Aaaah bueno, aquí vuelvo con otro más, es muy cortito pero me apetecía hacer algo como esto, siento que no sea divertido, pero es de esas cosas que a veces sientes que tienes que escribir…(que profundo, no parezco yo XD) Además debo de decir que la interacción de estos personajes era todo un reto, por que no se tratan entre ellos en ningún momento de la historia original (creo, o a lo mejor se me ha pasado :P), pero ambos me gustan, pero no como pareja eh? ya otro día os horrorizaré con cierta pareja que me gusta XDD

Como siempre, mil gracias por los reviews y por leer el capitulo anterior, diox que malo que era XD thaaaanks!


Juan Sinmiedo

Abrió la puerta, y fue como si su mundo se derrumbara por segunda vez.

No había nada allí que destacara especialmente y sin embargo, cada pincel, cada hoja de papel, cada mota de polvo en aquella oficina era como un chorro de vinagre en sus heridas.

Dio un par de pasos vacilantes y se colocó junto a la ventana, allí donde la luz proyectaba las largas sombras de los silenciosos muebles, mientras los recuerdos se disparaban en su cabeza cual película en una bobina desbocada.

- Izuru.

Se volvió bruscamente, con el corazón en un puño, pues, por un segundo, había sido aquella familiar voz la que había pronunciado su nombre. Pero sus oídos lo habían engañado una vez más, pues en el umbral de la puerta, solo quedaban las sombras.

Sabía que él no volvería, no regresaría a manipular sus emociones, no jugaría de nuevo con su lealtad, y sin embargo, a pesar de saber que era lo mejor, le dolía.

Le dolían las manos, por haber empuñado la espada contra sus amigos, le dolían las heridas que había aceptado gustoso por defenderle, le dolía el alma por que aun sabiéndose victima de las mentiras, deseaba que todavía estuviera a su lado.

- Kira fukutaicho.

Esta vez la voz recogida por sus oídos fue real, y ello lo obligó a dejar de perder la mirada en la pared, y volverse.

- Unohana taicho…- reconoció a la mujer de aspecto maternal que se encontraba a un metro escaso, sorprendido por no haberla escuchado acercase.

- No has vuelto para tu revisión y estábamos preocupados, Kira-san.

- Lo siento mucho.- hizo una reverencia larga y cortés – Iré inmediatamente.

- No es necesario que vayas enseguida.

El teniente parpadeó, sin comprender qué quería decir la capitana con aquellas suaves palabras.

- Tus heridas físicas no son graves – Unohana echó un vistazo a su alrededor, como si intentara comprender el lenguaje mudo de las paredes – quizás sea el turno de sanar aquellas que yo no puedo alcanzar.

Kira cerró los ojos un instante, y bajó la cabeza.

- Unohana taicho…- su voz sonó ahogada, como si le costara mover los labios.

- ¿Sí?

- Cree que…cree que nos enfrentaremos…que me enfrentaré a…

La capitana soltó un suspiro suave, y posó los ojos en la ventana por la que entraba una hoja arrastrada por la brisa. Kira continuaba con la cabeza baja y los hombros le temblaban.

- Una hoja nunca sabe hacía que lado la empujará el viento. – dijo, al tiempo que el teniente de la tercera levantaba la mirada – No debemos temer, Kira-san, pues el miedo solo consigue que vaguemos a la deriva.

Él apretó los puños, sintiéndose estúpido. ¿Por qué temblaba¿Por qué dudaba? Su traición, sus burlas, el daño que le había hecho no tenían perdón, y sin embargo ¿por qué temía tanto que se produjera un enfrentamiento¿Por qué no deseaba que obtuviera su merecido?

- No sé si sería capaz, Unohana taicho. – murmuró, consciente de que era presa de sus debilidades – No sé si podría levantar mi espada contra él.

- Tu respeto y afecto por Ichimaru-san era admirable – sonrió ella, comprensiva – pero ello no debe hacerte dudar. Algunos te dirán que es una cuestión de supervivencia, comer o ser comido, sin embargo…

Kira esperó en silencio a que la capitana concluyera la frase, pero ella se volvió hacia la puerta y comenzó a caminar. Él permaneció en su lugar, observando el numero cuatro de su capa que bailaba mientras se alejaba.

- Nada te hará más daño que el miedo, Kira-san – la capitana se había detenido en el umbral – Puede que el miedo evite las heridas físicas, pero te hará sangrar por dentro de un modo que no puedes imaginar.

El teniente abrió la boca, pero no salió ningún sonido de ella. La capitana le observó por el rabillo del ojo, con una expresión que se diría melancólica.

- Pero solo tú puedes decidir que clase de heridas estas dispuesto a cargar.

Y en aquel instante, Kira Izuru, supo que, al final, sus miedos se desvanecerían, pero a pesar de ello, continuaría sangrando por dentro hasta el fin de sus días.