Abajo con todo, bienvenido lo nuevo
Erwin ya estaba reunido con los oficiales y los dos mensajeros, cuando el enano y yo irrumpimos en su despacho. Alzó el rostro por un instante, haciéndonos gesto con la mano para que nos incorporásemos a los demás. El pergamino entre sus dedos, enunciaba el principio de lo que sería una cruenta batalla contra los titanes.
—Recién arribamos de una salida a las afueras, que nos ha costado más de la mitad de los hombres que tenía la Brigada. Los pocos sobrevivientes apenas han podido reanimarse, necesitamos reestructurar la cadena de mando, así como todo el Cuerpo…, y escasean los suministros. Añado a lo anterior, el hecho extraordinario de un cambio definitivo de comandante, obviando las normas dispuestas —expuso grave, inclinándose sobre el escritorio; donde se apoyó con ambas manos, sin dejar de observarnos—. Comprendo que la humanidad se halla en una situación nada halagüeña, no obstante, precisamos de algún tiempo para recuperarnos. Urge hacernos de información real, más que guiarnos por estas referencias vagas…
—Ha sido muy repentino, señor —el primer mensajero de las tropas estacionarias era un joven trigueño que no debía contar con más de veinte años, y aun se advertía el miedo en sus facciones—. Ahora mismo hay un caos debido a la migración forzada hacia el interior. Ese titán enorme apareció, haciendo trizas la puerta de Shiganshina… T-trataron de contenerlo… La unidad de cañones s-sucumbió prácticamente en su totalidad cuando lo intentaron. Y para colmo de males, cae también la muralla María por causa de otro monstruo.
—¿Evacuaron a la población que sobrevivió? ¿De cuántas bajas se habla, civiles y militares? —preguntó Erwin al segundo emisario, más curtido que su predecesor— ¿Supongo que ya Trost completa y, por ende, los habitantes de Rose lo saben?
—Lo malo se conoce rápido, varias unidades de la Guarnición todavía luchan organizando la turba de personas que trata de acceder a los pocos barcos —hubo un ligero temblor en la voz del hombre al responder, mezcla de tristeza y desaliento—. Los más afortunados fueron trasladados a otro distrito para ubicarlos y posteriormente…
—Las notificaciones aseguran que los dos gigantes desaparecieron, quedando únicamente los titanes más pequeños —intervino el primero, sobreponiéndose al resquemor inicial—. La mitad de los parques de la guarnición se perdió y esos monstruos han devorado más de ocho mil personas.
—Enviaré una pequeña tropa, que nos traerá noticias válidas de cuanto sucede allí —determinó Erwin y elevando la mirada del papel hacia nosotros, dictaba presto su orden—. Hange, Mike y Klaus, seleccionen quiénes irán de sus respectivas escuadras y cuál de todos ellos va a ser el líder del equipo. Asegúrense de que comprendan el objetivo; se trata de informarnos, por tanto, deben evitar los enfrentamientos.
—De acuerdo —asentí, dispuesta a apoyarlo en sus previas decisiones—. Moblit y Keiji por mi parte.
—Gelgar y Henning por la mía —dijo Mike, secundándome.
—Ness, Dirk y Marlene —le siguió Klaus, completando el número—. Si los dos tenientes no se oponen, propongo que Dirk vaya como jefe de la partida.
—Organicen esa pequeña expedición. Es importante saber con certeza el área que ocupan ahora los titanes. Apenas logremos recuperarnos se impondrá realizar una incursión a esas tierras —otra vez tenía un motivo que justificara a ojos de los superiores la existencia del Cuerpo y aquello lo confortó—. Moveremos el papeleo requerido para obtener suministros y oficializar ante los Altos Mandos la nueva estructura del Cuerpo, añadiéndole los reclutas que se nos unan.
—Estaremos bajo las órdenes de su equipo —el emisario de más edad se cuadró formal—. Les acompañaremos al sitio.
—Hemos hecho cuanto podemos hacer. Nuestras fuerzas no resistirían un embate semejante—suspiró Erwin pesadamente, dirigiéndose tanto a los miembros de la Guarnición, como a sus oficiales y nos precisó—… Les aconsejo que descansen mientras puedan, será difícil pegar los ojos de ahora en lo adelante.
/
Al despuntar la mañana, se dio a conocer la retirada oficial de Keith Shadis y fue la primera vez que un comandante de la Legión de Reconocimiento se nombró estando su predecesor vivo. Sin mucha ceremonia, se dejaba en manos de Erwin Smith el cometido de guiar a la Legión y por ende a la humanidad, a una victoria sobre los titanes. Los sobrevivientes acogieron la noticia con esperanzas de un futuro menos pesaroso, donde la experiencia y pericia de Erwin como estratega les permitiría triunfar sobre los errores del pasado.
Culminó su presentación luego de discurrir sobre el reordenamiento que se haría dentro de la Brigada, introduciendo nuevos reclutas. Al bajar del estrado se dirigió hacia donde Mike y yo aguardábamos, atentos a cualquier disposición y retuvo a Levi de marcharse cuando mandó a romper filas. Pidiendo que lo siguiéramos, nos condujo a su nuevo despacho y después de abrir la puerta, contemplamos las montañas de pergaminos que le dejara Keith Shadis, dispersas por toda la habitación.
—Necesito ayuda con esos papeles. Odio el trabajo burocrático, todavía no sé por dónde comenzar —dijo suspirando y me observó grave por encima del hombro—. Hanji…
—Ah, ya decía yo que tarde o temprano ibas a pedírmelo —le sonreí, consciente de lo tediosa que se volvía la tarea de redactar y clasificar documentos—. Ríete ahora de las columnas de informes apiladas en mi laboratorio; tu actual recámara luce muy parecida.
—Cuatro Ojos, aunque se lo propusiera, Erwin jamás lograría un revoltijo similar al que posee tu antro —Levi no se contuvo de provocarme—. Tsk, ni porque el empalagoso de tu ayudante se mata por dejarlo todo limpio… Ese Moblit debe tener sangre de horchata.
—No te metas con mi subordinado, enano —lo atajé—. Mejor extiende tu pañuelo sobre el diván, o te llenarás el trasero de polvo; y disponte a revisar lo que te den.
—Empecemos por actualizar los expedientes de los miembros del ejército. Ya veo que nadie se molestó en hacerlo y están en desorden. Mike, tú conoces bien la cantidad de hombres que permanecen vivos luego de esta última batida —le indicó Erwin, a la par que daba un rodeo buscando acceder al escritorio. Su amigo lo siguió, gruñendo por lo bajo al contemplar tanta desorganización—. Aparta esos registros de los de los fallecidos y organízalos por separado según las fechas. Considera de los primeros, cuáles puedes entregarle a Levi para su futuro escuadrón. Llama a Nanaba y que te ayude a poner a buen recaudo los otros.
Él no se lo pensó dos veces, brincando por encima de las pilas y salió puerta afuera, en busca de la subalterna. Mientras, el comandante ocupaba su puesto tras la escribanía, poniéndose después a revisar las gavetas; con tanta suerte que halló un trozo de tela, ideal para sacudir la mesa. Una vez limpia, adoptó su postura meditativa de poner los codos sobre la superficie y llevar las manos al mentón, cruzando los dedos.
—Levi, tomarás los que te de Mike e irás estudiándolos a conciencia. Te asignaremos varios sobrevivientes, a los que debes preparar junto con los reclutas que se nos unirán —aseveró Erwin, mirándolo firme y sereno—. Les darás un entrenamiento superior, convirtiéndolos en soldados élite; capaces de ultimar a titanes de gran tamaño y de rehuir los ataques, usando movimientos precisos. Eso significa que debes ejercitar sus reflejos para que reaccionen rápidamente y puedan tornarse inflexibles a la hora de tomar decisiones.
—Entiendo, los haré conocer el infierno. La mejor disciplina es el dolor —advertí un brillo en esos ojos que ya conocía, estaba rememorando la muerte de sus compañeros—. Detestaría sentirme responsable si pierden sus vidas de una forma violenta.
—Y te daremos una mano cuando lo requieras, pelo de tazón. Así funciona la Brigada, todos como uno ¿cierto, Erwin? —reí, sentándome a la siniestra del cuatro pulgadas; y pasándole un brazo sobre los hombros lo despeiné, al punto de acabar con su presencia impecable—. Deja ya de llorar.
—¿Quién es el llorón, piojosa? Tsk, quítame las manos de encima —Levi se apartó asqueado, mirándome de reojo de la peor manera para después atusarse la ropa frenéticamente.
—¿Tú me llamaste qué…? —fingí una ofensa que no sentía, la verdad es que me agradaba buscarle las cosquillas— ¡Le diré a Mike que te dé los peores soldados! ¡Vas a defecar retículos pilosos tratando de hacerlos obedecer!
—¡Hanji! Ponle seriedad al tema —Erwin acabó por llamarme la atención—. Trae la silla que está junto a la puerta y siéntate frente a mí. Cédele a Levi y a Mike el diván.
—¡No fui yo quien comenzó! —repuse y emití un suspiro— De acuerdo… —arrastré de mala gana el asiento, dejándome caer en él— ¡Es que nunca regañas al enano!
—Acomódate. No sé cuánto nos llevará examinar las leyes, el reglamento y escribir sus modificaciones, de ser necesario —esperó a que me sentara para colocarme delante un mamotreto desgastado y polvoriento, que de mirarlo daba terror; así como pluma, tintero y papel—. Redactaremos las nuevas propuestas que haré valer ante los Altos Mandos.
—Ya pensé una —dije, agarrando los materiales y garabateé sin esperar su aprobación—. Toda marcha… deberá concentrarse… en cazar y traer al cuartel un titán como mínimo.
—¡Hanji! Tacha eso que escribiste, por favor; las capturas no son cosa de juego —mi comandante frunció el ceño, punteando incisivo sobre la oración con el índice—. Y este papeleo tampoco. Aunque tedioso, lo que se registre aquí puede salvarnos o conducirnos a la horca.
Resoplé, obedeciéndolo, y luego de tres dictados suyos vimos a Mike regresar con Nanaba.
—Bien, aquí estamos —se notaba ligeramente más contento y era obvio a quién se debía el cambio. Ambos prescindieron del diván para acuclillarse frente a las pilas de expedientes—. Nana, irás colocando los que te alcance en la estantería de la derecha —después se volvió hacia Levi, tendiéndole un ejemplar—. Y tú, vas a necesitar algunas horas para leer y analizarlo todo.
—Prefiero hacerlo fuera de aquí —masculló el enano e inclinándose tomó lo que el otro le ofrecía—, no pienso bien cuando estoy rodeado de polvo. Tsk, parece que el comandante Shadis visitaba poco su recámara.
—Me da lo mismo, siempre y cuando…
—¡Oh, no lo dejes, Mike! —reí, columpiándome hacia atrás con la silla—. Será divertido ver cómo le cae una araña en el ojo mientras lee. Todo el techo está lleno de ellas.
—Cegata ¿qué rayos te pasa?
—Escuchen, ya lograron hartarme LOS DOS —mi comandante se incorporó, golpeando con ambas palmas la superficie del escritorio—. Comprendo que rehacer viejas normas está muy lejos de motivar su entusiasmo, cuando sus mentes vagan por los terrenos infectos de titanes —la inflexión de su voz se tornó entonces peligrosa y oscura—. Entiendan que, si no logramos volver a la Legión un ejército bien dispuesto a inmolarse y confiar en los compañeros y superiores, ¡los días de la Brigada estarán contados! ¡Para conseguirlo, hay que empezar por deshacernos de leyes retrógradas, viejas estrategias y reestructurarlo todo conforme a lo que hemos aprendido de antiguos errores!
Hicimos silencio. Tenía razón, pero los nuevos acontecimientos eran tan inadmisibles que siquiera lográbamos concentrarnos. El haber perdido no solo un distrito, sino todo el terreno que circundaba la primera muralla, nos dio idea de cuán vulnerables podíamos ser. Los miembros de la Legión siempre temimos la posibilidad, pero tal cosa no pasó de un "y si ocurriera…"
—"Pues ya está, los Altos Mandos antes nos apretaban el cinturón, y ahora querrán asfixiarnos más todavía. Les gusta la idea de que le recobremos el territorio, sin embargo, sólo albergan un pensamiento; si la Brigada muere, se quedan el dinero de los fondos. Erwin está claro al preservar los restos de la Legión, acuartelándonos —maldije para mis adentros la pésima suerte que padecíamos—. Huh, en mala hora coincidió nuestro maltrecho retorno con la ruptura de la muralla ¡Y todavía hay quien cree que la hizo Dios! Obvio que debía llamarse María, la muy condenada no aguantó el embate del titán…"
—¡HANJI! —era la tercera vez que Erwin me requería y di un brinco, sobresaltada. Mike, Nanaba y el enano alzaron la vista, igualmente sorprendidos—¡¿Qué significa "El Cuerpo de Reconocimiento debe aplicar una política de Abajo con Todo: Las murallas, los nobles…"?! ¡POR SINA, REPITE ESA HOJA!
El gruñir jocoso de Mike se mezcló a los bufidos de Levi y la tenue risa de Nana, rompiendo con la tensa y lúgubre atmósfera, conforme el comandante y yo nos mirábamos ofuscados.
—Es obvio que Hanji quiere acción —sonrió Nanaba, sin detener su labor de organizadora—.
—Hace unas horas alegó estar desfallecida y por lo mismo no la envié al frente del grupo —Erwin me observó enfático; reprochándome de aquel modo sutil mi anterior negativa a darle gusto. Después de todo, por más comandante que fuese, no dejaba de ser un hombre; y que supiera llevar los grados a la par de su humanidad, lo volvía extraordinariamente atractivo a mis ojos. Me hice la desentendida, y él regresó de inmediato su interés a los papeles—. Bien, ¿qué les parece si revisamos la Normativa Militar?
—Aguarda un segundo, Erwin —lo detuvo Mike, para dirigirse al enano—. Estos son los últimos, Levi. Puedes irte o quedarte, pero nos traes una decisión con sus argumentos antes del anochecer —luego se volvió hacia su compañera, precisándole—. Nana, esos que te di son los que permanecen vivos. Sepáralos de los que te iré ofreciendo…
—Me retiro, el polvo y la Cuatro Ojos me dan alergia —el pelo de tazón se incorporó, no sin dedicarme un vistazo pendenciero—. Diviertanse.
—No le respondas —mi comandante me atajó cuando yo abría la boca para gritarle de vuelta—. Sigue atendiendo al dictado. "El Reglamento…"
Apenas llegamos a la parte que trataba sobre los vínculos entre los miembros de la Legión, así como las restricciones en aquellos de tipo íntimo; la reacción fue la misma que solía provocar una clase de historia antigüa.
—Lo único que se logra con semejante ley es que TODOS, desde soldados rasos hasta oficiales, burlen la norma —dijo Zacharius, soltando iracundo el expediente que tenía en la mano sobre la pila que se hallaba a su lado—. Basta que prohíbas algo para que sea una tentación, y restringir la naturaleza humana cuando abogamos porque la humanidad sea libre, hace de nosotros unos hipócritas ¿Y sabes qué, Erwin? —frunció el ceño, tornándose más grave su expresión— Odio la doble moral que distingue a los Altos Mandos y ciertos personajes del ejército ¿Por qué unos sí y otros no? Quienes se unen al Cuerpo lo hacen por ideales, sabiendo perfectamente bien lo que arriesgan.
—El comandante Pixis, Nile y tú consiguieron una dispensa —Erwin había levantado la vista de los papeles, observando curioso la reacción del otro. Comprendí que analizaba su punto, contraponiéndolo a lo ya establecido—. Hay casos a los que se les otorga…
—¡Una dispensa! No somos acólitos del Culto de las Murallas. Deja eso para los religiosos, que no hay soldados en el Cuerpo con vocación de sacerdotes —Mike se cruzó de brazos y suspiró pesadamente—. Las tropas necesitan contraponer su propia humanidad y sentimientos a los horrores de la batalla contra los titanes. No hay mayor estímulo que el de sobrevivir para volver junto a la persona que amas, creer que derrotaremos a los titanes…, y algún día ganarnos el derecho a vivir con quien elegimos.
—La muerte puede sorprendernos en cualquier esquina, no todos están preparados ni dispuestos a enlutarse y seguir adelante —retomando su postura meditativa, tornó a acodarse sobre el escritorio, llevando las manos al mentón y cruzó los dedos—. Si un lazo entre dos que llega a fortalecerse al punto de considerarlo matrimonio, pierde a uno de sus miembros, difícilmente el que sale bien librado puede reponer su ánimo.
—Erwin —lo enfrentó su amigo, inmutable—… Yo sé lo que arriesgo, Nana también lo sabe. Ninguno de los dos renunciará a liberar a la humanidad si el otro cae —suspiró adusto, señalándome con la mano abierta— ¿Por qué no le preguntas a Hange su disposición?
—La dejé clara desde que resolví dar el paso adelante. Descendí a los infiernos y aquí estoy, dispuesta a seguir lidiando —si bien respondí seria, quise apaciguar un poco lo agrio que se presentaba el escenario y acabé por encogerme de hombros—. No me arrepiento de nada; pero mi caso es otro, las uniones de los cargos superiores traen consigo vulnerabilidad, desconfianza y miedo. Es mejor que nuestra relación continúe siendo una sospecha, un comadreo, a los ojos de los Altos Mandos.
—¿Significaría eso que los tenientes y sublíderes estarían exentos del permiso? —de súbito Mike se sintió amenazado— ¡No es justo!
—Las palabras que te ahorraste en años, las sueltas de lleno ahora —Erwin sonrió y tan siquiera le permitió replicar—. Hanji ya lo dijo, no conviene atraer más aún el desfavor de nuestros superiores jerárquicos. Llevas dándome la lata desde que Nanaba se unió al ejército e hice lo que pude; conseguí que nadie te moleste y lo considero suficiente —cruzando los dedos, se deslizó hacia atrás acomodándose en la silla con expresión tranquila—. Siguiendo mi principio de que, al oír esas quejas razonables, logro que se acallen más rápido que si le doy la espalda al reclamante; añadiré un acápite sobre las dispensas para los grados mayores y te liberaré de repetir la cantaleta que tanto te gusta.
—Gracias, comandante —masculló el aludido por lo bajo—. Sí que comenzaste bien tu mandato, aunque hagas mofas a mi costa y ruborices a Nana.
—¡Ah, no… Eso es cosa de ustedes… Yo jamás me he visto en la necesidad de aclararle nuestra situación a nadie! —la pobre apenas consiguió responder, tenía las mejillas enrojecidas, como siempre que Erwin se refería a su maridaje con Zacharius— Pienso igual que Hanji, no es nada sabio que los de arriba se crean que pretendemos radicalizar la Legión y debilitarles su aparente seguridad.
—El resto de los miembros podrá hacer una vida normal, conservando ética, orden y mesura. Sin dudas, el ánimo de las tropas se levantará —volvió a sonreír mi comandante, seguro de que el flexibilizar las reglas no iría en menoscabo de la disciplina y me dijo, afectuoso—. Plantea la nueva propuesta, después la revisaré.
—Mucho te lo van a agradecer los nuevos.
—Lo cierto es que los cambios vendrán, Mike. Hanji y yo estuvimos conversando al respecto.
—¿Eh, otros más? Apenas hemos podido charlar —Zacharius me observó de soslayo, cruzándose de brazos y musitó—. Hmph, así pasa…, tiempo atrás el primero en saberlo todo era tu mejor amigo, pero bastó que llegara una mujer…
—¡Já, mira quién habla! —reí, mordaz— Tú y Nana fueron quienes allanaron el camino para que sucediera. No te quejes ahora.
—Es obvio que las cosas no pueden ser igual que años atrás —contrario a lo usual, Nanaba renunció a la postura contenida para fustigar a su compañero—. Si quieres enterarte de las novedades antes que Hanji, comparte tu lecho con el comandante, Mike.
—Lo único rubio que deseo ver en la cama es tu cabello, Nana —dijo él, muy seguro—. Erwin no es mi tipo.
—Ni tú el mío —indicó el mismo, sonriendo—. Bueno, creo que ya hemos chanceado bastante y podemos continuar —Erwin regresó su atención a lo que yo garabateara—. Debiéramos ir viendo la posibilidad de adiestrar a varios reclutas para que sirvan como sanitarios. Hasta este día solo contábamos con dos médicos y tres soldados que hacían las veces de enfermeras. Procuramos un mínimo de seis para toda la Legión ¿Qué opinas, Hanji?
—Estoy de acuerdo. Aunque no voy a instruirlos personalmente, me resulta imposible cuando hay otras prioridades. Empero, Nifa posee la habilidad necesaria; y tú quizás pudieras ayudar un poco, Nana —delegué la responsabilidad en ella, conociendo lo bien que se había desempeñado cuando tuvo que lidiar conmigo—. Enseñarías lo básico de los primeros auxilios.
—Honestamente, si con eso logro que prescindas de mis servicios a la hora de aplicar desinfectantes y recomponer vísceras —contestó Nanaba, cruzándose de brazos—; prepararía toda una escuadra.
—Muy bien, vamos a discutir además la estructura provisional del Cuerpo —Erwin nos observó fijamente, pero más calmo al saber que las cosas fluían—. Así ya estará conformada, quedándonos tan solo añadir los nombres y puestos de los escogidos por Levi y los reclutas.
Las horas corrieron sin que pudiéramos advertirlo y justo sonaba el toque para el almuerzo, cuando llamaron a la puerta. El comandante dio su venia, permitiendo que se interrumpiera el trabajo, en aras de oír a quien pedía ser recibido. Una vez abiertas las hojas, los sublíderes accedieron rápidamente al despacho. Suspiré aliviada, Moblit estaba de regreso y por lo que conseguí vislumbrar, sin heridas ni resultas peores que su atuendo arruinado, cubierto de mugre y sangre ajena. Perder a mi ayudante hubiera sido un revés muy difícil de superar.
Dirk anunció que la tropa había retornado intacta, de lo que me alegré sinceramente... Empero, la información que traían consigo era pavorosa. Los titanes vagaban por la zona interior de la muralla María, libres de triturar y destruir lo que se les cruzara delante. Un panorama desalentador se había mostrado a sus ojos; calles repletas de escombros, bajo los cuales hallaron cuerpos y ríos de sangre fluyendo entre las piedras. Las estadísticas fiables apuntaban a unas diez mil personas engullidas.
—Lo peor fue ver una familia completa mutilada producto de la caída de las rocas sobre su casa —noté que Marlene hacía un esfuerzo por contener su duelo, reprimiendo el llanto—, ninguno de los niños pudo sal…
—Mejor obviemos los detalles amargos —la interrumpió Moblit, luego de observar mi aspecto entristecido—. El terreno será difícil de recuperar y los que sobrevivieron a la calamidad están siendo aglutinados en Rose. Avizoramos un futuro de hambruna, tanto para ellos como para nosotros. Los miembros de la Guarnición tienen órdenes de repartir las provisiones y reprimir a los que traten de robarlas, pero el espectáculo de miseria total es deprimente.
—Aún tocan puerto los barcos desbordados —proseguía Dirk, taciturno—, la mayoría traen mujeres y niños. Lógico que se les diera prioridad, si bien su estadía dentro de Rose les va a resultar un infierno. Siquiera han puesto un pie fuera del barco y ya los habitantes de las ciudades reclaman por verse obligados a compartir lo poco que hay de reserva en los almacenes.
—La Gendarmería, por supuesto, no solo trata de mantener el orden —ironizó Gelgar—, he visto algunos gendarmes aprovecharse de la situación y negociar a espaldas de los superiores…, o vaya usted a saber si con la venia de los mismos.
—Eso no nos concierne —moviendo la cabeza en un gesto negativo, Mike cortó la posibilidad de nuevas insinuaciones—. Hay cosas que jamás van a cambiar…
—Asunto de Nile Dok. Nosotros debemos centrarnos en la respuesta que dará la Brigada a esta situación —Erwin había secundado el argumento de su amigo, poniéndole fin a un tema que ambos deploraban—. Mañana se impone la visita a la Academia, y una vez listos los ingresos de los chicos a la Brigada, enviaremos un emisario de confianza a Mitras con la organización provisional.
—Dale a Nifa el encargo —le sugerí, queriendo restituirle a mi subalterna su condición de mensajera leal, que Shadis antes le retirara—. Nunca te ha fallado.
—Eso no es un problema, tú misma puedes ordenárselo... Creo que ahora todos rogamos por un almuerzo —aprecié la sonrisa de mi comandante, muestra de que comenzaba a sentirse más animoso y confiado de sus decisiones. Acto seguido, exhortó a nuestros compañeros—. Diríjanse al comedor y luego descansen hasta mañana. Los quiero bien despiertos cuando haya que recibir a los voluntarios ¡Mike, Nanaba, Hanji! No tan deprisa…, ustedes irán conmigo una vez cerremos el punto que nos faltaba concluir.
/
Había dormido mal, incluso debí precipitarme al baño en una ocasión para devolver cuanto llevara previamente al estómago. Me invadió cierta inquietud, que alejé de mi pensamiento riendo sola como una desquiciada, mientras me enjuagaba la boca. Ninguna mujer padecía tales síntomas con menos de una semana de concepción y el "retenedor de impulsos" era un éxito ya demostrado. Aún libre de dicho nerviosismo, lamenté verme tan mal; las ojeras delatarían una fatiga que detestaba exhibir y el sueño tarde o temprano iba a limitar mis capacidades.
Luego de vestir el uniforme y ajustarme las correas, busqué las gafas por todo el cuarto, sin hallarlas. Retornando al baño, las vi dobladas sobre la llave de la ducha. Suspiré exhausta y me dispuse a dejar la habitación. Caminaba por inercia, dando trompicones; jamás los pasillos me resultaron tan largos y vi como una bendición la puerta principal del edificio, donde nos alojábamos los oficiales.
Anduve hasta el fin de la calle, que iba a desembocar a la plaza; unos pasos a la derecha junto al obelisco, divisé a los dos hombres, aguardándome. Erwin, de pie y sujetando nuestros caballos de los arreos; Levi ya montado en la silla, dispuesto a partir.
—Lo siento, lo siento. Demoré un poco más de lo debido —referí a manera de excusa y sostuve las riendas de Tommy, que el comandante me ofrecía. Subí con torpeza a la montura, producto del sueño que todavía luchaba por cerrarme los ojos. Una vez encima del caballo, tuve a bien estirarme cuan larga era y bostezar sin tapujos— ¿Huh? ¿Qué te pasa, enano?
El rostro de Levi se había contraído en una expresión bastante grotesca, luchando vanamente contra la naturaleza, que lo impulsaba a repetir el acto. Tratando de cohibirse, inflamó los carrillos y su tez adquirió un tono morado. No pudiendo contenerme yo, estallé a carcajadas.
—Hanji, compórtate —Distinguí el brillo sutil de la humedad en los ojos de Erwin; estos reían todo lo que sus labios fruncidos no se animaban a mostrar…, pero casi de inmediato volvió a notarse grave. Subiendo al caballo, me reconvino—. Burlarse de un compañero es impropio.
—Cegata, si vas a contagiarnos tus bostezos, mejor te quedas —el enano me observó de soslayo, consultando luego al comandante—. ¿Por qué hay que llevarla?
—Fue la última orden de Keith Shadis, que Hanji estuviese como testigo —Erwin zanjó el asunto sin darle más vueltas—. No permitiré descalabros, ¿queda claro?
Asentimos a la par, desafiándonos con la mirada. Ninguno de los dos se atrevió a lanzar la siguiente agudeza.
El viaje transcurrió en silencio, nos limitamos a seguir a Erwin y sus erráticos cambios de rapidez; tan pronto íbamos cabalgando al trote, que aceleraba de súbito la marcha, sin avisar, metiéndonos por callejas poco transitadas. Comprendí su necesidad de sortear aquellas áreas donde los soldados de la Guarnición aglomeraban a los habitantes de María.
Percibí que sus facciones tendían a relajarse apenas ganamos la zona de campo. Nada como el aire fresco para calmar las angustias que traemos dentro, e incluso el polvo es bienvenido, cuando se levanta libre por acción de la brisa. Él únicamente giró la cabeza para observarnos, al distinguir a lo lejos el sitio de entrenamiento.
/
Atravesar el portón de la Academia me trajo innumerables recuerdos… Varios poco gratos, como las peleas con las demás chicas, mis desilusiones de adolescente y los bochornos a causa de mi entonces recién descubierta fascinación por Erwin. Los que realmente valían la pena; relacionados a los mejores amigos que aún conservaba, Nana, Mike y bueno, Moblit, que alcanzó a cruzar levemente esa línea. Extrañé los estudios e incluso, las prácticas que me acercaron a Erwin.
Meditando lo mucho que había cambiado mi vida y la de todos los que juntos salimos de allí directo a la Brigada de Reconocimiento, pegué un brinco al oír el conocido vozarrón.
—¡Woah Hange! ¿Continúa soñando con atraer a los titanes? —el viejo instructor me ayudó a desmontar— Según las noticias que he tenido, parece que no malgasté la saliva gritándole durante los ejercicios.
—Le aseguro que puede sentirse orgulloso de ella —convino Erwin, que ya había descabalgado y se dedicaba a mirar la formación de los cadetes— ¿Arregló todo para que vengan hoy mismo a la Legión?
—Están listos —aseguró el oficial—, llevarán sus bártulos y algunos de los corceles que adquirimos para las prácticas. Buena suerte la del Cuerpo, de los diez primeros novatos, cuatro están bien dispuestos a volverse miembros. El resto, lo de siempre. Hay excelentes, regulares y pésimos.
—No importa, si por su voluntad han dado el paso, los acepto. Señor instructor, le presento a Levi. Recién ganó el cargo de capitán —intervino Erwin, poniendo la mano en el hombro del cuatro pulgadas—. Hubiera tenido usted un buen reto intentando disciplinarlo.
—¡Oe, Erwin! —saltó el enano, bastante ofendido— ¿Qué diablos…?
—Ya me doy cuenta —el oficial escupió a la hierba, sonriendo torvo—. Es bueno verlos de nuevo, siendo veteranos —hizo un gesto con el brazo para que lo siguiéramos—.
Qué nostalgia me produjo aquella alineación impecable y la juventud de los rostros y cuerpos que aún no conocían el horror de luchar contra los titanes. El instructor nos anunció a la tropa, cediéndole la palabra al comandante. Su discurso fue breve, revelando el motivo por el cual requeríamos de unos soldados con premura y les presentó a Levi. El cuatro pulgadas simulaba estar indiferente a cuanto allí acaecía, dedicándose a mirar los celajes.
—¡Ofrezcan sus corazones! —la voz de Erwin sonó como un latigazo para los reclutas. La tropa se había cuadrado en un instante, al escuchar la orden—. Haz lo que viniste a hacer, Levi.
—Tsk, siquiera conocen el saludo —miró de soslayo a un recluta, que cerraba el puño sobre el lado contrario del pecho— ¿Esta es la basura que se presentó?
—Lo que ahora denigras bien puede salvarte la vida —dijo calmo en un susurro mi comandante— ¿Qué esperas? Tú estás al mando, corrígelo.
El cadete ya había cambiado la posición del brazo con la velocidad de un resorte, pero su compañero de fila no perdió la oportunidad de chancear.
—Ni debería criticarte, si todos saben que el líder de grupo tiene el corazón a la derecha —murmuró, lanzando una risita apenas audible—, si es que lo tiene.
—¡Oe, tú, escoria! —el susodicho pegó un brinco al notar a Levi frente a él— ¡Dentro de cinco minutos, escalarás la muralla Sina y sin equipo!
—P-pero, señor… eso es imposible —tartamudeó el recluta, hecho un manojo de nervios.
—Si no te parece imposible que yo tenga el corazón del lado contrario al normal —Levi frunció el ceño, mirándolo con toda intención—, o esté vivo, aunque carezca de él; trepar la muralla con pies y manos entra perfectamente dentro de tu lógica.
—Bueno, al ser considerado el más fuerte de la humanidad —sonreí, encogiéndome de hombros—, es obvio que te vea recio como un titán. Y ellos carecen de órganos.
—¿Y de bolas, eh? —me respondió entrecerrando los ojos—. Muy bien, pues te quedas con él, para que lo disecciones o le enseñes anatomía.
El pobre chico tembló al oírlo, pero le guiñé un ojo y negué con el índice, asegurándole que no iba a tomarlo como sujeto experimental. Justo a la siniestra de aquel, una jovencita de cabello rubio cobrizo y grandes ojos ámbar, tornó su gesto serio en un rictus de diversión contenida. El mohín pasó de incógnito, que no para Levi, quien se le acercó a paso lento, cuadrándose frente a ella…, pero guardando la distancia. La chica había tragado en seco, pero supo devolverle la mirada. Realzó la postura, embistiéndolo con su firme inocencia.
—Soldado, no tiene que abrir tanto los ojos —masculló él y advertí que, oh milagro, deseaba reír bajo la visible muestra de ironía— ¿En qué pensaba?
—… —ella intentó no morderse los labios, la había pescado con la guardia baja— L-lo siento, señor Levi.
—¿Lo sientes? —el enano chasqueó la lengua— ¿También crees que tengo el corazón a la derecha?
—¡No! E-es decir, señor, jamás pensaría nada respecto a usted —se ruborizaba la jovencita, por más que tratara de evitarlo—…
—Mocosa, no acepto que los reclutas mientan —Levi se cruzó de brazos, frunciendo el entrecejo y juzgándola con la mirada—. Dime qué pasó por esa cabezota.
—… Una descarga de fusilería, señor —pareció que la temperatura de la chica se hubiese contenido en sus mejillas ¿Por qué siempre asociábamos al amor con las armas? En mi caso había sido una lanza, Nana que una hoja de acero endurecido, Lynne un cristal puntiagudo… Vaya panda de románticas tontas que éramos—.
—¡Ah! ¿Soñabas ir con los gendarmes, chiquilla? —Gruñó desdeñoso y tuve que aguantarme las carcajadas ¡El enano estaba más perdido que un caracol en un trigal! Me observó molesto por encima del hombro al oírme bufar. Yo me tragaba las ganas de reír. Tornó su atención a la pequeña joven— Qué mal para ti, si quedaste por debajo de los diez primeros. Creo que te vigilaré de cerca —pareció satisfecho con su idea— ¿Tu nombre?
—Petra Ral, señor… Y no quedé…
—Tsk, ¿qué clase de padres le pone un nombre tan rudo a su hija? Pe-tra…
—Ay de ti si se te mete en la bota —susurré, aun conteniendo la risa y di un ligero codazo a Erwin. Mi comandante pareció darse cuenta de lo que sucedía y abrió los ojos, inquiriéndome con la mirada.
—¿Crees que sea prudente…? —cuestionó.
—Algo me dice que no será un problema —le sonreí, divertida—. Excepto para él, claro está.
—Hanji, quiero evitar todo lo que pueda influir negativamente en su desarrollo como líder —dijo, arrugando el entrecejo y cruzó las manos a la espalda—. No es muy atinado favorecer tales…
—Erwin Smith, ¿he sido yo tu apoyo o una molestia? —Me alcé las gafas, para mirarlo directamente a los ojos—. Estoy viendo la misma imagen que dábamos nosotros cuando empezamos esta relación.
—Tú y yo somos distintos, comparar es absurdo —pareció escandalizado al oírme y agradecí que tomara nuestro vínculo como algo superior al noviazgo—, ¿quién garantiza que tal deslumbramiento no acabe peor que lo sucedido con Nifa?
—Podemos apostar, si quieres —sonreí, encogiéndome de hombros—. Voy a favor del enano.
Mi comandante iba a resistirse al desafío, justo entonces oímos que la joven Petra osaba levantar la voz por encima de lo establecido en el trato soldado a oficial.
—¡Fui la cuarta de los diez! —Recalcó, apretando sutilmente los puños— ¡Los mejores decidimos pertenecer a la Legión y no a la Gendarmería!
—Tch… ¿Así que disfrutas gritar, eh? —Levi chasqueó la lengua, mirándola torvo— Ya te disciplinaré una vez que ingreses al Cuerpo.
—Hanji… Esto huele mal y siquiera necesito ser Mike para darme cuenta de que no podremos frenarlo después —habló en un tono sosegado y grave—… Ni es el mismo caso, insisto.
—Ahí te doy la razón, a mí nadie me disciplina —le aseguré, muy divertida. Erwin me observó con expresión de "si yo fuera tú, no estaría tan segura"—. Bueno, mira, parece que nuestro pelo de tazón consiguió romper el hechizo y seguir adelante.
Señalé con un gesto de cabeza a Levi, quien se había detenido frente al recluta inmediato a la chica. Podía ser un jovencito, pero el rostro aparentaba más edad y su cabello lucía un gris prematuro. Desde que vio al enano acercarse, tuvo a bien pararse tieso como un poste.
—¡Auruo Bossard a sus órdenes! ¡Le aseguro que sólo tendrá que decirme una vez qué hacer y lo cumpliré al instante! —gritó desaforadamente— ¡Sí, señor! ¡Ordene y mande! ¡Estoy aquí para obedecer!
—¿Eh…? —a su apática inflexión, Levi añadió un gesto despreciativo que hubiese rivalizado con los de Keith Shadis. Ojeándolo de pies a cabeza, masculló un insulto por lo bajo y observé su maxilar tensarse— Tch, no me sirve un tipo con más lengua que pelotas. Un soldado que se muerde la lengua no es lo que yo considero alguien confiable —soltó, entrecerrando los ojos—. De fallarte las piernas y ponernos en riesgo, no sólo voy a expulsarte, sino que te usaré antes para limpiar el suelo. Quedas prevenido… Y tienes semiabierta la bragueta.
Reí con la última observación, a la par que el tal Auruo se componía presuroso.
—"No le gustará ser líder, pero su don de mando es obvio. De alguna forma Shadis presintió que, si no promovía a Levi en el instante que los nobles nos favorecieron, esa oportunidad iba a desaparecer apenas ocurriese algo que los molestara —pensé mientras lo contemplaba recorrer las filas y lanzarles hirientes amonestaciones a los jóvenes reclutas—. Es una suerte que lo haya decidido entonces; de lo contrario, seguiría como regular…, Erwin se hubiese visto forzado a perder tiempo solicitando el ascenso a los Altos Mandos y más tarde, a esperar una respuesta".
Era la clase de ideas que me gustaba discutir con mi comandante, pero no podía comentárselo en presencia del cuatro pulgadas.
—Erd Gin, tu franqueza es convincente —salí de mi reflexión al escuchar el tono conforme de Levi. Esa vez se trataba de un joven de cabello blondo, recogido en una coleta peculiar. No era de físico regio y sí de carácter más bien sencillo, pero me resultó muy agradable. Suficiente para que el enano usara su mordacidad conmigo; molestándose en ir hasta donde me hallaba, unos pasos más atrás, y masculló petulante— ¿Qué tanto miras, cuatro ojos? ¿Falta un rubio en tu escuadra?
—No está incluido entre tus nuevas obligaciones que me celes —devolví grave, considerando quién estaba a mi lado. Él debía entender que por muy ilegítima que fuese nuestra unión, yo la consideraba oficial y honraba a Erwin— ¿Qué tal si continúas tus interrogatorios en el cuartel?
—Hanji tiene razón, Levi —precisó mi comandante, cruzando sus manos a la espalda, recta la compostura—. Hay que llevarlos y proceder como hacemos con todos los reclutas, no lo demores más de lo necesario.
—Tch. Sí, señor —dijo el enano, apretando los dientes y se dirigió hacia el grupo.
Sonreí ante su respuesta formal a Erwin. Quizás fuera todavía un poco rebelde, pero estaba consciente del respeto a los superiores. El que no pudiese contener siempre la lengua y su necesidad de soltar mordacidades, era lo que le acercaba a mí por empatía.
Incitó a los chicos a romper la formación e ir por sus cosas, y después de verlos caminar en dirección a las barracas, Levi retornó junto a nosotros.
—Listo, descubrí lealtad, ambición, confianza y astucia —masculló, convencido de los atributos que debían poseer los miembros de su tropa—. Son los ingredientes que requiere cualquier grupo de…
—Pelo de tazón, "¿ingredientes?" —mi risa incontenible provocó que cerrara los puños, molesto—. El canibalismo está prohibido en la Brigada, ¿prepararás soldados o una sopa?
—¡Oe, Erwin! Cállala o tendrás un escobajo por mano derecha —se adelantó amenazador e hizo un ademán de agarrarme el cabello, pero lo esquivé—. Solo espera que pueda echar mano de esa pelambre desgreñada…
—Ni parándote de puntillas me llegas al moño —seguí riendo, para su mal humor, y Erwin tuvo a bien intervenir.
—Nada de juegos —el instructor ya nos traía las cabalgaduras y mi comandante subió al corcel, dispuesto a salir de allí. Hice lo mismo, acomodándome en la silla de Tommy—. Hanji, organiza a los nuevos cuando estén listos y fórmalos para el regreso. Levi, echa un vistazo a sus caballos antes de salir, no quiero a ninguno retrasado cuando estemos en plena marcha. Será tu escuadrón, así que llámalo como gustes; pero que sea un nombre acorde a sus funciones.
—¿Eh? —hizo una mueca, observándolo desde abajo, para después encogerse de hombros— ¿A qué romperse la cabeza? ¿No es más fácil nombrarla "Unidad de Levi"?
—Comprendo, mejor que te ayude —suspiró Erwin, asiendo las riendas—. Escuadrón de Operaciones Especiales.
El enano le devolvió un mohín de total descontento.
—Lo de "Operaciones Especiales", me suena a la mierda que hace la cuatro ojos —dijo, aferrando las bridas de su corcel y de un salto, ya estaba sobre la montura— ¿Vamos acaso a destripar titanes?
—Gústate o no, así va a llamarse, pelo de tazón —le impuse—. Respeta a tu superior. Acuérdate de que a partir de hoy te convertirás en un ejemplo a seguir por los tuyos.
