Disclaimer

Los personajes de está historia no me pertenecen, (como quisiera que fuera así), son de CLAMP, excepto aquellos que no sean reconocidos.

Summary

Se conocieron…pero tarde, ya los dos llevaban una vida hecha, Eriol ni Tomoyo querían causarle ningún daño a nadie, aún así su amor crecía sin límites y sus ganas de tocarse, de besarse no soportaban aquel encierro, deseaban salir de él, la tentación era demasiada, su traición no sería perdona por los terceros…

Sin Daños A Terceros

Capítulo No. 1

Te vi y me viste, pero tarde…

Justamente ahora irrumpes en mi vida
con tu cuerpo exacto y ojos de asesina
tarde como siempre nos llega la fortuna

Sus ojos amatistas observaban con suma atención cada uno de los ejercicios elaborados por su profesor de matemática, mientras los anotaba en su mascota, los demás presentes en el aula hacían lo mismo con menor entusiasmo que la joven amatista. Tomoyo Daidouji siempre ha sido la mejor en matemáticas, particularmente siempre era la mejor en todo, salvo en gimnasia, no era muy buena para los deportes, era muy reconocida en la escuela por sus talentos, había hecho que Tomoeda, así se llamaba, ganara muchos premios en concurso estudiantiles. A penas con sus quince años cumplidos era una chica de una belleza natural, su pelo negro caían juguetonamente sobre sus hombros, y la luz del sol al reflejarse sobre su piel daba a denotar una palidez suave, en sus labios relucía un carmín oriundo abandonando la necesidad de pintarlos, y esas pestañas largas y negras realzaban su mirada inocente, su cuerpo cubierto por aquel uniforme colegial de falda corta de color blanca y blusa negra de mangas largas no escondía sus caderas y pequeña cintura, aparte de ser hermosa era inteligente y poseía un carisma único.

Elevó una vez más su mano derecha al escuchar al profesor pedir que alguien resolviera el problema que había escrito en el pizarrón. Suspiró resignado al solo ver la mano de Daidouji agitándose frenéticamente para no perder la oportunidad de participar.

-Alguien que no sea la señorita Daidouji-dijo esperanzado de que alguno de sus alumnos se animara, no hubo respuesta-¿Qué tal usted señorita Kinomoto?-la joven castaña desvió su mirada de la ventana, estaba deseosa de que la hora terminara, no le gustaban los números, nunca han sido su fuerte, la castaña ostentaba de unos preciosos ojos esmeralda, era una joven activa y alegre, de cabellera corta y esbelta figura, tenía la misma edad que su amiga la amatista, desde pequeñas se formó una amistad entre ambas, aparte de que eran primas. Con pesadez se levantó de su asiento, mientras caminaba hacia el pizarrón, leía atentamente el problema, trataba de recordar la fórmula y al tomar la tiza ella vino a su mente de improviso alegrándose por eso. Más bien una voz se la susurró al pasar al lado del pupitre de su prima.

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Corría deprisa sobre el verde pasto, sus pies se movían con rapidez al compás que pateaba una pelota de fútbol, el calor se hacía presente en su piel blanca, por un instante estuvo por perder la bola, pero la retuvo con sus habilidades en aquel juego, era el capitán del equipo de fútbol de su escuela llamada Sendai, y era un alumno excelente y muy popular, vivía rodeado de amigos y llevaba una vida de reyes. Sus padres eran dueño de las empresas Hiraguizawa, y el era el futuro magnate, por esta razón se dedicaba un 70 por ciento en sus estudios, ya que lo demás lo tenía para disfrutar y divertirse con sus amigos.

-Eriol pásamela, estoy libre-escuchó decir a uno de sus compañeros, no tuvo otra opción pues estaba siendo rodeado por tres del equipo contrario. Su nombre era Eriol Hiraguizawa, provenía de Inglaterra pero a los diez años se mudo con sus padres a Japón sembrando raíces en una cultura diferente a la de él, que con el tiempo fue adoptando a su vida. Ahora a sus diecisiete años era un chico fornido, de piernas largas y hombros anchos, debido a su procedencia era más alto que algunos de sus compañeros. Tenía un atractivo, el cual hacía voltear la mirada de las chicas más de una vez, y solo bastaba sonreír para que flaquearan delante de él.

Esquivó sin ninguna dificultad al delantero del equipo contrario y también a los dos que protegían la portería, y con una gran fuerza pateó la pelota haciendo que está fuera imposible para el portero detenerla, marcando el gol definitivo para su victoria. El arbitro finalizó el juego con un silbato provocando que todos los compañeros de Eriol se abalanzaran sobre el para festejar que por cuarta vez ganaba la copa, la cual sería expuesta en la sala de trofeos de la escuela Sendai. Peinó hacia atrás uno de sus mechones negros azulados que le obstruían la vista. Y con euforia le dieron una vuelta al campo alzando la copa.

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-¿Qué harás este fin de semana querida?-Sonomi Daidouji era una mujer encantadora, siempre pendiente a su hija, aunque sus negocios muchas veces le impedían hacer su papel de madre como a ella le gustaba. Era un viernes en la noche y acababa de llegar del trabajo, vio a su hija rodeada de libros y esperaba que no compartiera el fin de semana con ellos, ya era una joven de dieciocho años, tenía sus amigos y salía con ellos, pero mantenía su mente en los libros.

-Me quedaré en casa, tengo que estudiar para el examen final de historia-respondió como si fuera la mejor actividad que haría.

-Pero si eres excelente en esa materia, solo tienes que repasar algunas cosas, ¿por qué no sales con Sakura? Ya deberías comenzar a buscar un vestido para la graduación-era cierto, ese era su último examen y en dos semanas sería la graduación, no es que no le agradaran esos eventos, solo pensaba que habían otras cosas más interesantes como los estudios.

-Aún así creo que debo dedicarle un poco más de tiempo, sabes muy bien que deseo esa beca para la universidad de Tokio…

-Sabes muy bien que no necesitas becas, yo muy bien que te la puedo pagar-se quejó Sonomi.

-No te molestes mamá, pero quiero trabajar mientras estudio para conseguir un apartamento cerca de allá, es que quiero ser…

-Una mujer independiente-interrumpió su madre conociendo aquella frase que todos los días escuchaba de los labios de su hija, suspiró-esta bien, no importa que te quedes en casa, pero ¿qué te parece si pasamos el domingo solo tu y yo, y sin libros?-Tomoyo sonrió encantada, le agradaba compartir tiempo con su ocupada madre de negocios.

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-Adiós papá-se despedía un joven de cabellera negra con mechones azules desde la puerta de su auto de color verde botella.

-Espera-gritó el señor Hiraguizawa bajando los escalones de la entrada de la mansión-tu madre quiere que te quedes en casa este fin de semana, se queja que desde que entraste a la universidad no compartes tiempo con nosotros.

-Ay papá dile que vendré el próximo, ahora iré a una fiesta con mis amigos-decía mientras entraba al auto.

-¿No tienes examen el lunes? Según lo que nos dijiste tienes examen final, no quiero que descuides tus estudios, esa universidad no es gratis Eriol-el joven ya cansado de escuchar lo mismo rodó los ojos. A sus veinte años ya era todo un hombre, sabía lo que hacía, así que no le dio importancia a las palabras de su padre y prendió el motor.

-Nos veremos el sábado, adiós papá.-sacó su mano izquierda por la ventana y la agitó en forma de despedida y se dirigió a la casa de su mejor amigo Li Shaoran. Se hicieron amigos poco tiempo al conocerse en la universidad, los dos estudiaban lo mismo, Administración de Empresas.

Li Shaoran era un joven proveniente de Hong Kong, y pertenecía a una familia muy adinerada puesto que era el descendiente de la dinastía Li.

Tocó bocina varias veces para hacerle entender que había llegado, un hombre alto de piel blanca y pelo castaño, con ojos ámbar, salió tras la puerta que dirigía al balcón de su enorme y lujoso apartamento, miró en dirección al auto y le hizo una seña de espera a Eriol. En unos minutos Shaoran manejaba su deportivo negro siguiendo a su amigo en dirección a la fiesta.

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Su última clase de ese día había terminado, estaba exhausta, tuvo que tomar un examen de cálculo financiero, presentar una exposición, y hacer un trabajo práctico de contabilidad. Estaba hambrienta en ese momento, eran las nueve y media de la noche y aún no había cenado, por esta razón prefirió dirigirse hacia la cafetería de la universidad. Se detuvo frente a ella, la puerta era de cristal así que podía ver un poco su reflejo. Llevaba un pantalón un poco más debajo de la rodilla de color crema y una blusa de un rosado oscuro, con una chaqueta del color igual que el pantalón, su pelo negro ahora era más largo, ya alcanzaba su espalda, era hermosa, era cierto, pero se veía cansada y aburrida, le dedicaba todo el tiempo al estudio y al trabajo, trabajaba como secretaria en una oficina de contabilidad de mañana y tarde, y estudiaba en las noches, era muy ajetreado, además debía conservar la beca que consiguió. Ya llevaba año y medio en la universidad de Tokio estudiando Contabilidad y la verdad es que estaba cansada de eso, no veía la hora de graduarse.

Entró a la cafetería y se sentó en una de las mesas, depositando en ella sus pertenencias, se dirigió al mostrador para pedir un sándwich y un jugo de naranja.

-Shaoran pídeme un agua por favor, tengo una sed increíble-decía Eriol-mientras tanto buscaré una mesa-Eriol se sentó en la mesa que quedaba detrás de la de la amatista.

La joven regresaba a su asiento con una bandeja en manos, observó la espalda de alguien en la otra mesa, se encaminó hacia allá y se sentó dándole la espalda al sujeto. Comió despacio, pensando en la soledad que le esperaba en su apartamento. Envidió a las dos personas que estaban detrás, quienes conversaban de la fiesta del fin de semana, ella no asistía a ninguna a pesar de la insistencia de su prima Sakura, la cual también estudiaba allá, pero Mercadeo, así que casi no se encontraban en la universidad, a menos que fuera un encuentro planeado, de seguro Sakura la llamaría para invitarla a la fiesta, pero esta vez no podía ir porque necesitaba estudiar, sino porque visitaría su madre a la cual tenía algo descuidada.

Se levantó de su mesa al finalizar y los dos hombres de atrás hicieron lo mismo, entonces Tomoyo decidió antes de irse ir al baño, al girarse tropezó con uno de ellos, era un castaño, muy atractivo.

-Disculpa-dijo recordando el porque había girado y se dirigió al baño, pasando de largo al compañero del castaño que se encontraba buscando algo bajo la mesa que ocupó.

-Ya encontré las llaves-dijo al tomar lo que había perdido y alcanzó a Shaoran que lo esperaba ya en la puerta de la cafetería.

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Eriol Hiraguizawa arreglaba frente al espejo su corbata negra, vestía de traje aquella tarde, y una orquídea decoraba su saco negro, no estaba nervioso, ni entusiasmado por lo que sucedería en cuestión de minutos. Giró sobre sus talones para ver a su amigo, el cual apoyaba su espalda en el umbral de la puerta y vestía igual de elegante que él. El respiró profundo y se encogió de hombres.

-Ya es hora-dijo como si ya era la hora de su condena, no podía arrepentirse, debía hacerlo. Caminó hacia el altar en compañía de Shaoran y escuchó después de estar unos segundos parado como estatua la melodía nupcial que daba la bienvenida a la novia.

Sonrió al verla llegar, su cabellera roja recogido en un delicado moño decorado con orquídeas, su vestido blanco resaltaba su fina figura y su escote daba a relucir una parte de sus pechos. Retiró con sus manos el velo que cubría su rostro, era bella. La quería, pero no la amaba, se había acostumbrado a ella tras cuatro años de noviazgo, quizás se apresuró al pedirle matrimonio, al menos eso era lo que le decía Shaoran. El tenía sus razones y se las había comunicado a Kaho Mizuki, su novia, y ella aceptó sin pero su propuesta, aunque ella sabía que el no la amaba, ella si lo hacía y daría todo de sí para hacerlo feliz.

Al escuchar al sacerdote decir "Puede besar a la novia" Eriol tomó entre sus manos su cintura y acercó su rostro al de ella, rozó delicadamente sus labios para luego poseerlos por completo. Sintió como algunas lágrimas que descendían de los ojos de Kaho humedecieron sus mejillas, y sonrió por dentro, pensando que quizás con ella sería feliz.

A sus veinticinco años ya era el magnate de las empresas Hiraguizawa y su padre le insistía en cada segundo que se casara. Tras la muerte de su madre, el papá de Eriol había enfermado y no le queda mucho tiempo, y su voluntad era ver a su hijo casado antes de morir, aunque también tenía pendiente lo que pasaría sino se casara. Le explicó a su hijo y sin dudar este le explicó a Kaho el porque de su matrimonio, lo cual ella aceptó, no podía decirle que la amaba con locura, sería mentirle, solo estaba acostumbrada a ella, además tenía temor a la soledad y por esto sin pensarlo más de dos veces unió su vida con la de ella aquella tarde de abril.

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-Tomoyo llegó Take-anunció Sakura desde la sala del apartamento de su amiga. Había ido aquella tarde para ayudarla con su vestuario. Era la primera cita que tendría después de una desilusión amorosa que tuvo hacía ya un año.

La amatista apareció con un lindo vestido turquesa de tirantes que llegaba hasta las rodillas, el cual se movía con sutileza por la suave brisa que entraba por una de las ventanas. Take un hombre moreno y alto, de ojos miel y sonrisa cautivadora la observaba con admiración. Era un hombre amable, lo había conocido un día en el parque mientras caminaba, la verdad es que lo veía todas las tardes a la misma hora. Take era veterinario y era cuatro años mayor que ella, es decir, tenia veintisiete años. Ya Tomoyo había finalizado la universidad y trabajaba como contable en una pequeña empresa, pero aún esperaba superarse más.

-¿Estás lista?-preguntó Take al tomarla del brazo.

-Si-dijo ella y se despidió con un gesto de la mano de Sakura quien casi saltaba de alegría, pensaba que su amiga se quedaría a vestir santos, ya que su vida solo era del trabajo al apartamento, y cuando ella le comunicó que tendría una cita se dispuso a conseguirle el mejor vestido, el mejor maquillaje, aunque ella casi no necesitaba de eso.

Después de una exquisita cena en un restaurante muy distinguido, ambos cansados de tanto protocolo y etiqueta decidieron caminar en la playa. Tomoyo llevaba en sus manos sus zapatillas y el sus zapatos y sus pantalones remangados para que no se mojaran.

-Todo ha sido perfecto, la cena, esta caminata, de verdad gracias-dijo esbozando una sonrisa. Take sonrió también, la verdad era que sentía algo muy especial por ella.

-Tú ha sido lo que le ha dado la perfección a todo esto con tan solo tú presencia y soy yo quien esta agradecido por darme esta oportunidad contigo.-detuvo su andar y el de ella al tomar su mano de improviso.-De verdad me gustas mucho, tanto que hasta podría decir que te quiero-solo había sinceridad en su mirada, el corazón de Tomoyo palpitó con fuerza, también le gustaba aquel hombre, pero…no importaba, se daría así misma una oportunidad, quizás él era el hombre de su vida.

No esquivó sus labios al ver como Take se acercaba a ellos, se besaron por largos segundos, nada nuevo nació en ella, pero esperaría que naciera, estaba segura que así sería.

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-Buen día señor Hiraguizawa-le saludo su secretaria como era de costumbre, entró a su oficina, la cual era grande, estaba decorada de forma simple, su escritorio de caoba estaba en medio de ella, el color de las paredes eran azul dilatado, a un extremo había un estante con algunas cosas de él, como una fotografía de su esposa, y otras cosas, la ventana le proporcionaba una vista de la ciudad, y desplomó su cuerpo sobre la silla, estaba cansado, la noche anterior casi no había podido dormir pensando en los negocios, no había día que no pensará en ellos, pues no tenía otra cosa en que pensar. Le pidió a Rika, su secretaría que le dijera su itinerario.

-Primero tiene una junta con sus socios a las diez de la mañana, luego tiene que asistir al almuerzo con el gerente de las oficinas de Ketsiru, el cual desea establecer con usted un negocio, y a las tres tiene una cita con el nuevo gerente de contabilidad.-finalizo Rika.

-Gracias, puedes irte-por lo menos tendría un día flojo, comparado con los demás de la otra semana.

Asistió a la junta, la cual se prolongó más de la cuenta y tuvo que pedirle a Rika que cancelará el almuerzo con el gerente de las oficinas de Ketsiru. Almorzó tarde aquel día faltando alrededor quince minutos para su cita. Escuchó el timbre del celular.

-Señor Hiraguizawa, en su oficina le espera el gerente de contabilidad.-dijo su secretaria.

-Dile que estaré allá en cinco minutos.

Colgó el celular y lo guardó en el bolsillo de su saco, y subió sin prisas el ascensor. Aún así no le gustaba llegar tarde a los sitios, la puntualidad valía mucho para él, así que no le molestó que le interrumpiera en el almuerzo. Caminó hacia su oficina y antes de entrar le pidió a Rika que sirviera unas tazas de té para el gerente y para él.

Entró a su oficina y buscó la persona a quien esperaba, la cual estaba sentada en el sillón, el cual estaba debajo de la ventana.

-Disculpe la tardanza-entonces la observó, allí estaba, una hermosa mujer de unos ojos profundos de color amatista. No comprendió lo que paso en su interior, pero algo se estremeció al encontrarse con la mirada de la mujer que lo observaba.

Ella permaneció en silencio, aquel hombre sin pensarlo la cautivó, su presencia, su acento ingles, sus ojos azules, agradeció el estar sentada, porque sino hubiera sido así, sus piernas hubieran flaqueados y el se habría dado cuenta.

-Soy Eriol Hiraguizawa-dijo extendiendo su mano.

-Mucho gusto, soy Tomoyo Daidouji-y aceptó su mano, suspiró en silencio al sentir el contacto de su mano con la de ella.-soy la nueva gerente…

-De contabilidad, losé-la interrumpió y al mismo tiempo sonrió, una sonrisa que bloqueó su mente por completo, ella hizo lo mismo.

Su sonrisa era hermosas, de esas que te hacen sonreír más, y sus ojos, no podía dejarla de mirar, aquella mirada dejo su mente en blanco, solo estaba el contacto de sus manos, y el de sus miradas.

Pero llegamos tarde, te vi y me viste
nos reconocimos en seguida
pero tarde maldita sea la hora
que encontré lo que soñé…tarde...

Continuará…

Nota de la autora:

Aquí me veo finalizando el comienzo de un nuevo fic. Les tengo que decir que tenía está historia desde hace un tiempo, y pues hoy me decidí a empezarla. Está inspirada en la canción "Sin daños a terceros" de Ricardo Arjona (si, me encanta lo admito), espero que les haya gustado este primer capítulo de esta historia llena de amor, traición y mucho más.

No se preocupen no dejaré abandonado a No Me Olvides, claro que no, es más ya estoy pensando en el siguiente capítulo, pronto lo publicaré, es solo que debía de escribir está porque tenía la inspiración y no podía dejarla ir.

Ya saben dejen muchos

R

E

V

I

E

W

S

Que es una de las cosas que me animan a seguir. Nos leeremos en otro momento. Cuídense.