Advierto que este shortfic es absolutamente estúpido. Gracias por los reviews, me hacen feliz :P
La reina de las nieves
(700 palabras)
Cuando Hitsugaya Toushirou abrió los ojos aquella mañana sintió una terrible punzada atravesándole la cabeza. Al incorporarse, miró a su alrededor y la espesa niebla de su cerebro se fue levantando, haciéndole recordar lo sucedido algunas horas antes.
- ¡Taicho, taicho, hagamos una fiesta!
- ¿Ah? – el capitán del décimo escuadrón miró a su teniente como si acabaran de salirle un par de antenas de la cabeza.
- ¡Es el cumpleaños de Hinamori! Preparémosle una fiesta, seguro que le hace ilusión.
- Tú solo buscas la oportunidad de beber sake hasta desmayarte…- masculló él.
- No sea así, taicho, Hinamori se lo agradecerá mucho. - Matsumoto le guiñó un ojo, lo que provocó que su capitán gruñera.
- Oh, está bien, haz lo que te de la gana. – accedió finalmente ante la insistente mirada de suplica – pero te prohíbo que emborraches a Hinamori ¿entendido?
- Sí, sí, – la teniente sonrió satisfecha.- ya verá como no se arrepiente, taicho.
- Ya me estoy arrepintiendo…
Hitsugaya le dio una patada a una botella de sake vacía que salió rodando hasta la puerta. Menuda noche, al final, el que había acabado borracho del todo había sido él.
Jamás tendría que haber aceptado nada de Matsumoto, ni siquiera aquella taza de té que quien sabe lo que contendría.
Volvió a mirar a su alrededor y suspiró. Las instalaciones de la décima división estaban hechas un asco, había gente durmiendo por los suelos babeándole las alfombras y él tenía demasiada resaca como para empezar a gritarles a todos.
Salió dando tumbos, en dirección a las dependencias de la división cuatro, pues esperaba que Unohana le diera algo para aliviar su dolor de cabeza o no llegaría en condiciones a la reunión matinal.
- Buenos días Kyoraku, Komamura…- saludó vagamente, pasando por el lado de ambos capitanes rápidamente.
- Buenos días, Shi-chan.- exclamó Shunsui, agitando el brazo.
Hitsugaya se detuvo, como si le hubieran clavado al suelo, y se volvió ligeramente a mirar al capitán que acababa de devolverle el saludo.
- ¿Qué es lo que has dicho? – le preguntó, creyendo haber escuchado mal.
- Solo he dicho buenos días, que mal humor por las mañanas ¿eh? – respondió Shunsui sonriendo.
- Cállate.- gruñó.
- Pero supongo que fue una noche muy intensa, admito que no lo habría esperado de ti Shi-chan – suspiró encogiéndose de hombros – pero es mejor darse cuenta cuando uno es joven…
- ¿De qué me estás hablando, Kyouraku? – exclamó Hitsugaya, confundido e irritado.
- Oh, vamos, no tienes que fingir conmigo, Matsumoto me lo dijo esta mañana.- le sonrió divertido.
- Sigo sin comprender de qué demonios me estas hablando.
- Oh, que tímidos son los jóvenes- exclamó dándole una palmadita en la espalda – pero tu tranquilo, si tanto te incomoda, te guardaré el secreto…
- ¿Quieres dejar de hablar en clave!
Shunsui ignoró el arrebato y la petición del joven capitán.
- Claro que si esperas mantenerlo en secreto, te aconsejaría que dejaras de robarle los kimonos a tu teniente…quiero decir, no es que te quede mal, pero te falta rellenarlo, ya sabes.
Hitsugaya con los ojos abiertos como nunca en su vida, se miró, y comprobó que no llevaba puesto su uniforme precisamente.
Fuera de sí, el capitán de la décima división abrió la puerta de la primera habitación que se encontró, que resultó ser la de la teniente Ise Nanao que soltó una exclamación de sorpresa al ver a Hitsugaya irrumpir en sus dependencias y arrebatarle su espejo.
- Esto…esto…
El capitán no tenía palabras para describir lo que veían sus ojos. Ya no era Hitsugaya Toushiro, el joven talento y capitán de la décima división, ahora era…una geisha barata.
Y no tenía dudas de quien era el artífice de su "fabulosa" transformación.
- ¡MATSUMOTO¡¿DONDE ESTÁS MATSUMOTO!
- Oye, si te interesa, creo que Kurotsuchi tenía unas ofertas estupendas sobre aumento de pecho.- exclamó Shunsui, asomando la cabeza.
Y Hitsugaya Toushiro, echando mano a su zanpakutou, estalló.
- ¡HYOURINMARU!
ooo
- Rangiku-san, mire, está nevando…¿Cómo es posible? si estamos en primavera
- ¿Ah?- la teniente de la décima miró hacia arriba. - Vaya, parece que al fin se despertó.
- ¿Quién? – preguntó Hinamori, curiosa.
- La reina de las nieves.
