Capítulo 6
Haruka se quedó de pie, totalmente helada, sin saber que decir o que hacer. Pluto, por otro lado, la miraba sin ningún tipo de expresión en su rostro. Solo la observaba. Haruka tragó saliva. Sabía que Pluto la había visto. ¿Se lo diría a Michiru? Se sentía juzgada bajo esos fríos ojos.
-Pluto… -intentó hablar –yo… no es… yo solo estaba-
-No estoy aquí para pedirte explicaciones, no es a mí a quien se las debes. Tenemos trabajo que hacer y no hay tiempo que perder –la interrumpió –es hora de irnos.
-Espera! De que habl- no tuvo de tiempo de terminar la frase cuando un humo morado las envolvió y las hizo desaparecer del lugar.
Segundos después aparecieron frente a las Puertas del Tiempo. Haruka abrió los ojos y miró alrededor rápidamente, como intentando reconocer el lugar. Vio a Pluto caminar sin decir una palabra y la detuvo, tomándola de la mano.
-Espera. Basta de tanto misterio. Dime que es lo que pasa y que estoy haciendo aquí o me regresas inmediatamente. –la soltó y Pluto dio la vuelta.
-Estas en el Siglo XXX. Los demás detalles te los daré dentro.
-¿En el siglo XXX? ¿Dónde está Michiru?
-Michiru no va a acompañarnos.
-¿Qué? ¿Por qué? ¿Sabe por lo menos que estoy aquí?
-Nadie sabe que estás aquí, Haruka. Hablemos dentro.
-¿Cómo que no sabe? ¿Te das cuenta lo preocupada que va a estar si ve que desaparecí así de la nada?
-De todas formas ibas a desaparecer toda la noche… -dijo más para sí.
-¿Qué?
-Tranquilízate. Cuando regreses ni siquiera sabrá que te fuiste.
-Bien… Aun no me dices que hago aquí.
-Entremos y lo sabrás. –Dijo siguiendo su camino. Esta vez Haruka la siguió sin decir nada más.
El camino se le hacía eterno. No tenía idea de que esperar o a donde estaban yendo exactamente, y sumándole a eso, el no saber que pasaba y porqué estaba ahí la desesperaban conforme pasaban los segundos. Cuando estuvo a punto de hablar y exigirle a Pluto una explicación, llegaron a una puerta que la Sailor del Tiempo abrió, dejando ver una pequeña sala.
Al pasar Haruka se quedó maravillada con la decoración del lugar. El aire de magnificencia se notaba en cada rincón de la habitación. Unos pasos que se acercaban a ella la hicieron desviar la mirada. La Neo Reina se acercaba con paso firme y elegancia. Ya no era su cabeza de bombón la que caminaba en su dirección, era una mujer madura que resaltaba, a los ojos de Haruka, aún más su belleza.
Al salir del pequeño trance se arrodilló a modo de reverencia. Plutó hizo lo mismo.
-Basta, chicas, no necesitan hacer eso… -Ambas se pusieron de pie y la Reina, sin poder contenerse, abrazó a la recién llegada, Haruka sonrió y la abrazó de vuelta. "A pesar de todo, creo que sigue siendo mi bombón" pensó divertida. Poco después Serenity deshizo el abrazo y sonrió. -Uranus… es decir, Haruka, bienvenida al Siglo XXX.
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Siglo XX
Ya era su turno de entrar al escenario. El repertorio había sido escogido por ella y el director de la orquesta sinfónica nacional. Recuerda la conversación que tuvo con él al momento de elegir el repertorio. "¿Por qué tantas melodías tristes?" le preguntó. Ella solo contestó que eran sus favoritas por el nivel de interpretación que requerían. Sin embargo, desde ese momento ella misma se preguntaba una y otra vez porqué escogió esas canciones. Sabía que tenía que ver con su estado de ánimo antes, pero ahora las cosas con Haruka estaban mejor, aunque muy dentro de ella sabía que algo no estaba bien.
Se escucharon los aplausos y sabía que tenía que salir a escena. Puso su mejor sonrisa y salió al escenario. Saludó al director dándole la mano y se puso en su lugar. Miró hacia el lugar donde debía estar sentada Haruka para sentir su compañía. Era el único lugar vacío en toda la sala.
Los acordes del Adagio para cuerdas en G menor de Albinoni empezaron a sonar en el órgano y sintiendo una punzada en el corazón empezó a tocar.
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Siglo XXX
La habitación del consejo de guerra era relativamente grande. En el centro una mesa redonda con 10 sillas. Todas con el símbolo del planeta representante de cada sailor guerrera. La mesa, totalmente hecha de mármol blanco, tenía grabada una luna creciente en el centro. Todas las sailor estaban paradas detrás de su respectiva silla, dándole la bienvenida, excepto dos. Se sentó en el lugar correspondiente a Uranus y frunció el ceño. A pesar de que esa silla correspondía a "su lugar" no lo sentía así, por lo que se puso de pie y se sentó en la silla siguiente, la de Neptune, que no estaba allí. Todas se miraron entre si y esbozaron una sonrisa que pasó desapercibida por Haruka.
-No quiero dar vueltas, Haruka, sé que te preguntas que es lo que pasa para que te hayamos traído hasta aquí. – dijo Venus. Para Haruka escucharla así se le hacía extraño. Hacia menos de un par de meses la había escuchado por 45 minutos, sin parar, hablar sobre como los gatos serían capaces de gobernar el mundo si no hacían algo al respecto solo porque discutió con Artemis. Ahora una Sailor Venus, líder de las inner senshis, estaba frente a ella.
-Sí, y preferiría que lo digas directamente, mientras más pronto acabemos con esto, mejor –contestó.
-Estamos bajo ataque. El enemigo aparece y desaparece sin dejar rastro y no se parece a ninguno que hayamos enfrentado.
-Nuestro equipo de rastreo- interrumpió Mercury – no es capaz de ubicar donde está la base matriz del enemigo, es como si no existieran cuando desaparecen, y al aparecer son más fuertes que antes.
-¿serán de otra dimensión? –comentó Haruka.
-Es probable –continuó Venus –sin embargo sigue siendo una hipótesis. Las tropas están siempre preparadas para cualquier eventualidad.
-¿Tropas? ¿Tienen tropas?
-Si –contestó Jupiter – Mars, Venus, Uranus y yo lideramos las tropas de cada punto cardinal.
-¿El enemigo está aquí en este momento?
-Desaparecieron otra vez –esta vez fue el turno de Mars –pero puedo presentir que van a aparecer pronto y sé que será la batalla definitiva. No tenemos tiempo que perder.
-Entiendo, pero eso no explica que hago aquí. Aunque imagino que tiene algo que ver conmigo, ¿no? Se supone que mi "futuro yo" debería estar aquí. –todas se miraron por unos segundos antes de que la Reina contestara.
-Es cierto, tiene que ver contigo. –Serenity se quedó en silencio unos segundos antes de contestar –Nuestra Uranus sufrió un ataque en una de las fronteras antes de que el enemigo desapareciera. En este momento está en la sala de observación… en coma. No sabemos si despertará.
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Neptune miraba fijamente a Uranus. El bip del monitor de sus signos vitales era constante y pausado. En ese momento las sailors estaban reunidas con la recién llegada Haruka, explicándole todo. Sin embargo ella no podía verla aún. Tenía sentimientos mezclados dentro de ella. Por un lado estaba feliz de ver nuevamente a Haruka, mirándola, sonriéndole… pero por otro lado, no era "su" Haruka. La suya estaba en coma, postrada en una cama. La suya la había traicionado. La suya le había jurado amor eterno frente al altar. La suya la engañó con la Reina… la misma Reina que en este momento estaba hablando con Haruka, la misma Reina a la que ella misma juró lealtad.
Levantó ambas manos y se cubrió el rostro. ¿Cómo podría encararla? Esa Haruka no sabía nada y no debía saberlo. Un pequeño cambio en el pasado podría afectar gran parte del futuro, aunque en ese momento no se imaginaba uno peor que el que estaba viviendo.
Limpió sus lágrimas y volvió a mirar a Uranus. A pesar de todo, nunca se arrepentía un solo segundo de los momentos al lado de ella. A pesar de tanto dolor. Sin embargo sabía que tenía que dejarla atrás si quería seguir con su plan. Nadie podría detenerla, ni siquiera la misma Uranus.
"Adiós…" le susurró. Le dio un beso en la frente y se fue sin mirar atrás.
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Haruka se quedó en quiera unos segundos, sin decir una palabra. Estaba asimilando la información y entendiendo lo que pasaba, luego paso ambas manos por sus cabellos en clara señal de preocupación. Nadie se animó a decir nada más hasta que su invitada hablara.
Neptune se había acercado a la puerta del consejo que se encontraba entreabierta y decidió observar escondida lo que estaba pasando. Pudo ver la espalda de Haruka sentada en su silla, lo cual la sorprendió un poco. "¿Le habrán dicho que se siente allí?" se preguntó. Por alguna razón a Uranus nunca le había gustado su propia silla, por lo que se había vuelto un hábito para ellas cambiar de lugares. Sus pensamientos se disiparon cuando vio a Haruka ponerse de pie.
-Entendemos lo difícil que puede ser esto para ti –dijo Venus poniéndose de pie también –pero realmente necesitamos tu ayuda, sino no te habríamos traído. –Al ver que Haruka no decía ni hacia nada se preocupó -¿tienes alguna pregunta?
Haruka entonces la miró. Se sentía perdida; por un lado estaba rodeada de personas que ya no conocía, y por otro, en algún lugar de ese inmenso palacio, estaba ella misma, muriendo. Solo quería salir de allí, o por lo menos, sentir que no estaba sola.
-Si –contestó –¿Dónde está Michiru?
Todas se miraron sin decir nada. Neptune había sido convocada pero no sabían cómo iba a reaccionar. Sabían que debía estar sufriendo por el accidente de Uranus y tener a Haruka del pasado aquí debía ser un poco duro, pero a pesar de eso creyeron que se presentaría.
-¿Dónde está? –Volvió a decir, un poco más fuerte - ¿por qué no vino? ¿Le pasó algo? ¡¿En dónde está?!
Neptune escuchó a Haruka hablar pero se paralizó, no sabía qué hacer, si acercarse y fingir que nada pasaba, si irse y esperar a calmarse para poder verla a la cara o simplemente correr a su brazos y llorar en su hombro.
-Cálmate –le dijo Pluto –Neptune está bien, se retrasó por otros asuntos urgentes. Por ahora déjame llevarte a tu habitación para que descanses un poco.
-No –contestó –no me muevo de aquí hasta que ella venga, asi tenga que pasar aquí la noche.
-No será necesario –una voz que conocía muy bien hizo que volteara –ya estoy aquí, Haruka.
Haruka la miró fijamente y Neptune también, hundiéndose en sus ojos. Por un momento amabas sintieron que el tiempo se detuvo. Michiru pudo ver ese fuego que sentía que su Uranus estaba perdiendo con el paso de los años, pudo ver a la Haruka de la que se enamoró otra vez. Haruka en cambio vio a una mujer adulta, con facciones un poco más duras por los años y las peleas, pero solamente la hacían más hermosa e interesante. Sin darse cuenta se quedaron así varios minutos, en un mundo donde solo existían ellas dos. Las demás se pusieron de pie y se fueron en silencio para darles espacio. La reina se quedó de pie en la puerta después de salir, mirando la escena frente a sus ojos. Haruka se había acercado a Michiru y acarició su rostro, pidiéndole perdón por estar en coma y no a su lado, mientras Neptune deshizo su transformación y abrazó a Haruka, llorando en su hombro. Serenity bajó la mirada y cerró la puerta tras de sí.
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Caminaban por el pasillo de las habitaciones mientras Michiru le explicaba algunas cosas que creía conveniente que debía saber. Nadie excepto ellas y los dos comandantes de su ejército sabían lo que había pasado, por lo que tenía que empezar a comportarse como lo haría Uranus para que nadie sospechara nada.
Michiru se detuvo frente a una puerta cerrada y se volteó a ver a Haruka.
-Y esta será tu habitación mientras estés aquí –dijo abriendo la puerta –aquí dentro vas a encontrar lo que necesitas.
-Espera –le dijo -¿esta es mi habitación? Digo, ¿la de uranus?
-No, no lo es…
-¿Ustedes duermen en habitaciones separadas?
-mnnnn no…
-¿Entonces porque me traes aquí? Deberíamos dormir juntas–Haruka se cruzó de brazos y levantó una ceja, mirándola. Michiru la vio y sonrió.
-Haruka… ¿Acabas de llegar y estás pensando en eso? No sería correcto… nos acabamos de conocer… -contestó fingiendo inocencia.
-¿Qué? –respondió sin entender, hasta que cayó en cuenta, sonrojándose -¡Michiru! –se llevó una mano al rostro avergonzada mientras su compañera reía. Michiru había olvidado lo fácil que era sonrojar a Haruka y avergonzarla. Tuvo una sensación que hacía tiempo no sentía, era como conocer a Haruka nuevamente. –Si se supone que debo ser como Uranus –continuó –debería todo ser como si lo fuera.
-¿Estas segura que es por eso?
-¡Michiru!
-Si si, tienes razón. De todas formas toma –le tendió la llave de la habitación –esta será tu habitación para cuando quieras estar sola. Uranus por lo general se iba al cuartel de las tropas, pero creo que por ahora sería mejor que no tengas mucho contacto con ellos hasta que puedas manejarlo. Sé cuánto te gusta tu privacidad.
Haruka sonrió y tomo la llave –gracias… -dijo mientras levantaba un brazo para que su acompañante lo tome –entonces, ¿por dónde, sirena? –Michiru rió y tomo su brazo.
Caminaron hasta el otro extremo del pasillo y Michiru abrió la puerta e hizo un ademán para que Haruka entrara primero. Se quedó observando toda la habitación mientras Michiru cerraba la puerta. La habitacíon era tres veces más grande que la otra habitación a la que habían ido. Dentro había una sala de estar con una biblioteca, un pequeño estudio musical y el baño personal de ambas, donde había una enorme bañera.
Michiru veía como se movía Haruka por la habitación, como una niña pequeña descubriendo todo. Entonces recordó a Uranus, en coma, en una sala fría y completamente sola. ¿Sería buena idea tenerla aquí? Es lo que pasaba por su mente mientras la veía rebuscar entre la ropa de Uranus, algo para ponerse. La vio desvestirse y en su espalda no estaban las cicatrices que Uranus tenía. Esta no era su Haruka, esta le pertenecía a otra Michiru, que al parecer, por las ropas que estaba sacándose, debía estar dando un concierto en el cual Haruka no estaba.
Se dio media vuelta y entró al estudio, tomando su violín salió de la habitación sin decir una palabra y sin que Haruka la viera. Se dirigió a la torre cercana donde solía tocar cuando tenía ganas de sentir aire fresco para despejar sus pensamientos. Esa torre tenía la particularidad de tener una sección al aire libre en la punta donde podía verse todo Tokyo de cristal. Con esa vista recordó cuando fue la última vez que Haruka la acompañó a ese lugar y sintió una punzada en el corazón. Se puso en posición y el adagio de Albinoni empezó a sonar de su violín.
