Bueno como cada vez tengo menos tiempo para esto, probablemente este sea el ultimo en unas cuantas semanas, si es que después me vuelve la inspiración, claro XD Este va dedicado a todos los fans del hitsu x hina que se que hay muchos por ahí, que aunque no lo admitáis yo puedo ver a través de vosotros y sé que os gusta la parejita bwuahahaha (risa a lo Don Kanonji)

Como siempre, mil gracias por los reviews que me dejáis, I'm so happy I could faint! XD Y antes de empezar, una aclaración de una palabra que como no encontré ningún equivalente en español tuve que usar la palabra japonesa:

Engawa: corredor de las casas japonesas. Una zona porticada, más alta que el nivel del suelo donde se suele sentar la gente para contemplar el jardín.

Seguro que os suena, no:P


La bella durmiente

(938 palabras)

- ¡Buenos días, Shiro-chan!

- Te he dicho que no me llames Shiro-chan.

Hinamori Momo sonrió, sin darle importancia a la respuesta que el pequeño Toushiro casi le había gruñido, cruzado de brazos.

- ¿Cómo estás? – preguntó ella, revolviéndole el pelo – Hacia mucho que no pasaba a verte.

- Bien ¡y deja de acariciarme la cabeza! – protestó de nuevo. – ¿Otra vez has venido a perder el tiempo¿No tienes nada que hacer en la academia de shinigamis esa?

- Encima que vengo a verte…- Hinamori puso una mueca, desilusionada por no tener una mejor bienvenida. – Hasta te había traído un regalo.

- ¿Regalo? – la expresión de molestia del niño se suavizó.

Ella sonrió y comenzó a rebuscar en su bolsa, ante la mirada atenta de Toushiro.

- ¡Ta chan¿Qué te parece ¿No es estupendo?

- ¿Qué…qué es eso?

- Qué va ser, Shiro-chan ¡es un libro de cuentos!

- Un libro…de cuentos…

Hinamori asintió vigorosamente. – Eso es. Kira-kun me lo consiguió, traído directamente del mundo de los vivos¿no es genial? Lo leeremos juntos ¿de acuerdo?

- ¡No soy un bebé! No necesito que me leas cuentos!

- Pero Shiro-chan…

- ¡Que no me llames Shiro-chan!

- Está bien…- Hinamori bajó la cabeza, decepcionada, y se alejó para tomar asiento en la zona del engawa, dejando a un lado el libro.

Dos minutos más tarde, Toushiro se le acercó, sintiéndose culpable a pesar de que lo disimulaba muy bien.

- Oi.

Ella levantó la cabeza.

- Puedes leer en alto el estúpido cuento si quieres – tomó asiento a su lado – pero que sepas que me siento aquí por que quiero, y no por que quiera escuchar como lees un cuento.

Hinamori sonrió, y tomando de nuevo el libro, lo abrió y se dispuso a comenzar su lectura.

- Érase una vez en un país muy lejano, una reina que dio a luz una niña muy hermosa.- leyó en voz alta aunque notablemente cansada – Al bautismo invitó a todas las hadas de su reino, pero se olvidó, desgraciadamente, de invitar a la más malvada.

- Qué estúpida. – musitó Toushiro.

Ella sonrió, demasiado contenta por que su pequeño amigo estuviera prestándole atención como para regañarle por la interrupción.

- A pesar de ello, esta hada maligna se presentó igualmente al castillo – continuó frotándose un ojo perezosamente – y, al pasar por delante de la cuna de la pequeña, dijo despechada: "¡A los dieciséis años te pincharás con un huso y morirás!" – Hinamori reprimió un bostezo – Pero un hada buena que había cerca, al oír el maleficio, pronunció un encantamiento… a fin… a fin de…de mitigar la…la terrible condena….

- Oi, Hinamori – Toushiro tiró del traje de la chica, que había comenzado a dar cabezadas mientras leía. – te estás durmiendo.

- No, que va – ella sacudió la cabeza, y fijó la vista en el libro de nuevo - ¿por donde iba? Ah, sí… la terrible condena: al pincharse en vez de morir, la muchacha permanecería dormida durante… cien… cien años y solo…. el beso de…de un joven príncipe la despertaría… de… su…de su profundo sueño…

- ¡Oi, Hinamori! Ve a dormir y deja de dar cabezadas encima del libro.

- Pero no he acabado el cuento.

- Qué más da el estúpido cuento, ve a dormir. – le ordenó, señalando con el dedo.

Ella negó con la cabeza de nuevo.

- No, tengo que terminar de leerlo…- los ojos se le cerraron involuntariamente – Yo quería que leyéramos un cuento juntos, Shiro-chan.

Y el silencio cayó durante unos pocos segundos, hasta que el niño suspiró con aire molesto.

- Oh, está bien, está bien, dame eso. – Toushiro le arrebató el libro de las manos y lo acomodó sobre su regazo – Bien¿Dónde estabas? Ah, sí, ya lo veo… Entonces, pasaron los años y la princesa se convirtió en la muchacha más hermosa del reino….

Hinamori miró a su pequeño amigo, entre sorprendida y complacida, mientras éste continuaba con la lectura.

Podía protestar y fruncir el ceño tanto como quisiera, podía llamarla "Momo moja-camas" un millón de veces, pero al final, ella sabía que se apreciaban el uno al otro en igual medida.

- Y así, la princesa se pinchó con el huso y cayó fulminada al suelo como muerta….- Toushiro guardó silencio de pronto, al sentir la cabeza de su amiga sobre su pequeño hombro – ¿Qué…qué ocurre, Hinamori?

- Nada – ella reprimió un bostezo – Continúa, por favor.

- Vale…- asintió un tanto incomodo por la posición en que se encontraban, y volvió a fijar la vista en el libro – Al instante todos los habitantes del castillo se durmieron, y alrededor del castillo, empezó a crecer como por encanto, un extraño y frondoso bosque.

Los años pasaron, y el castillo quedó oculto por la maleza y fue olvidado…

Una vez más, Toushiro guardó silencio, por que Hinamori ya no lo escuchaba.

La joven aprendiz de shinigami había terminado tumbándose sobre el suelo de madera, acurrucada, y había caído en un sueño profundo sin perder la sonrisa.

- Oi¿no eras tú la que quería terminar el cuento? – exclamó él, aunque sin alzar en exceso la voz para no despertarla.

- Shiro-chan…- murmuró Hinamori, sin despertar.

El niño sonrió involuntariamente - Que remedio – suspiró – ya leeremos el final otro día.

Pero a Hitsugaya Toushiro no le hacía falta conocer el final, pues todas las historias tienen el mismo. El príncipe salva a la princesa y viven felices comiendo perdices.

Y mirando a Momo, quien dormía a su lado, él quería creer que en su propia historia, aquel mismo final también se repetiría.

Por que quizás, los cuentos de hadas no fueran tan malos después de todo.