AL LIMITE
CAPITULO 15
Salió tras de ella corriendo. Candy ya no se encontraba en el pasillo del hotel, ni esperando el elevador «que costumbre la tuya de siempre dejarme así maldita sea» pensó Terry.
Pensó por unos instantes que hacer, bajo al lobby del hotel y preguntó en la recepción, cuál era la suite de la señorita Candy Ardlay,
—Lo siento señor Granchester, no tenemos registrada a ninguna Candy Ardlay.
—¡Esto es una broma verdad! —espetó molesto.
—No, de verdad señor —respondió temerosa la recepcionista al verlo enojado.
—Si sabe quién soy yo, ¿verdad?
—Por supuesto que sé quién es usted —dijo cohibida y a la vez suspirando.
—Me urge hablar con ella o con el señor Ardlay, es un asunto importante sobre la escudería McLaren, se que no me puede decir; estoy seguro que usted me entiende.
—Mire haré una excepción, el señor Ardlay si está registrado con nosotros, solo porque soy una fiel admiradora del equipo McLaren, y siento tanto que usted no haya ganado aún.
Terry decidió cambiar su actitud, en lugar de enojarse optó por sonreírle y portarse en modo galante con ella. Hace mucho tiempo que no hacía eso, sabía que solía llamar la atención del sexo opuesto con facilidad, siempre había sido fácil para él salir en plan de conquista, antes de conocer a Candy, era su vida después de una carrera. El, Charly y Niko solo salían a disfrutar de una noche loca.
—Mire señorita, esto no es soborno ni de ninguna manera lo tome así, pero si usted me puede ayudar con este problema que necesito resolver, qué le parecería un Tour completo en Inglaterra para conocer la sede de la escudería McLaren, con vuelo de avión y estadía.
—No, no lo hago por eso, esta es la habitación del señor Ardlay, —la joven deslizó un papel sobre el mostrador con el número de suite.
—Se lo agradezco infinitamente, y creo que alguien del equipo vendrá a buscarla para ponerse de acuerdo con lo que he dicho.
—Oh señor Granchester, se lo agradezco -le respondió con ojos de borrego a medio morir.
—La gratitud es mía, ahora sí me permite debo hablar con el señor Ardlay.
La joven lo miró alejarse y solo suspiró.
Terry se apresuró, necesitaba hablar con Candy, de ningún modo la quería perjudicar, todo lo contrario, sabía que había actuado estúpidamente sin analizar las cosas. Cuando estaba apunto de tocar la puerta sintió vibrar el celular en el bolsillo de su pantalón. Observo y la pantalla anunciaba era un número privado.
—Bueno.
—Terry, ¿eres tú?
—¿¡Mamá...?!
—Necesitamos hablar.
—¡¿Quién es?! Si esto es una maldita broma me las pagarán.
Aunque su madre había fallecido siendo él un niño, ese timbre de voz era igual al de su madre, por un momento se sintió aturdido al recibir aquella llamada y se alejó de la habitación de los Ardlay.
—¿Escuchaste Albert? Ese es Terry.
—De qué hablas, yo no escuché nada.
—Si, él está afuera.
Ambos dirigieron sus pasos hacia la puerta de la suite, Albert abrió y salieron los dos al pasillo.
—Aquí no hay nadie hermana, es tu imaginación jugando una mala pasada.
—No, estoy segura que era su voz, él debió seguirme hasta aquí, pero supongo se arrepintió de hablar conmigo.
—No Candy, no voy a permitir que hagas ideas tontas en tu mente. Con lo que me acabas de contar estoy de acuerdo que se equivocó, pero también te demostró de lo que es capaz por ti, renunciar a sus propios triunfos con tal de verte triunfar a ti.
—¡Es un idiota!
—Te aseguro que la semana que viene en Australia te demostrará quien es y de qué está hecho.
Efectivamente la carrera en el circuito de Albert Park en Australia, la escudería McLaren se había adjudicado el triunfo con Terrence Granchester. Candy había corrido sin ningún contratiempo y pudo pasar de incógnita ante los ojos de la gente, para todos había sido Niko Hukenberg llegando en sexto lugar, adjudicándose unos puntos más para el campeonato. A Candy le alegró mucho el que Terry hubiera logrado su primera victoria. A la distancia lo observo y recordó aquella primera vez que lo viera en el podium y sus miradas se dijeran tanto al cruzarse verde contra azul. Sacudió su cabeza ante los recuerdos. «Todo eso es pasado, debo escribir la siguiente página de mi vida y él no está dentro de esa página»
En sus pensamientos por algún momento pensó que él la buscaría tal vez para tratar de explicar cómo le dijera aquel día. Las siguientes tres carreras una en Imola, Miami y España, en dos de ellas Terry se había adjudicado la Victoria y en la última de ellas había sido el equipo de RedBull, los ganadores dejando a Renault el segundo y McLaren en tercero. Candy estaba contenta de que Terry había despertado como piloto para correr como se debía y demostrar porque había sido campeón dos años atrás. Ese era su Terry. «Mi Terry, que estupideces estoy pensando» se reprendió por pensar así.
—¡Candy! —la llamó su hermano mientras ella empacaba para su próximo destino Mónaco, era un lugar al que no había vuelto desde el día que cometiera la estupidez de casarse, se lo repetía muy a menudo.
—¡Candy! Albert llamando al planeta Terryland, seguramente estás ahí perdida hermanita —soltó una carcajada el rubio.
—Eh.., ah... perdón me llamaste —respondió Candy quitando los audífonos de sus oídos—. ¿Porque te ries? ¡Qué te es tan gracioso!
—Nada hermana solo que seguro estabas en el país de las maravillas Terryland y seguro por eso no contestabas.
—¡Eres un tonto! —Tomó una almohada de la cama y se la aventó en la cara a su hermano.
Ambos empezaron a jugar como chiquillos hasta que se cansaron de jugar y quedaron recostados en la alfombra del cuarto mirando hacia el techo.
—Hace cuántos años que no hacíamos esto, ya no lo recuerdo, mi madre siempre entraba y se unía a nosotros en la guerra de almohadas.
—Si lo recuerdo Candy, estoy seguro que dónde ella se encuentre estará orgullosa de ti, yo estoy muy orgulloso de todo lo que has hecho, mi padre te amaba y no se equivocó en la decisión de dejar que estuvieras a cargo de esta temporada como ingeniero al mando.
—Lo sé y lo estoy haciendo por él, tu sabes que prefiero estar en la central de Renault, mi fuerte es la mejora de los motores. No me arrepiento de lo que hemos logrado y mucho menos el que corrí como piloto de la F1, fue una experiencia inolvidable tendré grandes historias que contarles a mi hijos, sin pensarlo acarició su vientre y recordó aquel embarazo que no se logró. «cómo hubiera sido escuchar tu voz diciéndome mamá» se preguntó
—Candy el tiempo es sabio, y las cosas pasan por algo —le dijo al verla pensativa y por instinto tocar su vientre—. Las cosas no fueron fáciles entre tú y Terry, no puedo creer lo que diré, en algún momento pensé que tú y él tendrían tal vez una segunda oportunidad pero parece que no es así, no te cierres al amor si llega alguien más a tu vida date una oportunidad.
—En estos momentos no puedo pensar en eso, ahora lo más importante es concluir este campeonato.
—Lo se pero si las circunstancias y la vida te ponen a alguien más en tu camino, por favor dime qué lo intentaras y te darás la oportunidad de ser feliz.
—Ash esta bien, esta bien no diré que no «tal vez ese dicho que un clavo saca a otro clavo sea cierto» pensó mientras le sonreía a su hermano pero por dentro su pecho le dolía al pensar que entre ella y Terry de verdad todo estaba terminando.
La siguiente carrera fue en Mónaco, por algún momento Candy pensó que tal vez Terry había tratado de esperar hacerlo en ese lugar pues ahí tenía dulces y apasionantes recuerdos de cómo habían decidido compartir su vida juntos. Pero no fue así, para sorpresa de muchos Redbull con Checo Pérez se adjudicó el primer lugar, segundo lugar la Ferrari y el tercero también fue de la escudería Redbull. McLaren y Renault habían quedado fuera del podium. Era como si Terry esta vez si hubiese entendido que no quería que la molestará más. Tal vez era el tiempo de que cada uno empezará a caminar por distintos caminos, la vida le había permitido reencontrarse con él para empezar a sanar y ser Feliz. Y aquella noche de pasión realmente había sido la despedida.
Terry hubiese querido tratar de hablar con Candy, pero después de aquella llamada donde escuchara la voz de su madre lo dejó demasiado confundido, sabía que lejos de poder arreglar algo con Candy, tal vez empeoraría las cosas como siempre lo hacía, parecía esa era la historia de su vida. Sabía que sentía un gran amor por ella, eso no era mentira; él no era lo que ella necesitaba realmente, lo meditó durante varias semanas. El verdadero amor no lastima no hiere, y él había hecho todo lo contrario.
El correr volvía a ser su único desahogo y lo único que de alguna manera le daba un poco de paz a su vida. Sin pensarlo llegaban a la mitad del campeonato su próximo destino era Austin TX, en el Circuito de las Américas.
Se acercaba el tiempo de enfrentar a aquella mujer que le hablara semana atrás cuando estaba apunto de tocar la puerta de la suite de Albert Ardlay. Recordó mientras miraba por la ventanilla del avión que lo llevaba a su siguiente destino.
—¿Quién habla? —pregunto sorprendido al recordar la voz de su madre. Aunque era muy pequeño cuando dejo de verla ese timbre de voz era inconfundible.
—Necesitamos vernos, —la mujer no pudo decir más pues él interrumpió.
—No sé quién sea y a qué están jugando; no seguiré este maldito juego.
—No es un juego, solo tengo que decirte, que temo por mi seguridad y la de mi hijo, cuando vengas a los estados unidos te prometo que estoy dispuesta a verte y explicar todo, puedes confiar en mi Terry, no soy tu madre, pero si alguien muy cercana a ti. Tengo una foto tuya de pequeño con un caballo blanco que te regaló tu madre, es una foto tuya y de Eleanor, tu llevas un traje azul para montar y ella te esta tomando de la mano -el recordo aquella fotografía regalo que le diera un día su madre con una dedicatoria.
—¿Cómo sabes todo eso? ¿Quién eres?
—Por favor déjame verte en persona, sé que hay una carrera próxima de la F1 en los estados unidos, yo viajaré a ese lugar y haré lo que tu digas, permite que nos veamos, donde tu lo decidas y con tus condiciones.
El silencio se hizo presente en el auricular. Terry pensó por unos segundos y respondió:
—Está bien, en ocho semanas estaré en Texas, en el hotel Four Seasons en el Downtown, por lo visto tienes mi número, llámame y nos veremos en el restaurante del hotel.
Quién era esa mujer, y que quería, como era posible que sonará su voz casi como la de su madre y sobre todo que es lo que quería se preguntaba, estaba a tan solo un día de descubrirlo.
En los Ángeles, madre e hijo empacaban para viajar al estado de Texas.
—¿Estás segura de querer hacer esto mamá?
—Si él debe saber que tiene más familia.
—Pero durante muchos años hemos estado bien así mamá, por qué buscarlo ahora.
—Hijo, debo hablar con Terry Granchester, él debe conocer la verdad.
—¿Pero cuál es la verdad madre? Y si Richard Granchester te quiere hacer daño, hemos vivido con miedo durante tanto tiempo.
—No te preocupes, si él hubiera querido hacernos daño supongo ya lo habría hecho, estoy en el punto de mi vida que tal vez creo todo lo que me dijo Eleanor fue mentira y estoy decidida a averiguarlo, ya me cansé de vivir así, quiero salir a la calle sin miedo.
—Pero mamá.
—No te preocupes Frederick, anda sigue empacando si no nos dejará el vuelo.
—Pero no quiero que te veas a solas con él, yo quiero estar presente.
—Si, tu estarás conmigo, lo conocerás, él es nuestra familia y si yo llego a morir o pasarme algo se que podrás contar con Terry Granchester.
—Como puedes decir eso, él ni siquiera me conoce.
—Cuando el nació tú tenías dos años, eres un poco mayor que él, en la fotos de las revistas de automovilismo ya lo debiste haber visto, se parecen mucho, sus ojos son iguales, los dos son muy guapos la diferencia es que tú eres más rubio como...
—Como tu, ¿no es así mamá? Y él se parece mucho a su padre. No puedo negar se que si nos miran juntos habrá quien diga somos familia, pero en realidad no lo somos y mucho menos con todo lo que la familia Grandchester te hizo sufrir.
—No hijo yo no quiero que guardes ningún rencor contra ellos y mucho menos contra Terry el es...
—Basta mamá, solo porque estás enferma acepto ésto, tal vez el hecho de aclarar muchas cosas te de paz y sirva para que mejores en tus tratamientos.
Elena abrazo a Fredy como ella le decía desde que era un bebé. Sabía que con el viaje que estaban apunto de realizar muchas cosas saldrían a la luz incluyendo su propio secreto, que de no ser por las noticias que le diera el médico unas semanas atrás, quizá jamás hubiera querido buscar al hijo de su hermana Eleanor.
"Usted tiene cáncer en fase terminal" recordó mientras las lágrimas empezaban a rodar por sus mejillas ante el abrazo de su hijo. Por qué él era su hijo lo había criado desde recién nacido.
—No llores mamá, te prometo pondré de mi parte solo quiero que hables con él y regresamos de inmediato a casa debes empezar tu tratamiento de quimioterapia.
Ella no le había comentado aún a Frederick que el doctor le había dicho era fase terminal.
Elena era la hermana gemela de Eleanor Beaker. A diferencia de su hermana nunca le gustó el protagonismo, ni ser la chica más popular de la escuela. Odio la primaria y secundaria pues siempre la confundían con su hermana y cuando descubrían quién era, las palabras de la gente eran: "Tu eres tan simple deberías parecerte a Eleanor"
Así que cuando llegó la época de la universidad pidió estar lo más lejos posible de ella. Se fue al otro lado del país en la Florida. Ahí se graduó como psicóloga hasta que un día su hermana Eleanor le llamó por teléfono. Elena no supo cómo consiguió su número de teléfono cuando miro su celular decía un número desconocido. Así que se animó a contestar y cuando respondió era la última persona a la que quería escuchar.
—¡Elena eres tú!
—Si soy yo Eleanor —contestó secamente al reconocer la voz de su hermana.
—Hermana necesito verte.
—Vaya después de varios años recordaste que tienes una hermana.
—Tu eres la que se alejo de mi Elena.
—Si, porque me cansé de que siempre me hiciste sentir menos, solo existía cuando necesitabas algo y supongo que es lo que necesitas ahora, tu no me buscarías sin un interés de por medio.
—Por favor déjame ir a verte a la Florida, necesitamos hablar.
Elena acabó cediendo a la petición de su hermana; efectivamente no se había equivocado Eleanor la buscaba por ayuda.
—¡Elena por favor ayúdame! Tu sabes que desde hace dos años he tenido algunos papeles en películas de Hollywood, y mi suerte ha llegado por fin tendré un estelar para el próximo año, me han dicho que el papel es mío, pero o sorpresa estoy embarazada de cuatro meses, empecé a tener mucha fatiga mi periodo siguió siendo el mismo, este embarazo está muy adelantado aunque no lo creas.
—Y yo que tengo que ver en todo esto Eleanor, hace años que no nos vemos, tu tienes tu vida y yo la mía.
—Si pudiera yo abortaría este bebé, pero me han dicho ya rebasó las semanas de gestación para intentarlo, así que lo tendré y lo daré en adopción él sería un estorbo en mi vida
—Definitivamente no has cambiado sigues siendo la misma ególatra de siempre solo piensas en ti, pero yo qué pinto en todo este asunto.
—En cuatro meses harán pruebas de la película solamente para vestuario y maquillaje, no me puedo presentar con una panza de ocho meses, perdería todo por lo que he luchado. Quiero que tú hagas esas pruebas. —Elena soltó tremenda carcajada.
—Esto es una broma de verdad Eleanor.
—No, no lo es, estoy hablando muy en serio, solo serán pruebas, sigues teniendo el mismo cuerpo que yo, le rogué a todos los santos que así fuera—. Te lo suplico ayúdame.
—Lo haré con una condición.
—La que tú quieras.
—Dame a mi a ese bebé en adopción.
—No, no lo haré jamás quiero saber de ese bebé arruinaría mis planes a futuro y conociéndote un día le dirás quien es su verdadera madre.
—No, no lo haré, soy una mujer independiente y soy lo suficientemente capaz de mantener un hijo y ser madre soltera.
Así es como Elena se había quedado con aquel pequeño. Desde el momento que nació y lo cargo supo que era su hijo, aunque no lo había llevado en su vientre, Dios y el destino habían confabulado para que llegara a su vida aquel bello bebé que le dió alegría a su vida. Solo que ahora esa vida se apagaba y no quería dejarlo solo, sabía que tenía un hermano y ese era Terry Granchester. Lo había investigado y sabía que desde hace varios años no tenía lazos con el duque de Granchester, no había nada que temer.
Elena durante muchos años, vivió atemorizada por lo que le contara su hermana la última vez que la viera y la supiera embarazada de su segundo hijo. Solo que está vez sí estaba feliz de estarlo se le veía enamorada o mas bien estaba asegurado una vida glamorosa llena de lujos. Eso es lo que siempre había querido. Solo que Elena prefirió callar que decirle que tal vez no era amor sino interés por ese Duque de Granchester.
—Richard sabe de la existencia de Franklin, si tú o él llegan a pisar Londres su vida corre peligro, él es capaz de matarlos con tal de que no se sepa el escándalo de que su esposa tuvo ya otro hijo, en la aristocracia se mueven intereses muy turbios, así que es mejor nunca nos volvamos a ver.
—No te preocupes Eleanor, nunca sabrás de nosotros. Yo no existo la prueba es que no llevamos el mismo apellido, tú usas el de mi madre y yo el de mi primer matrimonio fallido.
Así pasaron para ella más de veinte años escondida en la Florida creyendo que la Familia Granchester sería capaz de matarla si se enteraran de su existencia. Se enteró de la muerte de su hermana y lejos de dolerle sintió alivio, «soy de lo peor» se dijo durante varios años por sentirse así.
Pero ahora solo le quedaban unos meses de vida, debía enfrentar a Terry y contarle la verdad sobre su hermano y su madre y la maldad del duque de Granchester, si es que era verdad. Eso le pesaba mucho, no es que quisiera echarle tierra a su hermana. No sabía qué imagen tenía Terry de ella pero contar la verdad sería doloroso para ambos chicos, sobre todo para Franklin, lo sabía bien. Pero no había otra opción «Si tan solo está maldita enfermedad no fuera terminal, las cosas serían tan diferentes» pensaba mientras miraba por la ventanilla de automóvil
—Mamá..., Mamá..., ¿estás bien? La llamaba Frank.
—Eh... ah sí, sí estoy bien solo estaba recordando a mi hermana Eleanor, solo nostalgia hijo, voy a conocer por fin a mi sobrino. Estamos a punto de llegar al hotel. Hoy por la noche lo veremos.
—¡¿Yo también lo conoceré?! sí pero hasta que te mandé un mensaje de texto bajarás al restaurante, primero necesito hablar con él.
—Yo quisiera no conocerlo, para mí no son nadie, ellos te hicieron vivir con temor por tanto tiempo, no dudo que por eso tienes esa maldita enfermedad.
—¡Hijo!
—Es verdad madre todo esa preocupación te llevó a esto, solo quiero que hables con él y mañana mismo volvamos a casa, debes empezar tu tratamiento.
—Ay hijo tu no entiendes muchas cosas, se que muy pronto lo harás, solo te pido perdón y entiendas que eres mi vida y todo lo hago por ti.
—Hemos llegado —anunció el chófer del taxi.
Ambos, madre e hijo bajaban y admiraban el Downtown de Austin TX, se encontraban frente al hotel Four Seasons.
—¿Mamá acaso podemos pagar esto?
—Hijo solo se vive una vez, tu y yo no tenemos vacaciones desde hace mucho tiempo, disfrutemos este fin de semana.
Ambos caminaron por el lobby del hotel, era verdad que hace mucho no tenían un fin de semana como madre e hijo sin la preocupación del trabajo. Candy caminaba de igual modo por el lobby del hotel ella se había instalado desde la mañana cuando de repente miro aquella bella mujer blanca de ojos azules, ella la recordaba perfectamente en el cuadro colgado en la mansión de Richmond del duque de Granchester
«Esto es un broma, si debo de estar alucinando» la estrepitosa caída hizo voltear a la gente del lobby y el chico al lado de esa mujer corrió a socorrerla.
—¿Estás bien? —Candy quedó asombrada de ver que esos ojos, eran tan parecidos a los de Terry, solo que estos eran más gris azulado-. ¿Señorita está usted bien?
Candy no podía responder, la mujer se acercó a ella y preguntó de igual modo.
—¿Hija estás bien?
«Si es ella, no es tan joven como en el retrato pero estoy segura que es ella»
—Hijo creo que se golpeó la cabeza pide ayuda
—La mujer la ayudó a levantarse y como pudo logro llevarla a uno de los sillones del lobby.
—Yo... yo la conozco —masculló Candy con gran asombro.
