Ya he vuelto con otra tontería para no variar :P Muchas gracias por los reviews, de verdad me alegra que os guste lo que escribo, aunque sean paridas en su mayoría XDD
Hasta que no lo terminé no me di cuenta de que el titulo esta vez podía tener un doble sentido debido a los personajes…juro que no lo hice aposta, fue casualidad, no pensaba en ello mientras escribía. De verdad de la buena :P
El cuento de la lechera
No podía permitirlo. Ni un día más. Definitivamente.
- Cuando la encuentre, se va a enterar.
Aquel era el gruñido que repetía una y otra vez Hitsugaya Toushiro mientras caminaba por las galerías de su división, con el ceño fruncido y los brazos cruzados, disuadiendo a cualquiera con el que se cruzase de acercarse demasiado a él.
Llevaba un autentico día de perros, y para variar, todo era culpa de su teniente.
No estaba seguro de qué era exactamente lo que tenía en la cabeza Matsumoto para hacer lo que hacía, y tampoco estaba seguro de quien había sido lo bastante idiota como para ofrecerla para un puesto que exigiera una mínima responsabilidad.
Recordó el incidente de unas pocas horas atrás y volvió a gruñir irritado.
- No se preocupe, taicho, como puede ver, ya he terminado el papeleo.- le había asegurado con una sonrisa confiada.
Y Hitsugaya se reprendió una vez más por ser tan estúpido como para tragárselo. Tendría que haberse imaginado algo como aquello.
Nada más salir de la oficina se había topado con un grupo de shinigamis, que ni siquiera formaban parte de su escuadrón, rellenando el papeleo de Matsumoto, mientras babeaban ante la idea de que la atractiva teniente los recompensaría por su esfuerzo.
Ilusos. No serían los primeros ni los últimos en hacer el trabajo de Matsumoto sin recibir nada a cambio.
Sin embargo, aquella vez se había pasado de la raya, ya que por lo visto, su teniente no comprendía la palabra "confidencial" estampada en los montones de papel, y los había dejado al alcance de sus estúpidos admiradores, los cuales habían encontrado muy divertido ciertos asuntos privados del capitán de la división diez.
Volvió a gruñir. Tenía que ponerle a Matsumoto los puntos sobre la íes, y si no le gustaba, ya podía buscarse otro puesto u otra división, Hitsugaya no estaba dispuesto a tolerar tales conductas.
Y si ella era despedida, podría al fin, buscarse un teniente que trabajara por una vez.
Meditó un instante, considerando a quien pondría en el puesto… alguien tan eficaz como Ise Nanao le sería de gran ayuda, pero sabía de sobra que sin ella la división ocho se desmoronaría en un par de días. Y Kyoraku lo mataría.
Hinamori por ejemplo, podría también serle de ayuda, aunque no le hacía demasiada gracia que lo fuera llamando "Hitsugaya-kun" o peor aun "Shiro-chan". Ya tenía bastantes problemas para hacerse respetar como para que encima ella lo avergonzara más todavía. Aunque la idea de compartir oficina y trabajo con Hinamori no le desagradaba en absoluto.
Luego tenía a alguien como Abarai…que era demasiado ruidoso para su gusto, Hisagi así como Iba estaban demasiado encandilados por Matsumoto como para aceptar su puesto una vez ella fuera despedida.
Por otro lado, Kira era una buena opción, lo suficientemente obediente como para no replicar cada palabra suya (como hacía su actual teniente) aunque era demasiado dócil a veces, y se dejaba enredar con facilidad.
Nemu así como Kotetsu Isane quedaban descartadas, aunque no por su falta de dedicación al trabajo o su actitud, pero no quería tener a un espía de Mayuri en su oficina ni a una teniente especializada en la curación.
También estaban los tenientes de las divisiones uno y dos…como fuera que se llamasen.
Y Yachiru, lo cual sería aun peor que tener a Matsumoto.
Consideró un instante a los terceros oficiales como los de la división trece, pero sus constantes disputas le daban dolor de cabeza, y eso que no las presenciaba tan a menudo como Ukitake, el cual no sabía como lo soportaba.
Suspiró, realmente era una decisión difícil, tendría que meditarlo a fondo, no era decisión que pudiera tomarse a la ligera…
- ¡Taicho! – una voz alegre irrumpió sus pensamientos y se detuvo en seco.
Aunque fue demasiado tarde, perdido en su mundo, había chocado de lleno con su teniente. Que lo recibió con su parte del cuerpo preferida.
- ¡Ma-Matsumoto! – el capitán intentó mantener la compostura y no ahogarse en el proceso.
- ¿Qué hace por aquí? ¿Se ha perdido? – sonrió ella.
- Tengo que hablar contigo, Matsumoto. – habló Hitsugaya – pero antes, quita tus pechos de mi cara.
- ¡Ah! Perdón. – la teniente dio un paso atrás, dejándolo respirar, sin perder su expresión divertida - ¿Qué sucede, taicho?
El capitán tosió para aclarar su garganta y fijó la mirada en su teniente. Y luego tuvo que levantar la cabeza, ya que su línea de visión resultaba más bien…distrayente.
- Matsumoto, acerca de lo informes que tendrías que haber realizado esta mañana…
- ¿Qué pasa con ellos? – preguntó, inclinándose hacia él, dejando ver más de lo que debería.
- ¿Que qué pasa con ellos? – replicó frunciendo el ceño – Ya deberías saberlo. No puedo permitir más tiempo esta… Matsumoto, no hace falta que te me acerques tanto.
- Ah, perdón taicho, es que no lo escuchaba bien.
- Ejem – el capitán volvió a toser – lo que quiero decir, Matsumoto, es que esto se tiene que acabar, no puedes dejar que otros hagan tu…¿qué demonios estás haciendo?
- Es que hace calor aquí ¿no cree? – Matsumoto cogió el pañuelo con el que hacía un instante se había estado abanicando y lo metió entre sus pechos – Continúe por favor.
- Tienes que empezar a hacer tu trabajo y no relegar las responsabilidades en otros – prosiguió Hitsugaya con seriedad – y los informes confidenciales, son eso CONFIDENCIALES. Debería entrarte en la cabeza. Si esta conducta no cambia me veré obligado a… a…¡Basta ya, Matsumoto!
- ¿Eh? Pero ¿qué he hecho yo, taicho? – exclamó ella
- ¡Déjate el pecho en paz!
- Solo me estaba ajustando el cuello del uniforme – replicó la teniente cruzándose de brazos, convenientemente bajo el pecho – Está muy irritado hoy, taicho, debería ir a descansar. ¿Quiere acompañarme a tomar un baño en las termas?
- ¡No! Olvídalo, creo que ya tengo jaqueca, me iré a descansar enseguida.
- ¿Quiere que le acompañe taicho? – se ofreció, inclinándose hacia él – No tiene buena cara.
- Matsumoto.
- ¿Si?
- Lo haces a posta ¿verdad?
- ¿El qué, taicho?
- Olvídalo. Regreso a la oficina.
- Qué lo pase bien.- se despidió ella con una sonrisa satisfecha mientras su capitán se alejaba.
- Sí, estupendamente. – gruñó en respuesta.
Y así Hitsugaya Toushiro fue consciente de que jamás sería capaz de echar a su teniente de su puesto, al menos, hasta que hubiera crecido un poco más y su línea de visión al mirar a Matsumoto no fuera tan terriblemente molesta.
