ERO

Sutil

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Existe una sutil delicadeza en el aire nocturno que entra por la ventana en las últimas noches de verano. El aire cuenta cosas; trae consigo el aviso de las horas que la noche va capturando para sí y de la manta que tendremos que acercar al futón antes de dormir. Esa misma sutileza, de historias contadas con detalles, es la que usas cuando esperas que las horas previas al sueño se extiendan y las dediquemos a las caricias y a los besos y a las declaraciones que éstos arrancan a nuestra emoción.

Así como ahora que me sostienes entre tus manos y siento el toque sutil de tu pulgar que sube y presiona sobre el canal inflamado de mi pene. Me enfoco en tu mirada castaña que me observa insistentemente, como si quisieras leer en mis ojos la intensa excitación que me produces.

Suspiro.

Siento la sacudida de un temblor que el aire fresco que entra por la ventana me arranca, en contraste con el calor incendiario que vas consiguiendo en mi piel. Extiendo la mano y con las yemas de los dedos te toco la curva del cuello en un roce que se asemeja mucho a la sutileza que intentas con tus propias. Deslizo los dedos por el hombro, notando la suavidad de la piel, y bajo desde ahí a la clavícula y luego al pecho, para regodearme en la prominencia de su forma, hasta tocar el pezón.

Sólo en ese momento te veo perder la compostura y aceptar que también hay algo que te causa debilidad.

El tiempo juntos nos ha enseñado a jugar muy bien a esto.

—Puedo hacer más —dices, cuando te recuperas de aquel ascenso en tu excitación.

—Sé que puedes —confieso y contengo el aliento cuando tomas mi sexo con ambas manos.

—¿Quieres que lo haga? —tu voz es un canto travieso que me cuenta que esta noche el sueño nos llegará tarde.

—Siempre —respondo y noto la profundidad en mi propia voz.

Veo que las pupilas se te dilatan y el vello de tu piel se eriza ante mi declaración.

El volumen de tu pecho va a descansa sobre mis muslos, ocasionado una nueva elevación de mi ansia. Tus labios besan la punta de mi pene con un contacto suave sobre la piel fina de esa zona; aquello es suficiente para que se me tensen todos los músculos. Separo los labios en reflejo cuando tú también lo haces y noto el modo en que comienzo a tragarme el aire en el momento en que mi sexo se va perdiendo en el interior de tu boca.

—Kagome —por medio de tu nombre expreso las sensaciones de sentirme hundido en la profundidad de tu boca.

El calor es impresionante, cierro los ojos y busco un punto para sostenerme en el espacio que me circunda, para no perderme con tal premura en la embriaguez del deseo. Te escucho respirar por la nariz y con dificultad, negándote a soltar el bocado que ahora soy. Te sostengo con ambas manos por la cabeza y así rompo finalmente con todo lo sutil.

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N/A

Creo que este momento debería tener una continuación

¿Qué dicen?

Gracias por leer y comentar

Anyara