Capítulo 11: la familia del lobo y la familia del hanyo.

La sensación en su fuero interno era entre mareo y furia, que se manifestaba en la intensidad con que apretaba los puños para no hacer alguna estupidez. Inuyasha se había percatado demasiado tarde de la presencia de Koga frente a él. Pero no iba solo, junto a él iba la pelirroja Ayame y, para su sorpresa, tres niños pequeños. Era claro porque estaban ahí, seguramente Kagome les había advertido del problema con el mini pulgoso.

Impulsivo como era, tuvo deseos de golpearle la cara cuando con aquel gesto típico de él (que parecía que el matrimonio con la loba nada había mermado) se acercó a la miko y la tomó de las manos para darle un saludo y un cumplido que le hizo rebotar la vena de la frente.

-Kagome, estás tan bella como la última vez que nos vimos-

Gruñó, solo pudo gruñir, acababa de reconciliarse con Kagome, había dormido demasiadas noches afuera y no volvería hacerlo, no, no después de que había aprendido a disfrutar de dormir cómodamente en un futón con su mujer al lado.

-¡Bestia! Cuando tiempo sin vernos, puedo comprobar que tu mal humor no ha cambiado nada.- el hombre lobo, seguro como siempre, le dirigió una mirada burlona. No podía responderle, tenía atorado en la garganta un insulto que poco ayudaría a su situación.

Solo pudo bajar su odio cuando vió entrar por la puerta a su hija, a Kenji y Hiro. Cuando se saludaron, su esposa y él notaron la mirada intensa que le dió Koga a su discípulo, por lo que se aproximó a él.

-Véte- le susurró- ve a cazar, intentaré que se vayan luego pero ahora mejor te ahorras ese problema.- el chico asintió, también había percibido lo mal recibido que era por la pareja de lobos, así que se marchó sin decir nada.

-¿Y estos pequeños quienes son?- Kagome se agacho mirando a los tres pequeños que estaban jugando entre ellos en una esquina cerca de su madre. Moroha no había dado con ellos hasta que todos la miraron clavándole sus ojos de colores.

-¡Moroha!- una de ellas, la más grande a juzgar por la altura, se abalanzó sobre la muchacha quien había alcanzado a sostenerla.

-Hola Shoko, que enorme estás- las niñas se abrazaron con mucho cariño.

-Estos son los tres hijos que pudimos traer con nosotros, no podíamos dejarlos solos y la verdad también deseaban ver a Morohita- Ayame tomó en brazos al más pequeño, un niño de enormes ojos verdes como los de ella y pelo negro azabache que tenia una nariz respingona muy linda.

-Este pequeño es Dai, es el menor.- El padre intervino, al ver cómo las mujeres le hacían gracias al bebé que reía divertido.- y la de aquí es Yumi, tiene cinco años.

Yumi era más parecida a Koga que el mismo Hiro, tenía la expresión igualita a la de su progenitor. Inuyasha, ante ese pensamiento que se le vino a la mente, dió un "keh" que el lobo alcanzó a percibir.

-¿Temes a algo, bestia? Si tuvieras más hijos, quizá podríamos emparejar a un par más-

-Ni en tus mejores sueños, sarnoso- primera vez que hablaba, pero era necesario. Koga solo se sonrió.

-Son bienvenidos, sé que no los convoca algo muy agradable pero pueden ver que Hiro está bien, se recuperó rápidamente. -Kagome les indicó a que se sentaran, los niños se quedaron con Moroha y Hiro que los llevaron a la habitación de la chica por una seña de la sacerdotisa.

-Claro que sí, digno hijo mío.

-Digno heredero de tus mañas- Inuyasha dijo con tanta satisfacción que le pareció un poema como la cara del lobo se desfiguró.

-¿Con tu tono quisiste insinuar algo cara de perro?-

-Aquí nadie insinúa nada, maldito pulgoso, te diré todo muy claramente- el hanyo se volvió a levantar de su asiento, tenía la mano apretada sobre su espada. El lobo estaba casi igual, solo que le mostraba los dientes amenazantemente.

-¡No vayan a hacer una estupidez! Los hijos de ambos están en aquella habitación, ya es hora de que actúen como adultos- Kagome estaba sonrojada de la rabia, Ayame por su parte tiraba del brazo a su marido. De manera pausada, sin desprenderse la mirada, ambos hombres fueron sentándose.

-Bien…¿Planean quedarse unos días? Sé que a Moroha le encantaría.

-La verdad es que no podemos, vinimos a tan mala hora por la urgencia y también porque el consejo de ancianos llamó a una reunión y necesitan de la presencia de Hiroyuki- Ayame tenía un gesto tan preocupado que extraño a la miko.

-Suena a algo grave.

-Lo es, un poco. Desean hablar sobre mi permanencia como líder de los clanes- dijo el lobo- está claro que quieren.

-Sacarte, por inepto- Koga volvió a clavarle la mirada de odio a Inuyasha por su comentario, quien no se inmutó.

-Yo decidí irme, bestia. Solo estiré el hecho. No deberías ser tan grosero conmigo animal ¿se te olvidó el trato que le diste a mi hijo?

-¿Y yo necesito recordarte con quien dejaste a mi hija?-Inuyasha se acomodó en su postura, volvían ambos a estar tensos frente a frente.

-Inuyasha, sobre eso, necesitamos que nos escuches- la pelirroja respondió por su marido, antes de que este empeorará todo.

-No sé cómo explicarán que dejaron a Moroha con una mujer que la vendió porque tenía deudas de apuestas. Sin mencionar que tuvo que hacerse responsable de esa carga. Y si sigo, no respondo por mi mismo- el hanyo no quería y no podía quitar la expresión dura y el tono serio de su voz. Estaba molesto, desde que volvió a tener a su niña en brazos sabía que necesitaba sacar eso de su pecho, liberarlo de su subconsciente. Kagome y él habían confiado los más preciado de sus vidas a Koga y Ayame pero ellos, en respuesta, la habían dejado a merced de una buena para nada.

-No creo que este sea el mejor momento para hablarlo…- la sacerdotisa fue esta vez la que tomó de la ropa a Inuyasha, cualquiera hubiera percibido los deseos que tenían ambos de darse de golpes.

-No. Este es el momento, sospecho que el lobo también quiere resolver esto luego-

-Tienes razón, por alguna vez-

-Perdonen, pero necesito explicarlo yo- la loba miraba directamente al padre de Moroha, como queriendo conectar con el- Yo...lo siento mucho. No puedo partir con nada más.

-¡No te disculpes Ayame! Nosotros no sabíamos por lo que pasó Morohita pero este animal desconsiderado era totalmente consciente de lo que le hacía a Hiroyuki. Aparte, dejaste escapar a tu famoso discípulo que hirió a nuestro hijo-

-No puedes comparar la situación que vivió mi hija con lo que pasó con mini pul...con Hiro. Y no metas a Kenji en esto, nosotros veremos como tratar con Él, es nuestra responsabilidad, no te atrevas a tocarlo ni decirle nada. Además, tu hijo bien se defendió, dejó inconsciente al chico por dos días.-

-¿Y por qué no podría compararlas? Pusiste en riesgo la vida de mi hijo, de mi primogénito. De tu futuro yerno. Y tu discípulo no me interesa, si Hiroyuki se defendió era lo que correspondía.

-¿QUÉ DIJISTE IMBÉCIL? QUE YERNO NI NADA- Inuyasha se hartó, ya simplemente gritó enfurecido.

-¿QUE NO ESCUCHASTE BESTIA GRUÑONA? O- Koga respondió en un tono similar, alterando a ambas mujeres.

-¡Ya basta ustedes dos! No puede ser que no sean capaces de hablar sin gritarse- Kagome se levantó antes que ellos, atrayendo la mirada de las tres persona junto a ella- vamos a hablarlo pero civilizadamente. Sino, Ayame y yo sabremos vengarnos de ustedes ¿cierto?-

Ayame asintió, también estaba cansada. Al parecer ambos maridos sabían que podía pasarles, así que intentaron cada uno por su lado de la mesa bajar sus ánimos.

-De acuerdo, en nombre de ambos, disculpen lo sucedido con Hiroyuki. Es nuestro invitado y lo que Inuyasha y Kenji hicieron estuvo mal-

-Nos dijeron que Sesshomaru casi mata a mi niño ¿es cierto?- Ayame tenía las lágrimas contenidas, lo que hizo sentir muy mal a la dueña de casa.

-Sesshomaru es capaz de matar a cualquiera que se le cruce. El problema fue que Hiroyuki no supo cuándo retirarse- dijo Inuyasha ante la mirada de fuego de Koga.

-Mi hijo quería ganarse tu aprobación, claro que no se daría por vencido.

-Admito que mandarlo con Sesshomaru fue mala idea pero respecto a lo demás, tu hijo necesitaba entender que no puede ser tan atrevido con Moroha. Me da igual si son amigos de la infancia, no voy a permitir que sea así de confianzudo con mi hija, ni ahora ni nunca.

-¿Se puede saber que tanto hace? A Hiro le interesa de verdad, no es un juego, tu eres el que no entiende que quiere casarse con ella.

-¡Moroha tiene quince!-

-¡Kagome tenía quince cuando andaba de un lado a otro contigo! ¡Ayame tenía dieciséis cuando nos casamos! Que tanta moralidad sacaste de quién sabe dónde, animal.

Inuyasha comenzó a gruñir nuevamente, Kagome suspiró, era difícil que hablaran sin alterarse. Así que decidió hablar.

-Ese es otro tema, Koga. Somos conscientes de lo que siente Hiro, pero aquellos temas a mi parecer son de otra especie y no es lo que queremos resolver ahora.

-Tienes razón, Kagome, como siempre- el lobo sonrió a la mujer que solo hizo un gesto con la mirada, si Koga insistía en darle esas miradas tan penetrantes Inuyasha terminaría por sacarle un ojo en algún momento.

-Nosotros también nos queremos disculpar. Realmente no sabíamos los problemas de apuestas que tenía Yawaragi. En su momento, era la mejor opción para cuidar de ella y fueron los propios sabios del clan quienes la asignaron para mi pequeña. - la pelirroja ahora estaba concentrada en la madre de Moroha, intentado decirle con la mirada cuando quería a la niña que dejaron a su cuidado.

-Sabemos eso, no podríamos desconfiar de ustedes ni de sus buenos deseos- la miko le sonrió levemente con la pena que le apretaba la garganta.

-Y si no hicimos nada luego, fue porque el entrenamiento de los lobos es así, cuando los niños dejan las cuevas es como lo haría un adulto, tienen que aprender de manera difícil como es vivir. Nunca hicimos diferencias con Moroha, la tratamos como a cualquiera del clan.

-De todas formas algunos la trataron mal. La llamaban híbrida, le decían que olía a perro sucio. Entre otras cosas- el peliplateado no podía callarse- a mi me da igual cómo nos tratamos, pero no me da igual como traten a mi enana.

-Claro qué pasó eso, eran niños. Solo te diré que ningún imbécil quedó sin castigo luego de decirle algo así a Moroha- ahora el lobo fue quien se puso serio, dirigiéndose directamente al hanyo quien no respondió. Kagome se adelantó a la loba.

-Nosotros aceptamos sus disculpas. No estuvo a su alcance y desde que volvimos a estar con nuestra bebé pudimos notar como la cuidaron con amor. Lo digo de corazón, les agradezco que la recibieron cuando tanto lo necesitamos.

Ninguno de los lobos dijo nada. Hace casi poco menos de dieciséis años la pareja frente a ellos había pedido que se hicieran cargo de su hija, de su única hija. Y ellos aceptaron, guiados por el cariño a sus amigos y, cuando conocieron a la pequeña, impulsados por el inmenso amor que sintieron por ella desde el primer momento. Moroha era una más de sus hijos, la más alegre, la más traviesa y la más generosa. Kagome comenzó a sollozar suavemente, intentando no alterar al hanyo a su lado. Inuyasha lo notó, ante lo que solo pudo abrazarla desde el hombro y apretarla.

-También aceptamos las suyas aunque te advierto Inuyasha, si vuelves a hacerle una "broma" tan pesada a mi hijo, te las veras conmigo.

-Como quieras.

Kagome por fin pudo sentirse más tranquila, llevaban un buen rato en un ambiente muy tenso y ella resolvería cómo fuera aquello.

-Si me dan unos minutos, les daré de comer. Hoy se quedaran aquí, Moroha dormirá con nosotros y nuestro discípulo puede dormir afuera por hoy. Y mañana tendremos una comida de celebración, invitaré a Miroku, a Sango y a sus hijos, para que vean lo grandes que están.

-Me parece estupendo.- Ayame le sonrió feliz. Los dos hombres se quedaron en silencio, volvían a mirarse. Inuyasha pensaba que tendría que darle en el gusto a la miko con su celebración y, por otro lado, Koga se decía a sí mismo que debía desviar sus ganas de patear a cara de perro, sino no podría ayudar a Hiro como había planeado.

Setsuna, en uso de su gran sentido del olfato, percibió sin dificultad desde la cabaña de la anciana Kaede como Kenji salía de la cabaña de sus tíos. Quizá ese sería el momento. Con prisa, fue hasta la casa de Hisui y juntos fueron sobre Kirara detrás del misterioso hanyo. La distancia del chico fue corta al inicio, parecía estar cazando realmente, pero al rato los exterminadores notaron como se alejaba a mayor velocidad. Lo siguieron por varios minutos, hasta que llegaron a la altura de una montaña donde, con naturalidad, Kenji se acercó a una especie de gran portón de madera, similar a los de los templos sagrados. Junto al pilar, un hombre de mediana edad con ojos violetas similares pero nunca iguales a los de Kenji, se erguía con cara de enojo, sosteniendo en su mano una katana. Kin´u había dado a los chicos un pergamino que eliminaba sus presencias, así que se acercaron lo más posible a ver lo que sucedía.

-Sentí tu aroma. Supongo que vienes a dar explicaciones de lo que pasó el otro día.

-No tengo nada que explicar.

-No seas irreverente, mocoso. Si sigues así, no tendrás mucho tiempo más esa lengua para replicar.

-Di lo que quieras, ya no te tengo miedo, Yario- Kenji estaba con la mano sobre su propia arma, listo para responder a cualquier ataque.

-Kenji, escucha muchacho. Koriu no irá con rodeos. Mejor actúa racionalmente y hazle caso.

-No me interesa hacer lo que me ordena, pasé años de mi vida haciéndole caso, no me interesa. Y no finjas que te importo, no sirve que te hagas el amable. Vine a decirles algo, olviden todo lo que hablamos alguna vez. Yo desisto. Si quieren pueden hacerme lo que quieran, me defenderé.

-Chico, tu tiempo se acaba. Te quedan dos días, sino, va a matarte. Ya se le acabó la paciencia. Y no creas que se contendrá contigo.

Kenji se rió fuertemente. Claro que no iba a contenerse.

-¿Por qué pensaría yo eso? No, Yario. Da igual que sea mi tío. Yo le doy igual. Y sé que no puede matarme, el piensa que soy un idiota, pero hace tiempo entendí que soy la única esperanza que tiene. Pues, que se joda. Dilo así mismo. Y que no se atreva a ir a la aldea, porque…

-¿Por qué qué? Aún no tienes poder suficiente contra nosotros, chiquillo. Somos más y más fuertes.

-Me importa poquísimo, haré lo necesario para que terminen con esto, lo que sea.

Hisui dio un sonido de sorpresa, Setsuna le dio un codazo en respuesta para callarlo, si los descubrían sería un alboroto.

-Koriu tiene razón, eres arrogante como tu madre, aparte de débil. Te has dejado estar estos días, viviendo la vida cómoda de un humano mientras tienes responsabilidades con tu gente, con tu sangre. Estás sucio, tu origen híbrido siempre te hará flaquear, fracasar.

El chico no respondía ante esas provocaciones, seguía mirando a su interlocutor fijamente como retándolo a decirle más.

-Si tu abuelo no nos hubiera detenido, Koriu y yo hubiéramos dejado tu cuerpo con las bestias del bosque, para que al menos sirvieras de alimento a los animales y luego a los carroñeros. - el hanyo seguía sin mostrar reacción, era su forma de darle cara.

Setsuna miraba con mucha rabia la escena, no entendía a totalidad lo que pasaba pero aquellos insultos, de alguna manera, le daban en el pecho. Ser llamado híbrido, sucio y tantas otras cosas. Ella podía entenderlo. Y entendía la actitud de Kenji, después de todo, ellos habían aprendido de Shiori que ser hanyo no era algo para avergonzarse, sino que era algo que llevar como un escudo de batalla.

-Igual a tu madre. ¿ sabías que era una cualquiera? También puso sus intereses personales, sus deseos de humano antes de la gente del clan. Era una maldita.- el tipo comenzó a molestarse de la nula respuesta del muchacho- mira mocoso, mereces que tu tío te mate, no pasas de un traidor. De haber sabido, yo mismo hubiera hecho que tu madre no te tuviera. No eres más que el hijo de un humano, un aldeano apestoso, escuálido, que soñaba con revolcarse con una demonía porque era su fetiche y de ello, saliste tú, engendro maldito.

No supo porque, pero Setsuna hirvió, su sangre la hizo sentirse tan molesta que, en un acto impulsivo, se lanzó corriendo en dirección del tipo que abusaba de Kenji para atacarlo. El hanyo se sorprendió de verla arremeter y al instante vió también a Hisui que intentó llámarla con un grito que la muchacha no escuchó.

-Setsuna no, detente- Kenji, para sorpresa de la exterminadora, detuvo su ataque con la katana, protegiendo a Yario.

-¿Y esta quien es? Huele a humana. ¿Así que ahora te rejuntas con zorras de tu especie?

-No te atrevas a insultarla. Tu problema es conmigo.

-Kenji, atacalo, no dejes que te siga amedrentando- la muchacha había notado su actuar muy tarde, se alejó como pudo y miró directo a los ojos violentas.

-Váyanse, por favor.

-¿Y este es humano? No puedo creerlo, cómo caíste bajo Kenji. Pero primero lo primero, entre un humano y una híbrida mejor eliminar a los con sangre sucia primero.- el hombre, con un rápido movimiento, sacó su espada de la cintura y la dirigió hasta Setsuna. Se movió con tanta velocidad que Hisui solo pudo actuar impulsivamente, se movió junto a Kirara hasta la chica y se interpuso entre ella y su atacante, provocando que el atacante, ante verse de frente con el demonio gato convertido, parara su actuar intempestivamente.

-Muévete de aquí niñito- Yario, aún más molesto, miro a los ojos a Hisui. Cuando hizo eso, Setsuna notó como un poder se desprendió de su mirar, una especie de rayo invisible pero de mucha energía que produjo que el cuerpo del exterminador se endureciera como una tabla, cayendo al piso.

-¡Hisui! ¿Qué le hiciste?

-Lo paralice, de tal manera que ni siquiera podrá respirar después de un rato- Kenji se acercó a Hisui, levantándolo y mirando su estado lleno de angustia. Setsuna, que no conocía tal capacidad demoníaca, volvió a atacar al tipo. Esta vez Yario se protegió solo y, con un toque de su katana, alcanzó a darle un corte a la hanyo a la altura de la pierna, al mismo momento que recibía en el rostro un corte similar en la mejilla por parte de la muchacha. Antes de que ella pudiera hacer más, el tipo se fue a gran velocidad, dejando a Setsuna en el piso por el corte intenso.

-Arde muchísimo- la verdad, era como si algo de ella estuviera cortándola repetidamente. Kenji se acercó entonces a ella revisando su herida.

-Es veneno. Pero estás reaccionando bien a él, por alguna razón.

-Estás loco, me está matando del dolor.

-Si te causara el daño real que produce este veneno, ya estarías muerta.

Setsuna no dijo nada, esa afirmación la congeló por dentro. Probablemente el veneno era tan fuerte que incluso su resistencia de sangre, la que heredó de su padre, no era suficiente para evitarle aquel ardor.

-El maldito escapó-

-Seguro pensó que con ese veneno te destruiría.- Kenji estaba atento a Hisui, mirándolo concentradamente. Setsuna se acercó a su amigo, estaba tan preocupada que cuando vio sus ojos blancos y su rigidez, sintió un nudo en la garganta.

-Tranquila. Estará bien. Sé contrarrestar esto- el chico puso sus manos sobre la frente de Hisui, sin desprenderle la vista- las cosas se deshacen como se hacen.

Y, por algo que parecía magia, el cuerpo del exterminador comenzó a relajarse y sus ojos azules volvieron a mostrarse con normalidad. Había despertado.

-¿Cómo estás, Hisui?- Setsuna se sentó junto al chica, haciendo ella de contención.

-Bien...sentí un segundo que mi cuerpo volvía frío como el hielo. Luego, ya no podía respirar.

-Estàs aturdido un rato, pero pasará- Kenji desvió la mirada de sus acompañantes, sabía lo que se venía. Dejó que la muchacha atendiera a su amigo, dándole agua de un recipiente que llevaban en un bolso sobre Kirara. Cuando el exterminador pareció más repuesto, volvió a hablarle.

-Tienes que explicar esto.

-¿Qué ustedes me siguieran? ¿No deberían ustedes dar explicaciones?

-No. -Setsuna solo le indicó con la mano que la mirara- ahora.

-Creo que ya escucharon algo…

-¿Ese tipo es de tu familia? - el exterminador, con la voz un poco débil, pregunto curioso.

-No directamente. Es...quien me enseñó a usar la katana.- si iba a contar cosas, no tenía sentido ocultar algunas menores, pensó el hanyo cuando se entendió acorralado.

-¿Ese tal Koriu es tu tío?- Setsuna estaba un poco más impaciente que Hisui así que ladró su pregunta.

-Sí. Eso me dijo al menos. Setsuna, se que estás pensando. No, no engañe a Shiori ni a ustedes.

-¿Y cómo llamas esto? Nunca comentaste de tu familia.

-No lo hice por miedo. Koriu me contactó hace años, dijo que era mi tío y me contó que mi madre era yokai, que pertenecían a un antiguo clan de demonios que controlaban poderes mentales. Como el que vieron. Luego, dijo que vivían en una aldea.

-¿Ahí te ibas verdad?

-Sí,me enseñaron a usar la katana y algo de los poderes de la tribu.

-¿Y por qué no te fuiste con ellos?

-Porque no me querían con ellos- Kenji sonrió triste- sigo siendo un híbrido asqueroso para esa gente. Supongo que Koriu me entrenó y buscó por remordimiento.

-Lo siento, Kenji- Hisui se conmovió, la verdad no podía no creerle, él mismo había visto el odio con que se había dirigido ese tipo con el hanyo.

-Ya da igual. Corté mis vínculos. Pero ellos insisten.

-¿Y tus padres?

-Muertos. Mi madre murió al darme a luz, aunque supongo que ya supieron por lo que espiaron.- el humano se sonrojo pero Setsuna ni se inmutó- mi padre era un aldeano. Koriu dijo que no quiso hacerse cargo de mi, así que me dejó con él. Como soy "sucio", Yario y él me dejaron en el pueblo de hanyos. Esa es la verdad.

-Si no te aceptaban ¿donde viviste antes de llegar con mi tío?-

-Busqué a mi padre. Díganme idiota pero, aunque me dijeron que me abandonó, yo quería saber las razones de su boca. No lo encontré, supongo que murió. Viví solo.

Setsuna no quiso preguntar más. Esa última respuesta había sido fuerte, de alguna manera triste y patética, aunque nunca se lo diría. Hisui tampoco deseaba seguir, aunque algo le quedaba en el tintero.

-Kenji, se nota que la has pasado mal, disculpa si sientes que nos metimos en tu vida. Sólo queríamos asegurarnos de que no seguías malos pasos.- dijo Hisui, quería ser lo más transparente posible.

-Lo entiendo, querían asegurarse que yo no fuera...malo.-

-Sabemos que no lo eres. Solo tengo una duda ¿plazo de dos días para que?-

El muchacho de ojos violetas se quedó en silencio, a diferencia de las otras interrogaciones ahora quería darse su tiempo.

-Quieren que cumpla con algo del clan. Que solo yo puedo. Eso.

Hisui asintió, con eso con perspectiva era suficiente para él. Setsuna tampoco insistiría. Luego de un rato que permitió al exterminador descansar, los tres subieron a Kirara de vuelta a la aldea.

-Kenji, quiero que hables con mis tíos y les cuentes esta verdad. Si no lo haces luego, lo haré yo.

El hanyo solo aceptó, tampoco podía hacer otra cosa. Cuando la pareja lo dejó cerca de la cabaña de su maestro, se quedó quieto, en silencio, mirando la nada. Todo lo que habló le parecía insólito. Y algo más. Casi todo fue cierto. Y era porque, aunque no lo quería, no fue del todo sincero. No, había cosas que aún tenía que omitir. Simplemente porque nadie lo entendería, nadie intentaría comprender sus razones.

—-

A la mañana siguiente, Inuyasha se levantó temprano intentando escapar de encontrarse con las visitas y tener que forzar conversaciones amistosas. Cuando estaba por salir, vio de frente a su discípulo.

-Te salvaste de soportar al pulgoso mayor ayer. De todas formas, no te acerques mucho a Koga-

-Sí, maestro. Disculpe. Quisiera hablar con usted, si tuviera tiempo- Kenji tenía la expresión muy cansada, no quería hablar de lo que debía.

-Sí, quizá más rato, ahora voy a escapar al menos la mañana entera.

-Puede ser rápido, es que yo…

-Te ves muy preocupado, Kenji. Mejor hablamos luego de que duermas, supongo que estuviste mucho en el bosque. Descansa. Me alegra que estés bien,temí un momento que Koga te hiciera algo en venganza pero sería sobre mi cadáver- Inuyasha le sonrió al chico. Kenji se sintió agradecido del comentario, por lo que perdió rápidamente las ganas de arruinar el buen humor de su maestro con su historia.

-Gracias maestro. Dormiré en un árbol, aquí hay mucha gente.- entonces, se marchó. Inuyasha iba camino a lo mismo cuando sintió a Kagome detrás de él. Iba de la mano del más pequeño de los niños lobos. No podría escapar.

-Mira Dai, tu mami fue a darse un baño y papá sigue dormido, por mientras Inuyasha cuidará de ti mientras preparo el desayuno ¿bueno? - el bebé quedó mirando al hanyo que maldijo para su interior la manía de Kagome de mandonearlo.- Inuyasha, vayan afuera, está linda la mañana.

-Keh.

El semidemonio salió solo con el bebé detrás dando pasos un poco torpes al seguirlo. Cuando estuvieron fuera, Inuyasha temió que no sabía qué diablos hacer. Para su gran sorpresa, antes de poder hablarle, el niño le comenzó a ladrar.

Dai le ladraba igual que un cachorro, dando sonidos que eran tiernos y graciosos a la vez. Estaba, además, en cuatro patas frente a él. Inuyasha estaba demasiado divertido, no sabía qué sucedía.

-¿Qué te pasa pequeño lobo? ¿Por qué ladras?

El niño abrió grandes sus ojos color jade. Parecía no poder entender que le hablara. Inuyasha se agacho junto a él y sus orejitas se movieron atentas cuando el bebé volvió a ladrarle molesto, atento a ellas.

-Que diablos…

-Hola.

De la puerta salió Yumi, la de cinco. "Otro enano" pensó Inuyasha un poco abrumado. No sabía tratar con niños, menos después de tantos años.

-Hola Yumi.

-¿Jugamos? Morohita me prestó estas cosas.- la loba acercó a Inuyasha y a Dai un juego de dados enormes, unas figuras que eran de Shippo y que nunca pudo usar la shinhanyo.

El pobre hanyo no sabía qué hacer, sentía que iba a ponerse a sudar frío, tenía a los dos más pequeños junto a él esperando que hiciera algo. Entonces, les indicó que comenzaran a apilar, sin decirles qué hacer en realidad, solo haciéndolo. Los niños entendieron. Luego de una vez, ya no supo qué hacer.

-Podemos hacer una casita. Me gusta esta casita tío- la niña comenzó a armar una figura que simulaba la cabaña de manera muy torpe. Inuyasha se dejó guiar por la niña. Luego, ella comenzó a parlotear sola, sin dejarle espacio de decir nada. Cuando el bebé a su lado, probablemente aburrido de su hermana, comenzó a llorar...ya no supo definitivamente que hacia ahí.

-Tranquilo niño, vamos a jugar contigo ¿bueno?- un ladrido, eso le respondió el bebé. El peliplateado comenzó a cuestionarse si ese niño sería retrasado o algo así. Siendo hijo de Koga, era una posibilidad.

Se le ocurrió volver a apilar las figuras, pero para su rabia, él no tenía mucha paciencia, así que varias veces tuvo que reapilar los grandes cubos. A Yumi eso pareció causarle gracia. Pero Dai seguía mañoso. Entonces, cuando ya la siguiente vez se le cayeron los cubos, Inuyasha mandó a volar su paciencia y con un manotazo fuerte tiró al piso toda la figura. Dai, muy feliz, se comenzó a reír mostrando sus colmillos de cachorro. El hanyo hizo lo mismo, lo enterneció ver sus pequeños indicios de lobo.

-Eso fue divertido tío perrito, hagamos otra y la tiramos igual- Yumi la armó, él la tiró, Dai volvió a reírse. Así un par de veces.

Al rato Inuyasha ya olvidó que estaba incomodo, tampoco notó que la niña grande, Shoko, los miraba también divertida sentada cerca.

-Tío, tu pelo es lindo ¿te puedo hacer un peinado?- el hombre la quedó mirando, no quería, pero qué podía hacer, tampoco aguantaría niñitos llorando.

-Keh…- entonces Shoko comenzó a hacer una trenza mientras lo dejaba seguir lanzando los cubos para hacer reír y ladrar a Dai.

Al rato, un sorprendido Koga lo quedó mirando desde el umbral de la puerta. Moroha iba a su lado, que también estaba en una pieza mirándolos.

-¿Què? Kagome me dejó con ellos.

-Todo un niñero, bestia.

-Cállate- Moroha se rió de ese comentario "enana traidora" pensó Inuyasha.- Oye, tu cachorro tiene algo raro.

-¿Qué?

-Ladra, solo me ladra.

Koga se comenzó a reír tan fuertemente que sus hijos dejaron sus labores y se le quedaron mirando.

-Es que...cuando veníamos para acá, le conté a Dai que eres un perro. Y que no sabías hablar, solo ladrar. Supongo que quería comunicarse contigo.

Moroha y Koga seguían riendo. Inuyasha estaba pasmado, el imbecil del lobo se burlaba de él incansablemente. No se atrevió a responderle con todo el odio que le tenía sólo porque habían muchos niños presentes.

—-

Hiroyuki logró sacar de la cabaña y de la conversación a Moroha, ya habían

desayunado y era el momento para hablar con ella. La niña accedió, aunque se notaba que sin muchas ganas. Logró llegar con ella hasta donde comenzaba la aldea.

-Seré breve. Perdóname. - Hiro se detuvo frente a ella para que no le desviara la vista.

-Hiro, yo…

-Ya lo sé, te dolió lo que dije. Es que soy un tonto, sé perfectamente como te hirieron esos comentarios de niña. Disculpame, tampoco pienso eso de Kenji, solo estaba enojado.

-Estabas muy molesto con él para decirle eso, supongo.

-Claro que sí. Por lo que me hizo. Y también, bueno, por algo más.

-¿Qué? -Moroha quedó curiosa ante esa acotación. El chico le sonrió de medio lado.

-Creo que le gustas. Eso me molesta.

Moroha se quedó en silencio. No, pensó. No es verdad. A Kenji le gusta Towa.

-Te equivocas, él es así.

-Espero que sí, porque me está costando mucho llegar a ti como para además pelearte. Aunque tampoco lo culpo- Hiro, incluso celoso, sabía ser encantador.

-Ya comenzaste. Te voy a disculpar. Porque eso quería, que supieras decir que fue un error. Eso me basta.- Moroha le respondió con una gran sonrisa, asomando un colmillo de sus labios- pero escucha bien, lo hago también porque mi mamá me lo pidió, me dijo que tenía que ser comprensiva con ustedes...contigo. Es por eso. En otra circunstancia, te golpearía en la frente para ver si te entra correctamente la idea a la cabeza.

El lobo asintió a lo que le decía, totalmente feliz de poder volver a estar junto a ella. La invitó a caminar y ella aceptó, les quedaban algunas horas hasta la comida de celebración, podía aprovechar de estar a solas un tiempo al menos.

-Moroha, mis papás comentaron que tengo que ir con ellos a la reunión con los sabios.

-Eso escuché, te compadezco. Solo pensarlo me aburro.

-Sí, la verdad estoy un poco nervioso con la idea. Creo que es un poco obvio a donde va todo.

-Mejor será que no te adelantes, llega allá y ve con que te encuentras.

-Sé que será. Cuando vuelva, sabrás que fue lo que querían de mi.- Moroha lo quedó mirando, le llamó la atención la forma que tuvo de avisarle que volvería a la aldea.

-Serás siempre bienvenido, claro. Siempre que no molestes-

-Gracias, Morohita. Y no creas que me iré y dejaré todo atrás- ella sabía a qué se refería, pero no le daría el gusto de seguirle la jugada.

-Solo procura cuidarte y no hacer mucho caso a esos viejos rancios.

-Lo que diga mi Morohita.

La niña se rindió, aunque a veces le hartaba la insistencia y la poca sutileza de Hiro, era cierto también que también podía ser encantador, un halago constante que no se atrevía a despreciar por completo.

Cuando volvieron a la cabaña la adolescente se volvió a asombrar de ver a su papá aun con los tres niños a su alrededor. Se dió unos segundos. Shoko seguía haciéndole moños en el pelo, Moroha pensó que su papá se veía bien con el pelo un poco tomado, luego lo intentaría ella misma. En su regazo, el pequeño Dai se reía mientras Inuyasha lo mecía con la pierna dando saltos. Y al otro lado, Yumi le hablaba y le hablaba sin parar, a lo que el hanyo solo respondía "keh" o "emm…".

No pudo evitar pensar cómo hubiera sido para ellos, si no hubiera pasado lo que pasó. Era algo que evitaba siempre, después de todo podía ser doloroso. Pero ver a su padre así, era especial. Si a sus quince años él sabía ser un papá "a su manera" probablemente si hubieran vivido juntos desde siempre hubiera sido igual de bueno como lo era ahora.

-Tu papá tiene un lado tierno-

-Sí, yo siempre lo digo- Moroha se rió. Entraron y se encontraron con el resto de la gente, Kagome ordenaba las cosas de la comida con ayuda de Koga y Ayame conversaba animada con Sango y Miroku. Las mellizas estaban ahí también, junto a Kenji.

El almuerzo fue muy agradable, a ojos de la miko anfitriona. Logró que Inuyasha y Koga no volvieran a discutir y que todos pasaran buenos momentos. La verdad, su marido estuvo casi todo el día con los pequeños agarrados a él, así que no hubo forma de que se pelearan. Ayame también se veía feliz, aprovechaba de mimar a su hijo mayor y de disfrutar de su hija postiza, como no lo hacía hace años. Los anécdotas de una pequeña Morohita (como todos los lobos parecían llamarla) encantaron a varios, al parecer la niña también tenía de seudónimo "Mordida" por su gusto en morder a todo quien la molestara. La niña se sonrojaba ante todos esos relatos, además que se hablara de su pasado era sumamente raro. Koga era parte importante de esos recuerdos, tenía un don natural para contar historias divertidas y le gustaba hacer siempre hincapié en que Hiro y Moroha SIEMPRE estaban juntos. Inuyasha refunfuñaba ante lo obvio y su hija se avergonzaba a más no poder.

La noche llegó rápidamente, los lobos se irían a la mañana siguiente, así que Ayame pretendía dormir temprano a sus hijitos con objeto de que soportaran las horas de viaje. Para acostarlos, le pidió ayuda a Moroha, porque los niños insistían en seguir apiñados junto a Inuyasha.

-¡Ya basta!- gritó Moroha a los lobos, fingiendo una molestia demasiado creíble- ¡suelten ahora a mi papá, que se creen!

-No- Dai le mostró los colmillos incipientes a la muchacha y le ladró enfurecido, para intimidarla. Pero solo la enterneció.

-Morohita, déjanos jugar un poco más, tu papá nos contaba una historia interesante.- Shoko había dejado, finalmente, a Inuyasha con una trenza preciosa que nacía en sus sienes y terminaba en una linda coleta. Además, le puso flores.

-Sí, les contaba cómo conocí hace años un lobo cobarde al que salvé en incontables ocasiones de su propia estupidez- el hanyo hablaba en serio, los niños no habían dado con que ese lobo era su padre, así que escuchaban la historia divertidos.

-Les dije que dejen a mi papá- Moroha tomó de la cintura a Yumi que al sentirse levantada se enfureció y comenzó a dar patadas.

-Déjame, nosotros te prestamos a nuestro papá por muchos años, no seas egoísta.

-¿A sí? Entonces me iré con papá Koga- la niña fingió que se iría pero los niños no hicieron movimientos, solo la ignoraron. - ¿No harán nada?

-No- Dai de nuevo habló. Apenas abría los ojos, el pobre bebé estaba casi dormido agarrado del cuello de Inuyasha y bostezaba en su pecho.

-Ya, basta enanos. Yo iré con ellos.

Kagome, que veía muy entretenida toda la escena, le dijo a Inuyasha que dejaran a los niños en una habitación, para que Ayame y Koga pudieran descansar mejor esa noche. La miko lo ayudó a acostar al pequeño en el futon de Moroha. Los otros dos seguían en pie, pero cuando los forzaron a acostarse, los dos cayeron fácilmente.

-Oye, Inuyasha.

-¿Qué?

-Quiero uno.

-Bien. Creo que Dai es una buena opción, es el más pequeño de estatura y con ocho hijos seguro que Koga y Ayame no notarán la falta de uno. Lo ocultaremos en la bañera- Kagome se rió despacio y le dió un codazo a Inuyasha.

-No, tonto. Me refiero a uno de nosotros.

El hombre no le respondió, ni siquiera la miró. La sola idea lo paralizó.

-¿Cuál es el problema?

-El problema es que estamos viejos para eso.

-Viejo tu siempre estuviste, Inuyasha, doscientos años viejo. Si fuera por eso, no tendríamos a Moroha.

-Keh...lo hablaremos luego. Ahora a dormir.

-Bien, ignoralo. Pero nadie sabe, ahora mismo podría estar embarazada, después de todo...no hacemos nada para impedirlo.

Inuyasha se giró en sí para mirarla a los ojos. "Que mujer tan manipuladora". Era obvio que la sacerdotisa tenía un tiempo con la idea, sino esa realidad no la habría soltado de manera tan liviana.

-Solo diré que no me molesta la idea de niños. Me da miedo. Y sabes porque.- el hanyo no tuvo que decir mucho más, la verdad era evidente para ambos. Si bien eran padres de una adolescente, la verdad es que poco sabían de criar un bebé.

-La vida dirá si podremos tener una segunda oportunidad de cuidar bebés, Inuyasha. Vamos a dormir. - la mujer le dió un beso en la mejilla. Ella tenía los mismos miedos pero, a la vez, una parte de ella le decía que lo mejor era dejar que las cosas siguieran su curso. Con suerte, en un tiempo podría tener un bebé colmilludo de nuevo en sus brazos. Pero esta vez para siempre.

Antes de que Inuyasha pudiera entrar a su habitación, Koga lo llamó por su nombre.

-Hey, traje esto para ustedes pero recién lo recordé. ¿Podríamos conversar afuera?- el hanyo se quedó muy atento a la invitación, el lobo tenía en las manos una botella de lo que probablemente era algún tipo de licor.

-¿Qué pasa?

-Nada, bestia. Relájate. Solo quiero hablar.

El semidemonio aceptó, siguiendo a su invitado fuera de la cabaña. Se acomodaron sentándose en la banca exterior. Estaba oscuro, pero no era problema para ninguno de los dos.

-Toma, no es sake, es un licor que hacemos en las cuevas.- Inuyasha sintió de golpe el intenso olor a alcohol de la botella en su nariz, era muy fuerte.

-Que clase de veneno toman.

-¿No te crees capaz?

-Keh… no es que tenga algo que probarte, pero le daré una oportunidad a tu licor.

Los dos comenzaron a tomar, la verdad el hanyo se sorprendió de que el sabor no fuera del todo malo, más bien era un poco relajante, sentía que su lengua se dormía un poco en su boca. Se quedó en silencio esperando que Koga hablara lo que fuera que quisiera decirle.

-Lo más probable es que me saquen de mi puesto, cara de perro- esa oración y la forma un poco lastimosa como lo dijo, sorprendió mucho al peliplateado. - Yo quiero irme.

-¿Te cansaste? La responsabilidad cansa a los holgazanes.

-Mira quien lo dice- Koga se mostró irritado pero no caería en las provocaciones de su anfitrión- Te digo eso porque Hiroyuki será el continuador, por eso quieren que vaya.

-¿Está obligado?- Inuyasha era práctico, para él si alguien no quería algo no tenía porqué hacerlo.

-No realmente. Pero si lo desea. Por eso te iba a hablar de manera separada a las mujeres.

-¿Qué no podría escuchar Kagome?

-Quiero que entiendas que mi hijo cambiará su vida, para mantener a los clanes tienes que crear vínculos- cuando el hanyo comenzó a arrugar la frente en anticipación, Koga dejó los rodeos- Hiroyuki quiere que esa vida sea con tu hija, supongo que lo tienes claro.

-No. No es tema mío ni de mi hija que tu crío tenga responsabilidad de lobo, eso es asunto de ustedes.

-No es tan simple, Hiro quiere ir en serio, si lo llaman ahora para hacer…

-No, Koga. Soy su padre y digo no. ¿Eso no le importa a tu tribu? No.

-Bien. Aunque tu y yo sabemos que al final dependerá de ellos.

Inuyasha sabía eso, era obvio. Aunque si de él dependía podían amarrar a Moroha del árbol más alto con tal de que no se fuera a cuevas sucias a tener bebés lobos cada año como lo hizo Ayame. Y no porque no le pareciera bien esa vida, después de todo él había aprendido a patadas que la gente es libre de llevar la vida que quieren, simplemente pensaba así porque SABÍA que su hija no era eso. Moroha deseaba otras cosas, no tenía claro qué exactamente, pero de ninguna manera era ser la compañera de un líder lobo.

-Te pongo en esta situación. Olvida lo que dije. Si Moroha estuviera interesada en alguien, si quisiera hacer su vida ¿tu se lo impedirás, no la apoyarías?-

-Que clase de situación es esa. Claro que la apoyaría, imbécil. Siempre que sea lo que ella quiera y sea feliz. Yo no importo al final del día. ¿No sé supone que eso hacen los padres?-

Koga le sonrió, la verdad no esperaba que fuera tan decidido en su respuesta.

-Ves, bestia. No eres tan mal padre, a pesar de la poca experiencia. Te falta paciencia, nada más.

-Mejor te callas y cambias el tema o te voy a plantar mis nudillos en la frente para que te lleves un recuerdo de tu estadía en mi casa-

Koga no insistiría con eso. Si bien prometió a Hiro que lo ayudaría con sus intenciones, tampoco estaba dispuesto a empeorar las cosas por impulsivo.

-Una última cosa, Inuyasha.

-¿Qué?

-Espero que no sientas que Ayame y yo lo hicimos mal con Moroha. Cometimos errores, pero la queremos. La cuidamos. Como se los prometimos.- el lobo usó el tono más seguro que su voz le permitía, intentado transmitir que lo decía de corazón. Su interlocutor lo entendió de esa manera, al menos.

-Nunca he pensado eso, mi enana es una niña increíble. Solo admitiré algo. Y nunca volveré a decírtelo. Creo que hay gran valor en un hombre que acepta criar a la hija de otro- Koga abrió tan inmensamente los ojos ante lo que Inuyasha decía, le parecía casi una broma, pero la mirada seria del hanyo quitó la idea de su cabeza.- y más aún si es la hija de su antiguo amor.

El hombre lobo se sintió confundido, viniendo de otra persona le habría provocado un aumento a su ego, pero siendo las palabras de Inuyasha eran más que nada un hecho imposible.

-Yo creo que también hay gran valor en un hombre que entrega a su propia hija, a lo más preciado que tiene, en manos de otro, todo para que sea feliz y que esté bien. No sé si yo hubiera podido, ni si podría ahora. Gracias por confiar en nosotros.

-Keh…- todo se estaba tornando muy incómodo para Inuyasha, aunque en su interior se sentía un poco más aliviado.- tu licor asqueroso tiene efectos extraños.

-Podrían ser peores, si no me desagradaran tanto tu y tu olor, quizá podríamos comportarnos como amigos ebrios.

-Ni de broma-

—-

Nota: hola! bueno, volvió a quedarme un cap enorme, iba a ser incluso más pero corté el final jaja no puedo evitarlooooo. Este cap estuvo enfocado en los lobitos, pero el proximo será más en Moroha y la historia de Kenji (y su drama con su aparente tío y la tribu de demonios con poderes mentales). Espero que les guste como va la historia, un abrazo a todos y gracias por leer :)

Rws:

-genesis: discúlpame! Te habia respondido en el cap anterior pero sin querer subí un archivo previo donde se me habia pasado. ahora, te escribo lo que puse: Gracias por escribir y leer la historia. Es cierto que Moroha la pasó mal con el comentario y más que nada porque Hiro sabe lo que sufrió de pequeña con esas cosas...pero la niña tiene el corazón enorme de Kagome c: Un abrazo!.

-daide luct: hola! gracias por tu comentariooo c: sobre lo de kikyo, sí al menos aquí ellos no saben nada, pero el próximo cap voy a tratar un poco de eso (de forma no tan seria, en todo caso jaja) y sobre como reaccione Moroha, aquí no lo trate la verdad porque siento que Koga casado igual se aguanta un poco (aunque igual es encantador con Kagome) y en este cap al menos quise tratar más como resolverían sus asuntos Koga e Inu c:. Ojalá que este cap te diera más luces sobre Kenji, se viene un dramón. abrazos!

-Hghg: holaaa ! Gracias por tus rws!. Como viste, Inuyasha protegió a su discípulo, como corresponde. Sobre Hiro, no es mala persona pero sí, parece que la opinión de su padre ha influido mucho en su forma de ser y sus objetivos de vida, incluso sobre quien debe elegir para casarse. Que bueno que te guste la inclusión de un oc en la vida de Moroha, la verdad yo igual lo quería y Kenji fue la opción. Un abrazo!

-Manu: hola! que mal que no puedas usar la página a totalidad, la verdad a mi me cuesta entrar a mi cuenta a veces, por alguna razón...Yashahime temp2 llega en mi cumple así que feliz, solo espero que Moroha vea a sus papás :( he visto un par de cap pero a diario no puedo, tengo mucho que estudiar (8 hrs diarias :() Sobre InuxKoga jajaja sabes, hace tiempo leí un fanfic de un trio de ellos con Kagome y curiosamente me encantó (perversa? Si, lo soy) pero en este ff creo que no se ha podido dar...hay muchos resquemores entre ellos, pero la verdad la idea es atractiva jaja de todas formas, espero que te gusten las interacciones entre ellos...Me gusta por otro lado que se hable de la relación del Sesshrin, a mi me agradan pero no me gusta que no nos muestren nada de ellos juntos, se vuelve poco real, porque es como tu dices, en la serie original Rin era niña, no era visible (al menos no para mi) alguna relación de pareja entre ellos. Y si, tambien me hubiera gustado ver a Sessho con Kagura pero insisto, el personaje de Sesshomaru igual que Setsuna son personas FRÍAS como el hielo jajaja es demasiado dificil verlos siendo distintos, al menos para mi y me gusta que se respete sus formas de ser, aunque claro, siempre hay alguien que los hace caer (Rin...y en mi historia Hisui) un abrazo, gracias por tus rws ! :)

Doratina.