Que no llueva sobre mojado
Meses después, repetimos la escena de observar la puerta del distrito Shiganshina levantarse para darnos la libertad de ir fuera de los muros. La diferencia era que teníamos confianza en la nueva formación ideada por Erwin y bueno, llevábamos más novatos que de costumbre; Levi, Farlan e Isabel incluidos. El primero y la última parecían muy satisfechos de contemplar el sol, no así el segundo, que se notaba sobresaltado. Imaginé su miedo a toparse con aquel peligro desconocido, amén de no saber cómo arrebatarle a Erwin los documentos.
La nueva distribución me alejaba de la escuadra de Flagon, sin embargo, aún con distancia de por medio; pude notar que las diferencias entre los chicos de la ciudad subterránea y el resto de los subordinados seguían manifestándose. Al parecer, la mano recia y lengua maledicente de su líder de escuadra no había sido capaz de apaciguar los ánimos a tiempo. En un ambiente de peligro como aquel, cualquier disputa banal podía costar la vida a toda la tropa. Flagon, volviéndose hacia el recalcitrante Sayram -el chico trigueño que me dijera Moblit sobresalía por sus conceptos discriminatorios-, a juzgar por sus gestos, lo conminó a salir del paso de Levi y Farlan. Estaba desacostumbrada a tildar de imprudente a Erwin, pero tuve que pensarlo…, era una locura llevar consigo semejante riesgo.
Más pronto de lo que creímos, apareció un titán de quince metros por la diestra. La vanguardia decretó la imposibilidad de apartarse y hubo que dividirla.
Otro ejemplar de veinte metros, que se hallaba escondido, cayó sobre la retaguardia. Buscando resguardar las provisiones, Flagon se vio obligado a romper la formación. Intentaron guiar al titán hacia el bosque, pero bien rápido me di cuenta de que se trataba de un anómalo. Jamás los seguiría, y la carreta con los suministros había quedado sola. El líder del escuadrón tuvo que meditar cómo se las arreglaría para salvar la carreta y enfrentarse al monstruo con sólo unos reclutas alborotadores. Siquiera el terreno le favorecía, pues cruzábamos el llano. Varios miembros de la retaguardia intentaron detenerlo, pero el titán los sacudió como si se tratara de pulgas y todo acabó de la trágica manera a la que ya nos habíamos acostumbrado…, o tratábamos de pensar que así era.
Percibí que Flagon únicamente requería el auxilio de Sayram, empero tuvo además la fuerza de los tres chicos, que sin dudarlo se abalanzaron sobre el ejemplar anómalo. Farlan seguía manifestándose como el menos arrojado de todos, no obstante, bastó una orden de Levi para que se coordinaran a la perfección. Aquello me gustó, su trabajo en equipo era muy efectivo; mientras el enano se concentraba en escalar hacia la nuca del titán, los otros dos le tasajearon las piernas, restándole movimiento. El corte propinado por Levi se veía tan limpio como el de cualquier veterano del Cuerpo. Lo último que pude contemplar antes de volcarme de lleno en mi propia lucha contra dos titanes ocultos a la siniestra, fue la expresión incrédula de Flagon, el entusiasmo de los chicos y la complacencia de Erwin, que volvía para establecer de nuevo el orden. Me sentí feliz por él, después de todo, valió la pena llevarlos. Igual, no íbamos a descuidarnos.
Más trabajo costó que mi escuadrón se deshiciera de un tercer espécimen, que desvariaba entre capturar a Nifa o seguir los carretones. Ni me avergüenza reconocer la similitud que había en la técnica empleada por mis hombres y la que antes usara Levi. Mientras el titán iba tras Nifa, Keiji y Abel se dedicaron prácticamente a lascar sus piernas. Luego de verme despedida por la mano del titán, que me lanzó dos veces lejos de su punto álgido, Moblit ocupó mi puesto e hizo un segundo intento de cortarle la nuca. Saltó a tiempo de no ser estrujado por la palma del monstruo, quien parecía haberlo confundido con un molesto insecto. Fui yo la que finalmente llevó a cabo la incisión, de manera definitiva. Sólo cuando lo vimos caer y evaporarse, nos unimos al grupo, siguiendo la ruta que Shadis y Erwin tenían previsto. Hasta ese momento, las cosas marcharon bien. La nueva formación daba resultado, las bajas eran pocas.
Llegando la noche, divisamos las ruinas donde nos íbamos a quedar. Se imponía el descanso, tanto para los soldados como las cabalgaduras. Moblit buscó el sitio menos húmedo, al calor de las antorchas…, pero donde pudiéramos tener a los chicos bajo la mira, sin que fuéramos completamente visibles para ellos. Apenas me senté, Keiji ya la había emprendido con Nifa, haciéndola ruborizar.
—Quién lo diría, en tu afán de seguir a nuestra líder, conseguiste incluso atraer a uno de esos ejemplares locos.
—Vete al cuerno, Keiji —le respondió ella de mal humor—. Por lo menos hice papel de carnada, exponiéndome. A ti solo te vi rebanarle un pedazo de trasero, ¿creías que se trataba de un jamón?
—Hablando de atraer la atención, esos tres nuevos ahora son la comidilla de los reclutas —dijo Moblit y volviendo el rostro hacia mí, consultó por lo bajo— ¿Qué opina, líder de escuadrón? ¿Le parece normal que prefieran dialogar entre ellos y ni hacer caso a los intentos de aproximación de los demás?
—Todavía les costará familiarizarse con el resto —sonreí, observándolos—, puede que Levi siquiera lo considere. "Ya no hay titanes cerca, tratarán de confirmar si Erwin lleva encima los documentos. Apuesto a que debaten esa posibilidad."
Capitán y comandante se habían retirado al fondo del castillo para discutir la continuación del viaje. Nadie vigilaba sus pertenencias, y dado lo espinoso que les sería robarlos durante la marcha, era el momento ideal de intentar un saqueo. Mantuve la vista fija en ellos, hasta que abandonaron sus provisiones junto al muro y fueron en dirección al sitio que antes eligieran los superiores.
—¡Ah, soy una genio! —exclamé, animada por mi deducción hecha realidad y acto seguido lancé una carcajada— ¡Lo supuse!
—¡Líder de escuadrón! ¡Va a matarnos del susto! —Moblit se llevó la mano al pecho, suspirando— ¿Qué fue lo que sospechó?
—¿Tiene que ver con los novatos? —inquirió Keiji, que igual de porfiado era chismoso.
—¿No se dan cuenta? Esa chica, Isabel, se ha prendado de Farlan como aquel titán de Nifa —conseguí armar al vuelo la justificación y hacérselas creer a pie juntillas—. Puede que idolatre a Levi, pero sólo como hermano.
—¡Ya! Entonces, Church está buscando entenderse a solas con Magnolia y se fueron juntos al pasaje —razonó mi subordinada, que como la mayoría de las chicas, poseía tendencia al romanticismo—… ¡Pero ese Levi se acaba de levantar y les siguió detrás!
—¡Vaya tipo más ruin! —noté que Abel crispaba los puños— De seguro que va a interrumpirlos.
—Muy probable, miren la cara de sapo que ha puesto —señaló Keiji con la cabeza—. Esperará al beso para meterse…
—Pero iban a conversar —Nifa se sonrojó—, ¿tan rápido un beso?
—¿Quieren callarse de una vez? —el pobre de Moblit trataba en vano de dormir y agradecí que pusiera el punto final al revuelo que yo causara— Hanji-san…, parece que vienen a saludarla.
—¿Eh, quién, quién? —giré la cabeza de un lado a otro y vi a Nanaba aproximarse desde la galería izquierda— ¡Ah, Nana!
—Te vi sólo cuando nos reagrupamos, me alegro de que todos estén bien —dijo al pararse junto a mis compañeros—. Mike y yo queremos hablar contigo.
—De acuerdo —me incorporé para ir con ella—. Nifa, quedas a cargo. Deja a Moblit dar un pestañazo.
Caminamos en silencio por los corredores, deteniéndonos ante varias antorchas con forma exuberante. Nanaba hizo unos determinados toques y se abrió una compuerta, oculta en la pared rocosa.
—Erwin quiere verte —me dio un empujón suave hacia el interior y sonrió irónica— ¿Qué pensabas, que íbamos a discutir los preparativos de la boda?
—Lo preferiría —musité, y sentí la puerta cerrarse a mi espalda. Como bien dijera, el capitán se hallaba en medio de una habitación pequeña y mal iluminada—. Bonito escondrijo.
—No tanto, el aire se torna enrarecido —suspiró, cruzándose de brazos— ¿Viste lo que sucedió ahí afuera?
—Por Sina, Erwin. Ya te dije que uso las gafas con el fin de proteger mis ojos, por supuesto que lo vi —repliqué, un poco molesta porque me subestimara. Él sonrió ante mi argumento—. Adoro esa expresión de padre orgulloso.
—Hanji, las observaciones que has hecho de los tres me sirvieron de mucho —dijo, mirándome grave—, pero necesito que rompas el hielo y los trates personalmente.
—Me siento como la madrastra que debe obtener el agrado de unos niños ajenos —le respondí algo incómoda— Sabes lo que todos están haciendo ahora, ¿verdad?
—Registrando mis cosas, los muy traviesos. Pienso darles la sorpresa de aparecer antes de que terminen su juego —me dedicó una sonrisa irónica, parecía estarlo disfrutando—. Es el motivo por el que no podemos demorarnos aquí, espera a que regresen al salón y acércate a ellos. Te conozco, eres la única que los hará sentirse verdaderos miembros de la Legión.
—Si cuestionaran sus razones, ¿dejarían de pensar en matarte?
—No lo creo, pero habremos sembrado la semilla de la duda —se aproximó para levantarme con su índice el mentón y besarme levemente—. Hanji, nos veremos cuando acabe la partida. Cuídate, por favor.
Estuve acechando el corredor desde mi puesto, hasta que los vi retornar. Aquellos semblantes adustos indicaban el fracaso total de la operación. Consideré que lo mejor sería darles unos minutos y luego presentarme, aprovechando que los miembros de mi escuadra dormían, excepto Abel que caballerosamente había sustituido a Nifa. Sinceramente lo agradecí, de todos era quizás el menos curioso y el más reservado.
Levantándome, dirigí mis pasos hacia el trío de la ciudad subterránea. Cuchicheaban en tono bajo y poco faltó para que Isabel y Farlan pegasen un brinco al escucharme.
—¡Eh, ustedes! ¿Los puedo molestar por un momento? —quise mostrarles todo mi entusiasmo. Levi me quedaba al frente, así que acabé dirigiéndome a él— Lo vi, ¿sabes? El momento decisivo.
Cabe decir que se pusieron todavía más nerviosos. Una gota de sudor apareció en la sien de Farlan.
—¿El momento decisivo? ¿A qué te refieres? —inquirió el enano, a la par que desenvainaba lentamente su cuchillo.
—¡Obvio, estoy hablando de cuando derrotaste a ese titán! —puse las manos sobre las rodillas y me semi acuclillé para mirarlo— ¡Fue asombroso! —Apreté el puño, mostrando euforia— ¡Estaba muy emocionada!
—Ah… —obtuve como respuesta, más las facciones asombradas del enano. Farlan dejó escapar un "Uf" de alivio e Isabel Magnolia insistía en observarme con mala cara.
—Soy Hange Zoë —les sonreí, tratándolos de igual a igual—. Eres Levi, ¿cierto? —Inmediatamente después señalé a Magnolia— Esta chica aquí es Isabel —e hice un ademán coqueto apuntando al otro—. Y este es…
—Farlan —aclaró él, aún inquieto.
—Cierto, cierto ¡Farlan! ¡Un placer conocerte! —me senté precipitadamente y le di buen palmetazo en el hombro. Dejó escapar un grito, adolorido. Me volví hacia el enano, que lucía menos expresivo que el musgo de las paredes— No viniste aquí de las tropas de entrenamiento ¿Verdad, Levi? ¿Cómo eres tan hábil con el equipo de maniobras?
Farlan le susurró que fuera sociable y únicamente así se dignó a responderme.
—Práctica, nada especial.
—¿Alguien te enseñó? —volví al ataque— Mi primera vez, fue difícil balancearme en los cinturones —y cuando Erwin pasaba delante del poste de maniobras, era peor—… ¿Tienes algunos trucos o consejos para mejorar?
Isabel continuó mirándome con rostro de pocos amigos. Noté a Farlan más relajado.
—No, realmente —confesó Levi.
—¡Vaya! No te andas con rodeos, ¿ah? —repliqué, asombrada— Incluso una pequeña pista sería genial —quise alentarlo—. Vamos, seguro que todos quieren saber —reí, observando a los demás reclutas, que parecían ansiosos por acercarse y no se atrevían—. Todos te vieron pelear. El modo en que lo hiciste nos alienta a creer que la humanidad no perderá contra los titanes ¡Fue realmente impresionante verte pelear! —le dediqué una mirada maternal, pero a la vez notaba el cambio en las facciones de Isabel— Así que a toda costa…
De repente, ella rió alegre, cortándome la idea.
—Somos asombrosos, ¡¿verdad?! ¿Opinan mejor de nosotros? ¡¿Lo viste bien?!
—Sip, fue asombroso —concedí—. Es por eso que Levi debería…
—¡Hermano es el más fuerte! ¡Aún en el subterráneo era el más fuerte! —gritó eufórica. Sin dudas, había llegado a idolatrar al enano.
—Ahora, me encantaría saber el secreto de su fuerza —busqué sonar más profesional y menos curiosa—. Oye, Levi…
—Hermano es… Mm…mm —la chica siquiera encontraba las palabras justas—… Bueno, ¡él es fuerte!
Debía inventar algo para lograr que se mordiera la lengua y me dejara convencer al enano de nuestra buena voluntad.
—Toma, Isabel ¿Te gustaría probar uno de estos dulces que me dio mi amigo? —le tendí una pequeña bolsa, consiguiendo que se callara y yo pudiera ir a lo que me interesaba. Retomé la conversación con Levi— ¿Qué te parece? ¿Estarías dispuesto a dejarnos saber qué pasa por tu mente?
—No puedo, soy autodidacta. No es algo que puedas enseñar fácilmente a otros.
—Pero… —intenté motivarlo de nuevo.
—Lo siento, estoy exhausto.
—Ya veo, lamento haberte molestado —no debía insistir más. Acaricié los cabellos de la chica y el hombro a su amigo, ambos me observaron extrañados—. Gracias, Isabel. Gracias, Farlan. Tengamos una larga conversación la próxima, ¿sí? ¡Si regresamos vivos, los invitaré a un almuerzo! —me despedí agitando la mano y sólo por no levantar sospechas, hice una ronda a todos los grupos que se hallaban presentes en el salón.
Al volver a nuestro sitio, establecí el cambio de guardia de Abel con Keiji y del mismo a Moblit, de forma tal que todos amaneciéramos ligeramente descansados. Fingí dormir, viendo por una pequeña ranura de mis ojos cómo se desarrollaban los acontecimientos entre los chicos de Levi. A juzgar por sus actitudes, seguían discutiendo cómo encargarse del capitán y robarse los documentos, pero Erwin tenía razón, Isabel ya dudaba. Increíblemente, acabé rindiéndome y hasta soñé…, pero lejos de sentirme tranquila, aquel sueño me presagió algo que conocía muy bien: la muerte.
Después de pasar otro día completo en las ruinas, a riesgo de que aparecieran los titanes y derrumbaran las paredes, todos los escuadrones se reunieron esa noche a considerar sus posiciones de combate y alistarse para la mañana siguiente. Flagon estaba en el otro extremo de la sala, pero su voz era un eco, tratando de hacerle ver a su escuadra la importancia de volverse uno con la tropa. La unidad no era el fuerte de sus soldados, consciente de la tremenda responsabilidad que le había caído sobre los hombros, temía que si erraban en lo mínimo, toda la formación se iría al traste y su nombre al piso. Más tarde lo escuché sermonear a Isabel por confundir el saludo. Para entonces, ella parecía estarse convenciendo de que su sitio se hallaba en la Legión.
El ¡de pie! del que Shadis hacía gala, usando un vozarrón especial capaz de intimidar a cualquier titán que se acercase, nos hizo despabilarnos bien temprano. Conseguí animarme al compartir mi frugal desayuno platicando con Mike y Nana.
—Uhm, el día me huele mal —pronosticó Zacharius, mientras daba par de mordiscos a su galleta—. Parece que siquiera el clima quiere favorecernos.
—Anoche tuve mal sueño —corroboré, mirándolo fijamente—. Mike, ni tengo que decirte…
—Ya lo sé, descuida. Nadie le pondrá un dedo encima —cortó, gruñendo—. Es una maldita locura salir, pero no hay de otra.
Bien pronto estuvimos listos para la cabalgata. La orden estableció partir en formación habitual, para cambiar a la de exploración a larga distancia cuando alcanzamos el centro de la llanura. Volví a cubrir el lateral izquierdo, amparando la retaguardia.
La bengala roja de alerta indicó un titán apareciendo por la diestra. Inmediatamente, las verdes confirmaron la dirección a seguir y el batallón en conjunto se movió hacia el lado contrario. Me sentí recompensada y satisfecha, feliz de contemplar mis artefactos puestos en acción, funcionando a las mil maravillas. El método en verdad permitió avanzar eludiendo a los titanes, sin que hubiera una sola baja. Por supuesto, cambiábamos de trayectoria al toparnos con algún espécimen y a veces aquello retrasaba el adelanto, pero valía la pena si no teníamos que lamentar pérdidas humanas.
Fue cuando el pronóstico de Mike Zacharius se tornó realidad. Las nubes, cargadas y oscuras, comenzaron a presagiar tormenta.
—¡Líder de escuadrón! ¡Órdenes! —gritó Moblit, observando ansioso el cielo— ¡Esto se ve mal!
—¡Toda la escuadra, manténgase alerta! ¡Suceda lo que suceda, ninguno se aleje de mí o de Moblit! —diciendo eso, un goterón tuvo el descaro de caerme sobre los lentes.
La lluvia se hizo cada vez más intensa, entorpeciéndonos la visión. Nifa lanzó un alarido cuando el primer rayo quebró el firmamento. Abel dijo algo para calmarla y Keiji profirió una maldición. Si el dios de las murallas existía, realmente se la hizo buena a Erwin, acabando por completo con su estrategia. El chaparrón se volvió tempestad y los caballos patinaron en el barro. Tommy era de músculos fuertes, podía sacar las patas del lodo sin tanto esfuerzo, la cabalgadura del sublíder también se las arreglaba para salir adelante.
—¡Moblit! ¡Toma las riendas de Nifa y yo cogeré las de Abel! —fue mi consiguiente orden— ¡Keiji! ¿Estás bien? ¿Te damos una mano?
—Gracias, puedo salir de… ¡Arghhhh, mierda! —la imprecación retumbó a la par del trueno— ¡Líder de escuadrón, no se preocupe! ¡Ahora les alcanzo!
—¡No dejo a los míos atrás! ¡Haz el favor y alcánzale tus riendas a Moblit! —estábamos arriesgándonos a morir juntos, pero sería preferible.
A duras penas conseguimos mantener el rumbo, vi la estela de humo negro disiparse en el aire, sin dudas lanzada por el capitán. Erwin debía estar muy tenso, conociendo la terrible situación del grupo. Las bengalas ya no servían de nada, la escuadra de Flagon estaba dispersa y para colmo, de repente se levantó una densa niebla.
—¡Sólo nos falta que aparezcan esos demonios! —rugió Keiji— ¡Estamos vulnerables, siquiera los percibiríamos!
—¡Cállate, insensato! —Moblit le hizo morderse la lengua, y en verdad lo agradecí. A veces actuaba como yo lo hubiera hecho— ¡Di otra estupidez parecida y juro que te dejamos atrás!
—¡Oigo las pistolas de ruido! —le hice un gesto al sublíder, atrayendo su atención—. Pudiera suponer que se trata de la vanguardia y quizás, por la distancia, Flagon respondiendo.
—¡Líder de escuadrón! ¡Casi no la escucho! —me respondió, espoleando su caballo hasta llegar a mi lado— ¡¿Dice que el comandante y Flagon?! ¡Entonces desviamos el curso!
—¡Todos, giren a la diestra en ángulo de setenta y cinco grados! —esperaba sinceramente acercarme un poco a la posición original, así como darle tiempo a la niebla para que disminuyera.
Respiré más tranquila cuando nos topamos a la vanguardia y el comandante Shadis a punto de usar el arma para emitir la onda sónica. Al verme, sonrió mordaz, apretando el gatillo.
—Debo felicitarla por estos juguetes nuevos, líder Hange Zoë —me observó fijo— ¿Su escuadrón es el único que logró traer intactos a todos los soldados?
Asentí con la cabeza, emocional y físicamente deshecha, ¿por qué no estaba Erwin junto a Keith Shadis? Un aguijonazo en el pecho me hizo temer lo peor…, y de preguntarle al comandante, sólo conseguiría darle pie a verme como una seductora irremediable. Para mi suerte, descubrí a Nanaba entre los miembros de la escuadra de Zacharius.
—¡Hanji! —me hizo señas de que la siguiera y nos apartamos un poco de los demás— Erwin y Mike fueron a dar una batida, por si hay sobrevivientes. Aunque las noticias distan mucho de ser halagadoras. No sabemos de Flagon…
—¡Maldita sea esta incertidumbre! Anoche soñé con muerte, ya te lo dije —miré a Nana como una posesa—. Ten por seguro que soy capaz de ir a buscarlos, si demoran más de lo establecido.
—¿Crees que no me siento igual? ¡Tranquilízate! —detuvo mis bríos, aguantándome firme por los antebrazos— ¡Ninguno de los dos es idiota! ¡Si esos chiquillos saben lo que les conviene, terminarán aceptando su destino y tendrán que adaptarse a la Legión de Reconocimiento!
Aquellas horas pasaron lentas, insoportables. El cañonazo de una pistola distante me sobresaltó, poniéndome sobre aviso; Nanaba siguió mis pasos, también alerta. No transcurrió mucho tiempo hasta que los vimos aparecer. La niebla se había desvanecido y la lluvia se redujo a finas gotas, señal de que los titanes podían tomarnos por sorpresa en cualquier momento. El sentido común indicaba reanudar la marcha rumbo al punto de suministro, y no entretenernos indagando los pormenores de la batida. Correspondían a Keith Shadis las preguntas, a mí esperar hasta que se me diera la oportunidad de ver personalmente a Erwin.
Pasó a caballo junto a mí e hizo el gesto ya establecido para hacerme saber que todo iba bien. Advertí casi de inmediato que su mano sangraba y aunque hubiera improvisado un vendaje con algún trozo de tela sucia, necesitaría de atención. Tras él cabalgaba Mike, quien nos dedicó su guiño afectivo, al parecer contento de que yo hubiera llegado sana y salva. Detrás, un Levi huraño, completamente destrozado. Jamás olvidaré su semblante de puro fracaso y a la vez, de profunda meditación. Estaba considerando el futuro, así como sus posibilidades de ayudar a la humanidad.
Conseguimos llegar al último campamento y alojarnos en aquel castillo algo más cómodamente. Apenas dejé a Tommy bajo el cuidado de Moblit, corrí a ver a Erwin con mi bolsa de primeros auxilios. Tuve la imprudencia de ser precipitada y no moderar la carrera, dándome de bruces contra Shadis al doblar en una esquina del corredor.
—¡Líder Hange Zoë! ¡Usted verdaderamente ya no sabe qué hacer para conseguir mi atención! —dijo, incómodo y me observó directo a los ojos. Luego de toser, aclarándose la garganta, suavizó el tono—. Puesto que se ha vuelto una molestia, haré la concesión y le permitiré besarme, ¡pero sólo por hoy!
—¡¿Eh?! C-comandante…, ¡lo lamento! Quiero decir que —di un paso atrás, al verlo acercarse—… en realidad me dirigía a… curar la mano del capitán.
—¿Sí, eh? ¡Magnífica excusa! —conforme yo retrocedía, el maldito avanzaba, hasta que mi espalda topó con alguien que afortunadamente iba por el pasaje.
—¿Hanji? —Erwin me sostuvo por los antebrazos, manchándome de sangre la manga de la chaqueta. Bastó una mirada para que se diera cuenta de mi agobio, el talego de curar y la postura del hombre. Su reacción fue súbita— Disculpe, comandante. Le pedí a la líder del escuadrón de investigaciones que me suturara la herida. Visto que no contamos con lo requerido en esa posta improvisada y está a punto de infectarse, creo que la puse literalmente a correr.
—¡Pues muévanse! Vamos a estar de regreso mañana —nos siguió con la vista, hasta que desaparecimos tras la puerta de su estudio de campaña.
Le pedí que se acomodara para observar la herida y sentándose en la cama, me tendió la mano. Arrastré la silla contigua, depositando luego el fardo sobre el lecho y acto seguido procedí a quitarle aquel vendaje lleno de polvo.
—¿Qué significa ese corte? —lo miré severa— Tal parece que amortiguaste la caída poniendo tu mano sobre una hoja de acero.
—Lo sé, no es nada —dijo, apartando los ojos de los míos—. Fue algo tonto de mi parte.
—Tonto es que le intentes mentir a quien conoce el oficio —gruñí, ante lo infantil de su respuesta—. No llegó al hueso, aunque la muesca se ve fea.
—Pues no conozco el oficio tan bien como tú —musitó—, pero bastante como para saber que podías arreglarlo después.
—¿Huh? ¿Crees que soy milagrera? Para tu suerte, aún puedo coserla y no cortarte la mano, bien que te salvaste de coger una infección —colocándome los guantes, tomé una venda higienizada para limpiar con alcohol y presionar. El ardor debió ser insoportable—. Llevará un tiempo restablecer la total movilidad de los dedos, voy a tener que suturar los tendones cortados —ensarté la aguja esterilizada previamente y di los puntos iniciales, él parpadeó adolorido—. Mientras hago mi labor, cuéntame qué sucedió con Levi… El fin de toda la escuadra puedo imaginarlo...
—Desastroso, no tengo una palabra mejor que describa la trágica muerte de Farlan e Isabel. Eran unos cinco titanes… Flagon y Sayram también cayeron dentro de sus fauces —arrugó el ceño, para después cerrar los ojos, tragando en seco—. Levi dejó atrás a sus amigos pensando matarme y que éstos no tendrían problemas al estar acompañados; cuando se dio cuenta de que los titanes iban derecho hacia donde los había dejado. Al llegar, vio la horrible realidad… Siquiera logró defenderlos. Ni te hablo de los restos.
Calló todo el tiempo que estuve concentrada en acabar la operación interna. Volví a ensartar la aguja para cerrarle definitivamente la herida. Su carne se resintió al pincharla y me costó un esfuerzo pasar el hilo.
—Hanji, por Sina, no la emprendas conmigo —se quejó suave, haciendo el intento de sonreír— ¿Tiene punta esa cosa?
—La tiene, pero tu piel es tan dura como tu cabeza —le devolví la sonrisa, dándole un pequeño jalón al hilo para que suturara parejo—. ¿Supongo que Levi mató a los especímenes y luego se volvió contra ti?
—Exacto, incluso me arrojó del caballo. Nunca vi semejante furia, o tanto rencor. Se culpaba de haber tomado una pésima decisión al abandonar a sus compañeros. Entonces le mostré los documentos que tanto persiguió…, las hojas en blanco —bajó el tono, escuchándose lúgubre—. Su ira creció y aunque Mike se mantuvo alerta, por un momento creí que yo moriría sin remedio.
—Fue cuando paraste la hoja de su espada e intentaste razonar con él. Por supuesto, lo convenciste de que pusiera su fuerza en beneficio de la humanidad.
—Si ya lo sabes ¿para qué me preguntas? —Ante el sarcasmo, le di par de pinchazos con mala intención— Lo siento, acababa de olvidar que tienes un arma...
—Listo —dije, cortando el hilo recién anudado—, mantén la herida lo más limpia posible. Si de pronto la fiebre te ataca, debes avisar a la posta. Las sanitarias de seguro estarán felices de atenderte... Y gracias por librarme del comandante.
—Hanji…, esto parece que ya terminó. Sin tu ayuda, ninguno hubiera sobrevivido —fijo los ojos en su palma suturada, no supe determinar si las mejillas le habían enrojecido por rubor o la destemplanza—. Quiero que sepas… no sé ni cómo expresártelo…
—Algún día encontrarás las palabras adecuadas —me incliné para besarle la frente, su temperatura estaba subiendo—. Descansa, Erwin. La humanidad te necesita más que a ninguno de nosotros.
—Pobre de la humanidad, si tú no estuvieras aquí —suspiró, bajando los párpados al recibir la caricia—. Es un privilegio tenerte a mi lado, como mujer y como guerrera —abriendo los ojos, me tomó la mano y dijo con voz segura—. Sonríe, Hanji…; porque mi corazón es tuyo, la humanidad tendrá esperanzas.
