ERO
Deseo
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No es difícil comprender el deseo, es algo que yace en la parte más primitiva que poseemos e impulsa a tomar aquello que se remueve por dentro. El deseo es llano, no se aplaca porque le diga que no exista, puedo adormecerlo, sin embargo no encuentra un final hasta que lo sacio. El deseo fustiga la mente hasta que ceder es la única opción.
Lo sé.
Lo reconozco.
Lo vivo.
Lo siento, ahora que me yergo sobre ti y te aplaco como la bestia herida lo hace ante el cazador que no ha podido detenerla. Me deleito en la cadencia con que entro en tu cuerpo y te abro, notando los espasmos desiguales que el mismo deseo ha sembrado en él. Te escucho murmurar palabras inconexas que se albergan en el hueco de mi cuello mientras te sostengo pegada a mí. Eres tan dulcemente salvaje cuando te allano y cedes al deseo que tú misma has incubado en el vientre.
InuYasha —despliegas mi nombre y el temblor de tu voz se despliega por mi cuerpo como un catalizador que me incendia.
Kagome —te devuelvo el ansia y la sensitiva carga que mi voz oscurecida.
Anhelo sentirte vibrar, sacudirte en estremecimientos que la fuerza de mis entradas te entreguen. Empujo mi cadera hacia el espacio entre tus piernas y la humedad acoge nuestros movimientos para crear una fricción maravillosa que nos va llevando, poco a poco, a ese punto en que el deseo se hace pleno y brilla hasta morir.
Quiero murmurar aquello que el deseo no consigue contener, aquello que lo aviva y aplaca a partes iguales, convirtiéndolo en un simple estado de paso; transformándolo en algo complejo y superior.
Me alzo sobre los antebrazos y busco tu mirada obnubilada y enmarcada por el blanco de mi pelo, que nos resguarda en una intimidad aún mayor que la conseguida en esta habitación. Me observas y suspiras una sonrisa que no consigue cuajar en tus labios. Te escucho gemir en agonía, ante la sensación que tu cuerpo experimenta por mi última embestida. Te beso y el deseo ahora me oprime el vientre y empuja y ansía y yo le permito que se desencadene finalmente, para de ese modo obtener liberación.
Los movimientos de tu cuerpo buscan con tanto ahínco como el mío y nos envolvemos en el mantra de nuestras suplicas. Escucho la forma en que se concadena tu voz con la mía y ésta con la tuya nuevamente. Siento tus uñas clavarse en mis hombros y tus piernas se anclan a mi cadera; te aferras a la poca razón que te queda. Del mismo modo te abrazo y te beso y ahora son mis declaraciones inconexas las que albergo en el hueco de tu cuello. Y en conclusión, tiemblo bajo las descargas brutales del deseo que tú me devuelves con estertores que claman por la sobrevivencia.
No es difícil comprender el deseo, cuando atenaza al cuerpo y busca una liberación a través de él. Lo complejo es comprender el deseo cuando muta y se convierte en la llama viva que se me instala en el pecho clamando por abrazarte sólo para saber que existes.
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N/A
Un pequeño instante erótico que he querido compartir porque amo escribir este género. Espero que lo disfrutaran y que me cuenten.
Besos
Anyara
