Hola, hola! Este one-shot participa en la Dinámica del amor de la página Mundo Fanfics RyI.

Con todo el amor del mundo para ustedes.

Les recuerdo que los personajes le pertenecen a la increíble mangaka Rumiko Takahashi. En cambio, la trama de este one-shot es de mi autoría.

Cuidarte

Su suerte no podía ser peor, toda la familia ya se había preparado para irse de viaje a la playa, pero ahí estaba ella con una terrible irritación ocular y con el rostro enrojecido. Todo porque el maestro Happosai había adquirido unas hierbas "mágicas".

La tarde anterior, el viejo maestro se dispuso a seguir las instrucciones de un paquete que contenía diferentes hierbas secas. Primero debía hacer un círculo con piedras de río, en medio de aquella figura hacer una fogata con siete finos maderos de cerezo y 7 carbones grandes, una vez el fuego este encendido agregar el contenido del paquete para que las hierbas se consuman por completo. Finalmente, el interesado debía saltar por encima de la hoguera catorce veces dejándose impregnar por el humo. Dicho ritual lo acercaría a cumplir su mayor deseo.

Es obvio decir que el maestro Happosai cumplió a cabalidad con las instrucciones del paquete, de no ser por aquella prenda interior rosa que se cruzó en frente de él cuando estaba por hacer su décimo tercer salto. Embobado levantó sus manos alcanzando la minúscula tela de encaje.

- ¡Qué bonita eres! - exclamó el maestro acariciando la tela con delicadeza, y con un brillo inusual en los ojos. -Te llevaré conmigo, no mereces estar solita- canturreó llevándose la prenda a la mejilla y alejándose del lugar dando brinquitos de alegría por el regalo caído del cielo, olvidando por completo la actividad que estaba haciendo.

-Qué raro...- exclamó una extrañada Akane al llegar al jardín, -creí que cayó por aquí. ¡Pero qué!

La fogata llamó su atención, pues proporcionaba un humo blanquecino y ligero. Se acercó curiosa y se percató del olor... ¡Era repugnante! De inmediato se cubrió la nariz, tomando la decisión de apagar el fuego. Miró a su alrededor encontrando una cubeta, a la cual llenó con agua, y aun con su mano protegiendo su olfato, vertió el contenido sobre las pequeñas llamas. La reacción que hubo después de aquel acto fue magistral, una azulada humareda se elevó ampliamente golpeando a Akane directamente a los ojos. Una contraindicación del uso de las hierbas mágicas, y es que no debían ser apagadas con agua, pero eso ella no lo sabía. Pobre Akane, cerró sus ojos con fuerza al sentir el contacto del humo contra su rostro, en vano trató de alejarse porque apenas pudo dar dos pasos antes caer al suelo inconsciente.

Akane despertó con los primeros rayos del sol que se filtraron por su ventana, sus ojos le ardían y lagrimeaban ligeramente, tenía una fuerte picazón en ellos que automáticamente movió sus manos para darles alivio, mas algo cálido la detuvo. Con sorpresa se permitió abrir sus ojos encontrándose con Ranma.

-Ni lo pienses. - le advirtió. Ella aun no salía de su estupor, ¿por qué Ranma estaba con ella, en su habitación?

-Ra... Ranma, ¿qué pasó? ¿Qué haces aquí? ¿Qué hora es? ¿Y el viaje? - preguntó alarmada con la intención de sentarse en su cama. No obstante, Ranma la sujetó por los hombros ejerciendo un poco de presión en su cuerpo para que se mantenga acostada. Ella frunció el ceño y se dejó recostar, no entendía nada.

-Despreocúpate por el viaje, no iremos.

- ¿Qué dices? - cuestionó ella. - Pero...

Él suspiró con pesadez, - El doctor Tofu fue muy claro con sus instrucciones, lo mejor es evitar el mar, la arena y la brisa marina, además... -Le dirigió una mirada burlona,- no creo que quieras salir con el rostro enrojecido.

- ¿¡Qué!? - Se sorprendió ella que a tientas alcanzó un espejo de mano. Lo que vio la dejó sin habla, nunca había visto su rostro de aquella manera, tenía pequeñas manchas rojas ocupando diferentes zonas de su piel, sus ojos estaban irritados y achinados. Su estado era deplorable, le invadió la vergüenza, ¿cómo pudo Ranma verla así? Sin pensarlo dos veces se escondió bajo las mantas. Ranma, en cambio, miraba divertido la escena, aunque... Recordó todo lo que Akane había hecho por él en el pasado; ella siempre se mostraba amable, esta era su oportunidad, podía burlarse como lo hacía habitualmente o mostrarle que podía tratarla bien. Podía demostrarle que la quería y se preocupaba por ella. Debía controlar su bocaza. Hacer un esfuerzo.

- ¿De qué te escondes, Akane? - Él se sentó en la cama, lo suficientemente cerca de ella, dirigió su mirada a la ventana dejando que su corazón actuara... Y dijo lo que nadie creería que fuese capaz de decir. -Me sigues pareciendo bonita. -Lo dijo, ¡lo dijo! Su corazón latía con fuerza, pero por fin se atrevió a decirlo. El color subió a su cara tan rápido que sintió la necesidad de levantarse y huir.

-Te... Te traeré algo de comer- replicó antes de salir de la habitación a toda prisa.

¿Lo había oído bien? Ranma dijo que le seguía pareciendo bonita, una risa infantil escapó de sus labios. Los latidos de su corazón mantenían un repicar agitado, pero agradable ¿Bonita, pese a todo? ¿De verdad, bonita? Por un momento imaginó que la llamaría fea o se burlaría, pero no, no fue así. Se sentó apresurada en su cama sonriendo risueña hasta que vio algo en su escritorio. Un tubo de pomada ligeramente aplastado, lo tomó entre sus manos inspeccionándolo, fijándose en que la fragancia de éste era igual a la que la rodeaba; sin lugar a dudas el producto ya había sido aplicado en su piel cuando ella dormía.

De pronto, la menor de los Tendo se sintió inquieta y culpable, preguntándose si era correcto que la familia haya sacrificado el viaje a la playa; no era justo, habría entendido que se hayan marchado sin ella porque bien sabía la ilusión que todos tenían por darse un merecido descanso cerca del mar. Apesadumbrada se levantó de la cama, salió de la habitación y bajo las escaleras con lentitud. ¡Qué miserable se sentía! Dio un último suspiro al encontrarse en frente de la puerta corrediza del comedor y finalmente, se decidió a abrir.

-Buenos días...- saludó con alegría y cerrando los ojos; no obstante, no recibió respuesta. No había nadie allí.

-Vaya, decidiste bajar- interrumpió Ranma que llevaba una bandeja con el desayuno. ¿Qué era lo que estaba pasando? ¿Dónde estaban todos? Al parecer el ojiazul se percató de la incertidumbre de la joven que rápidamente explicó sin mirarla a la cara- Solo estamos tú y yo en casa, convencí al resto de que viajaran... Alguien debía cuidarte.

Esta vez fue el turno de Akane para sonrojarse. Entonces, fue él quien le aplicó la crema en el rostro y quién decidió quedarse en casa a cuidarla. Una hermosa y tierna sonrisa se formó en sus labios, se acercó a Ranma y depositando un casto beso en su mejilla susurró un delicado gracias. ¿Era un sueño? En definitiva, no lo era. Su Ranma siempre la cuidaba y protegía, así eran ellos, siempre habían sido así. En las buenas o en las malas estaban juntos, demostrando de esa manera lo mucho que se querían. Así era su amor, lleno de sencillez, gratitud y apoyo incondicional.

- ¡Sí! Bueno, de nada... - Tartamudeó nervioso,- vamos a desayunar.

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Fin

Hasta aquí el one-shot, espero que les hayas gustado. No olviden dejarme su review.

All the love. xx