Interludio

Una vez, hace mucho tiempo. En esos días donde las estrellas que brillaban en el cielo eran jóvenes, y no tan numerosas como lo son ahora. Los dioses del orden y la luz, compitieron contra los dioses del caos y la oscuridad. Todo para ver quien controlaba la creación.

La lucha fue encarnizada, en ambos bandos hubieron gloriosas victorias y devastadoras derrotas. Pero al final, no hubo un bando que pudiese imponer su dominio sobre el otro.

Al final los dioses se cansaron, demasiada sangre divina se había vertido, tanta que la propia creación comenzaba a ahogarse en esta. Por eso los dioses acordaron un alto al fuego. Y por milenios discutieron si había una mejor forma de decidir el destino de la creación.

Al final los dioses acordaron usar dados, un par de simples dados, creados por manos mortales, y que nunca serian imbuidos en poder alguno. Luego los dioses moldearon a sus campeones, el tablero de juego seria la propia creación, la cual se estaba aun reconstruyendo de la batalla pasada.

Este es el origen del llamado; "Gran juego"

Con el tiempo los dioses se dividieron en grupos más pequeños, después de todo estos "peones" que luchaban por la gloria del dios que los había seleccionado. En la victoria o la derrota, la tentación o la fe, la vida o la muerte, de alguna forma se fueron ganando el cariño de sus creadores.

Y así el juego que se supone debería haber servido para seleccionar a quien regia el mundo, termino perdiendo su propósito.

-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-/-

Dos figuras estaban sentadas, una frente a la otra, con una mesa de mármol negro entre ellas. Cada figura estaba proyectando sobre su oponente sombra y luz por igual, la única fuente de iluminación era un cristal que flotaba en el aire, exactamente en el centro de la mesa.

Sobre la mesa, justo debajo del cristal, se podía ver un mapa en espiral, el cual estaba cubierto de innumerables cartas y piezas. Este era el resultado del ultimo juego que se había estado jugando, durante más tiempo que cualquier alma viviente pudiese recordar, afortunadamente la mayoría de estas fichas no estarían incluidas en su juego.

La primera figura se acercó a su maso de cartas, con una mano envuelta en un guante de metal negro y sacó la primera carta. Con una risa cruel, puso su rostro visible frente a él, revelando al Señor de la Piedra.

-Admítelo, no te lo esperabas.

El adversario hizo una mueca de angustia y dolor cuando la carta fue colocada en el camino de su carta de Soñador Azul. Su carta no sería suficiente para destruir al Señor de la Piedra, además, el poder del Señor de la Piedra lo debilitaría, y lo expondría a la manipulación más adelante en el juego.

-Lo admito, estoy un poco oxidado en esto.

La segunda figura se acercó a su maso, su mano cubierta por un guantelete dorado y blanco. La carta que robó fue La Guardiana de Altomare, y su oponente vestido de negro gruñó al ver semejante carta en la mano de su oponente.

Después de una cuidadosa consideración, el jugador blanco dejó la carta fuera del tablero, era un movimiento arriesgado, pero con este movimiento se había asegurado tener una cuerda salvavidas en caso de que su peón cayese. Además, si la jugaba correctamente el valor de la carta podía aumentar drásticamente más adelante en el juego.

-Jugada con suerte, no esperes que se repita… caballo deforme.

-La suerte no tiene nada que ver, eh jugado este juego desde mucho antes que los sueños de los caídos te diesen forma… Pequeño bromista.

Ambos jugadores se miraron fijamente, si no fuese por los antiguos pactos, ambos se hubiesen lanzado sobre el otro. Lamentablemente ambos estaban atados, por lo que el juego seguiría.

La siguiente carta que se robará fue el Señor del Hierro, a quien el jugador negro colocó en medio de la Corte Corrupta. Este movimiento hizo que el jugador blanco levantase una ceja.

- ¿No vas a reclamar la lealtad del Señor de Hierro?

Pregunto con gran incredulidad el jugador blanco.

- ¿Por qué? Ya es una carta corrompida, no hay necesidad de gastar mis valiosos recursos en asegurar la lealtad de un mortal, que igualmente solo ve por su veneficio.

El jugador blanco le dio la razón, el Señor del Hierro ya había sido corrompido, aun así, el lugar donde la coloco no le traía ningún veneficio ninguno de los jugadores.

El juego continuo, y el jugador blanco logro sacar a el Guardián de un Solo Ojo. El jugador negro gimió al ver tan valiosa pieza en manos de su adversario. Pero lo que siguió fue peor, el jugador blanco revelo su carta boca abajo, Señor de las Pesadillas. Con este único movimiento había barrido a su Señor de la Piedra del juego, además de que logro proteger su carta de Soñador Azul, el cual, aunque corrompido, su presencia seguía firme en el campo.

En venganza el jugador negro levanto una carta boca abajo también, Madre Solitaria, esta carta hizo que su oponente gruñese en impotencia, su carta de Soñador Azul ya no podía ser salvada, la controlaría algunos turnos más, pero eso era todo, perdería su lealtad mas temprano que tarde.

El jugador blanco movió su mano listo para reclamar una nueva carta, pero algo le llamo la atención ¿Por qué su oponente estaba tan obsesionado con su carta de Soñador Azul? no era la ficha particularmente poderosa del tablero. Con esa duda en su cabeza, saco una nueva carta, Vinculo Irrompible. No era una carta que pudiese jugar, por lo que la rompió. Grave error. La carta no había terminado de desaparecer cuando el jugador blanco pudo ver su error.

-Me tendiste una trampa.

El jugador blanco derramo una lagrima al ver que, pese a su estado debilitado, su Soñador Azul logro detener al León Codicioso. A un alto precio claro está.

-Te la tendiste tú mismo, no confiar en los peones que forjaste personalmente es un error muy común de ustedes lo de la vieja guardia. Ahora has perdido el control de una de tus cartas mas versátiles. Y tú formación está rota.

El jugador negro saco carta, pero no la uso, en su lugar dejo pasar este turno.

El jugador blanco también saco carta, Prueba de Valor, esta era una carta muy valiosa, con la cual podría transformar una carta del tablero en el Guardian de la Llama. Pero, ¿Cómo debía ser usada? Ninguna de sus cartas parecía ser digna. Al final, cerrando los ojos, la puso sobre una ficha al azar del tablero. La afortunada ficha fue Tramposo Arrepentido, el cual demostró poseer el valor suficiente para afrontar la redención, por lo cual logro transformarse en el Guardian de la Llama.

El jugador negro se rio, saco nuevamente una carta, y volvió a pasar el turno.

Esto ya llamo la atención del jugador blanco, ¿Su oponente se estaba rindiendo? No, eso era imposible. No habría venido a este lejano lugar del cosmos si ese fuera el caso.

El jugador blanco saco una nueva carta, esta vez la suerte no le favoreció. Por lo que la coloco boca abajo en silencio, talvez a futuro podía encontrarle un uso a esta carta, pero no en este momento.

Fue entonces que el jugador de negro hizo su tan esperada jugada. Levanto dramáticamente su brazo, y Llamado a las Armas estaba en su mano, el jugador blanco no estaba seguro de cuando fue que su oponente logro sacar esa carta, pero sus efectos no se hicieron esperar, cientos de levantamientos tuvieron lugar en todo el tablero. Si el jugador no actuaba rápido, perdería el control de su lado del campo en muy poco tiempo.

El jugador blanco saco apresuradamente su carta, y repartió a sus peones por todo el tablero.

-Eso debería darme un par de turnos.

Soltó, en un suspiro el jugador blanco, lamentablemente, el jugador negro no dejaría pasar este momento de debilidad de su oponente. Saco una carta la cual coloco boca abajo en el tablero, y luego dio la vuelta a dos cartas que había mantenido ocultas desde el inicio del juego. La primera, Distorsión Psionica, esta carta le dio poder al Señor del Hierro, quien encabezo un nuevo levantamiento, la segunda, Llamada del más Alla, aunque fue colocada en una zona apartada del tablero, prometía ser una amenaza mas importante, en turnos posteriores.

Con gran pesar el jugador blanco, movió su mano, levantando una de sus cartas ocultas. Viaje Inesperado, con esta carta podía obligar a su carta de Soñador Azul a moverse a la ubicación donde el jugador negro preparaba su jugada, no esperaba logar mucho con esta jugada, pero con algo de suerte el sacrificio de su peón le daría un par de turnos para rearmar su juego. Luego saco una nueva carta, esta era valiosa; La Señora de los Dragones, esta carta era sin duda una de las cartas mas poderosas del tablero. Al jugador blanco le hubiese gustado poder sacarla antes, podría haber protegido mejor a sus peones.

El jugador negro gruño, mientras veía a la Señora de los Dragones enfrentarse al Señor del Hierro. El movimiento fue tan sorpresivo, que lo tomo con la guardia baja, pero no importaba, aun tenia una carta para jugar. El Mártir Traicionado, esta no era una carta poderosa, pero le daría ese pluss que necesitaba.

El jugador blanco dispuesto a no dejarse engañar de nuevo, jugo una nueva carta. El Heraldo de la Verdad, y la uso para borrar la duda en la mente de la Señora de los Dragones. Pero su movimiento fue contrarrestado, cuando el jugador negro contraataco con su carta Peso de la Culpa.

Con su mejor carta debilitada, el jugador blanco perdió toda oportunidad de victoria.

Cuando La Reina de los Dragones y el Señor del Hierro, entablaran combate, seguramente terminarían destruyéndose mutuamente.

El jugador negro sonrió, su victoria era segura, revelo su carta de Resurrección Oscura, la cual encadeno a la carta de Llamada del más Alla… Pero nada paso, tan concentrados habían estado los jugadores en el centro del tablero, que ninguno se dio cuenta el momento donde la carta de él Soñador Azul resistiendo a la tentación y la oscuridad, prevaleció contra cualquier pronostico. A un alto costo claro está, uno muy grande, una vida que lo había acompañado desde el principio ya no estaba a su lado.

Eso fue inesperado, pero, el desastre se había evitado.

-Eh de reconocerlo, esta ficha esta, más…impresionante de lo esperado.

El jugador blanco sonrió, como un orgulloso padre levanto su mano, queriendo acariciar la cabeza de su aguerrido hijo, pero este lo rechazo.

-Afortunadamente, pareces haber perdido totalmente el control sobre esta ficha. No creo que puedas moverla de ese lugar, por lo que ya no será un problema.

El jugador negro lanzo una carta de Corona sin Rey y termino su turno. Esta carta oscureció esta zona, impidiéndole ver que ocurría detrás de la oscuridad. La riza del jugador negro, era como cristal molido.

El jugador blanco no dijo nada, le había fallado a su mejor guerrero. Sabiendo que no podía hacer nada, decidió concentrarse en otro lugar, jugo su carta de Deber Inquebrantable, la cual le daba la oportunidad a cada jugador de recuperar una carta, a cambio de sacrificar dos de su mano.

Por un momento el jugador blanco considero recuperar alguno de sus guerreros perdidas, pero desistió de ese plan, la resurrección siempre afectaba de forma negativa a los humanos. Por lo que en su lugar mejor recupero su carta de Vinculo Irrompible.

El jugador negro por su parte decidió pasar, no había ninguna carta que el desease recuperar.

El jugador blanco movió a su carta, el Guardián de un Solo Ojo, y la coloco a su vanguardia.

El jugador negro por su parte coloco a un peón llamado Sombra Maquinadora justo enfrente.

El terreno donde ambos peones fueron colocados fue duro, pero ambos soportaron el castigo.

Después de eso, el juego continuó a un ritmo más lento. Ambos jugadores tramaron cartas, y las repartieron por él campo, no apostaron por ataques rápidos, ya que sus posiciones eran débiles, y un error sería fatal. Sin embargo, ambos jugadores sabían que, eventualmente, el juego debía terminar.

En un movimiento un poco apresurado el jugador blanco movió su ficha de Campeona del Piano, deseaba saber que había sido de su peón perdido. Lo que encontró, fue algo extraño, su campeón, corrompido si, pero no había cedido ante la sombra, en su lugar las acciones de su oponente solo habían cubierto toda esta zona del tablero con una sombra que dificultaba la vista.

Aprovechando que una de las fichas de su oponente estaba fuera de lugar el jugador negro revelo dos cartas, Encuentro Fortuito y Cadenas de Lujuria. Con esta combinación, no solo inmovilizo a la Campeona del Piano, sino que atrajo a varias piezas de su oponente vaciando sistemáticamente el centro del tablero.

Sabiendo que si esto continuaba terminaría desprotegido, el jugador blanco jugo dos cartas también, estas son; Desafío del Campeón, con esta jugada se había asegurado que el jugador negro tuviese que renunciar a varios de sus peones, y Revelación, con la cual podría mantener a su actual campeón lejos de la locura que amenazaba con consumir toda esta zona del tablero.

Este juego estaba caminando por un sendero de lo mas extraño, por un momento el jugador blanco casi logro vislumbrar la estrategia de su oponente. Pero lo que observo no tenia sentido. ¿Porque su oponente solo buscaría generar el mayor caos posible en una zona tan alejada del gran tablero?

Sin saber muy bien que hacer, el jugador blanco trato de retirar su carta de La Guardiana de Altomare. Pero esta se negó a obedecerlo, y en su lugar fue en rescate del Soñador Azul. El jugador blanco no sabía que efecto podía tener esta jugada, en especial porque el campeón al que estaba vinculada estaba corrompido.

El jugador negro sonrió al ver el desastre que estaba apunto de ocurrir en la región, y su carta de Corona sin Rey, ocultarían las consecuencias de este enfrentamiento de ojos indiscretos. Ahora solo restaba entretener a su oponente.

Por lo que revelo una carta que había tenido oculta desde el comienzo del juego. Creación Impía, luego la vinculo a la Sombra Maquinadora, y, para terminar, revelo una de las cartas que había sacado cuando se vio forzado a pasar su turno. Producción en Masa.

Con esta impía combinación, su oponente estaría muy ocupado.

Sabiendo que sus siguientes acciones no serian tan llamativas, revelo una carta que había estado ocultando desde el momento que su oponente invoco al Soñador Azul. Legado Maldito. Esta era una carta prohibida, y seguramente el jugador blanco protestaría cuando se diese cuenta que había traído una carta que no pertenecía a este tablero, pero, bueno, eso podía esperar.

El jugador blanco se vio acorralado, y con sus fuerzas claramente dispersas, tendría que hacer gala de todas sus habilidades para detener este desastre. Por fortuna había logrado mantener a suficientes de sus peones, por lo que, si renunciaba a algunos territorios, podía formar una defensa sólida.

Pero solo para asegurarse, el jugador blanco decidió invocar a un nuevo peón, La Princesa Barbara era la nieta de la Señora de los Dragones, este peón estaba destinado a ocupar el lugar de su abuela, cuando esta fuese muy vieja para continuar, pero ahora que su destino había sido sellado, al jugador blanco no le tocaba otra mas que apresurar las cosas. Por lo que la invoco al campo de batalla.

El jugador blanco esperaba poder limar las asperezas que aun tenían la Princesa Barbara en su alma, además, para asegurar su poder, también uso su carta de Vinculo Irrompible.

Por unos segundos sintió que no debería haber hecho esta jugada, pero se forzó a ignorarlo. La región cubierta por la sombra estaba perdida, enviar mas ayuda seria indudablemente una perdida de tiempo. ¿Verdad?

Pero el sentimiento no se iba. Tras unos instantes de consideración, supo que no estaría tranquilo mientras no supiese que estaba pasando en esa región, por lo que se dispuso a enviar dos peones.

El primero en ser elegido fue, el Príncipe Penitente, y lo equipo con la Llama Azul. Pero, para su segundo peón, tuvo un poco mas de dificultad, al final elijo a Estrella del Amanecer, esperando que el vinculo que se supone en su momento compartió con el Soñador Azul pudiese ser usado. A este segundo peón no pensaba equiparlo con nada, pero por alguna razón que nadie comprendía su carta de Señor de las Sombras se le sumo sin que el pudiese hacer nada para evitarlo.

Con esta jugada lista, se dispuso a esperar, el choque entre el Señor del Hierro y la Dama de los Dragones estaba a punto de darse.


Si te gusta esta historia, por favor comenta, y no te olvides checar mis otros trabajos.