Disclaimer: nada de lo que podáis reconocer me pertenece, todo es de J.K.Rowling.

Capítulo 4: en casa.

Terminé el tercer día de la semana trabajando con ellos sin matarles. Lo cual me parece una gran proeza por mi parte y algo que debería de restar en las memorias de todo el mundo. Tendría que ser considerada como una heroína, sobretodo después de lo que pasó en el armario de pociones. No les he matado. Aún. No me preguntéis como. La cosa es que Black no me parecía tan insufrible, hasta parecía que se esforzaba… supongo que no querría volver a pasar por una situación en la que una paciente amenazara sus… bueno, sus cascabelitos.

Pero Potter es otro cantar. Encima de que me lo encasquetaron a la fuerza él no puede hacer nada para una convivencia más tranquila y sin malos rollos. No, claro que no, él tiene que besarme y hacer que mi cabeza esté hecha un lío. Pero, cuidado, no os confundáis eh! Ni que por un mísero beso yo fuese a cambiar la opinión que tengo de alguien. Sigo sintiendo lo mismo hacia él, es decir, le odio.

Lo que me jode es que ahora, incluso habiendo salido ya del hospital y sabiendo que lo tengo muy, muy lejos, no paro de pensar en lo que ha pasado en ese armario y en mi poca capacidad de reacción.

¡Si es que no he sabido hacer nada! Nada de nada, ni siquiera apartarme o pegarle, o… ¡yo qué sé! Además, tampoco ha habido reacción posterior por mi parte ni por la suya. Ni siquiera le he insultado ni le he mandado una mirada asesina de las mías. Me he limitado a evitarle y he exagerado al máximo mi tono formal con él para que no crea que por el simple hecho de que su lengua haya estado en mi boca, cambiará nuestra "relación".

No se lo he comentado a nadie… cuando hemos vuelto del armario de las pociones, Gracie trataba de explicarle a Black que no todas las enfermeras eran unas busconas así que ella ha agradecido nuestra llegada.

.- ¿Porqué has tardado tanto?-me preguntó al oído. Pude notar en su voz un ligero tono de histerismo. Además de que me ha tuteado. Jamás había logrado que me hablara de tú. Y odio que la gente haga eso. Por el amor de Merlín, tengo veintitrés años… no me gusta que me hablen de usted, me hace parecer mayor.

.- Me ha costado de encontrar el bezoar.-inventé sobre la marcha.- Te veo algo histérica…-murmuré con sorna, al ver que Black le sonreía seductoramente.

.- Tenías razón.-ha dicho. Ah, como me gusta que me digan esta frase.- Es un pelmazo, le das un poco de conversación y ya se cree que pierdes el culo por él.-explicó con un susurro cansado.

.- No hace falta que me lo expliques.-repliqué yo, también cansada.- Menos mal que ya se acaba el día que si no… No quiero ni pensar lo que podría pasar si nos los llegan a mandar durante la semana de guardias ¡eh!- dije, sin pensar en que soy realmente gafe.

.- Uf, tienes razón- dijo Gracie.- Tener que aguantarlos veinticuatro horas seguidas sería un suplicio.

Dios mío, ahora que lo pienso, habría sido horrible. Durante la semana que tenemos guardias, que suele ser una por mes, tenemos que quedarnos las veinticuatro horas en el hospital durante los siete días de la semana. Por supuesto, tomamos pociones revitalizantes y solemos tener una sala habilitada para echar cabezaditas pero, de todas formas, es realmente agotador. Imagínate si la cosa se agrava teniendo a ese par de por medio.

Pero, a pesar del incidente de tener la lengua de Potter en mi boca, tengo que decir que el día de hoy ha sido estupendo. He hecho posible un parto. Gracias a mí, hay una niña en este mundo. Pensaba en eso mientras me tomaba un merecido baño caliente cuando oí que alguien llamaba al timbre de mi puerta.

.- ¡Ya voy!-grité alegremente mientras convocaba una toalla y me sacudía las gotas de la piel.

Mientras me ponía el albornoz, el timbre seguía sonando. No hay cosa que me moleste más que la gente que se impacienta. Y dirás, pues has hecho bien queriendo ser sanadora, ¿no? Pues no, resulta que los enfermos son las personas menos pacientes del mundo (tiene gracia ahora que lo pienso… los pacientes son impacientes… ¿qué? ¿No ha tenido gracia? Vaya…).

La cosa es que fui a abrir la puerta murmurando imprecaciones hacia el que se atreviera a esperar fuera. Llevaba el pelo mojado y suelto, cosa poco común en mí puesto que normalmente lo llevo recogido en una coleta o un moño para que no me moleste. Pero ahora lo llevaba suelto y encima mojado por lo que se me empezaba a rizar.

.- ¡Que ya voy!-grité, con mi paciencia absolutamente agotada.

Ojalá no hubiera abierto la puerta. Ojalá, ojalá, ojalá… pero lo hice. Y metí la pata hasta el fondo haciéndolo. Supongo que no hace ni falta que os diga quién había al otro lado.

.- ¡Tú!-grité, tan sorprendida que casi pierdo el albornoz. Menos mal que lo llevaba bien anudado.- ¿Qué coño haces aquí?-le pregunté a grito pelado.

.- He venido a visitarte.-dijo pasando hacia dentro de mi casa sin ser invitado.- Tienes un apartamento muy bonito…-observó, al mismo tiempo que cruzaba el pasillo sin percatarse de mi cara de enfado.- ¿Estabas en la ducha?-preguntó.

Sacudí la cabeza, todavía sin creérmelo. James Potter estaba en MÍ casa y yo estaba en albornoz. Teniendo en cuenta mi poca capacidad de reacción en el armario de las pociones, la situación podría llegar a ser peligrosa.

.- ¿Qué quieres, Potter?-dije marcando mucho el "qué" y el "Potter".

.- Ya te lo he dicho, vengo a saludar.-dijo, girándose por fin y viendo mí cara de mala leche.- No es nada malo querer saludar a una amiga, ¿no?

.- Con la salvedad de que no somos amigos, Potter.-le espeté yo, sin ninguna consideración.

Él hizo una mueca molesta con los labios. Supongo que después del beso se consideraba algo así como un amigo con derecho a roce. Pues no, ya se lo podía estar quitando de la cabeza.

.- ¿Qué es lo que quieres?-le volví a preguntar, aprovechando que había parado de dar vueltas por el salón.

.- He venido a pedirte una cosa.-me dijo, empezando a andar de nuevo. Bueno, lo que hacía en realidad era rebuscar entre mis cosas e ir abriendo las puertas de las distintas habitaciones mirando lo que había en su interior.- Necesito que me des la dirección de Gracie.

¿La dirección de Gracie? ¿La enfermera? Vale, confieso que eso me decepcionó pero solo un poquito. No os confundáis eh, en realidad me importa un comino lo que Potter haga fuera del hospital. Lo que pasa es que me pareció raro después de lo que había pasado en el armario de las pociones.

.- ¿Para qué quieres la dirección de Gracie?-le pregunté, tratando de ocultar mi decepción. Que no es que me importara, lo repito. Es pura y simple curiosidad.

.- Para Sirius.-contestó él, haciendo que me sintiera extrañamente aliviada. Cosa que, repito, no significa nada de nada.

.- Sí, hombre. Para que la acose.-como tú haces conmigo me gustaría haber añadido. Pero no lo hice. Me sentía extraña al querer hablar del asunto por lo que ese episodio todavía no había sido contado a nadie. Por mi parte, claro.

.- ¿Qué dices?-se picó, molesto. Que susceptible… ni que hubiera dicho alguna mentira.

.- ¿Perdona?-le pregunté, levantando una ceja.

.- ¿Por qué tendría que acosarla?-me preguntó.- ¿Acaso lo ha hecho alguna vez?-me preguntó.

En ese momento me paré a pensar… cierto, Sirius jamás había acosado a nadie, al menos no de la misma forma en que James me acosaba a mí. Lo cierto es que, por mucho que me pese, a ninguno de los dos les había hecho falta nunca… así de crecidito estaba su ego, claro. Lo que pasa es que cuando James me encontró a mí resulté ser la horma en su zapato cosa que hizo que no hiciera más que perseguirme.

.- No.-reconocí. Pero no pude evitarlo, tenía que añadir:- él no.-dije, dejando bastante claro que era él el que solía acosar a la gente.

.- ¿A qué te refieres?-preguntó captando rápidamente mi implícita acusación.

.- Ya sabes a qué me refiero.-bufé, empezando a cansarme de esa conversación.

Sin embargo, no parecía que él tuviera muchas ganas de dejar de hablar conmigo, es más, se acababa de acomodar en el sofá y me miraba con ojos calculadores.

.- Que yo sepa, no he recibido muestras de que eso te molestase…-soltó, haciendo que yo enrojeciera furiosamente. Será cabrón… mira que echarme eso en cara.

.- ¿No fueron suficientes para ti mis doscientas negativas (por lo bajo) en las veces que me pediste salir?-espeté, en lugar de quedarme callada. Sobretodo porque sabía lo que venía ahora mismito.

.- No me refiero a esas muestras.-dijo, sonriendo de medio lado, anticipándose a mi reacción al saber lo que estaba a punto de decir.- sino a las pocas muestras de rechazo que he recibido en el armario de las pociones.-soltó, aguantándose una carcajada de triunfador.

.- Ya está bien.-murmuré yo, cabreada.- Vete ahora mismo de mi casa, Potter, suficiente tengo ya aguantándote en San Mungo.-le dije, con muchísima más paciencia que la que tenía en realidad.

.- ¿Por qué?-preguntó desilusionado, como un niño al que se le niega un capricho y no entiende el motivo.

.- ¿Por qué? ¿Tú eres tonto, Potter?-le espeté, estrujando el cinturón de mi albornoz deseando que fuese el cuello de Potter.

.- No, la verdad es que no lo soy…-contestó él, inocentemente.- Oye, ya me empiezo a cansar de tanto insulto por tu parte, eh…-dijo señalándome con el dedo con expresión inquisitiva como suele hacerlo el señor Sullivan.

.- Es que no te mereces otro trato, al menos por mi parte-le dije, altiva. Si es que soy más chula yo…

.- Bueno tampoco te pases… te defendí bastante de Snape en Hogwarts.-dijo alborotándose el pelo como solía hacer entonces.

.- Resulta que yo no necesitaba ser defendida por nadie… tenía mis recursos.-dije yo, sin creerme lo que oía. Es más, si era yo la que solía defender a Snape de ellos… ¿Pero qué me estaba contando este?

.- Venga ya, Lily.- me picó él.- Si tus métodos eran hablar para defenderle, ya sabes que no te servían para nada.-soltó. A lo que yo le mandé una mirada asesina.- ¡Pero si terminaba insultándote!-se defendió de mi mirada.

.- Dejemos el tema ya, por favor.-dije yo, consciente de que llevaba las de perder.

Es que es verdad, pensémoslo un poco… Yo me metía en medio de las discusiones, exhibiendo mi chapita de delegada y defendiendo con ímpetu al, ahora, ex Slytherin. Y no tenía porqué pero lo hacía, más que nada para llevarle la contraria a Potter. Se la tenía jurada des de que me tiró al lago en primero y esa era mi forma de demostrarlo. Pero la cosa solía acabar mal porque Snape no sólo no me agradecía que le defendiese sino que, encima, me insultaba.

.- Vale, volvamos a lo que ha pasado hoy.-dijo, para mi desgracia.

.- De eso nada, lo que tienes que hacer es largarte Potter.- solté, levantando un brazo y señalando a la puerta para darle más ímpetu a mi orden.

.- ¿Por qué?-preguntó él sin entenderlo.- si estamos muy bien aquí…

.- Estarás bien tú.-solté yo, casi tiritando y con el pelo chorreando.- yo me estoy helando.- le hice ver.

.- Es verdad.-reconoció él, percatándose de mi estado.- Será mejor que vayas a vestirte y así te calmas un poco.-me sugirió, aposentándose mejor en MI sofá.

Me sacó tanto de mis casillas que terminé por hacerle caso. En realidad, casi era una sugerencia bastante válida ya que, si lo consideramos fríamente, el hecho de que SÓLO llevara encima mi albornoz, me dejaba en una posición bastante precaria en el caso de que me decidiera a usar la fuerza bruta para sacarle de mi casa.

Eso sí, cerré mi puerta de las mil maneras posibles para que, en caso de que quisiera entrar, le llevara más de dos horas lograr quitar los cerrojos mágicos que había conjurado.

La cosa es que cuando salí de mi habitación, él estaba lidiando con los botones de la televisión. Fue divertido verle tocando los botones del mando, mirándolo por todos los ángulos y abriendo la tapa de las pilas. Pero lo mejor fue el bote que pegó al tocar el botón de encendido. Me reiré toda la vida. Pobre, supongo que no habrá visto un televisor en toda la vida…

.- ¿Qué es esto?-gritó apuntando con la varita a la pantalla del televisor. Había pegado un bote impresionante y, a los cinco segundos ya tenía la varita en la mano y estaba apuntando al televisor como si se tratase de un enemigo mortal. Lo más irónico fue que en ese momento estaban dando una peli de dibujos animados, Bambi para ser más exactos.

.- La tele.-contesté yo, aguantándome las carcajadas. Mentira, no me las aguanté.

.- ¿Y qué es eso?-volvió a preguntar.

.- Un medio de comunicación muggle.-sinteticé. No tenía ganas de explicarle el funcionamiento del aparato y, además, mis conocimientos en mecánica muggle eran prácticamente nulos.

.- ¿Y para qué sirve?-siguió preguntando.

.- ¿La palabra comunicación no te sugiere nada?-espeté, irónica.

.- Oh, bueno, perdone usted, señorita inteligente. No todos tenemos la suerte de nacer hijos de muggles.-dijo él, ofendido. Vale, reconozco que igual fui un poquito brusca (un poquito nada más, eh!) pero es que la pregunta se las traía.

.- Esto es una película.-le expliqué, señalando a la pantalla. Justo en ese momento salían las letras y acababa de empezar.

.- ¿Cómo se llama?-preguntó, mirando fijamente las praderas verdes.

.- Bambi.-contesté casi por inercia.

Y así, a lo tonto, empezamos una conversación de besugos, viendo la película. Total, que terminamos llorando a moco tendido cuando la mamá de Bambi se moría y luego riendo con las monerías de Tambor. Y lo peor de todo es que me lo pasé muy bien y me olvidé por completo de echarle de mi casa. Algo horrible, lo sé.

Ya pasaban de las diez de la noche cuando nos dimos cuenta de la hora que era. Y lo más incongruente de todo es que nos lo estábamos pasando bien. Me lo estaba pasando bien. Con Potter. Repito, pasándolo bien con Potter. La realización me llegó como una bofetada. Empecé a recoger la mesa de delante del sofá y murmuré mil excusas por las que debía largarse ya. Como es natural en él, no me hizo ni puñetero caso.

.- Venga Potter, márchate ya.-le pedí, con tono cansado. En serio, lidiar con este cabezón es realmente agotador.

.- Resulta que no puedo irme.-dijo, como si con esto lo arreglara todo.

.- ¿Qué significa que no puedes irte? Claro que te vas, ahora mismo.-dije. Para dar más fuerza a mi orden fui directa hacia la puerta y se la abrí.

.- No lo entiendes.-dijo, rascándose la cabeza con aire culpable.- No es que no quiera irme (que realmente no quiero) sino que no puedo. Ahora mismo no podré volver a mi casa.-me aclaró, tras lo cual yo me quedé igual de desconcertada.

.- ¿Qué quieres decir?-pregunté cerrando la puerta y acercándome al salón des de donde él me hablaba.

.- No puedo utilizar la red flu porque, a estas horas, mis padres han cortado la conexión. No puedo aparecerme porque eso es imposible en el Valle de Godric.-prosiguió.- Tampoco puedo ir en escoba porque no la tengo aquí y, finalmente, no puedo ir en autobús noctámbulo porque está estropeado.-enumeró.

Tras lo cual no pude añadir nada. Porque sabía que él tenía razón, al menos en eso del autobús noctámbulo. En lo demás, tampoco podía estar segura de que no me estuviera mintiendo pero, por alguna razón, le creí. No sé, supongo que el hecho de haber visto Bambi con él me ha ablandado un poco.

.- Pues te vas andando.- pero tampoco tanto, no os creáis.

.- ¿Andando? ¿Tú estás mal de la cabeza o qué?- esa fue su respuesta. Cosa que, como comprenderéis, no hizo que reconsiderase mi propuesta.

.- No, ya te puedes ir.-le solté, volviendo a abrir la puerta.

.- Ni hablar.-contestó él, agarrándose a los cojines de mi sofá como si le fuese la vida en ello. Que en cierta manera, le iba la vida en ello como yo me enfadase demasiado.

Total, que terminé mandándole un petrificus totallus y lo encerré en una habitación en desuso. Y allí se quedó toda la noche (o se habría quedado toda la noche) si no fuese por mi gran consideración. Al final fui y le quité el hechizo pero le dejé encerrado. Obviamente no me fiaba de lo que podía hacer mientras yo estaba dormida así que….

Hasta aquí por hoy.

Os congratulará saber que ya he terminado los examenes y sólo quedan las recuperaciones (que aún no han sido anunciadas… crucemos los dedos a ver si hay suerte…)

En fin. Nos vemos pronto (espero)

Bye!

AnnaTB