Entregando el corazón
Decidí evitar a Erwin siempre que pudiera, no volvimos a encontrarnos en la biblioteca y procuré sumergirme de lleno en los experimentos. El dolor ocasionado por la desilusión provocó que madurara, así como el rencor hizo que me volviese implacable a la hora de los entrenamientos y por un poco no le arrebaté su primer lugar. Gracias a mi voluntad, pude graduarme con honores y acepté su felicitación como un triunfo.
Sólo cuando fuimos admitidos en la Brigada de Reconocimiento, luego de recibir los uniformes, decidió aclarar los latines. Nuestra relación de amistad se había vuelto el intercambio básico de trabajo, muy profesional y centrado; era obvio que lo notara. El hecho de pisar el laboratorio de investigación por vez primera decía bastante de su necesidad de solucionar las cosas. Por supuesto, aprovechó que me hallaba sola, observando muestras de sangre con el microscopio.
—Creo que te debo una explicación.
—¿Disculpa? —Alcé la vista del lente y lo miré a los ojos— Entendí bien tus precisiones a la hora de redactar un informe, pierde cuidado.
—Tampoco hay necesidad de pretender que todo está bien cuando no lo está —quise replicar, pero me detuvo sellándome los labios con el índice—. Hanji, sé cuánto vas a decir; "si no es de trabajo, nada tenemos que hablar".
—Ciertamente —ratifiqué muy seria, sin dejar de observarlo—.
—Escucha, y júzgame o haz lo que quieras después —suspiró, cruzándose de brazos—. Hasta el día del malentendido, pensé que Nile iba a considerar nuestra amistad por encima de cualquier otra cosa. Juramos entrar a la Legión de Reconocimiento y darle más posibilidades de supervivencia a la humanidad.
—Pero…, Nile decidió entrar a la Policía Militar —interrumpí, al recordarlo ir derecho hacia el comandante de la Gendarmería—. Entonces, ¿fue por su elección que discutieron?
—Supongo que se vio a sí mismo como una especie de traidor. No cuestioné en lo mínimo la decisión, únicamente quise preguntarle sus motivos; de pronto estalló y puso al descubierto el otro asunto. Ambos teníamos sentimientos por cierta muchacha —hizo un velado esfuerzo para continuar—. Si nunca le dije a Nile que Marie y yo mantuvimos una relación, fue porque ella me hizo jurarlo, cuando por mi voluntad rompimos todo contacto. Soy hombre de palabra e incapaz de quebrar una promesa. Finalmente, Nile ató cabos después de haberla obtenido por esposa y desconfió de mí —suspiró de nuevo, parecía haberse quitado una roca de encima—. No obstante, doy fe de que los dos se casaron estando enamorados.
—¿Te ofreció su virginidad, pero con todo preferiste la Legión? —lo observé, seca. Me preguntaba si conseguiría responder sinceramente.
—Fue a causa de esa entrega que todavía me remuerde la conciencia. Ella sabía de mi determinación para ingresar a la Brigada de Reconocimiento y no quiso entender a las razones... Terminé aceptando; entonces, yo estaba completamente prendado o al menos, creía estarlo.
—Imagino que debiste sentirte muy tranquilo cuando tu amigo logró hacerla feliz —la ironía en mi voz lo tornó más serio, quizás nunca se había detenido a pensar sobre su actitud—. Eso, si ella verdaderamente lo ama.
—Conozco a Marie, si no lo quisiera, se hubiese negado a casarse. Tampoco estaría esperando su primer hijo.
—Me sorprende la facilidad con que los hombres juzgan el proceder de las mujeres. Ojalá fuera tan sencillo —me sentí bastante incómoda, Erwin era muy poco listo respecto a las incógnitas del corazón. Levantando la vista al techo, suspiré—… Y supongo que ella no tiene dudas de que Nile es el padre.
—Lo es —ante tal insinuación, bajó el tono a uno categórico y aquel mirar penetrante se volvió de temer, observándome con vivo enojo. Intenté que no me supiera intimidada por su voz y actitud—. Si hubiera sido mío, no importa cómo lo hubiese arreglado con Nile después, lo reconocería.
—Muy bien, pero en fin…, ¿para qué me cuentas todo eso? Es tu vida privada.
—No puede ocurrir de nuevo, ¿comprendes? —Suavizó el gesto, negando con la cabeza y se atrevió a acariciarme sutilmente la mejilla— Lo siento, estuve a punto de cometer otro error cuando aquel día en la biblioteca…
—Erwin Smith, con todo respeto —dije, frunciendo el ceño y apartándome de la caricia—, necesito finalizar las muestras. Y tengo un lindo espécimen de babosa de las murallas, que me muero por analizar.
Le di la espalda para seguir entregándome al trabajo. Vi entrar a Moblit, que traía un sinnúmero de cajas con material de laboratorio. Al percatarse de la presencia de Erwin y mi expresión malhumorada, las dejó inmediatamente en el piso colocándose a mi lado, e hizo el saludo. Por supuesto, aquello no era otra cosa que una demostración clara de marcar terreno, y el otro lo entendió a la perfección.
—Ya veo. Igual cuento contigo —nos devolvió el saludo—. La humanidad siempre estará primero.
—"Sí, pero no la tuya" —irritada, lo seguí con la vista mientras abandonaba el recinto y apenas cerró tras él la puerta, me volví hacia Moblit—. Nunca has sido más oportuno.
—¡Hanji-san! ¿Está bien? —preguntó alarmado, inclinándose sobre mi hombro— ¿Ocurrió algo?
—¡¿Qué iba a suceder, Moblit?! —estallé. Sólo faltaba que mi compañero imaginara un encuentro a escondidas.
—N-nada, supongo —tragó en seco—, a juzgar por…
—Lo siento, no debí perder el control —sonreí, disculpándome sinceramente. Él sólo agitó la mano para indicarme que le restaba importancia y siguió ordenando las cajas. Busqué en el bolsillo de la bata algunas monedas, para luego tendérselas— ¿Puedes traer unas jarras de esa bebida negra carbonatada tan energética? Creo que haremos unas horas extras.
—Hanji-san, ¿cuántas veces le debo explicar que yo pago?
Apenas se marchó, medité cuanto me había expuesto Erwin, ya con la mente fría. Muchos hubieran adulterado la verdad, él sin embargo, había descubierto su falta de un modo íntegro… Pero igual continuaba siendo injusto que ciertos sacrificios de mujer, hechos con el corazón, quedaran ocultos bajo la grandeza de otros mejor considerados.
Keith Shadis fungía entonces como el comandante de la Legión de Reconocimiento. Nos recibió con la misma hosquedad conque nos trataron los instructores cuando éramos reclutas. Desde que lo vi, me impresionó su estatura, mayor incluso que la de Mike Zacharius. El entrecejo siempre fruncido y la sombra en sus ojos le daban a sus facciones un aire aún más recio. Sin embargo, mi aguda percepción indicó que bajo apariencia tan resentida, había una fémina causante de su pésimo estado de ánimo. Tal era el hombre que nos conduciría a la victoria, o más probablemente, a la derrota…, si hacíamos caso a los rumores.
Ofreció un emotivo y terrorífico discurso para hacernos comprender el peso de nuestra decisión al entrar en la Brigada de Reconocimiento; para cuando terminó ya nos había contagiado el temor y una repulsión hacia los titanes que nos acompañaría hasta la primera salida fuera de las murallas. Después, conociendo las evaluaciones de todos los subordinados y el informe respecto a capacidades y demás, se dio a la tarea de armar los grupos. Intercaló sabiamente a novatos y veteranos, cuando escuché que llamaba a Erwin, colocándolo delante de un escuadrón. Según Keith Shadis, haría las veces de capitán durante un tiempo de prueba. Flagon Turret fue seleccionado también para quedar a la cabeza de otro, cuando oí mi nombre.
—¡Soldado Hange Zoë, colóquese al frente de la cuarta línea! —me observó de mal talante. Aquel endemoniado instructor le había escrito un apéndice a mi prestigiosa evaluación donde añadía "Ojo: no mide el peligro, sufre de arrebatos emotivos que pondrían en dificultades a todo el batallón. Prácticamente imposible de controlar. Empero, como se ha dejado ya expuesto, las capacidades analógicas y su excelencia a la hora de combatir merecen una deferencia. Sugiero que le asigne al soldado Moblit Berner como su compañero inmediato, ya que ambos se complementan a la perfección. NO aconsejamos que la convierta en líder." A pesar de la observación, el comandante resolvió ignorarla e hizo exactamente lo contrario, respetando la propuesta de nombrar a Moblit como el segundo a cargo de mi escuadrón.
Moblit Berner se convirtió así en mi subordinado y Mike en el de Erwin. Después vinieron los demás, aquellos que mantuve conmigo el tiempo que les concedió la providencia. Nifa, calmada y seria, pero tierna e inocente, devino el nexo entre los demás líderes y yo como informante del ejército; Keiji, a quien traté de mostrarle que la paciencia es un don inestimable, sin mucho resultado, y Abel, que al llevar unas gafas igual a las mías, el resto de la tropa le agenció, en son de broma, el apelativo de "primo de la líder". Mientras duró, fue agradable tener un parentesco, aunque ficticio, con alguien tan leal. Todos y cada uno de ellos eran del acero con que se funden las espadas.
—¡Cuarta escuadra! ¡Líder, Hange Zoë! —anunció el comandante con su áspero vozarrón, a la par que me observaba— Sus miembros fueron escogidos no sólo por la destreza con el equipo de maniobras y habilidad combativa, sino también porque tuvieron altas calificaciones en materia de ciencias. Aunque nadie va a estar exento de salir fuera de las murallas, su tarea será básicamente la investigación, y el reporte de cualquier descubrimiento sobre los titanes que ayude a la humanidad.
Shadis continuó presentando el siguiente escuadrón y luego de proporcionar instrucciones a cada líder, ordenó romper filas. Lógicamente, nos reunimos aparte para consolidar las relaciones. Ya que Erwin había estado mirándome de soslayo, busqué un área bien lejos de la que seleccionó con iguales fines.
—Tengo mucha curiosidad por saber hasta qué punto le dará importancia a nuestra labor —dije, apoyándome al tronco de un árbol y crucé los brazos, pensativa. Al observar a los demás, encontré sus miradas vacilantes—. Están acostumbrados a que no haya progreso en el campo y nos medirán como luchadores más que otra cosa… Hasta conseguir un fruto jugoso presentable, debemos ganarnos el respeto aniquilando titanes. Monstruo que se presente delante, monstruo que perderá todo de la cabeza para abajo ¿Qué opinan?
—Es tal y como acaba de razonar la líder del escuadrón. Las investigaciones se hallan estancadas en el mismo punto que las dejaron años atrás —caviló Moblit, llevando el índice al mentón—. Posiblemente, nuestra escuadra tan sólo continúe la tradición establecida, de que debe haber una dispuesta a trabajar en eso. No me parece que nuestro comandante distinga otro potencial en nosotros más allá del combate y la posibilidad de supervivencia.
—Si el caso fuera probarnos, a ver cuánta información podemos reunir a pesar de las muertes que ocurran —examinó acto seguido Nifa—, debemos encontrar aunque sea un elemento mínimo que nos ponga a la cabeza de nuestros antecesores.
—Y tratar de no exponernos demasiado en la tentativa de hallarlo —intervino Keiji, grave—. No se olviden…, para el comandante Shadis es vital que regrese la mayor cantidad de guerreros posible.
—¿Verdadera preocupación o asunto de contabilidad? Ojalá sea lo primero —suspiré, valorando las circunstancias—. Bueno, preparémonos con vistas a la salida. Me siento más confiada luego de oír sus disertaciones ¡Há, me alegra tener un equipo magnífico!
Y realmente, pude sentirme orgullosa de cuanto hicieron… Descontando el reconocimiento inicial, nefasto para los cadetes recién estrenados. Si la élite con su experiencia, solía perder cientos de hombres, no digamos quienes enfrentan a la muerte por primera vez.
Mi primer caballo era un hermoso pura sangre bayo de crines y cola oscuras. Desde que lo asignaron a mi cuidado, fue un amor a primera vista e inmediatamente correspondido, en contraste al querer parsimonioso de Erwin ¡Hasta ese noble animal conseguía ser más resuelto a hora de mostrarme su apego! Sacrifiqué muchas veces el dulzor de mi té, a cambio de llevarle los terrones de azúcar, que lamía con gusto. A veces terminaba "lavándome" toda la cara y yo reía satisfecha, ganándome la desdeñosa mirada del comandante Shadis.
Una vez, haciendo la limpieza de los establos, el caballo de Abel piafó alterado. Si bien logró sujetarlo de las riendas y estabilizarlo con vigor sin que saliera de su espacio, su dueño tuvo el mal tino de retroceder en el instante justo que yo pasaba con un balde lleno.
—¡Líder de escuadrón, mis disculpas! ¡No pude frenarlo a tiempo! —el pobre, no sabía de qué forma excusarse al verme hecha una sopa y tampoco estaba en sus manos ayudarme— ¡Dígame que tiene otra indumentaria disponible!
—¡Válgame el cielo, Abel! —Nifa puso los brazos en jarras y apretó los puños— ¿Sabes que ahora nuestra líder va a tener que cruzar el campo y exponerse a la mirada de todos?
—Eso puede resolverse fácil, haciendo que no sea ella quien llame la atención —Keiji rápidamente agarró su propio balde y lanzó el contenido sobre Abel, quien no pudo evitarlo dada la sorpresa— ¿Ve? Ahora están parejos.
—¡Keiji, hasta una col tiene más seso que tú! —le gritó ella, todavía más enfurecida— ¿Te das cuenta de que ahora la escuadra pasará como la más indisciplinada?
—Huh, Nifa tiene razón —hasta entonces únicamente reía por mi repentino estado, pero aquello me hizo reflexionar—. Si consideran que no estamos tomando las cosas en serio, podemos hasta quedar fuera de la marcha. Continúen sus labores sin discutir. Espera… ¡Oh, no! Acaba de "refrescárseme" la memoria y…
—Líder de escuadrón, es hora de reunirse con los demás guías —anunció Moblit, que acababa de acceder al establo y se dirigió a mí con su tono formal. De súbito, calló en la cuenta, golpeándose la frente con la mano— ¡Hanji-san! ¿Cómo pretende ir al consejo pasada por agua? ¡Vaya a cambiarse!
—Olvídalo, no hay tiempo —abandonando el recinto, dejé atrás a mis compañeros, escoltada por él. Antes de llegar al sitio de la reunión, me detuve y sacudí con las manos la camisa, procurando tan sólo que se adhiriera más a la piel—. Mi presencia es lo más importante.
—Pero es que —me detuvo, asiéndome la muñeca y tragó en seco, ruborizándose. Bastó que le siguiera la mirada, que duró apenas un segundo, para entender el motivo de su vergüenza—… ¿E-en verdad no se da cuenta?
—¡Moblit! ¡Llegaré tarde! —la camisa de algodón, al carecer de la chaqueta y de cualquier tipo de vendaje o sostén debajo, insinuaba las curvas naturales más provocativamente que si me hallara desnuda— ¡Es un consejo de líderes, más van a notar la impuntualidad!
—…Qué remedio, póngase la mía —dijo, encogiéndose de hombros y me tendió su cazadora. El rubor había cedido paso a la urgencia de buscarle arreglo a lo que consideraba una aberración—. Usted siquiera tiene idea… ¡Es obvio que no!
—¿Moblit? —abrí los ojos, atónita. De repente había descubierto que para nada era un ser pasivo cuando sentía la proximidad de los celos. Apenas vestí su chaqueta, me tomó con la mano del brazo, llevándome casi a rastras consigo. En otra ocasión le hubiera propinado un buen golpe por atreverse a tanto, pero he de confesar que me agradó verlo fuera de sí…, resultaba muy excitante. Bastó que pisara el umbral del sitio donde me habían convocado, para exigir compostura— ¿Serías tan amable de retirar tu mano? —fruncí el ceño y bastó que lo mirara una vez, para que obedeciera; de cualquier forma él no podía entrar.
Cuando me presenté ante los demás, no pudieron evitar ponerse de pie. Alcé la cabeza, dirigiéndome al único puesto vacío, que se hallaba junto a Shadis y me senté con la dignidad de una reina. El intento de hacer la inevitable pregunta fue reprimido por la tos del comandante.
—Después, después analizaremos por qué a la líder del cuarto escuadrón no le alcanza el tiempo y decide bañarse de modo tan peculiar —Apoyando ambos brazos en la mesa, Keith Shadis cruzó los dedos y se dio a observar al resto de los guías—. Vuelvan a sus asientos, si les sorprende una mujer calada hasta los tuétanos asistiendo a esta reunión, ¡qué pensarán de los titanes cuando se les aparezcan delante!
—¿Hange Zoë convertida en titán? ¡El cielo nos libre! —le susurró Flagon al líder de la quinta escuadra.
—¡Silencio! Estamos a punto de considerar una idea que me ha propuesto el capitán Erwin Smith. Asegura que si nos dividimos en varios equipos y usamos un mensajero en cada grupo, con la orden estricta de avisar al resto cuando algún titán sea visto, sería más fácil pelear contra ellos.
—Pero entonces —brincó Flagon, que siempre tenía lista una objeción para los planteamientos de Erwin—, ¿de cuántos mensajeros estamos hablando? Necesitaremos más de uno, dado que puede morir al intentar alertarnos.
—La idea es buena, siempre y cuando no nos distanciemos demasiado —analizó el comandante, abriendo para nosotros el pergamino que llevaba consigo—. Analicemos el plano del terreno…, aquí tenemos la ventaja de un bosque. No obstante, los árboles tienden a ser más bien pequeños…
—¿Qué tal si usáramos la red? —me atreví a exponer— En el peor de los casos, detendría uno o dos ejemplares, ganándonos tiempo.
Erwin, a tres asientos a mi diestra, me contempló con su impasibilidad característica. Sólo alzó las cejas significativamente cuando renuncié a sujetar la cazadora, para entusiasmarme hablando sobre la posibilidad de utilizar la red. El maldito apenas enrojeció, comparado con Moblit, pero sí halló la manera de hacerme callar y ponerle fin a la junta.
—Quizás el arma pueda someter momentáneamente a los titanes —analizó Erwin, observándome reservado. Era posible que en el fondo estuviera clamando porque volviera a cerrarme la chaqueta con la mano—, pero nada garantiza que consigan deshacerse de ella y lanzarla sobre nosotros, convirtiéndonos en la presa. Todavía está a prueba qué sobrecarga necesita para…
—¡Erwin Smith! ¡Tú apoyaste su construcción desde el principio! ¿Recuerdas? ¡Oh, no, por supuesto que debes haber olvidado aquel día! —sentí que la sangre me hervía a borbotones, apenas lograba focalizar su rostro, de puro furor. Aquella mezcla de ironía y hiel subiéndome desde el estómago me quemó las vísceras— ¡¿Cómo vamos a progresar en la construcción de armas, si no experimentamos con ellas in situ?!
—Hanji… Apresurarse nunca trae buenos desenlaces. La red fue una excelente idea, pero aún requiere ser perfeccionada —su hablar reposado me comenzó a sacar de quicio—. No debemos arriesgar a la tropa, si tu creación puede optimarse sin correr peligro, en un lugar seguro.
—¡Por supuesto! —hice rechinar los dientes, mirándolo agresiva— ¡Usando estúpidas maquetas que no poseen los movimientos erráticos de los titanes!
Descargué un puñetazo a la mesa, haciéndola estremecer. Él se cruzó de brazos, lidiando con mi furia en silencio.
—Queda rechazada la propuesta de utilizar la red ¡Es mi última palabra! —Keith Shadis dio por concluida la reunión— ¡Y los quiero a todos listos a primera hora! —Mientras, yo había incrementado mi odio contra Erwin y agradecí que se marchara prontamente. Volviéndose hacia mí, el comandante me soltó disgustado— ¡Líder de escuadrón Hange Zoë! ¡Espero que con ese baño no esté buscando una neumonía, para quedarse después bajo las mantas!
—Oh, ¡en lo absoluto, comandante! —hice el saludo con tanto énfasis, que terminé apartando la chaqueta— ¡Le aseguro, mañana no tendré nada!
—Más le vale, ya veo que no tiene ni vergüenza —tosiendo como siempre que se desorientaba, observó de reojo e hizo el clásico gesto de mano para exhortarme a salir de allí de inmediato. Aún escuché sus últimas palabras— ¡Y se atreve a coquetearme!
—Hanji-san —afuera, Moblit había estado aguardando a que saliera y oyó también la exclamación de Shadis—, ¿tan lejos tuvo que llegar para justificarse? Digo, atraer al comandante…
—Cállate y alista mi caballo —respondí, enfurecida—. Apenas me cambie, voy a dar un paseo.
Él asintió, cuestionándose hacia quién iba dirigida mi rabia. Cuando regresé a los establos, ya tenía la cabalgadura lista y me tendió las riendas. Le devolví su chaqueta, para luego montar sobre la bestia de un salto, espoleándola sin hacerle daño.
—¡Yahoo! —Sintiéndome libre, dejé atrás cualquier sentimiento negativo y le grité— ¡Moblit, encárgate de los equipos!
El ser líder me permitíasalir del cuartel, siempre y cuando regresara antes del cierre de las puertas, o estuviera en horario de descanso. Cabalgué a rienda suelta por todo el distrito, el viento azotándome el rostro, hasta que vi la muralla y tuve que girar hacia la izquierda. Sin disminuir la velocidad, fui bordeándola, para luego introducirme en una de las tantas callejas. Las reclutas del altercado en mis tiempos de cadete, solían comparar aquel frenesí de libertad y plenitud con una buena galopada en la cama. Infinitas veces me instaron a probar la dulce tentación de retener otra clase de semental entre mis piernas, haciéndome sórdidas observaciones sobre Moblit o Erwin. Como fuera, no podía relacionarlo con algo que ignoraba, pero si la sensación era igual de maravillosa, pensé, quizás valía la pena vivir la experiencia… Vivir… Si acaso regresaba…
—¡Cuidado, idiota! —me gritó un hombre, acompañado de su familia, sacándome del ensueño. A duras penas logré apartar el caballo antes de que pudiese cocearlos, deteniéndome a escasa distancia de ellos— ¡Tenías que ser tú, por supuesto, debí haberlo imaginado!
—¿Nile? —la sorpresa me hizo abrir los ojos desmesuradamente. Reconocí el semblante hosco del antiguo compañero de Erwin durante el reclutamiento. Vestía orgulloso el uniforme de la Gendarmería, el brazo izquierdo enlazaba el de la dama que iba a su lado y con el derecho, sostenía un niño encantador. Ya que no iba solo, preferí mostrarme agradable. Sosegué a mi cabalgadura dándole unos toquecitos en el cuello y me incliné hacia adelante, saludándoles— Lo siento, por favor, acepten mis disculpas.
—Marie, es Hange Zoë. Pertenecía a nuestra facción de reclutas, ahora forma parte de la Legión, como puedes ver —me presentó de mala gana—. Sin embargo, sigue tan o más desquiciada que antes.
—Y tú eres todo un caballero, Dok —le respondí con una sonrisa incisiva—, tampoco has cambiado mucho.
—¡Nile, qué descortés! —la muchacha frunció el ceño e hizo una graciosa inclinación. No sólo era hermosa, también había recibido la educación propia de la clase media con posibilidades. Lógico que alguien como Erwin Smith terminara sintiéndose atraído por ella— Perdone, ya debe conocerlo. Se muestra impertinente, pero en cambio, es un magnífico padre y buen esposo.
Él gruñó ante la observación, luego de unos segundos alzó la vista y me miró fijamente.
—No sé si eres la persona indicada para hacerle llegar un mensaje —volvió a gruñir; noté que se hallaba incómodo al estar presente su compañera—…, pero dile a Erwin que no le guardo rencor. Puede confiar en mí si algo le acontece.
—De acuerdo —asentí—, le comunicaré tus palabras.
El bebé despertó, poniéndose a llorar. Marie hizo el intento de tomarlo en sus brazos, pero Nile prefirió mantener al niño consigo y despedirse, llevándolo a contemplar la fuente de la plaza. Sentí que halaban suavemente las riendas.
—Eh, señorita Hange, ¿cómo está él? —me preguntó ansiosa, mirando a su esposo—. Por favor, dígale que…
La forma en que lo preguntó me había puesto sobre aviso. "Él", no su nombre, no "el capitán" y aquel tono de quien ya le conocía íntimamente… Si antes me sentí nerviosa, después de oírla iba a estarlo más.
—Dígale que lo recuerdo —y corrió para unirse a Nile junto al surtidor.
Espoleé mi caballo volviéndoles la espalda, y queriendo alejarme rápidamente de allí, hice que corriera desbocado hasta llegar al cuartel. Desmonté a escasos centímetros de la puerta del establo, y conduje al pobre animal hasta su lecho de heno. Al día siguiente debía estar fresco para la expedición, era conveniente que reposara la mayor cantidad de horas posibles y alimentarlo bien. Mientras le daba una ración de comida, la imagen de aquella chica se mantuvo estática en mi pensamiento.
—"Su memoria todavía la perturba ¿Quién asegura que no le suceda lo mismo a él? "…entonces, yo estaba completamente prendado o al menos, creía estarlo… estuve a punto de cometer otro error cuando aquel día en la biblioteca…"" —recordé sus palabras cuando fue a disculparse—. "Erwin Smith; eres el hombre más bravo que conozco, pero un verdadero cobarde cuando sientes que el amor te gana la pelea."
