Buen Día, la presente es con motivo de hacer una consulta al público respecto de un desarrollo que me ha causado duda. Es Arika, que piensan… ¿Cuál de las siguientes escogerían si ustedes fueran los escritores de esta historia?
1-El amor debe triunfar a pesar de la adversidad, Arika debe quedarse con Mashiro a pesar de todo.
2-La honestidad y la lealtad en los sentimientos dan valor, Arika se aparta de Mashiro y se relaciona con otra persona digna de ella.
3-La vida es el halito que otorgan los dioses, un fuego que puede extinguirse a causa de la fragilidad humana, Arika muere en batalla protegiendo el futuro de Windbloom.
4-No siempre el amor es el camino que se nos designa, Arika se marcha de Windbloom a Argos.
De este modo quedo atenta a las votaciones, las cuales estarán abiertas… a partir de, ya!
Cof cof, los que opten por la opción 2, verán una posible candidata en el capítulo 44, pero dejo la consulta desde ahora. La trama puede ir variando y ajustándose según el cómo vayan sumándose los votos, es decir, dentro del guion o la trama de la historia en mi mente, puedo dar cualquiera de estos finales sin que por ello se dañe el hilo general, así que tranquilidad, desarrollaré estos temas sin que se sientan forzados o al menos lo intentaré. Cerraré las urnas algo así como en el capítulo 45 o 46, claramente sabremos qué votación ganó al leer el final de la historia.
Les mando un abrazo, cabe informar que se reportan los siguientes avances (No he estado vagueando aunque lo parezca jajaja, esto de ser gente independiente, trabajadora y ama de casa es difícil):
70% del capítulo de Tempus Vitae desarrollado.
90% del capítulo de cuando hablan las miradas.
20% del capítulo 43 de Danza Entre lobos.
70% del capítulo 44 de Danza Entre lobos.
40% del capítulo 32 de Nunca Digas Adiós.
Danza Entre Lobos
Capítulo 42
Insidias I
Algunas tormentas no cesan con la llegada de la calma o el silencio, a veces las noches borrascosas no se desvanecen con el día y determinados diluvios se convierten simplemente en sirimiris de aparente quietud, que de cualquier forma empapan calando hasta los huesos. Nina Kuga había tomado el lugar de su prima en la meritoria labor de llevar a puerto seguro a su estimada cuñada, Shizuru Di Kruger y a los detractores de Nagi que hubieren considerado alejarse de aquel lugar; aun si su propio pesar hubiere desbordado las lágrimas en aquel luctuoso momento o gran parte de su aflicción se debiera a las personas que escoltaba, no daría a torcer su brazo en un solo momento, no tenía tiempo para quebrarse como se había roto la joven hija de aquel infame, Satoru Fujino.
-Alteza, no es prudente dirigirnos al castillo... deberíamos acudir al paso inmediatamente, antes de que el Conde reconsidere...- Se escuchó la voz de uno de los temerosos soldados.
-Pretendes que dejemos a la merced de estos animales a las doncellas que sirvieron lealmente a mi familia, a los buenos hombres a nuestro servicio... a mi abuela-
-A callar...- Intervino otro de los leales hombres del fallecido Lord Kruger, el señor Ankara. -Vuelve a tu lugar-
Ankara y Sergei se acercaron a Nina, esperando ser más prudentes que ese soldado. -Alteza, cuanto mayor sea el número de nosotros, menores serán nuestras posibilidades... somos pocos soldados para defender a tantas personas y cerca de la mitad, desertaron a las filas de Nagi-
-Nina... yo tengo más experiencia, deberíamos acudir con Asano Nagara, tomar los hombres que podamos y...-
-Nagara y todos los demás están muertos, o nos traicionaron Sergei, se incendió la mitad de Fukka y ni uno solo de sus hombres se presentó a pesar del llamado de los vigías, es una guarnición de 300 hombres y no vimos uno solo... ahora dime, ¿Cómo es que el Conde tuvo acceso a todos esos Orphan? Él no puede crearlos mágicamente, él los domina pero no puede hacer que broten como margaritas, sin haberlos cazado antes. Vimos cómo los capturó, usando balas de ese cristal negro, la balas que mataron a mi tío...- Una mueca de dolor se asomó en el rostro de la pelinegra, mas no dejó que el llanto brotara. -Pero los Orphan se materializan en un lugar específico y rara vez en otras partes de Fukka-
-El lago de las lamentaciones, donde se forman los Orphan...- Recordó Ankara. -Y protege la guardia real a cargo de Asano...- No les costó demasiado atar los cabos, Nina era una estratega audaz y de una inteligencia suspicaz.
-Pretendo darles seguridad a los hombres, que vayan por sus esposas e hijos, necesito los medios económicos para ofrecerles bienestar en Tsu, requiero que mi abuela cuide de Shizuru mientras yo los cuido a todos, es indispensable que ninguno de nosotros tenga en Fukka algo que el conde pueda usar para que flaquee nuestra lealtad- La determinación en la mirada de magma fue suficiente para que los dos hombres la miraran con profundo respeto. -Entonces iremos al castillo, atenderemos a los heridos, tomaremos lo necesario, luego iremos a Tsu, pondremos a todos a salvo e idearemos la forma de volver por Natsuki de una manera mucho más discreta... ¿He sido lo suficientemente clara?- Ambos guerreros asintieron y volvieron con sus caballos a sus posiciones en la caravana.
Sergei suspiró sintiéndose un tanto culpable, aquel era el resplandor gentil de la persona que había opacado como a una damisela durante algunos años, alguien a quien ahora admiraba mucho más de lo que amaba, veía a los hombres y mujeres en las carretas, heridos, la gente que quiso seguirlos, todos y cada uno de ellos ahora dependía completamente de la joven Kuga, y ella los tenía en cuenta a todos. -Podrás ir por tu mujer y tu hija, da gracias a la gentileza de su alteza, ella pudo pensar en dejarlos atrás como tú lo hiciste en primer lugar, cobardemente... pero no será así- Le dijo por lo bajo al soldado que habló inicialmente. -Temer no te hace menos, dejar que el miedo decida... eso te hace un cobarde-
En menos de dos horas arribaron al castillo de la familia Kruger, un lugar tan grande y lleno de soledad sin la presencia del Duque, empero Nina no tenía visto dejar a nadie atrás, no le daría a Dai Artai la posibilidad de chantajear a su prima con la presencia de un ser amado o al menos estimado. No dejaría sola a su abuela en aquella infinita morada de ladrillos, ni a Shizuru perder el juicio en aquellos momentos tan difíciles, pues le preocupaba en sobremanera su salud dado que parecía ida y hasta cabía la posibilidad de que Artai la hubiese drogado de algún modo, pues bien recordaba que había sido demasiado fácil apartarla de su prima cuando dentro de ella había una fuente inagotable de energía espiritual capaz de materializar hilos de peligroso poder, saber que no había usado tal habilidad a su favor durante el incidente era motivo de completa alarma. Una vez llegaron dió las órdenes suficientes para que todos se pusieran en marcha, esperando que en menos de dos horas tuviesen la caravana lista, cargada de los suministros, dispuestos los caballos, curados los heridos y todos listos para partir.
Nina bajó de Cian y le habló al primer sirviente que encontró. -Lleven a los heridos al salón, traigan agua y trapos limpios, necesito a todos los sirvientes presentes en el castillo reunidos aquí en menos de 20 minutos, llévate a todos los que hagan falta para seguir estas urgentes órdenes- El hombre le reverenció y salió corriendo a cumplir sus deseos. La Kuga miró en dirección de los Ho a quienes un par de soldados y Arika les ayudaban a bajar de la carreta, por un momento sus ojos se encontraron, el iris de fuego y la aguamarina mirada de su prometida, una ola de ira se levantó ardorosamente en el interior de la pelinegra, por lo que desvió el rostro y caminó dentro del salón, para acudir al encuentro de su abuela, ascendiendo en zancadas de dos o tres escaleras cada paso.
-Abuela...- Dijo en cuanto arribó a su habitación, pero no la encontró, fue corriendo a los lugares que prefería y al final acudió a la cocina, allí la mujer y muchas de sus sirvientes elaboraban por órdenes de la mayor un sin fin de alimentos, ungüentos y demás. -Abuela Sanae-
-Mi niña...- La mujer se dió la vuelta para recibir en sus brazos a la más joven. -¿No estabas el Windbloom?-
-Es una larga historia, he vuelto y... ¿Qué es todo esto?- Apreció el movimiento en todo el lugar, no esperaba que le leyeran el pensamiento horas antes de llegar.
-Muchacha, tu tío salió con casi todos los guardias... cuando es así vuelven muchos heridos y es en esos momentos que tanto las medicinas como una sopa caliente se convierten en cosas de primera necesidad...-
-Abuela...- Nina miró con infinita gratitud a la mujer que la había cuidado desde siempre y eran tan audaz como era posible a sus años. -Necesito que tomes lo que consideren de mayor necesidad y valor, debemos irnos inmediatamente-
-¿Qué ha pasado? ¿Por qué vistes como un hombre?... tienes la ropa hecha girones, esos rasguños y... ¿Es eso sangre?- Musitó al ver la mancha escarlata en un corte a la altura del brazo y un poco del costado.
-Abuela, murió el tío Takeru y si no nos vamos pronto, no sé qué puedan hacer los pobladores de Fukka contra nuestra gente... lo lamento, no pude hacer nada... hazme caso y tendremos luego todo el tiempo del mundo para hablar, te lo suplico, confía en mí- Necesitaba no sentir, al menos por un tiempo. -Iremos a Tsu... una vez allí, te juro por lo más sagrado que vengaré a mi tío-
-Eso siempre, mi niña...- La mujer le dió un beso a la frente de su nieta y apuró a las mujeres. -Ya la oyeron, empaquen lo que puedan para el viaje, lleven esa comida caliente al salón, todos deben estar hambrientos, Kara acompaña a mi sobrina y que todas las doncellas atiendan a los heridos- Sanae se dirigió a una joven castaña de ojos verdes que estaba batiendo un ungüento verdoso en un tazón. Luego se aproximó a otra de las siervas. -Shiori ve a empacar las ropas suficientes para una semana para nosotras, para la servidumbre y para los hombres...- La abuela continuó dando las indicaciones de las actividades más urgentes, mientras que Shiori se apresuraba a salir y justo cuando iba a pasar de largo junto a Nina, esta le hizo un pequeño ademán para que la escuchara.
-Ni un solo vestido, necesito ropas interiores, botas, camisas y pantalones... lo mismo para Sayers, también se requiere que dispongas los atuendos adecuados para la familia Ho, ellos están en el salón así que puedes hacerte una idea de sus tallas o preguntarles directamente... gracias, Shiori- La morena se dió la vuelta, siendo seguida por una silenciosa pero diligente Kara, quien con presteza llamaba a las doncellas con las que se encontraban a su paso. Una vez llegaron al lugar donde todos los heridos estaban Nina apreció que muchos de ellos se miraban desolados, no solo ella había perdido personas amadas la noche anterior. -Por favor ayúdalos en todo lo que puedas Kara, sin embargo que sea lo menos demorado posible... deberemos irnos a más tardar dentro de dos horas-
-Como ordene, Alteza- Dicho esto Kara y las demás se apresuraron a verificar las heridas entre todos los soldados, trabajadores, mujeres, ancianos y niños que habían llegado al lugar.
Nina se acercó a Akira y la llevó aparte, depositó con cautela una llave en la mano de la joven morena de ojos marrones. -Okuzaki-san... necesito que tomes esta llave, vayas con Sergei y Ankara a la bóveda, deben tomar los cofres de piedras preciosas, dos de oro y uno de plata, carguen una carreta de eso sin que nadie adivine el contenido... tendremos muchos gastos en Tsu- Akira asintió y aunque fueran momentos tan amargos, la idea de ir al lugar donde su prometido vivía le daba un poco de alegría a su tristeza.
-Nina...- Se oyó la voz de la joven Ho a la espalda de la Kuga.
La morena se detuvo. -Erstin... ¿Están bien atendidos?- Ni siquiera se volvió a mirarla.
-Sí, claro que sí... no podría ser de una mejor forma... pero, yo me preguntaba ¿Estás bien? ¿No dejarás que atienda esas heridas?-
-Estoy perfectamente... no... No necesito tu ayuda para eso, por favor cuida de Shizuru, sigue dormida pero temo cuando despierte- Continuó la marcha hacia la armería sin preocuparse de la respuesta, vió a un par de conocidos al pie de las escaleras y los llamó con un ademán. -Takeda, Yuichi... necesito que me ayuden a traer todas las armas encantadas que podamos, y otras con pólvora-
-Como digas... "Nina"- Erstin se mordió los labios sabiéndose totalmente ignorada por su prometida, pero no perdió la calma, volvió corriendo con Maya y los demás, mientras a Taro le cosían una herida en la cabeza, Maya ayudaba a servir los alimentos, su marido sostenía a la hermosa Saya en sus brazos, Christoph velaba por Kiara y Minoru, los cuales aún se miraban afectados por los acontecimientos de la noche, a Arika que no se había apartado ni un momento de los Ho o de Shizuru, le vendaron el costado donde se habían formado sendos moretones.
No pasó mucho tiempo cuando Nina se presentó una vez más en la sala, a pesar de su palidez y cansancio, se miraba erguida y firme, con un temple sereno, que le brindaba un poco de calma a la incertidumbre de las personas. Se hizo un profundo mutismo, a pesar de las heridas o el llanto de algunos infantes que fue silenciado por un gesto fraterno y apartados de las conversaciones estimadas solo para adultos.
-Me llamo Nina Kuga Kruger, soy sobrina de Lord Takeru, conocido por todos como el Lobo Negro de Fukka, quien pereció esta noche oscura... soy prima del Doncel de Hielo, Natsuki Kruger, a quien un extranjero de Artai capturó, ella dió su libertad por la nuestra y es por mi honor, que voy a cumplir su palabra para todos ustedes, aunque me cueste la existencia- La pelinegra dió un par de pasos para mantener las miradas puestas sobre sí, asegurándose que nadie sucumbiera al sopor del agotamiento, al menos no por el momento. -Esta noche cada uno de nosotros perdió más de lo que puede ser medido en tesoros y bienes materiales, sufrimos, vimos morir a personas que amamos- Algunos sollozos escapaban entre los reunidos. -No existe en este mundo nada que pueda reparar tales daños, pero sí puedo darles a escoger un camino distinto al que se cierne sobre Fukka y su gente, hoy-
-¿Cómo podrían entender nada? Esos monstruos no atacaron con la oscuridad de la noche la humilde casa en la que vivías, este es un castillo después de todo- Refutó un rubio de aspecto macizo, casi pareciera familiar de los Ho, pero no era el caso, aquel joven tenía los ojos de color miel.
-Su nombre... señor- Cuestionó lo más serena posible.
-Soy Goro Hatsuma... Alteza- Se abrió paso entre todos para quedar frente a Nina, quien tenía una cabeza menos de altura, magma y miel cruzaron miradas con evidente tensión.
-Hatsuma-san, permita que le cuente una historia... alguna vez una pareja joven se asentó en el paso, a las afueras de Fukka, el hombre, quien había perdido su trabajo en la casa del noble al que servía, acudió al bosque para cortar leña y así tener los medios suficientes para su familia, él iba allí en la compañía de su hermosa esposa y su hija, un bebé de brazos. Como todos saben, faltó a la Ley establecida por los Kruger en Fukka, nadie sin excepción puede adentrarse en los bosques de los Duques... la mayoría supone que se trataba de una absurda prohibición, aquel hombre pensó igual, y así después de algunas semanas, el sonido de la tala atrajo a uno de esos monstruos, solo puedo decir que sus vidas fueron cegadas cruelmente, salvo por la infanta oculta por su madre a la cual el sopor de un sueño infantil le hizo pasar inadvertida a los ojos del monstruo... Hatsuma-san, yo he pasado meses en el bosque cazando Orphan para que a gente como usted, como todos ustedes, vivan en paz... yo elegí hacerlo en memoria de esa pareja-
-¿Es acaso una muestra ególatra de su piedad, Mi Lord?- Reclamó Goro con una teatral venia.
La Kuga sujetó a Goro por el cuello de la camisa y ante la estupefacción de todos lo levantó unos pocos centímetros del suelo. -Escucha bien, Goro... porque por gente como tú, es que muchos no pudieron sobrevivir ayer, si te lamentas y no haces nada por mejorar las cosas, no sirves... hasta que estés dispuesto a hacer algo útil con tu existencia, tendrás el derecho de hablar, por ahora, sigue siendo una cucaracha... escóndete como el cobarde que eres- Sintió una punzada de dolor en sus heridas, pero lo escondió de la vista de todos y bajó al muchacho, mirándole a los ojos con todo el enfado que no podía esconder. -Ellos eran mis padres, la madre amorosa que empleó el último aliento de su existencia para esconderme de la criatura, mientras mi padre lo enfrentaba con una simple hacha en las manos, tuve suerte... los mató un tipo topo, un Orphan ciego- Una mueca de odio se alojó en la faz de Nina. -No te atrevas a suponer, que no me importa... porque no sabes nada-
Los ojos magma rodaron sobre los rostros apesadumbrados, lastimados, sucios incluso. -Quien lo desee, puede venir conmigo al poblado de Tsu, allí prometo darles un lugar donde vivir y un trabajo honesto para subsistir, quien desee quedarse en Fukka puede hacerlo, aquellos que estimen a bien acudir a otros lugares de Windbloom donde tengan parientes que puedan darles acogida, recibirán los medios económicos para llegar y sostener a su familia un tiempo... es todo cuanto puedo ofrecerles-
-¿Cuándo podremos volver?- Cuestionó un hombre mayor, alguien que había nacido en Fukka y se arraigó a su tierra con un tono nostálgico.
-...no puedo decir cuando sea conveniente retornar a Fukka, pero les aseguro que pasarán meses antes de que sea un lugar seguro para habitar- Aquella noticia no fue recibida gratamente, el barullo se extendió por toda la sala.
-Podemos elegir a Nagi, él nos salvó... eliminó a los monstruos en un santiamén- Se oyó una voz masculina en la parte trasera del grupo, nadie necesitaba adivinar que se trataba de Goro una vez más.
Nina tensó la mandíbula intentando no perder la calma, sonrió con una mueca lúgubre. -Pueden ir con él y servirle... pero les hago una advertencia, ¿Acaso alguien lo vió luchar hombro con hombro ante la adversidad?- Se miraron unos a otros con clara confusión, lógicamente nadie había visto al Conde en el filo del peligro... Antes de que nadie negara o afirmara, la Kuga les recordó igualmente otra circunstancia. -En lo que yo pude ver, eran sus sirvientes los que arriesgaban el pellejo con las criaturas, de lo que bien recuerdo... mi prima, mi tío y mis amigos blandimos armas a la misma altura que nuestros soldados, les salvamos la vida a muchos de ustedes arriesgando la propia, pero si quieren confiar en un hombre que solo ve a Fukka como un lugar de paso, es todo lo que tengo por decir- Levantó los hombros y negó suavemente con la cabeza. -...tienen 15 minutos para decidir, a partir de ese momento haré lo necesario para marcharme con los que quieran venir y dar lo suficiente a los que necesitan ir a otro lugares del reino, los que quieran quedarse... son libres de hacerlo- Musitó antes de dar la media vuelta y desaparecer con dirección de la habitación más cercana donde tuviera un poco de privacidad.
Algunas personas siguieron con la mirada a la morena, quien cojeaba imperceptiblemente en medio de su raudo paso. Kara fue la primera en ponerse de pie al notar la postura adolorida y alguna mancha de sangre reciente en la ropa de su joven ama, con presteza le siguió por el pasillo en la primera planta. Erstin estrujó con fuerza un pequeño pañuelo mientras empleaba un trapillo húmedo para enjugar el rostro de Kiara.
-Ve, Erstin... no concedas que nadie tome tu lugar, aun en circunstancias tan lamentables como las que corren, ella será tu esposa- Musitó Maya, tomando de su mano el paño y continuando la labor de limpiar un poco a los niños.
-No estoy muy segura que desee mantener su promesa... por las acciones de mis hermanos- Musitó por lo bajo, a lo largo del camino tanto Erstin como los demás, pudieron hacerse de los pormenores relacionados con la traición de Taro y Kano, la cual le dio absoluta ventaja al Conde Dai Artai y causó gran deshonra para su familia.
-Nina es una persona justa, no puede culparte por las acciones de otras personas... pero también es humana y estará molesta, ten paciencia, eso no durará tanto tiempo, solo no dejes que esto las distancie- Acotó Arika, quien no había pasado por alto las circunstancias.
Erstin asintió antes de acudir en la misma dirección que tomó su amada princesa de cristal, como así la llamaba cuando apenas era un sueño hablarle, sus pasos la llevaron a las habitaciones del primer piso, cuando escuchó una tenue queja de su voz, se apresuró a llegar pero detuvo sus pasos frente a la puerta, temerosa como nunca contempló la perilla de la puerta dubitativamente, cuando oyó la suave voz de la sirviente a quien recordaba tenía por nombre, Kara.
-Permita que le quite la camisa... seré cuidadosa, se lo aseguro-
-Adelante...-
Erstin quiso abrir la puerta de una patada, para apartar a esa mujer de su amante, sin embargo notó una abertura entre las dos placas de madera finamente tallada, la entrada no había sido cerrada con la diligencia que la intimidad de ese momento requeriría. Ante la posibilidad de ver cumplido su ímpetu, este se apagó en estupor y apenas pudo en su valor encontrar el tino para mirar a través de la pequeña abertura. Encontróse con la sinuosa imagen de la sirviente inclinada sobre su prometida, desabrochando con lentitud botón tras botón la camisa que otrora blanca, se miraba manchada de hollín y sangre. Nina desviaba la mirada sobre la ventana claramente abochornada por la proximidad de la otra mujer, no menos bella que las siervas leales a su casa, pero sí más sobresaliente que las demás. Así continuó por incontables momentos la tortuosa vista de otra, haciendo los menesteres que por derecho le pertenecían, pero que no sabía cómo reclamar ante la culpa dolosa de la traición de su familia.
Una vez abierta la camisa, Kara intentó retirarla, sin embargo la tela se tensó brevemente y una queja manó de su joven ama. -Arrggg... mmmm-
-Perdone alteza, se ha adherido... un poco- La proximidad era inmensa, cuando Nina volvió el rostro al frente tan distraída en otros pensamientos y hallóse a tan escasos centímetros de la cara de la joven Kara.
-Haz lo necesario...- Musitó con voz ronca, como quien no ha bebido líquido alguno en un largo tiempo tragó saliva. -Yo no me quejaré-
Erstin se mordió los labios más que molesta, esa mujer lo había hecho a propósito, ¡Eso seguro! Empero la Kuga no hizo caso de ello y desvió la mirada nuevamente mientras la joven castaña de verdes ojos, deslizaba sus manos sobre su torso desprendiendo la tela de las heridas. Odiosa tortura aquella, tardó un poco más, y la nieta de Christoph Ho, conoció el límite de su propia paciencia, la descarada mujer había tocado más de lo permitido con la excusa de retirar la prenda.
-Nunca... había visto nada semejante- Musitó Kara aparentemente sorprendida. Erstin en cambio respingó preocupada por una posible herida peligrosa en la piel de su amada.
-¿Qué cosa?- Cuestionó la pelinegra, cuya mandíbula tensa delataba dolor.
La castaña, dió la espalda y humedeciendo un paño para limpiar los restos de sangre y suciedad, dijo sin más. -Usted... parece una amazona- Kara se sonrojó violentamente al entender la insinuación en su expresión, junto con la Kuga que se hizo la desentendida. Y no es que la servil mintiera, el vientre de Nina, sus hombros y sepa dios que escondía aquella tela sobre su pecho, su cuerpo en general estaba tan bien trabajado que era un bocado a la vista. Pero no podía expresar eso en voz alta ¿Verdad? Mucho menos cuando esa persona la miraba y comenzaba a tornarse de todos los colores, con todo el pudor que caracterizaba a una doncella. La ojiverde se corrigió rauda, posando en la espalda de Nina el paño esta vez con un poco de alcohol. -...estando así ¿Cómo pudo levantar a ese hombre con una sola mano?-
La expresión dolorida y de entendimiento de Nina cortó la tensión en el aire. -Estaba... muy molesta, ni siquiera supe cómo pude hacerlo, todo este tiempo mi especialidad ha sido la velocidad y la agilidad, no tenía idea que tuviera esa fuerza... o solo sentía tanta ira que tal vez... Ouch... - Suspiraba entre palabras para tolerar el ardor en los cortes, algunos insignificantes pero persistentes, las heridas más serias fueron suturadas y limpiadas.
Entonces Kara retiró el top en el pecho de Nina para asegurarse de no ver algún daño mayor en la zona, Nina se sonrojó de pies a cabeza e intentó no pensar mucho acerca del paño en lugares tan... sensibles. -¿En... en verdad es necesario?-
-Un lugar tan delicado en la piel de una doncella no merece menos cuidado... por suerte no tiene cortes de gravedad, aun así debo limpiarla para prevenir que le suba algo de fiebre- Mintió sutilmente, por suerte no había heridas en la zona pero Nina estaba tan avergonzada que no se atrevía a mirar.
-¿Podrías apresurarte entonces? Te... Tengo muchos asuntos que atender-
-La entiendo, Alteza... ya pronto estará lista para conducirnos a todos a la seguridad del lugar que habló antes- Kara susurró mientras comenzaba a vendar a la pelinegra, acercándose una vez más para envolver adecuadamente el costado, y el hombro izquierdo.
-¿Vendrás a Tsu con... con nosotros?-
-Sí, no tengo a donde ir... ni familia realmente, su tío fue bueno con muchos de nosotros, yo también quedé en la orfandad a una edad temprana-
-Como lo siento...- La imagen de Takeru muriendo a manos de aquel innombrable, golpeaba fuerte allí donde no podía vendar la herida, su corazón.
Kara negó con la cabeza -No se preocupe por ello...- Ya había vendado cada lugar, aunque palpaba sobre el tejido para asegurarse de no dejar espacios flojos o descubiertos, ante la vergüenza de Nina. -La mayoría de la gente del pueblo ignora de los esfuerzos que hacen usted y la Duquesa, tal vez no lo sabe pero es admirada por todas, al principio suponía que solo Kruger-sama podía... luchar debido a sus peculiaridades, ¿Pero no es muy pesado para usted?-
-A veces lo es, pero te veo a ti y a los demás... es por esa razón que yo no puedo rendirme Kara, por Natsuki... por las personas que dependen ahora de mí- La expresión de tristeza en el rostro de Nina era insondable y pese a sus celos o cualquier cosa que pudiera presionar sus pensamientos, Erstin sintió como suyo todo su pesar, tomó el valor para sostener la perilla y adentrarse, sin embargo... aquel breve espacio de tiempo en el que apartó la vista y se apresuró a entrar, fue suficiente...
La rubia herrera de la familia Ho, encontró los labios de Kara unidos a los de Nina. Notada ya la presencia de Erstin, la pelinegra de iris magma se apartó inmediatamente de la sierva que en mal momento había tomado su guardia baja. -Ers...tin-
-Perdone... alteza, se... han cumplido los 15 minutos y los demás esperan para... ir- No tuvo el valor de hacer valer su lugar, ya no lo sentía seguro. El llanto amenazaba con acudir a sus ojos por lo que más pronto que tarde salió corriendo de ese lugar.
Nina quiso ir tras ella, pero una mano la sujetó por la muñeca, entonces el verde olivo de los ojos de Kara se cruzaron con los de la joven ama. -No debe acudir así... sin ropa- Le tendió las prendas con la otra mano libre y la Kuga no tuvo más remedio que recibirlas, después de todo, aun si encontraba a Erstin ¿Qué le diría?
-¿Por qué hiciste eso Kara?-
-Pen... pensé que usted lo deseaba, yo estoy dispuesta a servirle en lo que desee... yo no la pierdo de vista un solo momento e interpreté mal las señales, ¡Perdóneme!- La chica se inclinó avergonzada, aunque desde esa postura Nina no podría adivinar la sonrisa en sus labios.
-Espero puedas perdonarme, no fue intención darte a entender tales mensajes... yo estoy comprometida y...-
-Pero... su compromiso con el capitán Wong ¿No estaba roto?-
-Lo estoy con otra persona... Kara, mi amor es para otra persona y no puedo darte nada más que mi amistad, así que te daré un tiempo a solas para que lo pienses, lo lamento en verdad- Nina se ocupó de vestirse a sí misma, a pesar de sentir algo tensas las vendas, ya pasaría.
Salió del cuarto más que confundida con las circunstancias, fundamentalmente porque se sumaba un problema a la ya larga lista de pendientes y una parte de ella, tan escondida y rencorosa, evadía la ocasión de solucionar aquel malentendido con la Srta. Ho.
Llegó a la sala y en efecto estaban todos reunidos, los que deseaban acudir a Tsu con ella estaban preparados y con bolsas llenas de sus pocas pertenencias, los que ansiaban ir a otro lado de Windbloom se filaban para ser provistos de lo necesario, y los detractores, simplemente se habían marchado del castillo no sin antes tomar lo que a bien tuviera algún valor, ante el descuido de la servidumbre ya bastante ocupada. Pero de Erstin no veía ni el rastro... Nina se preocupó, así que envió a Akira a buscarla, solicitando un especial cuidado sobre su rubia prometida.
No pasaron más de dos horas, cuando la caravana estuvo lista y en camino de Tsu, los soldados así como cualquiera que supiera usar un arma y estuviera dispuesto a proteger a su familia o su propia vida, tenía un arma encantada para ello, las que sí usaban pólvora estaban al resguardo de los más confiables. El silencio casi mortecino se sostuvo a lo largo de las primeras horas, la confianza y las charlas tuvieron principio a las 3 horas cuando el sol emergió sobre las montañas, pues la salida por el paso hacía un viaje más largo para salir de Fukka. Nina encabezaba la escuadra de soldados en su fiel montura, el blanco Cian, Ankara el centro y Sergei la cola del grupo, por el momento no habían visto nada de lo que preocuparse pero nadie bajaba la guardia.
-¡He!... Casanova- Se escuchó la voz del jinete de Doba.
-No me llames así...-
-Sabes como soy Nina, sin pelos en la lengua... ¿Qué hacías con esa chica?-
-Nada que te interese...- Gruñó por lo bajo, era en verdad molesto que Erstin hubiese expuesto sus circunstancias tan deliberadamente, cuando ni siquiera escuchó su versión de las cosas, claro que tampoco la había buscado para explicarlas.
-Así que estás en modo erizo... pínchame con tus púas enojadas, pero haz algo más que parecer muerta- Arika no perdía el sentido del humor, aunque estuviera triste por las pérdidas humanas.
-No tengo ánimos para tus bromas, Sayers- Gruño Nina al mejor estilo de la familia Kuga-Kruger.
Arika entendió que su querida amiga se mantenía a flote por muy poco, necesitaría tiempo y calma para afrontar las circunstancias, todo sin mencionar que se había cerrado en banda. -Iré a Windbloom, el Rey debe saber lo que pasó aquí- Se puso más seria.
-Tendrá que prepararse, no se necesita ser un genio para comprender las intenciones de Nagi, tiene los medios, los hombres y las armas bélicas más mortíferas jamás vistas... los Slave- La morena agradeció el cambio de tema, aún se sentía confusa y apenada por lo que pasó con Kara, si hubiera reaccionado más rápido tal vez... tal vez, quería vengarse.
-Atacará Windbloom, en cuanto la barrera que contiene a los Orphan caiga ¿Cuánto falta para eso?-
-En el último día del año, cuando la luna se torne roja nuevamente-
-No falta mucho, pero es extraño que nos dejara saberlo, que nos permitiera marchar...-
-Aún no hemos ido lo suficientemente lejos, el pasaje está oculto... pero sus monstruos rondan el lugar, además es un hombre ególatra y narcisista, quiere que su victoria sea avasalladora, que el Rey levante su espada y hasta esa hoja se rompa. Es la forma en que enviará un mensaje de advertencia a los demás reinos, el ganará con una batalla todas las siguientes mucho antes de que ocurran, si le temen entonces serán menos los que se alcen en su contra...-
-Wooo...-
-Leí el manifiesto de la guerra, de Naraku Kruger... era un imbécil en lo que refiere a las mujeres, pero un estratega excelente- Se sirvió aclarar al ver la cara sorprendida de su amiga, una pequeña sonrisa se formó en sus labios, pero desapareció aún más rápido. -No hay gloria en lo que harás, Arika... atacará con toda su fuerza el castillo y nosotros tendremos un problemita que enfrentar cuando Kagutsuchi se levante-
-Tampoco en lo que tú haces... ninguna de nosotras es Natsuki Kruger, estamos mucho más cerca de la muerte que ella y aquí seguimos, alguien podría suponer que enloquecimos- La castaña levantó los hombros restándole importancia a ese hecho.
-Lo sé, somos muy parecidas... sé que no soportaría no hacer nada...-
-Justamente eso Nina...- Sonrió notando como el ánimo de Nina mejoraba. Hacía frío y el viento mecía sus cabellos, tenían las mejillas sonrosadas y su aliento se veía a cada respiro. -No puedo ir contigo y dejar que ellos lo enfrenten solos, si algo llega a ocurrirle a ella y yo no... No hice nada... entonces...-
-Lo sé, no me das la espalda Sayers, solo vas a tomar posición en otro lugar dentro de la misma guerra-
-Entonces busca la paz de tu propio corazón, sería un agobio menos... sabes que el camino que elegimos no es el más fácil, podemos desaparecer en un suspiro, así que apresúrate a resolverlo- Arika insistió en aquel tema, tan pendiente y evadido por su amiga como para ser preocupante.
-Lo tendré en mente...- Una vez más desistió aplazando el momento,
La castaña de zafiro mirar sonrió para sí, siempre podía intentar otra cosa. -Debes ir a ver a Shizuru, la abuela dice que va a despertar dentro de un rato... yo cuido la posición-
-¿Despertará?- Un asentimiento fue suficiente para que Nina detuviera su caballo... -Te lo agradezco- Le dió vuelta a Cian y lo apresuró, esperando acudir al carruaje en el que su abuela seguramente estaría velando por el bienestar de la castaña de Tsu.
Con un breve trote llegó con prontitud a la carroza, el entendido animal acompasó su marcha de tal modo que la pelinegra pudo abordar el transporte sin detener el movimiento de la caravana, más un hondo silencio se hizo, porque en cuanto abrió la puerta, notó que su abuela no estaba sola en el cuidado de su castaña cuñada. Erstin que sujetaba sobre sus muslos un cuenco con agua en el que Sanae humedecía un paño desvió la mirada dolida, la Kuga intentó fingir que nada pasaba.
-Buen día Srta. Ho, Abuela... ¿Di Kruger se encuentra bien?-
-Perfectamente querida... La fiebre y la palidez de Shizuru ha atenuado, estimo que despierte en poco tiempo, sin embargo no adivino la fuente del mal que la aqueja, por momentos me preocupa que su estado...- La anciana sopesó sus palabras y en presencia de quien las murmuraba, pero veía pureza en la mirada de la joven Erstin, aunque notaba la tensión entre ambas mujeres. -... que se interrumpa y pierda a la criatura- La Ho no dijo una palabra pero la expresión en su faz sí que la delató.
-¿Cri...criatura? ¿Hablas de... de un bebé abuela?- Nina palideció en el acto tras el asentimiento de la anciana, tantas ideas abordaron su mente sin que pudiera procesarlas. Pero cuando las más acusadoras asolaron sus pensamientos, bastó mirar la expresión atormentada de Shizuru para aplacar una reacción odiosa. -Alguna explicación encontraremos en momentos más oportunos, por ahora necesito que me digas todo lo que debo conseguir o hacer para que ella restablezca su salud y la de la criatura en su seno...-
-No hace falta más, necesito un cuenco de té y estirar las piernas... ambas cosas ahora mismo- Musitó la abuela Kuga. -Los huesos me duelen, ya no estoy para estos viajes sorpresa...-
Nina asintió y se apresuró a hacer una seña para que se detuvieran, tanto tiempo a caballo y algunos habían dejado de sentir nada de la cintura para abajo. -Yuichi, que descansen 20 minutos, no podemos detenernos durante más tiempo- Ordenó al joven castaño de mechas rubias y ojos miel, aquel que Natsuki había conocido en Tsu. Diligentemente ayudó a su abuela a bajar y cuando quiso acompañarla, Sanae se negó tomando el brazo de un soldado buen mozo que estaba cerca.
-Anda... no dejes sola a Shizuru ni por un momento, apenas regrese podrás volver a tus cosas mi niña...- Sonrió tan gentilmente la mujer que la nieta no podría negarle nada.
-Cuide de ella con su vida... se lo pido-
-Como ordene Alteza...- Inclinó la cabeza el muchacho antes de seguir en sus pasos a la señora Kuga, quien sonriente le decía. -Ahh, eres el nieto de Kyosuke... mira lo mucho que has crecido-
Nina volvió dentro del carruaje, con un sentir más que incómodo, pues salvo por la bella durmiente que era Shizuru en ese momento, en verdad estaba a solas con la joven Ho, circunstancia que había evadido a lo largo de las horas. Incapaz de mantener el silencio por tanto tiempo prefirió dirigir la conversación en otra dirección. -Por favor... guarda en secreto lo que has oído, dudo que mi abuela falle en esas apreciaciones pero es claro que algunas personas no sabrían manejarlo, ellos podrían desdeñarla-
-No diré nada... puedes estar tranquila sobre eso- Las níveas manos de Erstin estrangulaban el paño con el que previamente Sanae secara el sudor en la frente Shizuru, sin que sus ojos se cruzaran cada minuto transcurrió como una lenta agonía, siendo la joven rubia la primera en flaquear. -Nina... has estado evad...-
-Ocupada, lo siento...- Se apresuró a decir la pelinegra.
-¿Te interesa esa chica?- Cuestionó seriamente la de mirar aguamarina.
-Como todos, ahora mismo... qui... quiero que estén a salvo- Ya Nina sabía cómo se sumergía en la disyuntiva, sintiéndose entre la espada y la pared.
-¿Quieres que finja demencia sobre el beso que vi entre tú y esa mujer?- Erstin frunció el ceño y se cruzó de brazos. Ambas estaban tan sumergidas en la conversación que no notaron como la castaña a su cuidado comenzaba a abrir los ojos con algo de dificultad. Volvía a cerrarlos batallando entre la realidad y la inconsciencia.
-No, si... no, quiero decir que fue inesperado para mí y... y no fue por mi voluntad- Intentó explicar con un dejo incierto, una sensación de tenue falsedad.
-¿Entonces por qué me evades?-
-Yo...- ¿Qué diría? ¿Que la culpa estaba socavando su fortaleza y deseaba profundamente matar a Taro y Kano por ponerla en una situación semejante? ¿Que ansiaba vengarse de su familia y hasta de ella por hacer que los Kruger bajaran la guardia, con los nefastos resultados que ahora cargaba en su espalda? No sabía cómo decir eso, sin que acabara el compromiso y tal vez era lo que se requería para poder ver a la cara a Natsuki cuando la rescatara.
-¿Dónde... esta Natsuki?- Se escuchó la voz de ruiseñor de Shizuru, con un tinte de fragilidad y fatiga.
Nina no sabía que era peor, consumirse lenta y dolorosamente o saltar del fuego a la boca del lobo, pasar de cuestionamientos para los que aún no sabía cómo plantear una respuesta o decir a la que consideraba su cuñada, verdades tan crudas. Tomó un respiro y dejando de lado aquella conversación sujetó la mano de Shizuru. Dijo las cosas en el orden en que consideró sería menos impactante. -Natsuki vive, pero se quedó atrás para permitirnos salir de Fukka, no puedo dejarte ir... debo cuidar de ti y llevarte a la casa de tu madre, para que el conde Nagi no tenga más poder sobre ella, volveré a rescatarla pero necesito tiempo, y gente bien armada. ¿Entiendes?-
La expresión de Shizuru así como sus ojos opacos y perdidos, pasaron lentamente de la confusión, al estupor y de él, al pánico. -Nina... su padre... mi padre, ella...-
La pelinegra no tuvo más remedio que sujetarla por los hombros. -No es tu culpa, ¿Entiendes? Fue Nagi... siempre ha sido él y no lo supimos hasta que fue muy tarde- Una mentira piadosa que esperaba la castaña creyera.
-Fue... fue mi padre y yo... yo no hice nada- El llanto comenzó a brotar de los iris escarlata, mientras está negaba con la cabeza, intentando apagar el agudo dolor en su pecho, como si las imágenes que bombardeaban su mente, aquellas nefastas memorias destrozaran cada sentimiento amable que guardara al hombre al que amó como hija siempre. -Na... Natsuki va a odiarme, sus ojos... su mirada en ese momento-
-Erstin... ve por mi abuela, necesitamos un calmante urgente, por favor- Decía Nina sin soltar ni por un momento a Shizuru, quien desvariaba y sujetaba con fuerza dolorosa sus hombros, más la pelinegra no se quejó a pesar de resentir algunas de sus heridas.
En cuanto la rubia desapareció de su vista, envolvió con sus brazos a la castaña, a pesar de la resistencia de esta en medio de aquella llorosa negación. -Eres la razón por la que respira, el latido en su corazón, no puede odiarte aunque lo deseara, eso es imposible...- No mentía, sabía amargo e imposible detestar a Erstin, era suficiente referente, pero cuanto más pasaba el tiempo no podría esconder su enojo con los hermanos Ho. -Es así cuando se ama, ella no va a culparte por los actos de Satoru- Casi quería escupir al mencionarlo pero se contuvo. -No te culpes tú por ello-
-Debemos ir por ella, no puedo dejarla allá, sola... no en un momento tan doloroso- Shizuru intentó levantarse a pesar de sentirse todavía mareada.
-Yo... iré- La retuvo lo más gentilmente que pudo. -Sergei, Ankara y los demás, iremos por ella, solo deja que cumpla mi promesa, si tú estás a salvo... ella podrá encontrar el modo de escapar con nosotros-
-Iré con ustedes...- Insistió la de ojos borgoña, tan agobiada y desesperada como era de esperarse.
-No puedes...- Se corrigió intentando no ceder. -No podemos arriesgarnos-
-No está a discusión...-
Parecía imposible negociar con la castaña y saben los dioses que no estaba en su mano detenerla si se empeñaba. Entonces una idea llegó a la mente de Nina con angustia. -¿Conoces la razón de tu debilidad durante aquellos eventos? ¿Acaso te drogaron? o... ¿Te... te hicieron otras cosas?-
-No... no, mi... mi padre no lo permitiría...- Desvió la mirada más que triste sin saber a ciencia cierta cuánto de esas palabras sería verdad sobre Satoru Fujino, claramente dividida y sin comprender que había llevado a su padre a cometer actos tan atroces. -...solo me sentía intoxicada pero estoy segura de no haber comido nada en mal estado... el mareo en cambio ha sido persistente-
-Shizuru...-
-Nina, entiéndeme... necesito ir junto a Natsuki- Aquella rojiza mirada le hubiera convencido hace una hora, pero eso había cambiado con la noticia recibida de Sanae.
-Si vas y él vuelve a tenerte en su poder, ella tendrá que obedecer a Nagi en todo... sin dilación, tenerte a ti es como tener en las manos el corazón de mi prima, si vas... ella no tendrá la más mínima oportunidad- Dijo sinceramente, con una ira dolorosa en su semblante.
-Desconoces lo que soy capaz de hacer por Natsuki...- Musitó enfadada Shizuru.
-Lo he visto, y no lo dudo- ¿Quién olvidaría los hilos espirituales de color rojo en medio de aquel caótico momento de ira allá en valle, durante el día de la cosecha? -Eres muy fuerte... empero Condesa, ahora no puedes solo pensar en ti o en ella... tú...- Nina comenzó a sonrojarse a medida que buscaba las palabras para darle aquella feliz noticia, mas no fue posible. Se oyó un estallido en los alrededores y un tenue estremecimiento en el suelo. -Shizuru... mírame... haré lo imposible por que vuelvas a ver a mi prima o moriré en el intento, te lo juro, ella también es mi familia... una hermana, lo sabes... ahora, déjame ir a cuidar de la caravana-
Shizuru le soltó, seguramente le dejó una marca debajo de la ropa, pero Kuga no hizo caso. Nina salió del carruaje y elevó la vista, Slave u Orphan, fuera lo que fuera aparecía en un mal momento, pero ya tendría con que desquitar su ira. En el camino se encontró con el soldado que escoltaba a su abuela y a Erstin, les imploró subir al carruaje y que aquel muchacho no se despegara de ellas ni por un momento.
Avistaron en los cielos una negra figura, un dragón gélido hecho enteramente de hielo, pero con púas tan negras como la noche. El grupo se las arregló para que la gente recuperara la calma y después de algunas tretas de señuelo para ganar tiempo con Arika como voluntaria, Sergei y Ankara cuidándole la espalda, todo estuvo listo. Si alguien opina que la unión hace la fuerza, es claro que lo acontecido en la carretera aquella madrugada dejaría evidencia de eso, porque cuando el Dragón gélido perdió el interés sobre la chica de la lanza de Zafiro y se precipitó sobre el grupo, no vió completo su objetivo... desde la tierra hacia el cielo se extendió una lluvia luminiscente hecha de energía pura. Todo aquel que había recibido un arma encantada, disparó en perfecta sincronía con los otros a una sola voz, la de cierta pelinegra que ahora era líder de la casa Kruger en Fukka y futuramente en Tsu.
Así después de repeler a unos cuantos Orphan, la caravana logró llegar al paso escondido y así salir de Fukka con apenas algunos daños materiales y pocos heridos. Arika se despidió con pesar de los Ho y de su entrañable amiga de la infancia, prometiendo encontrar la ocasión de volver a verse con la victoria entre las manos, con Doba como compañero y una sonrisa amable en su rostro tomó camino de Windbloom tal como había prometido.
La castaña de Tsu fue atendida por la abuela, continuó bajo su mirada vigilante y la de Erstin o Maya, todas se rotaban para no dejarla sola ni un momento, sin embargo después de aquella conversación con Nina, la hija de Satoru no volvió a musitar palabra alguna. En cuanto Shizuru supo que no vería más a Natsuki, de alguna extraña forma su conciencia se perdió entre profundos pensamientos, la mirada rubí se apagó tan raudamente que ocupaba una honda preocupación en quienes la rodeaban, algunas veces podían verla verter lágrimas sin emitir el más mínimo sonido, en otras era como una estatua, inmóvil con la mirada perdida. Así tres largos días transcurrieron con su mutismo, apenas probaba bocado, no escuchaba a nada ni atendía a nadie, salvo por Nina, quien le recordaba al objeto de su anhelo. Por esa razón la menor de los Kuga ocupaba todo su tiempo libre en ella, para darle sosiego y reafirmar continuamente la promesa que le hizo aquella noche lóbrega, recuperaría a Natsuki a como diera lugar.
Una vez llegaron a las tierras colindantes de Tsu, el silencioso ademán de la mano enguantada de Nina detuvo la caravana, así mismo llamó a sus leales para tomar acciones inmediatas directamente relacionadas con el alojamiento de sus sirvientes. Encontróse así los ojos magma con los miel del que otrora fuese su prometido.
-Capitán... por favor trae a Okuzaki y a Nianto- Solicitó amablemente refiriéndose a sus leales por el apellido.
-Si mi Lady...- Wong había asumido ya la lejanía interpuesta entre los dos, miraba al fin a la hermosa mujer de negra melena con los ojos de un leal amigo, ahora podía admirarla todo lo que como prometido estaba impedido por prejuicios y otras tantas cosas.
Una vez, todos estuvieron de vuelta y en presencia de la pelinegra. -Akira, Ankara y Sergei, ustedes son las personas en las que confío sin dudar, es por ello que les solicitaré un gran favor, Ankara, Sergei... necesito que vayan con la caravana a las tierras de los Asakura, reposen los caballos a una distancia prudente, no a la vista del señor de la casa, lleven la carreta con los cofres y negocien de la mejor manera la compra de esa propiedad, sean audaces en la negociación y que nadie despida a los siervos sobre esa tierra, pues los necesitamos para atender a nuestra gente, así como aprender los negocios de esa familia, sean amables con ellos como si se tratara de nuestra servidumbre, que así será apenas compremos la tierra... Akira tu vendrás conmigo a la casa de los Fujino-
-¿Si el señor Asakura se negara aún sobre cualquier precio ofertado?- Cuestionó inteligentemente Sergei.
-Entonces lleva mi sello- Nina se quitó el anillo y lo arrojó a las manos de Sergei. -El sello de la familia Kruger, yo soy Nina Kuga Kruger, 'Sirene de Neptuno'... no deseo llegar a extremos desdeñables, pero no tengo el tiempo para ser diplomática, el señor Asakura deberá aceptar en beneficio suyo o por una orden real y la segunda opción, será a la fuerza...- Musitó con expresión pétrea aunque triste, odiaba la idea de extralimitarse con personas inocentes.
-Ciertamente no queremos eso...- Musitó Ankara, el hombre entendía la urgencia de las circunstancias pero lo menos favorable ahora sería hacerse de más enemigos.
-Justamente por eso envío a mis dos leales amigos para resolver este predicamento con la sapiencia de sus años y conocimientos, evitando conflictos innecesarios, yo llevaré a Shizuru a su casa con Akira ayudándome, espero que la compañía de su madre, sus hermanos y su abuela, favorezcan su estado de ánimo y su salud- Sonrió amablemente a los dos guerreros. -Confío en que podamos hacerlo lo más pacíficamente posible y de antemano gracias muchachos, sabré recompensar su lealtad como es debido- Inclinó la cabeza con agradecimiento, a lo que ambos sonrieron con buen talante.
Ciertamente no contaba con sangre azul, pero había sido acogida por el apellido de uno que fue heredero a la corona de Windbloom y que de no haber sido por la maldición, hubiese sido Rey. Como hija adoptiva de Takeru, a quien llamaba tío pero amaba como a un padre, había heredado más que riquezas un título del que no había hecho gala en toda su vida, era el momento de tomarlo en serio aunque sus acciones fueran puestas en tela de juicio, ahora tenía que tomar ese lugar.
-Cómo ordene alteza- Dijeron a coro los dos hombres quienes de inmediato guiaron a la caravana, salvo por el carruaje donde estaba Shizuru con la abuela, todos, incluidos los Ho irían a la tierra de los Asakura para tomar un merecido descanso.
-Los veré al anochecer...- Dijo en voz alta para ser escuchada, antes de acoplarse al paso de la carroza en la que la castaña aguardaba por el arribo a la casa de sus padres.
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En cuanto sus labios se apartaron, los ojos dorados miraron con amor profundo a la pelirroja, pero aquella sonrisa triste persistía para contrariedad de una muy sonrojada Mai. La pelinegra se acercó al oído de la joven, como si temiera que alguien más la escuchara. -Vuelve al mundo de los mortales, es allí donde perteneces... sé feliz con el hombre al que escogiste. Pase lo que pase yo velaré porque este mundo en el que vives persista a pesar de mí, aun en otra dimensión y otros mundos, mi corazón será siempre tuyo... mi amada Mai-
Cuando la Fujino quiso replicar, sintió la suave mano de la Diosa a la altura de su pecho, tan cerca de su cuello. Miró sus ojos tan brillantes como soles amarillos, su rostro tan sereno, contempló la boca que besó, en ella leyó lentamente un Adiós. Las cuencas de sus ojos se abrieron abrumadas al entender, pero apenas en sonido de un cristal rompiéndose le advirtió de la cruda verdad, se sintió jalada más y más lejos de la persona a la que había esperado sin saberlo, a la que había amado con temor al amor por su idea de imposible, así con el corazón a mil latidos, se despertó llorando en su cama, allá en la habitación conocida de la casa de su padre. Llevó la mano a su pecho para consolar aquella angustia en la gema que le había obsequiado Mikoto, más solo encontró vacía la cadena sin un dije adherido, bajó la mirada y la vista se hizo borrosa entre lágrimas, pequeños y translúcidos cristales diamantinos estaban desperdigados sobre su sábana. -Miko... Mikoto...- Susurró con voz dolida, sabiendo que la Nishikuni había deshecho su vínculo por propia voluntad. -Cruel... Mikoto- Volvió a decir sintiendo la humedad deslizarse por sus mejillas, por su barbilla, hasta caer sobre la tibieza de su bata de noche. -Mikoto...-
No se dió a la pena ocasión de inundarlo todo cuando la puerta de su cuarto era tocada vigorosamente desde el otro lado. -Mai... baja pronto...-
-¿Qué pasa madre?- Intentó sonar serena.
-Tu hermana... Shizuru está aquí y las cosas no parecen ir bien... sal pronto, te esperamos en la sala- Dijo Mizue, dejando a la pelirroja con un mar de inquietudes y cavilaciones.
Una bata de noche finamente ajustada a su talle en un simple nudo de conejo, unas pantuflas felpudas de tono beige y el tenue paso del cepillo sobre la rojiza melena de la mayor de las hijas de Mizue, fue todo el acicale con el que la dama acudió escaleras abajo tras la noticia de su madre, su querida Zuru había vuelto a casa tal como Mikoto lo había anunciado, aunque no en los mejores términos y ello la preocupaba, tendría que postergar su propia pena para la privacidad cómplice de la noche, aunque muy a su pesar... sabía que esa noche no podría soñar con la diosa una vez más.
Presurosa y queriendo encontrarse con la menor de sus hermanos, se detuvo estupefacta al llegar al primer piso, con la mano sobre poste del barandal no supo si sería prudente dar un paso más, la tensión en el aire se podría cortar con un cuchillo. Su familia estaba atrincherada en un sofá opuesto al acomodo de la otra familia, casi como aquella vez en la que la mano de Shizuru fue solicitada más de un año atrás, y los Kruger se miraban no menos siniestros que entonces.
Empero todo lo que importaba era Shizuru, su castaña hermana tenía la cabeza gacha mientras reposaba en el sofá del salón, a su espalda y detrás del espaldar del mueble yacía de pie una figura lúgubre, Nina Kuga, a quien de no ser por los iris de magma hubiera confundido con la mismísima Natsuki debido a sus particulares atuendos y su largo cabello suelto con apenas una amarra a la altura de su espalda media, si es que tener ropajes de cuero, negro de pies a cabeza y alguna piezas metálicas con alusiones lobunas, bastante le recordaba a la primera vez de ver a la Kruger. Del mismo modo Akira Okuzaki, prometida de su hermano aguardaba de pie tan estoicamente cómo un guardaespaldas a unos pocos pasos de su joven ama. Junto a Shizuru estaba sentada la anciana Sanae, quien sostenía su mano en mutismo angustiante, pero de Natsuki Kruger o su padre, ni la sombra.
La faz de la anciana no era la más alegre y por ello Mai se preguntaba qué pasaba o incluso porque todos guardaban un pesado silencio ¿Qué esperaban? No a ella ¿Por qué sería importante su presencia? Oyó unos pasos a su espalda y encontróse con su hermano, no muy apropiadamente vestido, si es que una camisa de lino blanca desfajada y sin abrochar, unos pantalones cortos de color marrón no eran la mejor selección de su ropero, claramente Takumi se sonrojó de pies a cabeza al notar la presencia de cierta joven guerrera entre los invitados a su casa, pero luego se extrañó, pues preocupantemente Akira desvió la mirada con una mueca llena de tristeza, que el castaño no supo interpretar.
-Ya estamos reunidos todos, salvo por mi esposo, quien no se encuentra en este momento...- Se atrevió a decir Mizue, quien había deseado abrazar a su hija pero el grupo de los Kruger no se lo había permitido, así estaba aislada como Kaede, quien observaba con ojo crítico el silencio mortecino de su nieta, por no mencionar la palidez y alguna pérdida de peso ¿Acaso la habían dejado pasar hambre? De ser el caso, golpearía a quien tuviera tal responsabilidad en sus manos.
-No hace falta que lo diga, madame... conocemos de sobra el paradero de ese hombre- Murmuró Nina con una expresión incapaz de esconder su enojo.
La esposa de Satoru percibió inmediatamente el desdén con el que la prima de Natsuki hablaba de su marido y aunque fuera motivo de disgusto decidió no incordiar. -¿Por qué se me priva de la proximidad de mi propia hija? Tengo la sensación de que su mano puesta sobre la empuñadura de su espada o la vigilancia que tiene la Srta. Okuzaki de su ballesta, se debe a otra cosa, pese al hecho de que son medidas completamente innecesarias-
-Suponía que habíamos superado la etapa de fricción hace tiempo- Añadió Kaede bastante indignada con las circunstancias, sus ojos borgoña buscaban afanosamente encontrarse con los de Sanae o Shizuru, pero la anciana estaba perdida en el vigilante cuidado de la silenciosa joven, quien parecía ajena a la plática o al lugar en el que se encontraba.
-Seré directa- La Kuga se adelantó un poco y posó su mano sobre el hombro inmóvil de la que consideraba una cuñada, ya de antemano se disculpaba por los efectos de su pregunta. -Necesito saber si ustedes comparten las mismas intenciones que el señor Fujino... en sus acciones más deshonrosas- Cuestionó Nina moviendo su capa de piel de oso a un lado, delatando que en efecto su mano estaba posada sobre la empuñadura de Neptuno.
-¿Qué acciones? ¿Ahora que hizo Satoru?- Mizue se llevó la mano al pecho, sería de nuevo remediar sus estropicios, la sobreprotección de su esposo era exagerada ¿No sería motivo de una pelea entre Natsuki y Shizuru o sí? -¿Por qué han adelantado su viaje? Y más importante aún, ¿Dónde está Natsuki? ¿Lord Takeru? Exijo que ellos me den cuentas del estado de mi hija-
-Entonces... no lo saben ¿Verdad?- Intervino Akira esperanzada, mirando a los confundidos hermanos Fujino. -De las dolosas acciones y de la ignominia que fue planeada con saña, dime que no estás con él, Takumi- Solicitó la morena con el alma pendiendo de un hilo, con la zozobra que había carcomido el pensamiento durante aquellos odiosamente largos 3 días. -Porque si acólitas tales bajezas entonces...-
El mediano miró sin entender, mas leyó en la mirada de la mujer que amaba un dolor y una tristeza que se extendía al alma de todos los presentes recién llegados. -Mi padre ha sido elusivo en sus cartas, sé que alargó su estancia en Fukka para yacer cerca de mi hermana y atender unos negocios, mis esmeros han estado encaminado a demostrar que soy un digno heredero haciendo prosperar nuestra fortuna aquí en Tsu, por lo que no he sido todo lo atento que debería a las circunstancias de mi padre-
-Algunos hombres, no merecen el amor que les guarda su familia- Murmuró Sanae volviendo la vista sobre su coterránea. -Él ya no es el niño justo que se crío a la vista de su madre-
-Gracias a la diosa, necesitaba desesperadamente poder confiar en ustedes una vez más- Admitió Akira antes de acudir a los brazos de su prometido.
-No es oportuno que un solo sirviente escuche lo que tengo para decir, si fuera posible...- Dijo Nina ligeramente más tranquila, esperaba que sus instintos no le fallaran nuevamente.
Una mirada fue más que suficiente y tanto Takumi como Mai, se aseguraron de dar el día libre a sus sirvientes, posteriormente fueron al comedor, un lugar más privado, Mai y Mizue sirvieron el desayuno que los sirvientes habían dejado listo, pero nadie probó bocado a pesar de estar en ayunas, apenas el tenue movimiento de Shizuru tomando el té caliente frente a ella
-No soporto esta incertidumbre, decid que ha pasado...-
-Lamento traer tan nefastas noticias...- Aún de pie, Nina volvió a poner su mano sobre el hombro tembloroso de Shizuru. -Mi tío, Lord Takeru Kruger, murió hace 3 días durante un ataque... a manos de Satoru Fujino, su esposo-
-¡Imposible!- Gritó Mizue, poniéndose de pie, de ninguna manera aceptaría tan monstruosa calumnia.
-Soy testigo, él iba a dispararle a Natsuki pero... Lord Kruger se interpuso para evitarle la muerte- Apoyó la Okuzaki, a pesar de saber que cada palabra musitada dañaba en profunda forma a su amado.
Takumi negó con la cabeza incapaz de hablar y se apartó de la muchacha de ojos amatistas. -No mi padre...-
-¿Por qué mi hijo haría una cosa semejante?- Kaede siempre más sagaz y astuta cuestionaba lo necesario.
-No es secreto que él ha odiado el enlace entre Di Kruger y Natsuki, que aborrece lo que considera una desviación aberrante de lo que es natural, esa o mil razones diferentes no cambian lo que hizo. Incluso se alió con el Conde Nagi Dai Artai, un enemigo de nuestra tierra y la familia real, un hombre que planea dar un golpe de estado a la capital... durante la confrontación, aun teniendo la posibilidad de la venganza en sus manos, mi prima le ha perdonado la vida a Satoru por amor a Shizuru, ninguno de nosotros la obligaría a contemplar la muerte de su padre. Pero es claro que la traición en Windbloom se castiga severamente, él no morirá por la mano de Natsuki, o la mía, pero será perseguido por el Rey, quien no perdonará la vida del hombre que mató a su hermano- Sentenció Nina con expresión fría.
-Si para entonces no ha sido derrocada la monarquía, se requerirá un defensor capaz- Dijo por lo bajo Akira, aunque la expresión de disgusto de la Kuga intentara reprochar su intención, ambas sabían que no habría en toda Windbloom un licenciado en leyes que deseara la labor de defender al asesino de un príncipe.
El golpe de unas manos femeninas sobre la mesa, airada la mujer. -¡Mi esposo ha sido forzado!- Mizue, quien amaba a Satoru a pesar del enorme listado de defectos conocidos, que había traído al mundo a tres amados hijos y los había criado a su lado, se negaba a aceptar la idea de que él hubiera hecho semejante cosa, si bien recordaba que de suceder, era más que claro que de haber acontecido un duelo entre Takeru y su esposo durante la primera visita de los Kruger, era claro de quién se trataría el vencedor.
-No... Madre- Apenas se escuchó la frágil voz de menor de las hijas de Mizue, la castaña levantó la vista, notándose en sus facciones la marca de la amargura y la falta de sueño. -Mi padre le concedió a Nagi el tenerme a su merced, y yo tuve suerte de ya no ser deseada como consorte... solo era la prenda con la que ese hombre atraería a su trampa a los Kruger de Fukka. Todo ello mi padre lo permitió, jamás en mi vida me he sentido tan impotente como entonces. ¡Tan inútil!- Shizuru mordió sus labios conteniendo dentro de sí el corazón roto de una hija decepcionada. -Mamá...- Se rompió su voz... -Yo vi su rostro de satisfacción cuando le apuntaba a mi Natsuki, no tembló su pulso, ni disparó con los ojos cerrados, no mató por error a Takeru, solo intercambió una muerte por otra- Silenciosas lágrimas brotaron de los ojos sangría que había heredado de aquel asesino. -No sé dormir sin que me atormenten pesadillas de ese nefasto momento, mi padre ha dejado en la orfandad a mi esposa, y ella... me pregunto si ahora solo podrá reservarnos su odio a los Fujino, o si estará bien... estoy llenándome de arrepentimiento por cada instante, no pude pedir perdón, ni siquiera confortarla, estaba sumida en un tóxico malestar, tener esto y que fuera inservible cuando realmente lo necesitaba- La castaña tiró de un manotazo la taza sobre la mesa y plantó ambos puños en la madera, la cual crujió, de no ser por la longitud del enser, este se habría deshecho ante los pequeños e incontrolables brotes del poder espiritual de Shizuru, pues apenas la joven se irguió nuevamente, se apreciaron tarjaduras casi tan extensas como los tablones que las componían y dos agujeros donde ella golpeó.
La sangre que corría por las venas de Mizue, Mai o Takumi quiso detenerse con el latido de sus corazones, de su fe y de su amor, hasta su espanto.
-¿Acaso Natsuki se ha retractado o ha solicitado el divorcio?-
-No hubo ocasión de discutir nada, Nagi la retuvo a cambio de dejarnos ir a todos... ella ofreció su libertad y su servicio, para que pudiéramos escapar-
-Natsuki no lo solicitaría, no respira si no es por ti- Insistió Nina.
-Y eso ha sido el motivo de su perdición, de la muerte de Takeru... si no fuera por mí, ellos...-
-Si no fuera por ti... Natsuki no habría vuelto a sonreír- Dijo Akira, recordando cómo eran las cosas antes de acudir a Tsu tras el acuerdo de Takeru y Satoru, con la muerte de Saeko y el abandono de Nao en los años anteriores, su joven ama no encontraba muchas razones para ello.
-Gracias a ti, tenemos... esperanza- Nina no sabía cómo exponer el estado de la castaña. -Un luz tan intensa en momentos tan lúgubres...-
-No veo las cosas con los mismos ojos... no puedo- Susurró con el aire faltando, Shizuru se llevó las manos a la altura del corazón, como si este fuera a explotar, tenía tantas y tan dolorosas emociones que la bombardearon sin piedad, podía oír sus latidos, ver los objetos perdiendo color y de pronto...
-¡Shizuru!- Nina la sostuvo en sus brazos antes de conceder a la gravedad atraerla hacia el suelo.
Así, los Fujino reaccionaron y acudieron en su auxilio, Takumi exigió la ocasión de llevar a su hermana a su antiguo cuarto para tener un reposo, Mizue quien no podía contener el llanto hizo lo que pudo por guardar la calma e ir por un par de paños a la habitación, también agua tibia para humedecerlos. Mai se apresuró a preparar algunos alimentos nutritivos para la recuperación de su hermana y Kaede, se quedó a dialogar con Sanae, Akira y Nina. La vieja y cansada madre de Satoru, escuchó cada fragmento de aquella desoladora historia, admiró entonces al fallecido Takeru, porque siendo un monstruo como lo acusaba su hijo, había actuado hasta el último aliento de su vida, como un padre devoto; así mismo se apenó de alguna vez haber tenido en sus entrañas a un vástago tan infame, pues el dolor atisbado en los iris borgoña de Shizuru, habrían sido motivo suficiente para fraguar un veneno tan mortífero y agonizante sobre el que osara tanto, lo había ideado hace tiempo si alguna vez Natsuki lastimaba en semejante forma a su nieta, empero, jamás imaginó que la joven ocupara desméritos para un plan tan oscuro ¿Qué haría entonces ahora? Esperar la oportunidad de confrontarlo a él y ver su vergüenza, ver su propio padecer.
-Los Ho ¿Cuál será su castigo sí parecen tan implicados como mi hijo en esto?- Preguntó mortalmente molesta la abuela Fujino, que infortunados y que culpables, no perdonaba la idea de que hubieran entregado a Shizuru a la merced de aquel infame. Claro que, no dudaría tanto si a quien la entregaba era su propio padre.
-No voy a asumir que sea igual. No desestimo lo que las amenazas del Conde causaron, pero tampoco olvido lo que sus acciones concedieron al enemigo- Admitió Nina desviando la mirada, como si aquella pregunta hubiese removido una espina en sus más recientes heridas... -Ya no puedo... desposar a Erstin Ho, pero no soy capaz de privar a una familia tan joven de un padre aun si es obtuso, o de un hermano tonto que solo soñaba con tocar el piano en la corte, pero acabó siendo soldado... yo asumiré la totalidad de esta responsabilidad, y suplico que lo que has oído Kaede-sama, se quede solo entre nosotros...-
-Así que buscarás la forma de librarlos...- Sonrió la anciana, entendiendo el conflicto por el que pasaba la Kuga. -Es tremendamente injusto para ti...-
-Yo elegí a la dama, yo solicité a mi prima y a Shizuru su presencia en la diligencia de pedir la mano de la joven, por mí se expusieron... por haberla escogido a ella, Nagi Dai Artai tomó la oportunidad para chantajear a sus hermanos y ellos... no honraron la confianza que nos pidieron, son razones suficientes-
-Entiendo... ahora ¿No me dirás lo que sospechas Sanae? Te he notado muy cercana a mi nieta-
-¿Por qué decir lo que la experiencia grita en tu oído?-
-Ara, podría apostar que tiene un poco más de busto, pero es claro que cierto tipo de actividad nocturna puede causar un ligero incremento... dudo que Kruger no atendiera a su esposa en debida forma-
-Mi nieta ha sido diligente, te lo aseguro-
Akira y Nina quienes seguían a las dos mujeres mientras subían las escaleras hacia el cuarto de Shizuru, comenzaron a enrojecer de pies a cabeza.
-Su piernas, han estado un poco hinchadas el mes pasado...- Añadió Sanae.
-Y ese brillo aun detrás de la tristeza que los embarga... sus ojos son tan expresivos, no la había visto quebrarse tan sentidamente nunca-
-Ineludible, además no retiene los alimentos en el estómago, tenemos que encontrar algo que pueda comer y perdure un poco más de tiempo...-
-¿Tan grave es?- Akira ya se estaba preocupando, casi parecía una enfermedad mortal lo que describían las ancianas.
Sanae y Kaede se miraron la una a la otra, sonrieron y se volvieron a prestarle atención a la Okuzaki, quien palidecía de la angustia.
-Sí, casi le faltan 3 meses de náuseas... luego serán los calores, la fatiga, un incordio- Dijo la matriarca Fujino, Nina que ya sabía a qué se referían comenzó a sudar frío.
-Y culmina con dolores intensos, es en verdad difícil- Añadió Sanae como haciendo un esfuerzo por recordar un hecho lejano.
-Hay... hay que buscar un doctor, iré al poblado de inmediato- Anunció Akira antes de dar la media vuelta y salir del sitio con una premura extremosa, sin darle ocasión a nadie de aclarar los hechos.
Llegaron al segundo piso y acudieron en la dirección del pasillo que daba a las habitaciones de las damas, en tanto Nina negaba con la cabeza sonriendo tenuemente. -Lo hacen sonar como si fuera la peste negra... señoras, Shizuru está embarazada, no muriendo-
El sonido de una bandeja golpeando contra el suelo, fue de lo más inesperado. Las tres mujeres volvieron la vista atrás para encontrarse con una Mizue estupefacta y temblorosa, a quien ya no le importaba mucho el haberse salpicado con el agua o los paños ya inservibles en el suelo.
-Mi... Mi hija está... ¿Embarazada?-
-Felicidades, nuera... ya pronto serás abuela, fufufu y yo bisabuela- Musitó Kaede no encontrando más que decir.
El sonido de otro golpe seco y esta vez la desmayada fue Mizue, pero Nina no tuvo los reflejos para atraparla estando tan sorprendida como las demás de la inoportuna forma de hacer saber a la madre de Shizuru del estado de buena esperanza de su castaña hija.
-Harías bien en levantarla Nina, nosotras no estamos tan jóvenes ni tan fuertes- Dijo Sanae contemplando a la señora Mizue con una mueca que parecía una sonrisa.
La menor no tuvo más remedio que obedecer con presteza, dado que la señora se había desplomado en el charco de agua que se formó, ya no sería prudente tener a dos personas enfermas en la casa, claro que no podía juzgar el estado de Shizuru como una enfermedad sino como una bendición de los dioses, pero allí persistía el tema cuestionable y este no tardó en salir a la luz, algún tiempo después.
