Ardiendo por dentro
Después de la confesión de mi comandante, nada volvió a turbarme respecto a lo que sentía por mí, y me resultó tremendamente gracioso que pasara él a ser quien a veces tuviera sus recelos. No de mí, sino de otros entes masculinos que, sin estar al tanto de nuestro vínculo, se atrevían a exponer su plumaje y darme vueltas. Una ocasión particularmente graciosa fue la que se dio al regreso de la segunda marcha para capturar titanes.
Retornamos agradecidos por el mínimo de bajas, con par de ejemplares envueltos en la red. Levi y su escuadra recibieron las palmas. La recién adquirida habilidad del capitán para elaborar estrategias, unido al comandante y los oficiales de mayor cargo, los hicieron merecedores de una ovación en la plaza del cuartel, por parte del Cuerpo.
—¿Ves, enano? Te dije que no era tan difícil —reí, tirándole un brazo sobre los hombros—. La capacidad está en esas neuronas que posees, úsalas o se pondrán a roncar. Un líder no puede contentarse únicamente con guiar sus tropas, tiene que ir más allá.
—Aparta, Cuatro Ojos, estás hecha un asco —Levi me dedicó una mueca torcida, separándose al instante— ¿Ya pensaste dónde van a quedarse tus engendros?
—Habilitaremos el patio trasero del recinto. Posee muros altos contra los fisgones —le dije lo que ya determinara junto con Erwin, días atrás—; conjuntamente, usaremos lona para cubrir la reja de la entrada… Y ahora, Pelo de Tazón, me voy a hacer cargo del bautizo de mis amores, puesto que dejaste mucho que desear con esos nombres obscenos.
—¿Eh? —ofendido con la observación, me dio la espalda, encaminando sus pasos hacia el recinto de los oficiales— Considérame fuera de tus locas experimentaciones también.
—Pues qué pena, Erwin dijo que necesitaba estudiar unos informes en paz y tú debías garantizársela, cuidando de mí —le solté, yendo tras él. Una vez a su lado, parpadeé ufana y sonreí, mortificándolo—. Claro que Moblit hará lo suyo, al menos él no cambia de color a la vista de un titán abierto y me abandona.
—Tsk, ese morirá de puro nervio —masculló convencido—. Si no es que antes se lo traga uno de tus "amores", Cegata.
—Levi, trae a tu subalterna contigo —resolví, perversa—, me ayudará con algunas investigaciones.
—Ella está ocupada, Cuatro Ojos —dijo en tono lapidario, mirándome torvo—. Déjala tranquila ¿No te parezco suficiente?
—Hazme caso, enano. Lo pondré como una orden, así te será imposible replicar.
Chasqueó la lengua, encogiéndose de hombros. Incluso él regresaba exhausto de la captura y, sabiendo de buena tinta que pugnar conmigo era inútil, prefería consentir, para no retrasar más su ducha.
Ya frente a la puerta de nuestras respectivas habitaciones, le insistí en que haríamos la supervisión del encadenamiento y clavado a los titanes, que debían realizar los miembros de mi grupo a media tarde.
—Oye, Pelo de Tazón —lancé de imprevisto— ¿Qué piensas de lo mucho que ha mejorado Petra? Su desempeño es magnífico.
—Tch, nunca dudé que la mocosa pudiera llegar lejos.
—La mocosa… Desde hace mucho que no lo es ¿Tampoco eso amerita un intento de aproximación, quizás algún elogio? —sugerí, queriendo ayudarlo— ¡Realmente, se me hace difícil creer que te sea tan complicado!
—Cuatro Ojos, ¿estás buscando que se te pase la hora del baño? —aquella salida me dejó atónita— Porque yo lo pido a gritos ¡Dúchate o no iré contigo a ninguna parte, aunque lo mandes oficialmente!
Y abriendo la puerta de su alcoba, entró para cerrármela en la cara de un golpe.
—"Ni modo, tratándose de amores, el más fuerte de la humanidad es una gallina desplumada —concluí para mis adentros, mientras accedía a mi pieza—. Sé por experiencia, que su retraimiento acabará bajándole la moral y todas sus capacidades".
/
A diferencia de la ocasión anterior, y siendo los dos ejemplares de gran tamaño, nos decantamos por trasladarlos al patio, ya dispuesto previamente. Hacia el sitio íbamos el enano, Petra y yo, después de un merecido almuerzo tardío; cuando antes de pasar las rejas de la entrada, ella hizo una pregunta bien sugestiva.
—Hange-san, ¿no sabe todavía por qué hay esa cantidad enorme de titanes?
—Ojalá tuviera una idea —suspiré, cavilosa—, pero algo es más que seguro; nada parecido a la reproducción sexual o asexual de la especie… Le doy vueltas a cierta suposición… Empero, me resulta desmedida y ni pienso abrir la boca…, por lo menos hasta que vea claridad en el asunto —entonces, le sonreí ladina— ¿Oh, te interesa el tema de la procreación?
Levi dio un respingo y soltó un "ahh, tsk" por lo bajo.
—Creo que traer un ser a este mundo conlleva mucha responsabilidad —afirmó ella, juiciosa—. Por ejemplo, si yo decidiera concebir un hijo, primero buscaría garantizarle la supervivencia.
—¡Genial, Petra! —di un golpe en mi palma izquierda con el puño cerrado— Llevando eso a la naturaleza titán, pudiéramos decir que se procuró su existencia garantizando que no dependieran de cosas tan indispensables…, como alimentarse o respirar ¡Eres muy lista!
—S-solo dije lo que me parece obvio —por completo ruborizada, se dirigió a su esquivo superior— ¿Y usted, capitán? ¿Qué piensa?
Levi, repentinamente, había incrementado la velocidad de su marcha, dejándonos atrás… Hasta que ni cortas ni perezosas le dimos alcance.
—Vamos, responde a su pregunta —lo incité sonriendo, al ver su ceño fruncido—. Es de mala educación voltearse y ofrecer la espalda a una dama.
—… Tch, ni estuviera oyéndolas balbucear, si alguien antes no me hubiese mostrado lo básico para subsistir en la Ciudad Subterránea —recordar se le tornaba molesto, al igual que a mi comandante—. Ya he visto muchas cosas, jamás perdería el tiempo soñando necedades acerca de traer al mundo una panda de mocosos…
—Bueno, eso lo comprendo y es justo de lo que hablábamos —de pronto, su compañera tomó bríos e intervino, grave—. Además, el humano es libre de aceptar si lo desea, una relación que no se vea condicionada por la idea de procrear.
—¡Ah, eso ha sido una observación bastante madura de tu parte! —reí, entusiasmada, rodeándole los hombros con el brazo— Estoy a punto de traerte a mi escuadra ¿Qué opinas, Levi, me dejas llevármela?
—¡OE, Cegata! ¡¿No te atreverás a pedírselo a Erwin?! —contemplé al enano detenerse por un segundo y frunciendo nuevamente su entrecejo, me amenazó con el índice— Tsk, estás ganándote una tunda.
—Hagamos un trato y prometo que nadie la sacará de la Unidad Especial —sonreí, conspirativa y esperé a que se incorporara otra vez junto a nosotras—. Solo dime qué buscarías, humano al fin, si pretendieras unirte sentimentalmente a otra persona.
—Cuatro Ojos, lujos de ese tipo no son recomendables para los miembros de la Legión —contemplándome de soslayo, masculló—. Solo procuro un afecto, y es el de la soledad.
—¿Ves, Petra? —dije mientras saludaba a los guardias que nos abrieron la reja, permitiéndonos entrar al patio; y completé intencionadamente la oración, ya parados en mitad del mismo—… El capitán, al igual que los titanes, requiere de un milagro que lo haga cambiar.
—¡Hange-san! —la chica examinó de reojo a los dos especímenes que allí se hallaban— ¿Asume que los monstruos variaron su forma?
—Tchhhhhh… Será nuestro gran secreto; lo que pude comprobar sobre la carencia total de órganos reproductores, hace que mi teoría no sea una locura.
Levi se había situado frente al titán de siete metros, aventurándose a estar cerca de su boca, y señalándolo despectivamente con el índice.
—Cuatro Ojos, tú eres una loca retorcida ¿A quién se le ocurre imaginar que semejantes engendros salgan de otra cosa? —hizo una mueca sardónica y seguidamente lo vi paralizarse, sus pupilas se dilataron, poniéndose en guardia…— ¡¿UH?! ¡¿Qué mierda?!
El espécimen le había lanzado un bramido tal y de modo tan repentino, que siquiera logró cubrirse las orejas. Sus tímpanos debieron sufrir la resonancia, quedando sordo por varios minutos.
—¡Hahahahaha! Le has caído mal y siquiera te conoce —a duras penas conseguí dejar de reír a carcajadas, y poco le faltó a Petra Ral para ir a consolarlo. El titán de siete metros lucía molesto con la presencia del capitán. Decidí calmar el tenso ambiente, ofreciéndole una sonrisa a mi bello ejemplar— ¡Muy bien, preciosura! Debería bautizarlos primero; no obstante, lo dejaré para más tarde ¡Oh, Moblit, ven! —le llamé. Andaba ocupándose de que la tirantez de las cuerdas, que ceñían las extremidades del espécimen de cinco metros, no fuese demasiado intensa. Consecutivamente, me di a saludar a Keiji y Abel. Mi escuadrón se había hecho cargo de la tarea de amarrar a los titanes, y para ellos no hubo un instante de sosiego, hasta la noche— ¡Keiji, Abel, buen trabajo! ¿Cómo se han portado mis niños?
—El de siete metros dio su guerra —musitó Keiji, ofreciéndome una lanza, que rechacé con un sutil gesto de mano—. Yo no me fiaría ni un ápice de él. Mejor que se mantenga lejos.
—Dudo mucho que la líder del cuarto escuadrón se abstenga de acercarse a ellos —Moblit negó moviendo la cabeza; si alguien conocía de mis peligrosos arrebatos investigativos, era él—, sería conveniente permanecer con los ojos abiertos y las picas dispuestas.
—¡Buenas tardes a los dos! ¡Lindas sonrisas! —me aposté de manera que quedara en el centro de visión de ambos especímenes, brazos en jarras y ademán firme— ¿Qué les parece si familiarizamos un poco? ¡Soy Hange Zoë, un gusto conocerlos!
El titán de cinco metros guardaba cierta semejanza con Mucho Pelo, aunque lucía del tipo masculino e infinitamente más deprimido. Siquiera me prestó atención. Me compadecí hasta cierto punto de sus ojos tristones y sonrisa melancólica. Sin embargo, el de siete, aún tendido boca abajo, repleto de clavos y amarres, tenía las pupilas brillantes, rezumando vigor. Lo examinaba todo con indudable curiosidad.
—Este que contemplan justo aquí, es mi sublíder Moblit Berner. Tratará de ser todo lo amable que pueda, siempre y cuando ustedes no lo amenacen —él alzó la mirada al cielo, inconforme al verse involucrado en aquella "familia". Le resté importancia y proseguí—. Esta chica linda, se llama Petra…
Bastante más activo que su compañero, el de siete metros hizo un amago de sonrisa y empezó a jadear como respuesta, encantado a todas luces con ella.
—¿Eh? ¿Me entiendes? —tomando a Petra de los antebrazos, la coloqué delante de mí, para que la viese mejor— ¡Oh, sí me comprendes! ¿Te gusta, cierto? ¿A que es una belleza?
—¡Hange-san! ¡No me agrada la forma en que me ojea! —protestó, cubriéndose el pecho con los brazos cruzados. Quizás errara mi apreciación, pero la conducta del ejemplar salía de lo común. La miraba como si estuviese bebido y sonreía tontamente, babeando todo alrededor. De pronto, había desgarrado la supuesta epidermis de su extremidad izquierda, estirándola para buscar atraparla— ¡CAPITÁN, AUXILIO!
El grito y el brinco de ambas para escapar de su alcance fue todo uno, acompañado de los improperios de Moblit y las ofensas de Levi.
Agarré la tablilla de apuntes, y me di a registrar lo concerniente a su actitud y regeneración. Pronto Keiji y Abel, seguidos por varios miembros del Cuerpo, se hacían cargo de retener al titán usando clavos de mayor grosor y peso. La piel desgarrada solo conservó unas marcas rojas superficiales, restablecida por completo.
—¡Oh, qué peligro! ¡Casi nos atrapas! —reí, haciéndole un guiño de ojo a mi bello espécimen de siete metros— ¡Eres todo un seductor!
—¡No toques a mi subordinada con tus manos sucias, engendro de mierda! —la rapidez con que Pelo de Tazón desenfundara sus hojas, me sorprendió— ¡Te voy a cortar esa nuca repugnante!
—¡ESPERA! ¡No puedes matarlo! —corriendo un peligro enorme, terminé interponiéndome entre mi titán y el enano, alzando los brazos—¡Fue para traerlos que nos arriesgamos en una expedición!¡Son imprescindibles y sin ellos jamás vamos a develar el misterio que los rodea!¡Por no decir la condena que te darían los de Arriba!
—Quítate, Cuatro Ojos, ¡o acabarás dividida a la mitad! —él, resollando y con las pupilas centelleantes, era un guerrero de temer—¡¿Cómo te atreves a usar a mi subalterna de carnada?!
—Por favor, Capitán Levi, conténgase —Moblit, que también había sacado las espadas, terminó colocándose próximo al enano; dispuesto a mediar de ser necesario—. Le resultará muy difícil explicar a los Altos Mandos por qué les dio muerte a dos oficiales de la Legión.
—¿Eh? Tsk, ¿llegarías tan lejos como eso? —el otro lo miró de soslayo, incrédulo. La oportuna intervención de mi ayudante provocó que su ira fuera disminuyendo—.
—Luchar por mi líder y protegerla es un deber —dijo grave. Lo único que alteraba a Moblit era mi persistencia en acercarme a los titanes—; pero más allá del juramento dado, está mi deseo de inmolarme por ella de ser preciso.
Sus palabras conmovieron mi corazón, sin embargo, no debía mostrar ante los subalternos un gesto que insinuase la mínima correspondencia.
—Reconozco que tienes agallas, nada mal —gruñó el enano, retornando las hojas de acero a su estuche, para volverse hacia Petra— ¿El bastardo te hizo daño?
—Capitán… Yo estoy bien —suspiró la chica, mostrando su aplomo—… No pasó del susto.
—Es un monstruo de cara idiota, pero sin escrúpulos —el Cuatro Pulgadas lo contempló de soslayo, escupiendo altanero el suelo de tierra—. Déjale las excentricidades a Hange. Luego te pedirá que la secundes examinando las nalgas del titán.
—¡Hange-san! ¡¿Usted mira tal cosa?! —exclamó a la par que abría los ojos; justo entonces mi bello espécimen arrojó un chorro de baba sobre Levi, evidenciando su resentimiento— ¡Ayyyyyy, cielos!
—¡Yahoooiii, qué maravilla! ¡Definitivamente, aquí estamos en presencia de un ejemplar que reacciona a cuanto le atrae o disgusta! —volví a tomar nota, eufórica— ¡Oye, Pelo de Tazón! ¿Qué haces?
—NO PUEDO MATARLO, ASÍ QUE LE PATEARÉ SU TRASERO INMUNDO —gritó, con intenciones de rodear al titán y descargarle una ronda de patadas— ¡SABRÁ LO QUE ES UNA SOBERANA PALIZA!
—¡AGUANTA, LEVI! —tuve literalmente que soltarle a Petra mi tablilla y el lápiz, moviéndome con la rapidez de un rayo para sujetarlo. Aferrándolo a modo de abrazo, desde la espalda, pude contenerle— ¡O PEDIRÉ AL COMANDANTE QUE NO TE DE CUOTA DE ASEO POR UN AÑO!
—¡¿Qué amenaza de mierda es esa, Cuatro Ojos?! ¡Estoy lleno de baba! —no sé qué le impresionó más, si mis palabras o el hecho de haberme atrevido a frenar su impulso, poniéndole mi cuerpo encima. Solo entonces me di cuenta de que Petra nos miraba, confundida— ¡Aparta de mí tu asquerosa presencia física!
—Disculpa, es que te vi resuelto a eliminar a mi siete metros —le dije, encogiéndome de hombros; haciéndoles percibir, tanto a él como a su compañera, que mis propósitos eran sanos—. Moblit, envaina tus espadas. Usaremos las picas…, es hora de probar el umbral de dolor que poseen estas especies.
—Tsk, deberé bañarme de nuevo —Levi sacó el paño que solía llevar siempre consigo para limpiar sus armas, restregando frenético su cabello y rostro. Lógicamente, no tuvo éxito con el resto de su cuerpo, aun pegajoso de baba—. Monstruo endemoniado.
—Aprende a mostrarle respeto incluso a tus enemigos. Este "monstruo" como acostumbras a llamarlo y tratarlo, acaba de darte una lección —enfaticé, y añadí rotunda—. La ofensa en el trato, es inaceptable.
—Menuda basura —concluyó el enano, despreciativo, arrojando a un pozo la enseñanza que antes le ofreciera.
/
Erwin cerró la cortina, retirándose de la ventana y caminó hacia Mike, que leía un expediente de los que se guardaban en la recámara del inmediato superior. Detuvo sus pasos una vez que se halló junto a él, inquiriendo curioso.
—Mike, ¿te parece que Hanji está un poco extraña? No buscó exponerse durante la captura, ni tampoco hizo ningún escándalo cuando sólo pudimos quedarnos dos titanes de cuatro. Parece muy satisfecha con todo, algo que no es común en ella.
—Hombre, por lo que me has contado, ambos han ido madurando. Es normal —sin embargo, no lo era la incertidumbre que olfateaba en el comandante, y se volvió para descubrir una sombra en sus facciones—… Dime la verdad, Erwin. Ahora mismo hueles a pólvora ¿Qué te preocupa?
—Casi no he podido atender a sus investigaciones, pero ya sabes que apenas he puesto un pie fuera de mi estudio en tres días. Hoy al despuntar el alba ví a Moblit Berner bastante resentido, porque según escuché; "ayer la líder del cuarto escuadrón escapó en la noche, DE NUEVO, para ir donde Alberto" —si bien lo dijo en tono casual, pronto varió a uno severo—. Mike… Averigua quién es el que le quita a Hanji su descanso.
—¿Quién? Ni tengo idea —Zacharius parecía realmente desconcertado— ¿No habrás oído mal?
—Por eso mismo solicito que lo busques y aclaramos esta situación… Moblit parecía inquieto.
—Debe ser un soldado raso, porque conozco a los oficiales y prácticamente a todos los miembros de la Legión —musitó su amigo, con un subir y bajar de hombros—, pero ni me viene a la cabeza…
—Únicamente deseo hablarle, nada más —le precisaba Erwin, de inmediato—. Confío en ella.
—Y Hange no es mujer que traicione; tú mismo lo has dicho, Erwin.
—Existen hombres que no respetan las negativas de una fémina ni sus límites —la expresión del comandante se había tornado huraña—. Si tal cosa pasó, y ella está perdiendo además horas de sueño en situarlo, cabe actuar de acuerdo a la normativa del ejército.
—Si tú lo dices —rezongó Mike, dándolo por incorregible—…, ponlo como quieras, pero yo limpiaría las tres murallas con la cabeza de ese tipo.
Unos toques violentos a la puerta, interrumpieron el diálogo del comandante y el primer teniente.
—¡Pase!
—¡TCH! Ese Alberto es un asqueroso pervertido —dijo Levi al entrar y, haciendo una mueca de puro asco, ni se molestó en unir las hojas tras de sí—; pero la Cuatro Ojos parece muy satisfecha con lo que llama "sano coqueteo". Le ha propinado tal manotazo en el trasero que la hizo volar.
Comandante y teniente primero intercambiaron miradas de completo desconcierto.
—Fue una suerte que el Moblit estuviera cerca y le clavara la mano con una lanza —siguió contando el enano—. Oe, Erwin, yo tú me daba una vuelta por el patio.
—Levi —el comandante había fruncido el ceño, al escucharlo— ¿Quieres decirme QUIEN es Alberto?
—Sí, creemos que necesita un buen correctivo —enfatizó Mike, haciendo traquear sus dedos.
—Hange no te permitirá siquiera que lo mires de reojo, bigotón. Y caerle a patadas a un siete metros es asunto serio —fue la respuesta de Levi, y cruzándose de brazos, añadió mordaz—; pero será interesante verlo.
—¿U-un siete metros? —dijo Zacharius, abriendo los ojos, y observó a Erwin— ¿Alberto es un titán?
—Tsk, ¿qué pensaste acaso, que se trataba de un tipo? —el enano vio la ocasión de burlarse de aquel recelo improcedente— Seguro lo imaginabas haciéndole rondas a tu chica.
—Yo no pensé nada. Erwin fue quien malinterpretó lo dicho por Moblit y —Zacharius miró de soslayo a su amigo, que se había cruzado de brazos. Según advirtió, le correspondía morderse la lengua—…
—Ehem, lo único que me interesa es conocer los motivos de Hange para investigarlos de noche —mi comandante había colocado su mano derecha en la boca, mientras tocía evitando sonrojarse— ¿Acaso la pasión es tanta que ni duerme?
—Se la pasa registrando los movimientos de las bestias, hasta que caen rendidos como sacos de piedra —Levi chasqueó la lengua, desdeñoso— ¡Chiccachironi y Alberto! Me prohibió nombrarlos… Tsk, dice que les pongo motes obscenos.
—¡Claro que posees un gusto espantoso, Pelo de Tazón! —entonces, luego de haber oído lo suficiente, decidí sorprenderlos y entrar de súbito a la recámara— Justo iba a hacerlos partícipes de mis últimas consideraciones, pero ya me di cuenta de que andan ocupados, elaborando sus propias teorías…
—Ni hablar, lo que traes para Erwin es más importante que un chismorreo de cuartel —balbuceó Mike, cogido de improviso entre mi presencia y la mirada punzante del inmediato superior— ¡Te lo cedemos por entero! Camina, Levi, que nos llama el deber.
—¿Ah? ¿De qué hablas? A mí no me ha llamado nadie —gruñó el enano, resistiéndose a ser llevado puerta afuera por Zacharius.
Una vez a solas, enfrenté al comandante, que me contemplaba en suspenso. Reclinado a su escritorio, no atinó a decir palabra y permanecía en absoluto silencio, luchando contra el rubor que inevitablemente se manifestaba en sus mejillas. Confieso que aquello me incentivó las ganas de hacer algo inapropiado, pero me contuve. No era el momento, por más que lo deseara.
—Puesto que mis especímenes te preocupan tanto, sobre todo Alberto —sonreí con picardía—, vengo a entregarte un bosquejo de informe. A grandes rasgos; queda establecido que cada titán posee características propias, que lo hacen independiente de sus relativos, dígase en actitud y físico. Algunos tienen el umbral de dolor amplio y apenas sienten las heridas, otros sí que las sufren, aunque más tarde igual regeneran —concluí, tendiéndole un amasijo de papeles—. Chicachironni está depresivo, apenas interactúa y su actividad cesa en la noche. Alberto, por el contrario, es muy dinámico e inteligente, pasa el día y parte de las horas nocturnas tratando de cazar a sus guardianes. Aprecia la gracia femenina, una conversación amable y diría que intenta comprenderme. No sería extraño que mañana balbuceara, pidiéndome casamiento.
Extendiendo la mano y evitando mirarme, recibió ceñudo el trabajo.
—Lo aprobaré si está bien planteado.
—¿Qué? ¿Mi matrimonio con Alberto? —le pregunté, riendo y me encogí de hombros— Por Sina, Erwin, ¿de verdad tienes que ponerte así de serio? No sabes lo divertida que me resulta esa confusión. Mi titán celoso de otro.
—Estos papeles abruman el juicio del oficial más ecuánime, lo siento —refutó a manera de disculpa—. Y no es que me hallara celoso.
—¿Te ayudo? Puedo ir organizando los reportes de cada escuadrón —le propuse, mientras le veía retornar a su asiento, disponiéndose a seguir escribiendo—. Tampoco has dormido…, y malestar en compañía, toca a menos.
—De acuerdo. Prometo que te compartiré solo con Alberto y Chic… ¿Qué nombre le pusiste al otro, por Mitras? —me alegró notarlo sereno— Comprendo que hasta los titanes disfruten de tu presencia. Eres una luz, Hanji.
—Ojalá pudiese disponer de mucho tiempo ¿Imaginas un sitio donde nuestra existencia no corriera peligro? —dije, acercando una silla a su mesa y tomé la primera columna de documentos— Supongo que me dedicaría totalmente a la investigación ¿y tú?
—Al estudio de la historia y a la vida militar, pero sobre todas las cosas —detuvo un instante la escritura para mirarme a los ojos y dejando caer la pluma, hizo correr su índice por mi nariz, sonriendo—… A hacerte feliz.
/
Y hablando de felicidad, no éramos los únicos que aspirábamos a vivir dignamente, como simples humanos, sin requerir otra cosa que paz y lo imprescindible para hacer una familia. Cada miembro de la Legión poseía la vana esperanza de vislumbrar el día bendito en que los titanes desaparecieran, principalmente, quienes a pesar de las restricciones se atrevieron a crear lazos de tipo sentimental.
No conocía los planes futuros de Levi, sin embargo, estaba claro que Petra formaba parte de ellos. Aunque al enano le costara dar el paso, la intuición femenina de la chica le sirvió para entender que su sentimiento era correspondido y no caería en un pozo sin fondo. Aun así, Petra necesitaba de un apoyo que no le negué, la ocasión que visitó mi laboratorio con el firme propósito de "consultarme sobre asuntos de mujeres".
—El carácter de Levi es complejo, no exterioriza ni comparte sus emociones —le reiteré, muy seria—. Necesitas comprender que le aterra la idea de involucrarse, porque teme revivir la conmoción que trae la pérdida… Sabe cuán expuestos nos encontramos a la muerte y hasta el día de hoy, su existencia no conoce sino amargura.
—¡Yo podría ser la paz en medio de su angustia! ¡Volverme su consuelo y despertarme renacida, luego de amarnos hasta el cansancio! ¡Deseo tanto que conozca lo bello a través de mí! —suspiró una Petra exaltada, hermosa en su romántica juventud— ¡Quisiera llegarle tan adentro del alma, que nadie logre arrancarme de allí! Su espíritu lleva consigo la noche, y yo amaré iluminarlo.
—Uh, con razón lo aprecio sumamente inquieto —sonreí ante la sublime revelación de su apasionado carácter—. Te convertirás en lo que no ha probado nunca; su dicha.
—Por otra parte… Me turba que, físicamente hablando, lo único que he podido notar es que parece agradarle mucho la esencia que uso en el cabello y, bueno —titubeó, pensativa—… Una vez lo atrapé mirándome los muslos de reojo.
—¡¿Lo hizo, en serio?! —exclamé, riendo. Cierto que también le había contemplado el bajo de la espalda, la noche que ambos conversaban en el edificio de los oficiales…, pero no iba a contárselo— ¡Es un avance importante!
—N-no estoy segura —dijo Petra, mordiéndose el labio inferior—, enseguida me soltó un "mocosa, ¿qué me miras?". Le respondí "lo siento, capitán. Soy yo quién debería preguntarle". Entonces cambió la expresión, chasqueó la lengua y apretando los puños, dio media vuelta.
—Oh, pues mantente así. Conviene que no te crea tan ingenua respecto a sus pretensiones —musité, a la par que sostenía mi mentón entre el pulgar y el índice, reflexiva—. Juega tú la primera, continúa siendo toda una dulzura para él, a la par que lo mantienes a raya. Eso lo volverá loco, y acabará por hacer lo que debe…, o morirse. No permitiremos lo segundo, claro está, en tal caso tendrías que tomar la iniciativa. Las mujeres sabemos por instinto cómo proceder…
—¿Y si me dice que soy demasiado atrevida? ¡Moriría de vergüenza! Puede que hasta me compare con Nifa …
—Voy a develarte algo, lo entiendas o no —exhalando todo el aire de los pulmones, me dispuse a brindarle un poco de sabiduría—; los entes masculinos sólo son capaces de amar del uno al diez. Puedes caer en cualquiera de esas posiciones, lo mismo en el dos que en el ocho. Ahora mismo Nifa se halla en el diez y tú en el cinco, aspirando a subir un poco más —establecí, poniéndole clara la situación—. Conjuntamente al amor espiritual, cuanto hagas en la cama determina muchísimo el puesto; no importa si el hombre es tan bueno como mi subalterno, callado como Mike o huraño como Levi ¿Y quiénes se mantienen reinando por años? Las osadas, las que tú llamas "atrevidas" —alegué, con un subir y bajar de hombros—. Me gustaría decirte que todo se queda en la etapa del romanceo, pero la cópula es un proceso natural y el paso definitivo a una nueva fase de la relación.
—S-si llegáramos ahí… ¿Existe alguna forma de llevarlo a dónde Nifa no pudo?
—Vaya, pues de eso se trata…, según libros antiguos, cada mujer está hecha para un hombre preciso —me sorprendió que preguntara, señal de que poseía sobrada madurez—. Debes conocerte primero, saber hasta dónde quieres llegar, lo que necesitas para sentirte complacida... Tantea qué lo motiva, compartan sus experiencias, sin prejuicios. Abrigo la certeza de que tu enano aprenderá a ser comunicativo sólo después que le demuestres cómo se hace —moví la cabeza en un gesto negativo, a la par que le mostraba las palmas de las manos—. Lo siento, Petra, ya no es cuestión de orgullo sino de ofrecer si deseas recibir. Es por eso que muchas parejas no consiguen hallarse y siquiera tienen idea de por qué.
—Y… ¿en cuánto a quedar embarazada? —contrario a Nifa, ella pensaba en todo— Usted sabe que soy virgen.
—No me agrada hacer uso de las hierbas…, una soldado tuvo sus problemas, pero temo que no hay otro remedio —murmuré, cabizbaja. Eso me hizo pensar que ya era tiempo de hallarle una opción al dilema—. Comprenderás que sólo puedo colocarte un aro luego de la desfloración.
—Todo esto suena tan vulgar —suspiró Petra, mostrándose abatida—…, parezco dispuesta, pero no sé si logre dar semejante paso.
—Si juzgas la cópula como un acto deshonroso y grosero, no estás preparada todavía —por lo menos, la chica se molestaba en analizarlo—. Nifa se dio a él por amor; su desacierto fue hacerlo sin que le correspondiera, pero eso no la vuelve una mujer infame, sino enamorada. Tu caso es distinto, piensas en ambos, y cuando es así, la naturaleza misma hará del hecho la vivencia más fascinante que hayas tenido —al oírme decirlo, aprecié que su optimismo había vuelto a colmarla de fe—. Disculpa que te lo pida, requiero de tu ayuda para la mutilación de Chiccachironi. Moblit y yo nos ocupamos de realizar las investigaciones sobre los pesos de ambos titanes, así como de sus extremidades por separado.
—Hange-san, le ruego que me dispense de acercarme a su otro espécimen —reclamó, sobrecogida— ¡La última ocasión, casi me vi en sus fauces!
—¡Cierto, cierto! Es gracioso que incluso el titán ansíe darte un mordisco porque le gustas, mientras el enano sigue tieso —reí a carcajadas, empujándola suavemente para motivarla a caminar—. Y óyelo discutir sobre quién tiene bolas…
Las personas que no valoran los momentos dichosos, por más efímeros y sencillos que sean, perciben tardíamente cuánto perdieron. Jamás lo confesaría, pero el capitán Levi se fustigó a sí mismo al darse cuenta un tiempo después. La experiencia vivida a nuestro regreso de la siguiente marcha fuera de Trost, cambió de forma radical sus maneras respecto a los vínculos románticos.
