Esa noche luego de que la yokai se marchara, en la mente de Kenji llegaron rápidas imágenes de su infancia. Tenía once años cuando fue presentado por su tío a Yorio, el encargado de entrenar a los jóvenes de la aldea de origen de su madre. Nomi era una niña un poco menor que él, una yokai de sangre limpia que cuando la conoció le pareció la muchacha más hermosa que había visto en su corta vida de hanyo. La actitud serena y sutilmente indiferente de la demonia lo atrajo como un abeja a la flor, se propuso, dentro de su increíble timidez, ser su amigo. Y así, pasados los años, la amistad que formaron fue una de las pocas razones por las que él no desistió de entrenar con su cruel maestro de katana y su descariñado tío. Recordaba a la perfección a Nomi curando sus heridas, contándole sus secretos, pidiéndole que hiciera cosas por ella (era manipuladora, pero por alguna razón Kenji adoraba que lo fuera). Hasta que todo se arruinó entre ellos. Volverla a ver hizo que algo le molestara intensamente, sin quererlo su orgullo herido sangraba en silencio. Sin quererlo, entre esas acosadoras imágenes, se cruzaron los ojos cafés enormes y expresivos de Moroha y olvidó por unos segundos todo aquello. Sonreía en soledad de cómo, de manera calmada, natural e incluso fortuita la shinhanyo estaba borrando sus pequeñas cicatrices. Era tan simple como reconocer que él era otro, su personalidad, sus miedos y anhelos habían cambiando a su favor, todo propiciado por la vida misma, el cariño de quienes lo rodeaban y por supuesto, los encantos sigilosos de Moroha. Su último pensamiento antes de dormir fue para ella, sabía que lo sucedido con Nomi significaba que se vendrían tiempos difíciles, así que, como hace un tiempo se había convencido, viviría con toda la intensidad posible su relación secreta.

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El hanyo salió esa mañana temprano en búsqueda de su amiga Kin´u. La aprendiz de monja solía salir de madrugada a practicar la meditación en una cascada que no quedaba del todo cerca. Cuando llegó hasta ahí la encontró empapada bajo el agua, vestida de blanco casto y totalmente enfocada en su trabajo de relajación. El no deseaba interferir, así que esperó que saliera de su trance, sentado frente a la cascada.

-¿Qué te atormenta, querido Kenji?- en esa pose, las palabras y los gestos de la muchacha recordaban muchísimo a su padre.

-Disculpa por molestar. Necesito de tus conocimientos.

-Ningún problema- con su respuesta, la joven salió del agua y se aproximó feliz a su amigo, tapándose con su túnica de tono morado. -¿Es por la diosa demoníaca que estuvo en la casa de tío perrito anoche?

-¿Cómo supiste?

-Así que sí es una diosa- Kinu sonrió atrevidamente haciendo que su amigo se sonrojara. - Yo lo sé todo querido, tengo ojos en todos lados, es la labor de una monja.

-Entonces será más fácil explicarte- Kenji se acomodó ignorando la cara de complicidad de la monja, claro que ella no sabía de su relación secreta, así que tampoco podía mostrarse sobre atacado con sus insinuaciones para con Nomi. -Primero deberías cambiarte la ropa mojada, no me gustaría que te enfermaras.

La chica obedeció, no sin antes molestarlo en el camino.

-¿No quieres ayudarme a cambiarme?

-Kin´u…- Kenji se rió, sabía que solo era broma pero de todas formas evitó mirarla a los ojos. Cuando volvió de una cueva ya vestida y decente, el hanyo le contó cómo conocía a Nomi, de su infancia y lo sucedido la noche anterior.

-¿Sombras?

-Sí, sombras.¿Serán espíritus? La tribu que yo sepa no usa ese tipo de herramientas de ataque, pero…

-No, yo creo que no es tan literal. Probablemente se refiere al hecho de que no podemos saber quiénes están detrás de ti. Y de todos, por lo que entendí.

-Lo lamento.

-Lo mejor será "atraer" a esas sombras- dijo la monja, enfocada en algo que el hanyo no sabía realmente que era.- cuéntame lo que sabes de estos demonios.

Kenji le comentó todo lo poco que recordaba de la tribu. Principalmente, las habilidades con la espada, los poderes demoníacos de manejo mental (que consistían en paralizar enemigos, controlarlos en distintos grados, etc.) y lo ínfimo que sabía respecto a sus formas de vida.

-Creo que va por ahí. El control mental. Tengo un pergamino de mi aprendizaje sagrado que permite identificar las posesiones demoníacas.

-¿Crees que son posesiones?

-¡Sí! Piénsalo, sombras que están sobre ti, vivimos en esta aldea, si no son monstruos o espíritus, que son opciones descartables por lo que me comentas, lo más obvio parece ser que están manejando a las personas.

-Tienes razón.

-El problema será saber quien son. Mi pergamino puede decirte si alguien está poseído, pero solo cuando ya sospechas de alguien. Pero pensaba que el monje Mushin puede tener alguna herramienta que nos sirva, si me das un par de días traeré la solución, de seguro-

-Gracias Kin´u ¿quieres que te acompañe?¿necesitas algo?

-No, la verdad prefiero ir sola, el monje es casi como un abuelo para mi, disfrutaré de visitarlo. Además en ese templo tengo una libertad que aquí mi madre no me permite, será un día de vacaciones.- la monja se reía traviesa, a Kenji no le sorprendía en absoluto que otros monjes tuvieran costumbres tan "liberales" como la de su amiga y su padre, parecía que incluso era algo común.- Lo que sí, necesitaré llevar sake, si me ayudas a conseguir estaremos totalmente a mano.

Luego de quedar de acuerdo de sus próximos movimientos, el hanyo se fue con la tranquilidad de que al menos tenía más claridad de los dichos de Nomi. Aunque seguía siendo un problema no poder saber con exactitud quienes, de la gran cantidad de aldeanos, eran los controlados por Koriu, siempre que la hipótesis de la monja fuera la cierta. Kin´u saldría esa misma tarde, con objeto de resolver el asunto lo antes posible. Cuando llego a la cabaña estaba Moroha sentada mientras su madre preparaba el desayuno, al verlo entrar le dió una mirada tan severa que el hanyo creyó que habia cometido un asesinato sin saberlo. La miko comentó, intentando disminuir la incomodidad de la comida, lo bella que se veía Moroha con el cabello suelto. Hace algún tiempo que lo usaba de esa manera, incluso algunas veces se ponía broches o cintillos, lo que la madre asocio a que su hija buscaba verse más linda por algo...o por alguien. La adolescente no le respondió, solo se sonrojó y apenas pudo salió corriendo de la cabaña y Kenji, simulando que iría a cualquier labor, la siguió velozmente.

-Moroha ¿por qué no me esperaste?- Kenji corría junto a ella que no iba a ningún lugar.

-Se me olvidó- ni siquiera lo miraba, estaba enojada.

-¿Puedes parar?

-¿Qué pasa?

-¿Qué te pasa a ti?

-¿Donde fuiste tan temprano?

Kenji la quedó mirando, podía imaginar las escenas mentales que inventaba Moroha en su mente. Ella lo miraba con las manos en la cintura, sin reparar en esconder su molestia.

-Fui con Kin´u, necesitaba preguntarle algo. Yo…- cuando noto que sentía deseos de decirle lo mismo a la shinhanyo, recordó la advertencia de Nomi. Aunque sospechaba que aquellas palabras referían a la incertidumbre de que no sabía quienes eran esas "sombras", tampoco sabía si existían otros peligros. Lo que menos deseaba era poner en riesgo la vida de Moroha.

-Ah… la verdad lo sentí por tu olor. Pensé que quizá habías ido en búsqueda de la demonia esa, la de ayer. La que "curiosamente" se desmayó cerca de aquí-

-No, sé fue, tal como les dije ayer. No saques conclusiones tontas, Moroha- Kenji se aproximo a ella intentando disimular su encanto por los celos bobos de la niña frente a él. Aunque ella no cambiaba su gesto desconfiado.

-Bien. No te culparía tampoco, es hermosa.

-Sí, Nomi es de una belleza inigualable, no te lo discutiré-

Moroha no dijo nada, su silencio y su rostro desfigurado divirtió más al chico.

-No seas celosa, Mo ro ha-

-¡Yo no soy celosa! No confío en esa yokai, su actitud era tan falsa como los exorcismos de tío Miroku y Kin´u.- el hanyo le respondió con una risa muy fuerte.

-No es mala...pero tienes un poco de razón, vino a advertirme de Koriu. Y eso fue lo que hablamos ayer, mi tío sigue vivo y es problema que venga por mi.

-¿Qué? Que irritante sujeto, deberíamos ir ahora mismo a acabar con él, es insólito que sigan interfiriendo en tu vida. Podríamos ir incluso hoy mismo, vamos con mis primas, entre los cuatro podríamos darle la pelea, si quieres incluso atacamos al otro idiota que te molesta, el tal Yorio. ¡Esto ya es personal para mi!- las palabras de la niña lograron asustar un poco al hanyo, era inevitable que su actitud arrebatada le sorprendiera de buena y mala manera cada vez.

-No es la forma, tú no sabes pero ellos son muchísimos, no es tan simple como ir hasta allá y atacarlos. - el impulso de Moroha se transformó en una mueca y un bufido.- Ni se te ocurra hacer una tontería, por favor.

-Keh...no sabes de lo que puedo ser capaz.

-Lo sé, pero con Kin´u ya estamos haciendo algo por ello. Dejame intentar resolverlo por mi mismo, lo último que deseo en la vida es ponerte en peligro a ti, a mis maestros y a la aldea. Por lo mismo, espérame.- Kenji tomó con su mano la de ella, intentado disminuir la evidente ansiedad de Moroha. Admiraba su ímpetu, amaba la intensidad con las que trataba las cosas y agradecía que siempre quisiera darle paz. Pero en esto, él sentía que era su responsabilidad darle tranquilidad a ella.- Confía en mí.

-Sí confió. No confió en tu "amiguita"- esas palabras tenían un doble sentido que nadie hubiera podido ignorar.

-Mi celosa.

-Ya te dije que no ¡si sigues te golpeare y me iré de aquí! - Moroha se sonrojo, Kenji la había tratado de "su" celosa, algo muy íntimo que nunca había pasado entre ellos. Se desequilibró más cuando la abrazó y la apretó contra él para hablarle al oído.

-No te enfades. Tengo una propuesta para ti.

-¿Qué?

Él se alejó sin soltarla para mirar su reacción.

-¿Irías a la playa conmigo? La más cercana de aquí. Pensaba que podríamos bañarnos y pasar todo el día.

-No lo sé ¿no sospecharan mis papás?

-Iremos solo unas horas. ¿Quieres?- Kenji puso su mirada más coqueta, estaba decidido y si era necesario se lo pediría veinte veces más, pero confiaba que si la miraba de esa manera lo lograría rápidamente.

-Está bien. Pero tú te encargas de todo.

—-

Hace meses que Kagome una vez por semana practicaba como parte de su entrenamiento de fertilidad. Gracias a Myoga pudo conseguir un amuleto Omamori con todas las intenciones de sus antiguas maestras sacerdotisas. La idea era que con aquel elemento lleno de la energía sagrada de aquellas grandes mujeres, concentrara sus poderes y lograra quedar en cinta. Luego de las primeras semanas, Kagome fue descubierta por su hija mientras una noche conectaba con la naturaleza como parte de su rito. Moroha, sin saber lo que su madre hacía, la observó por varios minutos escudriñando en la danza sutil y los rezos de la miko frente a ella. Cuando la mujer sorprendida por ver a su hija le contó en qué consistía aquel acto, Moroha no se sintió tan sorprendida, pudo notar como su propia energía espiritual le indicaba en qué consistía todo aquello. Ya las siguientes ocasiones la shinhanyo participaba si su madre se lo pedía, rezaba con ella y concentraban ambas sus deseos en aquel Omamori, el que la miko mayor llevaba constante unido a su vientre. Cuando Inuyasha se enteró, temió que el exceso de poder espiritual provocara que Kagome terminará teniendo mellizos o trillizos, lo que divertía mucho a Moroha. El deseo de sus padres de tener otro hijo contrarió un poco al inicio a la muchacha, sobre todo considerando que ella casi tenía edad de ser madre, pero luego aceptó feliz la idea y comenzó, en secreto, a idear nombres con Kenji. Sabía que sus papás querían vivir lo perdido con ella, comprendía muy bien ese anhelo y lo respetaba, ella misma deseaba la felicidad de su familia y haría lo que fuera para garantizarla.

La noche previa a su escapada con Kenji a la playa, Moroha no sentía el aroma característico de su madre, así que salió detrás de ella para encontrarla rezando en el lugar de siempre. Aunque, esta vez, los rezos eran distintos, lo que llamó mucho su atención. Antes de poder preguntárselo, aparecieron Kenji y Inuyasha antes ambas.

-¡La melliza rompió la fuente!- Inuyasha le indicó a la mujer que se subiera a su espalda, sin dudarlo ambos fueron hasta la cabaña de Gyo. A su lado Kenji llevaba los instrumentos de la miko y Moroha lo secundaba.

Llegaron tan rápido como pudieron a la cabaña de Gyo. Los gritos de la joven rebotaban amenazantes en los oídos casi humanos de la shinhanyo que rogaba para sí misma que su madre no la expusiera mucho a lo que prontamente se venía. Error, porque al entrar la atemorizada adolescente se encontró con una escena imposible de olvidar: Gyo, sentada en el piso a duras penas, sudada como si se tratara del más abrasador de los días del verano, con las piernas abiertas,dobladas y tapadas a duras penas con una haori que no simulaba la mancha que, asumió, correspondería a la fuente rota. Sango estaba junto a ella, con una fuente en sus manos temblorosas y la vista fija en la sacerdotisa que se presentaba en su auxilio. Al entrar, ninguna de las mujeres prestó atención al pobre cónyuge de Gyo apoyado junto a la puerta, con un tono verde angustiado y Miroku a su lado, más tranquilo pero igual de atento.

-Hija- Kagome se dirigió con la voz muy baja a su niña entre los gritos agudos e incesantes de la chica-

-¿S-sí?

-Sé que estás asustada, pero lo más importante ahora es la madre y su bebé. ¿Entendido?. - la adolescente sintió como dentro de ella el frío del miedo se transformaba en osadía, Kagome tenía razón y su voz, la determinación con la que dijo eso, encendieron algo en ella. Ahora le tocaba ser tan sólida como fuera posible. La miko se acercó apresurada hasta la parturienta y Moroha, en su entumecimiento, siguió a su madre como si supiera que lo hacía.

-Tía, me duele mucho, no sé qué me sucede- el rostro comúnmente blanquecino de Gyokuto estaba teñido de pequeñas manchas rojas que hacían juego con su mirada brillante y desenfocada. Kagome, en su interior, pudo notar que algo parecía no ir como debiera. Después de todo, el bebé sólo tenía un poco más de siete meses, sería sin dudas prematuro.

-Tranquila mi niña, dime ¿hace cuanto que se rompió tu bolsa?

-Recién, mi madre llegó hace muy poco también pero el dolor ha ido aumentando, tengo miedo ¿es normal?.

-Todas las mujeres tienen su ritmo, pero con algo en común, Gyo, enfócate en ver a tu bebé, piensa en cómo será su dulce carita, sus quejidos y sus lindos ojos.-

Kagome, mientras decía esto miraba directamente a la futura madre que le sonrió en respuesta con un gesto esforzado que surgió muy dentro de su pecho. La calidez de las palabras de la sacerdotisa eran un bálsamo no sólo para la muchacha, sino también para la abuela y la ayudante de miko. Todo ese escenario era un ritual tan antiguo y hermoso como el mismo acto de respirar, pensaba la mujer mientras se acomodaba junto a la melliza y revisaba su estado. Había, en aquella gala tan natural y vistosa del parto, una belleza curiosa que era el umbral de la relación más primeriza de todas; la unión de la madre con su hijo, algo irrompible, invencible y mágico que se ampara por siempre en los recuerdos más preciados de toda mujer. Moroha, por otra parte, a pesar de su inexperiencia, sentía como vibraba en el aire lo sacramental de aquel momento, que se contrarrestaban con la intensidad de los gritos humanos desgarrados de Gyo y las lágrimas contenidas de Sango mientras tomaba fuertemente de la mano a su hija, en un intento de darle, por su contacto, toda la fortaleza de una madre que ve como su propia hija traspasa el camino de la adolescencia a la maternidad. Kagome notó que el bebé de Gyo, lamentablemente, venía en posición contraria, de nalgas. Las implicancias de eso eran enormes, principalmente significaba que al bebé le costaría más nacer y existía la terrible posibilidad que, luego de expulsado el cuerpo, los mismos esfuerzos de la madre por darlo a luz lo asfixiara. La sacerdotisa temió que dar cuenta de ello alteraría aún más a la pobre chica, así que buscó en su interior las palabras más adecuadas. Por la mente de la mujer inevitablemente cruzó un pensamiento poco alentador, imaginó como en su época de nacimiento aquel acontecimiento sería casi un anécdota para el futuro, pero en aquellos años, en ese periodo, un nacimiento de ese tipo era complicado. Deseaba haber tenido los conocimientos de su tiempo pero, para su propio regocijo y el bien de las mujeres que confiaban en ella, poseía a su favor los años de experiencia y saberes de muchísimas sacerdotisas que antes de ella forjaron su oficio en base a la travesía que creaba la vida misma. Siendo la anciana Kaede su principal fuente y guía en el arte de la matronería en la era feudal.

-Gyo, tu pequeño viene en una posición que no es la típica. Es algo distinto, pero no desconocido, trabajaremos las cuatro unidas para garantizar que tu hijo nazca ¿comprendes?-

-Confío en todas, me entrego a lo que me digas, tía. -Gyo hablaba entrecortado entre gemidos de dolor apremiantes que la hacían doblar la espalda.- ¿Mamá? ¿Dónde está mi hermana? ¿Por qué no ha llegado?

-Hisui fue por ella hija, llegará en cualquier momento.

La sacerdotisa se alejó brevemente de la madre y se acercó a su ayudante recién designada, para hablar nuevamente en el mismo tono tenue de antes.

-Moroha, esto será más complicado de lo esperable. Necesito que me apoyes con los materiales y ayudes a tranquilizar a Gyo, va a sentir dolores más fuertes.

-¿Cómo, mamá?

-Concéntrate en encauzar tu poder espiritual en los deseos de dar serenidad a la madre. - Moroha puso una cara tan desconcertada y contrariada que Kagome creyó estar viendo, por un segundo, a su marido- piénsalo, solo eso. Deséalo, que de tu interior surja la paz que Gyokuto necesita en estos momentos.- Moroha sabía que no había espacio para dudas por la expresión sumamente severa de su madre.

-Gyokuto, necesito que estés en altura, tendrás que dar a luz sentada, ya que necesitaremos ayudar al bebé a estar en su correcta posición. Moroha, trae una banca de las de afuera.

Cuando la adolescente trajo la banca sentaron en ella a la parturienta que no daba tregua al silencio entre sus alaridos, Kagome se acomodó entre las piernas de la chica para poder darle indicaciones. Sango, dentro de su estupor, sostenía con gran energía a su hija por la espalda, mientras Moroha estaba arrodillada junto a su madre esperando indicaciones. Cuando la miko concluyó que era el momento, levantó la vista desde su laboriosa tarea y sonrió tiernamente a la melliza, intentando darle toda la tranquilidad que ella misma sentía a pesar de la dificultad desafiante.

-Gyo, sé que sientes deseos de pujar, pero yo te iré indicando con qué fuerza hacerlo. Ahora, necesito que pujes con mucha energía- la chica asintió entre las gotas de sudor que nublaban su vista y mientras rogaba porque el malestar cediera, sentía el impulso incesante en su interior de pujar.

-¡Mamá no puedo, me duele mucho, estoy cansada, no puedo!-

-Sí puedes Gyo, estos son los últimos instantes antes de ver a tu bebé.

Con gran arresto, la chica obedeció a sus instintos, Kagome por su parte vitoreo internamente cuando vió salir entre la sangre una parte del bebé y, con un certero movimiento de manos, ayudó a que ambas piernas del niño salieran a la vida, quedando la mitad del cuerpo del casi recién nacido al exterior de la madre. La miko indicó a su hija que le diera una pequeña tela que mantenía junto a sus materiales y envolvió lo que se veía del bebé entre la sangre con ella.

-Gyo, lo hiciste muy bien, tu hijo casi está aquí. Ahora iremos más lentamente, giraré con lentitud el cuerpo de tu bebé, así que necesito que no pujes ahora, que te quedes lo más quieta posible

-¡Tía, es imposible, mi cuerpo me lo exige!.

Kagome miró a su hija y con la cabeza le ordenó que se le acercará a la melliza, la niña obedeció y tomó la otra mano de Gyokuto. Moroha estaba pasmada y maravillada a la vez de todo lo que presenciaba; de la calidez y profesionalismo de su madre, de la fortaleza de Sango y sobre todo de lo que le parecían grandes actos de valor por parte de su amiga, que en su cualidad de madre primeriza daba cuenta de lo cautivante del acto del nacimiento. Como le había indicado antes su madre, concentró todo su creciente entusiasmo en mirar a los ojos a la muchacha y darle el apoyo que requería, aunque no fuera el que quisiera. Con su mano, acarició su frente.

-Vamos Gyokuto esta es la hora, es aquí y ahora, quédate quieta. - la melliza no supo cómo pero la templanza de la mirada de ojos cafés intensos de la shinhanyo le provocó una calma imposible de describir.

Kagome siguió cuando pudo comprobar que la chica recuperaba el aliento y sus fuerzas para el trabajo final que se aproximaba. Lo siguiente fue como desde la entrada la figura de Kin´u se presentó agitada, había llegado justo a tiempo para estar con su hermana en aquel momento. Gyo gimió de felicidad al verla, sus fuerzas retornaron acrecentadas cuando la aprendiz de monja se colocó justo al otro lado en el lugar que le concedió Moroha. Aprovechando el espacio de alegría que dio ese acontecimiento y con mucha tranquilidad, la sacerdotisa giró despacio al pequeño que colgaba del cuerpo de su madre, en un acto que solo podía recordar de haberlo visto hacer a otras mikos antes que ella. Lo último era dejar al pequeño colgando del interior de su madre, dando paso a que su peso corporal ayudará al resto del cuerpo a ser alumbrado. Y lo hizo, sin vacilar.

-Excelente mi niña, ahora empuja una última vez y tendremos a tu pequeño.

Gyokuto no se hizo de esperar, dio con un gran grito un empuje final que permitió que el niño saliera a la vida finalmente. Kagome lo sostuvo entre sus manos ensangrentadas y húmedas unos segundos mientras reía de la felicidad, lo habían logrado todas juntas, habían dado inicio y fin a aquella odisea saliendo triunfantes y con el resultado del precioso recién nacido hijo de la muchacha. La miko corto con delicadeza el cordón que los separaba físicamente, pero que permitía a la vez unirlos para siempre como madre e hijo en un abrazo tan esperado como ningún otro, el que se materializó finalmente cuando la sacerdotisa acomodó al bebé en el pecho ávido de amor de su madre y, sin dejar de sonreír, tomó la otra mano de su amiga Sango como gesto de felicitaciones. Sango le respondió con la más linda de sus sonrisas.

-Es un niño, tenías razón hermana. ¡Mamá mira, soy madre!.

-Y yo abuela en consecuencia. Felicidades hija- Sango acunó en su pecho a su hija y su nieto con tanta ternura que Kagome soltó una lágrima. La satisfacción de un nacimiento era algo que la mujer nunca dejaba de disfrutar, pero que se tratara de la hija de su mejor amiga era simplemente algo insuperable, una entrega de amor recíproco y tan multidireccional que todo en ese lugar formaba una poesía.

-Ahora necesitaremos limpiar al pequeño, Moroha, encárgate mientras veo que salga la placenta- los por menores no se quedaban atrás, así que la adolescente intentado que no se notara su nerviosismo, recibió al pequeño niño y lo llevó hasta la bañera previamente dispuesta. Lo lavó con cuidado de no tocarlo con sus garras, como si se tratara de una figura sagrada, algo que no parecía tan inverosímil a sus ojos considerando su pequeño cuerpo, diminutos pies y tiernas orejitas humanas. Cuando estuvo listo, la niña lo devolvió a los inmejorables brazos que ofrecía su madre y, como intentado darles su espacio, tanto la miko como su hija salieron de la cabaña para avisar a los hombres fuera. Viéndose ya más ajenas, Moroha se dirigió a su madre.

-Estuviste genial mamá. Ni Siquiera tengo la palabra para describirlo.- Moroha abrazó a su madre sin importarle lo sucias y cansada que estaban ambas. A una distancia prudente estaban Inuyasha, Kenji, Miroku y Yuki hablando- Mamá ¿Qué rezos hacías cuando te vi?-

-Eran rezos de agradecimiento. Me pareció más correcto. Estoy embarazada.

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Como nadie fue capaz de dormir por la agitación del nacimiento del bebé de Gyo y Yuki, todos se dedicaron a mimar y comentar cosas del pequeño que estaba en los cómodos brazos de su joven abuelo.

-¿A quién se parece?- Inuyasha miraba y olfateaba de vez en cuando al niño con curiosidad.

-Yo creo que a Yuki, no ha abierto los ojos así que debe ser igual de perezoso que él.- comentó Moroha divertida. El padre no se vió aludido, nunca captaba ese tipo de cosas.

-Se parece a Miroku, miren la nariz y la forma de los ojos- Kagome acariciaba su rostro con suavidad y el monje, orgulloso, agradeció esa mención honrosa.

-Ojalá no sea un pervertido sin vergüenza también- Inuyasha no pudo aguantarse ese comentario, varios rieron con él pero Miroku solo bufó.

-Cuando sea tu tiempo de tener a tu nieto en tus brazos verás que nada de lo que te digan perturbara tu paz, Inuyasha.

-Keh…¿Yo abuelo? Moroha tiene prohibido tener novios o casarse hasta los cuarenta.- fue inevitable que con ese comentario los dos culpables de esa escena se sonrojaran, al nivel que Kenji tuvo que levantarse de ahí y hacer cualquier otra cosa.

Las siguientes horas ni Sango y Miroku soltaron a su pequeño nieto, que por decisión de los padres se llamaría Miyatsu como el abuelo del monje.

Antes de que amaneciera totalmente, Kenji logró conversar con Moroha a solas y dispusieron que lo mejor era aplazar su salida. Al mismo tiempo, Kagome e Inuyasha caminaban hasta su casa.

-Debo decirte algo.

-¿Sí?

-Ayer en la noche salí a rezar y agradecer por todas la bendiciones que hemos tenido. Agradecí por una en especial.

Inuyasha, captando con una rapidez que no lo caracterizaba, supo en un instante que recibiría la noticia que él y ella esperaban con la misma ansiedad secreta.

-¿Lo...lograste?

-¡Lo logramos!- el hanyo no pudo decir nada. Se detuvo en seco, un poco más pálido y sin saber que palabras sacar de su boca.-¿Estás bien?

-Sí, solo que creo que recien me doy cuenta de lo que hicimos.

Kagome sintió que su felicidad se convertía en furia ante esas palabras.

-¿Perdón? ¡No es la primera vez que te digo que estoy embarazada! ¡Ya sabías en lo que nos metíamos! No puedo creerlo, sigues siendo un inmaduro-

-¡Kagome, no! No es eso. ¡Claro que lo sé mujer! Y estoy feliz. ¿De acuerdo?- cuando dijo eso la mujer le sonrió- No imagines estupideces, estoy impresionado simplemente. Solo que recien me di cuenta que si tendremos esa nueva oportunidad de...criar. Y con la enana a nuestro lado...es aun mejor.- solo con eso la miko comprendió que la aprehensión de su marido y su sorpresa radicaba en todo lo maravilloso que se les venía encima. Una nueva aventura, la de ser padres de un segundo hijo en compañía de la primera. Totalmente conmovida tomó el rostro de su pareja entre sus manos y lo beso con suavidad, luego, se abrazaron en medio del amanecer que los saludaba en el horizonte.

-Gracias Kagome-

-¿Por qué?

-Keh…¿por qué sería? Por nuestra familia. ¿Estás cansada?

-Un poco...fue todo intenso.

-Bien- Inuyasha, sin preguntas, la levantó entre sus brazos en forma nupcial y la llevó con tranquilidad camino a la cabaña- llegando te haré una tina de agua no muy caliente. Creo que aún recuerdo algunas cosas de los embarazos.

-Muchas gracias- ella se acomodó en el pecho de su amado, tan feliz como era posible serlo- ¿No sientes su olor?

-Levemente. Tenía una leve sospecha pero es distinto al que tenías con Moroha.

-¿En serio? ¿Cuál será la razón?

-Creo- Inuyasha olfateó concentrándose en percibir ese levísimo aroma que emanaba de su mujer y que hace pocos días lo tenía muy curioso- Que podría tratarse de un macho esta vez.

—-

-Tenemos visitas.- Kagome recibió a su hija y a Kenji que volvían de visitar al recién nacido hijo de Gyo que ya tenía dos días de nacido cuando dentro de la cabaña se encontraron nuevamente con Nomi.

-¡Kenji!- la muchacha se lanzó a los brazos del hanyo que no supo qué hacer más que recibirla. - Hola Morocha

-Es Moroha- la shinhanyo, con la rabia iniciando en su frente y terminando en su garganta, respondió con un gruñido a la yokai.

-Que bueno que viniste, necesitaba hablar contigo. - dijo Kenji, desde que la chica se había ido necesitaba preguntarle algunas cosas.

-Y yo contigo, pasó algo malo-

-De acuerdo, maestra iremos a hablar volveré luego- y sin decir más tomó de la muñeca a la bella demonia y salieron juntos rápido de la cabaña. Dentro de ella, Moroha se les quedó viendo.

Ya lejos de ahí, pudieron hablar.

-Necesitaba hablar contigo, Nomi.

-Kenji pasó algo terrible. Tu tío me…- antes de que la demonia terminara la frase, el hanyo la agarró fuertemente de ambas muñecas y la acercó hasta él para pegarla a su pecho en una suerte de abrazo.

-Oh...Kenji, discúlpame, sé que aún dudas de mi.

Estuvieron así unos segundos en que ninguno dijo nada, hasta que el hanyo, en un momento certero y rápido, giró en un solo movimiento el cuerpo de la muchacha, gracias a que con el agarre que hacía de su muñeca izquierda, rodeo con los brazos de ambos el cuerpo de Nomi y, como si fuera una danza, la dejó dándole la espalda, aún muy cerca suyo pero agarrada por la firmeza de su brazo alrededor de su cuello. Con la otra mano, que ya la había soltado, la amenzaba con su katana.

-¿Qué haces Kenji?

-Cállate. Yo haré las preguntas- cuando aproximó más la espada, Nomi sintió el filo apretar la piel de su garganta. En un segundo, sin que ninguno de los demonios se diera cuenta a cabalidad de lo que sucedía, tres figuras se acercaron a ambos. Eran aldeanos. Kenji sonrió. Sin más soltó a Nomi quien no comprendía nada, los humanos se abalanzaron contra él sosteniendo armas de distintas especies, mientras sus ojos despedían un brillo azulado intensos que daba cuenta de su estado de inconsciencia. Eran los aldeanos poseídos.

Kenji alcanzó a golpear a los tres con los puños y con la empuñadura de su espada, pero para su sorpresa el estado de control mental en el que estaban hacía que su fuerza fuera mayor que la propia de un ser humano. En un segundo, apareció Kin´u frente a ellos.

-Kenji, acércalos a mi, les golpeare con los pergaminos.- el hanyo obedeció logrando a acercar a dos de ellos que en su desvarío y al verse sin armas, buscaban morder y patear a la monja. La chica logró darles con los pergaminos sagrados en un movimiento certero, pero, para lamentación de Kenji, el último de ellos no resuelto de igual manera, había logrado sostener nuevamente una especie de cuchillo curvo y le dió con fiereza en el brazo a la aprendiz.

-¡Kin´u!- Kenji se acercó a ella cuando la misma alcanzó a darle al último hombre con el pergamino.

-Estoy bien, logré que diera en mi brazo y no en el hombro. Ahí sí que no lo cuento-

-Lo siento, te llevaré con la anciana Kaede. Nomi, sígueme- Kenji tomó en brazos a la monja y fueron los tres hasta donde la anciana. Cuando el chico supo que dejaba a su amiga en buenas manos, volvió a dirigirse a la demonio que seguía contrariada.

-¿Qué fue todo eso?

-No finjas. Esas son las sombras. Supuse que si te usaba haciéndoles creer que iba a atacarte ellos te defenderían.

-O sea...si, eso entendí. ¡pero yo no tengo nada que ver!

-Mentirosa- Kenji era incapaz de sostenerle la mirada brillante a la demonia.

-No es mentira, solo escuche sobre las sombras pero no sabía que eran. Probablemente habrían actuado con cualquiera de mi raza. Y estoy segura que son muchos más que ellos. Vine hasta aquí para decirte que tu tío se enteró de que vine a ayudarte y me expulsó de la aldea.- el hanyo se le quedó mirando muy circunspecto, la expresión de desolación de su antigua amiga removió un poco sus sentimientos, fuera una manipulación de ella o no su rostro angelical y dolido era imposible de ignorar.

-¿Cómo se supone que sé que es real?

-Mira- la muchacha le mostró la muñeca. En ella había una herida más pálida que su piel mate, una suerte de costra blanca en forma de pulsera muy horrenda- me quitaron la marca ¿La recuerdas? Te la mostré cuando me hicieron parte de la tribu cuando cumplí quince años.

-¿Cómo...te la quitaron?- Kenji palideció, recordaba perfectamente que esa marca se hacía directamente en la piel.

-Me cortaron ese pedazo de piel. Ya se curó, pero nunca volverá a sanar totalmente. Y aún duele mucho.

-Lo siento Nomi. Quizá mi maestra tenga algo que te ayude a sanar o con el dolor- el hanyo sintió que realmente era la prueba de fuego, de lo poco que sabía de la tribu, que te quitaran la marca que te hacían en la adolescencia era la peor de las deshonras. Tenía que ser real, la vanidosa Nomi nunca hubiera dejado que se la quitaran si no hubiera hecho algo muy grave.

-Necesito que me dejes vivir aquí un tiempo, temo estar totalmente sola, nunca he vivido fuera de la aldea.-

-Nomi. Por lo que me muestras, podría creerte, pero no es tan fácil. Necesito volver a confiar en ti. Pero nunca te abandonaría. Veré que hago-

Volvieron ambos hasta la cabaña una vez que la monja estaba en mejores condiciones. Luego tendrían que hablar de su descubrimiento, así como sus próximos pasos para liberar a los otros aldeanos poseídos. Kenji explicó a su maestra lo sucedido con Nomi y su expulsión, a lo que la miko ofreció darle alojamiento, pero el hanyo prefería tenerla no tan cerca, principalmente porque aun no confiaba en él ella. Y también porque temía un poco la reacción de cierta adolescente. Así dispusieron que la demonia dormiría en una bodega cercana a la casa.

En la cena, la yokai declinó la invitación a cenar con objeto de equipar su nuevo hogar con sus pocas cosas. Para el pobre de Kenji lamentablemente eso no lo hizo menos incómodo, el odio en los ojos de Moroha era tan palpable para todos que Kagome comenzaba a temer por Kenji, aunque no sabía realmente porque su hija estaba tan evidentemente enfadada con él.

-Kenji, si quieres puedes ir a ver a tu amiga.- Inuyasha, siempre desentendido de lo que realmente sucedía en su hogar, comentó con una mirada cómplice aquello a su discípulo.

-No es necesario.

-¡No seas tímido! Esa chica está interesada en ti y la verdad, es bastante hermosa.

-Inuyasha, eso no te interesa- Kagome tenía deseos de patearlo.

-No me enceles Kagome, no soy Miroku para andar coqueteando con niñas de la edad de mi hija- la miko solo suspiró, no era por eso precisamente lo que buscaba evitar. Algo dentro de ella la hacía sospechar que el problema entre Kenji y Moroha algo tenía que ver con Nomi. La expresión de desamparo y de agobio de la shinhanyo solo empeoraba.

-No me interesa maestro. No es tan linda, conozco mujeres mucho más bellas- sonrío levemente, rogando internamente que Moroha entendiera lo que quería decirle indirectamente.

-Lo dudo, ella parece una diosa, si todas las mujeres de tu aldea son así deberías replantearte tener descendencia con alguna de ellas. Dudo que alguna aldeana de por aquí se le compare- con esa última frase, Moroha se levantó de su asiento sin terminar de comer, pidió permiso y se fue a su habitación. Kagome solo pudo observar en silencio la puerta de su hija cerrada. Por alguna razón toda esa escena hizo nacer en ella una sospecha increíble.

—-

Nota:

Hola! espero que estén todos super c: estoy publicando este capítulo muy a deshora...y adivinen...de nuevo me quedó gigante! lo siento jajaja debo admitir que dejé varias cosas para el prox cap que tenía pensadas para este. Lo que más espero es que les guste el parto jaja comentenme que les pareció. Como es costumbre, me atrevo a adelantar que próximamente vuelve un personaje (Quizá un poco obvio?) y que Kenji tendrá un acercamiento importante a la aldea de su madre. Finalmente ...¿qué creen de Nomi?

Un abrazo a todos.

Doratina.

Rws:

-genesis: hola! gracias por tu mensaje. Síii, están llevando su romance a escondidas, aunque quizá a Moroha ya no le gusta tanto la idea, parece que heredo los intensos celos de su papá. saludos!

-Diana Duran: hola Diana! que bueno leerte de nuevo c: Me alegra que te guste como intento desarrollarlo, la verdad siento que Moroha a pesar de verse tan segura siempre de todas formas es una adolescente, tiene derecho a vivir sus dramas e inseguridades. Y aaawww que lindo, pucha a mi me pasa lo mismo Con Kenji jajaja Realmente los dos son buena pareja, pero como tu comentabas antes, tantas mentiritas o cosas ocultas no ayudan a que las cosas fluyan, incluso que ocultaran su romance. Para mi Kagome y Towa son una gran dupla, espero poder darle su espacio también a Towa en sus intereses y un poco respecto a su amor. gracias por tu mensaje, me encanto !

-Sam Archer: hola! gracias por escribirmeeeee, uhhh Nomi no tiene la confianza de Kenji, pero intentará ganarse como sea :c Sobre Kenji, es verdad, lo último que quiere es que salgan personas dañadas por su culpa y a veces hace las cosas más complicadas por lo mismo...aunque como dije, aun nadie sabe los peligros reales que los rodean, ya el prox cap será mas tangible. ¿Te gustó el nacimiento? lo hice lo más realista posible sin ser grotesco jaja. Hasta el momento Moroha sufre por sus inseguridades y celos, ojalá Kenji la saque de ahí...¿con el paseo a la playa quizás? jijij saludos y gracias!

-Daide luct: hola! gracias por el bello mensajito. Me gustó tu comparación con Kikyo jaja no lo pensé de esa manera pero un poco sí, Nomi si es alguien importante para Kenji, para lastima de Moroha. Bueno, aquí quedó en evidencia que Moroha está celosa :( aunque hasta yo me sentiría un poco atacada con alguien como ella y más si, como tu dices, Kenji no es tan Claro en porque ella le es importante. Ayyy siiii, Kenji fue adorable con los regalos, tu sabes que ella es un poco más tosca, pero veamos si sale algo jiji. Yo me inclino por ambas creando el templo...pero más adelante Una de ellas liderándolo. Tengo cosas planeadas para Towa asÍ como para Kagome. Saludos y gracias!

-hghg: Hola! gracias por tu mensaje :) que bueno que te gustó. Sobre Hiro, puede ser, de todas formas él nunca le ha mentido a Moroha, se quiere casar con ella como sea. No había pensando en Rin reaccionando a eso pero me encantó, podría funcionar una interacción de ese tipo. Por el momento Kenji no sabe si confiar en la demonia, ella insiste en no saber nada y ahora que se va a quedar en vivir en la aldea será más material de dramas. ¿Te gustó el parto de Gyo? Un abrazo!

-Manu: holaaaa. Que bueno que te gustó, ojalá este igual. Sé que prefieres a Hiro, pero volverá a dejar la grande. Genial que la terminaste, me encanta ese anime. ¿Recuerdas el nombre del hijo de Kenshin y Kaoru? jajajaja. Una secuela así de Samurai x me daría mucha pena considerando el final de los ovas...me acuerdo y me da rabia (si no los viste, véalos, es importante) Y si jaja ya te comenté, Hiro se viene !. Yo creo en la teoría dos, que es un muñeco (aunque yo no lo encuentro guapo, perdón) . Sobre Shampoo si, yo no creo que sea villana, simplemente siento que es muy insistente, acosa descaradamente a Ranma, al menos koga yo siento que al final de Inuyasha entendió que ya era hora de irse a un lado. Aparte, era más preocupado y romántico que acosador. Apoyo totalmente tu shipp KenxMisao jajaj yo igual sentí una vibra ahí, aunque Kenshin era tan distraído que no sé jajaj. En la serie no se dan beso, pero...pucha sonara a spoiler, pero te diré igual. En un ova hay beso. Aun no termino la primera Temporada de miraculous pero no sé quienes me gustan Como shipp, solo sé que me gusta Adrien jaja. Conozco lum pero no la he visto! esperaba leer algo del manga antes. Me gustaría actualizar más pero realmente no tengo tiempo :( De hecho, solo puedo llevar 1 historia por semana por la misma razón. un abrazo, gracias por escribirme!