Este sí me salió largo, quizás mas de la cuenta, pero la verdad no me apetecía recortarlo :P y esta vez el titulo es más simbólico que otra cosa, pero bueno… tampoco me parece tan divertido como los anteriores pero espero que igualmente guste. Ya estoy haciendo los drabbles de los personajes que me habéis pedido, aunque tardaré un poco subirlos, pero podéis seguir pidiendo más, así de paso me ayudáis a inspirarme
Como siempre, mil gracias por los reviews, y a Jedi Boadicea solo decirte que gracias que te entendí perfectamente y que no te preocupes si no escribes correctamente, yo soy igual con el ingles, lo leo pero si tengo que escribirlo, pues básicamente… my english suck. Si lo de traducir los drabbles iba en serio (todavía dudo que así sea) ¡yo encantada! ¡mi ego se siente satisfecho! Mándame un email si quieres y hablamos, o intentaremos hablar, dios será divertido XD
Y bueno, vamos al fic, que de nuevo me alargo mucho.
PD. A lo mejor no se nota que adoro a Yachiru, ¿verdad? XDD
La liebre y la tortuga
(850 palabras)
- ¡Ken-chan! ¡Ken-chaaaaaan!
La graciosa voz de la teniente Kusajishi Yachiru podría haber despertado a todo el Seireitei con sus gritos.
- ¿Dónde estás, Ken-chaaaaan?
Encaramada a un poste y con la mano a modo de visera, la pequeña pelirosa oteaba las intrincadas calles en busca de su capitán, que parecía haber desaparecido.
- ¡Keeeeeennn-chaaaaaan! – volvió a gritar por décimo quinta vez.
- Ah, ¿Kusajishi fukutaicho?
La teniente bajó la mirada y parpadeó, encontrándose con que había un shinigami que la observaba, entre curioso y sorprendido.
- ¿Quién eres tú?- preguntó ella, sin perder su posición desde lo alto del poste.
- ¿Yo? Me…me llamo Yamada Hanatarou, miembro de la cuarta división – el shinigami hizo una rápida reverencia – un placer, Kusajishi fukutaicho.
- Yamaha…Hanatou…
- Es Yamada Hanatarou – le corrigió él con timidez.
- Mmmmm….- Yachiru guardó silencio con gesto pensativo.
- Esto…¿se ha perdido, Kusajishi fukutaicho? – preguntó Hanatarou ante el incomodo mutismo de la teniente.
- ¡Ah! – la pequeña pelirosa pareció recordar algo, y de un ágil salto bajó del poste y se volvió hacia el joven shinigami.- ¡Ken-chan! ¿Has visto a Ken-chan, Pasmado-chan?
- ¿Pasmado…chan?
- ¿Lo has visto o no? – insistió Yachiru – Es así de alto y lleva el pelo de punta, lo acompaña una cabeza de bombilla.
- ¿Una cabeza…de bombilla? – repitió Hanatarou, sin comprender nada.
Ella asintió vigorosamente con la cabeza.
- Yo…esto…si busca a Zaraki taicho…le vi pasar en aquella dirección junto al tercer oficial Madarame – señaló él.
- ¡Yay!
Yachiru dio una palmada y salió escopetada en un abrir y cerrar de ojos, dejando a Hanatarou bastante…pasmado.
Pero apenas había dado dos pasos para regresar a la cuarta división, cuando una bala de color rosa pasó a su lado y se detuvo a pocos metros de distancia. De nuevo, la teniente Kusajishi estaba delante de él.
- ¿Eh? Pasmado-chan que rápido eres ¡has llegado antes que yo! – exclamó Yachiru.
- Yo, esto…yo no me he movido, Kusajishi fukutaicho…creo que ha caminado en círculos.
Ella parpadeó, como si no supiera de qué le estaba hablando.
- Tiene que seguir recto…- indicó Hanatarou, estirando el brazo- y luego girar a la derecha cuando llegue a las…Esto ¿qué hace, Kusajishi fukutaicho?
La pequeña pelirosa se había trepado con una agilidad asombrosa hasta los hombros de Hanatarou y ahora señalaba el horizonte con el dedo.
- Vamos, Pasmado-chan.- ordenó.
- Esto…¿A dónde vamos? – preguntó él.
- ¡A buscar a Ken-chan por supuesto! Corre, Pasmado-chan o no le alcanzaremos!
- Pero…pero…- Hanatarou corría como podía, cargando con la teniente que se había acomodado sobre su cabeza - ¿no sería más rápido si fuera usted sola?
- ¡Calla y corre, Pasmado-chan!
- Pero…¿Por qué….?¡Ah, claro! Es por que su sentido de la orientación es muy malo, ¿verdad? – exclamó él, chocando el puño contra la palma de su mano.
No hicieron falta ni tres segundos para que Hanatarou obtuviera una respuesta a su gran perspicacia.
- ¡AAAAAAAAAAAAAAHHHHH! ¡Lo siento! ¡Lo siento Kusajishi fukutaicho! ¡Lo siento mucho pero deje de morderme por favor!
A pesar de que la velocidad de Hanatarou aumentaba proporcionalmente a la profundidad en que se incrustaban en su piel los dientes de la pelirosa, solo le hicieron falta unos metros hasta que el shinigami se desmayó de agotamiento.
- ¡Vamos, vamos Pasmado-chan! – lo apuraba ella, como si fuera un caballo.
- No puedo más, vaya usted delante, Kusajishi fukutaicho.
- ¿Eeeeeeeh? ¿Yo sola? No seas aburrido.- protestó la teniente, agarrándolo de un brazo y tirando de él. – Si estás cansado, yo te llevaré.
- ¿Llevarme? Pero, Kusajishi fukutaaaaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAH!
Y la bala rosa salió disparada, llevando con ella lo que parecía una bandera ondeante que gritaba.
- ¿Por donde, Pasmado-chan? – preguntaba Yachiru cada vez que llegaban a un cruce.
- Por la izquierda...esa es su derecha, fukutaicho….¡Cuidado con el muro! Ufffff, ha ido de un pelo….ahora a la derecha…su otra derecha, fukutaicho…¡Cuidado! ¡Cuidado!
PLAFF
Hanatarou sintió como su cara chocaba contra algo más bien duro.
- ¡Yaaaaay! ¡Ken-chan, te encontré! – exclamó la teniente.
Y es que el shinigami de la cuarta se había estrellado contra Zaraki Kenpachi, el cual, le dedicaba una mirada nada agradable.
- Esta vez fuiste rápida, Yachiru.- dijo el capitán - ¿Y quien es ese?
- Es Pasmado-chan – respondió ella, señalando a Hanatarou – Me ayudó a encontrarte.
- Oh, ¿en serio? – Kenpachi sonrió de un modo casi macabro.
- Yo…yo no…- balbuceaba Hanatarou, aun tirado en el suelo.
- ¡Juega con nosotros, Pasmado-chan! – exclamó Yachiru.
- ¿Jugar? – repitió él, confundido.
- Sí, juega con nosotros – apoyó el capitán.
- ¡Juguemos, juguemos! – aplaudía la teniente – ¡Vamos, rápido, Ken-chan tú la llevas!
- Claro – asintió Kenpachi, inclinándose ligeramente hacia Hanatarou sin perder su sonrisa siniestra – así que ya podéis correr….¿no te encanta el escondite de la muerte?
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- ¡Unohana taichoooooo!
La capitana de la cuarta división se acercó a su subordinado que había entrado lloriqueando en su oficina, y con gesto cariñoso, le puso una mano sobre la cabeza para calmarle.
- Tranquilo, no pasa nada, Hanatarou.- le sonrió ella, dedicándole una mirada comprensiva – Ya has vuelto a jugar con los de la 11 ¿verdad?
