tan exquisita que ni siquiera los trescientos kilos de peso llegaban a dañar el césped que pisaban.

Galina no pudo suprimir por más tiempo sus sospechas, de forma disimulada sacó su varita y apuntó hacia Dumbledore. Esperaba detectar algún flujo mágico, algún tipo de señal acerca de cómo lograba realizar semejante acto a tanta distancia, sin varita y sin mover los labios. Pero el viejo no emitía ni la más mínima vibración mágica.

"No. No puede ser", pensó.

Lo intentó varias veces, hasta que por fin comenzó a aceptar la ridícula idea de que quizá, solo quizá, el muchacho llamado Cedric Diggory efectivamente era el artífice de una hazaña de la que ella misma era incapaz.

Dando por perdido el disimulo, fijó toda su atención sobre él jovenzuelo.

Los dedos con los que Cedric sujetaba la varita lucían pálidos y rígidos, casi doloridos, como si luchara contra su propia varita. Pero su otra mano era completamente diferente, rozaba los tallados ornamentales de su superficie de forma tierna, más parecido al toque de un flautista que al de un mago.

El resultado era un cuidado a los detalles que daba miedo, por momentos llegaba a lograr que la piedra imitara a la perfección la tela, el cabello… ¡E incluso las expresiones faciales!

Cedric, preparándose para finalizar su demostración, pellizcó con sus uñas uno de las protuberancias en el mango y describió un círculo sobre la rugosa superficie. Brotaron tres docenas de claveles rojos por encima de la hierba. Sus uñas retrocedieron de forma lenta y una de las musas hizo un doble giro sobre sus puntillas mientras se agachaba y recogía las flores de un tirón.

Ni uno solo de los tallos se rompió ante el poderoso agarre, dando como resultado un gran y hermoso ramo que fue entregado con suma delicadeza a las manos de la sonrojada muchacha.

La multitud empezó a aplaudir.

Dumbledore también lo hizo. La varita de sauco podía multiplicar en gran medida el caudal mágico, pero la habilidad y el sentido de belleza era algo perteneciente al propio Cedric.

Le había enseñado bien.

Si no fuera por la profecía, tal vez hubiera puesto todas sus esperanzas en él.

De pronto el anillo en su dedo volvió a apretarse, solo que esta vez no había adquirido un color azul, sino gris claro.

"Vaya", pensó con sorpresa. "Se suponía que el ajedrez sería una prueba sencilla para Gerald. Nunca esperé que lo atravesara por la fuerza"

Oh bueno, nadie podía ser perfecto en todo. Ni siquiera el mismo Voldemort lo fue. Por eso había diseñado las pruebas de esa forma, para que todas ellas tuvieran soluciones ajenas a él y sus partidarios.

- ¡Dumbledore!- exclamó Iván, obligándose a mantener una sonrisa rígida- No pensé que tendrías semejante talento en tu escuela

- Sí. No entiendo cómo no hemos escuchado hablar de tan destacable muchacho hasta ahora. ¿Sería demasiada molestia preguntar por sus antecedentes?- se acercó Galina, disimulando su inquietud mucho mejor que su compañero

Dumbledore se sintió sumamente satisfecho con los resultados de su ardid. La duda ya había entrado en sus corazones, y ahora solo era necesario un último empujón para que dieran marcha atrás en sus planes.


Harry y Hermione entraron a la siguiente habitación, la Sala del Troll de Montaña, y se vieron rodeados de un olor ácido y mohoso que hacía lagrimear los ojos.

- ¿Sabes algo de esta sala?

- No- respondió Hermione, señalando al frente- Pero algo me dice que se trata de otra bestia guardiana

Pudieron divisar un esqueleto de casi dos metros de largo, probablemente un toro, amontonado contra uno de los pilares. Como niños, nunca habían visto el proceso de sacrificar un animal por su carne y no estaban acostumbrados a ver trozos de músculo y grasa colgando de los huesos, así que no es extraño que tan grotesco espectáculo capturara su atención casi de inmediato.

El cuerpo mostraba inicios de descomposición y, a pesar que sus miembros se encontraban separados del torso, se podía deducir que los profesores habían resuelto la alimentación de la bestia guardiana de la forma más simple posible: dándole el cuerpo completo de una res. Ahí estaba la cabeza, los cuernos, las dieciocho costillas, tres patas y…

"¿Dónde está la pierna que falta?" se preguntó Hermione.

La respuesta llegó volando un instante después. Solo unos rápidos reflejos, que ni siquiera sabía que existían, le permitieron arrojarse al piso justo a tiempo para esquivar la muerte.

El fémur se estrelló en la pared detrás de ella, esparciendo numerosas astillas por el suelo y manchando su túnica con restos de tuétano.

- ¡¿Qué ha sido eso?!- chilló, aún tumbada en el piso

Harry no le contestó. Un gigantesco Troll se abalanzaba sobre ellos a toda velocidad.

Sabía que debía retirarse, pero, lamentablemente, la inmunidad otorgada por el ritual no menguaba en nada el miedo paralizante. Y ese miedo ahondaba en su corazón junto al horrible recuerdo del Troll de montaña que estuvo a punto de acabar con sus vidas no hace muchos meses.

Harry levantó su varita, convocando uno tras otro los pocos hechizos ofensivos que había aprendido. Pero, excepto por las llamas que por simple casualidad golpearon el área alrededor de los ojos, la irracional criatura ni siquiera era ralentizada.

Casi al borde de un colapso nervioso, consiguió disparar una última llamarada, atinando por pura suerte no al Troll, sino a su maza, que ardió lentamente gracias a toda la manteca y suciedad que lo cubría.

El Troll se detuvo. Completamente distraído por el fulgurar del fuego y el delicioso aroma de la grasa hirviendo. Fueron unos valiosos segundos que Harry aprovechó para recuperar un mínimo de valor y correr hacia Hermione.

- Vamos, levántate- imploró, medio arrastrándola hasta detrás de un pilar- Necesito que te concentres y uses el Cruciatus

- ¿Eh? Claro. Sí. Eso puede detenerlo- Hermione sostuvo su varita con su mano temblorosa- ¡Crucio!

Consiguió que la maldición conectara en el pecho del Troll, aunque ello se debió más a la suerte que a la decisión consiente de apuntar. El Cruciatus había respondido casi por instinto, sin ningún tipo de pensamiento racional de por medio, y fue atraído hacia la primera forma de vida en el camino.

Sin embargo, luego de un breve momento de alivio, el Troll empezó a levantarse. De forma temblorosa, sí, pero eso no quitaba que su gruesa capa de piel diluyera la mayor parte de la energía mágica y muy poco de la maldición llegara hasta los nervios.

Hermione hizo lo que cualquier joven mago haría en esa situación: se asustó e infundió todo el poder que pudo en su varita.

Funcionó. El Troll se desplomó una vez más, retorciéndose de dolor mientras su maza de madera se le escapaba de las manos y rodaba lejos de él.

Sin embargo, debido a la naturaleza torturadora del Cruciatus, Hermione no había practicado con seres vivos tanto como sí lo había hecho Harry con el Imperius. Cuando sintió que su magia se agotaba con demasiada rapidez, se asustó, intentó regular de forma consiente su consumo mágico y todo empezó a salirse de control.

Por momentos bajaba a casi nada su consumo de magia, casi dispersando totalmente la maldición, entonces se desesperaba aún más, volvía a subir la potencia, sentía otra vez su magia consumirse y vuelta a empezar.

Era como ver a una novata intentar estabilizar un avión sacudiendo bruscamente la palanca de un lado a otro.

- ¡Harry! ¡Necesito ayuda!

Pero no necesitaba gritar. Harry había forzado su propio miedo al fondo de su mente y corría en dirección al Troll.

- ¡Imperio!- gritó, con la punta de la varita presionándose contra la cabeza de la criatura

Los músculos de todos en la sala se relajaron. Incluyendo al Troll.

No intercambiaron palabras, pero era obvio que necesitaban un breve descanso antes de proceder a la siguiente sala. Hermione se sentó en el frío piso de piedra y Harry, con el corazón palpitando como loco y la adrenalina a flor de piel, no pudo estarse quieto y decidió echar una ojeada a los remanentes de la batalla.

Estaban los restos del hueso que arrojó contra Hermione, el mazo que seguía quemándose lentamente, el lugar donde casi murieron…

No le tomó mucho tiempo darse cuenta de la dura verdad: la forma en que lucharon fue patética.

Lo que en sus recuerdos eran veloces hechizos lanzados uno después de otro, realmente fue un desperdicio necio de energía. Sí, quizá un Troll de tres metros fuera un reto incluso para un mago adulto, pero quedarse quieto y lanzar maleficios sin hacer ningún ademán de bloquear, esquivar o ampliar la distancia del enemigo no era ni de chiste la forma correcta de enfrentar una amenaza.

¡Maldición, necesitaban urgentemente practicar tácticas de duelo!

- ¿Cómo estás? Es una locura las cosas que meten a la escuela, ¿verdad?- bromeó Harry, acercándose a Hermione

- Estoy bien- respondió mientras era ayudada a ponerse de pie- Sigamos, la próxima sala no es tan peligrosa

A pesar de sus palabras, y al hecho de que ya habían atravesado las dos pruebas desconocidas (El ajedrez y el Troll), decidieron que era mejor llevar un acompañante extra y no correr riesgos.

Así fue cómo, en contra de todos los pronósticos de Dumbledore, el Troll no había sido ni exterminado ni incapacitado, tan solo controlado. Y por lo tanto, Harry y Hermione atravesaron la prueba sin activar la alarma principal.

Abrieron la siguiente puerta y caminaron a través del umbral. El Troll siempre delante de ellos, solo por si acaso.

Aunque la habitación era oscura, no lo era hasta el punto de no poder distinguir el color de las cosas. En el centro de la sala se encontraba una gran mesa, y encima de ella siete pequeñas botellas ordenadas según la posición de su color en el arcoíris. De izquierda a derecha eran: púrpura, azul, celeste, verde, amarillo, naranja y rojo.

Un fuego púrpura estallo detrás de ellos. Luego otra llama aún más violenta, esta vez negra, cerró el paso a la siguiente sala.

Con las salidas bloqueadas, Hermione se acercó y leyó el pergamino colocado a la derecha de los frascos:

Tus más grandes deseos yacen frente a ti,
mientras una seguridad pasajera se encuentra detrás,
una de nosotras siete te dejará adentrarte más profundo,
otra te permitirá retirarte en una pieza,
tres contenemos sólo vino de ortiga,
dos somos los venenos más letales del mundo.
Elige, a menos que quieras quedarte para siempre,
para ayudarte en tu elección, te damos cinco claves:

Primera: como claramente ves, todas disfrutamos de un color único. Pero aquellas entre nosotras que posean un color primario, ninguna guarda el mismo contenido.

Segunda: por más que quieran ocultar sus identidades, el veneno y el vino somos buenos amigos. Siempre encontrarás uno al lado del otro.

Tercera: si pierdes toda esperanza de superarnos, tan solo combina el amarillo con el verde y podrás regresar por dónde has venido.

Cuarta: nuestra tonalidad nos identifica, pero también nos diferencia. Ninguna de las que poseemos una coloración clara poseemos el mismo contenido.

Quinta: si bebes la mezcla del púrpura con el naranja, obtendrás el mismo resultado que ingiriendo el contenido de la botella azul.

Harry terminó de leer las pistas por sobre el hombro de su amiga y solo atinó a decir:

- Bueno Hermione, todo tuyo

Ella sacó papel y pluma de la mochila, y empezó a dibujar una tabla de doble entrada. Pero no mucho tiempo después, pareció estancarse.

- ¿Algún problema?

- Las pistas son demasiado ambiguas- levantó la poción verde y la miró a contraluz- ¿El verde cuenta como color claro u oscuro? ¿Y qué hay del naranja? ¿Qué modelo usa para los colores primarios?

Arrugó la hoja, sacó una nueva y volvió a empezar.


P.D.: Se agradecen por los reviews.
P.D.2: Vaya, sí que es difícil escribir varios sucesos ocurriendo simultáneamente y ordenarlos para que tengan sentido. Ya tenía escrito casi la mitad del capítulo tratando de Gerald cuando me di cuenta que debía contar primero la parte de Harry y Hermione. Jajaja