Donde se cruzan los caminos
La vuelta careció de situaciones alarmantes o problemáticas, muy al contrario, lo pacífico de la marcha me permitió ir calando la personalidad de los nuevos miembros de la Legión, y supe de inmediato que al cuatro pulgadas le costaría lo suyo ponerlos a la altura de lo que requeríamos. Cabalgando tras de mí, Levi de vez en vez observaba muy furtivamente el paso de la joven Petra, frunciendo el ceño al verla conversar animadamente con Auruo.
—Lo dicho, ese tipo moverá la lengua más que las espadas. Tsk, voy a cortársela cuando tenga la oportunidad —el enano parecía estarse cargando igual que una nube de tormenta…, a punto de soltar los rayos— ¡Eh, tú! ¡Procura manejar las hojas como lo haces con ese apéndice!
—¡Con todo respeto, señor, Auruo es muy bueno usando el equipo de maniobras! —quiso interceder la muchacha— ¡Le aseguro que será provechoso tenerlo en su escuadra!
—¡Petra, no necesito que una mujer me defienda! —Repuso el aludido, y dando un respingo, se mordió la lengua— ¡Ni me casaré contigo sólo porque intervengas por mí!
—Oe, oe, cállense ¿Qué historia es esa? Para empezar, ya ni tienen derecho a la comida ¿Sus compañeros va parloteando? No, todos atienden al camino —La expresión de Levi era una mezcla de hosquedad e ironía. Miró a la chica de soslayo primero, volviendo a centrar su empeño de caer mal en el muchacho—. Tsk, casarse… Par de mocosos. Es más fácil que un titán se los coma y no que terminen en una capilla —empezaba a elevar la voz, irritado— ¿Qué piensan que es el ejército? ¡No habrá tiempo ni sitio para esas tonterías dentro de la Legión!
—Ya lo escuchaste, Erwin —le susurré, a punto de lanzar la carcajada—. Recuérdaselo apenas empiece a buscarlos.
—Tú los tendrás más cerca —dijo con tono velado—. Si pretendes apoyar su causa, mejor que no hagan algo que arriesgue la supervivencia de la Legión o —me observó severo— puedo asegurarte que vas a estar incluida en el castigo.
—Asumiré la responsabilidad, no te preocupes —sonreí, dándole unas palmaditas a Tommy para que acelerara el paso—. Voy a cuidar de que la situación no se desmadre.
—¡¿Eh, qué significa eso?! —La exclamación de Levi rompió nuestro intercambio, miré por encima del hombro y percibí que uno de los nuevos había caído del caballo. El capitán observó de reojo la escena y pasando de largo, dispuso muy calmo— Déjenlo tirado y sigan. Nadie va a detener la marcha por un idiota que ni sabe cabalgar sin resbalarse.
La voz del enano fue la única que se oyó durante la trayectoria, recriminando a los futuros miembros de su grupo a causa de algunas tonterías. Auruo se llevó gran parte de las reprimendas y siquiera Gunther pudo escapar a los reproches. Sonreí pensando que todos iniciábamos así, más que menos, la difícil tarea del liderazgo. Después las observaciones menguaban hasta volverse órdenes muy precisas y los hombres dispuestos, bien preparados. Oficial y subalternos conseguían familiarizarse a tal punto que bastaba una mínima señal para saber qué objetivo se perseguiría.
Llegamos al cuartel a la hora de la comida y Erwin nos compensó permitiéndonos ración doble. La mesa de los superiores contaba con una silla de más, que ocupó el flamante capitán, enfurruñado al escucharnos aplaudir una vez que puso la bandeja en la superficie de madera.
—¡Muy bien, Levi! ¡Has crecido y ha crecido tu nombre! —reí, propinándole un manotazo afectuoso— Ya puedes sentarte con los adultos.
—Tengan paz mientras comen —intervino Erwin, frunciendo el ceño—… Hange, devuélvele el pan.
—Ojalá te atragantes —me soltó el cuatro pulgadas, e hizo un gesto de repugnancia cuando quise dárselo—. No, ahora te lo comes…, vaya a saber donde pusiste esas manos.
Ví a Mike alzar las cejas y abrir los ojos, Nana siguió atenta a su plato, mientras Klaus sonría divertido. Erwin por supuesto, hizo como que ni lo había escuchado y finalizando su ración, dejó el panecillo que le tocaba junto a mi bandeja. Me contuve de agradecerle al percibir la mirada insidiosa del enano.
—Levi, tienes muchas cosas de las que ocuparte —dijo nuestro común superior, evitando cualquier intercambio posterior entre los dos—. Sugiero que vayas organizando a tus subalternos, una vez que terminen de comer. No aguardes por nosotros, permiso concedido.
—Tsk, sí señor —masculló el cuatro pulgadas, obediente. Había que reconocer que, luego de jurarle fidelidad a la Legión, era todo un ejemplo de soldado. Incorporándose, recogió su plato y el jarro, para dirigirse hacia quienes fregaban los efectos esa tarde. Minutos después lo escuché incitar a los chicos, ordenándoles que acabaran la ración.
Vi a Nifa entrar al comedor, agitada, mirando insistente hacia el sitio donde nos hallábamos. Se detuvo por un segundo a tomar aire y relentizó el paso, encaminándose hasta la mesa.
—Bueno, la fiel mensajera llegó en el momento preciso —Erwin me sonrió, complacido—. Espero que el generalísimo Zackly haya aprobado la nueva estructura.
—Sí, al parecer todo va saliendo bien —le devolví la sonrisa, pero agregué con tono malicioso—. Y trae un recado que no dirá hasta que se reúna a solas contigo.
—Eres una excelente observadora; es la respuesta a mi segunda petición —asintió, enigmático—. Altamente confidencial.
Mike volvió a mirarlo inquisitivo, husmeando curioso. Advertí cómo Nana le propinaba un leve codazo.
—Buen provecho —dijo Nifa, saludándonos y Erwin la instó a abandonar la formalidad militar al dirigirse a él—. Comandante…
—Recibiré las noticias en el estudio —fue su respuesta inmediata—. Si me lo permiten, es un placer compartir con ustedes…, pero ahora la obligación llama.
Observé como ambos se retiraban, conversando de algo ajeno a las cuestiones del ejército.
—¿Qué piensan que sea? —preguntó Klaus, tan intrigado como nosotros.
—Olvídalo —Nana le restó importancia, segura de que pronto nos enteraríamos—. Posiblemente una exigencia especial a los Altos Mandos, para ver hasta dónde llega su habilidad intimidatoria.
—"Intimidar" es una palabra muy fuerte, Nana —gruñó Mike, defendiendo a su amigo y superior.
—Tan sencillo como que se trata de una lucha de poderes —aventuré, encogiéndome de hombros—. Nanaba está clara; o los retamos, demostrándoles que la Legión no es tan manejable como un paño de limpiar mesas, o les permitimos creer que pueden chantajearnos a gusto. Erwin sabe cuándo pisar fuerte.
—Hanji, estaremos revisando los equipos del cobertizo y alistándolos para que ya estén organizados —dijo Nana, poniendo fin al debate y acto seguido, abandonó su puesto. Mike hizo lo mismo— ¿Vas a tu laboratorio?
—Quiero desempolvar las armas de captura. Debo ponerlas a tono, si pretendo llevarme unos ejemplares de titán cuando salgamos de exploración —me sacudí las migajas de las manos, para luego incorporarme—. Ahora que pululan a gusto dentro de los límites del primer muro, lo más lógico será que mi grupo retome las investigaciones.
—Hmph —rezongó Mike por toda respuesta, volviendo las sillas a su lugar y asió mi bandeja y la de Nanaba, dejando que Klaus se las entendiera con la suya.
—¿Todavía insistiendo en atrapar titanes? —me soltó el último, huraño— Difícilmente lo aprueben.
—No importa, seguiré presionando hasta que acaben de darle importancia a mi demanda —volviéndome, traté de avanzar hasta la salida, justo entonces un par de reclutas decidió liarse a piñazos frente a mí. Quise intervenir, pero en un segundo, ya estaba Levi pateándolos e imponiendo el orden. Le sonreí, aprobatoria, mientras pasaba por encima de los dos cuerpos caídos. Algunas cosas jamás cambiarían—. Permiso.
Anduve los pasajes, rumbo a mi laboratorio, preguntándome los motivos por los cuales Erwin había decidido callarse una solicitud a los de arriba. Normalmente, me confiaba sus disposiciones, aún las más descabelladas… A la sazón, lo vi junto a la puerta del recinto, aguardándome. La luz de las antorchas le daba un aspecto regio, soberbio en toda la extensión de la palabra. Suspiré, lidiando con la curiosidad… ¿Qué se traía?
—Hanji, ¿y esa expresión tan suspicaz? —me sonrió, cuando estuve frente a él. Llevaba consigo una caja, semioculta bajo la capa, y en el puño de la mano contraria, un rollo lacrado. Alcé la cabeza, observándolo a conciencia, para descubrir que sin dudas había vencido algún debate personal contra los Altos Mandos.
—"¡Condenado Erwin! No pararás hasta que te ahorquen… Dime que al menos conseguiste un permiso de captura o…" —volví mi atención hacia el cerrojo de la puerta, insertando la llave. Intenté girarla, pero se resistió— ¡Endemoniada cerradura!
Fingiéndose muy sorprendido por mi lenguaje, alzó las cejas.
—¿Ocurre algo? —bastó que lo mirase de reojo para silenciarlo, y que resolviera entendérselas él con la puerta. Su bendita paciencia logró que la llave completara los giros— Después de ti, Hanji. Las damas primero, máxime si están ansiosas…
—¿Quién, yo? ¡Seguramente la puerta de tu recámara no te da esos dolores de cabeza! Tengo que pedirle a Moblit que la engrase —contesté, adentrándome al sitio para encender los candelabros—… Bueno, si viniste a tratar un asunto de la Brigada, soy toda oídos.
Al volverme, ya se había sentado en el diván, con su postura de codos sobre los muslos y las manos bajo el mentón. Tanto la misteriosa caja como el pergamino quedaron a mi vista, sobre la mesa adjunta. Me observó entre curioso y risueño.
—¿Debo pensar que toda esa inquietud, es porque no te consulté? Lamento mucho haberte preocupado, Hanji —su parte bribona, que nadie más conocía, llegaba a mortificarme a veces.
—Erwin, eres el comandante. No voy a pedirte razones de cuanto decidas hacer sin consejos previos —intenté oírme natural, pero mi orgullo se rebeló por más que pretendí retenerlo. Cruzándome de brazos, me recosté a la camilla—. Lo que fuese, terminarías informándolo tarde o temprano a tus oficiales, de considerarlo necesario.
—¿Sabes que cuando quieres una explicación, frunces ligeramente el ceño, tus mejillas se acaloran y te humedeces los labios, mordiéndolos después? Justo como ahora —por lo visto, estaba decidido a fastidiarme; y yo no quería lucir tan evidente a sus ojos. Abandonó la postura, echándose atrás en el diván para luego palmear el espacio vacío a su lado—. Ven, siéntate.
No le obedecí de inmediato, demorando en ocuparlo. Una vez junto a él, volvió a inclinarse hacia la mesa y tomó la caja, depositándola sobre mis muslos.
—¿Huh? —alcé el rostro, al distinguir encima de la pequeña cerradura el emblema de los Altos Mandos— ¿E-es lo que creo que es?
—Lee el pergamino —dijo, tendiéndome el rollo de papel, ahora con el sello hacia arriba y pude reconocer la procedencia—, de otra manera, seguirás demorando el beso.
—¿Quién dice que voy a —lo miré de soslayo, arrebatándoselo, y rompí el lacre para leer, ávida de noticias—…? Rayos, comandante —bajando el pergamino, quise observarlo directo a los ojos y evidenciarle mi dicha—… Gracias.
—"Comandante". "Gracias" ¿Y mi beso? —reclamó, alzando las cejas; su visible estupor me hizo reír— ¿Siquiera una caricia? Llevo tiempo insistiendo por este permiso. Esperaba que te mostraras más efusiva.
—¿Más efusiva, huh? Sé muy bien lo que desea el comandante y mejor que por ahora no insista —debí levantarme las gafas para secar mis lágrimas. Aguantando las carcajadas, extendí la mano— ¿Serías tan amable de proporcionarme la llave del cofre? Quiero ver la cantidad de acero que me concedieron.
—A sugerencia del propio Zackly, evité involucrarte al pedirlo —quedó mirándome serio; y al depositar en mi palma el objeto, bajó la voz a un tono íntimo—. Lo sabe todo, Hanji. Encubrió lo nuestro, porque le hablé sinceramente... Incluso le divierte imaginar que me llamas "titán meloso" a escondidas.
—¿"Titán meloso"? —aquello sí que me resultaba divertido. Nunca le había puesto a Erwin uno de esos graciosos motes— Ah, tanto Pixis como él son unos bonachones depravados.… Uhm, me lo pensaré.
—No lo dirás en serio.
—Apuesta a que sí, mi "titán meloso" ¿Por qué habría de molestarte? Una vez fuiste mi "titán hambriento", ¿no recuerdas? —sonreí mientras abría la caja. El pequeño lingote fulguró a la luz de los candelabros; un simple trozo de metal que nos permitiría mejorar e incluso a veces, salvarles la vida a las reclutas, expuestas a riesgos por causa de embarazos malogrados u otras prácticas— En aquel momento, usaba las hierbas a escondidas y ahora puedo beneficiar a las chicas que lo necesiten, sin temor a que los puritanos me vean como un peligro ¡Yahooooooiiiiii!
—Supiste demostrarle a esos retrógrados, que lejos de estar pactando con el diablo, únicamente pretendes asegurar la existencia de las mujeres que son miembros del Cuerpo. Agregué a mi solicitud, toda la explicación científica que escribiste al respecto —aguardó a que cerrase de nuevo la caja, para colocar una mano sobre la mía. Recibí la cálida lisonja de su tacto con la enorme felicidad de saberlo mi cómplice, juntos dábamos un importante paso en aquel mundo todavía medievalizado—. No supongas tampoco que los Altos Mandos accedieron pensando de modo altruista, les conviene mantener a nuestras jóvenes sanas hasta que caigan dentro de las fauces de un titán.
—Claro, ahora que se pasean dentro de la muralla, resuelven que la Legión tenga más gente; no importa el género, dispuesta a limpiar el territorio —era más que obvio; y yo aún albergaba mis dudas acerca de las reacciones internas que provocaría el uso del invento. Puse la caja sobre la mesita, inquiriendo su punto de vista— ¿Qué pensarán los varones de la tropa, no acostumbrados a la idea de la anticoncepción?
—Así como todo evoluciona, de igual forma la Brigada de Reconocimiento deberá cambiar para bien —dijo él, muy seguro, y volviéndose ligeramente, observó las armas que dormían bajo sus lonas—… Y conociéndote, sospecho que te preparas de nuevo para cazar titanes vivos.
—¡Oye, por supuesto! Es el objetivo primario del Cuerpo, entender su naturaleza ¡Tú mismo lo has dicho, necesitamos progresar o quedaremos al campo! Bastante se han retrasado las investigaciones, pero la nueva situación ofrece la oportunidad…
—Lo siento, Hanji, no puedo aprobarlo. Comprende que tratamos de renacer de las cenizas. Aguarda un poco.
—Si tuvieras que darles frente a las familias que pierden a los suyos en las fauces de los titanes, consentirías —observándolo incisiva, me incorporé con los puños crispados—… Sí, los ves reclamando a toda voz, al regreso de otra expedición fallida. Te aseguro que no es lo mismo sentarse con ellos y explicarles que todo sigue igual, que somos tan ignorantes como lo eramos al principio de crearse mi escuadra… Justamente la encargada de buscarle una explicación a este asunto.
—Cometes un error al tomarlo como algo personal. Recibes órdenes de los superiores, quienes determinan lo que es mejor para la tropa. Entiendo tu ansia de ver alguna luz iluminando el caos —manifestó, levantándose para enfrentarme con su postura calma y firme—, pero el cuarto escuadrón opera junto a los demás. La Brigada necesita más que nunca fortalecer sus grupos; una vez recuperado el ejército, hallaremos la manera de atrapar algún titán sin que perezcamos todos en el intento.
—Sí, claro. Esperas que uno me trague cuando salgamos y así librarte de mi letanía…
—Hanji, por Sina. Voy a deducir que no estás pensando lógicamente, de seguro porque apenas has dormido —suspiró él, concluyendo que disputar ese tema conmigo era inútil—. Y lo siento, no podrás irte a la cama hasta que termine la reunión.
—¡Atcha, lo había olvidado por completo! —dije, llevándome la mano a la frente; sin poder evitarlo, bostecé— Quería desempolvar las armas y después caer en el lecho, supongo que lo merezco.
—Pues ¡despierte, líder de escuadrón Hange Zoë! —sentí el voluptuoso y picante ardor de la nalgada escocerme sin piedad, haciéndome brincar—. Ya es hora de ir a la plazoleta.
—Bonito método emplea el comandante para garantizar mi asistencia —lo miré de soslayo, retadora—. Solo espero que permanezca en el cuaderno personal de correctivos y no lo generalice.
—Le aseguro que se trata de una atención individualizada. Camine, teniente —dijo, indicándome la puerta con el brazo. Ambos aguantamos las ganas de reír ante un formalismo que solo utilizábamos para bromear o cuando el ambiente oficial lo requería—. Un minuto, Hanji… Es mejor que pongas la caja a buen recaudo. Sería nefasto que alguien robara el acero.
Asentí, volviendo sobre mis pasos y anduve hasta el escritorio. Abrí la única gaveta con cerradura y dado el poco espacio, tuve que sacar el cofre de las hierbas y sustituirlo por la caja.
—La primera vez que te vi manipulando esas hojas, estaba lejos de imaginarme sus propiedades —sonrió Erwin, rememorando su ingenuidad—. Creí que Nanaba y tú buscaban emborracharse con té, porque se bebían jarras completas. Qué interesante conocer algunos secretos de las mujeres.
—Infiero que Marie nunca probó algo parecido…
—No, que yo supiera —lo aprecié incómodo al volver atrás en el tiempo—. Hanji, por Sina, éramos unos chiquillos y los prejuicios imponen reglas funestas. Las jóvenes con status social medio o elevado vagamente conocen de tales cosas.
—Y los hombres apenas toman precauciones, solo piensan en el placer que les deparará el acto —dije, a la par que adecuaba la caja dentro del compartimiento, organizando los objetos a su alrededor. Luego de cerrarlo, miré a Erwin por encima del hombro—. Si conocen del asunto, pueden ayudarlas. Empero, jamás preguntan ¿estás cuidándote de posibles embarazos? ¿bebiste un contraceptivo?
—Entiendo, pero ni yo mismo recordaría tal palabra viéndote muy dispuesta…; ese anillo novedoso es de agradecer —fue tan plácidamente sincero, que me rendí al posterior abrazo—. Perdona el egoísmo de un hombre fascinado.
—Sé que ha sido muy difícil. Pese a todo, superamos los errores, y de corazón te agradezco el apoyo. Por Mitras, debo cuidarte, porque ningún otro hará lo que tú… —le acaricié la mejilla, y con una fogosidad irreprimible punzándome adentro, me alcé de puntas, asiéndome a su nuca y dejando mi ánima en el beso.
/
Regresábamos a la plazoleta, como tantas ocasiones anteriores. Sin embargo, la confianza en el nuevo liderazgo, hizo que la maltrecha Legión de Reconocimiento luciera vivificada. El murmulleteo de los reclutas añadió un aura de lozanía y esperanza al ejército veterano, acrecentando su optimismo. Desde mi puesto, contemplé a un serio Mike, siempre atento; al resto de los sobrevivientes que lucharían hasta el último resuello, a un Levi que había visto madurar como soldado, convirtiéndose en magnífico guerrero y capitán, al frente de su grupo de novatos.
Un silencio de muerte precedía siempre a los discursos y arengas del comandante Erwin Smith, cual signo de probada mortalidad. Quizás pareciese inquebrantable, pero más allá de su fime carácter, dotes militares increíbles y notorio coraje, no dejaba de ser un hombre. Sacudida por la premonición de que tarde o temprano lo perdería, reprimí un sollozo. Bendita suerte la nuestra, si lográbamos salir juntos de este mundo. Escuché su voz, tan confiada y serena, capaz de arrastrarnos a todos al mayor sacrificio con una sonrisa en los labios.
—La mayoría de ustedes me conoce y hemos compartido al menos una batalla. Se nos unieron además varios noveles, a los que ya me presenté y que, por disposición del anterior comandante, van a conformar una escuadra bajo las órdenes de Levi —dijo, mirando a todos y cada uno de los allí presentes—. Quiero asegurarles que mi empeño de servir a la humanidad, lejos de entibiarse por las consecutivas derrotas, se fortalece al verlos tan resueltos a morir por ella ¡Una vez más, entregaremos nuestros corazones a la causa!
La respuesta positiva y unánime hizo estremecer el sitio, en armonía con el sonido enérgico de los puños golpeando sobre el pecho.
—Comprendo que, debido a específicas razones, el anterior comandante hiciera determinados cambios a los grupos —abordó prudente las ordenanzas de su antecesor—. Entre estos, la creación de uno compuesto únicamente por las féminas pertenecientes a la Brigada. Cumplió su objetivo y me parece justo reconocerlo, pero en la Legión debemos mantener la equidad como un principio moral. Significa que regresará el viejo sistema de formaciones mixtas —aclaró, rotundo—. Les reitero, señores, que debemos honrar y respetar a las mujeres cuando marchen a nuestro lado, sintiéndonos agradecidos con su presencia…
No conseguí evitar una sonrisa, Erwin sin dudas marcaba pautas desde su inicio como superior.
—Corresponde glorificar a los compañeros que ofrecieron su vida por la justa causa de liberar a la humanidad del azote de los titanes. Les pido que, al salir fuera de estos muros, lleven con ustedes el recuerdo de sus valerosas acciones, permitiéndoles un lugar en el corazón. Los veteranos, cuenten a los más jóvenes de tales hazañas y cuanto rememoren de aquellos miembros que alcanzaron la paz eterna. No permitan que sean olvidados.
El sepulcral mutismo volvió a evidenciarse ante las palabras del comandante; la pérdida de los amigos no era un tema fácil de digerir, y golpeaba de tal forma, que preferíamos obligarnos a buscar en la resignación una justificante para sobrellevarlo.
—Sin más, les doy a conocer la estructura del Cuerpo: El primer grupo, a cargo del reconocimiento y exploración, seguirá bajo las órdenes de Mike Zacharius, Nanaba como sublíder.
Noté la sonrisa furtiva del aludido cuando Erwin le concedió la posibilidad de seguir cuidando a su Nana.
—Klaus se va a mantener como líder de la segunda escuadra, siendo Marlene su mano derecha y Dirk asumirá la guía de la tercera, con Ness de subalterno inmediato. El cuarto escuadrón, consagrado a las investigaciones, debe continuar su trabajo siguiendo las órdenes de sus habituales superior Hange Zoë y sublíder Moblit Berner —hizo una breve pausa, como si deseara hacernos interiorizar cuanto había dicho y siguió—. Los Altos Mandos establecen que un comandante siempre tendrá su relevo por defecto, para que no existan dudas a la hora de trasferir el cargo. Ratifico que el teniente Mike Zacharius, de la primera escuadra, es mi sucesor en la cadena de mando. Así como le seguiría en orden la teniente Hange Zoë…
—¿¡Eh, yo?! —no callé mi desconcierto al oír que alguien evocaba mi nombre. Comprendí que me había dormido en el sitio y repentinamente, salté por inercia, suscitando la risa de toda la Brigada—. Ah, pues sí, claro.
—Y ella, que siempre da el ejemplo en cuanto a disciplina, sabe que acaba de faltar al reglamento e irá derecho a servir la comida a los oficiales por tres días —me observó, inflexible, apenas unos segundos. Inmediatamente siguió con su discurso—. Antes de referirme al último grupo, recién conformado por estos flamantes reclutas, es mi deber aclarar el rango de Levi. Todos saben de su ascenso a líder; sin embargo, conforme a lo negociado por Keith Shadis con los Altos Mandos, apenas ocurriese el cambio de comandante, Levi ocuparía el puesto de capitán.
Un murmullo de aprobación se levantó, pese al adiestramiento militar, que ordenaba silencio mientras hubiese un oficial hablando. Erwin no hizo por acallarlo, permitiendo que los soldados exteriorizaran así su beneplácito ante la decisión.
—Se obró lógicamente, pensando en su notoria destreza como luchador y aumentar la posibilidad de supervivencia de los miembros del Cuerpo. El cargo no lo eximirá de dirigir una escuadra —precisó mi comandante, mirándolo inquisitivo—; pero visto que aún desconocemos las capacidades de los noveles, él mismo decidirá cuál va a operar como sublíder. Quien sea elegido, espero comprenda la enorme obligación que semejante rango entraña.
—Erd Gin.
Siquiera vaciló al decirlo. Un buen capitán jamás cometería la torpeza de poner a una inexperta y joven Petra de subalterna inmediata, por más que le atrajera; si contaba con aquel chico serio, centrado. Buena elección, a mi criterio; el mismo Erd Gin se las ingenió más tarde para sobresalir y demostrar que era digno de la confianza otorgada.
—Muy bien. Hemos dicho todo respecto a la estructura de la Brigada, los reclutas necesitan leer cuidadosamente la normativa de nuestra división. Quiero señalar dos puntos específicos que serán válidos para la tropa en general —aseveró—. Primero, el robo de alimentos almacenados se castigará duramente. Segundo, no me opondré a las relaciones consensuales, siempre y cuando sean juiciosas, maduras y sin exageradas muestras públicas. Quedan exentos, por obvias razones, los militares de mayor rango que no posean una dispensa —hizo una leve pausa, observando posibles renuencias solapadas que fueran contra sus planes; al no hallar ninguna, continuó—. Algo importante; las féminas deberán informar a la líder Hange Zoë de cualquier eventualidad que tengan con su salud, para garantizarles las atenciones que requieran. Los caballeros, pueden ver a los sanitarios que pondremos a disposición del Cuerpo. Hablo de situaciones que se den fuera del entorno de combate…
Abrí los ojos, aquello no lo esperaba y fue la sorpresa más grata que recibí de mi estrenado comandante. El problema de las gestaciones ya era una causa común, lo habíamos conversado…, pero que lo dijera públicamente sin reticencia me demostró su madurez y seguridad.
—Les cedo la palabra, ¿tiene alguno de ustedes algo que añadir? ¿Quejas, dudas, propuestas? —había inquirido, sin obtener más que silencio por toda respuesta— ¿Nadie…? —aún insistió— ¡Rompan filas! ¡Ningún soldado abandonará el cuartel bajo pena de una sanción! ¡Esperen instrucciones! —Erwin dio por concluida su primera disertación y abandonó la estructura de madera, uniéndose a sus oficiales— Mike y Nanaba, ustedes vienen conmigo ¡Levi, mañana comienza a enlistar tu escuadra! Hange, descansa esta noche, quedarás a cargo de observar el entrenamiento de los nuevos.
—Tsk, el comandante sigue castigándome con tu presencia —dijo el enano, cruzándose de brazos muy ceñudo—. Tal parece que se le ha metido entre las cejas hacernos inseparables a la fuerza.
—¡Oh, pues yo no tengo problemas! —reí, encogiéndome de hombros— Es más, apoyaré su pretensión. Dí lo que te de la gana; que los soldados sean conscientes, den la vida por ti y vayan donde les ordenes, a pesar del panorama que se les muestre delante, es una labor que requiere severidad pero también paciencia. Una vez segura de que puedes llevar tú solo las riendas, le diré a Erwin y quedarás libre de mí.
—Cállate, cegata. Mejor ocúpate de aparecer mañana sin lagañas y oliendo a jabón —maculló, agobiado ante la idea de que lo supervisara—. La primera clase irá sobre la higiene personal y del cuartel. No quiero que después me cuestionen por qué algunos superiores incumplen algo tan básico.
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Puesto que mi escuadra ya sabía perfectamente lo que hacer; Keiji y Abel se dedicarían a construir nuevas armas, dando prioridad a las pistolas de señales, Nifa junto con Nanaba empezarían a preparar a los sanitarios, dejé por el momento las cosas al mando de Moblit, para dirigirme al campo de entrenamiento y cumplir la misión encomendada por Erwin. Supuse que al enano le daría gusto verme limpia...
—No te lavaste el cabello, Cuatro Ojos —me recibió, dedicándome una mirada de soslayo—. Eso también forma parte del cuerpo. Mantente lejos de mí. Detestaría que me saltaran tus piojos.
—Si vuelves a tacharme de piojosa, te aplicaré un castigo según la normativa —tuve que ponerme seria y le dije muy digna—. Recuerda que estoy aquí para darte una mano enseñándole a los reclutas cómo funciona la cadena de mando... No convendría que te perdieran el respeto desde el inicio.
—Tsk, dudo que lo hagan. Apenas hemos cruzado tres palabras y ya saben a qué atenerse. Conmigo no hay juego —dijo, muy seguro de su capacidad para intimidar—, los retretes de los novatos hoy amanecieron relucientes.
—¿Uno de tus chicos vomitó la comida, si mal no recuerdo? Quizás estuviese mal del estómago. Debiste mandarlo a verme, siempre te precipitas. El correctivo se aplica luego de…
—Cegata, si no aguantan una mala ración, tampoco resistirán las privaciones a las que nos exponemos con cada salida —hablábamos según íbamos caminando, rumbo al campo—. Mi escuadra comerá hasta clavos, de ser necesario. Sudarán la rutina hasta caer a tierra sin poder levantarse, de tanto ejercicio. Ahora, la capacidad de tomar decisiones no es algo que se aprenda solo entre cuatro paredes.
—Levi, ¿piensas llevarlos de exploración? Nunca hemos sacado a los reclutas tan de inmediato.
—Erwin quiere soldados élite, no un grupo de gallinas cloqueando ante el primer conflicto que se presente. Conseguir eso aquí dentro será imposible —detuvo sus pasos y yo los míos. Volviéndose, me contempló tan serio, que advertí cuan responsable se sentía—, hace falta un radio de acción más grande y real. Estoy seguro de que podrás ayudarme a convencerlo de otorgar ese permiso.
—¿¡Quién, yo?! —de repente, me puso nerviosa— Propónselo a Mike y discute con él todos los pormenores, antes de presentarlo al comandante. No es el primer teniente por gusto; y te aseguro de que, si está bien elaborado el proyecto, Erwin lo aprobará.
—Hange, como bien dijiste, no existe precedente de sacar a los reclutas y exponerlos a una posible matanza —que me tratara por el nombre ya hizo la diferencia; Levi se había tornado lúgubre—. Sabes lo que odio esto, pero si quiero un resultado por encima del promedio, es la manera. El bigotón se negará; el mismo Erwin se lo va a cuestionar, porque además, los de Arriba le pedirán una buena justificación.
—La única forma sería ver la ruta de la cabalgata pasada, estudiarnos los informes y plantear una incursión pequeña. Tendrás que asegurarle tu vuelta con la casi totalidad de subordinados —analicé por encima, suspirando—. Logro imposible de garantizar.
—Tsk, justo lo que hablamos… Eres la única que ante una locura parecida, no la tacha de plano, sino que te molestas en buscarle solución —reconoció, mirándome torvo y finalmente, dijo lo que tenía atragantado—. Hazle más fácil el trabajo a Erwin, presentándole la idea completa…, no sirvo para el papeleo. Yo me encargaré de la supervivencia.
—Supongo que puedo intentarlo, pero te advierto que ya objetó mi proyecto de captura, debido al riesgo —le respondí, encogiéndome de hombros.
—Hay una gran diferencia. Aquí se trata de aventurarnos poco y obtener hombres competentes, que lleguen a veteranos —como Zacharius, el enano se tornaba muy locuaz cuando le convenía—. Si los trayectos son reducidos y no se producen bajas, podemos repetirlos e incluso limpiar de titanes algunas áreas.
—¿Uh? Así ni los Altos Mandos se opondrían —llevé por un instante el puño al mentón, pensativa y sonreí—. De acuerdo, te voy a secundar. A cambio, gústate o no, involucraremos a Mike, sería una violación de autoridad e injusto de mi parte si obvio su derecho de rango.
—Estás malinterpretándome, solo te dije que me liberaras de explicárselo yo —masculló huraño y continuamos la marcha.
—Levi, esta vez organizaré las cosas por ti. Sin embargo, es imprescindible que ganes confianza y sepas relacionarte con los superiores. Así como tus subalternos van a probarse en la zona de peligro, debes lanzarte sin miedo cuando vayas a soltarles tus planes —le dije, aminorando las zancadas para ir a su paso—. No eres de los que se aguantan las cosas, esto es lo mismo, solo que con el respeto de por medio.
—Si Erwin se muestra complicado, puedes endulzarlo haciendo uso de su palabra favorita: apuesta. Dile que apostamos por una buena razón.
—¡¿Endulzarlo?!
—Silencio, Cuatro Ojos. Hablaremos después, el grupo ya está formado —y sí, comprobé por la rectitud de las filas, que Levi era capaz de poner en firme a todo un gallinero, y lograr que los pollos hicieran a la perfección el saludo.
Aunque no le quité el ojo a las evoluciones del enano y sus reclutas, pasé buena parte del tiempo recreando en mi mente la operación que había sugerido. Quizás Moblit podía elaborarme un mapa del área que recorrieron fuera de Trost, donde tuviéramos cierta ventaja… Entre una y otra práctica, saqué mis conclusiones de que trabajando con rigor las deficiencias de algunos y puliendo aún más la disciplina, no sería tan descabellado armar una batida.
Cinco días más tarde, ya poseía una imagen clara de lo que haríamos y después de acordar los detalles, Levi me deseó buena suerte…, dejándome plantada junto a la puerta del comandante. Siquiera pude maldecirlo, Erwin me permitía el acceso y debí centrarme en lo que iba a presentar.
—Bueno, Mike, ya ves que Hanji no te dejó fuera del asunto. Me pidió que te avisara y aquí estamos los dos a punto de oír qué van a proponernos ella y Levi —noté de inmediato una sonrisa que me resultó sospechosa. Contuve las ganas de preguntar, optando por ir al grano con mi propósito.
Analicé su expresión a la par que abría el mapa sobre su escritorio, y le dejaba clara la necesidad de que la escuadra de operaciones especiales no se incluyera en el acuartelamiento, como las otras. Entonces, para más remate, me declaré muy dispuesta a servirle de apoyo…, si es que los Altos Mandos y él aceptaban aquel tinglado.
—Lo apruebo, pero saldrán cuando esos jóvenes dominen a la perfección su técnica y entiendan la importancia de organizarse —dijo, simplemente, inclinándose un poco hacia adelante en su asiento y entrecruzando los dedos. No dejaba de sonreír—. Lleva tu grupo, Mike te dejará a Gelgar y Lynne.
—¡¿Lo apruebas?! ¿Así de fácil? —me resultó imposible que contuviera mi reacción de total sorpresa. Fue cuando lo entendí y mi asombro pasó a ser disgusto, propinándole un palmetazo a la mesa— Erwin Smith… Imaginaste que vendría con todo este rollo a buscar tu asentimiento, ¿verdad? —elevé la mirada, observando rencorosa a Zacharius, de pie junto a él— Y tú, ¿ponías a prueba mi fidelidad?
—Te dije que iba a molestarse —gruñó Mike, dirigiéndose a su compañero y murmuró avergonzado—… Fue idea de él. No te irrites conmigo.
—¡Alguien va a perder hoy sus genitales! —subí una pierna al escritorio, a la vez que gritaba, y me lancé hacia adelante. Erwin abrió los ojos, echándose atrás. Percibí las manos de Zacharius asiéndome la cintura, desesperado por calmar mi arrebato.
—Hanji, bájate de la escribanía o vas a lamentarlo —esperó a que mi furia cediera y Mike tirara de mí hasta devolverme a la postura inicial, con los pies en el suelo. Decidió incorporarse y dar un rodeo al mueble, buscando quedar frente a mí. Evité mirarlo, cruzándome de brazos—. Muy bien. Ahora, escúchame; te agradezco que le mostraras a Levi que la cadena de mando es inviolable —me obligó a levantar la cabeza y observarlo a los ojos, alzándome el mentón con el índice—. El Cuerpo depende en gran parte de la confianza que desarrollan sus miembros entre sí. Necesitaba que él te percibiera como su aliada, viendo tu enorme capacidad para tomar decisiones, y el modo en que repasas las posibilidades, afianzándote a una idea que crees provechosa. Conociéndolo, esa tarea de preparar soldados élite lo llevaría a requerir tu ayuda, si le hacía creer que autorizarlo era difícil; por ello te pedí examinar sus actividades. Sólo tendría que atreverse a contar contigo —suavizó el tono grave, al percibir que mis labios temblaban—. Los tiempos han cambiado, ya está bien de esos juegos imprudentes que ambos se permitían, cuando Keith Shadis era nuestro superior jerárquico.
—S-siento que me tomaste el pelo —gemí, pese al nudo en la garganta que dificultaba mi hablar—, m-mereces perder las bolas.
—¿Hum? Ese lenguaje… Guarda tu mejor golpe para los de Arriba, no obstante, aventuro que nadie pondrá reparos a la incursión —se atrevió a acariciar vagamente mi mejilla, observando nervioso al amigo después, implorándole privacidad.
—Hora de ir con Nana —Zacharius me hizo un guiño imperceptible y abandonando el recinto, permitió que nos quedáramos solos.
