Otro drabble que es un chorrada :P pero espero que saque alguna sonrisa. Please, reviews! Thanks!

El traje nuevo del emperador

(700 palabras)

- Nanaoooo-chaaaaan.

Ante la escandalosa llamada, Ise Nanao suspiró e intentó fijar su atención en los informes, conociendo de sobra el protocolo matinal.

Faltaban cinco… cuatro… tres… dos…uno…

- ¡Nanao-chan! – el capitán de la octava división abrió bruscamente la puerta de la oficina.

- Buenos días, taicho. – saludó ella sin apartar la vista de sus papeles.

- Buenos días, mi adorable Nanao-chan – exclamó Shunsui acercándose a ella – Oh, trabajando tan temprano ¡así se hace, Nanao-chan!

Ella suspiró, ya no tenía caso hacerle entender que no le gustaba nada eso de "Nanao-chan" y aun estaba esperando que en cualquier momento su capitán soltara su extravagante ocurrencia del día.

- Pero deja el trabajo un momento y mira ¡mira lo que he conseguido¿no es el kimono mas bonito que has visto nunca?

Ahí estaba.

- Sí, muy bonito.- replicó ella, sin levantar la vista siquiera.

- Tousen me lo regaló, dijo que me quedaría perfecto.

- Sí, estupendo.

Shunsui calló y se quedó mirándola unos segundos. Nanao suspiró, ahora vendría la habitual exigencia de atención.

- ¡Pero si no lo has mirado! Nanao-chan no me haces caso…

Y como siempre, ella respondería con un llamamiento al trabajo y al orden.

- Discúlpeme pero tengo trabajo que hacer, el que debería estar haciendo usted, Kyoraku taicho.

Y él volvería a protestar haciendo mención a su actitud.

- Que fría estás hoy Nanao-chan¡pero eso lo que me gusta tanto!

Ella volvió a suspirar, nunca estaba segura de si lo decía en serio.

- Entonces no proteste.

- Muy bien – hizo una pausa dramática - ya veo que no me quieres hacer caso hoy, en ese caso, te dejaré con el papeleo.

- Debería ayudarme, taicho, también es su responsabilidad.

- Oh, ya sabía yo que no podías pasar un minuto sin mi compañía…

Y ahora vendría el habitual intento de ponerle la mano encima.

- Mi Nanao-chan…

Y la habitual respuesta de ella con el objeto contundente que tuviera más a mano.

¡Plaff!

- No soy su Nanao-chan.

- Ou, eso ha dolido…

La teniente de la octava división dejó escapar otro suspiro, parecía que ninguno de los dos cambiaría nunca.

Dejó que su capitán se marchara sin escuchar protestas sobre su irresponsabilidad. Probablemente fuera a beber sake y desgraciadamente eso era algo que ella no podía impedir, además, sus sermones eran mucho más efectivos tras la borrachera, cuando incrementaban el dolor de cabeza de su capitán.

No supo exactamente cuanto tiempo había pasado desde que Shunsui había decidido dejarla tranquila, hasta que una jovencita de su división entró en su oficina hiperventilando.

- Fu…fukutaicho.- exclamó la muchacha, que para más señas, tenía la cara encendida como un farolillo.

- ¿Qué sucede?

- Tiene que hacer algo – rogó la jovencita – Kyoraku taicho está…

No le hizo falta saber más.

Nanao se levantó perezosamente y salió de la oficina, habituada a ir a la búsqueda y rescate de su capitán. Al rescate de su dignidad, evidentemente.

Probablemente estaría tirado en alguna esquina, completamente borracho.

- ¡Oh Nanao-chan!

No había dado ni diez pasos cuando lo encontró, y no precisamente borracho.

- ¡Kyoraku Taicho! – gritó, escandalizada - ¿Qué se cree que está haciendo!

- ¿Yo? Nada, solo he salido a pasear con mi nuevo kimono.

- ¡Pero por dios ¿es que no se ha mirado al espejo!

- ¿Por qué te pones así, Nanao-chan? Dijiste que te gustaba.

- Yo dije…- la teniente se interrumpió, era cierto que lo había dicho.

Shunsui sonrió con picardía.

- ¿Lo ves? Deberías prestar un poco de atención a tu capitán, quien sabe lo que podría suceder la próxima vez.

- ¡Oh, está bien, está bien¡Pero tápese por favor!

- Oh, Nanao-chan que mona, tan pudorosa…

- ¡Basta! – exclamó ella, sonrojada - A quien se le ocurre, de verdad…

- Pero si Tousen me dijo que me quedaba estupendamente, no veo por que tanto alboroto.

Nanao miró a su capitán por el rabillo del ojo y suspiró.

Definitivamente, ser la teniente de la octava división exigía poner orden en todos los aspectos, pero sobre todo, exigía poder convencer a su capitán de que pedirle consejos de moda al capitán Tousen era definitivamente una mala, muy mala idea.