Capítulo 16

La cabaña de Inuyasha y su familia había iniciado con la flamante noticia de que Kagome tenía algunos meses de embarazo. El hanyo se despertó esa mañana con la mirada de su mujer fija en él. Algo quería. Y claro, Kagome aprovechó que iría de entrenamiento con su discípulo para pedirle que trajera telas y todo lo que encontrara de bebés. Inuyasha no entendía bien el apuro, sobre todo considerando que aún le quedaban varios meses de espera. Pero, como bien había aprendido de los años viviendo con su mujer, prefería no contradecirla con ese tipo de cosas que solo la hacían feliz. Luego del típico entrenamiento ideado por Myoga, él y Kenji recorrieron las aldeas más cercanas en búsqueda de los pedidos. En un momento se detuvieron porque ambos tenían hambre.

-No tuve tiempo de felicitarlo, maestro. Estoy muy feliz por ustedes-

-Keh...gracias- Inuyasha se sintió un poco avergonzado de ese gesto, aún le parecía curioso que la gente felicitara a la otra cuando la hembra quedaba en cinta.

-¿Qué espera que sea?-

-Siendo sincero, un macho. Y creo por el olor que sí lo es. No es que las niñas sean malas, Moroha es maravillosa- Kenji en su mente no podía menos que adherir a ello- pero como solo tendremos un hijo más, sería bueno vivir esa otra experiencia.-

-Entiendo. Supongo que cualquier opción es un poco atemorizante en el buen sentido. Ser padre debe serlo.

-Bueno...sí, siempre lo es. Pero esta vez un poco menos.

-¿Por haber vivido la experiencia con Moroha?

-No, me refiero a la idea de tener un niño. Creo que sabré un poco mejor como hacerlo, desde que llegaste he sentido que he podido vivirlo. Una especie de paternidad de un varón.

Kenji no supo qué decir ante eso. Se sintió inevitablemente tan conmovido que no podía hablar.

-Oye, espero que no te haya incomodado. Tu sabes que Kagome y yo te aceptamos en nuestro hogar como uno más. Eres lo más parecido a un hijo hombre que he tenido, eres muy cercano a Moroha y apoyas en todo a Kagome. Si eso no te hace un miembro de mi familia, nada lo haría.

-No maestro. En absoluto, creo que me sorprendió un poco. Lo agradezco mucho, la verdad dudo merecer un gesto así de su parte pero prometo ser lo más digno posible.

-Por favor, no seas dramático. Es evidente que sería así.

Pero eso último el hanyo más joven no lo escucho. Kenji se arrodillo frente a su maestro con la katana en la mano. La enterró en el piso e Inuyasha se le quedó mirando con los ojos tan enormes como lo permitía su incredulidad.

-Cuando recorrí lugares buscando a mi padre, conocí un pueblo de yokais en el que existía la costumbre de que los discípulos se entregaban como fieles seguidores de sus maestros. No tengo otra forma de entregarle mi gratitud por darme un hogar y sus valiosas enseñanzas. Por favor, maestro, déjeme jurar aquí y frente a su espada y la mía que, desde hoy y en adelante, cuidaré de toda su descendencia, aunque me cueste la vida. - con un corte certero de la espada en su mano derecha, Kenji bajó la vista en espera de su respuesta.

-Yo...no sé qué decir, esto no es necesario.

-Es un gesto de honor de un guerrero frente a otro. Acéptelo, maestro.- Inuyasha simplemente no sabía qué pensar, no tenía idea de ese tipo de rituales, pero estaba impresionado por la solemnidad del muchacho frente a él. Hablaba muy enserio.

-Bien, lo acepto. No se que debo hacer- Kenji no dijo nada, acerco su mano ensangrentada y pidió que Inuyasha sacará su espada. Cuando lo hizo, recorrió todo el filo de colmillo de acero con su sangre.

-Si se rompe este juramento, que sea con mi propia sangre y bajo su propia espada-

-

Aprovechando la emoción de todas, Kagome tenía a su hija y sus sobrinas apoyándola en la labor de preparar todo para el bebé. Solo que antes tuvo que enseñarles a coser mantas y pañales, algo que ninguna de las tres pequeñas guerreras manejaba como arte. A Towa se le dió con gran facilidad la tarea, a su hermana le resultaban los pañales con un poco más de tiempo pero en cambio, para Moroha, era imposible hacer que las cosas quedaran decentemente simétricas, simplemente parecía a ojos de su madre que tenía dos manos izquierdas. Mientras la pobre shinhanyo batallaba por no quedarse atrás con las creaciones, Kenji se ofreció para preparar la comida.

-¿Y si dejamos al bebé desnudo un tiempo? A mi de bebé solo me tapaban con pieles en las cuevas de los lobos.

-Moroha, no seas absurda. Tu hermano no puede andar desnudo por ahí.¿Cuál es tu obsesión con la desnudez?- Setsuna, con su actitud serena, no podía evitar corregir las tonteras de su prima.

-Keh...ninguna, solo siento que es mucho alboroto para un cachorro que será más resistente que un humano común.

-Solo das esas excusas porque eres horrible en las labores hogareñas. Cuando mi primitivo necesite que le afilen las armas te llamaremos- Moroha le respondió sacándole la lengua molesta.

-Hija, si no quieres seguir puedes ayudar a Kenji, el pobre tiene que preparar comida para un batallón. - dijo Kagome. Desde que sus sospechas habían acrecentado y tenían como posible interés romántico de su hija al hanyo, ella misma había intentado que las cosas entre ellos mejoraran con objeto de tener más evidencia.

-No.

Cuando la mujer iba a replicarle a su hija, sintieron que llamaban a la puerta. Era Hisui. Lo hicieron entrar y se sentó junto a las mujeres mientras se tomaba el té que le ofreció el hanyo.

-Tía disculpe interrumpir, solo quería avisarle algo a Setsuna.

-¿Algo privado? -Moroha se rió entre dientes, adoraba incomodar al exterminador que poco sabía disimular su encaprichamiento con su prima.

-No Beniyasha. Lo que pasa es que nos llamaron para una suerte de trabajo. Hace días que han pasado cosas raras en esta misma aldea.

-Sí, yo algo oí. No he vuelto a trabajar pero la anciana Kaede me comentó que algunos pobladores han perdido la razón y atacaban a otros, se generaban peleas entre ellos.- Kagome hasta ese momento no había dado importancia a lo que había oído, asumiendo que se trataba de riñas de aldeanos, pero que el asunto llegara a manos de los exterminadores lo hacía más grave.

-Sí tía, sospechamos que se trata de algún demonio. El problema es que si es un demonio cualquier podemos manejarlo, pero a juzgar por lo que me ha dicho mi hermana Kin´u se tratará de una posesión demoníaca, que solo es controlable por personas como ella, no por exterminadores como nosotros.

Cuando Kenji escuchó eso, supo de inmediato que el aumento gradual de los ataques tenían relación con los intentos de su tío por amedrentarlo. Era evidente. El mismo conocía esa información y había querido que no se masificara pero, de alguna forma, el asunto había llegado a manos de Hisui y su grupo. Era hora de hacer algo distinto o esto realmente afectaría a más personas. Si bien los ataques hasta ese momento habían sido leves, era increíble la cantidad de aldeanos que estaban bajo el control mental de la tribu de su tío. Hasta ese momento la monja había podido combatirlos, pero ninguno de los dos sabía realmente cómo se originaban, lo que lo hacía una odisea cuando el objeto era pararlos. Esa tarde tendría que determinar junto a ella que hacer para intentar darle fin, aunque el hanyo ya podía imaginar lo que le propondría la aprendiz de monja.

-Tendré que ver que puedo hacer- dijo Kagome con cara de preocupación.

-¿Estás loca? No, yo averiguaré y veré si puede ayudar, tu no debes hacer cosas arriesgadas como esa mamá-

-Estoy embarazada no enferma-

-No importa, eres humana y nosotros no. No se hable más del tema. Cuando los exterminadores obtengan más información nosotras nos uniremos a la búsqueda- Moroha usó un tono tan decidido e imperativo que a su madre le recordó a Inuyasha. Ambos eran muy protectores. Luego de un silencio que dio cuenta de la aceptación de la mujer, Towa cambió el tema.

-Tía, con la alegría del nuevo bebé olvidé comentarle una noticia. ¡Conseguimos un donador anónimo para el templo! Dejaron una suma considerable donde la anciana Kaede esta mañana a nombre suyo y mío con este mensaje- la chica del futuro sacó un papel fino donde rezaba exactamente eso, que era un aporte a la construcción.

-Es estupendo, pronto Myoga me traerá los planos de una sacerdotisa que fue mi maestra. Aparte de eso, debemos ir a ver los terrenos y comenzar la construcción. De todas formas, me parece muy curioso lo de la donación. Quizá más adelante podríamos averiguar quién fue, solo para agradecer - Moroha miraba sorprendida como los ánimos similares y entusiastas de su mamá y su prima habían logrado grandes avances en poco tiempo.- Para que todo salga bien, haremos una bendición del inicio de la construcción del templo. Lo ideal sería hacer una pequeña celebración, nada ostentoso, pero tiene que ser un momento de regocijo. Necesitaré de la ayuda de todos ustedes.

Todos los jóvenes en la casa asintieron. Kagome se sentía muy viva rodeada de todos esos muchachos que pronto crearían sus propias familias y sería el templo lo que los uniría a todos como una sola.

-Sobre lo otro...Setsuna ¿vamos?-

-Claro, nos vemos pronto- la exterminadora dejó las cosas que hacía y se despidió con tranquilidad para salir con Hisui. Cuando ya estaban fuera, Moroha se acercó sigilosamente hasta su prima.

-Hey, Towa dime ¿ellos dos están juntos?-

-La verdad no estoy segura, yo diría que sí- la peliplateada no fingió su curiosidad, nadie estaba totalmente al tanto de lo que pasaba entre esos dos, solo era sabido que pasaban mucho tiempo juntos.

-¿Creen que son novios?- la miko preguntó uniéndose al chisme muy divertida.

-La vez pasada los vimos muy acaramelados y dándose comida mutuamente. Dudo que Setsuna haga esas cosas con un amigo.- dijo su hija como respuesta.

-¿Vimos? ¿Tú y quien más? - ahora fue Towa quien levantó la ceja divertida. Su prima sintió el rostro arder por haber quedado un poco en evidencia.

-Yo...yo, yo estaba con Kenji, estaba muy ebrio y lo ayudé a volver a la casa.

-Ahh...si lo recuerdo. Fue hace meses. De seguro la relación ya avanzó entre ellos. Pero no los molesten, dejen que tengan la intimidad que gusten.- con esas últimas palabras la sacerdotisa se acercó a su hijo putativo y lo ayudó a servir la comida. La shinhanyo en cambio sintió un golpe de hielo en el estómago ante la mirada cómplice que le dio su madre. Por un momento temió que le hablaba a ella y pensó lo peor. Cuando estaban todos sentados en la mesa, Kagome percibió que la incomodidad de su hija continuaba, así que buscó como sacarla de su propia vergüenza.

-Towa ¿Y tú tienes algún interés romántico? Si no quieres decirlo, está bien-

-No tengo problema, Kenji es mi amigo y confío en Moroha, aunque ella no en mi. - la niña no se dio por ofendida, solo le gruño despacio en respuesta.- Sí, tuve un pequeño romance antes de que usted y mi tío salieran de la perla. Pero pasaron cosas y él tuvo que partir a solucionar su propia vida. Dijo que volvería, pero han pasado casi dos años.

-¡Eso suena muy romántico!- dijo la miko conmovida por esa pequeña historia de amor.

-Keh…¿es Riku verdad?-

-¿Y quién más iba a ser Moroha?

-¿Jaken? - Moroha se echó a reír y Kenji intentó disimular sus propias ganas de reir. Towa también se rió, la verdad no se lo esperaba.

-Confió en que volverá resuelto y quizá podamos retomar las cosas.

-Haremos algo. Lo invitaremos a la ceremonia de inicio de nuestro templo. Si sigue ocupado no vendrá, pero quizá sirva de incentivo para que regrese-

-Pero realmente no sé dónde está.

-Déjalo en mis manos. Tengo formas de llegar a personas sin ubicación ni destino- Kagome le sonrió a su sobrina, como siempre la mujer se tornaba defensora de las causas perdidas. Aunque en esta ocasión, los ojitos llenos de amor y anhelo de su sobrina habían bastado para hacer de esa causa una propia.

-Gracias tía-

En la parte central de la aldea, fuera de la cabaña de la anciana Kaede, la añosa sacerdotisa y una joven aprendiz de monja de cabello corto tomaban el té sentadas mirando los campos frente a ellas. En dirección al horizonte, aquella vieja aldea se había expandido de una manera majestuosa, hace años que ya no era el pobre lugar de habitación de algunos pocos aldeanos, su evolución la había llevado a tener un mercado, casas más grandes, puestos de mercancías e incluso una casa que funcionaba para hospedaje. Kin´u disfrutaba de aquellos días en que escapaba hasta la casa de su "abuela" Kaede, principalmente porque podía huir de los regaños constantes de su madre, la que desde que había vuelto de manera más regular a la aldea por causa de Gyo no la dejaba en paz. La futura monja había imaginado que con la llegada del sobrino su progenitora iba a encauzar su energía en él, pero para su horror la mujer tenía la suficiente vitalidad para querer controlar la vida de sus tres hijos lo más posible. Sus noches de parranda y perversidades se esfumaron tan rápido como llegaron. Aparte de esa razón, la muchacha tenía un cariño especial y sincero por aquella anciana que la había cuidado a ella y sus hermanos desde que nacieron. Ella más que el resto, porque siempre fue la que más gozaba de sus conocimientos y de sus muestras de afecto. Con el paso de los años y la edad, Kin´u sentía más la necesidad de estar con aquella sacerdotisa, ya que a la dificultad para caminar se le unía la pérdidas de memoria intermitentes, que hacían a todos suponer que la miko vivía sus últimos años.

-¡Abuela, viene un aldeano! ¡Probablemente quiere que lo cures!- la monja hablaba altísimo porque imaginaba que la sacerdotisa no la oiría de otra forma.

-Ya, hazlo pasar. Y no grites, soy vieja no sorda niñita- la anciana, con paso aletargado, se hizo paso hasta su casa. La chica obedeció aquella orden y cuando dos aldeanos de mediana edad llegaron a pedir su auxilio por una torcedura en el tobillo los hizo entrar. Una vez dentro, Kin´u se quedó en la entrada por una suerte de intuición, algo en la mirada de esos hombres llamó su atención de manera inmediata. Kaede comenzó a atender al herido de manera lenta, lo que exasperaba a la monja que quería que se fuera rápido. El otro hombre la miraba de vuelta, con una mirada vacía que la perturbó. En un segundo, notó lo que era.

-Aléjate de la miko- con rapidez, la monja se acercó al aldeano que estaba con la anciana y lo amenazó con un cuchillo justo en el cuello. El tipo no se hizo de esperar, se alejó de ahí y Kin´u por la adrenalina del momento, intentó darle de lleno con el pergamino contra las posesiones demoníacas. Celebró para sí misma que gracias a su entrenamiento había logrado darle de frente, pero para su terror el otro hombre se acercó sigilosamente hasta la anciana que no alcanzó a reaccionar cuando lo tuvo sobre ella. Presa del miedo, la monja se abalanzó al cuerpo del aldeano para evitar que con una daga hiriera a la abuela. Con su gesto logró derribarlo al piso y acto siguiente, aprovechando la poca habilidad que tenían los hombres una vez bajo los efectos de la posesión demoníaca, lo liberó de su mal con otro pergamino. Se dejó caer agotada al piso, todo había sido extremadamente estresante y rápido. Kaede solo logró aproximarse a ella y revisarla.

-Tranquila abuela, fui entrenada para cosas así- sorpresivamente por la puerta aparecieron algunos miembros del grupo de exterminadores atraídos por los alaridos pasados. - Ustedes quédense aquí, yo necesito hablar con alguien.

Muy deprisa Kin´u iba en busca de Kenji. Todo el tema de los aldeanos poseídos estaba saliendo de control, hoy no solo las habían atacado, sino que si no fuera porque ella estaba ahí era probable que Kaede muriera en manos de esos hombres.

Cuando llegó lo encontró afuera. La había olido.

-Se acabó Kenji. Acaban de atacar a la abuela Kaede. Tienes que resolverlo.

La culpabilidad no dejaba en paz la mente del hanyo que llevaba las tareas del resto del día lo más normales posibles, a pesar de las dos cosas pendientes que tenía por resolver. Por una parte, hablar con Nomi. Por la otra, hablar con Moroha. Así que apenas pudo y comprobó que la shinhanyo estaba lo suficientemente lejos para no sentir su olor, fue hasta la bodega donde dormía Nomi, confiando que por su poco conocimiento de la aldea estuviera ahí. La encontró recostada de lado sobre un futon que él mismo le dio, sin taparse, solo abrigada por la vestimenta de su tribu que consistía en una suerte de kimono femenino similar al de una sacerdotisa pero en tonos violetas y plateados y también mucho más sugerente debido a que la parte del busto se abría libremente camino al ombligo sin mostrar nada pero dejando cosas a la imaginación. El pantalón, que normalmente era largo, en su caso era corto. Todo unido en un obi apretado coronado en un lindo moño que caía en la parte posterior.

-Nomi, despierta. - cuando lo vio junto a ella la yokai le sonrió haciendo gala de su hermosa dentadura.

-Kenji, que lindo que estés aquí. Ven, siéntate conmigo.

-No, prefiero que tú te levantes-

-Como desees- la joven se levantó con un movimiento felino hasta quedar a su altura.

-Seré rápido. Necesito que vayas a la aldea y le des el siguiente mensaje a Koriu: que detenga las posesiones sobre los aldeanos o yo mismo iré a matarlo. Dile que me harte de esto.

-Pero Kenji, sabes que no puedo ir, podrían matarme. Además, sabes perfectamente que tu tío no estará solo, no podrás acercarte a él dentro de la aldea, morirías antes.-

-Lo sé, pero también sé que tienes conocidos y que puedes verlos fuera. Pídele ayuda a ellos. Y sobre lo otro, es solo un aviso, sé perfectamente que no puede ni quiere matarme, sino hace tiempo lo hubiera hecho en secreto. Si lo conozco un poco preferiría discutirlo que arriesgarse a que yo vaya a enfrentarlo y que sus guardias tengan que terminar conmigo.

-Sí, eso es una opción. De todas formas, no sé si me gusta o me desagrada ese tono rudo y controlador que tienes conmigo ahora- la chica de manera demasiado atrevida le tocó una de la orejas de demonio, lo que lo hizo apartarse un paso de ella por el choque eléctrico de ese pequeño tacto.- Antes eras más tímido.

-Nomi, solo haz lo que te pido, por favor. Es importante. Si quieres que confíe en ti esto ayudaría mucho. - Kenji decía eso con tono convencido pero el fondo sabía que la aparente sinceridad de Nomi estaba revestida de algo sospechoso, así que prefería tenerla cerca suyo para poder vigilar que escondida en las sombras.

-Bueno, pero con una condición. Quédate conmigo un poco, he estado muy sola. - cuando el hanyo miraba a Nomi a los ojos violetas brillantes y encantadores no podía leer en ellos sus reales intenciones. Veía ante sí a la niña con la que creció pero convertida en una mujer que irradiaba algo muy animal y a la vez algo que le decía que era manipulación pura. Sabía que tenía que ceder aunque fuera un poco si quería descubrir qué había detrás de sus supuestas buenas intenciones.

-Pero vamos fuera de aquí, no quiero que alguien malinterprete que esté dentro del lugar donde duermes.

Ella no le respondió, solo se rió con suavidad de ese comentario. Ambos se sentaron fuera de la bodega junto a un viejo árbol que daba la sombra propicia para su conversación.

-Me gusta este Kenji serio y decidido.

-Si claro.

-¡Lo digo en serio! Siempre fuiste muy sumiso.

-Eso permitía que abusaras de mi buena fe ¿lo olvidaste?

-Nooo, que rencoroso. Éramos niños. - Nomi volvió a reírse, incluso cuando estaba alegre y distraída daba muestras de su increíble atractivo natural que Kenji, aunque quería, no podía ignorar.- ¿Sigues molesto por lo que pasó esa vez?

-No voy a hablar de eso.-Kenji se negaba rotundamente a ondear en el pasado de su adolescencia. Tenía suficiente con sus problemas actuales para ponerse encima el peso de las cosas que lo atormentaron a sus dieciséis años.

-Uh ...realmente me encanta tu nueva faceta. Parece que vivir entre híbridos, humanos y esa Morocha que ni siquiera se que es, te ha ayudado mucho.-

-Ya te dije que no hables así, eres muy grosera. Si quieres seguir con eso me iré- Cuando iba a levantarse la demonia alcanzó a sostenerlo del brazo.

-No, no diré nada de ellos. La miko fue buena conmigo y lo agradezco. Aunque la niña me mira horrible.

-No confía en ti

-¿Por qué?

-Porque llegaste de la nada y no es muy creíble nada de lo que dices- dijo hanyo, aunque sabía que en el fondo eran más razones que solo esas.

-Soy sincera. Solo mentí con lo de la herida, pero el resto es cierto. Tú solo eres capaz de decir eso de mi pero no te has preocupado de la gran humillación que viví. Tu tío me trató pésimo, me dijo que era una cualquiera y me expulsó de mi tribu, hiriéndome. Creo que este dolor nunca se detendrá.

El no le dijo nada, solo fue capaz de mirar nuevamente su muñeca para volver a analizar aquella fea cicatriz.

-Creí que me creerías cuando vieras esto. Ser expulsada es lo peor que me ha pasado en la vida.

-¿Por qué me buscaste?

-Supe que habías luchado contra Yorio porque él mismo me lo dijo. Temía por tu vida, así que me escapaba de la aldea para buscarte, hasta que supe que estabas aquí. Nunca creí que volvería a verte. Aquella vez que dejaste el entrenamiento y te marchaste asumí que sería para siempre. Fue inevitable querer saber si estabas bien. - la muchacha hablaba con un tono desolado. Si bien su actitud segura y sensual no se iba, la tristeza de sus ojos era evidente.

-¿Mi tío te descubrió?

-No, creo que alguien me delató. Yo volví para que me perdonaras, pero no quería que me expulsaran.

-¿Y porque la vez anterior cuando pregunté si te había enviado Yorio dijiste que "sí y no"?- la yokai se quedó en silencio unos segundos sin dejar de sostenerla mirada.

-Supuse que me creerías más si te insinuaba que venía en nombre de él, como si fuera parte de ese plan.

-Eso no suena nada convincente y lo sabes-

-Piensa lo que quieras, yo ya dije la verdad, no estoy confabulada con nadie. Aunque… ahora que lo pienso, creo que Yorio me lo dijo porque sabía que iría detrás de ti. Quizá solo quería vengarse de mi por abandonar el entrenamiento. Pero Kenji, quería decirte, sobre el día que te fuiste que…

-No sigas. Ya lo hablaste. Ahora déjame analizarlo.- el muchacho se levantó de su asiento sumamente confundido, incluso un poco mareado. No podía seguir sosteniendo la mirada de la yokai, era simplemente tortuoso. Sentía que si escapaba de Nomi, también escapaba de aquella cosas que tanto mal le hacían.

Con el mismo impulso pero esta vez de sentirse con la tranquilidad a la que se estaba familiarizando en los últimos meses, caminó por la aldea en búsqueda del aroma que tanto le gustaba de la shinhanyo, aunque en realidad creía saber con exactitud dónde estaba. Desde que habían comenzando a verse a escondidas, los constantes intentos de no ser descubiertos los hicieron buscar lugares y el preferido de Moroha era al final del bosque, en un árbol gigante cercano al pozo de los huesos, un sector que no era parte de la aldea pero que pronto sería terreno del templo. Cuando llegó hasta el lugar en medio del atardecer, la encontró con retazos de tela de varios colores intentado unirlos de manera torpe.

-Se me ocurrió otro nombre.- Moroha, absorta en su tarea, no había notado su llegada y cuando lo vio dio un pequeño salto clavando la aguja en el dedo.

-¡Maldita sea qué susto!

-Un gusto verte igualmente.

-Keh… estoy ocupada. No sé si quiero oir tu opción.

-¿Y por qué vienes hasta acá a hacer esto?

-Me acostumbre a este lugar. Tampoco es de tu propiedad ¿o sí?

-Moroha basta. Deja de estar tan arisca conmigo, no hice nada.

-No estoy arisca, soy así.

-No conmigo… el nombre que pensé es Yumi- Moroha desvió la mirada de la tela con una expresión de repulsión.

-No, es horrible, suena parecido a Yuki como el cónyuge bobalicón de Gyo, no.

-¿Y Haruhi? ¿Hoshimaru?

-Así se llamaba un lobo idiota que vivía en las cuevas. Y Hoshimaru suena como el nombre de mi tío, mi papá se mata antes que nombrar así a su hijo.

-¿Hay algún nombre que no asocies a alguien? - Kenji, aprovechando la concentración de la niña en pensar, se sentó a su lado en el pequeño espacio que cedía la rama, haciendo uso de su agilidad de hanyo.

-No he encontrado el adecuado aun, pero lo haré. ¿Y sabes que? Ideé un plan para hacer que mis papás me cedan el honor de nombrar a mi hermanito.

-¿Cuál?

-No te lo diré, cuando comience te darás cuenta solo. - la chica, que se había relajado totalmente y tenía muy cerca al hanyo se dió cuenta que en teoría ella estaba enfadada con él.- Oye ¡qué haces tan pegado a mi!

-Si estás enfadada porque le pedí a mis maestros que Nomi se quedará en la aldea, debes saber que sólo será un tiempo hasta que encuentre donde vivir. Nos conocemos desde niños y no la veía hace años.- Moroha no dijo nada, decir lo que fuera era admitir que tenía que ver con la yokai y su orgullo se lo impedía. Pero secretamente le gustaba escuchar eso. Para el hanyo no era difícil darse cuenta tampoco de cómo se sentía.- ¿esa manta es para tu hermanito?.

-No- Moroha sintió como sus mejillas comenzaron a arder de inmediato cuando Kenji se acercó más a ella sin preguntar y la apretó entre sus brazos pasando uno de ellos por detrás de su espalda. Era tonto, estaba acostumbrada a que la abrazara, pero aún habian ocasiones en que la intensidad de sus sentidos la desorientaban. En ese preciso momento había notado con mucha exactitud el tacto suave del hanyo mientras este se aferraba a su cintura. - Estoy practicando para que Setsuna y Towa dejen de burlarse de mí.

-No les hagas caso, tu sabes hacer muchas otras cosas mejor que ellas. Como por ejemplo, eres la creadora de las mejores sopas de verduras que he probado- la niña se giró levemente para verlo con los ojos entrecerrados. Ese pequeño comentario guardaba una pequeña broma interna entre ambos de aquel día en que lo hizo comerse la sopa sabor a tierra.

-Tengo una aguja en la mano y sé cómo usarla.

-¿Estás segura que sabes?- Moroha iba a replicarle amenazandolo con la aguja en la cara pero antes de poder seguir con el juego el hanyo se acercó a su rostro y la besó, sorprendiéndola tanto que se quedó quieta con el "arma" en la mano. Después de unos segundos en que comenzó a ceder a sus propios deseos de seguir con ese acto, cerró los ojos tranquila y bajó la mano sin cuidado. Pero cuando el beso se estaba poniendo un poco más intenso entre ambos, Kenji soltó un alarido en su boca que los hizo despertar de su trance.

-¡Perdona, perdona no me di cuenta fue sin quererlo!- por estar tan "distraída" la adolescente había clavado en la pierna del hanyo la aguja en su totalidad, la que por acto reflejo sacó rápidamente cuando notó su descuido.- Deja ver la herida.

-No…-Kenji sacó la mano de Moroha de su pierna intentando darle a entender que no era nada, pero si le había dolido.-

-¿No duele?

-Sí pero sanará rápido. Que buena venganza.

-¡No, lo juro! ¿Me perdonas?-

-Te perdono si vamos a la playa mañana- el hanyo sintió que ese agudo dolor fortuito había valido la pena totalmente cuando vio a Moroha sonreírle divertida. La niña aceptó, aunque esta vez ella misma se ofreció a preparar las cosas para el día en compensación, el solo tendría que convenir alguna excusa para los demás.

—-

La mañana de ese día se presentaba radiante con el sol destellante, una suerte de escenario especial para aquella pareja de semidemonios que en secreto irían en su primer viaje a solas. Sin mucho problema había logrado convencer a los padres de la niña de que su salida tenía que ver con el entrenamiento mutuo y, un poco, con objeto de conocer. No hacía falta mentir en exceso ni nada, la confianza de Kagome era inquebrantable. Por su parte, Kenji confiaba que Nomi usaría ese día para realizar su pedido, así que estaba tranquilo y únicamente enfocado en disfrutar de aquel día. La sacerdotisa se despidió de ambos muchachos con alegría, aunque Moroha notaba en el rostro de su madre algo distinto, una especie de huella en su mirar que la hacía sentir nerviosa. El viaje hasta su destino no duró mucho, todo considerado la facilidad que tenían ambos de moverse gracias a sus respectivos genes del demonio. Un poco antes de parar en el lugar prometido, Kenji detuvo a Moroha entre una senda de árboles frutales y un camino de tierra, todo para que notara, a la lejanía, como el aire marino comenzaba a llenarse los pulmones a ambos. La adolescente sonrió al notar como la brisa del mar y ese encantador aroma que lo caracterizaban funcionaban bien con las frutas que su acompañante insistió en cortar. La simpleza de ese acto la conmovió un poco, Kenji tenía impregnado en él ese espíritu de disfrutar de las cosas sencillas y cada vez que podía lo compartía con ella, sin mayores explicaciones. Desde que lo conocía habia abierto sus propios ojos a ver cosas nuevas, a notar con más detención las formas, actitudes y gracias de las personas que la rodeaban, así como también a maravillarse de su alrededor. Luego de esa parada breve, llegaron por fin a la playa. Lo primero que hizo Moroha fue correr sin reparos en nada hasta el agua, riéndose, gozando de la inmensa tranquilidad que sentía de estar ahí...y con él, claro. Kenji la siguió luego de dejar la mochila en la arena. Ambos remojaron sus pies y Moroha no pudo evitar reírse del gesto de desagrado que hizo el hanyo a su lado cuando sus pies chocaron con una ola.

-¿Te dió frío?

-Un poco, solo que debo admitir que disfruto más viendo el mar que sintiéndolo.

-Mmm...una lastima, porque a mi me gusta sumergirme- la niña no dijo nada más, en un acto rápido comenzó a desatar su ropa y se desvistió quedando solo con su ropa blanca debajo. Moroha se sintió divertida de ver como el hanyo no supo decirle nada, su acto lo dejó callado frente a ella.

-¿Te meterás tan luego?

-Lo estaba deseando muchísimo. ¡Entra conmigo, ven!- Moroha, que no podía más de la risa con las caras contrariada de Kenji, lo tomó de la mano para acercarlo a ella y juntos entraron más al mar. El hanyo temió que se había metido con su ropa sin pensarlo, luego se arrepentiría de ello. Pero tampoco pudo analizarlo mucho, la chica lo arrastró con facilidad más dentro del mar aterrandolo un poco, porque aunque él sabía nadar, no era algo que le agradara particularmente.

-No tengas miedo, yo te salvaré-

-No es miedo- Kenji se rió de ese comentario, era un poco adorable imaginar que ella con su cuerpo flaco y bajito lo salvaría a él que la pasaba por más de diez centímetros. -Oye no estamos muy den…- una ola le dio tan fuerte a ambos en todo el cuerpo que el hanyo se quedó con las palabras en la boca y tan aferrado a la mano de Moroha que ella se aproximó más a él.

-¡No pasa nada! Lo disfrutarás más si te relajas. Siento lo tenso que estás- ella lo agarró con igual fuerza de ambas manos obligándolo a encorvarse un poco ante ella. Con la llegada de otra ola, ambos se movieron dentro del mar con un brusco y movido vaivén.

-Ahhhh….nos va a comer al mar Moroha- el pobre chico ya no podía disimular tan bien su susto con las olas. Ella seguía divirtiéndose a su costa pero notar que realmente estaba atemorizado la hizo parar sus risas. Y se le ocurrió algo, si no podía hacerlo relajarse, lo distraería. Sin decirle nada lo abrazó por la cintura, soltándose de su agarre de manos. Como reflejo él le respondió de igual manera y, a pesar de lo mojados que ambos estaban, el contraste del calor del sol sobre ellos lo hicieron de inmediato sentir que el agua esta vez podía ser un buen complemento a la bomba de sensaciones que tenía en su pecho y en todo su cuerpo cuando estaba apretado a Moroha. Cuando la siguiente ola más fuerte que las otras los golpeó, la niña lo miró y comenzó a reír con él, había logrado que el chico se enfocara en ella y cuando la ola los desestabilizó se negaron mutuamente a separarse, el mar los tiró con fuerza hasta la orilla de la playa, haciendo que la adolescente se ahogaba de risa por como ambos ahora estaban en la arena, mojados, incómodos, con el pelo en la cara, la ropa movida pero aun abrazados. Siguieron así un tiempo sin decir nada, el solo sonreía de pensar las ocurrencias y tonteras que siempre hacia ella, y ella por otro lado se sintió feliz porque esta vez, como nunca, fue ella quien le enseñó a él algo simple pero significativo.

Cuando la lógica lo hizo despertar de aquel momento, Kenji soltó a Moroha y le dijo que debían secarse, ella obedeció tranquila y sacó de su enorme mochila unas toallas de playa que Towa había traído del futuro, entregando una al chico que se secó sobre la ropa, pero para su horror Moroha no pensaba lo mismo.

-Hey, no te atrevas a girar por unos momentos. Yo te aviso cuando puedes- la niña se movió hasta estar a su espalda y se liberó de lo que le quedaba de ropa, secándose muy tranquilamente. El hanyo creyó que su rostro explotaría del bochorno, rogaba en su interior que no hubiera nadie cerca que pudiera notar la desnudez que la niña, en parte para no tener problemas y en parte, un poco, porque no le gustaba nada la idea. Cuando estuvo lista, Moroha se posó frente a él vestida solo con su conjunto rojo.

-Cuando estás avergonzado te quedas muy callado- ni siquiera eso fue capaz de replicar Kenji, solo se atrevió a mirarla.- Voy a secarte el cabello al menos, seguramente si te digo que te quedes solo en toalla te negarás- Y así, disfrutando de la falta de prisas, Moroha se dedicó en silencio a secarle el cabello al muchacho, quien cerró los ojos ante la sorpresiva delicadeza de la niña. En ninguno de sus sueños Kenji hubiera imaginado como las manos pequeñas de Moroha tomaban cada mechón de su cabello suelto y lo secaba con toda paz, procurando no lastimarlo, provocando en él un cosquilleo delicioso en la garganta del puro gusto que sentía de verse tan mimado. Solo podía pensar en cómo deseaba que eso no acabara, que ella se dedicara de esa misma forma a darle toda aquella infinita ternura que Kenji sabía que Moroha guardaba en su interior, todo cubierto por su estampa de chica ruda y sobre segura. En el fondo, quería convencerse de que tenía el privilegio de ser él quien la conocía así, dulce, entregada y feliz. Cuando terminó, la niña dejó la toalla estirada a un lado y le dió un leve pero sonoro beso en la mejilla. Lo siguiente que hizo fue sacar de su bolso la misma manta de colores del día anterior, pero terminada. La acomodó en la arena con dificultad y comenzó a colocar sobre ella la comida que había llevado. Kenji se alegró de comprobar que no se limitó en ello, había llevado consigo bolas de arroz, tortillas, verduras asadas, carne, frutas e incluso un pastel que Kagome solía hacer.

-Come, no prometo contenerme, el agua me da hambre- la niña le dió un lugar en la manta y ambos, mirándose de frente, se pusieron a comer en silencio, haciendo gala de que en ese momento el único ruido que necesitaban era el del mar que los rodeaba. Era aún temprano, así que tendrían toda la tarde para hacer lo que quisieran. Al rato de comer casi todo lo que tenían al frente, Kenji creía que debía secarse su ropa, así que se levantó y le dijo a Moroha que caminaría un poco. Ella aceptó, había comido tanto que era incapaz de moverse de su asiento.

Regresó a la media hora con sus prendas relativamente secas, encontrándose con la adolescente estirada totalmente, muy parecida a una estrella de mar y absolutamente dormida. Se sentó cerca de ella en la manta de colores y con su mano movió el cabello que le tapaba parte del rostro. Ella despertó de inmediato, fijándose como tenía el rostro y los ojos hechizantes del hanyo sobre ella.

-Ven, siéntate conmigo. - él le hizo un espacio entre sus piernas, a lo que ella aun media dormida se acomodo como siempre hacía dándole la espalda, dejando que Kenji la abrazara y le hablara al oído. Los dos miraban el mar y Moroha, por lo cómoda y calientita que se sentía comenzó a temer que volvería a dormirse.

-Deberíamos jugar algo- dijo ella entre su bostezo acusador.

-¿Trajiste las cartas?

-No, otra cosa.

-Mmmm…hagámonos preguntas. No es un juego, pero puedo ser entretenido.- Moroha dio un bufido que Kenji tomó como un sí- ¿te gusta más usar el arco o la espada?

-Oh...no le digas a mi mamá pero la espada. El arco lo manejo de pequeña, pero la espada me gusta mucho más. Es cierto, tienes que enseñarme algo nuevo de Kendo antes de volver.

-No diré nada. Y sí, luego te enseño- Kenji como sello de sus promesa le dio una mordida sutil en la oreja a Moroha que la hizo reír.

-No sé porque te gusta tanto morder mi oreja-

-Me gustan tus orejitas humanas, son redondas y pequeñas. Te toca.

-Bien. Eh…- Moroha no podía pensar nada normal que preguntarle. Aunque tenía una pregunta hace tiempo que pensaba que podría sacar en ese momento.- Tengo una pregunta para ti, pero no es de elecciones. Es algo que he querido preguntarte hace meses pero no me atrevo.

-Dilo, no hay problema, no pusimos reglas.

-Cuando tu y yo...he...nos besamos la primera vez. Me di cuenta que fue bastante...em…- Moroha se sonrojó tan rápido que comenzó a maldecirse por querer preguntar aquello- fue intenso. He conversado con mis primas y ellas tuvieron besos más...simples. Solo roces. ¿Por qué el nuestro fue distinto?

-¿El beso de Setsuna fue con Hisui?- Moroha asintió.- ¿Y Towa?

-Ella se besó con gente de su época. Y aquí se beso con un aldeano. No le digas que te dije.

-¿No te responde eso la duda? - la niña se quedó un rato pensando pero finalmente negó con la cabeza.- Es porque sus besos fueron con humanos. Tu y yo no somos humanos, Moroha. Somos semidemonios, es distintos grados pero ambos tenemos sangre demoníaca. No es posible esperar que sea igual...simplemente porque nosotros tenemos instintos súper desarrollados- Kenji reflexionó levemente en que palabras usar. Eso lo estaba avergonzando un poco también pero no quería hacer que Moroha perdiera ese nuevo gesto de confianza para con él.- Algo que es más animal, por tanto, nuestros sentidos son más fuertes y los besos...también, en consecuencia.

-Entiendo. Entonces si fuéramos demonios completos sería incluso más…- no pudo seguir, la sola idea de besos más apasionados era demasiado para ella. - Yo creí que podía ser otra cosa.

-¿Qué?-

-Que tu ya tuvieras experiencia. ¿Te has besado con otras mujeres?

Kenji se quedó en silencio. Se molestó un poco por el cambio de temática y no pudo evitar soltar el agarre a la niña, lo que ella notó al instante, dándose vuelta un poco para mirarlo a la cara.

-No te molestes. Tu querías jugar a las preguntas.

-No sé si esto es justo, ya te había respondido. Pero supongo que si no te respondo no me dejaras en paz.- ella le sonrió asintiendo. Estaba condenado- Sí, lo he hecho.

-¿Con quien- la niña temía que era la respuesta que esperaba, pero no podía quitarse de su mente la siguiente respuesta. Algo angustiante e infantil la acosaba mientras esperaba que Kenji le respondiera.

-¿Qué intentas, Moroha?

-Que me respondas.- la muchacha se negaba a que él escapara, así que aferró las manos de Kenji nuevamente en su cintura y se acomodó como antes, sin mirarlo a la cara.

-A veces eres detestable. Fueron… pocos besos. Uno fue con una aldeana un día que estaba en mi noche humana y me mezcle en una aldea. Nada importante. Me besé con una niña de la aldea de hanyos. Y...mi primer beso fue con Nomi. Hace muchos años- Kenji temió que su respuesta final puso tan tensa a Moroha que sintió las garras de la niña incrustadas en la piel de sus propias manos.

-Lo sabía- ella se liberó de su unión y se giró para mirarlo. Algo dentro de ella se había sobre alterado, causándole sentimientos de temor, rabia, nervios y mucha ansiedad. Solo necesitó recordar la cara de la bella Nomi para sentirse miserable, fea y pequeña ante ese, probablemente, bello recuerdo entre Kenji y la demonia.

-¿Cuál es el problema? Era mucho más joven que ahora. No hagas un drama de eso.

-Keh...no he hecho drama. En el fondo sabía que algo hay entre ustedes.

-¿Hay? - el hanyo sintió que su sangre comenzaba a arder dentro de sí mismo, su postura serena se había transformado en una expresión seria.

-Kenji, por favor dímelo. ¿Aún te gusta Nomi? Tú me dijiste que solo era alguien de tu pasado. Pero creo que mentiste- el silencio que secundo la pregunta de tono angustioso de Moroha hizo que el ambiente se cargara de tensión.

-Yo no te mentí. Simplemente no quería hablarlo.

-Entre mentir y omitir cosas hay poca diferencia. No quiero sentir que me sigues ocultando cosas. Te he visto hablar a escondidas con ella, en voz baja. Dime la verdad, dime qué pasó entre ustedes.-

-¡Bien!- la niña se sorprendió del tono duro del muchacho, su acostumbrada expresión cariñosa era ahora solo de molestia contra ella.- Cuando conocí a Nomi tuve un enamoramiento de niño con ella. Es hermosa, por eso. Se hizo mi amiga pero siempre con resquemores. Nos besamos un par de veces pero no teníamos nada. Cuento corto, cuando decidí dejar a mi maestro de katana, le pedí que se fuera conmigo. Le pedí que estuviera conmigo y me acompañara- Moroha al oír eso se quedó paralizada, sentía como su interior se congelaba y la hacía sentir pesada, infeliz.

-Yo…

-Escuchame luego hablas- ella aceptó con la cabeza y dejó que siguiera- Nomi al inicio aceptó. Pero el día que nos íbamos, me encaró y me dijo cosas horribles. Dijo que yo era un híbrido asqueroso, que ella no podía caer así de bajo y que tenía que marcharme solo. Yo me fui y nunca nos volvimos a ver, hasta ahora.

-O sea que tú...estabas enamorado de ella. -

-No entiendes nada Moroha- dijo Kenji con un tono más tranquilo, pero sin poder volver a mirarla.

-¿No es cierto?

-Ahora creo que no. - el atardecer en la playa abrigo a los dos semidemonios en un ambiente de tonos dorados, rojizos y el reflejo del mar, que en aquellos momentos no era disfrutado por ninguno de ellos, pero que teñía dicha conversación de algo muy emocional.- No, definitivamente no.

-¿Cómo estás seguro? Ella es linda, muy hermosa es...atractiva. Hasta mi papá que nunca opina de nadie lo dijo. Hisui lo ha dicho, tío Miroku, los aldeanos ¡tú también!

-Me da rabia que me digas eso. Estabas entre mis brazos recién y ahora me preguntas si quiero a otra persona ¿crees que soy un sinvergüenza o algo por el estilo? No lo soy. Ya te conté lo que pasó, pero fue hace años. Y te aseguro que no siento amor por ella es...tan distinto.

-¿Distinto a que?

-A lo que me pasa contigo. Moroha, si me preguntas si me gusta quizá te diría que sí. Si me atrae porque soy hombre y no soy de hierro, también soy en parte demonio y eso lo hace peor. - la niña sintió como esas palabras eran una aguja dolorosa en su pecho- Pero eso da igual. Podrían atraerme muchas mujeres, pero no importa.

-No entiendo…ella es más linda que yo y que muchas, no es de extrañar qu...

-Ay…¡Moroha! Mírame- Kenji la agarró de los hombros para que lo mirara, estaba enfurecido de tener que hablarle de aquello, cuando todo ese tiempo se había esforzado con sutileza y comprensión en terminar con aquella inseguridad de la niña.- Da igual si ella es bella, da igual si tu crees que eres menos atractiva que ella. Para mi lo único que interesa y tiene significado es lo que me pasa contigo. Lo que TÚ eres para mi. ¿Tu crees que mis sentimientos se reducen al atractivo o no de Nomi? No, estás equivocada. Lo que está llenándome hace meses, hace unos minutos, ahora mismo, es algo diferente. Moroha, tu eres lo más preciado para mi porque inevitablemente, inconscientemente, te convertiste en mi...mi amor. Tu eres el amor para mi. Es simple como lo que voy a decirte; puedes estar tu y una eternidad de otras mujeres, demonios, lo que sea, todas como Nomi, otras muy similares a ti y eso seguiría dando igual. ¿Por qué? Porque ellas estarían vacías, ellas no serían tu, no tendrían tu aroma, tus sonrisa, ni tendrían dentro suyo todas las cosas que hemos vivido juntos, el cariño que me das, tus palabras que son solo para mi, nada de eso existiría, tampoco tendrían mis cuidados en el cuerpo, mis pensamientos, mi total atención. Para el resto del mundo, incluso para tu inseguridad podría verse que eres como ellas. Pero no, tu eres mi Moroha. Tu sola con tus torpezas, dudas y malditas preguntas eres más importante que todas ellas.

Cuando terminó de hablar, Kenji, tan agitado como se sentía por dentro, se negaba a dejar de mirar a los ojos a la shinhanyo. Incluso después de todo eso se maravillaba con la hermosura de sus ojos chocolate. Ella, frente a él, se sentía impactada, conmovida y totalmente encaprichada. Nunca creyó que sus tontas dudas sobre si misma harían explotar aquellas cosas del hanyo. En ella misma millones de cosas daban vuelta y hacían mucho más sentido. Poco a poco el atardecer se convertía en una noche helada, luminosa y, en su totalidad, el contexto ideal para lo que sentía Moroha por dentro.

-Gracias por contármelo, por confiármelo. Y disculpa por siempre dudar. No es por ti. No sé cómo podría decirte lo que siento Kenji. No sé hacerlo. - el sonrió ante sus palabras, no necesitaba que ella dijera nada, sabía que no era su estilo.- Pero reconozco eso y yo...te hice esto.

Totalmente abochornada y expectante, Moroha le indicó la manta.

-No era para mi hermano, la hice para ti. No sabía bien que querías pero deseaba darte algo hecho por mi. Y ahora me gustó la idea de que que la usáramos, para que conserve nuestros aromas. - el tono de la niña era tan dulce como se permitía. Kenji, un poco más tranquilo, lo entendió de ese modo y le sonrió mientras tocaba la mejilla rosada de la adolescente.

-Gracias por pensar en mi, Moroha. No necesitas decirme nada.-

-Quizá- la chica enderezó la manta bajo de ellos, estirándola lo más posible y liberándola de la arena- pero puedo demostrarlo.

El no alcanzó a responderle cuando la tuvo agarrada a su cuello, unida a sus labios fríos por la incipiente noche y con ambas piernas de la chica sobre su cuerpo. Kenji no dudó en aceptar sus intenciones, ni siquiera cuando ella lo soltó, puso sus manos en su pecho e hizo presión sobre él, haciéndolo quedar recostado sobre la tosca manta cosida por sus manos para seguir con su juego. La indubitada osadía de Moroha respondía totalmente a sus ansias de hacerle saber que también lo quería, que también era especial para ella y que aquel día en particular sería desde entonces el recuerdo más preciado entre ellos. Además de eso, Moroha estaba tranquila de saber que el sonido relajante del mar, la tímida luna sobre ellos y la soledad quieta a su alrededor nunca tendrían la posibilidad de revelar el vínculo apacible y secreto entre ellos.

—-

Al día siguiente a la miko no le extrañó que hija durmiera más, habían llegado tarde la noche anterior y ambos se veían agotados. Kenji eso sí había madrugado, marchándose a hacer algo importante y dando aviso que probablemente no volvía en varias horas. Para su suerte, Nomi había logrado contactar con la aldea y sin mucho problema había concertado una sesión con su tío, que tendría que llevarse a cabo en unas horas. Su idea tan adelantada tenía que ver con que Nomi le advirtió que Koriu, antes de la cita, exigía unas horas libres para algo que Kenji no entendía. Seguramente quería mostrarle algo ¿pero que?. El chico se decidió por ir solo hasta la entrada de la aldea donde se encontraría con su ex maestro de katana, según las indicaciones. Pero, cuando iba hacia allá a pasado veloz, sintió un aroma particular y familiar que lo hizo detenerse y esperar que el remolino enorme de viento que venía frente a él se detuviera. Y así fue. Ninguna fue su sorpresa al comprobar que era Hiroyuki acompañado de varios hombres y mujeres lobo que llevaban grandes bolsos y cajas con ellos. Lo que sí llamó su atención fue ver que Hiro ahora vestía de manera más formal, su peinado de coleta ahora era más perfecto y en el cuello llevaba una suerte de collar ceremonial que, para su horror, antes había visto en su padre. Hiro venía con noticias obvias.

-Hola Kenji, tanto tiempo- el lobo se plantó frente a él con su actitud suficiente y siempre revestida de amabilidad, que el hanyo sabía que en realidad no quería darle a él.

-Hola Hiroyuki.

-Espero que las cosas entre nosotros estén mejor. No me gustaría que la familia de Moroha se sintiera intimidada por nuestros pasados problemas.

-En absoluto. Descuida- el hanyo decía aquello pero por dentro deseaba mandarlo a su sucia cueva de vuelta. Podía percibir en sus gestos sus intenciones funestas y por un instante deseó abandonar la reunión con su tío, correr a buscar a Moroha, dejarla resguardada en una cueva y él mismo hacerse cargo de esos lobos. Era absurdo, pero era lo que le pedía su corazón.

-Bien amigo- "amigo" Kenji sintió deseos de golpearlo. Se sorprendió un poco que se podía sentir tan celoso como probablemente se sentía Moroha con Nomi. Aunque en el fondo él sabía que el lobo no era mala gente y que cuidara de la adolescente que querían en común no le molestaba, sino al contrario, hacía que sintiera respeto por el joven lobo.-¿A dónde vas? ¿Podemos ser de ayuda?

-No, tranquilo. Voy a una tarea puntual, espero volver temprano- claramente su idea de volver tarde cambió, dejaría lo menos posible a Moroha sola.

-Mucha suerte amigo. ¿Te adelanto algo? - el mini pulgoso se le acercó muy alegre, mostrando sus dientes blancos al hanyo.- Vengó por Morohita como prometí. Ojalá se sorprenda.- el chico solo le sonrió muy falsamente. No supo leer si las palabras del lobo querían incomodar o no, después de todo Hiro sospechaba de él y sus sentimientos por Moroha, cabía la posibilidad que buscara irritarlo, o simplemente lo había obviado y solo eran demostraciones de su infinita vanidad. Fuera como fuera, cuando los vio marcharse camino a la aldea, Kenji se quedó con la horrible sensación en la boca de ansiedad y miedo.

Nota: hola ! gracias por leer la historia, gracias a los que la guardan en favoritos y a aquellos que la siguen. Sobre este cap, me agarré de que algunos me dijeron que les gustaban largos y me dejé llevar, aun así corte una parte que será central en el siguiente: la reunión de Kenji con su tio. y obvio, también se viene el reencuentro de Moroha y Hiro.

¿Qué les pareció ese cap? Quedó bien cargado al MxK y la parte del inicio fue cortita pero justa, necesitaba dar hincapié en esa relación entre hanyos.

Un abrazo a todos!

Rws:

-Cecilia221102: hola! me alegra que te gustara el parto, intenté hacerlo lo más detallista posible sin hacerlo fuerte. gracias por tu mensaje, ¿te gusto este cap? Saludos!

-hghg: hola! Gracias por tu rws, me hacen muy feliz. Me alegra lo que me cuentas, ahora, este capítulo lo concentré en MxK, pero en adelante se verá un poco de que pasa con Hiro y que pasa con el tío de Kenji. Un abrazo!

-génesis: Hola! Efectivamente Inuyasha nunca se da cuenta de nada...¿te gustó la salida a la playa? no quise aplazarla más, era este el momento. Gracias por tu rw, un abrazo!

-daide luct: hola! Ahora si que me dejé llevar jajaja gracias por tus palabras, me alegra que los que me lean no se abrumen con mis cap enormes. Moroha sí, es bien celosa pero es en parte por sus inseguridades de adolescente. Que cierto jajaa al menos yo creo que Kagome no se da cuenta porque siente muy como hijo a Kenji. Genial que te gustó El parto, le di harto amor e incluso me asesoré por mi madre que es matrona. Sobre el ritual de fertilidad, eso es propio pero siento que justifica la fuerza del poder espiritual de Moroha y como no interviene con sus genes demoniacos. Finalmente, amé tu idea, probablemente desarrollaré algo. Gracias por tu rw bello!

-Manu: hola manu! que bueno leerte c:. A Kagome recién se le encendió la ampolleta hay que ver como reacciona. Sobre shampoo creo que tienes razón sobre las tramas, efectivamente inuyasha tiene algo más serio que Ranma y se ve en sus personajes. La verdad solo escribo en mi ipad, tengo mi notebook en otra ciudad y no escribo bien por celular, las teclas son pequeñas y uff...me es difícil incluso usar Whatsapp. Sobre Hisui y Sesuna si, siento lo mismo, al menos en este fic he Intentado desarrollar lentamente sus relación pero con la ternura que yo le veo al menos. Y si, el Sesshrin responde también para mi a ese desarrollo maravilloso del personaje, el pasar de odiar humanos a estar con uno, a cuidar de uno. En ese sentido me parece excelente culminación que luego de años hiciera vida común con la humana que lo cambio, ojalá la serie nos explique como se llegó a ello. El crossover no sé si exista en fanfic pero suena interesante jaja el problema son las distintas épocas, lo que yo si he visto son mini comics y referencias a las similitudes de ambas historias: las mujeres del pasado que marcaron al prota (Kikyo/Tomoe) los villanos similares, las nuevas parejas inmaduras pero que los salvan, etc. En tu historia, un Sesshomaru x Kaoru suena buen shipp jajja aunque creo que ella también funcionaria con Inuyasha, tiene una temperamento parecido a Kagome y la misma dulzura. Gracias por tu rw, nos vemos !