La Mansión
Harry poseía dos candeleros de bronce, cada uno con capacidad para tres velas y un encantamiento que potenciaba su luminosidad. Sin embargo, ahora mismo la única fuente de luz en su habitación era la ventana.
No deseaba que un elfo madrugador notara el fulgurar del fuego desde el pasillo y le fuera con el chisme a sus padres.
- Bueno, probemos de nuevo
Semi envuelto por una suave manta, Harry se preparó para intentar una vez más el problemático hechizo en el que estaba estancado.
Cerró los ojos y relajó la muñeca. Lentamente la imagen mental de una serpiente constrictora tomó forma dentro de su mente, volviéndose más y más definida hasta que casi pudo distinguir las manchas negras diseminadas por su cuerpo. Entonces levantó su varita y exclamó:
- ¡Serpensortia!
Estalló un ligero resplandor y de la punta de la varita salió disparada una serpiente color esmeralda.
El animal se irguió, enseñó sus magníficos colmillos cargados de veneno y bufó de pura hostilidad. Sin embargo, la única reacción de Harry fue un gruñido de decepción. Había perdido la concentración por solo un instante, pero ese mínimo error había modificado por completo la especie objetivo. Ni siquiera se molestó en usar el pársel, agitó de su varita y la serpiente simplemente desapareció.
Suspiró con cansancio.
No creía estar haciendo un mal trabajo.
Había sacrificado sus vacaciones (y también las de Hermione) para dominar anticipadamente muchos encantamientos de segundo año, como "Diminuendo" o "Expelliarmus". Había trazado planes sobre cómo reingresar a la Cámara Secreta y trabajaba continuamente para ser capaz de ejecutarlos. También se había esforzado mucho en compensar sus puntos flacos: ahora conocía maldiciones que le hubieran sido útiles en la lucha contra el Troll de montaña, sabía protegerse del calor sofocante como el que provocó Quirrell en su huida, e inclusive había llegado a revisar los libros de lógica y matemática de Hermione.
En cuanto a sus habilidades de vuelo…
La mirada de Harry cayó sobre su armario. La Nimbus 2000 que solicitó a su padre por su cumpleaños apenas había acumulado dos horas de práctica. Deseaba aprender a volar, de verás, pero no quería que su madre volviera a sugerir que Gerald lo ayudara.
¡Qué horrible experiencia!
Realmente no creía estar haciendo un mal trabajo. Y, sin embargo, la verdad era cruel: El trabajo duro no podía igualar la sabiduría.
Bajo la guía de Salazar nunca se habría topado con un cuello de botella.
- ¿Otro fracaso?- preguntó Hermione- Deberías dormir un poco, ¿ayer no te quedaste despierto hasta la una?
Harry agarró el bestiario muggle que ella le regaló e trató de memorizar las ilustraciones impresas.
- No, no, tranquila, estoy bien. Tengo que aprovechar que no hay nadie en casa- una débil sonrisa se dibujó en su rostro- Esto es prácticamente una cárcel. No sabes lo molesto que es que solo tenga permitido realizar hechizos básicos
- Bueno, por lo menos tú puedes hacer magia
Harry se rió. Era adorable lo fácil que era molestarla.
- Hermione, los del Ministerio solo revisan el rastro si hay un delito de por medio. A menos que se te ocurra hacer magia en público, puedes practicar tanto como quieras
- «Hogwarts: una historia»dice claramente que todas las transgresiones a la ley se registran en el archivo escolar permanente. ¿Sabes lo difícil que es conseguir un trabajo con un pésimo archivo escolar?
Quiso decirle que jamás necesitaría buscar un trabajo, que estaban destinados a una vida llena de lujo y libertad. Pero se recordó a si mismo que, a menos que derrotara a su hermano, ese sueño seguiría siendo solo un sueño.
- ¡Serpensortia!- gritó Harry
En esta ocasión tuvo éxito en conseguir la especie que quería, pero se trataba de un ejemplar demasiado joven. Agitó la muñeca y lo envió de regreso al Amazonas.
Arrojó el libro sobre su escritorio y se tumbó sobre la cama con las extremidades extendidas. Se encontraba frustrado, con ganas de mandar todo al diablo y echarse a dormir hasta la hora del almuerzo.
- ¿Qué te dijo McGonagall anoche?- preguntó de pronto
- Nada. Quería hablar con mis padres, no conmigo
- ¿Y ellos no te comentaron nada?
- No- Hermione calló unos segundos - Pero no parecían preocupados, debió ser una buena noticia
Harry no estaba de acuerdo. La comunidad mágica no tenía tabúes a la hora de "confundir" muggles, incluso entre sus miembros más respetables.
En vez de una visita de cortesía, era mucho más probable que McGonagall fuera a verificar el estado de Hermione. Sospechaba que por la misma razón que el Director citó a su madre esta mañana, para cerciorarse de que no quedaran vestigios de la supuesta manipulación de Quirrell.
A Dumbledore le debía empezar a parecer muy extraño que Voldemort no diera señales de vida.
Chasqueó los labios. Ojalá se equivocara, pero tenía el oscuro presentimiento de que este año lo pasarían bajo una rigurosa vigilancia.
Sin querer su mirada vagó hacia la ventana.
A lo lejos, en el bosque colindante a los viñedos, se podían ver breves destellos de luces rojas, doradas y azules brillando a pesar de la densa neblina de la mañana.
De inmediato se puso de pie y cogió su varita. Aquel espectáculo era un recordatorio constante de que no podía bajar el ritmo.
- ¡Serpensortia!- exclamó una vez más
Gerald sintió cómo un rayo de luz azul rozaba la punta de sus cabellos. Levantó su varita y respondió con ferocidad, pero a pesar de emplear sus energías en tres disparos impecables, James esquivó con suma facilidad y envió otro hechizo en su dirección.
- ¡Varía tu velocidad, no la mantengas constante!- gritó su padre mientras lo perseguía a través del bosque- ¡No me permitas predecir tus movimientos!
"Es fácil decirlo", protestó Gerald en su mente.
Un rayo color rojo golpeó el suelo frente a él, levantando un montón de hojas y provocando que tropezara por la impresión. Rodó para amortiguar su caída e inmediatamente después dio un salto para protegerse detrás de un robusto roble. Se limpió el sudor con su manga, tomó una profunda bocanada de aire y reanudó su carrera. Fue una buena decisión, un instante después una bandada de pájaros suicidas golpeó contra el tronco del árbol.
Eso era lo más duro de las prácticas de resistencia y escape, la gran diversidad de formas en las que podía ser atacado. Todo estaba permitido aquí. Desde maldiciones que serpenteaban entre las plantas, hasta enjambres de insectos transfigurados. Una vez incluso vio un imponente ciervo rojo rastreándolo por el olor.
Corrió en zigzag mientras esquivaba una maldición tras otra, algunas veces replicando el fuego y tantas otras simplemente cubriéndose.
Debía ser paciente, aguardar ese pequeño error que había notado hace una semana y el cual era su única esperanza de darle la vuelta a la tortilla.
Y entonces ocurrió, quizá por simple hábito o porque la persecución había llegado a un punto muerto. La cuestión es que James disparó una maldición excesivamente poderosa en un intento por obligarlo a abandonar la seguridad de un peñasco. Se oyó una fuerte colisión y varias muescas de piedra volaron por el aire, pero la mayor parte de la energía mágica rebotó hacia el suelo del bosque.
Una gran cantidad de hojarasca y hierbajos se elevó varios metros de altura, dejando descubierta una gran área de tierra desnuda.
- ¡Vamos!- gritó James- ¡No vas a ganar si no…!
Sus palabras murieron en ese punto. Escuchó a su hijo exclamar algo en latín y las hojas quedaron suspendidas en el aire, totalmente inmóviles. Un segundo después escuchó otro encantamiento y un montón de partículas de tierra saltó por los aires. En combinación con la niebla, toda esa suciedad había formado un enorme muro que impedía totalmente su visión.
- Diablos- susurró, sintiendo una vez más esa extraña mezcla de orgullo y auto vergüenza a la que ya se había acostumbrado
Alcanzó el peñasco en una corta carrera, pero tal y como esperó, Gerald no había dejado huellas.
Dibujó un círculo con su varita y la polvareda cayó al suelo. Consideró eliminar también la neblina, pero se lo pensó mejor. La humedad representaba una protección muy valiosa. Gerald se había vuelto muy hábil creando explosiones de polvo, y era bastante inquietante lo propenso que era a utilizarlas.
Echó un rápido vistazo al Sol y confirmó que la mansión se encontraba detrás de él, al sur. Eso significaba que Gerald no se había apresurado hacia la línea de meta, sino que planeaba emboscarlo. Quizá esperando una abertura o a punto de crearla él mismo.
Un sonido de pasos vino desde atrás.
- ¡Les dije que nada de entrenamiento con este clima!- sonó la indignada voz de Lily- ¡Apenas son las seis de la mañana y…!
James contuvo el impulso de girarse, levantó su varita al aire y los gritos se desvanecieron.
"Buen Sonorus", elogió mentalmente.
Entonces vio a Gerald salir a toda velocidad desde los arbustos a su izquierda, mucho más cerca de lo que había imaginado. Levantó un escudo, bloqueó dos maldiciones y esquivó la tercera.
Luego James contraatacó una y otra vez en una clásica táctica por saturación.
Gerald nunca tuvo oportunidad, la gran diferencia de poder bruto era un límite insuperable. James lo vio desplomarse hacia atrás, cometer el grave error de dejar caer su varita y arrastrarse a gatas fuera de su línea de fuego.
"Otra trampa", especuló James. Aun así murmuró un "Accio" y la varita voló a sus manos.
- ¡Finite Incantatem!- rugió Gerald
James se agachó. Una rama gruesa y pesada, que un segundo antes había sido una varita, pasó por encima de él.
- ¡Desmaius!
Hubo un grito de pánico, un intento por esquivar y el sonido de un cuerpo desplomándose contra el suelo.
Gerald abrió los ojos y sintió la hierba húmeda contra su espalda.
- Supongo que perdí
- Sí, pero has mejorado mucho- James se sentó a su lado y señaló con el mentón el desastre que habían provocado- Contra alguien que no te conociera, habría resultado devastador
- Y aun así no fue suficiente. Estaba tan seguro de que ganaría esta vez
James sonrió complacido. El exceso de orgullo podía desembocar fácilmente en soberbia, pero en cantidades moderadas podía ser un excelente motivante. Por cómo iba mejorando, tal vez en las siguientes vacaciones Gerald sería capaz de eludirlo sin ningún problema; unos tres años más tarde, quizá prevaleciera en un duelo en toda regla.
- El tiempo pasa volando. Solo nos quedan unos días hasta que vuelvas al colegio
- Sí. Voy a extrañar usar mi varita tan libremente, pero me alegra volver a ver a mis amigos, cenar en el gran comedor…- de pronto pareció recordar algo- Por cierto, ¿el profesor Flitwick…?
- Logré convencerlo para que te entrenara, no te preocupes. Aprenderás mucho de él, estoy seguro, pero desde ya te digo que por nada del mundo descuides su clase de encantamientos. Hay una razón por la que escogió ser maestro de ese curso y no de duelo
- No hay problema, soy el primero de la clase. ¿Algún otro consejo?
James cerró los ojos y recordó los días en que los integrantes más jóvenes de la Orden eran entrenados por el pequeño profesor. Si bien nunca participó directamente, Flitwick había salvado la vida de docenas de buenos magos con sus enseñanzas, incluyéndolo a él.
- Flitwick valora la solidez de un duelista muy por encima del poder bruto. Cuando era su aprendiz me repetía una y otra vez las tres reglas básicas: Si el enemigo manipula el terreno, tú atacas; si él ataca, tú defiendes; y si defiende, tú manipulas el terreno- señaló los arbustos donde se había escondido- Mientras estabas ahí, me dejaste el camino libre para que transfigurara lo que quisiera. Si no hubiera temido lesionarte, esta zona sería una laguna de lodo y todos los árboles estarían caídos
- ¿Y mis fintas? ¿Crees que pueda tomarlo con la guardia baja?
- Tus fintas son excelentes- a Gerald se le dibujó una sonrisa de oreja a oreja- Quizá lo único que cambiaría sería el uso del Finite Incantatem. No era necesario usarlo, es posible integrar una condicional a una transfiguración o inclusive cronometrar cuando quieres que termine- James le alborotó el cabello a su hijo y se puso de pie de un salto- Te enseñaré mañana como hacerlo, ¿listo para continuar?
"Estoy agotado", pensó Gerald. Pero él mismo había decidido seguir entrenando incluso cuando no estuviera en sus mejores condiciones. Ya había sufrido una derrota por entrenar solo en escenarios ideales.
- Sí
- Bien. Esta vez seré yo quien escapará de ti. Y quiero que prestes especial atención en cómo mi velocidad varía en relación a tu cadencia de disparo, ¿vale?
PD: Se agradecen las reviews
