Aunque este no me convence del todo, espero que arranque alguna sonrisa, por que este personaje se merece sus minutos de gloria…o algo como eso XD

Muchas gracias por los reviews, me alegra mucho que os hayan gustado hasta ahora, espero que mi musa me inspire mas XD

El soldadito de plomo

Respeto.

Eso era lo único que él pedía en su vida. Bueno, eso y unos pechos grandes en los que regocijarse, pero podemos saltarnos las obviedades.

Por eso, cuando Kon se veía presa de las infantiles, aunque terroríficas manos de la pequeña Yuzu Kurosaki, su paciencia se agotaba y directamente, explotaba.

- ¡ICHIGO! ¡TU HERMANA…TU HERMANA….!

- Kon, ¿qué demonios estás haciendo?

Ichigo pateó al pequeño peluche que hasta hacía un segundo había tenido pegada la nariz a su cara.

- ¡Idiota bastardo! ¡¿Quién te crees que eres pateando criaturas adorables e inocentes!- chilló Kon histérico, intentando devolverle los golpes a Ichigo, aunque sin éxito.

- ¡¿Que te crees tu que haces! ¿Y qué es eso que llevas puesto?

- ¡Tu hermana me ha puesto esta cosa!

- La verdad es que no te sienta muy bien…

Kon asintió con los brazos cruzados

- El amarillo no es mi color…- hizo una pausa, consciente de lo que acababa de decir – ¡esa no es la cuestión! ¡Nadie me respeta en esta casa!

- ¿Por qué habríamos de hacerlo? – replicó Ichigo, mientras salía con paso despreocupado de la habitación.

- Tú…

Kon alzó el puño, intentando contener su rabia, sin poder creer lo que había escuchado. Aquello era el colmo, era un atentado cruel y malévolo contra él, ni siquiera estaba seguro de por qué continuaba soportando aquellas insultantes palabras.

Y entonces, como si hubiera sido invocada, apareció ante sus ojos la única cosa por la que aquella alma modificada con aspecto de león de peluche, soportaba tales tormentos.

- ¡Nee-saaaan!

Rukia saludó a Kon con su ya habitual y certera patada en la cara.

- La puntería de nee-san es siempre la mejor.- musitó Kon, radiante de felicidad, mientras se deslizaba hacia el suelo tras haber volado varios metros y haberse aplastado contra la pared.

Ignorando el comentario, Rukia buscó con la mirada a su alrededor, mientras Kon se deleitaba en la visión de su diosa que acababa de entrar por la ventana.

- ¿Dónde está Ichigo? – preguntó ella.

- Ichigo, Ichigo, siempre Ichigo – protestó Kon, cruzándose de brazos. – No sé donde está ese idiota.

- ¿Dónde está Ichigo, Kon? – repitió Rukia, mirándole fijamente.

El peluche se sintió rendido ante aquella mirada que exigía respuesta.

- Salió hace unos minutos. Estará en el lavabo – se encogió de hombros – con sus revistas porno y eso….

En ese momento, una fuerza poderosa aplastó a Kon contra el suelo.

- ¿Quién se lleva revistas porno al lavabo, idiota?

Kon habría reconocido aquel pie que lo aplastaba en cualquier parte, era Ichigo, quien casualmente había escuchado su comentario.

- No me estarás confundiendo contigo, eh? peluche pervertido.

- ¡Basta, basta, imbécil, se me va a salir el algodón!

- Oi, Ichigo, deja eso, tenemos trabajo. – interrumpió Rukia, enseñando en su mano su teléfono.

- ¿Un Hollow? – el joven suspiró – Bien, si no hay más remedio.

Ichigo agarró a Kon por el pescuezo, metiéndole la mano en la boca. De ella sacó una bola de pequeño tamaño que acto seguido se tragó.

- ¡Ya podrías tener más delicadeza, estúpido! – exclamó Kon, cuya alma se encontraba ahora en el cuerpo de Ichigo.

- Deja de ser tan escandaloso, Yuzu y Karin podrían oírte – le advirtió el joven shinigami que ahora tenía delante, echándose la zanpakutou al hombro.

- Vamos, Ichigo.- lo apuró Rukia, preparada para saltar por la ventana.

- Sí, sí – el joven se volvió hacia Kon una ultima vez - No hagas ninguna estupidez mientras esté fuera.

- Cierra el pico, estúpido. – gruñó él, antes de que Rukia e Ichigo desaparecieran.

Kon se sentó bruscamente en la cama y se cruzó de brazos, silencioso.

Observó su cuerpo de peluche con aquel vestido amarillo que ahora descansaba frente a él, inmóvil, esperando el regreso de su dueño.

- Si no fuera tan pequeño, blandito y adorable… - murmuró irritado – nadie me respeta, ¡todo el mundo se cree con derecho a golpearme! ¡Ese Ichigo siente celos de mí y de la relación que tengo con nee-san! ¡Para él es como patear un cojín de plumas! ¡Ese idiota pelo pincho y bastardo! Si no fuera…si no fuera…

Kon guardó silencio, y estrechó la mirada que dirigía a su cuerpo de peluche, mientras una extraña idea empezaba a surgir en su cabeza.

- Quizás sea un poco desagradable, pero…

Y entonces sonrió con malicia.

ooo

- Kon, ya hemos vuelto.

Sin previo aviso y ninguna delicadeza, Rukia golpeó con su mano enguantada el cuerpo de Ichigo (que ahora ocupaba Kon) y la pequeña bola que contenía al alma modificada salió por los aires.

- Ten cuidado Rukia, que ese es mi cuerpo.- reclamó el joven, una vez estuvo en su propio cuerpo y colocaba la bola en la boca del peluche. - ¿Todo bien por aquí, Kon?

El peluche movió la cabeza como si estuviera acomodándose.

- Todo perfecto – sonrió malévolamente – he usado bien tu cuerpo…

- ¿Mi cuerpo? – repitió Ichigo, mientras Rukia se sentaba en el suelo a leer un manga, ignorando a ambos en el proceso.

- Ya sabes, para acosar a las chicas del barrio – rió Kon, mirando la cara de susto del chico – Y he dejado que aquella ancianita que vive en la esquina te pellizque el trasero. Creo que le gustas…

- ¡¿QUE! Tú…estúpido peluche te voy a…- Ichigo, con su habitual puntería, le propinó una patada.

Sin embargo, algo inusual sucedió aquella vez, ya que el joven se quedó inmóvil a mitad de la acción, como si lo hubieran congelado.

Kon sonrió satisfecho, a pesar del dolor por la patada propinada, mientras un escalofrío recorría el cuerpo de Ichigo y su cara empezaba a tornarse blanca. Y luego azul, después verde y al final morada.

Y entonces, estalló.

- ¡¡AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHHHH!

El grito hizo temblar las paredes de la casa.

- ¿Ichigo? – Rukia, tirada en el suelo por la onda expansiva, miraba al chico con gesto alucinado.

- ¡¡JODER, JODER! – Ichigo, fue dando saltos por toda la habitación mientras se sostenía el pie.

Hasta que Kon le puso la zancadilla y se dio de morros contra el suelo.

- Ajajaja ¿qué te parece? ¿has tenido suficiente? – se reía y señalaba con el dedo – Eso te enseñará a respetar a Kon-sama estúpido pelo pincho.

Ichigo se volvió hacia él con mirada asesina, mientras el peluche se regocijaba con su venganza.

- Sorprendido ¿eh? ¿eh? – continuó Kon, abriéndose una pequeña costura del brazo dejando que de su interior, cayeran gruesas bolas de metal – ¡Si vuelves a intentar golpearme ya sabes lo que te espera!

- Oooh, ¿te has quitado el algodón y te has puesto…eso? – murmuró Rukia, mirándolo con interés, mientras las llamas de la ira consumían a Ichigo.

- Exacto, exacto – asintió Kon, mostrándoles además que llevaba una armadura de metal bajo el vestido (y que Ichigo reconoció como la tostadora desmontada) – ¡ahora, con este cuerpo lleno de peligrosos balines de guerra, limpiaré mi honor y mi orgullo, y nadie volverá a golpear al grandioso y fabuloso Kon-sama!

- Oh ¿en serio? – musitó Ichigo, mientras Rukia aplaudía el discurso – Eso es interesante ¿sabes, Kon? - agarró al peluche por el cuello y lo levantó, aunque su peso se había incrementado notablemente debido al nuevo relleno - Creo que tú y yo vamos a hacer una visita a la bañera…para "limpiar" tu honor y tu orgullo. ¿Sabes flotar, verdad?

Y mientras en la residencia Kurosaki se ahogaba…es decir, se limpiaba el orgullo de Kon; Isshin, el padre de familia, ignoraba los gritos que provenían del cuarto de baño, sumido en sus propias preocupaciones.

- Oi, ¿alguien ha visto mi colección de bolas de pachinko?

Por que para Kon, la venganza se sirve…rellena de plomo.