La Cámara de los Secretos

Madame Pomfrey salió a trompicones de uno de los cuartos privados de la enfermería, corrió en dirección a su oficina y abrió la puerta de un empujón. Adentro tres sombras se sobresaltaron con su llegada, y se sobresaltaron aún más cuando escucharon el veredicto de su examen médico.

- Por favor Poppy, repite lo que acabas de decir- gimió McGonagall

- La señorita Clearwater no fue violada- declaró Madame Pomfrey- Presenta golpes por todo el cuerpo y marcas de estrangulamiento, pero ninguna lesión de tipo sexual

- ¿Estás segura?- medio rogó McGonagall, dejando entrever tanto alivio como incredulidad- Todos vimos la ropa rasgada, las marcas en sus piernas… pobre niña, estaba tan pálida

- Estoy completamente segura. La examiné una segunda vez por si acaso cometiera algún error y me di cuenta de que sus lesiones eran demasiado extrañas, demasiado visibles. Como si estuvieran hechas con el objetivo de engañarnos

McGonagall agitó la cabeza:

- Pero… ¿pero por qué alguien haría algo tan retorcido?

Dumbledore y Snape se miraron entre ellos. En la oscuridad apenas podían distinguir los ojos del otro, pero supieron de inmediato que habían llegado a conclusiones similares:

- Para hacernos quedar en ridículo- dijo Snape, retirando por unos momentos la compresa caliente que tenía presionada contra su rostro- El atacante esperaba que los alumnos descubrieran el cuerpo de la señorita Clearwater al término del banq"uete. De esa manera los rumores de una violación se filtrarían fuera del Colegio para antes del desayuno de mañana. ¿Qué diríamos entonces?, ¿qué todo era un error?, ¿qué decenas de estudiantes se equivocaban?

- Pero San Mungo saldría a confirmar nuestra versión- dijo McGonagall

- Temo que eso solo generaría una percepción de encubrimiento- opinó Dumbledore- En especial si periodistas como Rita Skeeter están involucradas

- ¿Rita Skeeter?

- Una ligera sospecha que tengo. No creo que el intruso basara todo su plan en que los alumnos descubrieran el cuerpo- Dumbledore alzó su varita hacia la chimenea y encendió el fuego- Sabremos si tengo razón en unos minutos, por ahora me gustaría averiguar qué se usó para dejar inconsciente a la señorita Clearwater. Supongo que no fue un hechizo aturdidor

Las miradas de todos cayeron sobre Madame Pomfrey.

- Tiene razón director. De hecho, no hay evidencia de que se haya usado magia. Ni encantamientos, runas o pociones... solo golpes

McGonagall se estremeció.

- ¿Y por qué continua inconsciente?- indagó Dumbledore- Ya debería haber despertado

- Le apliqué un somnífero apenas la trajeron, para evitar el trauma psicológico. Es lo que se hace en casos como estos

Dumbledore asintió. Su mirada expresaba la más pura concentración.

- Severus, repíteme cómo encontraste el cuerpo. Sé breve, pero detallado

- Mientras vigilaba el despacho de Gilderoy vi a la señorita Granger dirigirse al ala este en actitud sospechosa. Fui en su persecución y recorrí el pasillo en cuestión, en aquel momento vacío. Capturé a Granger escondiendo esta cosa en uno de los salones desocupados- Snape sacó de su túnica un aparato muggle consistente en una diadema, una cuerda y una cajita con la palabra «SONY» escrita en uno de sus lados- La interrogué, confesó y la castigué. La estaba escoltando de regreso a sus dormitorios cuando nos topamos con el cuerpo inconsciente de la señorita Clearwater

- ¿Cuánto tiempo demoraste en dar alcance a la señorita Granger y regresar al pasillo?

- Menos de cinco minutos

- ¿Luego que pasó?

- Noté que una ventana estaba rota. Le ordené a Granger que apartara la vista del cuerpo, convoqué una camilla debajo de la señorita Clearwater, volé a través de la ventana y procedí a inspeccionar los alrededores en busca de alguna señal de calor. No encontré nada. Luego llegó Lockhart y ya conocen el resto de la historia

Snape terminó de hablar y volvió a colocarse la compresa caliente. El encantamiento de visión infrarroja tenía como efecto secundario enfriar la sangre alrededor de los ojos para evitar interferencias.

- ¿Qué piensas Albus?- preguntó McGonagall

- Resulta ilógico que Severus no encontrara rastro del intruso- respondió Dumbledore- Cinco minutos no bastan para adentrarse profundamente en el bosque prohibido. Y escapar volando es imposible, pues habría destacado como una antorcha contra el cielo nocturno. En cualquiera de los dos casos, Severus habría dado con su ubicación

- ¿Entonces romper la ventana fue una distracción?

- No, eso tampoco tiene sentido- replicó Dumbledore- Incluso si por alguna razón supiera que Severus es capaz de volar sin ayuda, escapar en una escoba sigue mucho más rápido y seguro que escabullirse por los pasillos. La única respuesta que se me ocurre es que este sujeto no puede usar magia

McGonagall, Snape y Madame Pomfrey fruncieron el ceño, claramente escépticos.

Dumbledore extendió el brazo hacia la mesilla cercana y rebuscó con su varita entre la ropa, zapatos y otras pertenencias de Penélope.

- También está el hecho de que la señorita Clearwater vestía la indumentaria de una prefecta- levitó una insignia de buen tamaño y un cordón azul que se debía llevar alrededor del hombro- Lo que significa que el intruso decidió atacar con sus propias manos a una bruja que a todas luces era capaz de defenderse

- Un loco imprudente entonces- objetó Snape- No hay ninguna razón para pensar que nos estamos enfrentando a un Squib

- No es un Squib- repuso Dumbledore- Este sujeto estudió aquí. Sabía de los salones vacíos del segundo piso y qué ruta tomar para no ser detectado. No, el responsable es alguien que ha perdido recientemente sus capacidades mágicas y se siente avergonzado de ello, por eso su afán de aparentar un gran poder

- ¿A qué se refiere director?- cuestionó McGonagall

- La noche del incendio también creímos que se trataba de un ataque mágico, ¿recuerdan?- Dumbledore se frotó la barba, como si intentara exprimir de ella su siguiente conjetura- Me pregunté en ese momento por qué alguien apuntaría a los invernaderos y dejaría de lado los vestuarios del campo de quidditch, por ejemplo. Ahora empiezo a sospechar que lo hizo para no revelar su carencia de poder

- Ese es un enorme salto intuitivo- susurró Snape

- Tienes razón, es posible que se trate de una simple coincidencia. Por suerte hay una forma muy sencilla de saber si estoy en lo correcto

Señaló con el mentón la chimenea.

- Albus- todos voltearon a la fuente de la voz, justo a tiempo para ver las brasas tomar la forma del rostro del Sanador en Jefe de San Mungo- Estaba a punto de mandarte una lechuza cuando recibí tu mensaje, ¿puedes explicarme por qué Rita Skeeter insiste en que estoy ocultando tu presencia en el hospital?

Las miradas de los profesores se cruzaron mientras una desagradable sensación les recorría la espalda.

- Buenas noches Sanador Jefe-saludó Dumbledore- Ocurrió un pequeño accidente laboral y es posible que algunos rumores fueran exagerados, no es nada importante

El sanador pasó su vista por todos los presentes hasta dar con Snape.

- Eso parece congelamiento facial. Puede ser bastante grave si no se atiende adecuadamente

Snape gruñó y se retiró a la parte de atrás.

- Nuestra enfermera es muy capaz y ya trató todas las lesiones- informó Dumbledore- ¿El Profeta ha enviado a muchos reporteros?

- No, solo Rita y su fotógrafo. Pero no dejan de incomodar a mi personal. Halloween ya es una noche lo suficientemente atareada sin que esa mujer intente colarse en el pabellón de urgencias

- ¿Hace cuánto que está ahí?

- Media hora a lo mucho

Una vez más los profesores intercambiaron miradas incómodas.

- Ya veo- dijo Dumbledore- Me pasaré por el hospital en unos minutos y hablaré con ella. Creo que podré convencerla de retirarse

- Te lo agradecería mucho. Hasta más tarde Albus

Acompañado de un chasquido, el rostro del Sanador en Jefe perdió su forma y se derrumbó en un montoncito de brasas ardientes.

Hubo entonces un silencio sepulcral. Nadie dijo nada por un buen rato, conscientes de lo cerca que habían estado de involucrar a Hogwarts en un escándalo sin precedentes.

- Supongo que le debemos una disculpa a Gilderoy- manifestó Dumbledore en la forma más neutral que pudo- Si no fuera porque decidió esperarse y no contactar con San Mungo, habríamos caído de lleno en la trampa

McGonagall puso mala cara.

- Albus, no te engañes. Gilderoy quería evitar la mala fama, nada más

- Quizá, pero eso no quita que con su decisión haya protegido a una estudiante. He visto el daño que pueden ocasionar las habladurías en la vida de una muchacha, y muchas veces es mayor que la agresión en sí

McGonagall recordó de pronto la historia de Ariana Dumbledore y consideró la posibilidad de haber exagerado cuando arremetió contra Lockhart y afirmó que lo denunciaría por negligencia. Quizá hubiera bastado tan solo con la cachetada.

- Ese asunto podemos dejarlo para después- concilió- Ahora tenemos problemas de mucha mayor importancia

- Tienes razón Minerva. Si hemos de prevenir otro ataque, voy a necesitar la total disposición de ti y de Severus

Snape habló:

- Supongo que eso significa que dejaré de ser la escolta de esos dos mocosos

Por primera vez Dumbledore pareció indeciso.

Por un lado quedaba claro que Harry y Hermione no tenían nada que ver con los ataques, y por otro seguía rondando por su mente aquella conversación del primer día de clases. Más específicamente, las extrañas reacciones que habían tenido ambos niños al nombre de Voldemort. Reacciones que brincaban de la indiferencia al tartamudeo, y de regreso a la indiferencia.

Como si interpretaran un papel.

- Por ahora los dejarás de vigilar- resolvió, todavía con algo de duda en su voz- Quiero que vayas a Hogsmeade el día de mañana e investigues si alguien se ha mudado recientemente o si han visto a algún forastero acampar en las montañas. En cuanto a ti Minerva, me ayudarás a colocar encantamientos de seguridad dentro y fuera del castillo

- ¿Y el resto del personal?

- Ellos no estarán informados. No podemos correr el riesgo de que lo ocurrido esta noche se filtre al público. No solo porque esa era la intención del intruso, sino también para proteger a la señorita Clearwater y a Hogwarts

Los profesores aceptaron su razonamiento.

- En ese caso hablaré con los alumnos que fueron testigos de lo ocurrido- dijo Madame Pomfrey- Intentaré tranquilizarlos y me aseguraré de que no compartan esto con nadie. Creo que soy la más apropiada para manejar ese tipo de tarea

- Te lo agradecería mucho. Por lo pronto debo ir a San Mungo

- ¿Interrogará a Rita, director?

Dumbledore negó con la cabeza.

- Lo más probable es que ni ella misma sepa quién es su informante. No, iré a averiguar cuantas personas han sido internadas por pérdida de magia en el último año


Harry dio un manotazo al aire para apartar las hojas que amenazaban con caer en su plato. Durante la última hora no había dejado de repetir el gesto, ni de pensar que si no fuera otoño, probablemente habría disfrutado que McGonagall les permitiera almorzar al aire libre.

- ¿Te sientes bien?- preguntó de pronto

- Sí, perfectamente- respondió Hermione

Harry cogió su vaso de jugo de calabaza.

- Sé que tenía programado entrar a la Cámara hoy, pero realmente ya no existe prisa- comentó mientras indicaba con el mentón la poca cantidad de personas en el patio, ninguno de ellos profesores que los estuvieran vigilando- Podemos descansar un par de días si quieres

- Quiero entrar a la Cámara- declaró Hermione

Harry tomó un trago de su bebida.

La firmeza en la voz de Hermione no lo convencía. Estaba asustada, era evidente. Lo que no tenía claro era si ese miedo provenía de la facilidad con la que un extraño había logrado infiltrarse en Hogwarts o del ímpetu con que los profesores habían encubierto el incidente.

Fuera cual fuese el caso, lo cierto es que Hermione ya no se sentía a gusto al interior del castillo. Y más bien buscaba refugiarse en las promesas de poder y seguridad ofrecidas por Salazar.

¿Podía juzgarla? Un poco de ese poder les había permitido luchar contra una versión debilitada de Voldemort, y seguramente también podría defenderla de cualquier intruso peligroso.

- Vamos entonces- Harry se levantó de un salto y la ayudó a cargar con las mochilas

Abandonaron las bandejas de comida y caminaron en dirección al castillo, topándose a medio camino con McGonagall y recibiendo una de sus rarísimas sonrisas. Fue extraño, en especial para Harry, quien siempre había sentido que la jefa de Gryffindor no aprobaba su amistad con Hermione. Pero también lo fue para McGonagall, quien nunca antes había recibido una mirada crítica de parte de uno de sus leones.

Subieron juntos hasta los baños de Myrtle la llorona, abrieron la entrada a la Cámara Secreta e introdujeron una serpiente constrictora encogida al tamaño de una lombriz de tierra. Luego caminaron tranquilamente hasta el callejón sin salida del segundo piso, charlando y deteniéndose en repetidas ocasiones para disimular su prisa frente a los retratos en las paredes.

Esta vez no podían cometer ningún error. Si eran atrapados, ya no sería posible escapar a base de mentiras y un poco de suerte. No con dos mochilas hasta el tope de objetos prohibidos.

- Justo a tiempo- suspiró Hermione, notando como los ladrillos de la pared empezaban a amontonarse a los lados- Prepararé el traslador

Harry se asomó por el agujero y mediante elaborados circunloquios comenzó a explicar a la serpiente cómo activar un traslador de forma segura.

- ¿Cómo vas?- indagó Harry al cabo de un rato

Hermione no contestó. Tenía el ceño fruncido, y decía una y otra vez "Portus" mientras picaba con su varita un pequeño folder de madera. Cada toque iluminaba la carpeta con una tenue luz que desaparecía casi de inmediato, pero los grabados hechos por Hermione tenían la función de retener la magia y no tardó mucho tiempo para que la carpeta vibrara violentamente y adquiriera un intenso brillo azulado.

- Está listo- celebró Hermione

Se acercó al agujero en la pared y arrojó el traslador.

Escucharon los rebotes entre la madera y la piedra, y unos segundos después el sonido que haría una serpiente al arrastrar un objeto con la boca.

Harry retrocedió y permitió que el muro se cerrara.

- ¿Cuánto tiempo hasta que se active?

Hermione descubrió su manga para que ambos pudieran ver su reloj.

- Poco más de un minuto

Exactamente ochenta segundos después una espiral abstracta surgió en medio del pasillo y una gran boa cayó a sus pies.

- Misión cumplida- silbó con orgullo- Indique la siguiente tarea

- No hay más tareas. Vuelve con los tuyos- Harry agitó su varita y el animal desapareció

Cada uno cogió un extremo del folder.

- Programé el traslador para que el viaje de regreso se activará en cinco segundos. Los libros dicen que experimentaremos un remolino que…

Harry no escuchó el resto de sus palabras. De pronto se sintió sumergido en un río turbulento, siendo halado del ombligo y forzado a ir contra la corriente. No podía abrir los ojos, no podía respirar. Recibió un golpe en el hombro y supuso que había chocado con Hermione. Luego vino otro golpe, esta vez en la cabeza, y quiso protegerse, pero no podía apartar su mano del traslador. No podía… no podía...

El mundo dejó de girar.

Ambos aparecieron en medio de la Sala de las Serpientes, a sesenta centímetros del suelo e inclinados hacia atrás como si estuvieran jugando limbo. Aterrizaron sobre sus talones, se aferraron entre ellos para mantener el equilibrio y golpearon el duro suelo de piedra.

- Tenias razón- tosió Hermione- Quizá debí tomarme un par de días en mejorar el traslador

- O un par de semanas- susurró Harry, sobándose las rodillas- No importa. Vamos, quiero ver si mi antigua varita sobrevivió al derrumbe

Descargaron las mochilas de sus espaldas, sacaron un par de palas de acero encogidas y caminaron hacia la sala de los accesos.

Tenían previsto que la tarea de limpieza les tomara un par de horas, pero apenas llegaron a su destino cayeron en cuenta que habían subestimado severamente el daño en la Cámara. De los imponentes bloques de piedra no quedaba más que solo débiles recuerdos y una pila de grava.

- Está bien- dijo Harry- nuevo plan

Lanzó una serie de Serpensortias y Diminuendos, y se sentaron a esperar a que las serpientes se internaran entre los escombros.

- ¿Qué crees que deberíamos crear primero?- preguntó Harry- ¿El elixir de la vida eterna o un buen par de lingotes de oro?

- Bueno, no sé tú, pero a mí no me preocupa mucho la vejez en estos momentos- respondió ella con una sonrisa- Y durante las vacaciones vi un montón de libros que me encantaría comprar, ¿y tú?

- El oro, por supuesto. Malfoy ha estado presumiendo su anillo por semanas y me gustaría comprarme una daga o un reloj de plata para callarle la boca. Aunque probablemente invierta la mayor parte en los rituales de Salazar. Si quiero derrotar a Gerald, tengo que volverme más fuerte

Hermione se preguntó qué razones tendría Malfoy para presumir un anillo, pero ignoró el tema a favor de otro de más interés:

- ¿Por qué te sigue importando la herencia Black?

- El patrimonio de los Black es extremadamente grande. Antes de la guerra se dedicaban a… ¿sabes lo que son los armarios evanescentes?, ¿sí? Bueno, ellos eran los únicos que sabían cómo abrir portales del tamaño de una catedral. No era común que alguien solicitara la construcción de algo así, pero cada vez que ocurría, los Black abrían una nueva bóveda en Gringotts

- Entiendo, son super ricos. Pero aun así la piedra filosofal debe valer mucho más

Harry jugueteó con la pala en sus manos, sin atreverse a confesar que su principal móvil era el orgullo. Quería demostrarle al mundo entero que no era inferior a nadie, que no dejaría que le quitaran lo que por derecho le pertenecía. Pero no sabía cómo expresar lo importante que era para él derrotar a Gerald, de modo que dijo:

- Necesitaremos una forma de justificar nuestra riqueza. No podemos crear montañas de oro, meterlas al banco y esperar que el Ministerio no empiece a hacer preguntas. Recuerda que la piedra filosofal es robada

- Pero si la usamos con moderación, podríamos vivir decentemente el resto de nuestras vidas, ¿verdad?

- No es mi intención vivir decentemente, deseo disfrutar la vida- exclamó Harry- Quiero vivir en una mansión, tener sirvientes, una piscina… quizá pasar las vacaciones en alguna isla tropical, siempre quise conocer las Galápagos, ¿sabes?

Hermione se guardó para sí que las ambiciones de Harry ahora eran mucho más extravagantes que las que tenía a principios del año pasado.

- Comprendo, la idea de la piscina suena genial

- Lo sé. Puedes venir cuando gustes

Una de las serpientes encogidas salió de entre los fragmentos de piedra y empezó a dibujar círculos en el suelo.

- ¿Qué significa eso?- preguntó Hermione

- La piedra filosofal- sonrió Harry, empezando a cavar a toda prisa- Si la suerte nos sonríe, mi vieja varita no estará lejos

Y la suerte les sonrió. Menos de veinte minutos después encontraron no solo la piedra filosofal y los restos de su varita, sino también el trozo del espejo de Oesed.

Harry se agachó, envolvió con cuidado los pedazos de su varita en un pañuelo y se la guardó en el bolsillo del pantalón.

- ¡Wingardium leviosa!- exclamaron al unísono, levitando a duras penas la piedra filosofal y ocasionando un pequeño deslizamiento de escombros- Vayamos con Salazar. No puedo esperar, ya casi puedo sentir todo ese oro en mis manos

- No creo que sea tan sencillo. La piedra filosofal fue creada siglos después de su muerte

Harry sonrió con confianza.

- Salazar Slytherin fue uno de los mejores alquimistas de su época, estoy seguro que sabrá cómo utilizarla


- No tengo la menor idea de cómo utilizarla- dijo Salazar- Esa cosa fue creada después de mi muerte, apenas puedo creer que de verdad exista

Harry vio por el rabillo del ojo como Hermione sonreía de forma engreída.

Acababan de dar un extenso resumen de lo sucedido con Quirrell, Voldemort, la piedra y de todo lo que habían sufrido durante las vacaciones, todo para que Salazar enterrara sus esperanzas con una sola frase.

- Pero puedes analizarla, ¿verdad?

Salazar hizo una mueca de incomodidad.

- No es tan sencillo. Por lo que me acaban de contar, la ley de esta cosa- señaló la piedra filosofal como si fuera un cerdo al que le hubieran crecido tentáculos- superó por completo mis encantamientos espaciales. La última vez que vi algo parecido fue con el báculo de Merlín

- ¿Conociste a Merlín?- preguntó Hermione

- No. Uno de mis herederos se robó el báculo- alzó un dedo para evitar más preguntas- El punto es que me tomó cinco años comprender su funcionamiento. Pueden hacerse una idea de cuánto me tomará descubrir cómo se usa esta cosa

- Por lo menos haz el intento- suplicó Harry

Salazar volvió a negarse:

- No pienso retrasar vuestro progreso por una fantasía. Este año debía dedicarse a ampliar vuestras reservas mágicas, y ya están retrasados

- Espera, espera- lo interrumpió Hermione- ¿No nos enseñarás a pelear?, porque lo necesitamos, en serio

- No, eso es aún menos aceptable. ¿Qué sentido tendría instruirlos en duelo si vuestra magia con suerte soporta un minuto de uso intenso?

- Pensé que compartíamos nuestros núcleos mágicos- replicó Hermione

- Bien, dos minutos entonces. Eso no es nada. Cualquier adulto los aplastaría como moscas

Harry tronó los dedos. Se le acababa de ocurrir una idea:

- Está bien, está bien. Mira, te propongo un trato. Si durante dos meses nos enseñas sobre tácticas de duelo y nos ayudas a descubrir cómo funciona la piedra filosofal- palmeó con su mano la superficie carmesí sobre la que estaba sentado- Después de Navidad nos dedicaremos 100% a ampliar nuestros núcleos mágicos y llevaremos a cabo cualquier ritual que propongas

- ¿En serio?, ¿el que yo quiera?

Hermione le picó el hombro.

- Ehm… con ciertos límites- se apresuró en añadir- Nada demasiado extremo

Salazar resopló ante su falta de compromiso, pero parecía estar considerándolo.

- Correcto, tenemos un trato. ¿Quieren aprender a pelear?, yo les voy a enseñar a pelear. Espero que estén preparados

Salazar no esperó a que respondieran. De inmediato los guio a un anaquel cargado de delgadas esculturas y artefactos extraños, y pidió que trajeran ante él un pequeño baúl del estante del medio. Sin embargo, al momento de bajarlo se dieron cuenta de que realmente no era un baúl, sino una simple caja de cartón embellecida.

- Ábranla- ordenó Salazar- Y saquen el contenido del primer compartimento

Dentro de la caja encontraron una treintena de libros negros ordenados en seis compartimentos. Harry palpó las divisiones y notó que también estaban hechas de cartón endurecido.

Arrugó en entrecejo: Las cubiertas de los libros tenían el tacto de imitación de cuero y las plaquitas con la fecha lucían como bronce barato.

- ¿Tú escribiste esto?- preguntó confundido

- No, su autor es Tom Riddle

Hermione dejó caer el libro que tenía en sus manos:

- ¿El Tom Riddle que poseyó al profesor Quirrell?, ¿el que casi nos mata?, ¿ese Tom Riddle?

- El mismo que creció hasta convertirse en uno de los magos más poderosos del mundo- enunció Salazar con cierto orgullo- Y sin importar lo que hiciera con ese poder, este es el legado que dejó para el futuro. No lo menosprecien

- ¿Qué son?- preguntó Harry

- Recuerdos- respondió Salazar- Tom poseía un gran talento para la Oclumancia y aprendió rápidamente a imbuir sus memorias en el papel- señaló un libro de aspecto particularmente deslucido- No perdamos más tiempo. Harry, coge ese libro de ahí; Hermione, tú aquel otro… sí, ese

Harry advirtió que el libro que le indicó Salazar era el único sin una fecha específica. Tan solo tenía «1612» escrito en el forro.

- ¿Voldemort posee recuerdos del siglo XVII?

- La mitad de su generación los tiene- explicó Salazar- La década de 1930 fue el auge de los locales de visualización de recuerdos, y Hogsmeade no fue ajeno a esa moda

- Ah, vale. Entonces son recuerdos de segunda mano

- No subestimes las habilidades de Tom. La calidad de sus recuerdos llegaba a igualar o hasta superar las copias profesionales, verifícalo por ti mismo si no me crees

Harry abrió la primera página y examinó con desconfianza la minuciosa descripción de un cielo azul y un prado verde. No notó nada extraño (a excepción de la caligrafía un tanto femenina), así que continuó con la lectura, encontrando después de un par de hojas el dibujo de una ventanita semi abierta.

Qué ilustración tan curiosa. Parecía tener profundidad a pesar de la sencillez de sus trazos.

Si tan solo pudiera cambiar su ángulo de visión.

Si tan solo...


De un segundo para otro el estudio de Salazar se desvaneció en un borrón de pequeñas volutas de luz, y su conciencia quedó flotando en la nada más absoluta. Aquí no había luz ni oscuridad, tan solo la ignorancia que se siente al tratar de "ver" algo detrás de uno.

Aun así Harry trató de buscar sentido a su situación. Miró hacia todos lados, buscando algún límite o punto de referencia en este espacio vacío.

Por desgracia, eso pareció activar algo en el vacío, porque lo próximo que sintió fue una pared materializándose a sus espaldas y una fuerza invisible aplastándolo contra ella, como si estuviera dentro de un gigantesco giroscopio, girando a una velocidad endemoniada.

En comparación, el traslador de Hermione era un paseo en el carrusel.

No lo soportó más. Reunió dentro de sí el poder del Imperius y quiso forzar su camino fuera de este mundo, pero en ese preciso momento un rayo de luz blanca golpeó su rostro, cegándolo como si acabara de ver directo al Sol.

El mundo dio un vuelco. De pronto había desaparecido la sensación de giro y la pared dejó de ser pared, convirtiéndose en el suelo sobre el que estaba acostado.

Abrió tentativamente los ojos y se dio cuenta que de hecho sí acababa de mirar al Sol.

- Salazar debe empezar a advertirnos de este tipo de cosas- farfulló mientras se ponía de pie

A su alrededor se alzaba un pequeño pueblo de no más de quince casas, más similar a un cruce de caminos que a un pueblo en toda la regla.

Vio una mula vieja halada por un anciano, una carreta estacionada a media calle y un par de señoras chismoseando, pero ni rastro de los duelistas por los que había venido.

De hecho, ninguna de las personas a su alrededor lucía como un mago.

- Un pueblo muggle

Harry volvió a examinar el área, esta vez en busca de algo que pudiera servir como escondite.

Esta vez encontró el lugar de inmediato.

A unos treinta metros se alzaba una decrepita choza que parecía estar "obligando" a la gente a tomar un desvío.

Harry cruzó la calle, se aproximó a la choza e intentó abrir la puerta. Pero a pesar de sus esfuerzos, la madera no cedió ni un milímetro. Resignado, se paró de puntillas y observó el interior a través de uno de los muchos agujeros de la puerta.

Distinguió a cuatro personas en la penumbra: dos adultos y dos adolescentes. Estaban sentados alrededor de un pequeño fuego verdoso, discutiendo en voz baja algo que parecía ser de suma importancia. Hablaban el mismo idioma, pero la anticuada elección de palabras y la distancia no permitieron que Harry comprendiera bien lo que decían.

Lo que sí pudo percibir fue el cansancio y el estrés que residía en sus tonos de voz.

Uno de los adultos, un sujeto calvo de unos cuarenta años, pareció escuchar algún ruido extraño y se aproximó a la puerta. Miró hacia la calle (a través de la cabeza de Harry) y con un gesto le indicó al otro adulto, un tipo pelirrojo de cabello largo, que se preparara para la batalla.

Harry volteó, curioso por ver lo que había despertado tanta alarma. Pero la escena tras él no había cambiado en lo más mínimo: El mismo camino polvoso, la misma mula vieja y la misma carreta estacionada a un lado de la calle.

Y fue ahí cuando lo notó. El cochero de la carreta miraba directamente a la choza.

- ¡Maldita sea!- chilló el muggle, dejando caer el odre del que bebía y arrojándose de un salto a la caja trasera- ¡Me han visto!

Un par de sonidos secos vinieron desde arriba. Harry alzó la vista y vio tres flechas incendiarias clavadas en las vigas de madera. Tres segundos después, otras tres flechas surcaron el aire y prendieron fuego al techo de paja.

La gente del pueblo estaba completamente aturdida. Desde su punto de vista una fantasmal columna de humo había empezado a formarse a diez metros de altura, sin ningún punto de origen. Entonces alguien gritó «¡Brujas!» y la confusión fue reemplazada rápidamente por el miedo.

Decenas de muggles empezaron a correr, interponiéndose en la línea de fuego sin siquiera ser conscientes de ello.

Por suerte no hubo más proyectiles, lo que hizo pensar a Harry que quizá los atacantes no deseaban herir a sus semejantes. Pero luego, incluso cuando la calle quedó desierta, los arqueros continuaron con su alto al fuego.

Una vez más la comprensión golpeó a Harry.

Estaban racionando las flechas. Estos tipos debían de conocer cómo luchaban los magos y no estaban dispuestos a desperdiciar sus municiones contra un único hechizo de extinción de llamas. Se iban a tomar su tiempo y plantear una especie de asedio.

- No deberían desperdiciar su magia de esa forma- susurró Harry, mirando cómo los chorros de Aguamenti destruían el techo de paja aún más rápido que el propio fuego- La única salida es acabar con el bando contrario

Adentro debieron razonar de la misma forma porque, acompañado de un fuerte grito, la puerta voló en pedazos y los dos magos adultos salieron disparando maldiciones hacia los callejones cercanos.

Maldición explosiva, maldición desintegradora, maldición reductora… incluso un Avada Kedavra. La aldea fue cubierta por el caos y la destrucción en un tiempo ridículamente corto.

La intención era clara: matar o morir.

Se escuchó una seguidilla de pequeños estallidos en uno de los callejones y con un fuerte estruendo un muro de piedra se derrumbó, enterrando a un puñado de muggles y obligando a otros tantos a huir en busca de un nuevo refugio.

Harry no pudo evitar admirar la impresionante muestra de poder.

Pero ese no fue ni de lejos el final del contrataque. A pesar de que ninguno de los magos blandía una varita, sino extraños bastones de medio metro de largo, su cadencia de tiro seguía siendo abrumadoramente superior a los arcos y ballestas. Y las pocas flechas que los muggles lograban acertar se rompían como cristal al chocar contra los escudos mágicos.

- ¡El fuego está creciendo!- gritó una aguda voz dentro de la choza

El calvo se giró y con un giro complicado de su vara las llamas se extinguieron. Sin embargo, casi de inmediato un par de flechas incendiarias volaron desde dos lugares diferentes y se enterraron en el techo de paja. Ambos magos respondieron con una serie de embrujos hacia estos nuevos enemigos, pero los arqueros solo se retiraron en busca de otro campo de tiro.

Su único objetivo parecía ser mantener la choza ardiendo.

- ¡Salid!- ordenó el calvo- ¡Debéis salir, el techo se va a caer!

Una jabalina aprovechó el instante de distracción y silbó a través del aire. Fue un tiro esplendido, golpeó al mago justo en el pecho y rebotó hacia atrás en medio de una ráfaga de chispas blancas.

- Avada Kedavra- replicó el pelirrojo, matando al lanzador y cubriendo a su compañero mientras este recomponía su escudo mágico

Los adolescentes salieron con varita en mano (curioso, ellos sí parecían usar varitas), levitando la vieja puerta de la casa y otros objetos a modo de escudo. Ese también fue el momento en que el techo se derrumbó y el fuego empezó a extenderse hacia las otras viviendas.

- ¡Ahora!- rugió una voz desde los callejones- ¡Atacad!

Harry imaginó que los mercenarios arrojarían una lluvia de jabalinas, la única arma a distancia que había demostrado ser capaz de destruir un escudo mágico, pero no hicieron nada de eso. En su lugar los vio desenvainar diversos tipos de espadas, como si se prepararan para una embestida frontal.

"Que estupidez", pensó Harry.

Había casi treinta metros de distancia entre ambos grupos. A esa distancia incluso él sería capaz de aturdirlos a todos antes de que pudieran acercarse.

Entonces una cacofonía de ladridos provino desde la vieja carreta. Cuatro perros descendieron de un salto y corrieron en dirección a los magos. Cubrieron el trecho en tan solo dos respiraciones e hicieron estallar los escudos mágicos con la pura fuerza del choque.

Los perros se desplomaron en el suelo, atontados. Sin embargo, a diferencia de las jabalinas y las flechas, eran seres vivos y no tardaron en volver a levantarse.

- ¡Accio!- rugió el pelirrojo, y una gran viga fue arrastrada desde la choza en llamas

El madero ardiente separó a los magos de los animales, pero aquello hizo poco por mejorar su situación. Los muggles habían aprovechado el momento de distracción y ya estaban tan cerca como para distinguir las gotas de sudor cayendo por sus rostros.

- ¡Corred!- ordenó el calvo, agitando su vara y matando un espadachín particularmente osado- ¡A la carreta!

Los cuatro magos se movieron al unísono, con el pelirrojo en la retaguardia levitando trozos del madero de un lado a otro para demorar al grueso de sus perseguidores.

En pocos segundos el grupo había alcanzado la carreta. Los adolescentes empezaron a desatar al caballo, en tanto el calvo disparaba maldiciones asesinas y trataba de subir al asiento del conductor.

Entonces una sombra alta se alzó desde el cajón de la carreta, seguida casi de inmediato por el rápido descenso de un hacha de mano.

Esta vez no hubo ráfaga de chispas salvadoras.

- ¡Reducto!- lloró el pelirrojo y el cochero estalló convertido en una nube de limaduras de hierro- No os detengáis, tenemos que... ¡Argh!

Uno de los perros había logrado sortear la barrera de fuego y alcanzar el brazo del pelirrojo justo cuando se preparaba para subir. La vara mágica se resbaló de sus dedos, rebotó contra el borde del cajón y cayó a la tierra. Justo al lado del cadáver de su amigo.

- ¡Petrificus Totalus!- chilló uno de los chicos, dándole de lleno en el vientre al animal- ¡Hay que largarnos de aquí!

El otro chico agitó las riendas y la carreta comenzó a acelerar. Algunas flechas fueron disparadas, pero ninguna logró atinar. Lento, pero seguro, la aldea se iba convirtiendo en un sinsentido de casas ardientes, luego en puntos brillantes y finalmente en borrones de luz multicolor.

Borrones de luz que giraban alrededor de Harry.


Harry abrió los ojos, de regreso en el estudio de Salazar.

- Oh, es cierto- comentó Salazar- Se me olvidó mencionar que ese fue uno de los primeros recuerdos que grabó Tom, así que el proceso de lectura puede ser un poco doloroso al inicio

- ¡Maldita sea!- exclamó Harry, arrojando el recuerdo de Tom Riddle lejos de él

Volteó a ver a Hermione, esperando lo peor. Pero ella continuaba con los ojos cerrados, sosteniendo serenamente uno de los libros negros frente a su rostro.

- A ella le di un recuerdo bastante más extenso- dijo Salazar- La final del torneo de invierno de 1870, uno de los mejores duelos de la historia. Se salió un poco de control cuando convirtieron accidentalmente al árbitro en un pato, pero no pasó a mayores. Lo importante es que tenemos tiempo de sobra para que me cuentes la verdad acerca de cómo derrotaste a Voldemort

Harry se sostuvo la cabeza. No podía creer que Salazar le hubiera hecho presenciar la muerte de un buen mago solo para conseguir un poco de privacidad.

- ¡Primero dime qué diablos fue eso!- exigió indignado

- Una escaramuza a inicios del Siglo XVII, creo que en Escocia. La revolución de los duendes había destruido la mitad de los talleres de escobas y la calidad de la mayoría de varitas no soportaba apariciones de larga distancia, así que por un breve periodo de tiempo los muggles pudieron perseguirnos. Para más información puedes consultar «La otra cara de la caza de brujas». Está en la biblioteca de Hogwarts

- No me refería a eso- Harry sintió que su saliva se tornaba amarga- Vi a un mago morir a un metro de distancia, su sangre voló a través de mi cara

Salazar se imaginó a sí mismo en esa situación e hizo una mueca de disgusto.

- Correcto, es posible que escogiera una escena demasiado cruda- admitió- Aun así me extraña que te afecte tanto, tu batalla contra Voldemort debió ser mucho más sangrienta. A no ser, por supuesto, que hayas mentido

El corazón de Harry se saltó un latido. En su cabeza resonó aquella última frase dicha por Voldemort antes de morir, y se vio forzado a echar mano de sus elementales conocimientos en Oclumancia para no exteriorizar la repugnancia que sentía.

Con voz pausada replicó:

- No mentí, solo omití una pequeña parte de la historia

- ¿Y cuál es esa pequeña parte de la historia?

Harry se preguntó qué tipo de vida había tenido Salazar antes de Hogwarts. Seguramente una bastante dura para interrogar de esa forma a un niño.

Se volvió hacia Hermione y la llamó tres veces por su nombre. Solo cuando confirmó que no podía escucharlos, comenzó a hablar:

- Ocurrió al final de la batalla. Voldemort me tenía sujeto por la pierna y estaba inflándose como un globo, cuando de pronto pareció tener una especie de revelación. No sé si fue ocasionada por mi sangre quemando su cuerpo, por estar al borde de la muerte o por algún otro motivo, pero el hecho es que me miró directo a los ojos y dijo: "¿Tú?, ¡Después de todo este tiempo, ¿eras tú?!"

Harry alzó un lado de su túnica, revelando cinco pequeñas cicatrices alrededor de su pantorrilla, y prosiguió con el relato:

- Después de eso hundió sus uñas en mi piel y no me soltó hasta que su mano entera se convirtió en cenizas

Salazar arrugó el entrecejo. Había esperado que Harry admitiera haberse inventado el ridículo cuento de la sangre hirviente, no que mostrara pruebas a favor de esa historia.

Se inclinó hacia adelante y fijó su atención en la piel ligeramente blancuzca alrededor de las cicatrices. Ciertamente se asemejaba a la estela dejada atrás por un poderoso sacrificio protector.

- Cuando Tom atacó tu casa durante la guerra, ¿tus abuelos estaban presentes?- frotó lentamente su barba- ¿Murieron aquella noche?

Harry se extrañó por el cambio de tema, pero no demoró en su respuesta:

- No, todos mis abuelos fallecieron antes de mi nacimiento

- Pero supongo que no dejaron a tres bebés sin alguien que los cuidara. Tom debió asesinar a vuestro cuidador, algún tío, sobrino…- Salazar consideró una posibilidad incómoda- quizá un amigo en exceso cercano a la familia

- La única persona que murió esa noche fue mi hermano Charles. Ya te había contado esa historia

- Sí, lo sé, pero algunos detalles se te pudieron escapar… ¿Cuántos meses tenían en ese momento?, ¿más de cinco?

- Tres meses

Salazar chasqueó los labios. La magia de sangre era poderosa, pero también extremadamente exigente en sus requisitos. Sin una voluntad definida, era imposible que alguien hubiera podido sacrificarse por otra persona.

- ¿Sabes por qué se empezó a quemar cuando tocó mi sangre?- preguntó Harry con curiosidad

- Tengo algunas conjeturas, pero nada consistente. Si llego a una conclusión te lo comunicaré- Salazar recuperó su postura recta y se dirigió a Harry con cierto aire de aprobación- Con respecto a no contarle la verdad a Hermione, tomaste una sabia decisión. Ella no habría podido guardar el secreto frente a los posibles candidatos al ritual y los habría espantado

Harry abrió desmesuradamente los ojos.

- Oh, cierto

Salazar dejo de mirarlo aprobatoriamente.

Contempló a Harry por algunos segundos más y abrió la boca, como si quisiera señalar un defecto a corregir, pero justo en ese momento se escuchó una profunda inhalación seguida de un grito emocionado.

Hermione acababa de salir del recuerdo de Tom Riddle.

- ¡Wow!- exclamó, abrazando el libro negro más cerca de ella- Fue increíble. Tanta habilidad, tanta elegancia… ¿nos enseñarás a pelear de esa forma?

Salazar ocultó sus emociones y sonrió condescendientemente.

- Claro que no- señaló la caja de cartón, indicando que volvieran a colocar los libros negros en su sitio- Los estilos de combate que yo dominaba quedaron obsoletos hace siglos. Les enseñaré lo básico, pero si desean ser competentes en la actualidad les recomiendo conseguir el «Manual de Tácticas y Operaciones del Departamento de Aurores»

- ¿No hay una forma de volvernos más fuertes en un corto periodo de tiempo?

- Sí, unas cuantas- por un instante la vista de Salazar se desvió hacia el bolsillo donde Harry tenía guardados los pedazos de su varita rota- Pero ustedes ya no son lienzos en blanco que puedan aprender lo que sea. Tendré que observarlos durante un tiempo para encontrar lo que mejor se adapte a vuestros talentos

Harry y Hermione asintieron.

- Bien, dejando ese tema de lado- continuó Salazar- Me gustaría oír más sobre aquella chica que están considerando para el ritual de los imperdonables

- ¿Daphne?, bueno, no hay mucho que decir. Es Slytherin, altiva y un tanto huraña- comentó Harry- He intentado acercarme a ella, pero tiene la personalidad de un témpano

- Eso no es cierto- objetó Hermione- Harry habla así porque no ha podido ganarse su confianza. Daphne puede ser un poco reservada con su vida privada, pero no tiene problemas para hablar de otros temas. Creo que si llegamos a conocerla un poco mejor, podría convertirse en una buena amiga

Harry giró los ojos.

- Se me olvidó mencionar que es muy parecida a Hermione

- Compartimos un interés mutuo por la Oclumancia, algo que a ti te vendría muy bien si quieres aprovechar las clases de la profesora Nescia

Salazar intervino antes que siguieran discutiendo:

- ¿Cómo diablos están llevando un curso de Oclumancia?

- El director revisó nuestras mentes y confundió las protecciones de los imperdonables con un bloqueo creado por Quirrell- respondió Harry, sin darle mucha importancia- Una cosa llevó a la otra, y ahora pasamos los fines de semana aprendiendo a "desbloquear" nuestras propias memorias

- ¿Y qué tiene que ver esta chica Daphne en todo esto?

- Es una Oclumante y Legeremante natural. Gracias a ella el director pudo convencer al consejo escolar de abrir el curso extra

Salazar se inclinó hacia adelante en su asiento. Cuando habló, su voz dejaba entrever una curiosidad no muy propia de él:

- ¿Una chica aplicada en sus estudios y con doble mutación mental?, ¿están seguros?... ¿cuál es su apellido?, ¿es sangre pura?

La pregunta había sido dirigida a Harry, pero fue Hermione quien respondió:

- La pureza de la sangre no define el valor de un mago

- En este caso sí que lo hace. Hogwarts tuvo la desgracia de albergar a cinco estudiantes con mutaciones mentales, y te puedo asegurar que los que eran sangre pura eran mil veces peores que los mestizos

Salazar debió notar la exaltación en su voz, porque se tomó unos segundos para recuperar la compostura. Respiró profundamente y prosiguió con su discurso:

- Algo que deben saber sobre los mutantes mentales es que son estudiantes terribles- levantó su palma para ilustrar su punto- Por un lado los Oclumantes, incapaces de mantener el interés en cualquier cosa por más de treinta segundos- levantó la otra mano- Y por el otro los Legeremantes: rebeldes, manipuladores, exageradamente sensitivos a los sentimientos negativos de las personas a su alrededor- agitó la cabeza- Terribles estudiantes. Sumamente terribles. Cada vez que alguno de esos mocosos se graduaba, Godric y yo nos íbamos de parranda a modo de celebración

- Si era tan difícil educarlos, ¿cómo lograron graduarse?- preguntó Harry

- A golpes. Un par de azotes siempre ponía a trabajar a los Legeremantes- Salazar chasqueó los labios- Lamentablemente, ese método era ineficaz contra los Oclumantes y su absurda capacidad para olvidar el dolor y el miedo. Con ellos la única alternativa era armarse de paciencia y tratar de establecer una rutina. Rutina que, por cierto, podía ser seguida durante meses y luego ser abandonada por la más pequeña distracción

- ¿Y con los dobles mutantes?

- Esos son imposibles de educar. Solo hubo uno en Hogwarts, y fue devuelto con sus padres luego de repetir tres veces el cuarto año

- Pero la profesora Nescia posee ambas mutaciones y es una de las principales autoridades en su campo- señaló Hermione

- ¿Es anciana?

- Sí

- Entonces me temo que el dominio de sus habilidades se deba más a su avanzada edad que al empeño que haya puesto en su juventud- explicó Salazar- Verán, solo existen dos formas en que un mago pueda prevalecer contra la Oclumancia natural: Una es desperdiciando sus años de adolescencia y dejando que el cerebro vaya acostumbrándose poco a poco a su influencia; y la otra es siendo impulsado por una necesidad extremadamente poderosa y personal, un asunto de vida o muerte

- Daphne Greengrass no tiene necesidades de ese tipo- dijo Harry- Es sangre pura, primogénita y perteneciente a una familia muy rica

- Quizá sus padres le prometieran algo- sugirió Hermione

- No- respondió Salazar, tajante- Ni los sobornos ni las amenazas funcionan con alguien así. Además, sea cual sea su motivación, debe ser anterior al despertar de sus habilidades. Los deseos nacidos después jamás habrían soportado la erosión de la Oclumancia natural. Averigüen de qué se trata y la tendrán en la palma de sus manos

- ¿Y cómo lo averiguamos?- preguntó Harry- Es muy discreta, no tiene amigas y su familia vive al otro lado del país

- Eso, por supuesto, depende de vosotros

Harry aflojó la tensión que había cumulado durante toda la conversación. Por un momento había creído que Salazar les regalaría la solución al problema llamado Daphne Grengrass, pero excepto por algunas pistas sobre dónde buscar, se encontraban igual que al principio.

- ¿Qué haría Voldemort si estuviera en nuestra situación?- preguntó de pronto, para justo después recibir un manotazo en el hombro de parte de Hermione- Oh, vamos. Es una pregunta válida, Voldemort reclutó gran variedad de razas entre sus filas. Apuesto a que aprendió muchos trucos retóricos de Salazar

- Te equivocas- manifestó Salazar- Tom era un niño muy extraño. Se le complicaba entender las emociones de la gente, como si nunca las hubiera experimentado por sí mismo. Pero era trabajador y odiaba sus flaquezas. Invirtió mucho tiempo en descifrar poco a poco el significado detrás de los gestos, la mirada y la entonación de los que lo rodeaban

- ¿Aprendió a leer a los demás?

- No de la forma en la que lo entendería una persona normal, pero sí- Salazar señaló la caja de cartón- Sus anotaciones se encuentran en el tercer compartimento. Son repetitivas y están desordenadas, pero quizá te sirvan de algo

Harry alargó la mano y cogió un par de viejas libretas. Era idéntica a los libros negros donde estaban depositados los recuerdos, pero sin fecha que las identificara.

- Les daré un vistazo

- Bien, creo que con eso concluimos todo lo que teníamos por discutir. Ya han pasado demasiado tiempo aquí, será mejor que regresen a la superficie

Hermione dio un paso al frente:

- En realidad hay algo que tengo que pedirte. Tal vez no te guste, pero quisiera que quitaras las protecciones de algunas salidas. Y también que pudiéramos acceder a ellas con una palabra en pársel

Harry nunca había visto a alguien negarse tan rápido.

- Ridículo. Las protecciones no funcionan de esa forma. O aplican sobre todas las salidas o sobre ninguna, no existe punto intermedio. Y no estoy dispuesto a dejar la Cámara desprotegida para su simple comodidad

- No es por comodidad. Usar el traslador toma demasiado tiempo, requiere ir a lugares poco transitados, oscuros… y Hogwarts no es el lugar más seguro del mundo en estos momentos

Salazar comenzó a enojarse.

- ¡¿Me pueden decir qué demonios pasó en la superficie?!

Harry respondió:

- Una chica fue agredida. Hermione fue la primera en llegar a la escena

- Supérenlo, han visto cosas peores

- El responsable fue un intruso del exterior, y la agresión fue más que física

El rostro de Salazar se volvió blanco de golpe.

Echó un vistazo a Hermione, y por un instante Harry pudo vislumbrar un indicio de preocupación en su mirada, que rápidamente se esfumó junto a cualquier rastro de respeto que tuviera por el personal del colegio.

- Está bien, voy a desactivar las defensas- dijo a regañadientes- Pero uno de vosotros tendrá que aprender como reparar formaciones espaciales, la Cámara no puede permanecer insegura por demasiado tiempo

- Yo puedo encargarme- aseguró Hermione- Fui yo quien fabricó los trasladores, creo que tengo algo de maña para este tipo de cosas

Salazar asintió.

- Es lo que estaba pensando yo también- miró a Harry- Eso significa que nosotros nos enfocaremos en experimentar con la piedra filosofal. Voy a necesitar que recolectes bibliografía posterior al siglo XIV, equipo de protección de piel de dragón y un par de kilos de plomo

Harry descargó la mochila de su espalda y expuso los rollos de soldadura plomo-estaño.

Una luz violeta llenó el estudio mientras Salazar evaluaba el material.

- Extraño, pero servirá- asintió satisfecho- Bien, se han cargado con mucho más trabajo del que tenía previsto. Espero que tengan una buena excusa para ausentarse regularmente del castillo

Antes de que Hermione abriera la boca, Harry respondió:

- Tengo algo planeado. Si todo va bien bajaremos todas las tardes a partir del próximo domingo- miró a Hermione- Confía en mí, en esto es en lo que yo tengo maña

Salazar observó fríamente las sonrisas que intercambiaron.

- Excelente. Les daré un poco de tarea mientras tanto- miró a Hermione- Mis escritos sobre magia espacial están en la repisa al lado del armario negro, es un libro delgado color azul. Hazme un favor y ya que vas por esa zona aprovecha para llevarte los envases de pintura y ponerlos en remojo. La sangre de dragón se ha secado y empieza a oler mal

- Por supuesto, iré en seguida

- En cuanto a ti Harry, déjame ver tu vieja varita una vez más

Harry sacó el pañuelo de su bolsillo y lo desenvolvió con cuidado.

Sin embargo, en cuanto Hermione salió de la habitación volvió a guardar los pedazos en su túnica.

- ¿Otra vez deshaciéndote de ella?

- Chico listo, ya me vas conociendo- rió Salazar- Solo quería darte una advertencia antes de que te fueras. La Oclumancia natural no es la única causante de que los magos desperdicien su adolescencia, tú también puedes cometer ese error

- Por favor- replicó Harry con ironía- No creo que haya algo en este mundo que pueda distraerme de mis ambiciones

- No "algo", pero quizá sí alguien

El rostro de Harry se cubrió de desconcierto. Un segundo después volteó a ver la puerta por la que había salido Hermione.

- Yo no…

- La apariencia física de esa niña ha experimentado una considerable mejoría, y salta a la vista que tu trato hacia ella también se ha suavizado- la frialdad con la que Salazar intercaló el parsel con el idioma común hizo que Harry se sintiera muy incómodo- Está algo perturbada por la agresión que presenció y quizá solo intentas ser caballeroso, así que no seré demasiado duro contigo. Pero en el futuro debes tener cuidado en la forma en la que te relacionas con ella

Los rostros burlones de Malfoy, Nott y Zabini destellaron en la mente de Harry.

- Creí que te agradaba

La expresión de Salazar se quedó en blanco por unos segundos, como si los encantamientos en la pintura hubieran dejado de lado los movimientos faciales a favor de una mayor profundidad de pensamiento.

- Pareces tener la impresión de que estoy menospreciando a Hermione por su estatus de sangre- dijo Salazar, en tono plano- Nada más lejos de la realidad, soy el primero en reconocer su extraordinario potencial. Solo te estoy advirtiendo de los riesgos que supone la presencia de una muchacha atractiva tan temprano en tu vida, en especial una cuyo atractivo tiene un origen tan anormal

Harry tuvo miedo de preguntar, pero las palabras escaparon de su boca antes que pudiera detenerlas:

- ¿Anormal?, ¿a qué refieres?

- El cambio en su apariencia es culpa del Cruciatus. Tenlo presente


P.D.: Se agradecen las reviews