Capítulo 17

Moroha salió de su habitación con una sonrisa encantadora, había dormido como hace tiempo no lo lograba y la verdad, si hubiera dependido de ella, no se hubiera levantado de su cómodo futón, en el que podía entre risitas ensoñadoras recordar el día anterior. Kenji y ella habían llegado tardísimo de su visita a la playa, todo porque ambos, envueltos en sus propias sensaciones, habían perdido irremediablemente el sentido de la responsabilidad y solo cuando el hanyo notó el paso del tiempo ambos corrieron a la cabaña, aún un poco mareados por el día mismo. Y por supuesto, ninguno entró sino antes pasearse por el mini campo de flores silvestres que quedaba cerca de la aldea, la técnica secreta de Moroha para despistar un poco el buen olfato de su padre. No funcionaba en su totalidad, pero al menos en este caso distraería al padre de la evidencia puesta en el olor de los dos jóvenes entre mezclado. En su ensueño permanente, la adolescente no notó a su madre mirándola fijamente, concentrada, como intentando descifrar el código que era la sonrisa de su hija.

-¡Es un lindo día mamá! Iré a bañarme al río y volveré luego. No desayunaré, nos vemos- sin demorar salió rauda de la cabaña, sabía que aunque su madre no pudiera identificar nada por su aroma, de todas formas quería interrogarla por la tardanza la noche anterior. Cuando estuvo junto al agua, se metió sin pensarlo y dejó fuera de la misma solo su nariz y sus ojos. De esa forma era fácil ponerse a reflexionar nuevamente y, es que a pesar de lo fría de la corriente que la envolvía, su sonrisa sumergida bastaba para distraerla del ambiente. Luego del conflicto que ella misma había creado con el hanyo, todo se había resuelto a favor de ambos; ella había logrado entregarle su feo regalo (pero lleno de amor, por supuesto) y también, asunto que más que avergonzarla la llenaba de un dulce calor en el pecho, habían sucedido "cosas" entre ellos que eran absolutamente nuevas. Cerró los ojos aun dentro del agua porque sus memorias de los besos demás, las caricias demás y las palabras demás no le daban tregua. Si bien las cosas claramente avanzaban entre ellos, ninguno llegó al punto de que todo se volviera excesivamente prohibido. Kenji la detuvo cuando perdió la conciencia de ella misma y comenzó a entregarse de sobre manera a sus instintos más primitivos. Y se lo agradecía, porque aunque en ese momento hubiera sido capaz de dejarse morir por él, ambos respetaban en sus silencios que no era esa la noche.

Lo único que la desbarataba un poco, era saberse total y completamente hechizada por Kenji. Seguía en su interior sospechando que el muchacho, con sus etéreos y calmados ojos violetas, la había puesto bajo su imperio o algo por el estilo, porque sino no se explicaba cómo se ponía tan tonta, distraída y risueña a su lado. Lo peor es que ni siquiera se sentía errado, al contrario, se sentía increíblemente correcto.

Cuando salió del agua y de sus pensamientos, decidió que lo esperaría radiante, que más daba si se comportaba en ocasiones como las aldeanas de la aldea desesperadas por novio, ya ni eso le significaba una secreta carga, porque en ese momento estaba tan serena y feliz por cómo iban las cosas con su querido hanyo que solo deseaba arreglarse, verse bonita para él y, si era posible, lograr escaparse nuevamente. Y así lo hizo, apenas llegó su madre la obligó a secarse, la obligó a usar otra ropa y ella se dejó, todo para al final pedirle que la hiciera dos trenzas y se las amarrara al pelo por detrás con una cinta, esta vez una de las que le dió Towa en su cumpleaños. Kagome estaba encantada, la peinó con cuidado y luego hizo lo que su hija le había pedido, pero lo que no se esperaba era lo que le dijo luego.

-Mamá ¿tienes ese pigmento para los labios que sueles usar? El que trajo Towa del futuro, que te regaló hace un tiempo.

-Sí, está en la habitación…¿por qué?- aunque parecía obvio, la novedad entorpeció a la sacerdotisa que miraba un poco pasmada a su hija.

-Keh...quería ponerme un poco si me dejas. Solo un poco, es que...no sé, como estoy un poco mayor creo que puedo...si no quieres, no-

La miko solo le sonrió, corrió hasta sus cosas como temiendo que la niña se arrepintiera y con cuidado le mostró cómo se hacía, ya que era muy distinto aplicarse ese maquillaje al típico labial de esa época que se colocaba con los dedos.

Kagome se maravilló de lo linda que se veía con ese tono coral oscuro en los labios similares a los suyos. Con el entusiasmo del momento, Kagome le propuso poner un poco de su sombra de ojos, un maquillaje que esta vez era de esa época. Moroha no lo dudo, confiaba que si su madre lo proponía, era una buena opción para ella. Así, Kagome maquilló los párpados de su niña con suavidad, el tono era también el ideal por su sutileza, apenas perceptible pero que daba un toque especial a todo el look.

-Gracias mamá- Moroha le sonrió muy feliz. Kagome sintió un deseo intempestivo por preguntar la razón de aquellos actos, pero se vio interrumpida por lo obvio y es que hacer eso solo espantaría a su hija. Y también porque en el fondo ella ya sabía un poco sus motivaciones.

La adolescente decidió quedarse ese día con la yucata rosada de obi negro que le dió su madre, la excusa esa vez sería permitirle lavar su ropa normal. Eso sí, la espada y el arco seguían con ella. La sacerdotisa aprovechó el ánimo de su hija y le pidió que la ayudara yendo a comprar algunas cosas que hacían falta, aquel día Inuyasha había salido temprano para trabajar con Miroku y no tuvo tiempo de pedírselo. Moroha asintió saliendo alegre de su casa, pensando que ojalá Kenji volviera temprano. No sabía a donde había ido, pero ella sospechaba que era para hacer esos pequeños trabajos que realizaba de vez en cuando ordenados por su padre. Llevaba gran parte del camino cuando, de la nada, la chica detuvo sus pasos atormentada súbitamente por un aroma familiar. No alcanzó a huir cuando tuvo frente a sí a Hiroyuki y un grupo de hombres lobos que la miraban de arriba abajo sin poder creer que fuera ella. Por su parte Hiro, con su pose recta y segura, se veía un poco más pulcro a ojos de la niña que lo miraba demasiado sorprendida.

-¡Morohita!- él, sin preguntas, la abrazó y la acomodó entre sus brazos.- No sabes cuanto te extrañé estos meses. Y mírate- Hiro alejó un poco su rostro de ella para mirarla de una forma casi descarada- estás más hermosa que nunca ¿sabías que veníamos?

-Hiro hola...yo, yo la verdad no tenía idea- la niña no sabía en qué sitio correr a esconderse, estar así de pegada al lobo la había puesto tensa y solo era capaz de reírse entre dientes incomoda. Solo se distrajo de aquello cuando se dio cuenta que conocía a varios de los acompañantes del chico- ¿Umiko?-

-Hola Morohita, que bueno que me recuerdes- una loba alta, de cabello rojizo corto y ojos azules se acercó a ella sonriéndole muy similar a Hiro. - Hey ridículo, suéltala la estaba asfixiando, idiota-

Hiro obedeció con un gruñido que la pelirroja ignoró. Umiko, la segunda hija de Koga y Ayame, tenía la belleza de su madre combinada con el carisma del padre, llevaba apenas un año de diferencia con su hermano y, por lo que sabía Moroha, se había casado y tenía ya algunos hijos. La sorpresa fue aún mejor cuando detrás de ella otra cara familiar la saludó, esta vez era una loba de ojos verdes intensos.

-¡Sayumi!- la shinhanyo corrió a los brazos de la loba y se abrazaron fuertemente.- estas enorme.

-¿Y tú? Casi no te reconocí con ese aspecto tan humano ¿te convertiste en la princesa de la aldea en este tiempo o que? -

-No, fue coincidencia, mi madre quería lavar mi ropa. Y el peinado bueno, es como llevo el pelo últimamente.

-Estás preciosa- Umiko interrumpió a las adolescentes sonriendo a ambas- pero estamos aquí acompañando a Hiroyuki en algo importante, así que Sayumi no interrumpas.

Moroha sintió un temblor dentro de ella al oír aquella declaración por parte de la loba. No había mucho que adivinar, bastaba ver que Hiro en su pecho llevaba el collar ceremonial que lo embestía como el nuevo líder de los clanes. Junto a ello, su atuendo más adulto y el cambio de sus ropas lo hacían ver muy similar a su padre en la juventud. La adolescente guió a todo el séquito hasta su hogar, en un recorrido que estaba lleno de preguntas y risas con Sayumi pero con la constante presencia fantasmal de lo que se le venía enfrente acosándola y respirando en su nuca. Cuando llegaron Kagome los recibió asombrada y un poco divertida de ver a otros de los hijos de Koga, las niñas, que solo sabían de ella por su nombre, hicieron un gesto referencial hasta la sacerdotisa.

-Bienvenidos, no tenemos mucho espacio pero si quieren veremos cómo acomodarlos a todos.

-No se moleste, trajimos cosas para acampar algunos días- dijo Umiko.- ¿Se encontrará el señor Inuyasha? Veníamos para hablar con ambos.

-No, lamentablemente se encuentra trabajando, pero volverá a comer en un par de horas. Por favor, ahora entren, me gustaría escuchar de sus padres.- El grupo de cinco hombres lobos entró dejando a Moroha paralizada fuera de su propio hogar. Por suerte, Hiro no notó aquello, así que a adolescente fue capaz de dar un suspiro lento y angustiado que venía muy dentro de su pecho. Lo evidente, lo apremiante de todo aquello la estaba asfixiando como si un monstruo enorme apretara todo su cuerpo. Hiro había vuelto como prometió, pero no solo eso, sino que había llegado con parte de su tribu, convertido en el nuevo líder la la misma y con un objetivo que Moroha conocía muy bien: venía a pedir formalmente su mano.

Un gran arco añoso demarcaba la entrada a la oculta aldea de los yokai reconocidos en la antigüedad como los "demonios devora mentes" por sus poderes que les permitían controlar el actuar de sus víctimas, haciendo que luego de un tiempo se convirtieran en una especie de cuerpos sin alma. Kenji temió que el nunca haber entrado a aquel lugar podría significar ponerse en un peligro demasiado grande, pero a su vez sabía que no podía dejar de intentarlo. Después de unos minutos que le parecieron eternos, como por arte de magia una figura bajita se apareció frente a él. El resultado fue la presencia de una anciana mujer que poseía una mirada serena de ojos como los suyos y que vestía un elegante kimono ceremonial.

-Tu debes ser Kenji.-

-Sí...discúlpeme- el hanyo hizo un gesto referencial que no inmuto en absoluto a la yokai- ¿usted quien es? No me dijeron quien me recibiría.

-Soy Atae, la líder espiritual de la tribu. Sígueme- con torpeza el muchacho siguió a la vieja mujer que lo hizo pasar tras el arco. En un instante, aquel en que su cuerpo pasaba la línea divisoria entre el bosque y la villa, Kenji sintió como una especie de invisible pared pasaba por su cuerpo. La extrañeza de aquella sensación lo hizo moverse de lado a lado, acto que solo detuvo cuando se dió cuenta de lo que tenía enfrente. Al contrario de lo que esperaba, frente a él se situaba un camino sinuoso de piedras enormes que entre una inmensa arboleda y lo que parecía una interminable extensión del musgo de verde intenso, se mostraba como la antesala de una suerte de bosque escondido. Lo más maravilloso a sus ojos era la intensidad de los colores que lo rodeaba, Kenji creía que por imposible que pareciera era capaz de oler con detalle el tono amarillo que desprendían algunos de los árboles que bordeaban el camino. "Oler colores, absurdo, si Moroha supiera se burlaría de mí" pensó sonriendo en silencio mientras la demonia lo dirigía a quien sabía donde. Ese recorrido callado entre ambos fue llevándolos hasta que el camino comenzó a abrir por entre la vegetación húmeda que lo rodeaba, terminando en lo que reconoció como dos figuras de piedra, probablemente talladas a mano, que a simple vista representaban a un macho y una hembra de la tribu. O eso imaginó al verlas. Cuando siguieron caminando lo que vió lo deslumbró con mayor facilidad, porque de manera gradual surgieron ante sus ojos edificaciones como nunca había visto, no eran cabañas de madera sencilla sino casas similares a templos con techos altos y que a medida que avanzaban más y más en el camino de piedra forjaba cada vez el centro neurálgico de lo que parecía una pequeña ciudad. Y claro que lo era, la arboleda frondosa aunque no mermaba, si daba paso a la aparición de personas que caminaban de lado a lado, algunas entrando a algunos sitios (que Kenji asumió serían tiendas comerciales, posadas o por el estilo) y otras simplemente en labores silenciosas en una especie de centro de todo el lugar que estaba conformado por una gran figura también de piedra y un estanque que lo rodeaba que hacía de elemento central de aquel hermoso sitio. Las flores de loto que flotaba en el mismo y la increíble calma del sonido del agua que recorría la figura y caía al estaque hicieron de ese espacio, al menos en la mente del hanyo, una suerte de punto de paz.

Cuando salió levemente de su concentración y sorpresa, fue capaz de divisar como algunos demonios alrededor de él lo miraban fijamente. Algunos gestos de evidente desagrado y otros con un dejo de curiosidad en la mirada lo hicieron sentir un poco incómodo. Seguramente su olor, su ropa y sus pequeños pero notables gestos físicos distintos a los de la tribu lo habían hecho destacar rápidamente. La anciana se detuvo cuando lo vio paralizado para acercarse a él y susurrarle.

-Están advertidos. Aun así, les atraes-

Claro que les atraía, pensó el chico, les atraía como un animal desconocido o una atracción para los niños. Algo extraño. Y de seguro para otros nada más que un ser repugnante. No importaba si compartía su tono de piel, sus ojos tan característicos y su estampa física, al final del día él era un híbrido y no tenía sentido olvidarlo. Menos en ese momento. Y no era que se sintiera menos. Años atrás, bajo la angustia y abatido por su obvia soledad, Kenji habría sentido que era la alimaña más miserable de aquel sitio. Pero ahora, con su nueva vida, con su tiempo viviendo entre seres de distintas especies que no lo rechazaban, sino que al contrario, lo querían y respetaban, algo dentro de él se había sanado creando la seguridad necesaria para que hiciera frente a su realidad, a su tío y, por supuesto, a su desconocido origen.

-Este es el punto central de nuestra aldea. No se nota desde aquí, pero las casas crean una fortaleza enorme que fue diseñada de antemano a su construcción: si recorres las calles podrán ver como las dimensiones son similares entre unas y otras y como ningún edificio fue puesto al azar- la anciana hablaba con mucha naturalidad pero siempre ignorando su mirada, la que por respeto Kenji de todas maneras le concedía.

-Es hermoso- la mujer no contesto, se limitó a moverse llevándolo hacia el otro lado de aquel sitio, para mostrar que frente a ellos se presentaba una extensa escalera que terminaba en un edificio alto, con el techo más imponente que habia visto Kenji en su vida y coronado con un arco similar al de la entrada.

-Aquella es la mansión de nuestro líder. Ahí será tu encuentro. Pero antes, nuestro líder a pedido que sea presentado a algunas personas.

Siguieron entonces ambos su camino por entre las calles de la aldea, Kenji se sentía como si fuera un lugar familiar, pero a la vez, algo que él asociaba a sus instintos le decía que huyera. El recorrido entre las miradas de los yokai y las edificaciones se detuvo justo en frente de lo que el chico sospechó era una armería. Y justo al lado algo llamó increíblemente su atención, un inmenso dojo tradicional que pudo imaginar se trataba de aquel donde Nomi solía entrenar cuando no lo hacía a escondidas con él y su maestro Yorio. Como si hubiera leído su mente, la anciana mujer le indicó que entrara a aquel majestuoso sitio y él, sacándose los zapatos con rapidez, entró disfrutando del primer instante la grandeza del mismo. Cuando era pequeño y Nomi le comentaba de la aldea, él podía imaginar cómo era entrenar en un dojo real, con un maestro dedicado y con toda la significancia que había en el entrenamiento de la katana. Para Kenji el manejar su arma era más que seguridad: era un estilo de vida. Llevar una katana significa sus deseos de proteger, no de matar. Sin dudarlo se agacho de la forma que bien conocía, hizo una reverencia por respeto a todos lo que pasaron antes que en por aquel sagrado sitio e hizo lo que sabía, práctico con su espada. Luego de unos minutos recién pudo darse cuenta de cómo la mujer lo miraba con tranquilidad, estaba tan absorto en su propia felicidad que nada le hubiera importado hasta ese momento. Solo se detuvo cuando ella le pidió que se acercara.

-Nuestro líder quería que se te presentara al herrero de la tribu. - Kenji asintió y fue llevado al edificio de al lado donde un hombre de grandes músculos y un rostro endurecido por su oficio le hizo un reverencia que él no esperaba, haciéndolo sonrojar levemente. El tipo se presentó sin cuidado y se quedó muy concentrado en la espada que llevaba en la cintura.

-La primera katana de cada uno de nuestros miembros es forjada aquí. Luego ellos las perfeccionan, algunos llevan sus armas con otros expertos. Como aquella que llevas.-

-Era de mi madre, entiendo que la forjó Totosai.

-Sí. La hoja. Pero la empuñadura es mía- el hombre hizo una mueca de enfado.- de seguro tu madre rompió su katana.- sin preguntarle el demonio se la quitó del cuerpo para examinar. Sus ojos se abrieron al instante de manera considerable, dándole una expresión que Kenji no sabía cómo interpretar.

Después de un leve silencio, le devolvió la espada.

-Esta espada era de Eimi. Recuerdo cada una de las katanas que creo.

-Sí, ella era mi madre…¿la conocía bien?-

-No. Pero todos sabían que era igual de molesta que una pulga y tan aguerrida como un tigre. Difícil demonia, por eso murió joven.

El muchacho no supo qué decir de aquello. No le parecía que fuera una descripción grosera de una persona, al contrario, era curiosa y atractiva. Sin poder evitarlo por su mente el pensamiento de que esas palabras también calzaban un poco con la personalidad de Moroha lo hicieron sentir un golpe de calor en el pecho. Incluso en esos momentos de tanta novedad la niña se venía constantemente a su memoria.

A su suerte, la anciana volvió a indicarle que la siguiera. El recorrido de vuelta al centro del pueblo fue más lento que el anterior, porque la mujer fue relatándole distintos temas sobre el lugar, desde las familias que habitaban algunas casas hasta los oficios que caracterizaban a los demonios de la tribu. Fuera de lo absolutamente nuevo que era todo aquello, Kenji se cuestionaba con cautela el porqué de todo ese paseo instructivo. Si bien conocía las intenciones de su tío de usarlo como continuador de especie (porque eso era, no había palabras más gentiles) no tenía idea de porque se interesaba en que su sobrino, el sucio hanyo, conociera sus costumbres y su hogar. ¿Intentaría convencerlo de que aquel era un buen sitio para vivir? ¿Estaría dispuesto a aceptarlo como uno del clan?. Kenji bufó, claro que era imposible. Cuando llegaron hasta el inicio de la escalera que llevaba a la mansión del líder, la mujer se dirigió nuevamente a él.

-Serás llamado a la sesión. Aun faltan varios minutos así que espera aquí- el chico asintio a su interlocutora y esta, sin despedirse, lo dejó justo al gran pilar de color terracota. Kenji se sentó aburrido junto al lugar donde había sido abandonado, para notar que justo en frente de una edificación antigua pero majestuosa un grupo de demonios de edad mediana estaban sentados conversando animadamente alrededor de una mesa de madera. Se dedicó a observarlos, era muy extraño ver en ellos el reflejo de muchas de sus propias actitudes, aunque los yokai, como el bien había aprendido en su viaje en soledad, siempre guardaban en sus formas una actitud más bien elevada, que era chocante para los humanos en general. Uno de los miembros del grupo notó su atención y, con un gesto sencillo de la mano, le indicó que se acercara. Kenji obedeció pero un poco nervioso al desconocer las intenciones del yokai.

-Así que el híbrido escuálido. Nos contaron que vendrías y se nos obligó a hacer caso omiso de tu desagradable presencia.- el muchacho se sintió levemente ofendido pero haciendo gala de su personalidad calmada ignoró el insulto.

-Sí mi presencia les molesta, descuide, me iré lo más pronto posible- antes de que pudiera girarse para irse de ahí, el grupo comenzó a reír de buena gana. Una de ellos, con una voz melodiosa y un cuerpo escultural, detuvo su animada reacción para indicarle que se sentara junto a ella. Kenji, acostumbrado a las burlas pero no a ese tipo de reacciones, solo atinó a hacerlo.

-No los escuches, aquí todos se burlan de todos. No somos tan groseros como debes estar pensando.- dijo la mujer sonriéndole ampliamente. Kenji de inmediato pensó que ella era muy parecida a Nomi, solo que su cabello era corto, pelirrojo y su ropa aunque similar era un poco más recatada.- Si bien hueles bastante a humano, tu aspecto te ayuda a pasar un poco desapercibido. Eres muy guapo.¿Cómo te llamas?.

-Gracias. Kenji-

-No cohibas al jovencito, Jan, sino no querrá volver nunca. - el primer tipo le puso enfrente, sobre la mesa, una copa de algo que olía terriblemente- tomate esto ¿tienes edad verdad?

-Tengo veinte. ¿Qué es exactamente? No parece sake-

-O sea que en el fondo, aun eres un chiquillo. Al menos el crecimiento en nuestra tribu no es similar al de los humanos. Es un trago que hacemos aquí, parte de nuestros miembros son buenos alquimistas, capaces de hacer desde pócimas sanadoras hasta veneno. Aunque lo que más les gusta preparar a esos estúpidos son estos licores insufribles para olvidar lo miserables que son.- el grupo volvió a reír y Kenji pensó que al menos debía sonreír al unísono, como para no parecer tan grosero.

-¡Hey, más respeto, yo trabajo con ellos!

-Eres una de las comerciantes Jan, no seas absurda. No te alcanzó el cerebro para ser una alquimista. Bueno, fuera de eso, cuéntanos de ti niñito. Te explico, mi nombre es Mineko y este conjunto de idiotas son mis amigos. Trabajamos en el comercio, este de aquí es parte de la milicia, ella es dueña de una posada y a Jan la conociste, la que se cree alquimista.-

-Bueno días a todos- Kenji hizo una reverencia que hizo reír a un par- yo..bueno, no sé qué les habrán dicho de mi. Fui llamado por el líder, tengo una reunión con él.

-Se nos dijo que un híbrido, hijo de una fallecida miembro de la tribu vendría a la aldea. Lo que nos dijo Atae en complemento hace unos días es que era importante no hacerte nada, porque en ti está la clave de algo importante. Dinos Kenji el hanyo. ¿Por qué eres tan importante?

Kenji no supo qué decir, de repente la mirada penetrante y ruda del hombre lo puso muy nervioso. No sabía si era buena idea decir quién era él.

-No lo pongas en aprietos Mineko. Se nota que no puede decirlo. Con lo que sabemos nos basta- dijo Jan ofreciéndole esta vez algo de comer que él recibió gustoso, intentado desviar un poco la atención de todos sobre su rostro.

-Está bien. Mejor aprovechemos el escaso tiempo y emborrachemos a este importante muchachito que parece que hace poco abandonó los pechos de su madre- los amigos comenzaron a reírse, uno a hipar divertido totalmente rojo a causa del extraño alcohol. Kenji lo había probado pero no era de su gusto, aun así, tomó un buen sorbo. Quizá si lo ayudaría a tranquilizarse. - A menos que, abandonada la madre, estés buscando otro regazo de hembra del que arrimarte.

-Que gusano más desagradable eres Mineko- el yokai de la milicia, otro miembro de ojos violáceos y con figura de samurai se dirigió a ellos, dándole un golpe certero en la espalda a su amigo. Kenji, por el comentario, no pudo evitar ponerse muy rojo, a pesar de que sabía que eso empeoraría la visión de ellos sobre él. En el fondo era cierto, seguía siendo un niñito idiota y el tímido de siempre. - Tu katana fue forjada aquí, asumo que era de tu madre. Y diría por tu excelente postura corporal y forma física que tienes amplios conocimientos de Kendo ¿no es así? -

-Sí, fui entrenado- dudando un segundo, creyó que eso no era tan malo de admitirlo- por Yorio. Supongo que lo conocen.

-Ah ...un gran e increíble imbécil de libro. No pero en serio, es un maldito engreído, solo porque es la mano derecha del líder seguro hasta le mam….

-¡MINEKO!- Jan saltó al mismo instante que Kenji, por la risa, botó por la boca un poco de alcohol. No pudo evitar continuar riéndose lo que alegró evidentemente al resto de los demonios que lo miraban divertidos. No sabía si eran los efectos nacientes del trago (a juzgar por el calor que sentía en sus mejillas y un poco el mareo) o realmente eso había sido muy hilarante.

-No hay que preguntarlo, tampoco a ti te agrada.- dijo el demonio samurai.

-Aunque ese infeliz de Yorio solo tiene ese puesto porque complementa la evidente falta de fuerza de Koriu- la otra mujer, que a diferencia de Jan era más bajita y con la cara redonda y el cabello largo de color café, lo miró directamente.- si no fuera por él, nuestro líder habría pasado por muchos más apuros.

-Oye Megumi que manera es esa de hablar de nuestro líder- Mineko la regañó pero, curiosamente, solo provocó que los ebrios demonios rieran muy fuertemente.

-¿La falta de fuerza? ¿Qué quiere decir eso?

-Quiere decir que hace años que Koriu tuvo un pequeño problemita contra las fuerzas espirituales y casi purificaron su vanidoso trasero. Misma ocasión en que mataron al antiguo líder- de esa historia dicha por Mineko, Kenji solo conocía la última parte que consistía en el asesinato de su abuelo, padre de su madre, pero en ninguna parte de sus recuerdos estaba la mención de que su tío habia sido afectado igualmente. Esa era una información muy valiosa.

-Ahora el pobre infeliz de nuestro líder, al ver la nula natalidad de nuestro pueblo, la gran cantidad de ancianos y sus casi inexistentes poderes, a forzado a lo alquimistas a crear armas letales, pócimas, venenos para colocarlos en las katanas...una serie de cosas indignas para una tribu como nosotros.- dijo esta vez con un tono apesadumbrado el guerrero.

-¿Veneno y pócimas? ¿Es posible ver aquello? Creo que es fascinante- la mentira piadosa de Kenji fue bien recibida por Jan, que le dijo que saliendo de su sesión ella misma lo llevaría a la mansión de los alquimistas. -¿Y a Nomi la conocen?

-Claro. Fue expulsada hace poco tiempo, fue todo muy violento por lo que supe. Las malas lenguas dicen que traicionó a Koriu, con el que era "muy" cercana- la pausa y las risitas de Jan alertaron al chico- Se dice que era algo así como su nueva concubina.- a pesar de la terrible impresión, Kenji actuó muy bien evitando desparramar el resto del alcohol directamente desde su boca. ¿Nomi mujer de Koriu? ¿Era posible algo así?

-Yo sabía algo parecido y nisiquiera lo pondría en duda, cualquier imbécil con un poco de poder pondría a una belleza como ella a su lado, así actúan los demonios débiles. - dijo Mineko despreocupadamente. Dentro del hanyo una mezcla entre rabia, dudas y sorpresa debatían para decidir cómo debía actuar con esa información.

Cuando iban a seguir su conversación, Atae volvió aparecer frente a él con la mirada más severa que recibió en su vida. Sin dudarlo la siguió y ambos, en silencio, subieron la extensa escalera dejando detrás del chico un hilo de comentarios y gritos alentadores de sus nuevos "amigos" que lo hicieron sonreír. Por alguna extraña razón ese encuentro lo había hecho sentir mucho más seguro respecto a lo que iba a hacer que antes.

Una vez arriba, la anciana lo hizo entrar a una mansión de tamaños colosales. Por la primera entrada, una gran sala vacía se mostraba frente a el. Solo estaba decorada con pequeños arreglos de flores, una espada colgada en el fondo y un asiento en medio. Donde estaba Koriu.

-¿Estuviste tomando, Kenji? - dijo el demonio arrugando la nariz frente a su sobrino. La actitud grandiosa del yokai hizo sentir un poco aterrorizado al hanyo, pero se negaba a mostrar debilidad.

-Hola a ti también. Creí que estabas muerto, demoraste en hacer presencia-

-Siéntate- Kenji no obedeció, continuó de pie frente a Koriu que ante ese gesto le sonrió con suficiencia.

-Esa niñita, la híbrida con intenso olor humano no logró matarme. Pero admito que me hirió. ¿Es la hija de ellos, verdad?

-¿Importa? La verdad vine aquí por otro tema. Quiero que dejes de jugar a las posesiones, los espías, a hacerte el muerto. Me harté. -

-Admito que hice todo eso pero ¿espías? ¿Te refieres a Nomi? No, ella fue genuinamente expulsada de esta tribu, por ser una cualquiera engañosa.

-No hables así de ella, fuiste un desgraciado haciéndole daño - Kenji no supo porque tanto, pero escucharlo hablar así de la demonia le hizo hervir la sangre de odio.

-Es el pago que da la tribu cuando traicionas a tu gente. Lo sabrías si no tuvieras la sangre manchada. Ahora dime ¿que quieres viniendo aquí? Te advierto que si intentas hacer algo contra mí, será inútil, estás rodeado de guardias que son mejores espadachines que tú.

-Tranquilo tío, yo vine para conversar. Es verdad que no alcanzaría a matarte. Y a ti tampoco te conviene matarme a mí ¿no? Quien resolvería el problema de tu raza, problema que a juzgar de la conversación que tuve abajo, tu gente desconoce.

-Parece que vivir con los humanos y los híbridos te convirtieron en una descarado. Guárdame más respeto.

-No. ¿Quieres conversar o no? A todo esto, ¿porque mandaste a la anciana a mostrarme el pueblo?- el nuevo impulso (casi sobreactuado) de Kenji lo hizo sentir deseos de saberlo todo.

-Igual que tu, reflexione sobre esto. Cuando te encontramos y decidí entrenar lo hice para prepararte, porque sabía que eras la única esperanza para que la especie de demonios a la que pertenezco no terminara, pero pensaba usarte y deshacerme de ti. Ahora que eres un adulto, sé que lo sabes. Pero esa vez que te dimos la oportunidad de ser parte...cuando te enviamos Yorio y yo hasta la aldea, era un acercamiento sincero.

Kenji se estremeció. Recordar que, en algún momento, no hace tanto tiempo, estuvo de acuerdo con esa propuesta y le atrajo la idea de ser aceptado por el canalla de su tío, lo hizo sentir un miserable de lo peor. Y sí lo era, un mentiroso miserable.

-Fui un idiota. Ya no me interesa ese arreglo-

-Lo sé. Por eso te mostraron la aldea. Tú lo viste, somos una aldea escondida de gente tranquila, trabajadora. Con lugares hermosos, como el dojo, como esta mansión. Pero, además, somos una tribu bien preparada. Hace años nuestros sabios han desarrollado ampliamente el arte de la alquimia. Y, últimamente, lograron crear un veneno muy efectivo en yokais, un veneno que mata con la rapidez de una katana. Te preguntarás ¿por qué hacer esto? Porque somos una tribu en decadencia, es cierto- cuando dijo eso Kenji se alertó, que el admitiera eso no podía ser un buen augurio- Con eso en mente, hemos formado una milicia de los más altos estándares, su manejo en el kendo, en la artes marciales y en el control mental propio de nuestra gente nos van a convertir en una de las grandes amenazas, para demonios y humanos. Te lo aseguro, sobrino. Con eso en vista, debo advertirte que con solo un grupo de los míos, con la ventaja del veneno en las katanas, con nuestras capacidades de control mental...seremos capaces de vencer yokais, humanos como la sacerdotisa con la que vives y, claro, incluso híbridos como aquel hanyo orejas de perro y su hija flacuchenta.-

La amenaza evidente en las palabras de Koriu hicieron sentir un gran terror a Kenji. Él sabía que no podía ser mentira, incluso siendo su maestro un hombre tan poderoso, siendo la señora Kagome tan fuerte y Moroha teniendo aquellas increíbles habilidades de espada y arco, era imposible que ellos tres y un grupo de humanos detuvieran a una guerrilla de demonios puros extremadamente armados y bien preparados. No cabían dudas.

-Se lo que piensas. Pero te presto una solución, Kenji. Una muy buena, que tranquilizara tus temores y me dará la beneficios de no mal usar mis samurai en tan burda batalla como que la te imaginas-

-Dila- la previa seguridad de Kenji decayó, pero no lo suficiente como para verse débil. Iba a escuchar la propuesta, sí, porque al final del día aunque el mismo se sacrificara por el resto, nunca lograría ser el héroe. Sin preámbulos, su tío fue cuidadosamente contándole su objetivo, su plan. A medida que avanzaba Kenji repasaba en su mente sus opciones, dejando que Koriu detallara lo que debía hacer, hasta que luego de varios minutos, el demonio se quedó mudo esperando una reacción de muchacho.

-De acuerdo, acepto tu propuesta.-

La hora normal de la cena en cabaña de la sacerdotisa del futuro pasó y el dueño de casa no llegaba. Tampoco su discípulo. Frente a eso, las otras dos ocupantes se dedicaron a complacer a las visitas que se negaban a marcharse hasta ver a Inuyasha. A la misma se unió Nomi quien conversó muy animada con los lobos. Cuando Moroha ya iba en su tercera porción de cena a causa de su ansiedad, entró por la puerta su padre con una cara de malas pulgas increíble.

-Lo que me faltaba este día, más lobos en mi casa…- la mirada de regaño de Kagome ante esa bienvenida no se hizo esperar- Keh…

-Inuyasha...los hijos de Koga y sus compañeros esperaban por ti, hace horas que esperan.

-No tenía idea de que vendrían a molestar. - el hanyo podía presentir en el ambiente muchísimas cosas, como la inquietud en los ojos de su hija (quien vestía como aldeana y se veía especialmente linda) , la satisfacción en la sonrisa del mini pulgoso y el nerviosismo en los movimientos de su embarazada esposa. Su día estaba terminando demasiado estresante, solo minutos antes había pasado por una de las conversaciones más difíciles de su vida y no quería repetir nada como aquello.-¿Sucede algo?.

Kagome, adelantándose, presentó al resto de los lobos y Hiro al final se levantó de su asiento para, con un acto inimaginado, dar una reverencia al hombre frente a él.

-Señor Inuyasha, lo primero era contarle a usted y su familia que fui elegido como el nuevo líder de los clanes de lobos de las montañas, en sucesión de mi padre- Inuyasha iba a replicar que no le interesaba pero el joven lo interrumpió hablando fuertemente- la razón de mi visita aquí es tan sencilla como rendirle honores a su familia.

En el suelo, junto a su madre, la adolescente de ojos cafés oscuros deseaba levantarse y gritar que no, que no dijera nada.

-Hiro porque no hablamos nosotros antes…-

-Morohita, tranquila tendremos mucho tiempo- el lobo ignoró a la muchacha para volver a enfocar su sonrisa en el semidemonio- mi séquito y yo trajimos estos regalos porque deseamos que usted acepte mi humilde….

-¡NOOOOO!- Moroha se levantó de su asiento tan roja y brillante de sudor como una manzana, con un salto torpe a causa de la ropa y pasando por encima de la mesa que se interponía en su camino, se puso frente a Hiro ante los ojos sorprendidos de su padre- TENEMOS QUE HABLAR, AHORA.

-¿Morohita qué pasa? Solo quería decir que trajimos estos regalos como humilde muestra de respeto a su futuro hermano. Nos enteramos hace unos días y nos pareció un buen gesto.

La shinhanyo, sintiéndose confundida y un tanto estúpida, se detuvo sin dejar de mirar al lobo con el rostro desfigurado. ¿Eso era? ¿Podría ella estar tan equivocada? No podía ser, por un simple vistazo a su madre la hizo dar cuenta que la miko pensaba lo mismo. Y, si giraba, probablemente hubiera comprobado que su padre también pensaba lo mismo.

-Felicidades, mis padres nos enviaron con muchos regalos para el futuro hijo- Hiro hizo un gesto para que los lobos que no eran sus hermanas trajeran las cajas con los presentes. Kagome, que había despertado de la impresión a diferencia de su hija, dió las gracias en nombre de todos. Con ese último gesto los lobos dieron por finalizada esa noche, marchándose a un terreno cercano donde dispondrían de su campamento.

-Hiro, espérame afuera por favor. Quisiera que habláramos- el lobo asintió feliz a la niña. Inuyasha a su vez observaba a su hija con detención. Todo aquello había sido especialmente curioso. Cuando Moroha le devolvió la atención, el hanyo cruzó sus brazos en su pecho como un gesto severo.

-¿Por qué te pusiste tan nerviosa, enana?- los ojos dorados del padre de la niña irradiaban algo que solo podía ser un sentimiento entre la rabia y la decepción. Y Moroha no entendía ninguna de aquella opciones.

-¿Yo..? ¡Por nada! Ahora, por favor, déjame conversar a solas con Hiro, nada va a pasar te lo prometo.

-Lo sé, Keh...- sin decirle nada más, aún con la expresión dura para con ella, su padre se giró en sí mismo camino a la habitación. La insospechada serenidad de su progenitor dejó demasiado intrigada a Moroha pero, en ese momento, lo que más la arremetía era el deseo de hablar con el lobo.

Fuera de la cabaña, Hiroyuki esperaba sentado en el mismo sitio donde hace meses habían tenido la conversación que la adolescente nunca había podido olvidar. Aquel día Moroha había comprendido que podía permitirse cosas nuevas, relajarse y ser quien quisiera ser. Parecía que el lobo pensaba igual que ella, porque cuando se sentó a su lado su sonrisa se hizo más suave.

-Meses atrás casi te beso. Aquí mismo- "y tanto ha pasado conmigo desde entonces…" pensó ella, sonrojándose de saberse un poco culpable de estar a solas con Hiro, bajo la luna.

-Sí...lo recuerdo. Hiro yo quería hablar de otra asunto contigo...o sea, en realidad no sé si es otro tema...yo no sé bien pero hasta hace poco creía que ibas a..-

-¿Creíste que pediría tu mano?- Hiro, sin desviar la mirada honda a su compañía, espero calmado su respuesta que demoró algunos segundos.

-Sí...fue por todo lo que hablamos antes de que te fueras, porque ambos sabíamos que pasaría contigo en el consejo de ancianos.

-La verdad, aun no soy el líder como tal. Me pusieron una serie de condiciones previas, estoy designado provisoriamente.

-¿Eso se puede? Wow. Lo siento ¿qué... te piden?- Moroha se maldijo por preguntar aquella obviedad, pero el nerviosismo que la congelaba en su asiento no la dejaba pensar bien.

-Primero, pasar una prueba de fuerza, que es costumbre. Segundo, cumplir años, no estoy seguro de porqué, supongo que aun me creen un poco inmaduro. Y tercero, casarme. - con esa última declaración Moroha cerró los ojos. Secretamente le atormentaban muchas cosas que parecían absurdas. Si bien era cierto que Hiro la quería a ella de esposa, de compañera, también era verdad que no tenía ninguna obligación de aceptarlo. De hecho, ya antes lo había rechazado. El asunto era otro. Era que ahora sentía que estaba siendo cruel con el lobo. Antes, con la neutralidad de sus propios sentimientos, era fácil ignorar, rechazar o no empatizar con los sentimientos de Hiro ¿pero ahora? Se estaba volviendo estúpida, lenta y débil, porque si le importaba no lastimarlo. No, no quería lastimarlo. A parte...decirle que no, era una cosa…¿y el otro asunto?.

-No te asustes. Cuando nos marchamos, mi padre habló conmigo. Tu sabes que no tenemos mucha relación, somos parecidos pero no me siento tan cómodo con él.- Hiro desvió la vista a la luna encima de ellos. La melancolía de su voz era sincera a la perspectiva de la niña.- Me dijo que soy un idiota contigo. Que no debería presionarte, que no eres ese tipo de hem...mujer.

-No es eso Hiro, es que...

-Espera, lo que quiero decir es que dejare de acosarte con mis intenciones. Seré diferente, calmado y paciente contigo. Porque te lo mereces y porque…- el lobo volvió a mirarla, pero ahora ella no sabía qué hacer, enfocó su rostro y pensamientos a su regazo, hasta que en un gesto suave y tierno Hiro levantó su mentón para que lo mirara.

-Moroha, quiero que sepas que mi interés por ti no es por mi cargo futuro, ni por mis responsabilidades, por nada de eso. Yo estoy enamorado de ti. Si tuviera que irme contigo dejando a mi clan, lo haría. Si tuviera que dejar de ser lobo, también.

Y ahí estaba todo lo que Moroha temía escuchar. Una leve esperanza en esos meses la había hecho reflexionar y creer que los sentimientos de Hiro más que de amor, tenían que ver con las expectativas de su familia, con los deseos de él como joven lobo de ser un responsable líder, casado y con una familia. Un creador de lazos, de vínculos, donde ella lucía como la figura ideal. Pero esas palabras rompieron esa visión tranquilizadora en la adolescente. Porque Hiro le estaba confirmando lo contrario, en realidad, no tenía que ver con lo que ella daba por sentado.

-No sé qué decirte…

-Yo sé que no me amas, pero no importa. Lo intentaré a tu manera. De todas formas tenía que venir aquí con mis hermanas, tengo contactos para afianzar por esta región. Además, necesitaba volver a verte.

-Mmm…Hiro yo tengo que confesarte algo, en estos meses yo he…- pero se quedó callada a mitad de su verdad.¿Podía confesarlo? No había hablado con Kenji, él ni siquiera sabía que Hiro estaba ahí. Además, ¿si le contaba a Hiro como aseguraba que él, por la rabia, no lo dijera a sus padres? ¿Qué haría su papá con Kenji? ¿Qué le haría Hiro a Kenji? Si volvían a pelear, si peleaban ambos con él por su culpa...no, ella podría morir. No quería verlos así, tampoco quería complicar la situación de el hanyo en la aldea, con sus padres, con todos sus cercanos… "Maldita sea porque tiene que ser tan complicado" pensó mientras agarraba con fuerza la tela de su yucata rosa. - No sirvo para estas cosas, yo...ash.

-Por ahora, somos amigos ¿bien? Como siempre. Eres mi amiga. Y mi protegida, por supuesto- el lobo le sonrió como solo él sabía hacerlo, tranquilizando un poco a Moroha con sus palabras.-

-Bien.

-Te contaré un secreto, el grupo de viejos decrépitos del consejo casi no me acepta. Los odio, tenías razón sobre ellos, nos deberían ser los elegidos para esto nunca más. Me generaron una sensación de ...inseguridad-

-¿A ti? Eso sí es nuevo- bastante más relajada, Moroha se rió ante ese relato.

-Lo digo en serio, desde ese día me he sentido más presionado y estresado que nunca, me vigilan constantemente, cuestionan lo que hago. Es angustiante- con un suspiro sincero Hiro se acomodó en su asiento apoyando sus manos detrás de su espalda y estirando la misma.

-Hay que deshacerse de ellos por lo pronto.-

-Lo primero que haré como jefe será mandarlos a retiro, en lo más lejano de las montañas. Y los enviaré solos, si alguno muere, bien.- la niña se volvió a reír, ella también detestaba a esos hombres. Hiro respondió de la misma manera.

Cuando Moroha iba a proponer, entre carcajadas, otras ideas para eliminar a los ancianos, frente a ellos, casi como un deja vú, apareció el hanyo de ojos violetas iluminando más que nunca con su mirada. Moroha creyó que se le paralizó el corazón. Culpable, sí, se sentía culpable como una infante que hace lo que los papás le enseñaron que estaba mal.

-¡Hola Ken! ¿Qué tal tu recorrido?-

-Prefiero Kenji, no es tan largo de recordar, ¿no?. Bien. Gracias-

Con el pecho apretado, el corazón alocado y las manos sudorosas, Moroha buscó la mirada del hanyo, pero era imposible, él la ignoraba de manera majestuosa.- Disculpen si interrumpí ¿segunda vez no? Parecían cómodos. Solo iré adentro por algunas cosas para la noche y me iré lejos, tranquilos- el tono tranquilo de Kenji no era en absoluto lo que esperaba la niña, pero sabía que aun así sus palabras buscaban ser rudas.

-¿Te irás? ¿Dónde? ¿Por qué no dormirás aquí? ¿Pasó algo? ¿Estás bien?- la seguidilla de preguntas de Moroha escaparon en raudal de su boca, de manera nerviosa, haciendo que Hiro se riera.

-Hey, tranquila, no es un chiquillo.- Kenji no respondió a nada, solo entró y salió muy rápido de la cabaña, como si fuera perseguido- ¿Dormirás con esa preciosa demonio? Nomi creo que es. Bieeeeeeeeen. No diremos nada.

-No puedo decirlo, pero gracias- la sonrisa malvada del hanyo contrarrestaba con la amistosa del lobo. Moroha quería solamente agarrarse del cuello de Kenji y contarle que pasaba, preguntarle porque se iba, hablarle y hablarle para terminar con esa sombría y terrible postura. - Adiós.

Cuando Hiro se marchó junto a los suyos, Moroha corrió desesperada hasta su habitación y cerrando los ojos. Se concentró en percibir con claridad si sus padres dormían. Pero claro, su celoso papá seguía despierto y solo se durmió cuando ella estuvo un buen tiempo en la pieza fingiendo dormir. Como siempre, pasado el tiempo que le pareció idóneo, salió de la cabaña en busca de Kenji. Al inicio la fuerza de su corazón la desconcentró de su objetivo de encontrarlo, ni siquiera sus sentidos de demonio la eximian de aquella ansiedad.

Después de minutos sin encontrarlo cerca, imagino que estaría en el lugar de siempre. Por lo incómodo que era andar con kimono, lo arremango con torpeza hasta sus rodillas y fue lo más veloz que pudo hasta el árbol junto al pozo. Su corazón descansó en su interior cuando vio, a lo lejos, la silueta del hanyo.

-Kenji, que bueno que te encontré- desde abajo del árbol Moroha respiraba entre cortado, definitivamente odiaba la ropa de aldeana.

-Es muy tarde Moroha, no deberías estar afuera a estas horas- la niña, ignorándolo, intentó subir como hacía siempre pero fue inútil. Tampoco quería romper la ropa, así que dio un saltito torpe en el piso de pura frustración.

-No puedo subir, romperé la yucata- el tono infantil y consentido de Moroha desde el piso hizo que Kenji la mirara desde su altura. La niña se sintió enternecida de ver que se tapaba con la frazada que ella le había hecho. Al instante, Kenji dejó la manta a un lado con cuidado y saltó con suavidad junto a ella.

-Te llevaré a tu casa-

-¡¿Que?! Noooo, quiero estar aquí contigo.- el hanyo la miró de reojo y puso los ojos en blanco poniendo histérica a la niña- ¿Estás molesto verdad? ¡Mírame! No seas tonto Kenji, no te queda estar celoso, menos de Hiro. En serio, estás siendo absurdo. ¡Voy a enfadarme en serio si no cambias tu actitud!

-¿Perdón? ¿Vienes a regañarme? ¡Yo no te he dicho nada Moroha! Tu vienes acá a hacerme escándalo mientras duermo.- Kenji se detuvo en seco para mirar a Moroha. Su expresión afligida y herida puso más nerviosa a la adolescente que ya no sabía qué decir para arreglar lo que había vuelto a arruinar.

-No...yo solo quería verte. Te esperé todo el día.

-Te veías muy divertida la verdad, perdón si no lo noté-

-¡Lo ves! Celoso. No seas así, tú eres el maduro, yo soy la infantil, recuérdalo- Moroha le sonrió entre risitas que no hicieron que él cambiara su postura.

-¿Viniste a provocar mis celos o que? En serio no te entiendo, no pretendía hacerte ningún escándalo.

-No es necesario, basta tu mirada, tus comentarios-

-Sí, puede ser. Pero yo soy así, no tengo porque ser paciente siempre con todo. Hay veces que se me va de las manos- Moroha aprovechó ese instante de mayor quietud del hanyo y agarró con una mano la ropa que cubría su brazo, para darle un leve tirón para que se acercara. Pero no lo hizo, al contrario, solo le desvió la mirada.

-¡Ya basta! Deja de hacer eso ¿hablemos? No seas terco. Si me ayudas a subir al árbol podemos conversar-

-Que conversadora estás hoy…- Moroha, que estaba hartandose de esos comentarios sarcásticos, iba a devolverle la pesadez cuando de un solo movimiento se vio en los brazos de Kenji que la tomó como princesa y subió con facilidad el árbol. Se sentó con ella aun en sus piernas, como si aun la llevara de manera nupcial. Por instinto ella se había sostenido de su cuello, pero al verse en la seguridad del tronco se negó a soltarse.

-¿Ya habías visto a Hiro, verdad?

-Sí...muy temprano. Era obvio que iba en tu búsqueda. Supongo que viene a pedir tu mano, si es que no lo hizo ya y tengo en mi brazos a la prometida del mini pulgoso-

-No, tonto.- Moroha se sonrojo culpable de pensar que, en ese relato ficticio de Kenji, ella era una especie de adúltera malvada- No lo hizo.

-Lo dude un instante cuanto te ví vestida así tan cerca de él, creí que celebraban su unión o algo…- el hanyo desvió su rostro de la cercanía tortuosa de Moroha, pero ella a propósito apoyó su cabeza en el espacio que le daba su cuello, olfateando suavemente su olor.

-No...mal entendiste todo, ridículo. ¿Estuviste en el río ? Hueles a río.-

-¿Es mi culpa encontrarte con Hiro sentada igual que la vez pasada, riéndote con el? Y...tan hermosa. Me siento extraño con todo esto. Y sí, pase antes de llegar- el hanyo alejó un poco a la niña de su cuerpo, haciendo que esta lo mirara intranquila.- ¿Por qué no simplemente lo mandaste a su cueva?

-¡Yo...yo no acepte nada ni mucho menos! Pero estuve apunto de decirle que tu y yo...bueno, que tenemos algo, pero temí que no lo había hablado contigo, no lo discutimos ni mucho menos. Hiro dijo que quería ser mi amigo, nada más.

-Eso sí que es un buen chiste-

-En serio. Bueno, luego de confesarse. Dijo que está enamorado de mi.

-¡¿Que?!- Kenji apretó tan fuerte a Moroha sin quererlo que ella dio un quejido suave- perdón. ¿Y que se supone que pretende? Pulgoso maldito debí encargarme personalmente de que Sesshomaru lo matara aquella vez. O hacerlo yo. La próxima vez ni Setsuna salvará su pellejo-

-Hey, no es necesario. Yo no quise rechazarlo simplemente porque dijo que seriamos amigos, o sea, dijo que lo intentaría, pero ¿No ves que da igual? No voy a hacerle caso solo porque lo intente mucho.

-Claro, entonces está bien que te coquetee. Eres muy curiosa.

-Solo no quiero herirlo, es mi amigo. Nunca lo vi tan desvalido como hoy. No es que yo quiera, simplemente es complicado para mi. No he podido admitir que estoy contigo, eso lo hace peor.

-Yo no quería ocultarlo, tu me lo pediste.

-¿Y ahora? Digámoslo a mis papás, así te quitarás también a Nomi de encima.

-¿Cómo resguarda eso los sentimientos del lobo maldito?- Kenji no podía creer la cantidad de contradicciones de Moroha, solo podía mirarla directamente a sus ojos pensativos, intranquilos, mientras seguía muy agarrada a él.

-Podemos inventarle que mi papá me prometió a ti contra nuestra voluntad-

-Moroha ¿te estás escuchando?

-Entonces...escapemos.

-¿Ah?- el hanyo no sabía si había escuchado mal o que, pero ella lo miraba fijamente, muy seria. Incluso lo había soltado.

-Huyamos, le decimos por carta a mis padres y le inventamos a Hiro que yo me fui de viaje eternamente y que tú estás con tu tribu. ¡Es ideal! Después de un tiempo podríamos volver.

-Nunca le haría eso a tus papás, eso los destruiría. Tampoco tú. Y no Moroha, ahora menos que nunca podemos decir que estamos juntos.

-¿Por qué?

-Porque no es buen momento, por Hiro, por tu mamá embarazada…- "y por mi tío y sus guerreros que si saben que eres muy importante para mi, te tendrán de objetivo principal" pensó Kenji, pero claramente no pudo decirlo.

-Keh...bueno. ¿Dejas de estar enojado? No soporto que estés así.

-Ya.

-Me peine solo por ti, sientete feliz. No me gusta peinarme. ¡Y estoy usando una yucata! Mamá dijo que me veía bien, pensé que te agradaría. No es como que yo tenga que agradarte arreglándome como las tontas, pero me pareció un gesto lindo considerando que tu fuiste muy bueno conmigo en la playa…

-Te ves dolorosamente hermosa. Y no estoy enojado.- la niña, feliz de verlo cambiar la expresión a una más dulce, le agradeció con varios besos en la cara, hasta detenerse en sus labios y besarlo más lentamente. Cuando se detuvieron, él le habló suavemente muy cerca. - Oye...no "tenemos algo". Eres mi novia.

-¿Novia? eso es de prometidos, que van a casarse-

-Entonces eres mi compañera-

-Eso es casi estar casados Kenji, además, tendrías que unirte a mi formalmente- ella se sonrojo y Kenji igual, claro que eso era mucho más que una novia.

-Entonces, eres mi amor. ¿Está bien? Pero no lo digas tan despectivamente, me dolió un poco-

-Sí, perdóname- Moroha sintió como Kenji la acomodaba mejor entre sus brazos y la tapaba con la manta terrorífica que ella misma hizo. La niña sintió, mientras se acurrucaba sonriendo en su hanyo, que ese era su sitio y que su sitio estaba siempre cálidamente bien.

—-

Nota: ¡hola a todos! Como siempre, agradezco a los que siguen leyendo, a los que guardan en favoritos y los que siguen la historia. Esta semana pude notar que al parecer hay algunos lectores nuevos que empezaron desde el cap 1…¡Bienvenidos! ojalá les guste como va todo.

Nuevamente un capítulo largo. Me he cuestionado si sería mejor cortarlo y subir más de 1 cap semanal, pero prefiero que no, al menos esta historia está esquematizada y pensada hace mucho tiempo, cap por cap y me gusta respetar esa coherencia inicial. Disculpen si los abrumo con tanto personaje nuevo, pero era necesario.

Solo de referencia, hijos de Koga hasta ahora: Hiroyuki (1), Umiko (2), Sayumi(4), Shoko (7), Yumi (8), Dai (9)

El adelanto que ya se hizo costumbre: el próximo cap tendrá de todo un poco, una aventurilla divertida entre medio y un drama al final.

Por último ¿cuál creen que es el plan que aceptó Kenji? ¿Notaron los guiños a lo que se viene que dejé por ahí? Jijiji. Y si se animan…¿será verdad que Nomi era "algo" de Koriu? Me encanta leerlos, así que espero sus teorías.

Saludos c:

Rws:

-hghg: hola! Gracias por el mensaje. Yo también siento eso, pobre Hiro, pero parece que ahora tomó otra estrategia con Moroha y como las cosas se tensaron un poquito entre ella y el hanyo, quizá tenga alguna esperanza. Sobre lo último...Lo que pasa es que soy una escritora malvada y me gusta dejar cosas "al aire" para que ustedes elijan imaginar lo que quieran. ¿Qué crees de Hiro y su plan nuevo? Saludos !

-génesis: hola, ¡qué bueno leerte!. Siii yo igual disfruté escribiendo la salida a la playa, deseaba darles un momento especial. Parece que Kenji eligió el mejor momento para ser sincero porque justo llegó Hiro a interferir. Gracias por el rw, nos leemos!

-cecilia221102: hola! Awww me pone feliz que te gusten jajaja. Ahora tuvieron un pequeño momento también, aunque más tenso, ojalá te gustara igualmente. Un abrazo c:

-Diana Durán: hola! Que lindo lo que dices, debo confesar que los sentimientos de Kenji fueron una sutil referencia al significado del amor de el libro El Principito, que solo de adulta lo entendí. Sobre el plan de Moroha, el próximo capítulo se va a desarrollar jaja llevo mucho intentando escribir esto y por fin lo haré. Genial que apreciaras lo del parto, de verdad le di harta preocupación y quería darle más participación a las mellizas. Y sí, el donador es conocido jejeje ¿teorías?. Por último graaaacias, me da mucha alegría al corazón leerte, un abrazo enorme c:

-daide luct: holaaaa, el vínculo entre hanyos a crecido mucho con el tiempo y claro, Inu se hace el rudo pero sabemos que se ablanda al final del día jij veamos que sucede. Entonces tu votas por Riku…puede ser, porque sí es alguien conocido. Y que bueno que te gustó la ida a la playa y el regalo, deseaba que fuera algo hecho por ella. ¿Qué te pareció la reacción de Moroha con Hiro? Parece que está más confundida que antes. ¿Y Nomi con la nueva info? Un abrazo, nos leemos y...me encanta que escriban harto.

-Manu: hola Manu, siii fue bonito, aunque sé que sigues fan de Hiro jajaja ¿te gustó su vuelta? Creo que no es tan como lo esperaban, pero es un lobo inteligente, parece que Koga le mostró que iba por mal camino. Con esa info de los crossover, pensaba escribir uno de Inuyasha en el mundo de HP jaja. Lo qué pasa al final con el teclado del celular es que tengo poca paciencia, prefiero escribir con teclados jiji (mañosa). De lo que me dices lo que más me gusta y de hecho lo tenía visto antes, es que Miroku interacciones con Setsuna, si se viene. Lo de los antepasados me gusta más a mi al menos, tengo un tema con las reencarnaciones, familias antiguas, me encana todo eso. Yo prefiero Setsui. Y del beso...uf… igual fue emocionante pero soy demasiado fan de Kagome jajaj creo que en un contexto con Inuyasha también borracho me seria más aceptable, igual que toda tu otra idea de Moroha viéndolos jajajaja sería algo gracioso de escribir.

Sobre samurai x, yo creo que Akane es más violenta que Kaoru jaja me encanta Kaoru la amo infinito :C aunque no era tan adulta, al inicio de la serie tiene 17 y Kenshin 29 ops.

Inu no lo sé jaja yo creo que como parejas a largo plazo solo con kagome, pero debe ser lo atractivo de su personaje, misma cosa que me pasa con Ranma, son divinos. Para mi RxA no fueron nunca pareja realmente, solo niños que se gustaban como adolescentes al fin y al cabo. Mi sueño era que maduraran y que a él lo dejaran en paz las tontas para que tuvieran algo serio.

Mi historia está en veremos, primero quiero hacer el otro proyecto y ver si funciona (de historias cortas)

Yo si le veo oportunidades a SxH, pero nada muy romántico, lamentablemente.

Y siii lo sabia, es el nombre original de la serie, a todo esto ¿viste los live action? Sino, te los recomiendo.

Un abrazo y gracias por tus rws c: