La sacerdotisa del futuro sintió sobre sus piernas un peso sutil y algo que la abrigaba hasta la cintura por sobre las frazadas del futon. Cuando abrió los ojos, Inuyasha estaba sentada junto a ella con la espalda apoyada en la pared profundamente dormido. Y el peso sobre ella era su hija, que la tenía abrazada y dormía con su cabeza recostada junto a su vientre. Su vientre, Kagome recordó su accidente y también como en un espacio de lucidez Kaede le había explicado lo sucedido. En definitiva, sus siguientes meses de embarazo los pasaría recostada, haciendo lo mínimo y aquello la angustiaba un poco. Sentirse pausada, como una carga, era algo terrible para su mente, pero sabía muy bien que lo hacía por el bien mayor: el bienestar de su pequeño.
Moroha, cuando notó que su madre se incorporaba acariciandole el cabello, miró a su mamá de frente y disfrutó de verla con su color natural y una sonrisa acogedora.
-Hola mamá ¿tienes hambre? Puedo traerte algo- la miko asintió a su hija y esta se levantó sonriéndole apenas. Kagome pudo notar en una milésima de segundo la mirada triste de la niña, los ojos cansados, ojerosos y con restos de lo que parecían lágrimas. Antes de que pudiera decirle nada, la adolescente había salido de la habitación y la habían dejado con su marido, que también había despertado y se aproximó a ella con prisa.
-¿Te sientes bien?- le preguntó el hanyo, pero Kagome seguía con la mirada extrañada.
-Sí ¿Moroha cómo está? La noté extraña-
-La enana bien, supongo. Le afectó mucho verte así, cuando llegué no estaba pero volvió al rato y se recostó sobre ti. Kenji no ha vuelto.
-Em….
-¿Qué sucede? No te preocupes, la enana es fuerte y cuando te vea mejor se sentirá bien. Aparte está agotada, se nota que no ha dormido bien.
-Creo, Inuyasha, que tenemos que darle un respiro a Moroha. Sé que ella querrá quedarse aquí cuidándome pero le he estado exigiendo mucho con lo de atender aldeanos, no es justo, aun es una niña.
-Keh...ella no querrá dejarte sola.
-Estoy contigo ¿no? Y está Kenji.- Kagome hizo una pausa para enderezarse y estirar la espalda, momentos que uso para también acariciar su más abultado estómago- se me ocurre que quizá podríamos pedirle a Rin que cuide de ella unos días, que la consienta como nosotros no podemos.
-¿Justo ahora? Si tu crees que es buena idea, yo mismo se lo pediré, pero no creo que Moroha acepte.
-Si yo se lo pido lo hará- respondió la miko. Fuera del evidente cansancio de su hija, Kagome podía leer en sus ojos que su pena era incluso más profunda. Pero ella había aprendido de su propia madre, que muchas veces es mejor dejar que los hijos aprendan y vivan los dolores del corazón en paz. Aunque con la seguridad de que siempre tendrán a los suyos con ellos si los necesitan.
-Bueno Kagome, como te parezca bien. Pero ahora vas a comer, descansar y volverás a dormirte. ¿Entendido? Se terminó el esposo pasivo, ahora solo te toca acatar lo que te diga- la sacerdotisa, entre risas, asintió a lo que Inuyasha le decía y dejó que la abrazara con cariño. Él tenía razón, por lo menos por esa vez ella lo dejaría ganar.
—-
Moroha desayuno con la sorpresa de su padre de que Kagome quería que ella estuviera tranquila algunos días al cuidado de su tía Rin. Por supuesto, se negó rotundamente pero cuando vió que su madre hablaba en serio y su padre la secundaba, decidió que era mejor. Además, por mucho que quisiera cuidar de la sacerdotisa, la tía Sango había llegado ese día determinada a cuidarla a diario hasta que se estabilizara su cuerpo, así que mucho aporte ella no significaría.
Y, un poco, lo agradecía, porque había estado huyendo como mejor podía de quedar a solas con su madre por el miedo a que le preguntara cualquier cosa de su actitud, de sus ojos apenados. No, no quería hablarlo, no con ella al menos y no porque no confiara en Kagome, simplemente porque seguía siendo un asunto que habia ocultado vilmente de sus padres, todo su amorío secreto con Kenji y, fuera de eso, no se sentía lista para explicar sus propias decisiones. Bajo esa perspectiva, irse unos días, librarse de encontrarlo y dejar de tener que fingir que todo estaba bien era una buena idea, podía ayudarla a sentirse menos desastrosa.
Su tía la esperaba en esa suerte de palacio donde vivía con sus primas (cuando ellas se dignaba a estar con su madre y no trabajando en la aldea) así que Moroha preparó un par de cosas en su mochila, la muñeca regalo de su padre incluida y se fue, salvando de ver a Kenji que al parecer pensaba lo mismo porque había huído a casa de Hisui y solo volvió un par de veces a ver a Kagome y llevarle cosas de comer. Su padre la acompañó hasta su lugar de destino y cuando se despedía de ella, Moroha aprovechó de recordar un asunto.
-Aún no hemos zanjado nuestro asunto del collar- le dijo, ante lo que el hanyo levantó las orejas confundido- sigo escuchando ofertas.
-Keh...enana diabolica, por el momento solo puedo seguir en pie con lo de colmillo de acero, pero creeme, necesitaré que me liberes del rosario eventualmente, más ahora que tu madre tendrá más tiempo libre.- y con eso, el hombre se fue raudamente, el también huía de ciertos encuentros.
Cuando entró se encontró con su tía de brazos abiertos, Moroha le sonrió y se acercó para dejarse abrazar unos segundos que le sirvieron, de manera curiosa, para aliviar un poco su peso personal. La mujer invitó a su sobrina a cenar en lo que parecía un gran salón que no conocía, donde, las dos en soledad, se vieron rodeadas de platos que la niña nunca había probado.
-¿Pasa algo pequeña? No has comido lo que esperaba...sé que tienes buen apetito ¿no te gustó lo que nos prepararon?- preguntó la mujer, haciendo un gesto triste que conmovió a Moroha.
-No tía, es que no tengo hambre últimamente. - era cierto, la pena producía en la adolescente perder el apetito y tener solo deseos de dormir, cosa que tampoco había podido hacer.
-Pobrecita, entiendo que ver a Kagome en ese estado debió ser terrible. No te preocupes, estos días ayudarán a reposar tu miedo.
Luego de comer, Rin llevó a Moroha hasta una habitación llena de almohadas cómodas donde se recostó alegre, aquel parecía un buen lugar para dormir. Su tía debió leer su mente, porque se acomodó alegremente entre los cojines y le indicó que se colocara junto a ella, a lo que la niña, como un pequeño perrito, se arropó enrollada junto al regazo de Rin, sin decirle más nada.
-¿Sabes pequeña? Siento que algo te tiene triste, no sé lo que es pero puedes hablarlo conmigo si quieres. ¿Es por tu madre o existen otros asuntos?- preguntó, dando de manera tan en el clavo que Moroha, con mucho odio, fue incapaz de evitar soltar una lágrima solitaria y se aferró con fuerza a las suaves telas a su alrededor. ¿Podría hablar con su tía? Claro que sí, pero ¿y quería hacerlo?. El día en que Kagome casi pierde al cachorro, el mismo en que cortó sin mucha claridad su relación con Kenji, había sido probablemente uno de los más tristes de su vida, aunque no de lo más dolorosos si consideraba los acontecimientos de su pasado. De todas maneras, Moroha estaba cansada de fingir para sí misma que las cosas la resbalaban, que las circunstancias solo la hacían fuerte y que no sufría como una niña corriente, porque si, ella no era precisamente una humana normal, pero si tenía una vida en familia, problemas personales y, en general, temas que la hacían ver más humana. Y, en esos momentos, ya no quería pelear. ¿Podía permitirse, nuevamente, estar un poco vulnerable?. El silencio solo hizo que Rin acariciara su cabello, similar a como lo hacía su madre.
-Tengo mucha pena tía- admitió, intentando contener un sollozo adolorido y agudo del pecho.
-Aquí estoy pequeña cachorra de otoño- la niña sonrió, su tía la llamaba así en ocasiones, diferenciándose de sus primas que eran las cachorras de primavera, por la estación en que habían nacido. - ¿son penas del corazón verdad?
-Sí…-la adolescente se rindió y se permitió llorar en silencio un poco. Odiaba como su nariz, siempre húmeda, se comenzaba a mojar en exceso, pero ya no podía evitarlo, quería llorar mucho.
-Dejame adivinar…¿es ese joven, el discípulo de tu padre, no?- Moroha arrugó la frente, parecía que al final todos sabían de su relación.
-¿Cómo supiste? ¿Te lo dijeron mis primas?
-No, solo que no era muy difícil de pensarlo, era cosa de poner atención a como te mira.
-Keh… no se lo dije nunca a mis papás pero teníamos "algo" en secreto. No quería darle problemas con mi padre.
-Entiendo. ¿Pelearon?
-No exactamente. Yo preferí que cortaramos lo que fuera que existiera entre nosotros. Él tiene cosas que hacer pero me di cuenta que está tan comprometido con mi familia, conmigo...que es capaz de dejar su propio destino de lado. No era justo.
Rin mantuvo un silencio comprensivo, en que besó con suavidad la cabeza de su sobrina mientras la niña seguía soltando lágrimas avergonzadas, calladas, que solo se estaba permitiendo porque sabía que no causaría mal ni penas a nadie con ellas en ese mismo momento. De todas formas, Moroha sentía que eran lágrimas demasiado pesadas, demasiado llenas de preguntas y de dudas.
-Fue un bello gesto de amor- esas palabras de su tía provocaron tanto en la mente de Moroha que sintió que explotaba. Ella no sabía realmente que era el amor, solo actuaba por lo que le decía el instinto y, en ese momento, en esos días, todo le indicaba que tenía que liberar a Kenji para que pudiera buscar su camino.
-No lo sé, no me interesa hacer gestos de amor o ser buena persona. A veces, quisiera solo ser egoísta, hacer lo que me haga feliz.- dijo, mientras intentaba ahogar con las palabras sus quejidos de pena. De un momento a otro había dejado la compostura de lado y estaba totalmente entregada a su dolor de adolescente, dejando que su cara la delatara. Dentro de ella los deseos de sentirse mejor la acosaban y, en búsqueda de eso, se abrazó al cuerpo diminuto de Rin- Pero con Kenji no puedo...no sé explicarlo.
-Hay cosas que es mejor no intentar explicar pequeña, solo vivirlas. Es tu momento de vivir este tipo de dolores-
-Mi mamá piensa igual de las penas. Supongo que ella sufrió un buen rato con papá, no me extrañaría. De todas formas, creo que la villana soy yo en esta historia.
-¿Por qué lo dices?- Rin, que mantenía a la chica pegada a su pecho y la acariciaba como lo hacía con sus propias hijas, tomó un pañuelo y como pudo limpio la nariz de la pequeña.
-Porque estoy segura que él nunca se hubiera alejado de mí. Espero que esté bien.- Moroha suspiró entre las lágrimas que comenzaban a mermar, tenía un dolor punzante en el pecho ¿en el corazón? Que la tenía angustiada y que no la dejaba en paz, pero la serenidad de su tía estaba ayudando.
-Mi dulce niña. No puedes hacer nada ahora por él, pero si por ti. - dijo la mujer.- Una vez escuche que lo mejor para pasar las penas es distraerse, buscar algo nuevo que hacer.
-Sobre eso...hay algo que tampoco he querido hablar- Moroha se enderezó del regazo de su tía y la miro a los ojos.- Hace algunas semanas recibí una carta de una sacerdotisa que conocí hace meses cuando viajamos con Towa y Setsuna. No he querido abrirla porque bueno...sospecho lo que puede ser.
Cuando Rin, curiosa, iba a preguntar de que se trataba, una sombra alta y silenciosa se aproximó a la entrada del lugar. Era Sesshomaru. Moroha, como reflejo, se acercó más a su tía y se limpió las lágrimas con su capa de las ratas de fuego. Su tía la dejó con suavidad en su sitio y se acercó a su marido, ante la atenta mirada de su sobrina.
-Rin. ¿Qué hace la hija de la sacerdotisa y del hanyo aquí? ¿Sucedió algo?- preguntó el legendario demonio fijando su mirada dorada en su mujer. La diferencia de estatura llamó la atención de Moroha, sintió que sus tíos se veían curiosamente atractivos, eran una pareja distinta y llamativa.
-Mi señor, la pequeña Moroha pasará unos días con nosotros, Kagome sufrió problemas con su embarazo y me pidió que cuidaramos de la niña unos días para darle un descanso.
-Entiendo.-
-El cachorro está bien, si se lo pregunta.
-¿Y por qué llora?- Moroha no esperaba que su tío preguntara por su llanto, lo que la hizo avergonzarse un poco y ponerse tan carmesí como su atuendo.
-Tienes penas del corazón, mi señor. - Rin le sonrió a su marido complacida, ese tipo de cosas la hacía convencerse de que, en el fondo, su señor era alguien que se fijaba incluso con más detención en las personas, aunque nunca lo expresara.
-Increíble, han de ser los mismos de Setsuna con el exterminador corriente.- sin decir mucho más, el demonio se fue del lugar. Rin, entre risitas, se acomodó nuevamente con su sobrina.
-A mi señor le dan muchos celos el ver a Setsuna con Hisui. Antes se quejaba, pero le expliqué que era peor. Setsuna tiene tendencia a llevarle la contraria, produciendo que discutan.
-Al menos no quiere matarlo, mi papá es insoportable.- Moroha le sonrió de vuelta, si bien odiaba la actitud de Inuyasha, en realidad pensar en su papá la hacía sentir calidez en el corazón.
-No son cercanos, pero los dos son bastante celosos- dijo Rin divertida- Ahora, cuéntame de esa carta ¿y si la leemos juntas?
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El hanyo de ojos violetas llevaba un par de días viviendo en la casa de Hisui todo con objeto de evitar toparse mucho con cierta niña que vivía con él, pero la verdad es que Moroha estaba en casa de sus tíos descansando por orden de sus padres, así que prácticamente no se habían visto. Aun así, Kenji solo regresó a la cabaña en contadas ocasiones, hasta una fría tarde en que decidió que era momento de hablar con su maestra. Desde su conversación con Moroha, Kenji, intentado desesperadamente no caer en la angustia que le significaba todo aquello, había comenzado a resolver todos sus asuntos con tal premura que tenía en marcha una especie de plan y estaba apunto de realizar una de las partes que consideraba más complicadas.
Cuando llegó donde la sacerdotisa, esta se encontraba recostada hablando animadamente con su amiga Sango, la madre de su amigo. Le pidió que los dejara a solas y se sentó junto a la mujer mirándola con una sonrisa tan sincera como su inmenso cariño para con ella.
-Hola maestra ¿cómo se ha sentido? ¿Cómo está el cachorro?
-Muy bien, ambos estamos con apetito…¿y tu Kenji? Pareciera que llevas la carga del universo- el chico levantó los hombros en medio de su sonrisa, la verdad todo el mundo se había dedicado a destacar lo apesadumbrado que se veía- ¿estás comiendo bien?
-Sí maestra, Hisui y Kin'u han sido muy amables conmigo.
-Yo quiero que regreses, tú vives aquí.
-Hoy dormiré aquí- al decir eso, Kagome se alegró y vitoreo suavemente- Pero la verdad venía a hablar a solas con usted de algo importante.
-¿Dime?- el hanyo se dio un segundo de silencio a favor y luego se dio valor para seguir.
-Voy a marcharme, maestra. Hace tiempo que está en mi mente la idea de vivir un tiempo en la aldea de mi madre.
-Pero…¿tu tío no es quien te hirió? ¿Él no vive ahí?- preguntó la mujer, en búsqueda de algo que detuviera la inevitable ida de su hijo putativo, al que ella consideraba de esa forma al menos.
-Sí, es cierto, pero descubrí que existe gente que vale la pena...y aún hay muchas cosas que desconozco y otras que debo resolver lo antes posible. Lo he estado postergando porque en el fondo no deseo irme, pero por otra parte…
-Hay algo que te llama ¿no? Yo entiendo ese sentimiento de dualidad, lo viví mucho tiempo entre mi era y esta. Pero Kenji, si no deseas irte, no lo hagas, tu hogar está aquí-
Con ese comentario Kenji se sintió feliz por primera vez en varios días. Saber que su sentimiento era mutuo lo reconfortaba de sobremanera. Miró con detención a la miko, la mujer que, probablemente, más se asimiló a una madre en su vida, solo quizá superada por Shiori. Una mujer de sentimientos tan nobles, tan buenos, que él mismo había aprendido muchísimo de ella.
-Gracias maestra, no podría agradecerles nunca lo que han hecho por mi. Y sé que comprende por qué debo irme. Por eso mismo, espero que me apoye- la sacerdotisa, que había perdido la sonrisa en medio de la conversación, apretó la mano del hanyo y le asintió con la cabeza. Kenji se aterró al notar que soltaba unas lágrimas brillantes.- ¡No llore, por favor!
-No, no, tranquilo. Es solo que siento que, si te vas, te llevarás algo de mi contigo. Porque es así, te has ganado con facilidad un espacio en nuestras vidas, por favor no dejes de estar en ellas. Cuando te conocí, sentí algo especial, supe que Inuyasha y yo teníamos una conexión contigo...llámame loca o creativa, como quieras, pero lo sentí dentro de mi. Con el tiempo fue simple descubrir porque, tu esencia es como la nuestra y espero, de corazón, que lo poco que hemos hecho por ti haya ayudado a formar la maravillosa persona que eres.
-Se lo prometo maestra, cuando me necesite estaré aquí. Y sí, le aseguro que no soy ni un poco el mismo que llegó casi muerto a su entrada. Ustedes me ayudaron a crecer y le dieron un hogar a alguien que, en realidad, nunca se sintió así en ninguna parte.- Kagome se sintió tan enternecida de esa palabras que se abalanzó hacia el muchacho y lo apretó a su cuerpo. Kenji se dejó abrazar aguantando sus propios deseos de lamentarse un poco de sus propias decisiones, adultas, maduras y malditas decisiones.
-No puedes irte hasta que sea la ceremonia, luego de eso te libero. Y hasta entonces, debes volver a esta casa. Ah...y debes estar para el nacimiento del bebé. ¿Está bien?
-Ni lo dude. Después de todo, yo hice una promesa y no pienso dejar de cumplirla-
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Con la fecha de la primera celebración que marcaría los primeros pilares del Templo Higurashi, Kagome se vió en la necesidad de delegar en totalidad la labor a su sobrina mayor y la otra gran parte a su otra sobrina, quien amablemente se había ofrecido a ser de segunda al mando desde que Moroha habían tomando unas "vacaciones forzadas". Todos los días la niña de pelo plateado iba a la cabaña y escuchaba las tareas del día, para luego ponerse a trabajar arduamente. Tenían la suerte que ese misterioso aporte recibido previamente les había permitido sustentar en gran parte los inicios del sitio, pero lo que venía por delante requería de más ayuda así que la idea de ambas mujeres del futuro era involucrar más a los aldeanos. Así, pasados los días, la noche previa a la celebración Towa la pasó con su tía, con un nudo tan intenso en el estómago que no la dejaba dormir. En plena madrugada, con la mente en otro sitio, se dirigió hasta la cocina con objeto de buscar algo que tomar y se sorprendió de encontrar a su amigo Kenji en condiciones similares. Ambos se sonrieron, ella hizo algo para beber y se sentó junto al muchacho.
-¿Tampoco puedes dormir?- preguntó él, a lo que ella asintió- saldrá todo bien, ya verás.
-Sí, yo también lo sé. Es solo que invite a alguien que no sé si llegará.
-¿Ese amor complicado?- preguntó el hanyo, haciendo que Towa recordara la conversación que habían tenido hace meses.
-Sí. Ni siquiera sé si debo llamarlo amor. A veces creo que fue una ilusión. Pero no he podido dejar de preguntarme si vendrá-
-Si te convences ahora de que no llegará, será más increíble si lo ves- Towa se divirtió de aquella lógica, pero vió que el desolado comentario del chico solo era un reflejo de su actitud. Towa sabía que lo tenía así, porque supo al instante que la cara de tristeza de Moroha tenía que ver con él. Y la de él, con ella.
-¿Cómo estás?
Kenji no respondió, solo ladeo la cabeza con los brazos detrás del cuerpo, en una especie de bostezo que daba a entender que ni él lo sabía.
-¿La has visto?- preguntó finalmente el hanyo.
-Sí, está siempre con mi madre, algo están realizando en secreto. Son ambas ingeniosas para inventar actividades. Supongo que es justo, yo estoy siempre con tía Kagome. - Towa detuvo su discurso cuando notó como la sonrisa de su amigo se perdía- ¿quieres hablar con ella?
-No te preocupes- él volvió a darle una sonrisa, muy falsa pero amable- Voy a aprovechar esta oportunidad de contarte que me voy, Towa. Mañana mismo, después de la ceremonia. No le he dicho a todo el mundo porque no quiero despedidas, no estoy de humor.
-Wow. No esperaba algo así. Supongo que necesitas resolver los asuntos de tu origen- el asintió- sí es así, te deseo lo mejor y espero que todo se resuelva a tu favor.
-Yo deseo que, perdida la esperanza, mañana te lleves una gran sorpresa-
—
Moroha regresó a la aldea el día de la ceremonia sin ninguna gana, lo hacía solo con objeto de complacer a su madre y porque sus amigos lobos volverían para el evento. Buscó la mejor hora del día para pasar desapercibida, llegando a su habitación que había sido ocupada por su prima la noche anterior. Su madre le había pedido verla antes de marcharse al lugar donde estaban construyendo el templo, así que la esperó que terminara su baño. Kagome, al verla, la abrazó con mucho amor y la besó en el rostro contra su voluntad. Aunque a Moroha en realidad le encantaba verla tan animada, todo porque Inuyasha había dado un permiso especial para que ese día la miko estuviera más tiempo en pie.
-Moroha, yo debo irme ahora, Sango me espera aquí cerca. - Kagome miró nuevamente de reojo a su hija y su facha- Solo te pediré una cosa. Hoy, arréglate. Es un día especial y prometo no volver a pedirlo...en un tiempo al menos.
-Ay mamá ¿en serio? No es como que interese como me vea-
-Solo hoy, por favor Moroha- pidió Kagome acariciando de manera muy manipuladora su vientre inflado. Su hija dio un bufido molesta y aceptó con la cabeza.- ¡Genial! Dejé una yucata preciosa que trajo Towa para ti en mi habitación, póntela y péinate. Nos vemos.
La chica obedeció a su madre y vió con horror la yucata de tonos violetas y azules sobre el futon. Como accesorio, había una especie de "peludo" que por ser invierno se usaba en el cuello. Se vistió derrotada, sabiendo que no quería vivir aquel día y que deseaba volver a la quietud que le daba el hogar de su tía Rin, donde incluso la presencia de su tío ya no le era extraña, al contrario, estaba aprendido a convivir con él y su actitud impávida ante la vida. Incluso Jaken le estaba agrandando.
Cuando terminó de arreglarse, se peinó como pidió la madre pero muy a duras penas, haciéndose una trenza de lado (lo poco elaborado que sabía hacerse a sí misma) terminada en un moño violeta. Cuando la renuncia del sol acusó que se acercaba la hora del evento, Moroha arremango torpemente el traje para salir con más rapidez de la cabaña, pero con horror se encontró de frente justamente, porque así es la vida, con quien menos quería.
-Hola Moroha- Kenji la detuvo con su sola presencia, justo en la entrada de la cabaña. La chica, por reflejo, dio algunos pasos torpes hacia atrás, con el corazón a mil por hora. El también se había alterado al verla, porque se notaba que su detención y su silencio eran solo el efecto de su encuentro.
-Hola Kenji. Creí que ya estabas con mamá.
-No, estaba por aquí cerca, esperando a que salieras. - admitió él, desviando como podía su mirada de la niña.- necesito contarte algo.
-¿Sí..?
-Sí- Kenji relajo su postura cuando notó que su interlocutora no huiría- iré al grano. Me voy. Iré a la aldea de mi madre y viviré un tiempo allá para averiguar sobre ella y sobre mi padre. Entre otras cosas.
Moroha no supo qué decir, aunque ella misma lo había incitado a hacer aquello, no esperaba recibir aquella noticia tan pronto. Aun con eso en mente, sintió un golpe frío en todo el cuerpo, algo que asoció al miedo.
-Ya les dije a tus padres y a algunas personas cercanas…
-Vaya. No esperaba otra cosa, siendo sincera. Solo...espero que te cuides mucho. No me gustaría tener que rescatarte o sanarte por días como ya ha pasado antes- Moroha le sonrió cálidamente, intentando ser lo más sincera posible consigo misma y con él, porque aunque le dolía que se fuera, el no poder verlo más, también estaba feliz de su decisión.
-No, tranquila- respondió Kenji, divertido de los intentos torpes de la niña de amenizar la carga emocional que se cernía sobre ellos, era inevitable sentir una tensión en su conversación.- procuraré mantenerme en una pieza, te lo prometo.
-Keh...muy bien. Deberíamos marchamos a la ceremonia si no queremos que mamá nos mate con la mirada- Moroha tomó impulso queriendo salir de la cabaña, atorada de sus deseos de abrazarlo, ya fuera como un intento de despedida o simplemente porque lo necesitaba muchísimo, su corazón se lo rogaba pero no sabía si era sano demostrar cómo la afectaba su partida.
-Moroha, no sé cuándo nos veremos de nuevo.- Kenji se giró sobre sí mismo intentando retenerla pero se detuvo al final cuando ella misma lo miró de frente, atolondradamente. Se sentía mareado, casi extasiado por lo triste que estaba de tenerla tan cerca y no poder tocarla.- Como sea...gracias por todo y ya sabes donde buscarme si necesitas algo, mis maestros o tu.
-No agradezcas estupideces. Solo sé feliz. Y para ti es igual, aquí siempre puedes llegar, mientras que sea en una sola pieza, como tu mismo dijiste.
Kenji le volvió a sonreír tiernamente en medio de una risa suave y esta vez fue él quien avanzó unos pasos para irse. No podía, definitivamente no podía seguir ahí. Dejó que lo abandonara con lentitud el aroma cítrico y exquisito que el tanto relacionaba al cariño, a los momentos buenos, al día en la playa, a su árbol en común… y avanzó enfocándose en lo que venía. Ella comprendió lo mismo, solo que guardó en su silencio y su quietud la sonrisa del hanyo.
Pasados unos segundos auto otorgados por la adolescente para recobrar la razón y dispersar la pena que volvía a sentir, se encaminó decidida hasta el lugar del evento, justo donde en el futuro estaba emplazada la entrada del Templo que cuidaba su bisabuelo. Ahí, su madre estaba junto a una suerte de altar rodeado de motivos colgados en los pilares iniciales, con simbología que poco comprendía (por su falta de preparación) y mucha gente de la aldea bien vestida, lista para lo que fuera aquel invento de su madre y la loca de su prima.
Towa, que vestía tan elegante como era posible, miraba a todos lados, disimulando sus evidentes deseos de que llegara su invitado especial. Aunque era muy probable que, sí estaba entre la multitud, fuera disfrazado. Moroha se acercó refunfuñando con cara de pocos amigos cuando notó que su padre nuevamente se había librado de vestirse diferente, pero dejó de lado sus gruñidos guturales cuando vió lo feliz que estaba Kagome.
La ceremonia fue un instante solemne, en que la miko y su sobrina de cabello plateado se dirigieron a la gente explicando la importancia y el objeto de crear aquel templo. Kagome contó su experiencia desde la niñez, Towa también y ambas iniciaron un rezo sintoísta, que como marcaba la espiritualidad del acto, había sido previamente ensayado por ambas mujeres, memorizado de tal manera de que fuera exacto y preciso en cada palabra, con objeto de atraer a las buenas deidades. Moroha observó con detención, ni siquiera se fijó que frente a ella estaba el grupo de lobos de la vez pasada, ni que justo a ellos estaba Nomi con cara extrañada.
En medio del rezo, las palabras de Kagome anunciaban e invitaban a que ese sitio fuese un lugar de encuentro: un espacio de tranquilidad, de unión, de fe, de esperanza. Un hogar. Y, cuando escucho eso, inevitablemente miró de reojo a Kenji, que estaba calmado mirando a su madre, con Hisui y Setsuna a su lado. Moroha cerró los ojos y puso sus manos sutilmente en su corazón, pidiendo, en medio de las palabras certeras de su madre, que así fuera para ambos, que, fuera como fuera, el templo, la aldea y el hogar de sus padres confluyeran como el lugar de encuentro entre ellos. Porque incluso si ahora habían entendido que no estarían juntos...Moroha quería creer para sí misma que podían tener un sitio en común, un momento solo de ellos, incluso si él hacía su vida en otro sitio y si ella se iba lejos de ahí. Cuando abrió los ojos, de golpe recibió la mirada violeta del chico. Solo logró sonreírle con tristeza y él hizo lo mismo. Luego, la conexión invisible se rompió cuando su padre a su lado le habló.
-Enana ¿qué viene ahora?
-Comida, bebida, baile. Y unos ritos, hay que escribir unos motivos entusiastas en un papel y acomodarlos amarrados en aquel pilar.
-Keh…
La adolescente se alejó de su padre buscando la soledad cuando la ceremonia como tal cesó y la gente se dispersó a través de las diversas cosas que los rodeaban: mesas con comida, sake y frente a todos su madre dando tablas de oración con distintos motivos para que la gente pidiera. Fue imposible arrancar del grupo que se vino sobre ella liderado por Hiro que venía bien acompañados de Nomi y de sus hermanas. Moroha estuvo con ellos un buen rato conversando animadamente, dentro de lo que ella podía al menos, resultaba que esos días la demonia había ido con los lobos a su cueva para conocer y ahora era una especie de "mano derecha" de Hiro, aparte de muy cercana de las hermana de este. Aun así, duraría poco.
-Nos iremos luego de la celebración- anunció Nomi a Moroha principalmente- Kenji intentará que me reciban nuevamente en la tribu.
-¿Y lo logrará? ¿Tanto poder tiene?- preguntó Hiro curioso, mientras tomaba el sake que la demonia le había dado unos segundos antes.
-¡Claro! No sé si debo guardar el secreto aun, yo creo que no, pero su tío es el líder del clan. Su madre era hija del demonio más importante de nuestra tribu. Solo que, por ser híbrido, nunca vivió con nosotros. Ahora es cuando, Koriu necesita de él, así que, en el fondo, ambos se benefician.
-Increible. Cuando eso pase, dile a Kenji que nos reciba, quizá podríamos crear una alianza. - Nomi asintió coquetamente cerrando un ojo. Moroha se le quedó mirando con una sonrisa de medio lado, la actitud de la demonia era demasiado cercana con su amigo.
Cuando Nomi fue invitada a bailar por un valiente aldeano, Hiro se aproximó más a Moroha rosándola con su cuerpo. Frente a ellos, un grupo de gente bailaba animada, otros hablaban entre sí y ella solo miraba todo eso pasar como una escena lenta y vacía.
-¿Estás así porque Ken se va? - preguntó Hiro sacándola de su pensamiento.
-Sí, un poco- mintió- pero es lo correcto.
-Eso noté por lo que comentó Nomi.
-¿Tu y ella son muy amigos, no?
-Sí, es divertida y llevarla a las cuevas suscitó harta habladuría, nos divertimos inventando que somos novios. - Moroha se enderezó ¿novios? ¿Tan rápido?- Antes de que preguntes nada, no es así, solo fue una broma a los viejos sabios, quería ponerlos nerviosos un poco.
-Entre broma y broma…
-Nada, porque sabes perfectamente que tu me gustas. Aunque a ti te guste otro- Hiro bajo la mirada hasta Moroha que se puso roja como tomate maduro.
-No digas estupideces
-Tu no finjas. Yo sé porqué estás triste. No te voy a agobiar con preguntas, simplemente quiero que sepas que estoy para ti, Morohita-
-Hiro yo…
-Hiro nada, sea como sea no pretendo rendirme contig…
-¡No!- lo interrumpió ella, mientras no podía evitar soltar una lágrima maldita y solitaria- Solo quería pedirte que me abraces. Y que te calles.
El lobo obedeció y abrazó con fuerza a la niña mientras Moroha cerraba los ojos intentando pensar en otras cosas. Ya le daba igual si lo sabía. Parecía que había subestimado la fuerza de los sentimientos de Hiro, porque a pesar de que era obvio que conocía lo suyo con Kenji, estaba ahí con ella. Fijo, inquebrantable. ¿Hubiera sido más simple todo con Hiro? Pensó un segundo y luego lo sacó de su mente. Así no funcionaban las cosas, no por el momento al menos.
Al otro lado de la celebración, Towa conversaba alegremente con su madre y con unas aldeanas. De vez en cuando, se daba el tiempo de mirar alrededor y buscar con la mirada lejana algo o alguien. Lamentablemente, la noche avanzaba, las cosas iban decantando a su alrededor, la gente se marchaba, otra seguía alargando las cosas e incluso sus padres se fueron. Pero ella seguía ahí, expectante. Eventualmente, sintió el peso del cansancio sobre sus hombros y decidió que se rendiría. Si él hubiera llegado, ya lo habría visto. Con eso, se acercó a su hermana que seguía cómodamente con Hisui a un lado y Kenji al otro.
-Ya me voy a dormir, ha sido un día larguísimo- les dijo, luego se enfocó en el hanyo- Te deseo mucha suerte. Vuelve a visitarnos.
El chico asintió y se levantó para abrazarla, a lo que ella respondió con entusiasmo. Luego, partió para marcharse en silencio hasta la cabaña de su tía, para dormir con Moroha. Pero, antes de llegar a la cabaña, sintió cerca de ella un aroma extraño, de yokai.
-¿Quién es?-
Silencio
Towa, un poco alarmada por lo tarde que era y por ese desconocido olor, tomó con suavidad su espada por el mango, esperando lo que fuera. Curiosamente, frente a ella apareció una pequeña figura. Un demonio de aspecto insignificante, casi adorable, que la quedó mirando a la altura con las manos arriba.
-No me mate. Vengo a decirle algo.
-Tranquilo, solo me asustó. ¿Qué quiere?- preguntó la chica con respeto, gesto que el pequeño demonio tomó con mucha sorpresa.
-Vine en nombre de mi amo. Venga, por favor.- Towa, con expectación, caminó por el bosque que rodeaba a la aldea hasta llegar a un lugar donde solo se escuchaban los sonidos de los animales y algunas cigarras. Cuando el demonio le indicó que se detuviera, miró hacia todos lados. Hasta ese momento, en que frente a ella vió una sombra negra que se acercó con rapidez. En un segundo, detrás de Towa habían quedado sus espadas en el suelo. Y ningún otro rastro de la adolescente.
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Kagome, guiada por una divinidad que quizá ella misma había invocado esa maravillosa tarde, fue guiada hasta los pies del árbol sagrado donde se encontró con su hija sentada en una banca mirándose los pies descalzos. Cuando la niña la notó, la invitó a acercarse y la sacerdotisa se sentó junto a su hija, mirándola sonriente. Moroha no necesitaba decir nada para que su madre supiera lo que pasaba en su mente, sus ojitos enormes y cafés que conocía desde que nació brillaban por la pena. Antes de que se atreviera a decir nada, la sacerdotisa se sorprendió de que, como un cachorro herido, su hija comenzara a dar lagrimeos ahogados por los quejidos.
-Hija…- la niña se escondió en el pecho de su madre que le abrió los brazos con mucha ansiedad. Sobre ella, los gimoteos de la niña golpeaban contra su cuerpo y su llanto la mojaba. Kagome sabía muy bien el porqué de la aflicción de su niña, tan bien que podía comprenderla. La mujer dejó que la niña llorara un rato y cuando la vió más calmada le entregó un pañuelo que llevaba en la manga del traje de sacerdotisa. Se quedaron en silencio un tiempo, hasta que la miko esbozó una gran sonrisa.
-Estar aquí, así, me recordó a mi madre por un momento.
-¿Por qué?-preguntó Moroha, mientras dejaba que el aire helado secara lo húmedo de su rostro.
-Hace muchos años estuve aquí con mi madre. Bueno, muchos años pero en el futuro. Tu entiendes.- la niña asintió- Esa vez estaba muy triste y mi mamá me contó la historia de cómo bajo este árbol mi papá le pidió que se casara con ella.
-¿En serio? ¿Y que tenía que ver eso con tu pena?-
-Nada directamente. - Kagome rió de la suspicacia de su hija- solo que me preguntó si sentía ese ambiente especial, esa sensación de paz que entrega un árbol de este tipo. Eso era, este mismo sitio fue donde mi madre se decidió a seguir una vida con mi padre. Cuando me dijo eso, recién pude notar a lo que se refería.
-Yo no siento nada…-admitió Moroha, elevando la mirada para ver las hojas del aludido árbol revolotear. - solo es un árbol grande y viejo.
-Puede que ahora no, pero es un buen lugar para pensar y despejar la mente. ¿Sabes? Años después conocí a tu papá aquí. Fue también aquí donde nos refugiamos ambos en las dudas y es aquí donde estoy junto a ti, el fruto más hermoso de nuestros sentimientos mutuos.- Moroha miró a su mamá y, de vuelta, Kagome le acarició un mechón de pelo suelto de la trenza- No preguntaré el motivo de tu pena, solo te diré que confío en que sabrás guiarte por el corazón y decidirás lo que mejor sea para ti.
Moroha le agradeció a su madre el espacio y las palabras cerrando los ojos y asintiendo a lo que le decía. La verdad, probablemente Kagome no sabía a que la estaba guiando, simplemente la mujer reconocía que su hija compartía la dificultad de expresión de sentimientos de su marido y quería darle el empujón necesario, para lo que fuera. Pero, dentro del pecho de la niña, se tradujo a que se levantó decidida de la banca y, corriendo torpemente con esa incómoda ropa y con la trenza alborotada, fue a darle un buen final - o un buen paso- a lo que hace tiempo había comenzado.
Su desarrollado olfato la llevó cerca del río hasta lo que andaba buscando. Por suerte, Kenji estaba caminando mirando al agua en soledad, probablemente despidiéndose de la aldea. Cuando la vió llegar la impresión hizo que se quedara congelado en su lugar, mirándola aproximarse a él con la yucata amarrada a sus manos. Cuando estuvo frente a él, no dijo nada, simplemente tomo aire.
-Moroha no creí verte, supuse que habías ido a dormir con Towa…
-No. Estaba con mamá en el árbol, escapando de ti.
-Sí, esa era mi otra alternativa- admitió Kenji- ¿Qué haces aquí?
-Kenji- Moroha, con la valentía que no sabía de dónde sacaba, se aproximó un poco más hasta casi sentir sus latidos del corazón- Yo no...ehh
-¿Estás bien?- pregunto el hanyo, curioso por lo desastrosa que se veía Moroha con la ropa desordenada y el rostro sucio por el llanto. Se había dado una pausa larga en que no le decía nada.
-Sí solo ...¿¡cállate quieres!?- Kenji puso su mayor cara de sorprendido de que la niña lo regañara cuando ella misma no hablaba. - Yo no podía dejar que te fueras así...me refiero a que me dijiste hoy que te ibas y yo no supe como reaccionar, intenté bromear contigo pero no creo que sea...correcto. Perdona.
-Sí creo que yo...sentí lo mismo-
-Kenji, también quería decirte que por favor no dejes de venir a la aldea- Moroha subió su mirada para enfocarla en él, atormentada de lo bello que se veía el rostro de rasgos demoníacos del chico en la oscuridad. - No lo digo por mi, lo digo por mis papás, por tus amigos...no dejes de venir por mi culpa. No será necesario.
-¿Por qué? No entiendo…
-Es probable que yo también me vaya. No se lo he dicho a mis papás pero recibí una carta hace semanas de una sacerdotisa que conocí en mi viaje. En ese entonces, le pedí que me considerara para entrenar fuera de la aldea. Y...no fui capaz de leer la carta. No quería, hasta ahora- la muchacha se permitió otra pausa, decir todo eso le estaba costando más de lo que pudo imaginar- Me dijo que si yo quería podían darme un espacio para entrenar mis poderes espirituales al otro lado del océano. Como dice mi mamá, fuera de Japón.
Kenji enmudeció, sintió por unos segundos que todo lo que le decía la adolescente era broma, una de mal gusto. Comprendía su intención de decirle que no se sintiera incómodo por su presencia y claro, era mutuo, pero todo aquello era muy diferente a lo que imaginaba. Le estaba avisando que se iría, a hacer lo que él bien sabía que ella deseaba. ¿Estaba mal si sentía inmensos deseos de impedírselo? Sí, lo estaba.
-Oh...esto sí que no esperaba oírlo, no tan luego. Pero no me toma exactamente por sorpresa, siempre has querido hacer algo así. Me alegro por ti, Moroha.
-Keh...está bien. Cuando resuelvas lo que tengas que resolver y si aún tienes deseos de ser parte de la familia de mis papás, no dejes de hacerlo.
-Gracias por decírmelo, Moroha. - Kenji dudó unos segundos. Ya estaba comenzando a desesperarse de estar cerca de la niña pero tampoco quería arruinar la pacífica separación que estaban logrando, sin embargo, tal como en su primer beso, los deseos de arriesgarse eran mayores, así que rompió la poca distancia entre ambos y la abrazó por la cintura, elevándola un poco en el aire y acomodándose en su cuerpo. La niña al inicio reaccionó como si fuera una tabla, pero el solo tacto y la sensación familiar la hizo decaer y le devolvió el abrazo tierno, hasta que él la dejó en el suelo nuevamente, pero aun manteniendo su unión.
-Perdón Moroha, perdón si te he hecho llorar, si te puse en problemas y si lo haré nuevamente. - dijo él en su oído, en un susurro doloroso.
-Promete que te cuidarás y volverás cuando nazca el cachorro.- le respondió ella, ignorando sus disculpas. No eran necesarias.
-Te lo prometo.- Kenji aprovechó la cercanía y le mordió con suavidad la oreja humana a Moroha, tal como lo había hecho muchas veces antes, pero ahora queriendo sellar su promesa. La niña, que tenía deseos de llorar nuevamente, se rió de ese gesto y se separó de él sin dejar de mirarlo.
-¡Que tonto eres, me haces reir y arruinas todo lo que tenía en mente por decirte!. Creo que incluso lo olvidé. - Moroha se sonrojó por lo que decía y dejó que el calor de sus mejillas la abochornara aún más, sabiendo que él se daría cuenta- No, no es cierto. Sí sé que quería decirte. Te quiero, Kenji.
El no supo qué hacer, solo sintió como por segundo la felicidad volvía a su cuerpo, lo que no le permitió percibir con claridad cuando Moroha lo abrazó con más ganas y, con los ojos muy cerrados, lo besó en los labios esperando que le respondiera. Los sentidos deprimidos de Kenji despertaron como si de un amanecer se tratara y le devolvió el beso a la muchacha con tantas ganas que se olvidó de dónde estaban ni en qué momento. Simplemente se dejó llevar por cómo lo acariciaba y lo abrigaba la calidez de Moroha, como su tierno e íntimo gesto, que era para él, lo hacía desprenderse de su ser interno y rogar en su interior no parar de besarla nunca.
Pero claro, era imposible, así que cuando se alejaron el uno del otro, ninguno hizo intentos de prolongar las sensaciones exquisitas que se causaban mutuamente. De manera tácita comprendieron que eso era su adiós, uno correcto a los ojos de Moroha y el más sano para el corazón de Kenji. El silencio que crearon, fuera de ser incómodo, fue melodioso. Moroha fue soltándose con suavidad de su contacto y él, antes de irse, rompió su silencio.
-Y yo siempre te voy a querer, Moroha. Gracias por todo-
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Cuando Moroha se vio sola, junto al río y en el frío de la noche, quiso llorar un poco. Se dejó caer en el pasto, para luego arrullarse en el suelo, intentando dormirse y olvidando por completo donde estaba. Unos pasos sigilosos la despertaron levemente y sintió como la tomaban de la cintura para luego notar que estaba en los brazos de su padre.
-Papá tengo pena…- Moroha, en la inconsciencia creada por el sueño, el cansancio y la melancolía, le susurró a su padre su verdad entre las pocas lágrimas que le quedaban. Inuyasha la acomodó sobre su cuerpo y avanzó caminó a la cabaña, sosteniendo con una mano la cabeza de la niña como si fuera un bebé recién nacido.
-Tranquila hija, todo va a estar bien-
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Nota:
¡Hola! Me demoré un poco más en subir el capítulo pero ya estoy aquí. Este en especial quedó un poco triste, siento, debe ser porque yo ando triste por la vida...pero buenoooooo ahora se vienen puras cosillas nuevas y estamos casi andando en el final de este ffic. Sorry por alargar tanto la agonía de estos chiquillos (Moroji? ) me costó separarlos, lo juro.
Gracias por sus mensajes, recibí comentarios de personas que comenzaron a leer hace poco, ojalá les guste la historia.
Sin más, un abrazo a todos.
Doratina.
Rws: *soy consciente que puedo responderles por mensaje a algunos y que termino haciendo largaaaas notas, disculpen por eso! Pero me encanta responderle a todos :C*
-hghg: gracias por tu mensaje y genial que te gustó. Sí, efectivamente el nombre es un guiño al hijo de Kaoru y de Kenshin, aunque debo destacar que mi Kenji es bastante más linda persona jaja. Un abrazo !
-genesis: hola! Sobre tu idea, me gustaría jaja pero siento que solo como un one shot o algo por el estilo, voy a pensarlo ;) gracias por tu mensajitoooo.
-daide luct: hola! Gracias por los rws. Me encanta que destacaras que fue madura, eso quería transmitir, que por muy loquilla que sea a veces de todas formas puede actuar de manera madura cuando es necesario. Y aaaahhh tu siempre me comprendes! Exactamente eso buscaba con el sueño jaja relacionarlo luego (aparte de darme el gusto). Sobre tu teoría uhhhhh jajajaj me sorprende las cosas que se te ocurren, ahora no voy a adelantarte nada para no arruinarte la historia pero wow jauja me encantó tu teoría. Un abrazo!
-Vampiresa: hola! Gracias por tu rw y….ahh gracias por lo que dices, creeme que pa mi ha sido una patada en la guata escribir estos capítulos porque también ando/soy sensible jauja. ¿Te gustó este capítulo o muy sad de nuevo? Un abrazo!
-Diana Duran: hola Diana! Que bueno leerte, gracias por tu rw y que bueno que te gustó jijiji por supuesto, es solo referencia, tu imaginación es la que cuenta. Me emoconé mucho con lo de la canción, creo que es genial escuchar música al leer y busqué esta en particular, me gustó mucho pero me dió pena a la vez jaja :( respecto a tu pregunta, yo creo que sí, casi al 80% ejejejej y comparto lo que dices, yo también adoro cuando unían sus poderes. Ahora si que me dejó de tristezas y entramos a otras cositas más intensas, lo prometo jaja. Un abrazo para ti también !
-Guest: hola, gracias por el rw! No puedo adelantar mucho pero creo que este capítulo resolvió tu pregunta en parte muajaja. Saludos!
-CarmillaD: hola! No sé si leerás esto :( soy consciente de que no vas en este capítulo pero nadaaa gracias por tus comentarios! Me encanta leerte y recordar mis capítulos anteriores jaja tus feedback han dado en puntos importantes para mi historia y lo agradezco infinitamente. Espero que la historia te guste y puedas terminarla :) ¿creo que noté por ahí cierto gustito por Sesshomaru? Jejje ahora comenzaré a mencionarlo más, so, atenta jaja. Créeme que a la altura en que vas yo Shippeaba a a Kenji con todas jajaja pero bueno, si avanzas la historia notarás por el camino en que la desvié jajajaj. Un abrazo!
-Manu: hola Manu, buuu no sé que decir jajaj creo que no se entendió bien el objeto del sueño, no era relleno (me parece difícil poner relleno a mi que me cuesta escribir menos de 5000 palabras jajaja) yo entiendo lo deInuKag medio "quemado" por la cantidad de fanfic qué hay, pero en lo personal me gusta jaja siento que en todas las dimensiones siempre quedan juntos y lo creo súper romántico.
Una vez leí un fanfic (creo que es de daikra, por si quieres buscarlo) donde Inu convertido en demonio se involucraba con Sango, era bueno jaja los shipp de Hanyo me entusiasman igual pero no creo que sean muy expresivos ni nada y por moroha, dudo que desarrollen mucho un romance para ella, por su personalidad. Yo no entiendo tanto el hater por la edad, por lo menos en mi país la diferencia de pocos años y cuando se sabe que es consentida no genera problemas mayores, el drama, claro, es cuando se nota una diferencia importante que deje en evidencia la disparidad en madurez, que provoque una suerte de abuso del adulto al niño. Pero aquí, Hisui es casi un adolescente.
Sobre Ranma, claro, si hubiera sido muy evidente el nacimento y desarrollo del amor entre Ranma y Akane no habría manga ni anime, hubiera sido forme, necesitaba quedar abiertos a las posibilidades. Aun así, avancé Ranma en YouTube y siento que en cierta altura está claro que se quieren pero son demasiado niños para decidirse.
Si recuerdo el "abajo" de Sango jajaja fue gracioso.
Saludos Manu, gracias por los rws.
