Todo sobre un titán

A la recluta Margarita Feliciano,

que ayudó muy particularmente a la captura de Sin Bolas.

La tarde anterior a la captura, y siete días posteriores al hecho del diario, me hallé revisando por enésima vez con Levi, todas las particularidades de la misión. Tenía fe en que las cosas marcharían de plácemes. No estaba dispuesta a malgastar esa posibilidad de llevarme un titán, o hasta cuatro, para las futuras investigaciones; así que, si normalmente soy minuciosa en lo que atañe a mi trabajo, ese día lo fui el doble, hasta el punto de martirizar a mi subalterno.

—Por favor, Líder de Escuadrón, ya hemos considerado los pros y los contras del procedimiento. Ayer comprobamos las redes con las maquetas de la Academia —suspiró Moblit, visiblemente agotado—, sustituimos las lanzas comunes por las de acero súper endurecido… Se analizaron los suministros; la propia Nanaba-san quiso encargarse personalmente de examinar que no faltaran equipos y retiró los defectuosos…

—¡Oh! ¡Nana podrá escudarse tras Mike, diciendo que me acompaña porque no va a dejarlo solo conmigo, que soy una desquiciada! —reí, cayendo prácticamente de la silla— ¡Pero lo cierto es que pretende ir para halarme las orejas si me descontrolo! ¡HAHAHA! ¡Ella me conoce!

—Líder de Escuadrón, lleva días fuera de control y aún no hemos partido… Madre —dijo Moblit, alzando los ojos hacia el techo con resignación— ¿Puedo retirarme?

—Oe, Cuatro Ojos —de repente, Levi alzó la vista del mapa que observaba—. No lo has dejado ni salir a orinar —ocupando la silla contigua, me ojeó con impertinencia—… Y al parecer, también debieras ir. Tienes medio trasero fuera del asiento.

Di un respingo, que por supuesto, no le pasó desapercibido. Jamás pensé que notara ese detalle, producto de la incursión en aquel terreno escabroso…, que resultó al final bastante placentero, aunque dejara ciertas secuelas… Por suerte, mi subalterno siquiera lo había escuchado, más inmerso en su agotamiento físico, del que tendría que recuperarse prontamente.

—De acuerdo, ve y duerme un poco, Moblit —aproveché la oportunidad de cambiar el tema y, además, quedarme a solas con el desvergonzado enano—. Quiero encontrarme contigo mañana a primera hora, en la plaza del cuartel.

Esperé a que mi ayudante se retirara, para girarme hacia el capitán. El entusiasmo por el consentimiento del plan, hizo que mi clarividencia fuera nula y no advirtiera ese cambio sutil en el aspecto del Cuatro Pulgadas. Lucía consternado, adusto, y hasta envidioso de mi ventura…, como si riñera consigo mismo. Al responder lo hacía el doble de seco. Intenté mirar atrás, a la última ocasión que lo había visto más huraño de lo normal… Y entendí.

—Levi —hice una pausa y le pregunté muy seria—… ¿Desde cuándo no tomas el té del amanecer?

—¿Qué rayos te importa, Cegata? —explotó, conteniéndose de repente, y dijo ya más natural— Si quieres beber hasta llenarte la panza, te lo cedo. Tsk, Gunther desperdicia las hojas, es un desastre —chasqueó la lengua, para después encogerse de hombros—… Quizás deberías brindárselo a los titanes.

—¡Oh! ¿Crees que su infusión es tan mala que los envenenaría? —me hice la inocente, jugando a la científica loca por un segundo; y propinando un manotazo al escritorio, me levanté, imponiéndole mi estatura— Dejémonos de bromas, enano. Soy tu superior y no permitiré que salgas afuera con el ánimo hecho un guiñapo, arriesgando la misión ¿Tu subordinada ya no se desvive por hacerte el té de la mañana? ¿De ahí la cara horrible que llevas?

—Cuatro Ojos, estás buscándote que le diga a Erwin que me saque de tu porquería —era una amenaza sin fundamento, sólo para darme a entender que no metiera las narices en su privacidad—. Y sabes que no será lo mismo, aunque vaya contigo el bigotón; necesitas mi habilidad y fuerza.

—Es a la humanidad a quien le urge, la captura no es una satisfacción particular. Adelante, dile a Erwin que rechazas la orden porque la teniente al mando te fastidia con sus preguntas, y no la toleras. Me gustará muchísimo verle la cara —traté de permanecer seria, pero imaginarme la expresión del comandante hizo que bufara. Cruzándome de brazos, conseguí rehacer mi actitud severa— ¿No es preferible que te quites el atragantamiento con una verdadera amiga? ¡Estoy ofreciéndote ayuda para aligerar tu carga, hombre!

—Tsk, ¿qué idea estúpida es esa de que ando como un estreñido? —ripostó, levantándose de momento, y me vi obligada a retroceder un paso— Ni siquiera conozco lo que llaman "la moral baja", mételo en tu cerebro.

—Ah, pues yo te la voy a presentar; se llama Petra, enano —tuve que inclinarme para observarlo directo a los ojos, con los brazos en jarras. Él no desvió la mirada y se mantuvo impasible, aun cuando le punteaba el pecho con el índice— ¡Y lo quieras o no, está importándote al punto de que te deprime su rechazo a mostrarse complaciente! —lo vi enfurruñar el ceño, y mudar de color. No, no era el típico del sonrojo, sino una tonalidad morada que, sin dudas, indicaba furia. Pretendió hablar, pero lo interrumpí en cuanto abrió la boca— ¡Silencio, pelo de tazón! A diferencia de Nifa, esa muchacha tiene orgullo y un carácter firme igual que su nombre. Si piensas que vales tanto como para demandar sus atenciones, únicamente porque otras te las dieron sin pedirlas, te equivocas de parte a parte —advertí que deseaba rebatir mis argumentos, y continué, ya por completo acalorada— ¡Permíteme terminar! Un hombre sabio reconoce cuándo inclinar la cabeza ¡y tú, está visto, metiste la pata y todavía esperas que ella se humille por ti!

Lo había dejado literalmente mudo. Quiso farfullar dos o tres palabras, lo que no consiguió. Rechinando los dientes, le fueron bajando los humos al escuchar unos pasos junto a la puerta…, no se arriesgaría a ofenderme si quien se aproximaba era un superior. Decidió que una retirada a tiempo sería lo más juicioso.

—Estoy harto de oír tu basura, Cuatro Ojos —masculló, enrollando el mapa. Pese al brillo de matar en sus pupilas, comprendí que haber escuchado la cruda verdad, de labios de otra persona, lo aliviaba—. Tsh, por tu culpa me duele la cabeza. Me largo a mi habitación.

—Cualquier duda, puedes venir a verme —no insistí más, estaba segura de que lo dicho lo llevaría a reflexionar. Ya buscaría la forma de acercarse a ella, y demostrarle que no era un estúpido sin tacto alguno.

—¡Oe, mira adelante! —protestó Levi sin razón; al salir había topado de bruces contra Mike, que entraba justo en ese momento.

—Mira adelante tú —gruñía el otro, pero sin tomarlo muy a pecho. Más bien, le siguió con la vista, un poco sorprendido— ¿Qué le pasa al bajito? ¿Está enamorado?

—Por Sina, Mike. No todos van de lelos por la misma causa—reí, embutiendo las manos en los bolsillos de la bata. Lo que volvía pesaroso a Levi era un asunto que yo no revelaría ni a mis amigos—. El hecho de que casi hayas derribado un par de arbustos, por mirarle el trasero a Nana…

—Lo reconozco —Mike Zacharius, cuando se trataba de su maridaje, no sentía vergüenza de ninguna clase, al declarar ese tipo de cosas—, pero me acuerdo de alguien que tropezó más de una ocasión con los postes de maniobras.

—Tenías que mencionarlo —bufé, sintiéndome tocada, y maldije su buena memoria—… Bueno, ¿qué pasa, Mike?

—Nana y yo iremos contigo, pero queríamos hacerte saber que —se aclaró la garganta— fue decisión de los dos apoyarte.

—Oh, ¿g-gracias? —pestañeé, observándolo entre confundida y emocionada.

—Siempre fallábamos las capturas bajo el mando de Shadis —dijo, clavando la mirada en el suelo—, te subestimamos y eso…, no es de amigos. Menos de compañeros de Legión.

—Oye, vas a hacerme llorar —di varios pestañazos, evitando unas lágrimas…, por instantes así, valían la pena los riesgos que afrontaba. Lazos de camaradería tan fuertes sólo pude verlos en el ejército, donde la confianza era imprescindible—. Pues necesito que al igual que en otras ocasiones, me apoyes con el flanco izquierdo. Lo acordado se mantiene; Keiji irá por el derecho y al enano le toca directo al frente ¿Ya probaste las nuevas lanzas?

—Parece que fueran a doblarse por lo livianas, pero son resistentes —asintió con un gesto de cabeza, sonriendo aprobatorio—. Nana pide que le permitas asar a un titán, cuando acabes los experimentos.

—Dile a Nana que no somos caníbales. Los titanes poseen físico humanoide, primero hay que descartar cualquier posible relación con la especie humana —había sido una broma, pero yo lo tomé como algo serio, y añadí maliciosa—… Además, la parte que más nos gusta no la tienen.

—…

—El corazón, Mike —sonreí, al percibir su expresión confusa. Mi picardía sí que a veces lo avergonzaba. Le di la espalda un instante, para cerrar los planos que yacían sobre la mesa y se los entregué—. Toma, aquí está tu posición al detalle y dónde agruparnos, en caso de que se nos vaya el asunto de las manos…. Uy, ¡estoy tan emocionada que no lograré dormir!

/

Nos apostamos en las afueras de María, dividiéndonos en cinco grupos. El de Dirk y Marlene saldrían como avanzada a buscar el objetivo, preferiblemente normales de tres o cinco metros, atrayéndolos hasta el sitio donde se ubicarán los nuestros. Mike y Nana, irían por el flanco izquierdo a cerrarles el paso y así hostigar a los titanes con lanzas, llevándolos hasta la muralla; en perfecta combinación con Keiji, Nifa y Abel, que harían lo mismo desde el lateral derecho. La unidad de Levi sería la encargada de completar el cerco, acometiendo a los especímenes de frente. Siendo los ejemplares del tipo normal y no excéntrico, se dejarían conducir sin oponer mucha resistencia.

Erwin y yo estaríamos, desde las alturas del muro, supervisando la parte clave de la misión; dígase lo concerniente a tirar la red sobre los titanes, para después incapacitarlos de cualquier movimiento. Una vez capturados, los trasladaríamos a Trost en una carreta especial que mandamos a construir.

Sí, un riesgo enorme, pero lo vimos bajo la luz positiva de la fe. No era Shadis quien se hallaba liderando esa estrategia, la organización y empatía entre las escuadras que había conseguido Erwin, iba a proporcionarnos la victoria donde otrora se nos escapó el éxito. Tanto la dieron por imposible, que la Brigada de Reconocimiento acabó creyendo en su incapacidad para llevarla a cabo.

Las señales de humo perteneciente al grupo de Dirk pronto se advirtieron entre los árboles cercanos a la muralla. Vistos desde mi puesto, semejaban un hormiguero abandonando el pequeño bosque. Les seguían unos preciosos ejemplares de siete, cinco y dos de tres metros, corriendo torpemente.

—Ya están aproximándose al escuadrón de Mike —indicó mi comandante, trazando con el índice los movimientos de la escuadra de Dirk—. Apenas los desvíen hacia el centro, el grupo de Keiji les irá cerrando el cerco. Será cuestión de minutos que la unidad de Levi se incorpore al plan y conduzca a los titanes justo contra el muro.

—¿Lista esa red, Moblit? —inquirí, nerviosa— Quiero la precisión de un mecanismo de relojería.

—Sí, líder de escuadra. No fallaremos —aseguró Moblit, encargado del procedimiento—, quede tranquila.

—¡Hombres, pendientes al aviso! —dijo Erwin, alertando a los portadores de la malla— ¡Preparados!

Toda emoción era poca, observé la bella maniobra del círculo que formaban los miembros del Cuerpo, dejando al grupo de Dirk y Marlene en el medio, con los titanes siguiéndoles detrás. Avanzaron en dirección al muro, y una vez los soldados llegaron a éste, se abrieron en dos hileras, incorporándose a los escuadrones laterales de Mike y Keiji. Los especímenes se vieron repentinamente arrinconados, quedando entre la pared y un sinfín de lanzas.

—¡AHORA! —exclamamos el comandante y yo, sin reparar cuál de los dos era quien debía gritar la voz de mando.

La red se deslizó como un manto, cubriendo a tres de los ejemplares. El titán de siete metros se lanzó a correr despavorido contra el escuadrón de Mike, quien atinó a ordenar la división de su tropa segundos antes de que fueran aplastados. Sin embargo, algunos infelices no consiguieron retirarse y acabaron siendo abatidos por las manos o pies del espécimen. Lo dejaron ir en dirección al bosque, pero, mientras Nana juntaba de nuevo a los que componían el flanco, Zacharius, Marlene y otros miembros de su grupo, iban tras el titán. El pobre siquiera llegó a la floresta, encontrando su muerte bajo las hojas de la Legión.

El peso de la red, entretanto, mantuvo estáticos a los dos de tres metros y al de cinco, que se miraban estúpidamente. Levi y los suyos buscaron envolverlos en ella haciendo uso de las lanzas. Rápidamente unieron ambos extremos de la malla, hasta que acoplaron los enganches que yo, a última hora, les había incorporado.

—¡YAHOOOOOIIII! ¡Al fin! —vociferé, dando un salto— ¡Demoró, pero ya tengo mi paquete postal! ¿Quién hablaba de imposibles?

—Debemos ir a contabilizar las bajas y ocuparnos del acarreo de los titanes —dijo, Erwin, devolviéndome a la realidad, al tiempo que colocaba una mano sobre mi hombro.

Cuan extraño resulta que las cosas en apariencia más difíciles, se tornen simples una vez que las dominas.

/

Al inicio, la Legión de Reconocimiento decidió conservar a los titanes de tres metros, aislados en las mazmorras. El de cinco, fue reprimido por cadenas a los muros de piedra que rodeaban uno de los patios internos, y sujetas las extremidades al piso mediante clavos enormes de acero. Esa costumbre se mantuvo en capturas posteriores, siempre bajo la custodia de la Guarnición, que respondía prestamente a la solicitud de ayuda enviada por Erwin.

Los experimentos iniciales me condujeron al subterráneo, donde la formidable celda que contenía los dos especímenes, ya había sido acondicionada a mi pedido con un escritorio, mesa de laboratorio, microscopio y una serie de instrumentos necesarios al efecto. Moblit y Levi me acompañaban, el primero llevando mi caja de frascos con disolución de formaldehído en agua para desinfecciones. El segundo, podía tratarse del hombre más fuerte, sin embargo, era incapaz de acarrear nada que considerara inmundo a sus ojos u olfato.

—Juro que TODO fue previamente higienizado, Pelo de Tazón —encogiéndome de hombros, caminé a la par del enano—. Lo que hueles no es más que la sustancia utilizada para eliminar bacterias.

—Tsk, pues no funciona —respondió mordaz—, o ya estarías patas arriba.

—¡Hahahaha! ¡Soy un organismo complejo! —reí sin cuidarme del eco, que devolvió las carcajadas, haciendo retumbar el subterráneo— Tú clasificarías, digamos, como una especie de paramecio evolucionado…

—¡OEE! ¿Qué demonios es un parme-nosé-cuántos?

—Ustedes dos no tienen paz —suspiró Moblit, harto de oírnos contender—. Hange-san, acabo de percatarme de algo… Dejamos las picas de acero en el depósito del cuartel.

—¡Oh, pues qué mal! Las requiero para el estudio de los puntos vulnerables —me detuve y girándome de improviso hacia mi subalterno, resolví—; dale la caja a Levi y regresa por ellas.

—Recibido —sereno y formal, ni se inmutó por el rostro indignado del Pelo de Tazón, soltándole la carga en brazos. El enano solo pudo abrir la boca y quedarse rígido, siguiéndolo con la mirada, hasta que se perdió en la oscuridad del corredor.

—Vamos, ahí está la puerta —le rodeé los hombros, empujándolo hacia delante— ¡No irás a morirte ahora, por trasladar eso unos pasos más!

—Tsk, tsk, tsk —Levi refunfuñó su letanía, haciendo lo imposible porque la dichosa caja no se le pegara a la ropa—. Argh, esto es repugnante.

Ignorando su fastidio, accedí a la celda y pude observar a los titanes en su esplendor. Quizás fueran ejemplares pequeños y normales, pero igual se me hicieron formidables a la vista. Ellos únicamente alcanzaron a devolverme una mirada torva, sus cabezas estaban sujetas por collares de acero súper endurecido, de los cuales partían dos gruesas cadenas. Éstas iban a fijarse a unas argollas en las paredes, manteniéndolas lo más rígidas posibles. Moblit, Abel y Keiji les habían abierto las mandíbulas, enlazando sogas dobles a varios incisivos y asiéndolas a las mismas argollas que sujetaban los collares y las cadenas de los brazos. No les sería fácil romperlas, puesto que no podían dar tirones ni mordiscos.

Ambos especímenes se hallaban sentados, como bien decía el informe; "completamente inmóviles debido a los grilletes y los clavos, que les impedían cualquier movimiento".

—Vaya, semejante posición no me dejará observarle al detalle las sentaderas —musité, y sin perder un segundo me dispuse a revisarlos, extrayendo una lupa del bolsillo de mi bata. Sostuve la tablilla con el papel bajo el antebrazo izquierdo, el lápiz ya lo llevaba embutido en el moño.

—¡¿Qué mierda estás haciendo, Cuatro Ojos?! —me gritó Levi, enfurruñado, al notar que yo examinaba el trasero del espécimen supuestamente masculino.

—¡Comprobado! ¡YAHOOOOIIIIII! —pasé la lupa a la mano con que sostenía la tablilla y extraje de la cola despeinada el lápiz— Ni mínima presencia de agujero anal ¡Te lo dije! Mi teoría sobre un malfuncionamiento del sistema digestivo se verifica.

—Tu investigación es repugnante y esos líquidos que cargó el Moblit apestan a muerto —dijo, arrugando la nariz y cruzándose de brazos—. Los titanes no van a soltarse de las cadenas, ¿por qué tengo que soportar esto? Tsk, en cuanto regrese tu subordinado, me largo.

—Erwin ordenó que vieras por mi seguridad; pero de la forma que dejaron a mis pobres mascotas, inmovilizadas por completo, es imposible que consigan engullirme —le respondí quejosa—… ¡Y con la mandíbula completamente abierta, sin que puedan tragar! Debe ser tan incómodo…

—¡OE, no lo dirás en serio!

—¡Claro que sí! Lo que no te gusta para ti, no se lo hagas a otro —indiqué, agitando el lápiz ante su rostro escandalizado—. Apenas termine mis pruebas, mandaré a que les quiten las sogas de los dientes.

—Estás loca, ni hará falta si piensas diseccionarlos.

—Diseccionarlos, pero vivos… Muertos pierdo toda posibilidad de analizar los órganos, si tienen, porque la materia se descompone rápidamente —puntualicé, ya sin levantar la vista del papel donde iba escribiendo las observaciones—. El reconocimiento interno es de vital importancia y la revisión externa, concluyente. Nada que indique procesos digestivos, de sudoración o probabilidad de reproducirse, al menos de forma sexual, puesto que carecen de genitales.

—Están bien jodidos.

—Pero si fuera de modo asexual, rompería con el hecho de que la descendencia posee rasgos idénticos a los del espécimen que lo produjo —ignorando su aspecto huraño, dialogué conmigo misma—. Veamos, hay uno que supuestamente lo tomamos como hembra y otro como varón…, pudiera intentar que copularan… Quién sabe si de algún modo llegan a concebir…

—Ahora sí que se te pudrió el cerebro. Dime ¿cómo rayos —contrario a lo acostumbrado, en lugar de fruncir el ceño, el enano abrió los ojos, atónito—…, cómo rayos el Sin Bolas va a… eso mismo con la otra?

—No lo sé, pero, aunque parezca ilógico, también investigaré la posibilidad.

—Cuatro Ojos, ¿qué piensas hacer? —cruzándose de brazos y observándome incrédulo, chasqueó la lengua— Hasta esa lagartija de Nanaba se ve más femenina que Mucho Pelo. Tsk, y mira la cara de diarrea que tiene Sin Bolas.

Entonces me juré que no volvería a darle al Pelo de Tazón el privilegio de nombrar a mis bellos especímenes. Hice un par de anotaciones y lo miré, pestañeando sugestiva.

—¡Ah, buen punto! ¿Cuál es la expresión que pondrías tú, en este caso? ¿Los ojos en blanco, la boca abierta y jadearías de manera intermitente?

—¡OE, Gafotas Inútil! ¡Estás pasándote! —gruñó, visiblemente incómodo. Lo estaba sacando de paso, a juzgar por su exaltación— Si vuelves a imaginarte algo, lo que sea, del tema…

—Lo siento, es que necesito varias referencias.

— Tsk, no soy material de estudio —se recompuso y me lanzó de vuelta, irónico—. ¿Eso hace él? Suena más a viejo moribundo.

—¿Viejo moribundo? Hahahaha, tú sí que no tienes idea —reí, conocedora de su escaso fogueo en la cuestión—. Te falta por aprender, enano. Volviendo a los titanes…

—Yo regreso a mis asuntos, Cegata —Levi me dio la espalda y observó la puerta, sin decidirse aún a marchar—. Me da lo mismo que Sin Bolas se dé gusto o no.

—Si ambos hablaran, como el titán de Ilse, les sería más fácil —dije con doble intensión, mientras lo miraba de reojo—. Una buena comunicación entre dos seres, abre las puertas, los corazones y hasta las piernas… Es una lástima que no te interese mi experimento…

—De seguir aquí, puede que acabe matándote yo, y no uno de esos tipos amarrados. El Moblit debe andar de regreso por la galería, cualquier situación, grítale; seguro que vendrá corriendo.

—Lo mismo que tú cuando Ella te llame —repliqué, no obstante, ni me oyó pues ya había salido al pasadizo—. El Pelo de Tazón se fue, vamos a concentrarnos en los análisis de enzimas —abandonando la tablilla con el papel y el lápiz sobre la mesa, quise pasar a la práctica—. Uhm…, definitivamente, necesito coger unas muestras de saliva.

Di unos pasos atrás, contemplando aquellas fauces abiertas.

—… Uy, para obtener un poco tendré que… acercarme a la boca.

Coloqué dentro de los bolsillos de la bata los tubos de ensayo más grandes, con palillos en el interior y activando el equipo, lancé los garfios sobre la clavícula del que Levi llamara Mucho Pelo -a la que suponíamos femenina por el largo del cabello-, hasta engancharlos al hueso. La titán permaneció inmutable, mientras yo trepaba al hombro. Ya en el sitio, recogí los ganchos, acercándome lentamente al cuello y pellizqué suave la mejilla, buscando un sostén. La temperatura de su cuerpo me quemaba los dedos. Por tanto, equilibrarme para sacar los tubos, llevarlos a mi boca y extraer el corcho sosteniéndolo con los labios, fue todo un reto. Me quedaba ladearme hacia la boca del espécimen y tomar la muestra.

—"¡Yahoooooiiiiiii! Viene la parte buena" —dando gritos internos de júbilo, me incliné y pude manosear los incisivos, llenándome las manos de baba. Recogí la sustancia gelatinosa que había bajo la lengua en los frascos; y apenas obtuve mi tesoro lo guardé otra vez dentro de los bolsillos, pasando a deleitarme con las piezas dentales— "Ausencia total de los caninos…"

Balanceándome peligrosamente, quise descender, pero la bata acabó por enredarse entre mis pies. Al trastabillar, perdí el asidero y no tuve siquiera tiempo de lanzar los garfios.

—¡MOOOOOBLIIIIITTTT! —el grito debió escucharse a buena distancia. Había quedado sosteniéndome de los dientes del titán y comenzaba a resbalarme. Podían suceder varias cosas en el intervalo de un minuto, a cuál más funesta…— ¡MEE CAIGOOO!

Sentí la puerta dar un formidable topetazo contra la pared y los acelerados pasos de mi subalterno.

—¡Líder de Escuadrón, esto es…! ¡Mucho! —se aprestó a recibirme y amortiguar mi caída— ¡La sostengo, n-no se preocupe!

—¡Bien, Moblit! ¡Voy abajo! —muy confiada, solté una mano, apretando de inmediato el bolsillo y su contenido. Luego liberé la otra. Si mi ayudante no me atrapaba, prefería que se me rompieran las costillas y no las muestras..., pero jamás esperé que junto conmigo también cayera el diente.

—¡María, Rose y Sina! ¿Qué hizo? —apenas consiguió echarse a un lado y evadir el incisivo, para después acabar socorriéndome. Qué suerte que su fuerza hubiera incrementado con el paso de los años.

—¡UN DIENTE, MOBLIT! ¡Logré tumbarle uno! —le sonreí eufórica, aún entre sus brazos— ¡Qué tesoro!

—¡Usted no deja de sobrepasarse! ¿Ahora que triunfó en su empeño, quiere dejarlo inconcluso? —me regañó, todavía nervioso por mi desatino— ¡Es muy descuidada! ¡Si continúa haciendo locuras, terminará muerta!

—Coincido totalmente —ambos nos volvimos hacia la puerta, donde se hallaba Erwin, quien había entrado y cruzándose de brazos, me dirigía una mirada furibunda—. No volverás a ocuparte sola de las investigaciones. Y es una orden, Hanji. Libera a tus subalternos de sus tareas la próxima ocasión, ¿no era esta la prioridad? —entonces giró hacia el sublíder— ¿Algún daño que lamentar?

—Llegué a tiempo, comandante —Moblit suspiró, depositándome prontamente en el suelo—. Regresaba con unas lanzas, cuando escuché su grito y la vi colgando… de la mandíbula del titán.

—Sin dudas, un bonito panorama, ¿eh, Hanji? —su postura con la mano sosteniendo la barbilla y el otro brazo cruzado al pecho, me indicó que su ironía prontamente iba a tornarse disgusto. Volviéndose hacia mi subalterno, le pidió— Moblit, organiza las armas contra la pared, lejos del alcance de los titanes. Pienso que tu acción tan oportuna, te ha ganado un descanso por lo que resta de la tarde —aguardando a que terminara su labor, me observó de soslayo, el entrecejo fruncido—. Gracias, Moblit, ya puedes retirarte.

Él asintió, no sin antes dedicarme una mirada de salvador forzado a marcharse contra su voluntad, que hizo mella en mi alma. Por supuesto, el comandante no debía percatarse JAMÁS de tal cosa o sus celos despertarían, acalorándose la situación. Mejor que yo me viera a sus ojos como la desquiciada inocente y no la provocadora de momentos oportunos…

—¡Erwin, conseguí hacerme con las muestras! ¡Faltan las del otro titán para que tengamos claro…! —reí entusiasmada, sacando los frascos del bolsillo; pero su expresión severa me cortó la euforia— ¿Uh? ¿Qué cara es esa? ¡Estamos a un paso de ponerle fin a grandes interrogantes!

—Hanji…, ¡por una maldita vez tómate los peligros en serio! —hice lo primero que me vino a la cabeza, y fue interrumpir su regaño alzándome de un brinco en puntas, callándolo a la fuerza con un beso. A Nana le funcionaba cuando veía hosco a Mike, de modo que…, pero Erwin, aunque sorprendido, únicamente alzó las cejas y apartándome gentil, que no persuadido, siguió con su querella—… ¡No puedo concentrarme, si a cada segundo que pasa, me veo obligado a verificar que no te devoró un monstruo! ¡Deja de hacer las cosas tú sola! ¡¿Por qué se marchó Levi?!

—Le permití que se fuera porque Moblit volvía de buscarme las picas ¿Venías detrás de él? —lo miré de soslayo, inquiriéndolo sugestiva— ¿También corriste por mí?

—No —dijo con rudeza; luego titubeó—… Sí.

—Erwin, sé que a veces te rebelas contra la idea de que mi seguridad quede en manos de otro —le dije, mirándolo tierna a los ojos y llevé mi mano hacia su mejilla—. No tiene caso que te atormentes, las responsabilidades de tu rango te alejan de supervisarme. Por eso agradezco que aceptes que corriste por mí. Fui algo descuidada cogiendo la muestra de saliva, lo siento.

—Castigaré a Levi por no acatar mi orden a cabalidad.

—Déjalo, Erwin. Soportarme hablándole de temas científicos fue un tormento para él. Tampoco resistiría verme abriendo un titán —poco a poco su enojo iba cediendo y quise orientar su atención hacia los experimentos—. Oye…, ¿dónde cayó el diente?

—¿Qué di…? —mi comandante dio un paso atrás, al ver que me dedicaba a inspeccionar en cuatro patas el suelo. Escuché un repentino "crack"— Oh.

—¡No! ¡Mi valiosa muestra! —gimoteé al notar el incisivo ligeramente partido. Erwin, con su bota levantada, contempló atónito cómo me lanzaba a recuperarlo, envolviéndolo en un pañuelo— ¿Quién debería enojarse ahora, eh?

—Por Mitras, Hanji, ya lo recogiste, ponte de pie —me sujetó del antebrazo, incorporándome sin brusquedad—… Si alguien ingresara a la celda y te viera en semejante posición…

—Retiraste a Moblit, Nifa está preparándome unas soluciones químicas, Keiji y Abel vigilan que nada le suceda al ejemplar de cinco metros; nadie que me ayude —musité, y fui hasta el escritorio a guardar el incisivo en una de las gavetas—. Necesito subir de nuevo, a coger la baba de Sin Bolas, el pobre ¡mira lo desesperado que luce!

—¿S-sin… qué? —preguntó, dudando si había oído bien— Por Sina, dime que no fuiste tú quien lo bautizó así.

—Cosas de Levi, parece muy orgulloso de las suyas y pretende humillar a mi titán; para el uso que les da…

Mi comandante alzó una ceja, llevando el puño a la boca hizo como que tosía y cambió de tema.

—Deseo que tu investigación arroje buenos resultados, no voy a perderme este momento. Subiré contigo, por si te ocurre lo mismo.

—¿V-vas a acompañarme durante los análisis? —no lo creía, pese a las numerosas obligaciones, demostraba un especial interés en apoyar mis estudios.

—Naturalmente —asintió, revisando su equipo—. Vamos arriba. La próxima vez me aseguraré de que los encadenen acostados.

Entre las pocas veces que mi comandante no cedía el paso, estaban aquellas donde hubiera peligro. Disparó los garfios primero y asegurándose de que el espécimen no lucía sino deprimido, quizás por la falta de energía, se aferró a los cabellos del mismo, haciéndome una seña con la mano para que subiera. Me sostuvo de la cintura, permitiendo luego que me inclinase lo suficiente y tomara la muestra. El vínculo entre la ciencia y la tierna solicitud del hombre que me acompañaba, conformarían sin dudas mi paraíso…, mientras lo tuve a mi lado.

—Listo, ya recolecté cuanta babaza precisaba —me aseguré de que los tubos de ensayo tuvieran los corchos bien ajustados, colocándolos junto a sus compañeros, en el bolsillo de la bata. Repentinamente, sentí su brazo rodeándome la cintura y me hizo descender tan rápido, que siquiera percibí cuando ajustó los garfios al titán. Creí que nos lanzábamos al vacío— ¡Erwin! —chillé, asustada. Mis pies tocaron el piso y él sonreía, bien asido a la cuerda.

—Yo debiera ser más firme contigo, tanto como lo están las cadenas que sujetan a los titanes —el pícaro aprovechó para rozarme con la nariz el cuello, susurrándome—... Pero desgraciadamente…, acabo de darme cuenta de que, si te meto en un puño, no terminarás entre mis brazos.

—¡Por Mitras! —jadeé, aún aferrada a su pecho— ¡C-casi me matas del susto!

—Bueno, medida por medida —satisfecho de haberme dado una lección, sonrió confortador—. Adelante, quiero ver los frutos de tu empeño, Hanji.

—Prepararé las muestras de inmediato, es una lástima que la sangre se volatilice y no pueda examinarla igual que la saliva —me dirigí a la mesa, doblemente feliz; había logrado mi objetivo de indagar la naturaleza de los titanes y Erwin me acompañaba. Luego de echar mano a los guantes, vertí haciendo uso de la pipeta, unas gotas del contenido de los frascos sobre las delgadas láminas transparentes de laboratorio—. Siento mucha curiosidad por saber cómo están compuestas las enzimas, o si existe alguna bacteria que acelere la descomposición de sus cuerpos… Descartar completamente que su aparato digestivo es inútil. Carecen de órganos externos, ¿quizás porque no llegaron a desarrollarse? ¿Algo habrá "salido mal" en su proceso evolutivo?

—Los rasgos humanoides los acercan a nosotros, aunque sea desagradable pensarlo —refirió, acodándose sobre la mesa para observarme colocar una de las placas en el portaobjetos del microscopio—. Dime, Hanji ¿Qué ves?

—¡Por Sina! ¡INCREÍBLE! —ajustando el aparato, disfruté la imagen que me devolvía— ¡La cantidad de enzimas es tan ínfima que son incapaces de degradar nada! Justo por esa razón, expulsan los cadáveres poco más o menos intactos ¡Míralas, Erwin!

—Solo hay un par de grumos de color ámbar —obvio, para él aquello no tenía un efecto cautivador, sino práctico.

—Exacto ¡Siguiente paso! ¡Averiguar si poseen órganos internos! —tomé uno de los escalpelos y lo blandí ante la faz impasible del comandante— ¡Oye, ponle un poco de contento a ese rostro! ¡Estamos a punto de abrir un titán y bañarnos con su líquido gástrico!

—La experta eres tú, prefiero el rol de observador, gracias —contestó inmutable, aunque la idea de ser empapado en jugo estomacal hizo que murmurara contemplando el piso—. Entiendo por qué Levi se dio a la fuga sin que le importara mi castigo…

Bastante confiada, me adelanté con el bisturí en ristre hacia el espécimen supuestamente femenino.

—Mi peluda hermosa, esto no va a dolerte… Creo —a medida que le abría la carne, las lágrimas me corrieron, de puro sentimentalismo y por causa de la temperatura corporal— Uyy, ¡qué caliente! ¿No sientes nada, verdad? —advertí que el ejemplar sólo me observaba estúpidamente; no había indicio de molestia en su expresión ni el intento de quejarse, o luchar contra la mordaza— ¡MIRAAA ERWIN! —le señalé aquello que servía como estómago, una especie de bolsa gigante, medio vacía— No digiere, pero cuenta con una especie de saco, donde almacena los cuerpos. Debía estar hambrienta cuando le apresamos… ¿Existe algo más bello que las entrañas de Mucho Pelo?