Este drabble me gusta especialmente aunque sea más bien serio, así que agradecería mucho alguna opinión al respecto, gracias por los reviews.

Y por cierto…¿de verdad no tienen nada de sentido¿pero nada de nada? Me desmayaré del trauma XDDDDD

Caperucita Roja

(689 palabras)

- Es…¡es preciosa!

Hinamori Momo se inclinó hasta que su cabeza casi rozó el suelo, sin perder la enorme sonrisa de su cara, y sin dejar de apretar su reciente regalo.

- Me alegra que te guste.

- Es muy amable, Aizen taicho, es demasiado bueno y generoso conmigo.

El capitán soltó una risa suave y agradable.

- Es lo menos que puedo hacer por tu cumpleaños, Hinamori-kun.

- Muchísimas gracias, de verdad – la teniente volvió a hacer una reverencia exagerada, sin poder creer que estuviera recibiendo tanta atención.

- ¿Por qué no te la pruebas? – le sugirió él, tomando la prenda y ayudándola a colocársela sobre los hombros.

Hinamori, sonrojada, se acomodó la capa corta de color rojo con ayuda de su capitán.

- ¿Qué…qué tal me queda? – preguntó tímida, ajustándose la caperuza.

- Perfecta – sonrió él, provocando que su teniente se sonrojara aun más.

Con la cara oculta a medias por la roja caperuza, la joven shinigami parecía aun más inocente que de costumbre.

- Yo…esto…gracias.

- No hay de qué.

Hinamori se abrazó a si misma, radiante de felicidad.

- Oh… vaya, vaya, bonito complemento.- una voz interrumpió en la entrañable escena.

- ¡Ichimaru taicho! – exclamó Hinamori, sobresaltada por encontrar al capitán de la tercera división apoyado en el umbral de la puerta.

- Gin – dijo Aizen a modo de saludo – que sorpresa.

- Pasaba por aquí…- respondió él, ampliando su ya de por si, exagerada sonrisa.- Veo que sigues cuidando de tus tenientes igual que antes, Aizen taicho….- se inclinó entonces para susurrarle a Hinamori, en confidencia.- siempre ha sido un tipo muy generoso.

Ella asintió, sin perder el gesto perplejo.

- Pero a mi nunca me hizo un regalo tan elegante – suspiró Gin en lo que se apreciaba una clara burla – Quizás es que le gustas más que yo, Hinamori-chan.

Aizen se echó a reír, pero la joven teniente sintió un desagradable escalofrío a pesar de que su capitán parecía habérselo tomado a broma.

- Lo lamento, Gin, pero nunca he creído que el rojo fuera tu color.- respondió Aizen sin perder la expresión tranquila.

- Ah, quizás sea cierto, supongo que me favorece más el negro ¿qué opinas tú, Hinamori-chan¿Crees que el negro es mi color?

- Yo…esto…creía que el negro era la ausencia de color, Ichimaru taicho.- respondió ella con timidez.

- Oh, es cierto. – rió Gin, llevándose una mano a la cabeza.- Pero admito que eso es lo que va más conmigo.

Hinamori lo miró, sin comprender a qué se refería.

- Y a nuestro Aizen taicho le favorece el blanco ¿no crees? – continuó el capitán de la tercera. – el blanco es…la presencia de todos los colores ¿cierto?

Ella asintió, mientras Aizen se mantenía inmóvil, como si la conversación no fuera con él.

- Y el tuyo es sin duda el rojo, Hinamori-chan, esa caperuza es perfecta para ti, pero…

- ¿Pero? – repitió ella.

- Pero deberías tener cuidado con el lobo, a él le gusta mucho ese color.- acercó su cara a la de la teniente hasta hacerla sentir incomoda – Le abre el apetito.

Hinamori abrió la boca, pero no respondió.

- Ella no es como la caperucita del cuento – intervino Aizen sin perder su sonrisa calma – Hinamori-kun tiene una zanpakutou para defenderse.

- Oh, cierto, cierto, a veces olvido que esta cara tan tierna puede ser realmente peligrosa. – Gin hizo un gesto con la mano, a modo de despedida – Bueno, os dejo, he de volver al trabajo; pero no lo olvides, Hinamori-chan… - fue a susurrarle al oído – el lobo se comió a caperucita por que iba disfrazado de abuelita.

Hinamori sintió un nuevo escalofrío recorriéndole la espalda, mientras el capitán de la tercera se alejaba agitando el brazo.

Ciertamente, le parecía que Ichimaru y Aizen eran como el negro y el blanco, tan diferentes que le era difícil comprender cómo eran capaces de relacionarse.

- No le hagas demasiado caso, le gusta inquietar así a la gente.- le sonrió Aizen, para tranquilizarla.

Ella asintió y le devolvió la sonrisa, sin ser consciente de que, aunque el blanco y el negro sean opuestos, ninguno de ellos es un color.