Disciplina sobre el Cuerpo

Siendo que a Levi no podía culpársele de otra cosa que haber usado a su favor el deslumbramiento que causaba en Nifa; Erwin y yo decidimos que salvarla de posibles comentarios era lo más lógico. Aún manteniendo ese criterio, luego del suceso, determiné conversar con el enano y hacerle ver que ciertas acciones precipitadas tienen secuelas funestas. A medio camino de su habitación noté que Lynne, una de nuestros soldados más brillantes y subordinada de Mike, corría presurosa a mi encuentro.

—¡Hange-san, por favor, sígame! ¡Tenemos una eventualidad que no admite demoras!

—¿Qué pasa? —observé confusa a mi compañera, de quien todos comentaban que se me parecía físicamente.

—¡Es mejor que lo vea con sus propios ojos! —Lynne debió considerar que no era momento de usar el protocolo de rango y tiró de mi brazo sin titubeos— ¡Vayamos hacia el área de los entrenamientos!

Corrí tras ella, rogando porque lo que fuese no llegara a ser tan grave como para socavar aún más la imagen de la Legión delante de los superiores. Justo cuando uno de esos personajes visitaba el cuartel, ocurría un hecho nefando. Realmente la Brigada volvía a poner en juego su cabeza.

Llegué al campo al mismo tiempo que lo hacía Shadis, quien escoltado por Erwin y el representante de Mitras, daba una orden con su temible vozarrón. Todos quedaron estáticos, y pude contemplar el violento escenario. No lo concebía peor; Mike a duras penas conseguía sujetar a un furioso Levi mediante una llave inmovilizadora, mientras que Moblit se las ingeniaba para hacer lo mismo con Abel. Caídas sobre la hierba, dos pares de hojas.

—¡¿Qué significa esa conducta infantil y petulante, casi a punto de salir fuera de las murallas?! —Estalló con voz áspera, su mano callando el intento de réplica de Levi, al cortar el aire en un gesto brusco— ¡No quiero que ninguno de ustedes dos me hable! —dijo, tornándose hacia Mike— ¡Zacharius, explíquenos los detalles!

—Hmph… Se trata de un tema personal, comandante —rara vez el aludido bajaba los ojos al contestar. Mike se notaba sombrío, totalmente incómodo al hablarle y más aún de verse involucrado en algo que no le concernía—.

—Muy bien, tendremos una reunión a puerta cerrada para discutirlo —nuestro superior resolvió cortar por lo sano. Recorrió con la vista a los presentes que rodeaban el sitio, hasta detenerla en mí— ¡Líder de escuadrón Hange Zoë! ¡Acompáñenos al careo, este asunto le toca de cerca!

Bastó que lo mirase para darme cuenta de que el comandante ya estaba más que harto de los conflictos de índole pasional. Y no podía culparlo, a decir verdad, pues lejos de acotejarse las situaciones, todo iba de mal en peor. Keith Shadis era capaz de tomar medidas muy lapidarias respecto a mis subalternos y al cuatro pulgadas; Nifa difícilmente quedaría exenta de una sanción…

—A veces agradezco que Gelgar se quede tranquilo cuando lo miro ceñudo —el tono grave y bajo de Mike hizo que yo volviera a la realidad. Había retrocedido poco a poco hasta ir a mi paso—. Quién sabe lo que se le ocurra al comandante para quitarse de encima los ojos del Alto Mando.

—Por desgracia, me veo digiriendo cualquier disposición de Shadis —le respondí muy quedo, igualmente resentida—. No es nada sabio ir ahora contra los de arriba. Erwin y yo estamos bajo sospecha de tantas cosas, que si actuamos a favor de nuestros compañeros, sólo conseguiríamos hundirlos sin remedio. Además de ponernos la soga al cuello.

—Hmph. El Salón de Oficiales últimamente huele a veneno —se limitó a decirlo, sin preocuparse de olisquear el entorno—. Lo siento por Abel que es un buen tipo…

—¡Zacharius, Hange! ¡Caminan muy lento! —vi a mis compañeros desaparecer puerta adentro de la sala y a Shadis volverse hacia nosotros, mientras sujetaba la hoja de madera— ¡Cuánto antes pongamos fin a este descalabro, mejor!

Suspirando, preferí ceder el paso a Mike, apresurándome a ir tras él. Keith Shadis me lanzó una mirada torva al pasar a su lado. Una vez dentro de la estancia, busqué sentarme a la mesa entre Moblit y Abel, opuestamente al lugar donde se hallaba Erwin Smith. A su diestra, un Levi muy rígido, con las facciones de alguien que hubiese tragado ponzoña. El tipo de los Altos Mandos ocupó el asiento principal, a la cabeza.

Observé de soslayo a mi subalterno, hallando un alma desbastada, incapaz de comprender que su inocente Nifa tuviera la osadía de ofrecerse al pelo de tazón.

—"No sé si lograrás entenderlo algún día, mi querido Abel. La vida para nosotros es incluso más corta de lo que la Madre Naturaleza ya de por sí dispone —medité apenada—. Se trata de vivir los pocos años que obtenemos y no perder el tiempo. Aspiraste a un sentimiento que no perdona el temor…, si otro se atrevió a ser más dispuesto y bravo, nadie tiene la culpa sino tú."

—¡Líder de la Cuarta Escuadra! ¿Está usted prestando atención? —de repente, la concurrencia se había focalizado en mí, al oír el reclamo del personaje de Mitras — ¡El sublíder de la Primera va a declarar como testigo!

—¡Atenta a su testimonio, señor! —me cuadré de un salto, arrojando atrás la silla y haciendo el saludo. Por suerte, Moblit la sujetó antes de que cayese, salvándonos del ruido.

—Prosigamos entonces —el tipo hizo un mohín negativo con la cabeza, juzgándome sin dudas como una total desquiciada—… Comandante Shadis, le dejaré conducir el interrogatorio y quedarán a cargo nuestro las deliberaciones. El capitán Erwin Smith puede involucrarse cuando tomemos la decisión final.

—Muy bien. Mike Zacharius, ¿puede narrarnos a detalle cómo sucedió esta enojosa muestra de rivalidad?

—Sí, señor —carraspeó el aludido, respondiendo muy serio a la demanda—. El soldado Levi, aquí presente, se hallaba preparando conmigo los equipos nuevos por orden del capitán. Oí la voz de Abel gritando su nombre, seguido de una maldición y cierta palabrota, que jamás creí que alguien como él consiguiera pronunciar. Nos extrañó verlo desenfundar las hojas, e ir directo hacia su compañero, con ánimo de ajustarle cuentas por algo. Levi es extraordinariamente rápido y paró el golpe a tiempo, antes de que lo trozara. Entonces los vi enzarzarse en una pelea, que gracias a Sina, terminó sin derramamiento de sangre. A duras penas, el sublíder del Cuarto Escuadrón Moblit Berner y yo, conseguimos desapartarlos apenas vimos la ocasión…

—Pido la palabra y confirmo lo anterior. Si bien, debo asegurar que Abel no lo atacó a traición —intervino Moblit, buscando restarle agravantes a su inmediato—. Levi supo de sus intenciones desde que lo vio desenvainar las hojas y había cierta distancia entre ellos.

—¡Inconcebible actitud en dos soldados que sólo deberían pensar cómo hacer victoriosa a la Brigada! —el tipo de Mitras dio con ambos puños en la mesa— ¿Y por lo que nos movió aquí, dijo usted, Zacharius, que había un motivo personal detrás de semejante alboroto?

—¡Solicito la palabra, señor! —Levantando el brazo, agité la mano como una posesa— ¡Antes de que se valoren acción y razones de mi subalterno, quiero aclarar que su trayectoria militar ha sido impecable hasta el día de hoy!

—Ya lo dijo, "hasta el día de hoy". Entiendo que desee conservarlo, pero la normativa del ejército va más allá de un libro —comprendí que no le había caído en gracia, y era preferible, a esos tipos cuando le agradabas suponía un interés carnal. Por supuesto, nunca perderían la oportunidad de mostrarse insidiosos— ¿Quizás simpatiza con la causa que lo llevó a retar a muerte a un compañero?

—¡Es lógico que no puedo estar a favor de tal comportamiento! ¡Si lo desea le recito el mamotreto y sabrá que lo conozco de memoria! —empecé a incomodarme, haciendo un intento fugaz por abandonar la silla, que Moblit reprimió tirándome de la camisa. Tuve que agradecerlo, porque las cosas se hubiesen puesto más graves— Mi único propósito era hacerle ver lo insólito del hecho, de forma que le diera un trato diferente respecto a otros que reinciden.

—Ya la escuché, ahora cállese y permita que su comandante prosiga —obvio que no estaba de ánimos para lidiar con una mujer, a sus ojos "complicada" y optó por ignorarme—… Hablábamos del principio de todo esto…

—Tch, fue mi culpa —alcé de inmediato el rostro al oír a Levi proclamarse el causante. Aquello sí que no lo esperaba, mirándolo de soslayo me di cuenta de lo tenso de su mandíbula ¿El cuatro pulgadas hacía a un lado su orgullo, todo por librar a Nifa de la vergüenza de comparecer? Quizás evitaba que el incómodo momento se dilatara, calculando que al idiota de los Altos Mandos le sería más fácil hermanarse con su "necesidad", que comprender las explicaciones de la muchacha ¿O también quería salvar de una sentencia altamente desfavorable a su compañero? ¡Pues sí que era un baúl de sorpresas el pelo de tazón!—… Supongo que me porté como un cerdo y quiso hacérmelo pagar. Está bien, es costumbre resolver estas cuestiones entre hombres ¿Cuál es el problema?

—Si me permiten —Erwin aguardó a que el superior le hiciera un ademán para continuar y llevando las manos a la mesa, cruzó los dedos, a la par que miraba inflexible al enano—… Soldado Levi, parece que lejos de lo que yo suponía, a estas alturas aún no se acostumbra a la idea de que ya dejó atrás la Ciudad Subterránea y por ende, todas sus costumbres —de verlo supe cuán enojado se hallaba—. La vida en el ejército responde a una disciplina que va contra los duelos personales, sean de la índole que sean.

—Desde que puso un pie dentro de la Legión, supo que toda muestra de rebeldía iba a traerle consecuencias —añadió Shadis, observando al cuatro pulgadas con pésimo talante para dirigirse luego a su superior de Mitras—. Propongo que se le retire su ascenso hasta que regresemos de la expedición fuera de las murallas. Los Altos Mandos valorarán si se lo gana, de volver con méritos. Eso supone también que demorará la solicitud de la escuadra que pondríamos bajo su mando. Ahora, el soldado Abel será recluido por insubordinarse y pasará unos meses tras las rejas.

—Excelente fallo ¿Qué opina, capitán Smith? —el de los Altos Mandos había sonreído con satisfacción.

—Respeto la cadena de mando, pero es mi deber señalarles algo —ah, era imposible no adorar esas intromisiones que por lo general, salvaban vidas—. No podemos continuar demorando el ingreso de reclutas, ni privarnos de miembros veteranos del Cuerpo si pretende la conquista de nuevos territorios más allá de los muros. Territorios que bien pueden ser muy valiosos —el tono de Erwin se volvió sugerente—…, debido a los recursos minerales y de índole natural.

—Eso es un buen punto —vislumbré la codicia en los ojos del tipo de los Altos Mandos—, necesitamos garantizar otro avance. Uhm, capitán Erwin Smith —meditó el tunante, inquiriéndolo después—, ¿tomaría bajo su total responsabilidad a este soldado? Puesto que aseguran que se trata de la primera vez...

—No creo que sea un problema —fue la respuesta de Erwin—, como tampoco lo será disciplinar completamente a Levi —siempre muy respetuoso de las normas, creyó necesario preguntar— ¿Tiene la líder de escuadrón Hange Zoë algún punto que añadir?

—Sólo que Abel es un veterano y sabrá comportarse yendo como avanzada ¡no tendrán queja de él! —Aseguré con altivez y sonreí para mis adentros— ¡Pondría mi cabeza en la boca de un titán por su causa!

—¡Está loca! —el hombre de Mitras abrió los ojos, decidiendo que mi cerebro no marchaba como era debido— Concretemos… ¿Qué sucedió con el motivo de la pelea? Debo saberlo para valorar lo grave del asunto ¿Me lo dice usted, sublíder del Cuarto Escuadrón?

—… —Moblit tuvo un ligero sobresalto. Comprendí que se debatía entre salvar la reputación de Nifa y decirle la verdad—… S-supongo que orgullo herido… Ya sabe —intentó parecer lo más franco posible, encogiéndose de hombros; pero sólo consiguió ruborizarse y soltar a retortijones las palabras—… Dos hombres suelen rivalizan por cuestión de…

Durante unos segundos, la mirada gélida de Erwin tuvo un recibimiento áspero en los ojos de color lince.

Levi observó la silente pugna de los superiores en rango, escupiendo la respuesta.

—Una mocosa. Eso es todo.

Abel pareció quererle ir encima, y decidí pellizcar su muñeca disimuladamente. Me devolvió un vistazo de sorpresa.

—Tchhh. No vayas a meter la pata —le susurré, calmándolo—. Imploremos porque Nifa salga lo mejor posible y siquiera les dé por llamarla.

—¡Una chica, siempre lo mismo! —gruñó el de los Altos Mandos, volviendo a emprenderla a puñetazos con la mesa— ¡Comandante Shadis! ¿Dónde se halla el orden que debe imponerle a sus tropas? ¿Ve lo que sucede al permitir a las mujeres coquetear dentro del ejército?

—Sí, me consta —el comandante se había cruzado de brazos, frunciendo el ceño. Tuve que contenerme las ganas de revelar a los allí reunidos todos sus ocasionales flirteos—. Trato de prever a tiempo esos fenómenos, pero no siempre se nota a las claras… Hay quienes ocultan muy bien sus deslices.

—Perdón, y otros que hablamos desde el principio —agradecí la oportuna intervención de Mike, porque aquel comentario iba dirigido al capitán y a mí, sin dudas—. Nanaba y yo…

—¡Cállese, por su vida, Zacharius! —Keith Shadis se volvió a ojearlo de mal talante—. Apenas habla, sin embargo, cuando lo hace, tacha de insoportable ¡Su caso ya debe conocerlo hasta el rey!

—Debemos evitar conflictos que pongan en peligro las misiones y el presupuesto que gastamos en ellas —refirió el de Mitras; observando primero a Erwin, luego a nuestro mayor jerárquico—. No se tolerarán más actos vergonzosos de índole pasional ¿Entiende usted, comandante Shadis?

—Completamente de acuerdo.

—¿Qué sugiere hacer con la mujer? ¿Es tan buena que deba mantenerla dentro del Cuerpo?

—¡Lo es! ¡Respondo por ella! —Contesté de inmediato, aunque la pregunta fuera dirigida al comandante— A veces la juventud hace que se cometan errores, pero la vida es quien debe castigarlos, no los ajenos a tales hechos.

—Y pondría su cabeza dentro de la boca de un titán con tal de garantizarlo… Usted no parece tener más allá de los veinte —puede que no le hubiese agradado, con todo me observó de pies a cabeza, sonriendo irónico— ¿Ha dado algún tropezón, que la hizo arrepentirse?

—Trato de aprender, es justo que le desee la misma posibilidad a otros como yo —le dije lo más enfática posible.

—Asunto concluido —enunció el de los Altos Mandos, sacudiendo con un palmetazo la mesa—, es más importante que nos centremos en los recursos de los futuros territorios del rey. Comandante Shadis, impóngale un buen escarmiento a la chica… Que purgue sus pecados en la primera línea.

—¡No! —Abel se resistió a la idea, Nifa era buena pero aún carecía de la destreza necesaria para irle de frente a un titán.

—¡Sí! ¡Estoy de acuerdo! —salté de inmediato. Erwin y yo podíamos encargarnos de ella, una vez que saliéramos de exploración— ¡Le agradezco su clemencia, señor!

—Resumiendo; el soldado Levi no será ascendido hasta su regreso, y asimismo la muchacha y el otro aquí presente, saldrán como parte de la avanzada —el hombre se incorporó, e hizo un gesto con la mano—. Pueden retirarse, daré parte al resto de los Altos Mandos.

El comandante nos reunió más tarde en su despacho, Nifa incluida. Hizo que formáramos una especie de corro, quedando él dentro. Me hallé con el cuatro pulgadas a siniestra y Mike a la derecha, seguido por la pobre de Nifa, que parecía una escultura de mármol de tan blanca.

—¡Llevo años comandando la Legión y JAMÁS me resaltaron algo tan denigrante, como la incapacidad de mantener el orden! —Exclamó, deteniéndose ante cada uno de nosotros— ¡No pienso aguantar que mis superiores pongan ese tipo de manchas en mi hoja de servicio! ¡Son todos unos desvergonzados, imberbes que siquiera logran contener los impulsos básicos! —gruñó, parándose frente a Erwin, que miraba hacia delante, inmutable—¡Y supuse que los de mayor rango ayudarían a conservar la disciplina! ¡Pero contrariamente a eso, prefieren hacer la vista gorda con sus inferiores! —siguió la ronda, sin dejar de señalarnos; de tanto gritar, escupía—¡Me atrevo a decir más! ¡Tal parece que una epidemia de gazmoñerías se ha desatado en la Brigada de Reconocimiento!

Aguardábamos silenciosos y dispuestos a obedecer. Keith Shadis podía bajar la guardia, sin embargo, eso no significaba que perdiera el sentido de la rectitud, propio de un militar.

—¡Los que pensaron que cuartel y burdel eran lo mismo, porque terminan igual… Sepan que se acabaron las concesiones!

—Oe, ¿fue conmigo? —masculló Levi, entrecerrando los ojos y apretó los puños. Vi a Erwin dedicarle su mejor expresión de "cálmate o después te pesará", consiguiendo que el enano relajara un poco la tirantez.

—¡Ya lo tengo decidido! —cuando Shadis tuteaba a sus líderes, había que ponerse firme y ni pestañear— ¡A quien no le guste, que se largue del Cuerpo!

—Disculpe, comandante… Recuerde que Nana y yo…

—¡¿Y ahora qué, Zacharius?! ¿Vuelta con lo mismo? —debo reconocer que Mike se pasaba a veces y sólo Erwin tenía la paciencia de tolerarlo— ¡Déjame aclararte que a partir de ahora, tu rubia platinada será la sublíder de Hange Zoë!

—¿EH? —proferimos a dúo, abriendo sorpresivamente los ojos.

—¡Acaban de oírlo! —el comandante saboreó lo ingenioso de su idea, frotándose las manos— ¡Tendremos una escuadra femenina exclusiva! Y activa las neuronas, líder de escuadrón… Nanaba se convertirá en tu segunda, le seguirán como jefas del equipo, Lynne y Marlene.

—¿Y… Nifa? —pregunté ansiosa. Ella parecía una muerta, sosteniéndose de pie casi de puro milagro.

—¡Quedará como raso hasta que declare lo que hizo y a mí me dé la gana de retornarle su puesto! ¿Creyeron que podían esconder lo sucio bajo el tapiz? —Dijo, frunciendo aún más el ceño, si era posible y se apostó frente a Nifa— ¡Empiece!

—Vaya comparación asquerosa —masculló Levi por lo bajo.

—No creo nada ético que se humille a una mujer, obligándosele a —el capitán se vio repentinamente cortado por un gesto impetuoso de Keith Shadis—….

—¡Cierra la boca, Erwin!¡Predica una vez seas comandante, a ver si se te da tan bien! —sin dudas, lo culpaba de buena parte de sus desdichas, máxime porque la opinión general lo favorecía. Volviéndose de nuevo a mi subalterna, le gritó sin piedad— ¡No la escucho, soldado Nifa!

—Y-yo… H-hice algo… —la chica estalló en un llanto inconsolable— ¡P-p-perdón, coo-man-dan-te!

—¡Esas lágrimas tontas no van a conmoverme! ¡Todos nos quedaremos aquí, esperando su testimonio! —rugió, bien dispuesto a tenernos retenidos— ¡Parece que no habrá comida!

—Maldita sea, ¿importa si hablo yo? —Levi ni esperó la venia de Shadis para manifestar su disgusto a los cuatro vientos— Lo del ascenso me tenía hasta las pelotas y aproveché su buena disposición. No entiendo que se arme tanto escándalo por una simpleza.

—¡Pues aquí está prohibido! ¿Acaso no le di a leer el manual una vez que se alistó?

—Sí, ese con más años de atraso que la Ciudad Subterránea —musitó, encogiéndose de hombros—. Cuando se vive así de tenso, lo más normal es que se te antoje meter una mujer en la cama y aliviar las bolas.

—¡¿Qué ha dicho?! —ya conocíamos el tipo de lenguaje que usaba el enano, pero aquello nos tomó de improviso. El asombro no fue únicamente de Shadis. Al notar que todos lo mirábamos, a la expectativa, prefirió no dar pie a una confrontación mayor— ¡Bah! ¡Erwin, apenas termine con ustedes, llévalo al centro del cuartel y le das el reglamento! ¡Quiero escuchar que se lo recite doscientas veces al árbol que está sembrado a la derecha de la plataforma! —recordé que Farlan Church se había llevado un castigo similar, recién unido a la Legión— En cuanto a ti, líder Hange Zoe, buscarás a todas las féminas que integran el Cuerpo y las pondrás al corriente ¡A partir de hoy, los hombres de tu equipo excepto Abel, irán bajo el mando de Klaus, quien será temporalmente líder!

—Pero…, considere que desde el inicio debía proteger a mi superior —Moblit hizo un vano intento de mantenerse junto a mí—. Disculpe, comandante… Nanaba es una excelente soldado, sin embargo, nunca…

—¿Quiere ir a declamarle las reglas militares al pozo? —bastó que Shadis clavara en él su mirada. Verdaderamente, daba miedo— ¡Y todavía me sobran lugares para enviar al resto! ¿Alguna queja, Hange Zoe?

—¡No, comandante! ¡Sólo un par de preguntas, señor! —Exclamé, poniéndome firme— ¿Mi escuadra puede ir a capturar un titán? ¿Cuál sería nuestra posición?

—¡Más vale que te quites esa idea de la cabeza! El objetivo es bien claro; avanzar y hacernos de otro puesto en las afueras, lejos del anterior —se inclinó hasta casi topar nuestras frentes, buscando intimidarme. Al no conseguir su propósito, lo vi erguirse y suspiró—. Me complace notar que tomaste a bien mi orden.

—¡Le demostraré que la nueva escuadra superará con creces las expectativas! —dije segura y llevando mis gafas a la frente, lo miré directo a los ojos— A cambio, si garantizamos el avance, prometerá que nadie va a molestar a Nifa y le será restituida su función.

—De acuerdo, ya que ha sido la única que no ha puesto ningún "pero" a las decisiones —ni tengo idea de qué les hacía ese gesto mío, los hombres cambiaban su actitud y de un modo inesperado sus ánimos solían aplacarse. Keith Shadis no fue la excepción de la regla—. En cuanto a dónde se colocará su nuevo escuadrón…

—¡Primera línea! —brinqué, rompiendo por completo lo sombrío del ambiente— ¡Daremos el frente a los titanes que vengan! Usted prometió a los Altos Mandos que Nifa estaría como avanzada ¡Oh, pues ya quiero salir y toparme con un ejemplar bien grande!

—Ehm —llevando el puño a su boca, tosió—… Significa que irás tras de mí.

—¿Detrás de usted? No, ese es el puesto de Mike —hice como que analizaba el escenario y adopté una expresión pensativa, llevando el índice a la mejilla—. Iré tras de Erwin, de permitírmelo usted, claro —y buscando confundirlo, sonreí apaciblemente—. Si mi actual escuadrón hace buen trabajo, no le molestará que vaya siempre junto a él, ¿verdad?

Mi capitán alzó el rostro, abriendo los ojos. Aquella osadía le hizo arrugar el entrecejo y su mensaje fue obvio para mí; "Hanji, vas a volverme loco".

—¡Si tengo suerte, bajarás por el gaznate de algún titán! —me lanzó Keith Shadis, más furioso por el orgullo herido que por mi declaración indirecta de serle fiel a Erwin, pasara lo que pasara— ¡Ve y haz lo que corresponde! ¡Y saca a esa chiquilla impúdica de mi vista!

—Muévete, Nifa —la empujé suave hacia la puerta—. Ya oíste al comandante, haré lo imposible con tal de que todas las mujeres de la Legión, desde la primera a la última, pulan su técnica y regresen vivas. Aprovecharemos que los demás no utilizarán el campo de entrenamiento.

El día posterior a la junta con Shadis había sido intenso; el comandante de vez en vez daba sus vueltas por el terreno, mirando con extrañeza el afán de sus subalternas por mejorar en el uso de sus equipos hasta culminar exhaustas. Sin embargo, no se cortó de cubrirnos de "alentadores" improperios, que harían de nosotras "unas perdidas, que al menos valieran la pena".

Nos tocaba una recompensa, y la ofrecí esa noche. Varias chicas de la Brigada terminaron escapándose de sus cuartos y se reunieron en mi laboratorio. Nifa y Nanaba fueron, obviamente, las primeras en llegar, corriendo hacia el diván de tres plazas, ocupándolo antes de que las otras lo hicieran. Les siguió Lynne, una chica trigueña muy tímida que no conocía bien y llevaba el cabello cortado igual que el de Nana, otras dos castañas de ojos negros que a todas luces eran hermanas; y por último, Marlene, tan alegre como bromista, quizás la única de toda la tropa capaz de ser peor que yo en cuanto a chancear al prójimo.

—¿Y bien, Hanji? —Nana sonrió ligeramente, por lo visto, quería estar relajada y olvidarse, tanto de Shadis como de todo lo que tuviese que ver con él— Creo que sólo faltan aquellas que no se atrevieron a salir. Debieron suponer que armábamos una orgía.

—Si así fuera, dudo que Mike se hubiese quedado tan quieto en su habitación —le devolví una sonrisa irónica, y acto seguido, me dirigí al escritorio.

—¿Quieto? —Nana me retornó el gesto— El capitán y él tienen mucho que discutir.

Imaginé de inmediato a ese par despotricando a causa de lo establecido por Shadis. Podrían ser militares, pero de vez en cuando, los rangos se olvidaban para dar paso a la confidencia entre amigos. Sacudí la cabeza haciendo un mohín de negación y abriendo la gaveta cerrada, saqué cuidadosamente lo que tanto llevara guardando para mostrarlo feliz a mis compañeras.

—¡Bueno, aquí están! ¡Los bienes ganados con sangre, sudor y lágrimas!

—Hanji… Eso únicamente puede ser un regalo de Dot Pixis —Nanaba me observó desconfiada, pero ante la idea de probar un sake de ceremonia, ni me preguntó después cómo lo había obtenido. Aquella entrevista con el comandante de la Guarnición, no sólo me proporcionó los barriles y las monedas, sino también un obsequio especial— ¿Por qué demoras? ¡Quítale los corchos!

—Si pudiera, le quitaría los pantalones al capitán —soltó una de las dos hermanas, mientras iba sirviéndole en su jarra.

Nanaba dio un brinco, atragantándose y la vi muy dispuesta a replicar.

—Al regreso, apostaré cinco monedas a que no consigues que te los de públicamente —reí divertida, pasando a servir a la otra.

—No me parece que sea posible —replicó la gemela—. Ojalá y fuese tan fácil, pero la verdad… Perderíamos el dinero.

—Muy bien, ¿y si yo logro que me los ofrezca de buena voluntad? —¡oh, aquello me encantaba!— Delante de todos.

—¿D-delante de todos? —la muchachita de cabello negro pareció escandalizarse— ¡Jamás el capitán Erwin Smith daría tal espectáculo!

—Hanji —Nana empezó a mirarme de reojo—…

Terminé por llenar mi jarra y brindando a la salud de mi nueva escuadra, la bajé de un tirón.

—¿Y quieren más? —reí sádica, volviendo a servirme— El propio comandante vendrá luego a rogarme prácticamente que acepte los suyos. Si no lo consiguiese… Les daré mi paga de oficial.

—¡Quiero estar ahí para verlo! —Marlene, lista siempre cuando se trataba de bromas o chismes— ¡Yo sabía que al final tu idilio por Shadis no era del todo incierto!

—De repente siento ganas de vomitar —musitó Nana, bebiendo sorbo a sorbo.

—Por Mitras, no me digas que el anillo —le susurré, haciéndome un lado en el diván, a costa de apretujarlas a ella, a Nifa y Lynne, quien se vio obligada a pararse—…

—Cállate, Hanji ¿Ya ni entiendes la ironía? No tomes más —respondió, avergonzada—. Estoy acabando mi tiempo mensual, así que tu experimento marcha de plácemes.

—Igual, con esta política de Shadis parece que tendremos un largo período de abstinencia —tomé un pequeño trago de alcohol, para después alzar la voz—. ¡Bueno, hablemos del plan!

—Entonces… ¿Vamos a exponernos a los titanes? —inquirió la joven trigueña, que apenas había bebido un sorbo de su jarra y permanecía recostada a la camilla. Sin dudas, era de las últimas reclutas incluidas. Lynne, las dos hermanas y Marlene se colocaron a ambos lados, procurando escuchar mejor—.

—Si la organización es buena, posiblemente no habrán bajas que lamentar —les di la seguridad—. El Comandante distribuirá los escuadrones como siempre lo ha hecho desde que se aprobó la estrategia de Erwin Smith. Sólo que esta vez estaremos a la diestra de la tropa guiada por Mike y detrás del capitán. Los titanes de tres y cinco metros se pueden evadir sin mayores dificultades. Ahora, imaginemos que aparece un bello titán de siete metros —me sentí acalorar de puro entusiasmo—. Dividimos en dos la escuadra, el equipo de siniestra conmigo, el de la derecha con Nana. Las subalternas de Nanaba se lanzarán directo a las pantorrillas, traten de ser precisas al dar el tajo. Quienes vengan conmigo deben tener los reflejos como resortes para esquivar los movimientos de las manos y amputarlas de un solo cuchillada. El toque de gracia se lo dará quien se halle más cerca de la nuca.

—Muy bien concebido, si nos tocaran de diez metros en lo adelante —Nana me suministró el pie forzado—, sugiero que la división sea en tres. Haciendo lo mismo, pero añadimos incisiones en la zona de las corvas. Al ser más alto, la distancia entre las pantorrillas y estas, no provocará que choquemos al dar los giros. Los músculos del titán dejarán de cumplir su función y caerá de rodillas.

—Gracias, muy a propósito —Nana solía oír primero y hacerse un criterio más tarde, ajustando las posibilidades a su propio razonamiento—. Me adelantaré a nombrarlas según los equipos. Marlene y ustedes —señalé a las gemelas y a la de pelo negro—, seguirán a Nana. Lynne y Nifa vendrán conmigo. Si partimos en tres, lo haremos así: Nana y las gemelas, Marlene, Lynne y su compañera trigueña, Nifa se quedará conmigo. Las demás que no están aquí, veré de situarlas mañana —levanté mi jarra, eufórica al saber que volvía a las andadas y me zampé medio contenido—… Si es que logro despertarme.

—Como no estés a la hora convenida en el sitio de los entrenamientos, iré a buscarte con una cuba de agua —y de cierto que lo haría, si le daba el motivo—. Magnífico sake, divina compañía, pero vuelvo junto a Mike.

—Basta de darnos envidia, sabes que cualquiera de nosotras quisiera decir lo mismo "alguien está aguardando impaciente por mi" —dijo la pícara de Lynne, sin ánimo de ofender a Nanaba—. Keith Shadis está volviéndose un obsoleto.

—¡Lynne! ¡Pudieran sacarte de la Brigada por eso! —chilló la joven de cabello negro— Y la verdad es que tus escapadas con Henning daban mucho de qué hablar.

—¡¿A quién le importa, Ilse?! —todo lo que Lynne requería era un empujón que le hiciera gritar lo que llevaba retenido adentro— ¡Estoy regalándole mi vida en flor a la humanidad! ¡Acabo titanes como una condenada! ¿Por qué debo reprimirme?

—Quizás Henning debió molestarse en hacer lo que Mike —dijo Nana severa y depositó su jarra encima de la mesa, incorporándose para marchar—. Hanji, nos vemos.

Tal parecía que Nanaba había decretado el fin de la reunión, porque las demás le siguieron puerta afuera, no sin antes despedirse. A pesar de la retirada en masa, Nifa no se levantó, mirándome con un aire culpable que se me hizo duro soportar.

—Desde que sucedió lo de Levi, apenas quieres abrir la boca —me acerqué un poco a ella, recostándome al espaldar del diván para estar más cómoda y me bebí lo que quedaba del sake—. En cierto modo, te comprendo… Sabes que actuaste irreflexivamente y no por falta de consejos, así que te pesa darnos la cara a Nana y a mí… Pero a lo hecho, pecho. Eso dice un refrán bastante viejo. Encontraste valor para dar el paso, tienes que aprender a vivir con tus decisiones y sus resultados.

—Quise morirme cuando lo escuché restarle importancia a lo que ocurrió —ya no era la chica que lloraba a causa de los desaciertos, de mirarla supe que por fuerza, había empezado a madurar—. Todo es tan confuso. Hubieron instantes en que creí verme correspondida, pequeños detalles que me hablaron de su fascinación. Únicamente pareció asquearse cuando me vio sangrar… Aunque también lo noté asustado.

—La lista de pros y contras, incluyendo el bienestar de la Legión, debió ser tu primer cálculo. Estudiar el carácter de Levi, sus intenciones y valores humanos buscando evitar las malas consecuencias, el segundo. No van bien las cosas si el amor se torna egoísta —intenté hablarle como lo haría una madre y me oyera tal cual, más que por el hecho de ser su líder—. Él pensó en sí mismo, tú obraste de igual forma. Y ninguno de los dos concedió un segundo a evaluar el daño que podrían hacerse mutuamente o causarle a otros. Eso no es amor, Nifa, es pasión mezquina.

—Deseaba lo mismo que he visto en Nanaba-san y usted —no sería la primera que anhelara el cariño humano con tanto caos rodeándonos—. Ambas son retribuidas con tanto ardor y esmero, incluso las veces que se tornan oscuras las cosas…

—Ese ardor y esmero por ambas partes nos cuesta la sangre, dolores horribles que no te puedes imaginar. Incomparable a lo que pretendías uniéndote a Levi —suspiré, aún tenía mucho que aprender y golpetazos que darse. Me encogí de hombros, queriendo no ponerle más sal a la herida; pero me contuve de alentarla contándole que el enano se había culpado sólo por ahorrarle peores momentos—. Considero que deberías guardar contigo lo atesorable de esa vivencia. Si a tu entender, fue capaz de portarse como amante digno y no algo parecido a un bruto sin escrúpulos, puede que haya valorado un poco tu entrega. Quién sabe, ¿habrá sido también su primera vez? —insinué divertida.

—¡¿Él?! —Nifa levantó la cabeza, escandalizada— ¡Lo dudo!

—Te aseguro que su origen no valida la experiencia en el asunto —sonreí mordaz, a la par que depositaba la jarra en el piso—. Los hay virgos que se comportan igual que si fuera su décimo revolcón. Sólo estoy imaginando hipótesis…, pero la verdad es que debiste ser la primera mujer capaz de ofrecerle tanto —al observarla inquisitiva, la luz de las velas debió reflejarse intimidante sobre el cristal de mis gafas, porque se apartó sobresaltada—. Respóndeme con sinceridad… ¿Hay arrepentimiento en tu corazón? Incluso si decidiera mirarte como una compañera del Cuerpo nada más, ¿lamentarías el paso que diste?

—¡No! Mal que me pese —vi una sinceridad manifiesta en sus grandes ojos ámbar—, aunque me costará olvidarlo…

—La próxima vez, de haberla, ten más cuidado. Es probable que a partir de ahora empiecen a rodar las cabezas —le advertí, devolviéndole una mirada sentenciosa que la hizo fruncir los labios y tragar en seco—. Aunque la del comandante sea quizás la primera —suspiré, incorporándome cansada. Recogí la jarra y me dispuse a apagar las velas—… Te quiero mañana en el campo de instrucción, despuntando el alba.