Seguridad ante todo
A las puertas de la marcha, revisé por enésima vez el estado de las conejas dedicadas a la experimentación. Sólo una de las cuatro se hallaba gestando y las otras habían conseguido mantenerse infecundas.
—¡Oh, ya decía yo…, el diámetro es lo más importante! —Anoté los resultados con el gozo de quien obtiene un magnífico producto final—. El aro tiene que ajustar de manera perfecta —como lo había previsto, la coneja que llevaba el anillo unos milímetros más pequeño fue víctima del proceso de fecundación— ¡Nana es la única encinta! Ah, Mike, eres un pillo ¡Te las arreglaste a pesar de todo!
—Hanji… ¿Q-qué estás balbuceando ahí por lo bajo? ¡Repítelo! —contemplé a Nanaba entrando al laboratorio casi a hurtadillas. De repente se detuvo en seco, apretó los puños y tornándose pálida, unas gotas frías le brotaron de la sien— ¡No es posible! ¿Tu prueba dice que yo…?
—¡¿Eh?! —Mike, que venía siguiéndola, estuvo pronto a su lado y aguantándola del brazo, me observó entre atónito y molesto— ¡Siquiera me acerqué a Nana! ¡Lo juro! ¡Palabra de hombre!
—Oigan, ¿a qué se refieren? ¿Y esas caras? —los miré aturdida, ella a punto de un colapso y Zacharius rompiéndose la cabeza buscándole una lógica a mis palabras— ¡Hablaba de los animales!
—NO puedo creer que le hayas puesto mi nombre a un conejo —gruñó Nana, visiblemente irritada— ¡Y el de Mike!
—Bueno, de alguna forma debía identificarlos —dije, restándole interés al tema—, y su vitalidad me lo sugirió. A estas linduras les llamé Nifa y Abel, al ser más quietos de lo normal; esos de pelaje negro son Isabel y Farlan, en honor a nuestros compañeros caídos.
—¿Y los últimos? —Nana miró de reojo a dos conejos que dormían, inmutables ante los ruidos.
—… —me corté un poco al responder— Son Nile y Marie.
—¿Q-quienes? —se volvió entonces hacia su compañero, que resoplaba intentando ahogar las carcajadas.
—¡Siquiera parecen interesados en procrear! —Mike prorrumpió en un ataque incontenible de risa bronca.
—Por Sina, cállate…
—Nana, olvida los conejos y céntrate ahora en el paso que darás —la corté, a la par que guardaba la tablilla de notas dentro de una gaveta— ¡Eres la primera mujer dispuesta a probar un método novedoso de contracepción!
—Tú solo procura que funcione —dijo amenazadora, si bien aquello no pasaba de ser una simple advertencia; pues jamás nos liamos ni de manos ni de palabra—. O te lanzaré tal maldición, que acabarás casándote con Zackly.
—¿Eh? ¡Seguro que no tendrás nada de lo que quejarte! —antepuse mi optimismo a su desconfianza y la conduje hacia el sitio ya preparado al efecto— Por favor, acomódate sobre la camilla. Mike, si vas a quedarte, colócate donde no molestes. Debo tomar cosas del mueble constantemente —aguardé a que Nana trepara y abrí el pomo de formaldehído para disolver un treinta y cinco porciento en el agua que contenía la jofaina encima de la mesa— ¿O deseas ocupar el puesto de Nifa y ayudarme?
—Hmph. No —Zacharius frunció la nariz con desagrado—. Ese olor me aturde.
—¿Cerraste la puerta? —Observé por encima del hombro y aparte de los numerosos cerrojos, había puesto la enorme traviesa; como si tratara de impedir el acceso incluso a los titanes— Sí, estaba de más preguntar… —decidí concentrarme en su compañera. Lavé mis manos y ya con los guantes puestos me dirigí hacia ella—. Sabes lo que debes hacer, colócate igual que yo cuando la interrupción —traté de sonar confiada pero la voz me tembló, recordando—... Pon la mente en blanco, mira el techo y relájate, los instrumentos no te conciernen. Sólo molestará un poco y a cambio vas a estar segura y tranquila durante muchos años. Eh, Nana… Debes quitarte pantalón y bragas.
—¡Por todos los cielos! —nunca vi a Nana tan avergonzada y luego de titubear un poco, se despojó de las prendas. La cubrí con una manta, buscando que se sintiera menos incómoda. Cuando inicié el proceso dio un pequeño brinco, cerrando los ojos a causa del malestar que le ocasionaba el trasteo— ¡Empiezo a considerarte, Hanji! ¿Cómo lograste resistir todo lo que pasaste?
—Oh, esto no es nada si lo comparamos —le hice notar brevemente que había gran diferencia en el dolor físico y psicológico—. Ayudó que para mis adentros insultara a Erwin, augurándole un largo período de abstinencia. Como si no hubiese sido también culpa mía —sonreí, deduciendo la expresión consternada del capitán si yo le hubiera gritado todo aquello—. Y ahora, estoy implorando por salir del reposo… ¡Mike! ¿Quieres dejar de brincar a mi espalda? —me vi obligada a propinarle un codazo, para que se calmara— Terminaré poniéndole a Nana el anillo en la garganta.
—¡No, ya he padecido lo suficiente! —Nanaba hizo el intento de levantarse y tuve que devolverla a su sitio presionándole con la mano. Ella suspiró, muy perturbada— ¡Acaba de una vez, te lo ruego!
—Si me apuras, corro el riesgo de herirte o ponerlo mal…
—Nana ¿te hace mucho daño? —a todas esas, Zacharius continuó metiendo la cabeza por sobre mi hombro—. Hanji, estás lastimándola.
—Es tu culpa, maldición ¿Qué diablos intentas ver? —Mike había logrado su objetivo y abrió los ojos desmesuradamente, para luego tambalearse un poco— Ahora no es un panorama tan bonito, ¿eh? Por Sina, ve a sentarte o acabarás desmayándote.
—Hmph —de mala gana, fue dando tumbos hacia el mueble y se dejó caer sobre los cojines—. Deberías tener algo para ir entreteniendo la vista.
—¿Pues qué te crees? Mi laboratorio no es un lugar de placer, sino de trabajo —le devolví muy digna y puse fin a mi labor— ¡Listo, Nana! Cualquier situación extraña, debes avisarme de inmediato. Esperen a mañana para experimentar, igual saldrán fuera de las murallas al cabo de tres días.
—¿Y-ya está? ¿Cómo, tan rápido? —Mike parecía inseguro de que su felicidad privada y así mismo la de Nanaba, la garantizara un procedimiento más bien simple— Gracias, Hanji.
—Que funcione como es debido será también una satisfacción para mí —quitándome los guantes, asentí complacida—; los humanos avanzamos lento, pero siempre damos un paso adelante.
—¿Y tú…? —inquirió Nana, conocedora de mi dificultad personal.
—El doctor de Mitras indicó que deben transcurrir par de semanas aún, para considerarme repuesta del todo —suspiré con resignación, mientras lavaba los enseres utilizados y volvía a colocarlos sobre la mesa—. Debo esperar al regreso de la Brigada para mostrarle a Nifa cómo hacerlo. Si fuera ese un buen aliciente para que Erwin vuelva sano y salvo al cuartel, me daré por satisfecha.
—Lo es, Hanji —Zacharius me sonrió, convencido de la batalla que daría su amigo con tal de regresar vivo— ¿Sabes que probarán las armas nuevas? —añadió, cauteloso.
—El comandante tuvo a bien decírmelo, no sin resguardar previamente su punto vulnerable tras las manos. Debió temer que llevara a cabo mi última intimidación hacia su persona, cree que estoy loca ¡Y es obvio que me cuesta un mundo hacerme a la idea de no estar junto a la escuadra, conduciendo las operaciones! —Manifesté abiertamente mi disconformidad pegando un manotazo a la superficie de madera con ambas palmas— ¿Cazar a un titán sin mi presencia? ¡Qué ironía, después de reñir tanto por conseguirlo! Sin embargo, le hice una promesa a Erwin y aunque no me guste la situación, debo cumplir mi palabra —traté de sosegarme, nada cambiaría los hechos y mi única disyuntiva era confiar en el arma de captura.
—Tu invento se probó usando las maquetas de los ejercicios y dio buen resultado —Nana trató de ofrecerme confianza, nadie mejor que ella sabía cuánto iba a deprimirme, sintiéndome retenida entre los muros del cuartel—. Le diré a Erwin que capture un hermoso titán y te lo presente como regalo.
—Sí, lo incentivaremos contándole portentos del anillo —me soltó Mike con expresión villana, guiñando un ojo—. Apuesto a que pondrá a tus pies el ejemplar más excéntrico de cuantos veamos.
—Les repito lo mismo que digo a los Altos Mandos; jamás las maquetas podrán sustituir a los verdaderos titanes. Las armas, incluida la vieja red, tienen por fuerza que probarse con los objetivos in situ —les aseguré, dando la vuelta a la mesa y cruzándome de brazos, terminé por recostarme a ella—; solo entonces puedes llevarte una idea cabal de qué falla y qué no. A partir del resultado final de la cacería, es que podremos reparar los errores técnicos.
—Saldrá bien, Hanji —persistió Nana, dándome una palmada suave en el hombro—. Esta vez siquiera estaremos lejos de la muralla.
—Mike, dejaré a tu cargo el vigilar al enano. Cuida que Moblit y él no tengan roces durante la operación —le advertí, conociendo el orgullo de uno y la insolencia del otro—; sacúdelo a gusto de ser necesario si ves que incumple las órdenes de los superiores… Aunque me da el corazón que regresará con la gloria de su lado.
Hizo un gesto aprobatorio, satisfecho ante la idea de poderle dar un guantazo, al estar directamente bajo su mando.
/
Tal y cual predije, aquella breve incursión fuera de la muralla María le otorgó a Levi, por sobradas razones, la oportunidad de subir el nivel. Retornó al campamento acompañándose de todo mi escuadrón y la noticia pronto se regó como la pólvora… ¡El cuatro pulgadas había conseguido evitarle al comandante la pesadilla de ser vilmente devorado!
El gesto huraño de Keith Shadis al volver lo decía todo. Sí, por una parte se hallaba satisfecho de prolongar la vida, pero no al costo de sentir la humillación de que su imagen cayera más en picada.
Me tocó esperarlos junto a la sala de los superiores. La figura lúgubre del comandante sobre el caballo malherido contrastaba fuertemente con la gallardía de Erwin, quien a pesar de su visible angustia, parecía rodearle una aureola de triunfo. Mike y Nana iban detrás, muy serios y de labios fruncidos. Les seguía Levi, silencioso e impasible; como si el hecho de salvar a Keith Shadis no lo considerase algo trascendental, sino parte de su deber y por tanto, nada que mereciese una ovación. Bastó que ojeara la marcha, para darme cuenta de que algo había fallado a la hora de usar las armas. El peso de la responsabilidad me provocó sudoraciones frías ¿Cuál era el error y cuántos miembros del Cuerpo habían perecido a causa de mis equivocaciones? Vi a Shadis pasar de largo, ignorándome por completo. Erwin desmontó, entregando las riendas a Nanaba y luego de mirarme significativamente, fue tras los pasos del comandante. Mike lo siguió de mala gana.
Apenas estuvo a mi lado el enano, me observó desde su posición superior y dándose importancia, hizo que la cuarta escuadra lo rodeara.
—Cuatro ojos, aquí te los devuelvo. No falta ninguno, así que conservo las pelotas —masculló adusto. Contuve las ganas de preguntarle sobre la captura y los detalles del rescate de Shadis al notar su mal humor—. Sólo tengo quejas de Nifa, es demasiado curiosa y por momentos llegó a fastidiarme.
—¿Uh, qué dices? ¿Oye, cómo es posible que todavía no sepas debatir con las mujeres? Puede que requieras de su ayuda en el futuro —le auguré pensando las vueltas que daba la vida, y lo mucho que iba a divertirme si alguna vez se aparecía con una chica para colocarle un anillo— ¡De cualquier forma, gracias Levi! Moblit, Keiji, Abel y Nifa… Me alegro de saberlos vivos. Creo que nuestra prioridad es reunirnos de inmediato.
—Antes de que lo hagas, necesito hablar contigo —Nana, desde que bajara de la silla, había esperado pacientemente su turno para demandar mi atención. Realizando un gesto con la cabeza, indicó que la siguiera a los establos.
—Chicos, vayan al laboratorio —musité, presintiendo que había un mensaje del capitán tras la interrupción de Nanaba—. Está patas arriba, lo normal. Tengo el suelo lleno de trastes, así que pisen cuidadosamente.
Dejé que ella tomara sólo las riendas de su yegua, ocupándome del hermoso caballo de Erwin. A diferencia de Tommy, parecía feliz de que su dueño mantuviese una relación en la que se veía beneficiado con mi trato…, y la cantidad de azúcar o zanahoria dispensadas.
—Me dijo que te relatara cuanto sucedió en la expedición —suspirando pesarosa, caminó junto a mí a paso lento—. Ambos percibimos tu desespero al vernos llegar sin un solo titán y ese número de bajas. Erwin quiere hacerte comprender que no eres precisamente la culpable del avance nulo que tuvo el plan. Fue la mala estrategia de ya sabemos quién —bajó la voz, mirando alrededor, inquieta—… Sabes que dio el mando de la quinta escuadra a cierto imbécil, que sólo entró a la Legión con la idea de ligar chicas. Erwin y Mike se hartaron de advertirle, pero él alegaba que no había nadie más idóneo para estar al frente. Levi pudo ser mejor opción, si no hubiese llevado consigo a tus hombres. Keith Shadis desoyó la propuesta del capitán de repartir los soldados entre los demás grupos, y eliminar la quinta. Puede que hoy tuvieras un nuevo subalterno a quien darle lata.
—¡Me lo temía! —propiné una patada a la tierra del camino, el polvo se elevó haciendo toser a Nana— ¡Dime que se lo zampó un titán y estaré satisfecha! ¡Tipos así hacen que los esfuerzos del resto se desperdicien!
—Fue lo que pasó, justamente —musitó, recordando, y sin duda no le hacía gracia mirar atrás—… Buscamos atraer a los especímenes hacia la muralla con el fin de reducirlos a uno en específico. Todos los jefes debían gritar la orden de "Fuego" apenas la escucharan del comandante Shadis, y ejecutar a la vez los mecanismos de las distintas armas. El idiota se atrasó, dándole tiempo a esa bestia de quince metros a mover la pierna completa; cuando lanzaron las flechas era demasiado tarde. Imaginarás el resto, fue una masacre y no hubo modo de que pudiéramos cargar con el titán.
—¿Estás segura de que no hubo problemas a la hora de accionarlas? Puede que alguna se atascara, o algo así —quise insistir en ello—. N-no soy infalible, ¿sabes? Los humanos erramos, y es natural que ocurra.
—Por Mitras, Hanji. Si lo que deseas es culparte por no haber estado allí… Te dejo hablando con los caballos —me soltó la rienda de su animal e hizo gesto de marcharse.
—¿Eh? ¡No me abandones! ¡Te creo, Nana! —le grité, agitando los brazos desesperada. Sabía que no iba a tener paciencia conmigo, de oponerme a su razonamiento— Hmph, entonces mi objetivo inmediato será modificar el disparador del arma…, de modo que pueda ser usada incluso por un idiota.
—Cálmate, revisamos todo y es obvio que no se atoró nada. Tenemos además un testigo entre los sobrevivientes, que pertenecía al tercer escuadrón —volvió sobre sus pasos, quitándome de un tirón suave las riendas y continuó andando a mi lado—. El comandante Shadis se las verá muy negras esta vez. No sé si le darán su cargo a Erwin, pero lo que sí viene caminando es la dispensa para la promoción de Levi.
—¿Huh? Eso le daría la potestad de solicitar una escuadra —de súbito imaginé al enano poniéndose de puntillas, tratando de imponerse a los subordinados. Agité la cabeza y sonreí; aunque fueran más altos que él, poseía suficiente carácter como para imponer obediencia, sin necesidad de ridiculeces—. Aunque, conociendo lo que detesta ver morir a sus compañeros e impartir órdenes que pueden llevarlos a la muerte…
—Creo que Erwin es partidario de organizarle su propia tropa —Nana parecía muy segura de su criterio—. Si lo hacen comandante, obviará esas consideraciones del enano, poniéndolo al frente de un grupo.
—Quién lo diría, el cuatro pulgadas terminará por convertirse en un chico responsable, lo quiera o no —sonreí mordaz y miré a Nanaba, que aún no las tenía todas con él—. Si bien parece que muy dentro de su corazón, sí quiere.
—Hablando de otro tema —prefirió no seguir, desviando la mirada hacia los establos, ya próximos—… Espero que tu invento resulte o voy a estar perdida.
—Nana, tu querido Mike no será más fuerte que el acero súper endurecido —por mucho que presumiera, difícilmente le ganaría la batalla a ese aro—. Puedes arrancarme la cabeza si de aquí a un mes tienes los síntomas que ya conoces —le devolví las riendas del caballo de Erwin, ya sabía cuánto necesitaba conocer— Agarra, vuelvo con mis chicos ¡Vaya si los extrañé! ¡Levi hizo buen trabajo!
—Estás alabando mucho al enano —sonrió maliciosa—, cuidado no vayas a terminar encandilándote.
—A los hijos se les reconocen las cosas buenas, me siento feliz porque logró superar sus viejas rencillas —consideré, encogiéndome de hombros y luego me percaté de lo que había dejado escapar—… D-digo, no sé… Supongo que es así como se siente.
—Hanji, discúlpame —la expresión irónica de Nanaba cambió de inmediato a una de absoluta inquietud—. Quise bromear y no sé cómo le puse vinagre a la herida.
—¡Tonterías! ¡Soy una sentimental! ¡Tú me conoces, Nana! —Le solté una risa histérica, propinándole un manotazo en el hombro como despedida— Oh, regreso a mis conejos… A mis compañeros… Es decir, al laboratorio…
Cielos, aquel sentimiento inexplicable que ya creía enterrado junto con el fruto de mis entrañas, brotó cuando menos lo deseaba ¿Por qué tuve que decirle tal cosa a Nana? Había salido de mis labios tan naturalmente, que todo el camino de vuelta al laboratorio estuve cuestionando esas emociones. La conclusión me sorprendió; Erwin trataba a Levi como su hijo, por tanto, inconscientemente yo le transferí mi parte maternal. Era nuestro vínculo indirecto, ya que no existía el real, el otro…
—¿Líder de escuadrón? —Moblit, asomándose a la galería, me descubrió contra la pared, suspirando— ¿Qué le sucede? ¡María, Rose y Sina, está sudando frío!
—No es nada —le sonreí, consciente de que no iba a convencerlo—; inadaptación a quedarme dentro de los muros y conocer de todo por vivencias ajenas. Ahora deseo escucharlo de ustedes, entremos.
Los demás aguardaban por mí en la sala de investigación; Keiji de pie junto a una de las columnas, Nifa y Abel compartían el diván, muy silenciosos. Tuvieron la intención de levantarse al verme llegar, pero los detuve con un gesto.
—Celebro tenerlos de regreso y sin heridas graves que lamentar. Me han dicho que nuestras armas funcionaron como era debido, adjudicando el fracaso a un solo hombre —ninguno de ellos tuvo jamás idea de los días que pasé sin conciliar el sueño, rogando porque no hubiesen despedidas entre nosotros—. Comprendo la situación que debieron vivir, sabiendo la incompetencia del líder escogido para la quinta escuadra. No obstante, mi deber es preguntar la opinión de cada uno de ustedes. Keiji, tú estuviste a cargo de armar junto con Moblit el cañón de captura ¿Pudiste advertir que no hubo desperfecto en ninguna de las piezas utilizadas?
—El monstruo arrastró consigo todas las armas, por causa del imbéc… —se cortó, al darse cuenta de que su ira había sobrepasado al respeto en el hablar— Lo siento, líder de escuadrón. Hubo un retraso de varios segundos al dispararle, y el quinto grupo debía retenerlo del costado izquierdo. Lógicamente, la bestia supo aprovechar su pierna libre y cuando se lanzaron las flechas, ya había propinado un barrido circular… Llevándose todo por delante. A duras penas logramos refugiarnos en las arboledas de los alrededores.
—Doy fe de cuanto dice Keiji. Siquiera parece que nuestro proyecto vaya a ser desechado —Moblit afirmó seguro, atreviéndose a vaticinar—. Más fácil será que hagan dimitir al comandante.
—¡Moblit! No antepongas la carreta a los bueyes —me pareció que, al menos el grupo, debía ser cauteloso al emitir opiniones—. Todavía está por verse qué ocurrirá. Los Altos Mandos son impredecibles, te lo aseguro.
—Al menos, nadie podrá señalarnos y decir que construimos armas defectuosas —acotó Nifa, cruzándose de brazos—. El propio Levi hizo una revisión de todo el cargamento antes de ser apostado en el lugar.
—¿Abel? No has dicho media palabra —me volví hacia él, contemplando su estampa meditativa—, ¿qué sucede?
—Hum, creo que pudiéramos flexibilizar un poco los cables. Noté que todavía son demasiado rígidos —tenía la mirada hosca de los demás, se inclinaba hacia adelante, apoyando los codos en los muslos y la barbilla en sus manos superpuestas—, corremos el riesgo de que se quiebren si el titán da varios tirones bruscos. Esta vez no sucedió por causa del error, sin embargo, la posibilidad existe.
—¡Oh, buen punto, Abel! —di un rodeo al diván y me situé tras mi subordinado, descargando las palmas sobre el borde del espaldar. Nifa y él se sobresaltaron ante mi efusividad— ¡Este es el escuadrón del cual me siento tan orgullosa! Mientras nos centrábamos en demostrar si éramos o no responsables de la catástrofe, Abel iba considerando los detalles técnicos… ¿Alguna otra precisión?
—Las flechas podrían ser dentadas y no completamente lisas —añadió Moblit, luego de considerarlo un poco—. Se fijan mejor a la carne, del otro modo acaban desgarrando y resbalan hasta desprenderse.
—Nifa, toma nota de cuanto se habla —le tendí un tabloncillo con hojas y pluma—. Perfeccionaremos nuestra creación, apenas los Altos Mandos digan su última palabra.
—¿Será cierto que ascenderán a Levi a líder de grupo? —tenía que ser ella quien preguntara, me dije. Todavía el enano le despertaba inquietudes…, por no decir otra cosa ¡Y Abel sin poner su ficha en el juego!
—Ya veo que esa noticia es la comidilla de la tropa ¿Qué sucedió allí exactamente?
—Cuando Keith Shadis gritó la retirada, luego de que se malograra todo el plan de captura, ya sabe… Unos preciosos titanes aparecieron de varias zonas y se lanzaron sobre nosotros —las delicadas facciones de Nifa endurecieron, haciendo evidente su malestar—. De alguna forma, el único de nueve metros que había la tomó con él y lo siguió hasta capturarlo de un manotazo. Fue cuando Levi ordenó que nos dividiéramos, estableciendo cierto punto de encuentro antes de ir por el comandante.
—Le propuse ayudarlo, pero me gritó que obedeciera la orden —Moblit se cruzó de brazos, noté su disgusto por haber tenido que acatar las decisiones del enano—. Al final, tuve que batallar contra un espécimen de siete metros y cuando logré cortarle la nuca, vi a Levi en la distancia…, ya había rebanado a ese gigante como si se tratara de un pan viejo y cargaba al comandante Shadis consigo.
—Y a juzgar por su expresión, creo que él prefería la boca del titán —sonrió Keiji malévolo, tornándose huraño después—. Ahora los pocos sobrevivientes de la Brigada cuchichean al respecto, mientras él se muestra rudo con Levi y Erwin.
—Chicos, es obvio que piden un descanso a gritos. Los dejaré acomodarse hasta mañana —parecían muy ansiosos por irse a la ducha y sobre todo, a dormir. Únicamente detuve a mi subalterna— ¡Oh, Nifa! Espera, debo hablar algo muy serio contigo.
La pobre, debí sonarle terrible porque se detuvo en seco, mirándome angustiada. Me apresuré a sacarla del error.
—No, no voy a regañarte ¿Por qué lo haría? —Sonreí, encogiéndome de hombros y coloqué las manos en los bolsillos, aparentando inocencia… como siempre que me disponía a inventar algo obscuro— Sólo pretendo compartir un secreto. Hasta el día de hoy, tú y Nanaba se han portado como buenas confidentes. Ahora necesito ayuda, se trata de aquellos aros y los conejos… Siéntate un segundo, voy a explicarte rápidamente mi propósito —le indiqué con un gesto de la mano que volviera a ocupar el diván—. Me darás tu palabra de que cuanto te diga, lo guardarás contigo hasta el día que dejes de existir.
Apenas ofreció juramento, le expuse con pelos y señales todo el proyecto en el que había estado trabajando. Si bien era virgen por entonces, aquello no la eximía de conocer los riesgos que conllevaba la sexualidad… Mejor que estuviera preparada.
—¿Y-y-y… todas… las chicas debemos… usarlo? —se ruborizó hasta la raíz de los cabellos— Parece algo muy molesto.
—Cuando quieres prevenir un embarazo debes tenerlo en cuenta —expliqué a grandes rasgos—, pero es un método para las que ya no son vírgenes. Tu labor de asistente ha sido meritoria y requiero una mano a la hora de colocarlos. Aprenderás conmigo, porque seré la primera. Nanaba hizo bastante por mí, no voy a seguir molestándola —determiné, considerando que Nana detestaba las curaciones y había sido partícipe voluntaria de ellas, echando a un lado su reticencia sólo por ayudarme—. Debemos mantener esta práctica de manera prudente dentro del Cuerpo de Reconocimiento, nada de propagarlo, ¿entiendes? Puede que los malditos viejos reprimidos de los Altos Mandos nos envíen a la horca.
—¡Santo cielo! Garantizar que todas conserven el secreto es un riesgo —abrió los ojos, consciente de la tremenda responsabilidad que aquello implicaba.
—El camino de la ciencia está lleno de riesgos, pero nada me detendrá de hacer un bien a la humanidad —la miré fijo, queriendo dejarle clara la idea—. Para eso trabajamos, ¿no? Ve a dormir, Nifa.
Se despidió, aturdida por su nueva misión, tan lejos de hacer armas o abatir a los titanes. Me disponía a sentarme y analizar los detalles que mis subordinados acababan de ofrecerme, cuando alguien tocó a la puerta. Juzgando los poderosos golpes, adiviné muy pronto quién podía estar llamando y no demoré mis pasos.
—Calculaba que la reunión de los superiores debía estar por terminarse —dije, observando ansiosa a Mike— ¿Han pedido que me presente?
—Sí, mañana a primera hora. En apariencia, sólo quieren tu aprobación o negativa para subir de rango al enano. Moblit declaró todo respecto a las armas, lo consideraron más apropiado, puesto que él estuvo allí y tú no —gruñó éste, bajando los ojos al suelo—… Cuidado, Hanji. Porque huelo malos propósitos… Shadis está en sus últimas y no parece que las cosas vayan a favorecer a Erwin, ni a ti.
—¡¿Eh?! ¿Qué dices? —aquello me dio mala espina. Un temor desconocido invadió mi cuerpo.
—No puedo saberlo, han pedido a todos que se retiren y a mí que te diera el mensaje de inmediato —masculló, tenso—. El asunto de Shadis motivó a los grandes a venir hasta aquí apenas les llegaron las noticias de ellos cruzando María… Pero algo me dice que ventilarán otras cosas. Y cuando Erwin me miró, noté su preocupación…
—Será mejor que se abstenga de verme, si hueles peligro. Me consta que tú no hierras, Mike —resolví enviarle un mensaje de vuelta—. Dile que confíe, sabré cómo sacármelos de encima.
/
Pasé lo que restaba de la tarde meditando en mi recinto sagrado qué habría percibido Zacharius. Erwin de seguro iba a encontrar el modo de alertarme y bien pronto llegó a través de nuestra leal Nifa. Entró al laboratorio con expresión desesperada, pateando en su nerviosismo la jaula que contenía a Nile y Marie. Los conejos brincaron nerviosos, despertándose.
—¡Hange-san! Es importante que aprenda de inmediato lo concerniente a su proyecto —habló rápido y en voz baja—. Dice el capitán que si puede ayudar a otra persona, lo haga. No hay tiempo que perder.
—Manos a la obra, entonces —me dispuse a organizar todo lo requerido para el procedimiento— ¿Hallaste alguien de confianza a quien podamos beneficiar, Nifa?
—Lynne, es la única dispuesta. No hay muchas sobrevivientes.
—Bien, seré lo más profesional y explícita posible, ya tú conoces parte del tema —luego de lavarme las manos y ponerme los guantes, fui colocando los enseres sobre la mesa y los nombré uno a uno, de manera que se familiarizara con ellos—. Lo distinto es apenas un detalle para lo que has lidiado conmigo. Debe irte bien, quiero que te sientas muy segura de tus habilidades médicas.
—¡Sí, Hange-san!
—Lo primero es que concientices el hecho de la molestia normal ocasionada por los instrumentos. Debes ser cuidadosa, no forzarlos, evitar los movimientos innecesarios de la varilla cuando le coloques el aro, ¿bien? El resto lo veremos cuando regreses.
—Comprendido, ¿llamo a Lynne? —la noté más tranquila después de la explicación.
—Tráela discretamente, iré organizando los utensilios para que te sea más fácil. Y apenas ella se marche, vas a tener que hacerlo sola —dije grave, observándola a los ojos—. Podré indicarte, pero voy a quedar en tus manos… Y no creo que ni Erwin ni yo seamos capaces de perdonar lo mal hecho…
—¡D-descuide, prestaré atención! Voy a buscar a Lynne —corrió hacia la puerta, y al abrirla topó de frente con Nana— ¡Nanaba-san! ¿También se dirigía hacia aquí?
—Corre a lo tuyo, niña —igual que siempre, Nana se mostró seria con la pobre chica y luego de que saliera, cerró la puerta—… ¿Qué pensabas, Hanji? Me bastó ver lo apresurada que iba tu ayudante para imaginar que algo está sucediendo. Puede que no tenga vocación de curandera, pero las ayudas siempre vienen bien.
—Nana, en serio, las dos podíamos arreglarnos. Igual, nunca te diría que no eres bienvenida a mi laboratorio —sonreí agradeciendo su presencia e intenté indagar un poco— ¿Mike te comentó algo de la reunión?
—Siquiera he podido verle la cara desde que lo llamaron a la sala. Cuando te marchaste del establo, fui directo a mi cuarto y no sé nada de él —suspiró, cruzándose de brazos. Alzó la mirada para enfrentar la mía—. Pero hay que ser idiota para no darse cuenta de que el ambiente de la Legión se torna cada vez más oscuro.
—No debería manifestarlo, pero… Quisiera que Erwin ocupara el sitio que le corresponde —dije, apoyándome en la mesa con ambas manos, como si con ello lograra consolidar la idea—. Al menos, el cambio es fuerza y los nuevos miembros estarían mejor con él. Dudo que se nos sumen más reclutas de continuar por el mismo camino.
—Me abstengo de hacer bromas a costa del viejo Shadis… Está visto que no soy buena intentándolo y su caída es inminente como para burlarse de él —suspiró, encogiéndose de hombros—. Hanji, ¿no has pensado que al nombrar a Erwin comandante la relación de ustedes será más complicada? Ya te lo había dicho, pero…
—Estoy lista para cualquier tipo de escenario que pueda ofrecerse —respondí segura y sonreí a Lynne, que recién accedía a la habitación acompañada por Nifa. Lo que no sabía era si Erwin Smith estaría listo para ello.
