Inuyasha y Kagome volvieron cuando la noche recién iniciaba y la luna coronaba la belleza del cielo de la aldea. Ambos con una expresión descansada, así que Moroha creyó que el uso de su premio había valido la pena. Apenas entró a la cabaña, la sacerdotisa abrazó fuertemente a su hija, luego, hizo lo mismo con Kenji quien se entregó a esa muestra de cariño, aunque aún no sabía bien cómo lidiar con la inmensa calidez de la mujer.

-¿Cómo estuvo todo? ¿Comieron bien? ¿Pasaron frío? Hizo frío muchos días.

-Yo diría que estos dos están mejor que cuando nos fuimos mujer, déjalos.

Ninguno de los dos dijo nada pero ambos pensaron en su interior que era un poco real esa afirmación por parte de Inuyasha. Mientras los casados se acomodaban, el hanyo más viejo no se hizo de esperar.

-No saben quien va a ser mamá

-¡Inuyasha, qué indiscreto eres!

-Keh...lo sabrán luego, si es que no lo saben aun.

-¿Quien?- Moroha se mostró abiertamente curiosa pero Kenji no dijo nada.

-Gyokuto. Y se casa luego, por suerte de Miroku- Inuyasha se sentó cómodamente en el piso junto a la mesa mientras su mujer lo miraba con ojos de desaprobación.

-Wow, no sabía que tenía pareja-

-Nadie lo sabía. Miroku estaba muy deprimido, diría que nunca lo había visto así.

-¿Es para tanto? Después de todo se va a casar ¿no?

-Sí, pero lo entiendo. Esa fue la solución pero el hecho de que la melliza anduviera en esas andanzas, a escondidas besuqueandose y manoseándose con cualquier tipo sin futuro ni expectativas no deja de ser sorprendente para un padre.

Moroha no dijo nada, solo miró con cara de hastío a su padre. Kagome dejó lo que hacía para enfrentarlo directamente.

-¡No seas vulgar, que manera es esa de referirte a Gyo, es casi nuestra sobrina!

-¡Claro que sí, por lo mismo Kagome! Miroku fue blando, si hubiera sido yo- y ahora Inuyasha ni siquiera disimuló como dirigía sus ojos a su hija y cambiaba su tono de voz- lo mató, mató a ese imbécil, sea quien sea, un señor feudal o el más grande de los yokais. Me da igual. Especialmente si fuera Moroha, todavía es muy pequeña para andar con malandros.

-Tu horrible actitud te pasará la cuenta un día, Inuyasha.

-No me maldigas como las brujas, Kagome, soy tu marido.

Moroha no quería perder más el tiempo así que se adelantó a los intentos de su madre por iniciar la cena e ignorar a su padre.

-Necesitamos hablar con ustedes. Ahora, no puede esperar-

Los dueños de casa, en silencio, obedecieron a su hija un poco curiosos de qué tema podría envolver a ambos muchachos. Kenji y Moroha se sentaron frente a ellos en la mesa, muy serios al parecer de la pareja.

-No quiero que se alteren ni que hagan algún escándalo, sobre todo tu papá, por favor.- ninguno dijo nada, así que la adolescente siguió.- Ehh...Kenji y yo pasamos por algo en estos días pasados.

-¿Qué sucedió?- Kagome estaba inquieta por la dificultad al hablar de su hija, algo raro en ella.

-Nada grave. Todo fue mi culpa- el hanyo más joven se adelantó- yo involucre a Moroha en algo indebido y pido disculpas- el chico hizo una reverencia en su sitio que desconcertó aún más a los padres de la niña.

-No entiendo nada-

-Lo que pasa es que…Kenji tiene una familia afuera, eso. Pero que no lo supiéramos tiene una buena razón que dará el ahora.

Silencio de ambos.

-Explicaré todo. Hace unos días un yokai me atacó y Moroha junto a la señoritas Towa y Setsuna fueron en mi rescate sin saber realmente qué sucedía. Ese día salí lastimado y Moroha me cuido hasta que me cure. El asunto principal en realidad no es ese, es que les mentí.

Inuyasha no decía nada pero su expresión severa daba cuenta que estaba escuchando atentamente. No hacían falta las preguntas porque sabía a ciencia cierta que las respuestas vendrían solas en los próximos instantes.

-Hace unos años, un día que salí a cazar fuera de la aldea de hanyos me encontré con Koriu. Un hombre similar a mi físicamente quien me dijo que era mi tío, hermano de mi madre y que había toda una tribu de yokais de mi especie.- la expresión de asombro de Kagome contrastaba con la espera silenciosa de Inuyasha.- creí que había ido para llevarme con él pero con el tiempo entendí que no, simplemente me entrenaron en las noches a escondidas de la gente de la tribu. Ahí aprendí a usar la katana y observe un poco las habilidades demoníacas del resto del pueblo. Con el tiempo todo fue igual, nunca me aceptaron como parte de ellos y...bueno, no importa-

-No, no, dilo Kenji, diles.- el hanyo miró a Moroha un poco incomodo- lo diré yo, lo maltrataban físicamente. Lo insultaban.

-Sí, la verdad me entrenaron solo para ver si tenía habilidades. A los 16 años cuando entendí todo eso escapé de la aldea de hanyos y salí en búsqueda de mi papá, me habia dicho Koriu que era un aldeano que me abandonó, así que tuve deseos de saber el porque...aunque suene un poco estúpido. Nunca lo encontré y nunca más tuve contacto con mi tío ni con quien me enseño a usar la espada. Después pasó lo que saben, la señorita Shiori les escribió cuando regrese sin éxito a la aldea y por eso estoy aquí.

-¿Y eso cómo se une al problema de hace unos días?- preguntó Kagome que aun no salía de su expresión inicial de tristeza y estupor.

-Me buscaron nuevamente hace un tiempo porque, bueno, hay una especie de maldición en la tribu y ya no nacen niños. Y quieren que yo me encargue, supongo que se entiende. El yokai era mi tío.

-Sí…¿y por eso te hicieron daño?

-Sí, yo no quería involucrar a nadie. Lo siento. De verdad ellos no significan nada para mi, me usaron y no me siento en deuda con ellos de ninguna forma. Sé que les mentí al decir que no sabía nada de mi familia, pero de verdad no quiero tener nada que ver con ellos. Después de que Moroha lo atacara no he sabido nada, asumimos que Koriu murió, porque lo natural hubiera sido que quisiera vengarse. Supongo que con el muerto el resto de la tribu no se interesara en mí, la mayoría no sabía de mi existencia. De todas formas entiendo mi error y estoy dispuesto a aceptar las consecuencias que estimen convenientes.

-¿Qué? ¡Pero si no es tu culpa!- Moroha dió un salto sorprendida, en ninguna parte del plan Kenji diría eso ni se sometería a lo que la furia de su papá determinará, la idea inicial entre ambos había sido ser sinceros y producir empatía en sus maestros, no sacrificarse. Sintió, por unos segundos, miedo de que Inuyasha quisiera echarlo por mentirles.

-Yo realmente no sé qué decirte, Kenji. Me sorprende mucho. Pero no puedo estar molesta contigo, te he conocido este tiempo y eres un gran niño. Mentiste pero ahora estás diciéndonos la verdad y lo agradezco- el hanyo abrió los ojos muy grandes ante esa afirmación, bien sabía que aún había un punto en la sombras y que la dulce sacerdotisa que lo había acogido que los brazos abiertos en su hogar dijera esas palabras le recordaba lo miserable que era. Pero no podía sacar eso a la luz aún, significaba cambiar las cosas de manera significativa y, aunque antes quizá lo hubiera podido aceptar sin chistar, los últimos eventos de su vida lo retenían en aquel limbo de la culpabilidad y su propio bienestar, su felicidad.

-No diga eso, maestra. No lo merezco.

-Keh, eres demasiado noble- Inuyasha abrió la boca con una expresión molesta en el rostro- y eso a veces está mal. Pero Kagome tiene razón, no eres mala gente y lo has demostrado viviendo con nosotros. Además, en las familias hay problemas y aunque te niegues por tu estúpida actitud humilde a aceptarlo, ya eres parte de esta casa, Kenji. Si el tipo murió, bien, un problema menos. Y si hay más de ellos, los enfrentamos.

-Pero maestro yo…

-Cállate. Te perdonamos ¿de acuerdo? Ahora todos a comer que estoy muriendo de hambre y estos dos enanos no nos han dejado descansar, Kagome ¿y si vamos donde la anciana amiga de Moroha y compramos comida? - el hombre se levantó de su asiento como si nada, dejando a los dos chicos pasmados en el piso. Kagome lo siguió muy alegre, con la gran sonrisa pegada y asintió radiante a la idea de su esposo. Moroha, por su lado, no podía creer cómo había ido todo pero realmente no iba a sobre pensarlo, había salido bien así que también se levantó dispuesta para salir todos en búsqueda de la cena. Kenji demoró más pero, una vez que salieron los cuatro de la cabaña en dirección al puesto de la anciana de la aldea vecina, se dió unos segundos para mirar en silencio a las tres personas que tenía frente a él. Se sintió tan agradecido en esos precisos momentos con la vida como nunca antes, el peso que llevaba encima por todo lo que lo penaba de su propio pasado se había aliviado considerablemente con la increíble muestra de afecto de sus maestros. Fue consciente más que nunca de lo maravillosas personas que eran, un poco complicadas, gritonas, despreocupadas pero al final del día recreaban una familia funcional, que se guiaba por el instintivo y, que en su mente, era el imaginario de hogar que el propio hanyo había imaginado hace muchos años. Moroha cuando notó su retraso al caminar, giró hacia él para mirarlo con la ceja levantada. Cuando Kenji le sonrió en respuesta ante el éxito de su misión en común, ella le guiñó el ojo y le hizo un gesto para que se apurara, haciendo que la tranquilidad y calidez que llevaba su corazón aumentara aún más.

El matrimonio de Gyokuto se tornó el evento de la aldea. Sería una ceremonia sencilla que tendría lugar en un templo cercano y luego una instancia libre donde los protagonistas serían la comida y el alcohol que Miroku especialmente dispuso para la ocasión. La nueva pareja, luego de la unión, dispondrían de su propio hogar construido de primera mano por Yuki, el flamante futuro esposo de la melliza, quien destacaría luego entre el grupo de jóvenes por su actitud calmosa y sus ojos caídos que le hizo ganar el secreto apodo de "perezoso" por parte de Moroha. Algunas veces la chica sentía que Yuki necesitaba que le dieran un buen golpe en la espalda para activar en él algo que lo hiciera ver menos distraído ante la vida.

El día en cuestión Kagome y su hija acompañaban a Sango y las mellizas en las preparaciones de la novia. Realmente Moroha no deseaba estar ahí, no le gustaban mucho ese tipo de ritos, lo que más la entusiasmaba de aquella boda era la expectativa de llenarse de comida deliciosa y pasar desapercibida en el acto. Fuera de eso, también le gustaba la idea de ver a toda su familia y quienes la rodeaban reunidos y felices. Gyokuto lucía muy linda ante sus ojos, su cabello comúnmente corto ahora deslumbraba por su longitud y por cómo fue exquisitamente peinado en una moño alto decorado con un bello prendedor que simulaba la flores de sakura. Por su parte, la shinhanyo sé negó a volver a usar un kimono así que, ante las quejas de su madre, aceptó por lo menos ser peinada de manera distinta así que la sacerdotisa soltó el pelo de su hija, lo peinó y solo colocó un broche sencillo a una lado de su chasquilla.

Moroha desde la distancia observo todo lo que acontecía, como Miroku celebraba el cambio de estado de su hija con la solemnidad propia de un monje que se rige por lo sacramental del acto del matrimonio y, a su vez, con la calidez y melancolía que desprende un padre que ve a su hija dejar el nido. Al cabo de varios minutos, cuando Yuki y Gyo estaban formalmente casados, todo el mundo se dirigió afuera a seguir con la parte más motivada del evento. Sango vigilaba de primera fuente que todo saliera como correspondía, reprendiendo cada cierto tiempo a sus otros dos hijos, sobre todo a Kin´u que se dedicó a bailar alegre entre los invitados y consumir más sake del que le parecía sano a su madre. Al paso de las horas la fiesta había llegado a un punto donde varios aldeanos yacían ebrios dando vuelta o bailando, los novios había desaparecido hace minutos y Moroha, ya aburrida de observar la misma gente hablar de lo mismo, determinó que sería buen momento para escapar a su cabaña, a la que su padre, conocido habitante de la aldea que no gustaba de ver mucha gente reunida ni menos en estados deplorables como ese, ya había huido cuando Kagome le perdió de vista. Pero primero debía encontrar a Kenji que había pasado gran parte de la velada tomando sin medidas con Hisui y riéndose de las estupideces de Shippo.

Para su suerte, encontró al hanyo sentado junto a una mesa con comida, muy concentrado en el cielo y sin su compañía.

-¿Y Hisui?- cuando sintió su voz Kenji salió de su trance y, sin quererlo, hipó frente a la chica que se rió de su evidente estado.

-No sé...estaba aquí ¿ya se fue? Estaba aquí- el muchacho apuntó al suelo, muy al suelo, un lugar donde claramente no estaba el hermano de la novia, aunque su concentración en recalcar que aquel era el lugar era gracioso a los ojos de Moroha.- estaba aquí lo juro, aquí estaba.

-Ya, callado, has dicho "estaba" y "aquí" muchas veces, hanyo ebrio- Moroha le ofreció su brazo al chico que la miró sonriendo divertido. Si, estaba subido de tono pero sabía perfectamente que Moroha estaba entretenida con su espectáculo.

-No estoy ebrio solo estoy feliiiiz- el chico aprovechó la ocasión y abrazó a la niña, sin mediar en poner todo su peso y su altura considerablemente mayor a la de ella sobre su diminuto y flaco cuerpo- pero si quieres cuidarme yo me dejo.

-No quiero cuidarte, tonto. Solo quiero que volvamos a la casa, estoy aburrida.

-¿Sa-sabes? Creo que Hinsui se fue con Sesuna- la dificultad de hablar de Kenji lo hacía ver adorable a los ojos de la muchacha, que a duras penas lo levantó levemente para dejarlo apoyado solo en su brazo. Moroha se atrajo de ese comentario y guió con torpeza al hanyo por lo alrededores. Con ayuda de su olfato pudo darse cuenta que ambos se encontraban tras unos árboles a la altura de la nueva cabaña de los casados. Lo que vió, dejó de una sola pieza a la niña.

-No puedo creerlo- el susurro de Moroha despertó a Kenji que dormitaba en su brazo con la cabeza acurrucada cómodamente en su hombro entre su negro pelo suelto.

-¿Q-qué?

-Míralos.

Frente a ellos Hisui y Setsuna yacían sentados en el piso, muy cerca comiendo a escondidas un plato de algo que no era fácil de identificar en la oscuridad. Ambos reían (algo más sorprendente viniendo de Setsuna) y la complicidad entre ellos era palpable en el ambiente. La exterminadora estaba más cómoda que nunca dejándose abrazar levemente por Hisui que mantenía una mano en su hombro y otra en la comida.

-¿Habrá bebido?- Moroha no salía de la impresión y Kenji se reía en su oreja.

-Nah...se quieren. Déjaloossss-

-¡No me grites en la oreja!

-ESPÉRATE...shhh Moroha cállate- el hanyo puso un dedo en la boca de la chica el que ella apartó con rapidez. La escena que observaban se puso más interesante cuando Hisui comenzó a hablarle a la niña

-Setsuna escúchame

-¿Qué?

-Estoy enamorado de ti, casémonos como mi hermana.- Setsuna miró el exterminador directamente sin decir nada. Es su escondite, Moroha aguantó un gritito divertido y Kenji seguía riéndose en su oreja. La muchacha digna hija de Sesshomaru no respondió pero, a pesar de la poca lucidez del chico producto del alcohol, lo golpeó con fuerza en el hombro como reprimenda por su atrevimiento, provocando que Moroha ahogara la risa. El pobre muchacho se doblo del asombro.

-Pobre mi amigooo, las mujeres son malas- Moroha sostuvo con más energía al hanyo y se dio vueltas para irse de ahí. Cuando se encaminaba, Kenji la detuvo y se agarró con fuerza de su cuello para enterrar su nariz en el cuello de la niña que se estremeció con la sensación.- todavía no nos vayamos, quedémonos un rato aquí.

Un mes desde el matrimonio de la melliza las cosas en la aldea parecían haberse regularizado. Inuyasha y Kenji retomaron su entrenamiento, esta vez enfocado en conocer de la espada del chico y Moroha esperaba hasta el día de su cumpleaños número 16, que marcaría el fin del compromiso con sus padres y la posibilidad de volver a trabajar o hacer lo que estimara correcto. Su madre había insistido en hacer una pequeña "reunión" en su honor, solo con sus primas, padres y amigos, a lo que ella acepto, solo porque en realidad no deseaba una gran fiesta y sabía que la gente no solía celebrar el día de nacimiento, sino que era algo traído de la era moderna por su madre. El día del cumpleaños de la niña, Inuyasha y Kenji salieron temprano en búsqueda de las compras de la sacerdotisa y el regalo que el padre le tenía a su única hija. De camino al puesto donde irían por las cosas, Inuyasha aprovechó el momento de hablar cómodamente con su discípulo.

-Kenji, quería comentarte algo hace tiempo.

-¿Si maestro?

-Iré al grano. Yo ya sabía de la existencia de tu tío y tu familia.

-¿En serio?- Kenji se paró en su andar, no sabía si eso era una manera de su maestro de encontrarlo en la mentira o simplemente un intento por aclarar las cosas- lamento mi tardanza en hablarlo.

-Tranquilo, no pretendo culparte de nada. Si en su momento no comente lo que sabía, fue porque entendí que no tienes malas intenciones. Y otra cosa más…

Ahora ambos se miraban, habían parado muy cerca de su lugar de destino.

-Myoga logró averiguar el origen de tu espada. Pudo saber que fue de tu madre y la tribu de la que ella provenía. También me comentó que el creador de tu katana es el mismo de colmillo de acero, Totosai. Pero él desconocía realmente a tu familia, solo supo decirme que tipo de demonios eran.

-Yo no sabía nada de eso, maestro- y era cierto, realmente solo sabía que su katana fue antes de su madre.

-No creo que lo sepas, pero Myoga averiguó el nombre de tu madre. Me dijo que era una gran guerrera.- Inuyasha le sonrió a su discípulo para amenizar la expresión de pesadez que Kenji tenía ante aquella información. Era inevitable para el joven hanyo sentir que en realidad no sabía nada de su origen.

-¿Me diría su nombre?

-Se llamaba Eimi. Totosai comentó que era una yokai, que vivía como nómada, siempre sin compañía y que tenía unos ojos violetas, asumo, como los tuyos.

Kenji no supo qué decir. El escuchar el nombre de su madre, por ínfimo que pareciera, lo hicieron sentir una inmensa soledad en su corazón y sus pensamientos se fueron directamente a imaginarla por un instante: una mujer similar a él, callada quizá, ermitaña...con una espada poderosa y sin nadie que le hiciera compañía. ¿Sería su madre un alma solitaria como la propia? ¿Cómo fue que lo tuvo a él? ¿Lo quería? Después de todo, él era un híbrido, cabía la posibilidad de que ella nunca hubiera querido concebirlo.

-Myoga temía que en realidad tú no supieras nada o que nos lo hubieras ocultado. Por eso, fue un alivio cuando a penas llegamos de nuestro viaje contaste la verdad.

-Lo siento maestro…¿Fue solo eso lo que supo el anciano Myoga?- la pregunta, que parecía simple, guardaba el inmenso temor de Kenji de que su maestro supiera la conexión que mantenían él y la señora Kagome con la tribu donde nació su madre. Al menos "ese" hecho en particular que conservaba aún como un secreto.

-Sí, como dije Totosai solo vió un par de veces a tu madre. Ya, Kenji, basta. Espero que lo que te dije no te perturbe, sino que te ayude a avanzar. Ahora vamos antes de que Kagome se ponga como una histérica por la tardanza. Ah, lo último. No más mentiras ni omisiones ¿bueno?

El chico asintió también un poco más tranquilo. Aunque la parte de "no más mentiras" era imposible de cumplir por muchas razones, que lamentablemente, no dependía tanto de él sino de otras personas.

De vuelta en la cabaña la chica del cumpleaños tenía su rostro molesto por la sobre atención de la madre. Contrario a sus deseos, organizó una celebración en la noche que le parecía innecesaria pero que no era capaz de negar del todo para no herir a la mujer. Así, avanzado el día, los otros tres miembros del hogar decoraron y preparan todo para la adolescente de dieciséis años.

Las primas fueron las primeras en dar sus regalos, Towa le entregó una caja llena de adornos de pelo y moños todos en todos rojos. Setsuna se limitó a llevarle un pastel que hizo su madre. Hisui, las mellizas y sus padres le dieron a Moroha una linda daga corta hecha por Sango que la chica adoró desde el primer momento, era perfecta para llevarla a escondidas. La anciana Kaede le dio un una pulsera propia de sacerdotisa y sus padres le dieron de regalo un arco nuevo con los colores que la representaban y una especie de set para afilar armas que la sorprendió de sobre manera, no esperaba que sus papás le hicieran ese tipo de presentes.

Muy a última hora, Shippo llegó a cerrar la celebración de la niña.

-Felicidades Moroha- el kitsune abrazó a la chica que no dejaba de verlo con desconfianza por su gran sonrisa traviesa. Algo tramaba.

-Gracias...supongo.

-Tengo tu regalo. Ábrelo.

Cuando Moroha recibió el paquete temió unos momentos que explotara. Inuyasha estaba igual de atento.

-¿Qué diablos es esto?

-Zapatos se llaman. Para que dejes de andar descalza con los pies negros como el perro de tu padre.

-¡Que te crees zorro desgraciado, toma!- Moroha le lanzó el par de zapatos que le dio el kitsune mientras el mismo se reventaba de risa en el piso. Kagome no dijo nada pero Inuyasha le dio una patada que lo dejó callado. Hisui y las mellizas se rieron, pero muy sutilmente.

-La verdad mi regalo son restos de demonios, están afuera, para que los vendas. - la chica dio un bufido molesta, Shippo siempre intentaba jugarle esas bromas y eso que ella había tenido la amabilidad de no contarle a su padre la pasada cuando se disfrazó de Hisui.

El resto de la velada Hisui, Shippo y Kenji jugaron con las cartas de Towa mientras las chicas hablaban divertidas. Moroha sentía que su energía para socializar disminuía con el paso del día, así que sin reparo alguno le exigió a todos los invitados que se fueran a "sus malditas casas" lo que le hizo ganar un regaño de su madre. Cuando se dirigió a su habitación para dormir luego de ser despedida por sus padres, vió como un papel adornaba la almohada de su futon.

"En media hora justo al río. K."

Sonrió. Pasada la media hora, junto al río en el lugar de siempre, estaba Kenji sentado apoyado en un árbol observando el agua en silencio. Moroha disfrutó unos segundos de ver el reflejo de la luna en el cabello del hanyo. Le parecía curioso que el tono mate cálido de su piel se acoplara de manera tan sacra con sus ojos violáceos y su cabello oscuro. Además, hace tiempo había aprendido a notar y percibir en silencio como las manos delgadas del muchacho se desenvolvían con una delicadeza inigualable, algo en la forma de moverse de Kenji lo hacía ver con la agilidad y levedad de una bailarina pero, la formas gráciles de sus movimientos venían de su soberbia forma de manejar la katana. Algunas veces incluso, cuando estaba distraído, notaba como hacía ligeros gestos con las manos como practicando con un arma invisible, algo inconsciente en él que lo hacía encantador a sus ojos.

-Demoraste un poco.

-Mis papás demoraron en dormirse.

Kenji la invitó a sentarse con él y ella, con un solo paso quedó a su lado, ambos mirando hacia al río sin decir nada. Hasta que el rompió el silencio de esos segundos.

-Feliz cumpleaños Moroha. - y sin mucho más, acercó a ella un rollo de lo que parecían pergaminos. Y un pequeño paquete envuelto en una especie de pañuelo.

-Siento que debería decir que no era necesario, pero al demonio ¡me encanta recibir regalos!

-Lo sé- Kenji se rió feliz cuando la niña recibió ambas cosas con una sonrisa enorme en el rostro, verla así frente a él era una espléndida forma de terminar su día, sobre todo si era porque él la complacía.

Moroha abrió los pergaminos y describió que en realidad se tratan de dos enormes mapas, uno de lo que parecía el mundo y otro de, lo que infirió, se trataría del país. Ambos estaban compuestos por un tramo de color negro y tenían la firma de su creador en la esquina.

-Son hermosos, me pregunto qué dirá mi mamá cuando los vea, probablemente hay muchas cosas que varían con el tiempo.

-Claro, lugares que en esta época aún son desconocidos. Sería un interesante análisis. Los busque mucho tiempo, tenía la idea de que te servirán para cuando salgas a viajar por el mundo. Al menos como incentivo.- dijo Kenji, su explicación fue para darle el sentido que quería a su regalo, que Moroha supiera que él la apoyaba en su sueño de viajar.

-Me encantan, los pondré en la pared de mi habitación hasta que llegue el momento de usarlos. Ahora el otro.- abrió el paquete que formaba el pañuelo y se encontró con que dentro había una especie de cinturón que se ensanchaba en medio, formando una especie de pequeño bolsillo.- esto si que no sé que es.

-Es un invento mío. Creo. Pensaba que cuando viajes necesitarás otro lugar donde tener algo de valor por cualquier emergencia, oro quizás, escondido. La idea de esto es que la uses como cinturón debajo de la ropa. No es muy grande, pero sirve para cosas pequeñas de valor.

-Wow, es muy ingenioso.- la chica no esperó y se lo colocó por encima de la ropa. Giró sobre sí misma como modelando.- Gracias por todos los regalos.

-No hay de que. El pañuelo también es parte del regalo. Pensaba que podrías hacer esto- el chico, acercándose aún más a la cumpleañera, soltó su característico moño rojo con un movimiento rápido y cuidadoso, dejando que cayera como una cascada su delicado cabello azabache. Luego, haciendo que la pobre chica temblara en su asiento, Kenji pasó sus dedos delicadamente por su pelo, como cepillándolo, escudriñando en su suavidad, para al terminar sostener el pañuelo en una mano y pasarlo por la nuca de la niña creando una cintillo terminando en un pequeño moño. Moroha se dejó hacer todo eso mientras tenía los ojos cerrados y se concentraba en entender todo lo que sus sentidos le advertían.- Te ves hermosa con el cabello suelto.

Moroha era incapaz de decirle nada, se sonrojó acusadoramente mientras Kenji acariciaba su mejilla lentamente con la nariz. Ella también creía que era una buena forma de terminar su día. El hanyo acercó su nariz a la de ella y, como la primera vez, fue despacio hasta que la besó castamente, como un saludo o una despedida, haciendo que ella sonriera junto a su boca.

-¿Por qué sonríes?

-Estoy contenta.

-Yo también.- volvió a besarla, ahora un poco más profundamente pero siendo cuidadoso, dejando que ella tomara el ritmo. Solo se dejó llevar con tranquilidad cuando ella enganchó sus brazos a su cuello, como le gustaba hacerlo y se besaron mutuamente de una manera que para ambos era conocida y placentera.

-Discúlpame Kenji- cuando se soltaron, se quedaron unos segundos con la frente pegadas.

-¿Por qué?

-Porque este tiempo te he obligado a seguir mintiendo.

-Sigo pensando que sería mejor decirlo a mis maestros.

-Keh...odiaría que mi papá te echara de la casa, es un viejo terco y mañoso. Y celoso.

-Si me echa, me haré mi propia cabaña en la aldea. Estoy seguro que después de un tiempo aceptará la idea. Quizá pasados unos años, cuando te hagas mayor.

-¡¿Unos años?! ¿Quieres esperar unos años? Olvídalo. Lo mejor, por ahora, es seguir así. Además, conoces a la gente de esta aldea, no nos dejarían en paz y no quiero tener que pelearme con todos.

-Eso creo que es una exageración, pero si te hace sentir más cómoda, estoy de acuerdo. Solo espero que a pesar de ocultarlo tu padre no me odie por esto.

-Sí. Gracias por aceptarlo-

-Yo quería comentarte algo.

-Claro.

-Tu padre supo, por la pulga Myoga, que mi espada tiene el mismo herrero que la de él. Y le dijo el nombre de mi madre.

-Eso es INCREÍBLE, Totosai es un gran creador de espadas. ¿Cómo se llamaba tu madre? - dijo Moroha, haciendo el mayor contacto visual con el chico para darle a notar su completa atención.

-Eimi. Dijo que se parecía a mi. Aunque era esperable.

-Es lindo, nunca lo había escuchado. ¿Te sentiste bien al saber eso?

Kenji sonrió al ver como ella siempre daba en el punto clave de sus pensamientos. Parecía que con el tiempo había aprendido a leerle las emociones. ¿Podría tener que ver con los sentimientos torpes y nuevos que compartían?

-Me dio un poco de tristeza. Luego lo contrario, fue paz. No sabía nada de ella y me negué mucho tiempo a imaginarla, aunque era inevitable. Asumo que lo entiendes.

-Sí, yo sabía mucho de mi mamá pero al final era más doloroso pensar en ella y saber que no podría tenerla. Considerando que no sabía que mis papás estaban vivos. Supongo que es eso.

-Es eso, exactamente. Sentir que si alguien ya esta muerto ¿de que sirve soñarlo? Yo creía eso de pequeño, pensaba que si sabía algo más no sería tan duro que cuando era un niño pero me equivoqué. Cuando mi maestro mencionó su nombre la sentí extrañamente cerca de mi.

-Yo no sé si eso puede ser. Pero las personas persisten mientras los vivos las hagamos vivir. Sí sentirla cerca te hace bien ¡piensa en ella Kenji! no te hace menos valiente, solo ...es parte de tu lado humano. Y No necesitas negarlo, eso te hace distinto a tu tío y el maldito Yorio.- Moroha se acomodó contra el cuerpo del hanyo, dejando que el calor de ambos se combinara.

No necesitaba que el le respondiera, su cercanía bastaba para ella y el sabía que se comprendían de esa manera. Esa noche se mantuvieron juntos conversando de todo lo que los acompañaba en la vida, de sus sueños mutuos y se dejaron llevar por el bienestar de la compañía hasta que la madrugada los acecho y volvieron a la cabaña, ambos conservando en sus mentes y cuerpo su secreto mutuo.

Cuatro meses después

Los últimos tiempos pasaron con tranquilidad a los ojos de Kagome. Desde el matrimonio de Gyo se habia encargado de hacer un seguimiento directo del embarazo de la muchacha. Con ayuda de Moroha era más fácil saber el estado del bebé, incluso la adolescente conocía el sexo del nonato, pero por petición de la madre tuvo que ocultarlo. En gran parte la miko intentaba que su hija viera con otros ojos la vida de una sacerdotisa, sobre todo luego de contarle la verdad de su origen, hecho que Moroha se tomó de manera entusiasta, le gustaba la posibilidad de exaltar aquellas habilidades de nacimiento y poder unirla a sus poderes demoníacos. La idea de ambas era esperar un tiempo y ver la posibilidad de que la shinhanyo fuera entrenada por alguna de las sacerdotisas guerreras del templo donde Kagome había entrenado en su juventud. Pero todo era un plan a futuro, por alguna razón que la miko no sabía a cabalidad, Moroha aún no se sentía lista para dar ese paso. La vida de su hija avanzaba entre ayudarla en las labores sagradas, hacer trabajos esporádicos como cazarrecompensas (casi siempre ayudada por sus primas) y todas las semanas entrenando tiro al arco con Kenji. Kagome en ese tiempo también había disfrutado de reforzar su relación con su sobrina Towa, la chica creó un vínculo especial con ella, basado en las añoranzas de ambas por la época moderna y por las personas que habían dejado detrás. La sacerdotisa sentía que extrañaba menos su pasado cuando veía en los ojos y las palabras de su sobrina un poco de su hermano, de su abuelo y de su madre. La sangre dejaba de ser importante, porque era evidente para el corazón de la miko que la forma de ser de Towa era una gran mixtura de todas las buenas prácticas de su familia de origen. Al final, era tener un pedazo de su antiguo hogar en su nueva casa. Moroha, a pesar de tener esa personalidad protectora y celosa de su padre, no veía con envidia esa unión, porque ella misma había creado una conexión curiosa con su tía Rin a la que solía visitar con objeto de convencerla de ir a vivir a la aldea, buscando sacarla de su aciaga soledad.

Esa tarde Towa estaba con su tía separando hierbas medicinales, la hanyo había aprendido a diferenciarlas y gustaba de imaginar con qué remedios modernos eran equiparables. La peliplateada no tenía poderes espirituales, a diferencia de su prima, pero si tenía una curiosa atracción por los aspectos medicinales de la labor sacerdotal. La chica tenía una idea en la mente que la llamaba constantemente y hace días quería compartirlo con su tía.

-Tía, no sé qué creerá de esto. Pero estaba pensando ¿no será misión de nosotras crear el Templo Higurashi?

-Es curioso, yo misma me lo he preguntado en algunas ocasiones.- Kagome dejó su accionar para poner atención a su sobrina.

-A veces creo que deberíamos intentarlo. Cuando estoy frente al árbol sagrado recuerdo mis días en el templo y pareciera que algo alterno a mi, más fuerte, me llama a buscarlo. Sé que no existe en esta época y es ahí cuando se forma mi interrogante.

-Yo he sentido cosas similares. Lo asociaba a mi melancolía, pero si tú también lo sientes creo que debe tener un trasfondo diferente. Podríamos hablarlo con la anciana Kaede, creo que ella sabrá la respuesta.- la mujer sonrió a su sobrina, la perspectiva que planteaba la muchacha le era sumamente atractiva. Era una buena forma de hacer confluir su tarea sacramental y darle sentido a sus años de entrenamiento como miko. Además de lo obvio; dar inicio a la historia de su amada familia de nacimiento. Towa quería seguir hablando de sus ideas, cuando su olfato captó sorpresivamente un aroma intenso a sangre de yokai. Muy cerca de ahí, lo que la alteró.

-Hay un yokai herido cerca de aquí- sin pensarlo mucho ambas salieron en búsqueda del origen de ese aroma. Habiendo caminando unos segundos se encontraron que en el piso, sobre un charco diminuto de sangre, una joven desmayada. Towa la revisó levemente y la levantó para llevarla a la cabaña. Dentro de ella ambas mujeres buscaron el origen de su sangrado, junto a su pecho una herida profunda fue la atención de la miko que se tranquilizó al determinar que no era de gravedad. Habiéndose sanado, la recostaron sobre un futón y la observaron dormir en tranquilidad. Towa no abandonaría la casa hasta que su tío o Moroha con Kenji llegaran, no sabían en qué condiciones despertaría la muchacha ni tampoco si lo haría con violencia.

-Esta chica huele como Kenji.

Kagome miró con detenimiento a la paciente, ella ya había notado el parecido físico con el muchacho y sospechó que podría ser de su tribu. Cuando la herida abrió los ojos lentamente, ambas comprobaron sus sospechas al contemplar los preciosos y luminosos ojos violáceos que coronaban su bello rostro. Towa imaginó un segundo que esa yokai era una muñeca, por la ternura de su piel y el encanto de sus expresiones faciales. Era de las mujeres más hermosas que había visto en su vida, ni siquiera la certidumbre de su mal estado enfrentaba su atractivo sobrenatural. La desconocida sólo alcanzó a levantarse del futon para sentarse cuando por la entrada ingresaron Kenji y Moroha. Habían estado practicando arco hace horas, o eso le hicieron creer a Kagome.

-¿Nomi? ¿Estás bien?

-Kenji, no sabía que estabas aquí.

Todas miraron al hanyo que se sonrojo levemente al notarlo. La bella anónima le sonreía aliviada, para ser una demonia pura se notaba su sentimiento desvalido. El chico apresurado se arrodillo junto a ella.

-Vivo aquí hace un tiempo con mis maestros ¿tú qué haces aquí?

-Salí a cazar y me atacó un animal. Fue absurdo, dejé que me atacara. Esta amable miko me ayudó. - Apenas terminó de hablar Kenji supo que aquello era mentira, Nomi era excelente cazadora.

-Ella es mi maestra, Kagome-sama. Esposa de mi maestro.- Kenji miró a la mujer- gracias maestra por ayudarla.

-¿Son amigos? -Kagome estaba absorta viendo a aquellos dos jóvenes que juntos parecían un cuadro digno de un museo, la cercanía y el parecido que tenían los hacían ver como una armonía celestial. Towa sentía lo mismo y Moroha solo estaba paralizada en la entrada sin entender nada.

-Algo así. Es una de las pocas que conocía mi existencia en la aldea que lidera mi tío. Descansa Nomi, luego hablaremos- ella obedeció, hizo un gesto de respeto a sus cuidadoras y volvió a dormirse con avidez. Las mujeres volvieron a mirar a Kenji como pidiendo explicaciones. Especialmente una, pensó el hanyo, incómodo por la intensidad de los ojos circunspectos de Moroha.

La demonia durmió todo ese día. En la noche cuando Inuyasha llegó a la cabaña, quedó impresionado por la abrumadora belleza de la muchacha. Kenji por su parte tuvo que explicar las circunstancias en que la conocía. Nomi de pequeña había sido su par en el arte de la katana, habían compartido por lo mismo momentos de frustración, de alegría y de soledad que solo ellos podían entender, aunque, al final del día, ella era una demonia pura y él un híbrido. A pesar de la explicación de la yokai, toda aquella historia le provocaba una leve sospecha que quería resolver lo antes posible, así que apenas la vio despierta pidió permiso a sus maestros para ir con ella a otro lugar a hablar. Para él estaba claro que la demonia había llegado especialmente para verlo, probablemente llevarle noticias. Inuyasha le guiño el ojo divertido, imaginaba que su discípulo quería tiempo "a solas" con la preciosa demonia. Cuando estuvieron muy lejos, lo suficiente para no ser oídos por los agudos sentidos de Inuyasha y su hija, Kenji liberó toda su ansiedad.

-¿Qué haces aquí realmente?

-Hey- la actitud desvalida de la muchacha cambió a una más osada, que no sorprendió en absoluto al hanyo.- venía a verte.

-¿Para qué?

-¿Por qué eres tan agresivo?-

-Porque no confió en tu historia. Además, la última vez que nos vimos tú fuiste violenta.

-Ay, Kenji. El rencor hace mal. Bien me contó nuestro maestro Yorio que tu actitud había cambiado mucho.

-Basta- cuando la muchacha se le acercó le dió unos pasos aterrados- ¿Te mando Yorio?

-Sí y no. Te mentí en esa pocilga. Koriu sigue vivo, la hibrida con olor tan humano no logró matarlo. Aunque supongo que tu lo sospechabas. - cuando escuchó eso el hanyo se estremeció, si bien cabía la posibilidad de que su tío siguiera con vida (siento un yokai poderoso era difícil que no sobreviviera) dentro de él algo quería darle esperanzas, ese tiempo de tranquilidad lo veía como un regalo del universo y quería autoconvencerse que si Koriu no había muerto, al menos había desistido al notar que no podría seguir luchando contra el. Que Kenji nunca haría lo que le pedía bajo sus condiciones.

-Algo. Pero creí que quizás había desistido. Y no te refieras así a ella, se llama Moroha.

-No, Kenji. Al contrario. Vine aquí para ayudarte. Me enteré de sus planes. Sé que te traté mal cuando dejamos de vernos, pero de todas maneras eres mi amigo, un hermano, incluso con tu sangre sucia. - Kenji ignoró esa mala palabra en su contra, viniendo de alguien de esa tribu no era algo extraño.

-¿A qué te refieres?

-Koriu lleva meses preparándose, Kenji. Y encontraron la forma de poner sombras cerca tuyo. Sombras controladas por el mismo. Debes estar atento.

-¿Sombras? ¡Dime bien qué sucede!

-No puedo decirte nada más. Solo observa a los aldeanos. Koriu quiere posarse sobre ti y obligarte a hacer sus deseos. Ten cuidado Kenji, no le digas a los humanos con los que vives, las sombras están también sobre ellos y ni tú ni ellos podrán hacer algo para evitar ser atacados- con esa últimas palabras, la demonia le dió la mirada final al hanyo y se alejó de ahí. El no alcanzó a detenerla, poseía la agilidad propia de una espadachina y le fue fácil salir de su vista. El instinto sobre desarrollado de Kenji le decía que pronto vendría una tormenta. Y él era el único que podía detenerla

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Nota: hola! Gracias a todos por leer. No tengo mucho que comentar, solo que esté cap probablemente sea la calma pre tormenta :( . Ah y me atrevo a adelantar que en el prox nace el bebé de Gyo y preparé un relato bonito respecto a ello, espero que les guste.

un abrazo a todos !

Doratina.

Rws:

-genesis: hola, que bueno que te gustaron ambas cosas, les puse harto amorcito jaja. Muchas gracias por tu comentario !

-daide luct: hola! gracias por tu mensaje. Síii yo igual siento que se parecen a ellos, es inevitable con Moroha, es muy parecida a su papá. Que genial, gracias por lo de creativo c: la verdad siempre he pensado así, que si les costó tener hijos en parte era por ser Inu híbrido y que si lo lograron fue porque Kagome superó sus poderes espirituales. Y creo que le diste al clavo jajaj Nomi es la nueva incorporación, en parte también Yuki pero es menos relevante ¿qué te pareció Nomi, que crees de ella :O? Que estés super!

-hghg: hola! que gusto leerte nuevamente. Que bueno que te gustó, ojalá este también aunque es un poco más tranquilo, no pasa mucho pero es necesario para lo que se viene. Sobre el lobo...pronto sabremos de él, prometió que volvería así que confía jajaja Solo te puedo garantizar que va a remecer a harta gente. Y sobre lo último, de verdad me encanta que me escriban y comenten que piensan de la historia y de igual manera me encanta responderles c: Supongo que no todos lo hacen, pero para mi es tan importante como el hecho de escribir en sí. Un abrazo, espero que estés super bien.

-Sam Archer: hola! que bueno que me escribiste. ¿te confieso algo? tu mensaje me hizo sonreír lo disfruté mucho jajaja. Que bueno que te gustó el cap, no sé si este siga tan igual pero es necesario para lo que viene próximamente. La declaracíon de Kenji fue una referencia sutil a cuando Inu le dijo a Kagome que era importante para él, lo que aparece en el Manga al menos. No es igual, pero quería dar la misma sensación de confesar sentimientos sin decir simplemente "te quiero". Y sobre Gyo jajaja está haciendo pagar al padre, el prox cap (como adelante al inicio) preparé el nacimiento...y ahhh me tiene emocionada, ojalá les guste (soy ansiosa jaja) La verdad la info de Myoga no fue nada tan terrible, simplemente el origen de la espada que es el mismo de colmillo de acero. Probablemente la vieja pulga con esa info podrá saber aun más de la tribu de Kenji. Y...no sé si esperabas eso jajaja Moroha prefiere guardar el secreto de su "relación" al menos un tiempo. Creo que se justifica, Inuyasha es muy celoso y por lo bajo expulsaría de la casa a Kenji, cosa que Moroha no quiere para no quitarle su paz y el cariño de una familia...De este cap ¿qué crees de Nomi? Un abrazooo, gracias por tu bello Rw !

-Manu: holaaa, sí, pobre Moroha le cuesta lidiar con las cosas pero está aprendiendo c:. Ahora sí se, llegue al cap 6 sobre los egipcios, esta buena!. Ayyy me pasa que tengo un relato en mente hace tiempo sobre Moroha y su ambición por el dinero pero no he tenido como meterlo a la historia jajaja aunque creo que el prox cap lo tendrá si o si, espero que te guste, yo lo recuerdo y me da risa. Que genial que retomaste Samurai x, es mi anime favorito. Tiene sentido lo que dices, los dos shipps me gustan aunque Riku no me termina de convencer, espero que nos den una explicación sublime de que es, demonio, marioneta, lo que sea. Y de Moroha no sé si desarrollen aquello, en la serie se ve muy niña. Sobre el 2do rw, me dio risa jajaj no creo que lo presente solo como relato erótico, tengo otra idea para incorporar mini relatos de toda la serie (no quiero decir la idea aun jajja). A Akari la conozco, es muy similar a Kagome. En lo personal me gusta que Rumiko repita patrones de personajes, le da una unión casi intertextualidad a su obra que, en la personal, disfruto mucho. Me encantaría leer algo de Akane con Ryoga, el me fascina, es muy tierno y enamorado pero sin la insistencia molesta de Koga, totalmente mi tipo de hombre jaja y solo en ese mismo universo un RanmaxUkyo, porque ella es la única de las locas que siguen a Ranma que me agrada (lo siento, no tolero a Shampoo) Sobre Rikux Moroha, insisto, No sé que sentir con el jajjaa Aunque si me gustó el instante medio romántico que tuvo con Towa. saludos ! gracias por tus mensajitos c: