Una dispensa para un héroe

Gracias a los propios Levi y Petra,

la segunda por brindarme su testimonio

y al primero, por corregir todo lo que él

considera que no hace o dice.

Recién hallo miembros de la Legión dejándome las más emotivas opiniones de mis vivencias, no saben lo mucho que me alegran y estimulan. A ustedes: view501 (Guest) y LyaRoseDya (Guest), va este capítulo lleno de ansias y emotividades.

Apenas me había parado junto a la puerta, y ésta se abrió con rapidez. Mi comandante, agarrándome de la muñeca, tiró de mi hacia dentro con gentil fuerza, operación que le tomó un mero segundo. De repente me hallé retenida contra su pecho y envuelta por aquel par de formidables brazos. Me pregunté cómo habíamos alcanzado esa familiaridad natural, que aceptar mi presencia en su habitación después de una batida parecía lo más lógico y no algo censurable o escandaloso. Éramos un matrimonio, pesárale a quien le pesara.

—Dime, titancita desvelada, ¿no se te acaba la energía? —me susurró, provocador, al oído— ¿La luna te pone inquieta?

—¡Erwin, bendito seas! Adivinas hasta mis próximos experimentos —sonreí, feliz con solo verlo—. Durante la siguiente noche, los expondré a sus rayos ¿Qué te parece? —le revelé animada— Y como lo pensé, demoran más en aquietarse de día que a horas nocturnas.

—Interesante. Bueno, puesto que te capturé vagando por mi territorio, voy a mantenerte aquí prisionera —deshizo el cerco de sus brazos, para ir a hacia la puerta y echar el cerrojo. Un resuello persistente se advertía incluso a través de la madera. Erwin, volviéndose, inquirió— ¿Ese ruido es Mike roncando? Hoy se oye peor que nunca.

—Oh, sus bramidos son directamente proporcionales al nivel de cansancio —intenté reír en un tono bajo—. Tú en cambio ni te oyes, pero amo escucharte respirar.

—Porque me sientes vivo —y qué razón tenía. Su beso me transmitió la calma que precisaba, después de la perturbación vivida—… Aunque a veces pretendes acabar conmigo… Y ahora, directo a la cama; es una orden.

—Señor mandón, iba a tumbarme de cualquier forma. Pasé todo el día con mis titanes, ahora necesito algo de calor humano…, de modo que no te conviertas —trepé a su lecho, bostezando exhausta—. Mañana voy a encontrarme ocupada con los estudios del umbral de dolor. Esta vez no los tocaré cerca de la nuca, debo preservar su vida en aras de conseguir nuevos resultados.

—No estoy seguro de la cantidad de guardianes y Mike cree lo mismo —fue tras de mí, sentándose al borde para quitarse las rústicas pantuflas que nos daban en las mudas—. Sería prudente incrementar el número, dada la importancia de tus investigaciones.

—¿Huh? Pues ahora que lo dices… La Guarnición se ha portado bien y no quisiera demeritarlos, pero la verdad es que los nuestros podrían fortalecer los grupos de centinelas.

—De acuerdo, lo dispondremos así… Por Mitras, ¿es que las paredes no callan el ronquido infernal de Mike? Nanaba merece una condecoración —mi comandante alzó una ceja, y me observó por encima del hombro, pasando al asunto humano—. Voy a cambiarlo a la estancia de Levi. Puesto que salió el capitán a relucir, Hanji…, si te contara una situación... Fue algo que oí casualmente —yo estaba a cuatro patas, mullendo un cojín transformado en almohada y a punto de acostarme— ¿pensarías que soy un hablador?

—Si alguien está lejos de ser un chismoso eres tú, Erwin —le respondí seria, y al percibir que no soltaría prenda, me lancé sobre su espalda, cubriéndole los hombros con mis brazos— ¡Ah, no! Ya despertaste mi curiosidad, ahora suéltalo.

—No lo sé —musitó, bajando la cabeza a la par que apoyaba las manos en el colchón, aferrándolo—… Detesto el chismorreo.

—¡Oye, basta! Los acontecimientos de Trost nos dejaron secos. Necesito refrescar la mente con asuntos mundanos —dejé de abrazarlo, para quedar de hinojos tras él, frustrada; no era justo y protesté— ¡Además, yo te lo digo TODO!

—¿Todo? No lo creo —volviéndose, me sonsacó entre pícaro e incrédulo—… Dime tu fantasía más licenciosa.

—¿Y qué si te la digo? Igual no vas a complacerme —inevitablemente, sentí que se me acaloraban las mejillas. A Erwin le placía sacarme los colores en la intimidad, empero lo corté de seguir al encogerme de hombros—. Ya cambiaste de tema, no caeré. Cuéntame que oíste.

—Ah, pude haberte sorprendido —el maldito se acomodó un poco, lo bastante como para tenerme de frente y mirarme a los ojos, conciliador—. Bueno, ante la insistencia… Escuché a Levi y Petra discutir por causa de la posible oficialización de su vínculo. Mike ya me lo había comentado, pero la verdad es que no tengo mucho tiempo para redactar una solicitud a los Altos Mandos y luego defenderla…, en caso de que la pareja se pusiera de acuerdo.

—¿Uh? ¡Esos dos! —emití un suspiro, y a continuación bostecé. Precisaba estirarme, los huesos me dolían con molesta persistencia—… De acuerdo, entiendo que para ella es un tanto precipitado. Aunque debiera considerar que la Legión no es la Gendarmería… Cada minuto hay que aprovecharlo al máximo.

—Nunca pensé que Levi se hallara tan presto a dar el paso. Incluso le garantizó que iría a discutirlo con el padre —cohibir el tono de sus emociones era lo típico de mi comandante; sin embargo, ni se molestó aguantando la sorpresa—. Entonces Petra dijo que le había enviado una carta, dándole a conocer que por mérito propio ya tenía un sitio como soldado élite en la Legión de Reconocimiento, y no porque compartía la cama de su capitán… Lógicamente, si él se presentara a exponerle su interés de compromiso, pondría lo último en duda… ¿Crees que el asunto de Nifa llegara a oídos del señor Ral?

—Quizás, pero detesto reconocer que al menos en esta sociedad, eso forma parte del atractivo de un héroe. La virilidad y sus manifestaciones son bien vistas cuando se trata de alguien como nuestro capitán. El Pelo de Tazón, gústele a él o no, es admirado por los ciudadanos y goza de mucho prestigio —alegué, bastante segura—. Lejos de indignarse, más probablemente su futuro suegro aceptará esa unión con una sonrisa de oreja a oreja "¡El capitán Levi no pudo resistirse a los encantos de mi hija!" "¡El mejor guerrero se comprometió con Petra!"

Mi representación pareció divertirlo.

—Como quiera, vuelve a sentir la presión de la responsabilidad y se desestabiliza. Recuerda lo que sucedió cuando se le impuso el grado… Aparentará lo contrario, pero en el fondo está con los nervios de punta —Erwin, definitivamente, no iba a relajarse hasta considerar todos los detalles—. Sabe que le aguarda una conversación incómoda con los Altos Mandos, informar a la unidad de Operaciones Especiales y poner en su sitio al subalterno rival.

—Auruo jamás será un obstáculo para Levi. La misma Petra se ha encargado de alejarlo y hacerle pasar toda clase de vergüenzas, diciéndole que no imite más a su capitán —hice mi valoración al respecto, encogiéndome de hombros—. Y el enano ni lo considera un problema. Claro, a Auruo no le hace gracia ver su orgullo en el piso, así que intenta defender su autoestima proclamando que Petra jamás le interesó. A cada gesto inofensivo de la chica, responde que le falta mucho por mejorar si quiere ser su esposa. Él SI es un lengua suelta.

—Que un hombre difame así a una mujer, sólo porque ella no lo escogió, es muy bajo —frunciendo el ceño, terminó por acostarse—. Yo no lo permitiría.

—Levi es arrogante, supone que dedicarle tiempo a las imbecilidades de Auruo, le haría creer que le importa cuánto dice o hace. Y estamos de acuerdo en que no le falta razón al capitán. Petra lo ama; es lo único que le interesa —alegué, acomodándome sobre su pecho. Mi mano hurgó atrevida bajo la camisa abierta y la detuvo, cubriéndola con la suya, prensando suave los dedos—… ¿Qué harás mañana? Bueno, hoy…

—Recibí una cita para la corte marcial a la que se someterá el recluta Eren Jaeger —advertí que comenzaba a ganarle el sueño, porque los párpados se le cerraron mientras me refería—. Ya sabes, el que cerró la brecha en el muro, convertido en titán. Hay detalles que deseo conocer personalmente y antes de que la Gendarmería impida el acceso a su celda, lo visitaré —fue su turno de bostezar y soltó mi mano para cubrirse los labios—. Voy a decirle a Levi que me acompañe. Si lo involucro en el asunto de reclamar a Eren, canalizará la tensión.

—¿Huh? ¡Quiero ir también! —le pedí gozosa, apoyando las manos en su pecho y elevando el torso para contemplarlo directo a los ojos; que, ante mi arrebato, abrió sorprendido— ¡Erwiiiiiin, trae al chico titán a la Legión! ¡Nos corresponde investigarlo y experimentar con él!

—Es lo que pensé, y un derecho al que la Brigada puede apelar. No irás hasta el día del juicio, tú y Mike lo escoltarán a la sala —entonces frunció el ceño; lo había despertado y, además, mi rodilla estuvo a un tris de oprimir su punto más vulnerable— ¡Hanji! ¿Quieres tranquilizarte? Vas a golpearme donde no debes…

—Si consigues hacerlo parte del Cuerpo, y me permites analizarlo a gusto, te lo diré —le devolví una mirada sugerente que hubiese derretido hasta al enano—… Mis tórridas fantasías. Porque tengo varias, ¿sabes?

—Y ahora víctima del chantaje —me sonrió, adormeciéndose otra vez—. Aunque no hables, créeme que lo averiguaré. Duérmete ya.

/

Amanecía en Trost cuando despedí a Erwin y a Levi, antes de que abandonaran la casa de los oficiales. Petra salió corriendo del pequeño comedor, llevando un envoltorio de tela entre sus brazos.

—¡Capitán, las galletas y dulces para el camino! —al verme se ruborizó, deteniéndose frente a nosotros, sin atinar a entregarle aquello que le hiciera con tanto amor— Eh… Por supuesto, hay suficiente para usted y el comandante.

—No te preocupes, la verdad es que como más bien poco —respondió afectivo el segundo, negando con su mano—. Agradezco mucho la gentileza, y de seguro Levi apreciará tanto el gesto como el sabor.

—Tch, sí… Dame acá eso, Petra —el Pelo de Tazón no alzaba la vista del suelo, incómodo. Prácticamente arrebató el fardo de los brazos a su chica—... Gracias.

—No seas frío, Levi. Considera que la dama se molestó en prepararte un refrigerio —Erwin seguía mostrándose invariablemente paternal—. Esperaré junto al carruaje… Hanji, a tus investigaciones —me hizo un gesto de cabeza, para que dejara solos a capitán y subalterna—. Volveremos tan pronto como logre concluir lo que hablamos.

Asentí, quedando a mis espaldas el enano, furibundo, y una Petra más relajada. Todavía les escuchaba dialogar, mientras iba tras mi comandante hacia la calle.

—Capitán, ¿está nervioso?

—Oe, sé que andamos rápido, pero ya deberías conocerme. Apenas me vean, esos vejestorios comenzarán a temblar —dijo con toda su arrogancia—… Y no le daré mis galletas a Erwin.

Lancé par de carcajadas al oírlo, sobresaltando a unos chicos de la Guarnición; ambos me ojearon del modo en que se observa a una demente y se alejaron de prisa. Erwin se había desviado hacia la plazoleta, donde lo aguardaba el carruaje.

—¡Tum, tum, dos titanes se quisieron casar, el uno era enano y el otro…! —canturreando, enfilé mis pasos hacia el patio. Quería ofrecerle al comandante un profundo informe sobre mi examen de los ejemplares.

Descubrí a Moblit de pie junto a las picas, ya listas contra el muro. Una jovencita de la Guarnición insistía en darle charla, e incluso se atrevió a colocar su mano en el cuello de mi subalterno. Quise detenerme y fingir que contemplaba las ataduras de Sawney, pero él había reparado en mi presencia, zafándose cortésmente de la chica para ir a mi encuentro.

Pensé que, de haberlo visto Erwin, su próxima estrategia sería un complot para unir a Moblit y la joven guardia; por supuesto, Mike colaboraría encantado si eso lo alejaba por completo de mí, sentimentalmente hablando.

—Ehh…, no hay apuro, los titanes no irán a ninguna parte —balbuceé, haciéndole un gesto con la cabeza, que indicaba a la chica—. Tómate unos minutos.

—Hange-san, ¿en serio cree que yo…? —casi parecía insultado ante la idea—. La conversación acabó, nada tenía de importante.

—Pues deberías considerarlo, siempre y cuando esos intercambios no afecten tu magnífico rendimiento como soldado, me hallo dispuesta a consentirlo.

—… —Moblit suspiró, tragando en seco, para después responder con tono grave— Líder de escuadrón, supongo que desea comenzar los experimentos.

—Sí, mejor nos ponemos a ello —visto el caso, ni siquiera lo intentaría—. "¿Por qué me tocó un grupo donde prima el desengaño amatorio? Cállate, Hange; no saldrías limpia si buscaran a los causantes."

Agarré la pica, soltándole otra a mi subalterno y a los miembros de la Guarnición. Bean, atento a mi avance hacia su persona, levantó la cabeza. Meditando rápidamente por qué sitio empezaría, le traspasé de un puntazo el ojo izquierdo. El espécimen lanzó un fuerte alarido, al que yo me uní con otro.

—¡Líder de escuadra, no debe ser la que grite! —Moblit intentó detener mis arremetidas contra el titán de nueve metros.

—¡¿Cómo no gritar al hacer esto?! ¡Bean está sintiendo mucho dolor! —al observarlo padecer los embates de la pica a sus ojos, me di a llorar con él. Varios coágulos de sangre brincaron al piso— ¡No te des por vencido, Bean! ¡Aguanta!

Confirmar una teoría respecto a la naturaleza biológica o anatómica de los especímenes, precisaba de numerosas pruebas a cada ejemplar. Los Altos Mandos y el gobierno del Rey aceptaron las que di por concluidas, y mi regocijo creció al patentizar que mi desempeño como científica sobrepasaba el de mis predecesores. Quería entonces culminar el estudio de los puntos débiles, puesto que ya era probado; no tenían otro que el del cuello.

—¿Sawney? Atravesé tu corazón —sabía de la carencia de órganos, pero el sitio continuaba siendo el mismo— ¿Te duele? ¿Cómo se siente?

Obvio que no respondería… Comparado a Bean, Sawney era más tranquilo. Difícilmente reaccionaba del todo, sin embargo, hizo un intento de hablar.

—¿Hum? ¿Qué fue eso? —abrió la boca y me vi precisada a evadir sus fauces ¿Había intentado engañarme, para que caminara hasta él?

—¡Líder de escuadrón, retroceda! —vociferó mi subalterno, fuera de sí.

—¡Hahahaa! ¡Estuvo cerca! —percibí que Sawney intentaba imitar mis carcajadas, empero solo conseguía un sonido gutural y jadeante.

—¡Va a terminar muerta! —sus augurios hasta entonces no se habían cumplido, gracias a Ymir.

—Sawney no es bueno expresándose, quiere zafar mi cabeza a mordiscos —le sonreí, tratando en vano de calmarlo—. Moblit, anota que ni se inmuta cuando le infringimos heridas, a diferencia de Bean, que sí reacciona al dolor ¿Huh, qué te pasa?

—Nada, Hange-san, prosiga —mintió, fingiendo indiferencia— ¿Seguirá usando las picas o…?

—Moblit, luces mal —el sudor en su frente, los ojos y mejillas enrojecidos me indicaron que padecía una fiebre—. Te prepararé algo.

—¡Hange-san, en serio, no es necesario!

—¿Quieres ir por ti mismo al laboratorio, o prefieres que te lleve a rastras? —inquirí, colocando mis brazos en jarras.

—Madre…

Camino al recinto, meditaba respecto a lo mucho que se desatendía la salud de los soldados. No es que faltaran ya los sanitarios o médicos que atendieran las urgencias de cualquier miembro de la Legión, sino que tendían a restarle importancia a lo que llamaban "achaques menores". Así, el agotamiento extremo, crisis depresivas y otros por el estilo, no se consideraron padecimientos serios hasta que hice mi propia sublevación contra ese modo de pensar. Gané la pelea, después de garantizar que los casos de ese tipo se hallarían bien justificados, pues tanto Erwin como Nanaba y Mike, habían sufrido a reclutas que mistificaban los síntomas.

Por supuesto, Moblit consideraba que sentirse indispuesto era como perder virilidad o prestigio. Me siguió cabizbajo y molesto consigo mismo, al no poder ocultar su malestar a mis ojos. La endemoniada puerta del laboratorio volvió a dar lata con la cerradura y temí que mi subalterno escapara, diciendo que se encontraba mejor.

—Llave retorcida, más retorcida que los pensamientos del generalísimo Zackly —musité, forzándola hasta casi partirla— ¡Há, sabía yo que debía meterle fuerza para que cediera! Entra, Moblit, no es culpa tuya que la cerradura esté igual a pesar del engrase. Ya me canso de pedir que compren una nueva, pero no da el presupuesto —una vez dentro, procedí a encender los candelabros—. Siéntate en la camilla, y relaja los músculos ¡Por Mitras, no es una cirugía…!

—Doy gracias a Ymir por eso —dijo suspirando.

—Ábrete la camisa, por favor —solicité lo más profesionalmente posible, auscultándole con el cono de madera. Por un segundo no logré determinar si los latidos se debían a su condición febril o a mi cercanía—. Moblit… Trata de respirar normalmente.

—L-lo siento —musitó, un poco aturdido—. No puedo evitarlo.

—Sé que abuso de tus emociones a la hora de investigar, pero es importante conseguir algún resultado —procedí a tomar su pulso, la temperatura del cuerpo estaba subiendo—. Quizás Mike acceda a sustituirte por un día, pienso que tu descanso es mínimo y al final repercutirá en el cuerpo, enfermándolo. Irás a dormir apenas tomes el cocimiento que te haré.

—No quiero que ocupe mi lugar otro soldado. Sería una vergüenza —dijo, rebelándose ante la idea—… Me niego a…

—Silencio. Nadie va a reemplazarte, hombre ¿Acaso no conoces lo que significa "temporalmente"? —suspiré, cansada de lidiar con su orgullo—. Si deseas inmolarte, hazlo en el campo de batalla y no peleando contra una dolencia o el agotamiento… Porque te valoro es que me preocupo.

Fui hasta la mesa donde había dejado la cocinilla de preparar brebajes, dedicándome a suprimir raíces de hierbas y macerar los tallos y hojas. Moblit contemplaba mi proceder, absorto en sus pensamientos. Me pregunté si conseguiría resignarse a la idea de no ser correspondido, algún día. Todo indicaba que no.

—Bébetelo completo —dije, brindándole un jarro humeante. Pareció más tranquilo al percibir el aroma dulzón del cocimiento, distante de aquellos que gritaban acidez o repugnancia.

La puerta se abrió con brusquedad, provocándome asombro, y que Moblit volteara como un rayo hacia ella. Una Petra muy alterada me afrontó, ignorando la presencia de mi subalterno.

—Hange-san, le confié mis sentimientos por el capitán, seguí su consejo, ha sido la mejor de las amigas… ¡Casi la tengo como si fuera una madre y usted…, usted me traiciona!

—¿?

—Eh, permiso, líder de escuadrón —Moblit se incorporó, extendiéndome de vuelta el recipiente vacío; y mirándonos por turno, determinó que aquello no le concernía—. Si me necesita, envíe por mí. Voy a estar en el dormitorio.

—¡Iré a ver si es cierto que descansas! —le grité, advirtiéndolo, e hice un comentario a Petra, que lucía como si deseara estallar— Esa pócima debe tumbarlo como un titán sin nuca… Bien, ¿quieres decirme por qué apareces tan irritada y hablando desatinos? Es incluso una falta que se pena según la normativa militar.

Ni tan siquiera escuchó la última parte, soltándome de inmediato su requerimiento.

—¡Supe que el capitán la bañó en una ocasión! ¿Cómo lo permitió, si no lo deseaba? ¡Entonces, él la conoce íntimamente!

—No me hagas reír, Petra —aún le faltaba madurez, sin duda—. Tu enano siquiera puede imaginarse lo que significa tener una relación íntima conmigo. Ese hecho por sí mismo no demuestra nada, excepto que tu precioso maníaco tiene un problema serio de comunicación. Prefirió la violencia en lugar de llegar a un acuerdo —le aclaré muy seria— ¿No te dijeron que me dejó inconsciente luego de haberle vomitado encima? El idiota ni podía considerar que me hallaba… indispuesta.

—¡Es que debió… debió entonces…! —su rubor subió de tono, y las mejillas tomaron el color de su cabello.

—¿Verme sin ropa, tocar mi cuerpo? La verdad es que yo estaba desvanecida, así que todo lo que pudo haber de morboso no hay forma que lo recuerde, y me puso en manos de Nanaba luego de bañarme —le dije con toda naturalidad, encogiéndome de hombros—. Petra, quizás te parezca chocante, pero estoy acostumbrada a considerar la anatomía humana como una profesional. No me inmuta lo que para ti puede ser impúdico. Tú deberías actuar igual, recibiste las clases de primeros auxilios y te preparaste como sanitaria… ¿O se te olvidaron cuando se trató del enano?

—L-lo siento. Me ofusqué al saber lo que había sucedido —consciente de su pueril actuación, se retrajo—. Actué llevada por un impulso que me cegó.

—Entonces, ¿te abalanzarás sobre la sanitaria que vaya a reconocer al capitán, si alguna vez lo hieren? No es lo mismo que mi caso del baño, pero muy parecido —intenté hacerla razonar— ¡Imagínate que Nana y yo discutamos porque le di una respiración boca a boca a Mike! — conociendo a Nana, quizás no fuera el mejor ejemplo; al menos me llevaría un coscorrón— Además, es tonto sentir celos del pasado. Sucede mucho por falta de seguridad en la relación, o inmadurez; todas hemos aprendido a superarlo con el tiempo. Te aconsejo que hagas lo mismo.

—Discúlpeme, comprendo que obré de modo irreflexivo —su emotividad había ido cediendo ante mis argumentos—. Di oídos a un comentario malsano.

—Ni preguntaré quién sembró la duda, pero lo imagino. Ahora que el capitán está fuera del cuartel, es muy fácil hablar a sus espaldas —musité, los puños cerrados contra las caderas, reafirmando mi postura de superior—. Eso que hizo Levi fue algo infantil y estúpido. Lamento mucho que alguien tratara de revivir un recuerdo tan banal, sólo para molestarte.

—Es… vergonzoso —Petra hizo un gesto negativo con la cabeza—. No puedo imaginar que la fobia del capitán por la higiene lo llevara a cometer semejante imprudencia.

—Erwin le recordó lo que puede sucederle a un miembro de la Legión, cuando se atreve a golpear e ir contra la voluntad de una mujer —aseveré, cruzándome de brazos—. Y créeme que antes de perder la consciencia, le aticé al enano donde más le duele, por partida doble. Tú me dirás en el futuro si todavía puede fecundar.

—¡Cielos!

—Mejor compartamos una taza de té —dije, conciliadora, y señalándole la puerta, le cedí el paso—. Aparte de ti, Levi sólo adora las escobas… Quise decir que su afán por la limpieza es el segundo amor de su vida; no que guste de tipas altas, delgadas y greñudas como yo ¡Ha, ha, ha!

—¡Guerra declarada a las escobas, entonces! —sonrió, mientras andábamos por la galería.

—Nooo, al contrario. Ese útil doméstico será tu aliado, no tu rival. Que note que compartes su afición. ¡Santa Ymir! ¡Levi fue tan lento demostrando su interés, que consideré darte un brebaje para convertirte en cepillo! —reí, guiñándole un ojo y sin detenerme, acabé despeluzándola con mis dedos, en un gesto maternal—. Así le hubieras sido el doble de atractiva. Y pierde cuidado, no siento absolutamente NADA por tu plumero gruñón, palabra de Hange Zoë.

De cualquier forma, nunca las tuvo todas conmigo después de saber aquello.

/

Mike, Nana y yo estábamos ansiosos por conocer los pormenores de la visita del comandante y Levi a las mazmorras. La entrevista con aquel recluta extraordinario, podía ofrecerle un giro a nuestra lucha, siempre a favor de la humanidad. Así que nos apiñamos en el diván de la Recámara de Oficiales, observando atentos a Erwin, tranquilo y cómodo tras su escritorio; y al capitán, que había rehusado sentarse.

—… El recluta Eren Jaeger declaró estar bien dispuesto a sumarse a la Legión de Reconocimiento; su fin es acabar con todos los titanes. Ya es un avance que pretenda ser parte del Cuerpo, solo que la Gendarmería sigue insistiendo en tomarlo para ellos y lo mantendrán prisionero hasta el día del juicio. Les tengo un detalle curioso —Erwin mostró a quienes no lo habíamos acompañado, el objeto al que se refería—… Esta pequeña nos abrirá el camino hacia una verdad restringida por el rey y su gobierno; es la llave de la puerta que conduce al sótano de la casa de Eren Jaeger. Según él, su padre guardaba un secreto allí que debía revelarse.

—Hum, a fe mía, esto se pone bueno —gruñó Mike, recostándose por completo al espaldar del mueble— ¿Y no tiene idea de qué cosa pueda ser?

—No, de saberlo, te aseguro que se lo hubiera confesado a Levi. Se portó recio con él; aunque terminó por hacerse responsable de su futuro comportamiento, una vez que integre la Brigada —dijo el comandante, observando al antedicho de soslayo—.… Si los Altos Mandos acceden a esta petición, luego del veredicto.

—Tsk, esos vejestorios de mierda —por toda respuesta, el enano le devolvía su mirada categórica y se cruzaba de brazos—. Ya te he dicho, Erwin, que los muy bastardos sólo respetan una cosa; el miedo. Ponlos a cagarse del susto, y cumplirán lo que les pidas.

—No funciona de esa manera. Debemos esperar al juicio, el movimiento está hecho —inclinándose adelante, apoyó los codos en su escribanía y entrecruzó los dedos, como siempre que meditaba un asunto crucial—. Si el magistrado aprueba que ingrese al Cuerpo, retomaremos la muralla María, usando el poder titán para sellar los huecos. Ya en Shiganshina, veremos qué oculta ese sótano.

—Ahora soy yo quien apuesta por tomarle la delantera a la Gendarmería, a los sacerdotes del Culto y los de Arriba —oí que Mike traqueaba sus dedos—… Por Mitras, dime que hiciste de las tuyas, Erwin.

—Sólo hablé con Pixis, buscando ganarlo como aliado estratégico. Él fue quien se adelantó, proponiéndome justo lo que yo deseaba. Poseo la esperanza de ganar esta partida. El generalísimo Zackly juzgará la situación.

—¡¿Zackly?! ¡Yahooiiii! ¡El chico es nuestro! —grité frenética, dando botes en el asiento— ¡Ya está hecho!

—Cantas victoria muy rápido, Hanji —dijo Nana, incómoda por mis brincos—. Los pastores del Culto y la Gendarmería cuando se vuelven aliados, no son un obstáculo fácil de saltar.

—Odio a esos tipos, ambos de la misma calaña —bufó Mike, tornando a cruzarse de brazos—. Y los santurrones me hacen perder los estribos.

—¿Ah? —Levi parecía interesado— ¿Te atraparon orinando el muro?

—No, uno me dio un sermón…, por sacrílego. Dijo que me había descubierto besando a Nana junto a la muralla... Le respondí que sí, que cuando hacía el amor con ella veía a Dios y hasta me guiñaba un ojo.

—¡Mike! ¡…Qué vergüenza! —Nana abrió la boca, escandalizada— ¡Por favor, dispénselo, comandante!

—Bonita confidencia —dijo el capitán, chasqueando la lengua—.

—… Supuse que ya nada de ti me sorprendería —Erwin dejó caer la frente sobre las manos entrecruzadas—. Pues no, aún logras desconcertarme.

—Aquí nadie pasa por santo —lanzó su amigo, muy calmo, a la par que me daba unos buenos manotazos en la espalda—… Hanji, te vas a ahogar.

Yo no podía contener la risa, llorando a lágrima viva de tanta carcajada.

—Oe, Cuatro Ojos, cállate —Levi agarró el paño con que solía limpiar Erwin su escritorio, e intentó metérmelo en la boca—. Llenarás la habitación de gérmenes.

—Hmn, ¿y qué pasó con la dispensa? —el Pelo de Tazón, al escuchar a Mike, detuvo el forcejeo que mantenía conmigo— Erwin te dio permiso de iniciar las conversaciones…

—Debo reconocer que no estaba muy de acuerdo en mezclar las cosas —mi comandante, si algo sabía, era cómo darle su tiempo a cada propósito—, pero Levi alegó que todo se había puesto muy negro y él necesitaba enfocarse. No podía hacerlo mientras tuviera pendiente lo de Petra, de forma que después de ir a las mazmorras, aprovechamos la visita a la Cancillería…

—Tsk, Erwin no quería conflictos; me limité a mirarlos de frente y restregarles que, gracias a mis cuchillas, viven tranquilos engordando la panza —contestó Levi, encogiéndose de hombros—. Aquí está el condenado papel.

—¡¿Eh, tan rápido?! ¡TIENE que ser falso! —levantarse de su puesto y quitarle al enano la dispensa le llevó a Mike un segundo; fue también la única oportunidad en su vida que pudo sorprenderlo. Examinando a conciencia el pergamino, lo husmeó para luego fruncir el ceño— N-no, es real… Pensar que a mí me llevó más de… ¡Vejetes cabrones!

—Oe, lo rompes y te mato, bigotón. Devuélveme acá eso —reponiéndose de inmediato, Levi arrebató al otro su tesoro—. La Cegata y tú siempre andan mirándolo todo.

—¡¿Qué hice yo?! —si bien la curiosidad era parte de mi naturaleza, no iba a permitirle que me tildara de chismosa— Trátame con respeto, enano.

—Regresemos al tema serio. La única manera de ganarnos a Eren Jaeger como parte de la Brigada —Erwin había conseguido retornar la atención a su persona—, es mostrándole al generalísimo Zackly y a la Gendarmería, que solo alguien lo suficientemente fuerte y diestro puede hacerse cargo de él…, si llegara a transformarse en titán.

—No eres tú de quién habla el comandante —Nana lo haló del brazo al percibir que intentaba levantarse—. Quédate ahí tranquilo, nada de celos.

—Gracias, Nanaba. De verdad aprecio que seas la compañera de Mike —había reconocido Erwin, muy sincero. Zacharius estaba un poco molesto; sin embargo, no le duraban mucho esos estados y Nana siempre hacía de mediadora—. Por desgracia, no hay más opción que demostrar la capacidad de nuestro capitán…, usando la violencia contra el soldado a que nos referimos. Y si se convierte, Levi sabrá cómo actuar.

—¿Vas a ordenarme patearlo? —lució satisfecho, al oír su demanda— Te advierto que, si el padre de mi subordinada rechaza la petición, me la desquitaré con el mocoso.

—Pongo toda mi confianza en ti. Sé que no acabarás matándolo —había respondido Erwin con un tono jovial, que pronto adquirió el matiz grave de la rectitud—. Además, reconquistar María es absolutamente necesario, tanto para la Legión como para los refugiados que malviven dentro de Rose... Levi, haz lo que debes antes del juicio. Nanaba, por favor, ten listos unos expedientes para los reclutas que vamos a recibir. Mike, no estaría de más que fueras a visitar al comandante Pixis, tú y él conversan bastante… Anima su decisión de abogar por la Brigada. Hanji, organízame la nueva información que recogiste de los titanes, ya sabes que a los Altos Mandos hay que presentarles un testimonio preciso. Pueden marcharse.

—A ver si consigues algo de beber para la próxima reunión, Erwin. Salgo de aquí con la garganta seca —imaginé que Zacharius iba a desquitarse cuando visitara a Dot Pixis—. El pequeño merecía un brindis.

—Oh, ya le darán su bebida favorita —reí. Petra de seguro habría puesto la tetera al fuego—. Aunque, enano…, la esencia de una mujer es rica en vitaminas…

—Cuatro Ojos, le quitas el apetito a cualquiera —la mueca hizo que luciera más perverso que inocente—. Tsk, eres un asco.

—Aguarda, que me interesa el tema…

—Camina, Mike. Tú estás bien saludable.

—Buena suerte, y felicitaciones —sonrió torvamente Zacharius, guiñándole un ojo a Levi—. Hazle caso a Hanji, o no crecerás.

/

Testimonio de Petra sobre la visita del capitán al señor Ral. Suceso totalmente insólito dentro de la Legión de Reconocimiento, solo antecedido por la solicitud de Mike Zacharius al padre de Nanaba.

El guerrero más fuerte de la humanidad nunca se había dejado impresionar por titanes de quince metros, no importaba el aspecto que tuviesen; menos aún por hombres rudos o bravucones... Sin embargo, aquella puerta de madera endeble, que lo sobrepasaba medio metro apenas en altura, se le antojó un muro inaccesible y repleto de púas dispuestas a pincharlo si osaba tocarla.

—"Ridículo. No me puedo sentir amenazado por una estúpida puerta. Será ella quien caiga, si no se abre al toque de tres —Levi apretó el puño, ya resuelto a llamar. Sin embargo, detuvo la mano a medio camino, al oír unos soberanos ladridos en el interior—…" "Mierda, hay un estúpido perro. La casa parece amplia, quizás con el ruido no escuche si golpeo suave la madera… Uhm, suave no denota carácter… Mejor le pego un par de puñetazos que se oigan en el patio… ¿Y si piensa que soy un maleante por llamar tan fuerte?... Oe, ¿habrá una cantidad de toques reglamentarios para tales asuntos?"

Decidió que tres era un número apropiado, al menos en las cartas le daba suerte. Contrario al nueve, que lo hundía sin remedio. Dominando su fuerza y las ganas de hacer trizas la hoja, finalmente le propinó varios toques, muy comedidos.

—Tsk, no estoy acostumbrado a esto. Lo debo hacer, quiero hacerlo, pero… "Siquiera le traje un regalo —solo entonces pareció caer en la cuenta del detalle— ¡Ni sé qué le puede gustar al hombre! ¿Té, licor? Bah, mi presencia bastará, soy el héroe del distrito… Mejor me preparo, igual puede recibirme lanzándome un cubo de agua… Yo lo haría si tuviese una hija" —repitió los golpes, una y otra vez. Al notar que la hoja continuaba cerrada, la emprendió a puñetazos contra la madera.

—¡Capitán Levi, señor! Si continúa tocando la puerta de ese modo, la hará caer —un veterano de la Guarnición se le acercó, mirándolo estupefacto—. El señor Ral no está en casa, lo vi dirigirse a la fragua del herrero… ¿Sucedió algo con él?

Una mirada súbita y punzante, ciega por el brillo asesino, fue la respuesta a su pregunta. El guardia, de inmediato, asintió en silencio para seguir adelante.

—¡Maldito sea! ¿Por qué no fue otro día? TSK, TSK, TSK —el capitán dio una patada al suelo, provocando que se levantara el polvo y se le acumulara en el traje. Había mandado al infierno su sentido de pulcritud— ¡Condenada suerte!

—¡Joven, puede quedarse aquí a esperarlo! —invitó una vecina ya entrada en años, que había estado cuchicheando con otra en el jardín, desde que lo avistara— ¿Es que desea conversar con el señor Ral por causa de su hija? No me extrañaría, esa niña tan de su casa, ya tenía varios chicos echándole ojo.

—¿Eh? —las contempló de soslayo, frunciendo el ceño. Si algo detestaba era el exceso de confianza y los chismorreos.

—¡Sí, sí! El hijo del mercader de trigo, el sobrino de la lechera, el aprendiz de joyero —enumeraba la segunda mujer, aún más anciana pero enérgica a la hora de conversar—… Ni los recuerdo a todos, ¡y sin salir apenas! Así que nada más lógico que la muñequita cautivara a tan apuesto soldado.

—"Mierda, odio a las viejas charlatanas —el capitán les dio la espalda, encaminándose de regreso al cuartel—… Pero no estuvo mal enterarme de que Petra me favoreció por encima de tantos… Bah, ninguno me llega a los talones; soy el capitán de la unidad élite del Cuerpo y su miembro más diestro a la hora de combatir. Ellos podrían regalarle flores, pero yo le pongo una montaña de titanes muertos a sus pies. Sin dudas, una mujer inteligente no escogería nunca un mocoso idiota."

Volvió al reducto con un semblante más propio de Auruo que suyo; la frustración y el disgusto muy claros en su rostro. Fue directo a la estancia, deseando que Petra no estuviese allí ¿Cómo enfrentar aquellos ojos que lo interrogarían anhelantes? Otra vez el destino echaba por el suelo toda su buena voluntad.

—¿Capitán? ¡¿Qué sucedió?! —puso un pie adentro, y la chica ya se hallaba frente a él, inquiriendo nerviosa— ¿Mi padre no quiso recibirlo? ¿Es que no admite nuestro compromiso?

—… —irritado, evadió su mirada, soltando la chaqueta del traje civil en uno de los asientos que allí había y se dejó caer sobre la cama—. Hey, mira que haces ruido, mocosa.

—¿Quién es la mocosa? —Petra colocó los brazos en jarras. Queriendo averiguar de inmediato la causa de su mortificación, se arriesgaría a presionarlo— ¿Me dice a qué se debe su ira o tengo que adivinar las razones? Le molestaba que Auruo lo imitara y al parecer, usted copia sus arrebatos infantiles.

—Tsk, qué comparación más absurda —masculló, intentando calmarse. Pronto se incorporó ligeramente, poniéndose de costado—. Ven, mocosa, te contaré.

—Si continúa diciéndome así; le aseguro que sus baldes, plumeros y escobas desaparecerán —ella mantuvo su firme postura, cruzándose de brazos— ¿Y bien?

—… Estuve frente a la casa de tu padre… y por mucho que toqué, la odiosa puerta NUNCA se abrió —Levi había cedido a la amenaza, o a su graciosa imposición de carácter. Petra era bella, extremadamente cálida, pero sabía cuándo tornarse fiera…, lo que tentaba su recia naturaleza masculina—. Hice papel de idiota, parado allí y dando motivo a que un par de ancianas empezaran a cotillear sobre mi presencia en aquel sitio ¡Al bastar…! ¡A tu viejo se le ocurrió salir PRECISAMENTE hoy!

—No se le llama "bastardo", ni "viejo" a quien formará parte de su familia —Petra suavizó el tono, escuchándose maternal y apaciguadora— ¿Por qué se siente obligado a ir? ¿Es por la carta? —preguntó, mirándolo intensa; como si pretendiera sacar a la luz un misterio escondido en su alma... Y supo que no lo movía otra cosa que la franqueza y el honor— Capitán, le doy mi palabra de que no requiero tanta formalidad. Si me ama, como lo percibo, estará bien para los dos.

—Mi conciencia se impone, Petra. Y me da la gana de hacerlo, porque lo mereces. Quiero dejarle bien claro que no eres una cualquiera —el capitán le devolvió una mirada plena de sinceridad, que la hizo ruborizar—… de eso, por desgracia, sé bastante.

—Su tiempo libre va a escasearle con este lío del titán y los reclutas. Además —dijo la chica, yendo hacia el lecho—, la dispensa callará los comentarios malintencionados.

—Oe, ni te preocupes, ya veré de repetir la visita. No me tomo un compromiso a la ligera —notando que Petra se había sentado junto a él, se giró buscando reposar su cabeza sobre los muslos de ella—. Tsk, déjame acomodarme.

—¿Se da cuenta de que armó una ventisca y al final, todo está en calma? —le sonrió con particular encanto, y él se maravilló de que pudiese llevarlo a un estado de completa placidez— No vuelva a darme esos sustos, capitán…, imaginé que mi padre le había lanzado al perro.

—¡¿Ah?! ¿En serio? —dijo, abriendo un ojo, atónito— Tsk, siento lástima de tus pretendientes anteriores.

—El perro lo reservaba para Auruo —Petra llevó la mano a los labios. Intentaba sofocar en vano la carcajada que le motivara la expresión de su compañero—. A ellos les tocó un balde con excremento de cerdo.

—Mierda… Literal —añadió Levi, sonriendo torvo con su propio chiste—.

—"Mordelón" jamás ha sido agresivo conmigo, pero sí muy celoso.

—Tsk, vaya nombre..., solo espero no tener que sacudirlo. No es galante patear a la mascota de tu novia —pese a la ironía, estaba disfrutando la intimidad del ambiente y la conversación. Jamás había experimentado un placer igual, que incluso le hiciera olvidar su descontento—. Oe, le perdono a tu padre haberme plantado. Es un hombre juicioso; no acepta patanes. Aguardó a que llegara el mejor.

—En verdad, capitán, su arrogancia me divierte —Petra rió, inclinándose para besarlo— ¿Piensa informarle al escuadrón o tal vez prefiera esperar a la noche?

—Las noches son para cosas mejores —permitiéndose una sonrisa, le tironeó del brazo y se hizo a un lado, buscando que ella se tendiera sobre su pecho. El aroma cítrico y limpio del cabello blondo-rojizo lo llevó a cerrar los ojos, sintiendo tan solo el bienestar del momento—. Tsk, Petra…, odio la forma en que consigues hacerme reconocer lo perdido que estoy por ti.

Quedarse abrazados, compartiendo un instante único de sosiego, era cuanto ambicionaban.