Como todas las pasadas mañanas en la cabaña, Moroha e Inuyasha comían en silencio mientras Kagome buscaba formas infructuosas de hacerlos hablar entre sí. Pero era inútil, ninguno de los dos cedía. Aun así, mientras fingía que su progenitor no existía, en su mente la adolescente pensaba en lo que su prima le había dicho respecto a que tenía que resolver todo lo que la atormentaba antes de poder seguir correctamente con su entrenamiento. El problema era que, en este caso, era su padre el equivocado.
Se levantó antes de que terminaran sus padres y, mientras se despedía, ordenó en su espalda correctamente su arco para salir deprisa. Hace unas semanas había estado haciendo trabajos afilando armas para personas específicas que se lo pedían, conocidos de su vida anterior, solo gente en la que podía confiar. Lo que sí, ese día debía apresurarse si quería alcanzar a ver a Riku cuando se reuniera con su prima. Habían logrado pactar la cita lejos de la aldea, para asegurar no ser vistos. Justo cuando terminaba su trabajo y se permitía disfrutar de los momentos con su recompensa imaginando que se compraría un pastel en el camino, un aroma familiar le encontró saliendo de la aldea. Se encontró con su prima de cabello plateado esperándola.
-Hola Towa ¿no es temprano?
-Sí, estaba nerviosa y me vine ante por si pasaba algo.
-Keh…- Moroha sonrió mostrando su colmillo rebelde, le divertía ver la expresión inquieta de su prima y notar que se había cepillado el cabello, que había agregado accesorios a su atuendo y que tenía un brillo sutil en los labios la entretuvo aún más.
-No puedo evitarlo.
-¿Por qué tanto?- preguntó la morena, notando que en realidad lo que buscaba Towa era conversar con ella.
-La última vez ella y yo...ya sabes.
-Se besaron.
-Sí, sí. No sé cómo debería actuar ahora. Pero tengo muchas cosas atoradas en mi garganta, necesito hablarle.
-Fácil, normal. Ustedes se gustan, solo disfrútalo. Y si necesitas decirle cosas ¡no lo dudes tanto! Mejor arrepentirse de lo hecho que lo no hecho-
-Tengo un poco de miedo por lo mismo. Entregarme a algo cuando en realidad no sé si él y yo tendremos algún futuro. Pasar por ese riesgo…
-Towa- dijo Moroha, enderezándose con seriedad. Ella no solía ser la persona que daba los consejos, de hecho, le costaba mucho hacerlo pero en esta ocasión, lo absurdo del sentimiento de su prima la hizo sacar su lado más centrado.- Nadie prepará una cena deliciosa de varios platos y con un buen postre pensando que se terminará. Hazme caso y disfruta de lo que estás pasando, lo demás solo son circunstancias.
-¿Cuando te volviste comprensiva y sabia?
-El mismo día que te volviste una romántica- respondió Moroha, sacándole la lengua. Su prima solo se rió de ella. Estuvieron unos segundos apreciando sus alrededores, calladas.
-Moroha
-¿Qué?
-¿Extrañas a Kenji?- preguntó la hanyo, tomando atención en el rostro de sorpresa de su prima.
-Keh…¿a qué viene eso?
-Cuando hablan de él y cuando tu hablas de cosas de amor pones una expresión muy triste.
-Deja de interpretar cosas
-¿Por eso quieres ver a Riku, verdad?
-No. Ya verás. Ahora vámonos, si tenemos suerte él también estaba ansioso y está en el lugar-
Las primas siguieron el camino conocido hasta que llegaron al sitio acordado. Riku no estaba ahí, así que aguardaron atentas a cualquier cosa. Minutos después como si de una sombra se tratara, apareció la figura afable del amor de Towa justo frente a ellas. Lo primero que hizo fue sonreírle a ambas.
-¡Princesas! Que gusto volverlas a ver-
-Mucha amabilidad, está claro que no esperabas verme a mí- expresó Moroha mirando de reojo a su prima que estaba rojísima en su lugar- Solo necesito decirte una cosa rápida.
-Dígame
-Sé que fuiste tú quien dió el donativo al templo. Mi mamá y Towa son muy correctas y nunca harán esto pero yo sí .¿Puedes volver a hacerlo? La obra está casi detenida. Puedes considerarlo mi comisión por este "servicio" espiritual y de mensajes. La otra parte lo dejas dentro del donativo para dar buena impresión a la familia de Towa.
Riku, que pareció sorprendido al inicio cambió su actitud rápidamente y rió de buena ganas de la forma tan poco sutil de Moroha para pedirle dinero. Towa por su parte quería asesinarla, esperaba cualquier cosa menos que fuera así de impertinente. O quizá sí.
-No hay problema, me encantaría seguir ayudando al proyecto. Les haré llegar con mi sirviente en algunos días mi donativo y su comisión.
-¡Riku no, no le hagas caso!
-Tranquila
-¡Gracias! Los dejaré solos, iré por aquí cerca. Ah y por favor, trátame de tú, no es necesaria la formalidad- dijo Moroha muy alegre y se marchó de ahí antes de recibir la ira de su la shihanyo estaba lejos del alcance de los tórtolos, Riku se atrevió a aproximarse a Towa.
La adolescente estaba quieta, demasiado tímida considerando los días pasados entre ellos pero era inevitable al recordar su último impulso. El pareció comprenderlo porque la quiso tranquilizar rompiendo el hielo.
-Me alegró mucho recibir su invitación.
-Yo...yo quería hablarte. Aunque ahora que estoy aquí creo que no recuerdo bien lo que quería decirte.
-No importa. Estar juntos es suficiente para mí- dijo él, motivando que la chica perdiera un poco el bochorno y le sonriera en medio de su sonrojo candido. Parecía que el ambiente se había vuelto muy frío, porque lo único que sentía Towa era el calor dentro de sus orejas y el palpitar intrépido de su corazón que también encendía su pecho. Y todas las cosas que quería hablar estaban locas por salir de su cabeza.
-Gracias por acceder a lo que te pidió Moroha, yo no sabía que lo haría pero aprecio que no tomes a mal sus desvaríos.
-No me parece del todo un desvarío, ellas nos ayudó a encontrarnos y soy consciente de lo importante que es para usted el templo. Si puedo ayudarlas, lo haré.
-Es muy dulce...gracias-
-Creo que fue prudencial su invitación.
-¿Por qué lo dices?
-este tiempo no he dejado de pensar en los días en que estuvimos juntos- la voz de Riku era gentil, cálida para su acompañante que estaba embelesada mirándolo- me resguardé en imaginarla feliz con su hermana, con su prima, con su familia trabajando en el templo. Todo en mucha paz.
-Sí...la vida se ha vuelto tranquila, pacífica. Soy muy feliz. - dijo la adolescente. El peso dentro de su mente se descansó al saber que Riku también añoraba esos días.
-Me alegra saberlo- la sinceridad era palpable en los ojos del hombre y Towa sentía muchos deseos de decirle todo lo que en verdad pasaba en su cabeza pero…¿podía? El momento de duda se disipó al recordar las palabras de su prima, de recordar que las cosas se disfrutan y que mejor atreverse a no hacerlo. Así que aquel tenía que ser su momento.
-Aun así, siento...algo. Un espacio dentro de mi. Dijiste recién que pensabas en esos días, debes saber que yo también lo hacía. Le conté a Setsuna y a Moroha. Lo hice porque quería recordarlo, quería creer que si lo expresaba con palabras se haría un por un momento real nuevamente.
-¿También lo anhela?- pregunto entonces Riku, está vez más concentrado en la luz brillante que emanaba de los ojos de Towa, que sentía en su garganta todas las palabras atoradas, que escapaban despacio.
-Sí Riku. Estoy tan feliz de vivir con mi hermana y de haberme reencontrado con mi familia...no puedo negarlo. Pero ¿está mal si…? ¿ sí sigo sintiendo ese vacío?
Riku no respondió, solo se permitió lentamente tomar la mano de Towa que siguió enfocada en sí misma y sus pensamientos.
-No me malinterpretes. Mi vida es plena, llena de amor. Es lo que necesito. Aun así...yo te quiero en ella, Riku. No sé si está mal tener esta clase de ambición, pero elijo querer que estés en ella. Yo anhelo que en esa tranquilidad de mi vida estés tu incluído, solo porque lo deseo, no porque lo necesite.
-Señorita Towa yo…
-Lo sé, estás resolviendo asuntos. Me lo dejaste claro. Pero debes saber que cuando logres tu calma estoy lista para recibirte en la mía.
Fue super exacto para calmar el agotamiento de su cuerpo que Riku la abrazara sin decirle nada, apoyando su mejilla en la cabeza de Towa mientras ésta le devolvía el gesto dejándose llevar por el descanso de sus nervios. La adolescente se lo tomó como un sí profundo, sobre todo cuando él la apretó más contra sí mismo. Detrás de la solicitud de Towa se escondían realidades como el hecho de que Riku no era de las personas preferidas de su familia. Eso, además de todo lo que cargaba de su propia vida pasada. Por varios minutos ambos disfrutaron a solas, en medio de la soledad del lugar pero, increíblemente, sin la presión de saber que eventualmente se tendrían que separar.
Cuando horas más tarde apareció Moroha, incómoda por interrumpir pero consciente de lo tarde que era, ninguno sintió que era una pausa, sino solo parte necesaria de un hilo conductor en el que habían convertido su vínculo mutuo sin explicitar, simplemente con el hecho de entenderse.
Ambas chicas se despidieron de él, pero antes de dejarlas marchar, Riku detuvo a Moroha.
-¿Sucede algo?- preguntó ella, un poco atemorizada porque en el fondo temía (y esperaba) lo que él querría decirle.
-Sé que no lo preguntaste. Pero debes saber que Kenji me pidió ayuda para encontrar a su padre y le dí la dirección de un sitio que parece ser el lugar indicado. Va a necesitar de ti.
Era sin dudas una aldea de aquellas que había recorrido hace años. Kenji recordaba el lugar, algunas de las casas y las formas de los caminos. Cuando decidió a los dieciséis años buscar a su padre, nunca pensó que eso lo llevaría a tener una serie de aventuras de todo tipo, entre las que se encontraba aquella ocasión en que conoció un extraño hombre que le contó que también estaba en la misión de encontrar unas extrañas perlas que concedían poderes especiales. Riku en ese momento se mostró amable y Kenji, que poco y nada sabía de vivir en sociedades, tuvo con él su primer acercamiento a la crueldad y las virtudes del mundo real. El joven entendió entonces que existían muchas cosas desconocidas y que solo en ese momento estaba comenzando a vivir.
Pero ahora, que llevaba sobre sí las experiencias necesarias para entender las tristezas y las crudas verdades del mundo, recorría aquel sitio silenciosamente, con sus manos metidas en su haori y observando con cautela a su alrededor. Llevaba también estratégicamente su cabello peinado para tapar sus orejas y procuraba nunca mirar fijamente a nadie para evitar que notaran el intenso color de sus ojos.
Las indicaciones del pelirrojo lo llevaron hasta la entrada de una casa antigua a juzgar por lo descuidadas que estaban sus paredes. En ella, un cartel pequeño y nada llamativo rezaba lo siguiente: "Sanador aquí". Sin detenerse a analizar mucho más, confió en su olfato y entró al lugar, para rápidamente encontrarse en una habitación mínimamente amoblada. Esperó callado, sin desviar la vista de una especie de muerta arcaica que estaba junto frente de él. Aguardando a quien fuera.
Se sintió como un niño tonto cuando notó que su pecho estaba agitado por la ansiedad. Se sentía así porque, aunque no sabía con lo que se encontraría, tenía el extraño sentimiento de que sería algo muy significativo. O solo era una torpe esperanza que nacía de su condición de huérfano en búsqueda de padres desaparecidos. Su corazón se paralizó un breve segundo cuando por la puerta entró una anciana arrugada y cabizbaja, que parecía que se arrastraba sobre el piso de madera. La mujer, sin mirarlo, lo recibió con lo que creyó era un saludo, pero era difícil descifrarlo por la torpeza de su cuerpo envejecido.
-Buenos días. Disculpe mi tardanza.
-Buenos días. La verdad es que acabo de llegar- admitió el muchacho, esta vez haciendo el una reverencia.
-¿En qué puedo ayudarle?
-Estoy buscando al sanador de esta aldea.
-Yo soy la persona que cuida de él, pero lamento decirle al jovencito que el amo no se encuentra, está descansando por unos días.- con eso, la mujer volvió a doblarse con lentitud en sí misma y pareció querer marcharse, pero Kenji no podía dejarla irse, aún no resolvía nada en absoluto.
-Espere por favor. La verdad me advirtieron que podría encontrarme con usted. Mi nombre es Kenji y soy solo un...espadachín sin rumbo. Disculpe pero ¿hay posibilidades de buscarlo? Me urge hablar con él.
La anciana, que parecía que de pronto había rejuvenecido unos años, subió la mirada por primera vez, encorvando los ojos con mucho esfuerzo, lo que hizo al hanyo sospechar que estaba casi ciega. Los instantes que se tomó para mirarlo de arriba a abajo lo hicieron creer que estaba buscando algo en él.
-No viene a atenderse ¿cierto? ¿Qué es lo que desea? Soy la persona de confianza del sanador. Lo he sido de todos los médicos que han estado en esta aldea, por muchos años.
-Es cierto, estoy buscando algo personal. La verdad es que tampoco podría definirlo, solo necesito verlo.
-Si no me da más información, será difícil que lo ayude- las palabras de la mujer, que tenían un rastro de terquedad que irritó un poco al chico, mostraban que en parte su interés era mera curiosidad.
-Solo puedo decirle que...me contaron que probablemente el médico de este pueblo conoció a mi madre, hace aproximadamente veintiún años- dijo Kenji, pero cuando terminó de hablar la aldeana arrugó el ceño, parecía confundida.
-Eso no es posible. El amo sólo llevaba siete años trabajando aquí. Además, es casi tan joven como usted, es imposible que conociera a su madre. Lamento su error, si me permite, me marcho.
Aquella respuesta, que estaba muy lejos de lo que Keji esperaba, rompió un poco su entusiasmo. Aun así…
-¡Espere!- el hanyo se acercó más a la mujer, cortando su paso con mucha impulsividad y provocando que la anciana diera unos paso hacia atrás, asustada- Él puede no serlo, pero usted dijo que ha sido ayudante de todos los médicos de este lugar ¿quién vino antes del actual? Podría ser esa persona.
-¡Está bien, está bien, por favor no vuelva a hacer eso!
-Disculpe.
-Acompáñeme por favor- el hanyo entonces siguió a la mujer hasta una salida alterna, donde lo invitó a sentarse. Luego, le ofreció té que rechazó rápidamente. Estaba demasiado impaciente.- El anterior sanador ya no vive aquí. Mi amo se marchó hace años a las afueras, para vivir en soledad. La verdad solía ser un hombre solitario, lo último que supe de él es que se dedicaba a ayudar a las personas que iban por él. No sé si sigue con vida.
-Eso es de ayuda, muchas gracias. ¿Tiene alguna idea de cómo podría encontrarlo? ¿Sabe usted donde vivía?
-Sí lo sé- respondió la anciana, que mientras tomaba a paso lento su té, estaba concentrada también en mirar cada espacio del rostro del muchacho. Era inevitable entonces que ella notara sus ojos, pero Kenji rogó que su obvia ceguera se lo impidiera en parte- pero antes de decirle mucho más, joven. ¿Podría decirme de su madre? ¿Acaso el médico fue quien lo recibió en el parto?
-No, la verdad es que mi madre conoció al médico y lo único que sé es que luego se separó de mí… no puedo decirle mucho más- Kenji, que comenzaba a temer que esa mujer se estaba metiendo mucho en sus asuntos, no sabía bien cómo obtener la única cosa que necesitaba de ella.
-Que extraño. Conocí todos los nacimientos de mi amo, todos los niños recién nacidos, todas las madres de las que cuidó pero no recuerdo un caso así…¿y porque lo busca a él? ¿Usted cree que sabe de su madre?
-No yo...sí sé quien fue mi madre. Lo que busco es a mi padre.-
La expresión confusa de la mujer pasó rápidamente a una incrédula, que en medio de las arrugas profundas de su rostro la hacían ver muy abstraída en algo, en su mente probablemente.
-Espere ¿usted, jovencito, cree que el médico es su padre cierto? Déjeme decirle que no es así. Mi amo nunca se casó, nunca tuvo mujeres el solo tuvo…- pausa, la anciana hizo una pausa larga que detuvo muy nervioso en su lugar al chico que no dejaba de pensar que eso era mala idea. Cuando se decidió a que lo mejor sería irse y buscar al hombre por otra forma, la anciana se incorporó como pudo de su lugar- ¿Usted...no es humano, verdad? Creí que sí pero...ese nombre ahora que lo recuerdo es un poco... Pero estoy vieja y han pasado tantos años…
-No. No soy humano. Pero tampoco demonio. No tema, no le haré nada.
-Yo...quisiera verlo pero casi no puedo. Por favor, acérquese- pidió la anciana como un susurro. Kenji no supo qué fuerza le hizo obedecerla, pero se aproximó mucho a ella y se agacho, adivinando que el siguiente acto de la mujer fue tomar su rostro entre sus manos, mientras abría mucho los ojos, como queriendo así recuperar su vista.
-Tus ojitos. ¿Son del color de la lavanda? Creo que sí, pero la tela de mis ojos me impide comprobarlo- susurró la anciana, lo que hizo sonreír un poco al hanyo, nunca había escuchado que alguien se refiriera así a su ojos.
-Sí, algo similar.
-No puedo creerlo.- la aldeana apretó más su rostro- entonces tu eres…
-Señora ¿conoce a mi madre?-
-Sí. Esa muchacha. Ojos color lavanda, la piel del tono del amanecer y esa voz dura, demasiado para una jovencita tan hermosa. Yo nunca creí que estuviera con vida. Creí ...mi amo creyó...
La anciana, que cada vez exasperaba y empeoraba la ansiedad del chico, lo soltó suavemente. Luego, se giró en sí misma dándole la espalda. Kenji, que no entendía que pasaba, la dejó estar así un tiempo.
-No puedo ...yo. Tome. Con esto logrará encontrarlo. Es la única cabaña con un cartel de sanador en ese sitio. Su nombre es doctor Mori, así lo conocen todos.- entonces, la anciana le pasó un papel con unas indicaciones toscas, que supuso eran muy antiguas- Disculpe yo realmente no puedo decir mucho más ¡por favor, vaya! Y si puede… regrese algún día.
Con esas últimas palabras de la señora, Kenji dejó que lo guiará a la salida. Pudo notar antes de despedirla en medio de su confusión, que la anciana soltó unas lágrimas de sus marchitos ojos.
El pobre hanyo sintió que nunca había estado tan contrariado en la vida. Se quedó mirando el papel, intentando darse ánimos de seguir. La actitud de la anciana solo le había confirmado que sabía quién era él, que ella había conocido a su madre y que probablemente su padre...sí, tenía que ser su padre aquel misterioso médico, porque a cada paso que daba más se clarificaba.
Para su mala suerte, las indicaciones lo llevaron a un recorrido difícil y más largo de lo planeado. Volvieron a él con nostalgia sus días en solitario, con muchas menos certezas pero con el mismo miedo a lo desconocido. La primera noche qué pasó a la intemperie fue muy difícil conciliar el sueño, todo por cómo sus pensamientos lo llevaban una y otra vez al momento con la anciana. También, porque imaginaba en su mente a su madre a partir de la descripción de la misma. Igualmente, recreaba imágenes de ese médico. Sorprendente fue para sí mismo sentirse gratamente atraído por la idea de que su padre, que fuera de ser un aldeano "corriente", considerando las palabras que Koriu y Yorio tantas veces había usado contra la difusa figura de su progenitor, era un sanador conocido y respetado. Eso quería decir que era alguien inteligente, como Towa o su maestra Kagome. Asimismo, quería decir que había dedicado su vida a servir a otros, a cuidar de otros. Imaginó entonces que sería como él en su estado puro de humano, mucho más pálido, de ojos azules y cabello oscuro.
Kenji, secretamente, odiaba un poco su forma de humano, no tanto por lo obvio del problema, sino más bien porque no le gustaba ver el color profundo de sus venas por su piel. En su forma de Hanyo eso era imposible de notar, contrastando completamente con su percepción personal cuando estaba convertido en humano, lo que siempre se concentraba en lo fuera de lugar que se sentía en medio de las otras personas. La gran diferencia fue que en ese momento, Kenji fue capaz de apreciar la representación tan vivida que tenía de aquellas noches en su mente, porque así era fácil idear a su padre.
El pensamiento final de aquella noche fue de un pequeño rastro de esperanza, anhelo puro de conocer a alguien que quizá no era quien esperaba, se decía, pero que definitivamente cerraba muchos elementos que no dejaban que pudiera avanzar en la vida en paz.
En plena madrugada salió a toda velocidad, intentando controlarse, controlar la agitación de su mente y cuerpo para saber luego toda la verdad.
La primera parte de su destino fue encontrar un camino antiguo que ya nadie usaba, a juzgar por cómo la naturaleza se abría paso y tomaba control de tierra. Ese tramo decidió caminarlo, impulsado porque la antelación del encuentro lo tenía sobrecogido y creyó que andar a paso normal le ayudaría a relajar su mente. Cuando llevaba cerca de una hora en ello, de frente se topó con un hombre de mediana edad que traía leña en la espalda. Cuando lo vio, hizo un gesto de saludo.
-Buenas joven ¿que hace por aquí? Nunca lo había visto.- dijo el aldeano, haciéndolo detenerse sin ganas.
-Buenos días. Estoy buscando al sanador, Mori es su nombre-
-¡Claro! Vive a casi un ahora de aquí ¿viene por una dolencia?
-Algo así- respondió, mientras intentaba retomar el paso, pero las palabras del tipo lo volvieron a interrumpir.
-Que le vaya bien, aunque seguro que si. Ese médico es muy bueno, callado pero bueno. Hace un mes logró curar a mi pequeña hija de una extraña enfermedad a la piel. Que llegue a destino-
Kenji le hizo un gesto con la mano de despedida y siguió a paso seguro, un poco más inquieto y motivado por avanzar.
Llegó a lo que consideró era el sitio que anunciaba el papel de la anciana, un gran terreno rodeado de árboles y vacío, a juzgar por el silencio a su alrededor. Pudo reconocerlo por la Laguna inmensa que se presentó ante él, la que si o si tenía que corresponder a la que era indicativo del hogar del médico. Caminó despacio, buscando olores, intentando captar cualquier ruido, hasta que tuvo que detenerse.
Justo ahí, como una aparición, estaba la pequeña casa coronada en su frente por aquel cartel de sanador que la anciana le había augurado.
Tocar esa puerta fue tan complicado como engañoso. Tocó varias veces ante la nula respuesta y solo cuando ya su paciencia se esfumaba amenazada por la intranquilidad, se determinó a inmiscuirse. Dentro, todo era...extraño.
Había mucho polvo que hizo que estornudara. También, objetos misteriosos cuidadosamente ordenados, muebles antiguos. Pero ni rastro de alguna persona. Con atrevimiento, se metió a las otras habitaciones pero no encontró nada, ahí no había nadie. Lo primero que pensó fue que quizá había sido llamado a un trabajo cercano, que volvería luego, así que se acomodó junto a la entrada por fuera de la casa, mirando a su horizonte. Estuvo sentado como un animal fiel que espera a su dueño por varias horas que lo hicieron convencerse de cómo odiaba el calor de la primavera. Se tomó toda su agua, se comió toda su comida y aun nada. Cuando la noche oscureció a su alrededor, decidió encender una tosca fogata junto a la casa, aun esperando. Pero nada.
Quizá no llegaría ese día. La anciana dijo que él recorría lugares, como un médico errante. Era probable entonces que incluso no volviera en semanas y por eso el polvo extremo. En el momento en que quiso dormir, se acurrucó como pudo contra la pared de la cabaña de sanador y se tapó con la frazada que llevaba consigo, la que hace tiempo le había hecho Moroha y que llevaba como un tesoro personal. Entonces, ese cálido pensamiento de la niña de ojos cafés y colmillos rebeldes lo acogió en medio de sus dudas, haciéndolo sonreír mientras dejaba que el calor del fuego lo adormeciera.
"Moroha, si ella estuviera aquí, estaría tan entusiasmada como yo. Estaría ansiosa, frustrada por su ausencia y sería la primera en hablarle a mi padre. Le preguntaría tantas cosas, viéndose un poco entrometida pero encantadora a la vez, como solo ella sabe serlo". Pensó, casi riendo. "Estaría conmigo" volvió a decirse, "todo mientras se queja de lo fea que le quedó la manta que me hizo"
-¿Joven?
La voz de una mujer lo despertó de un salto. Junto a él una señorita lo miraba y esperaba que se incorporara de su cama improvisada.
-¿Está bien? ¿Está perdido?- preguntó entonces la muchacha. Kenji negó con la cabeza y la saludo como pudo mientras ordenaba su ropa- Por un momento creí que era una aparición. No suele encontrarse mucha gente por aquí.
-Lo siento.
-¿Quiere agua?- el hanyo aceptó el ofrecimiento de la aldeana y tomó agua de un recipiente de bambú.
-Gracias. Yo estaba esperando al sanador.
-Oh...ya veo. Lo lamento, creo que perdió su viaje. El sanador falleció hace cerca de una semana. Sufría de una enfermedad en los pulmones y el último tiempo lo debilitó muchísimo. Yo mismo la encontré y con ayuda de mi familia le dimos entierro en un pequeño cementerio cerca de aquí. Si lo desea, puedo llevarlo.
El rostro y las palabras amables de aquella mujer no ayudaron a descargar en parte el gran peso que sintió el joven hanyo de súbito. Las crecientes esperanzas que habia dejado florecer en su pecho y pensamientos habían hecho de que la realidad algo bastante terrible de llevar.
La señorita se quedó ahí, quieta, como si supiera que algo en Kenji se había roto en silencio. El, dándose cuenta de que no había dicho nada y aun un poco paralizado en su mente, asintió como pudo.
-Gracias, no es necesario.
-¿Está bien? ¿Hay algo que pueda hacer por usted?
El chico, que había girado un poco el rostro para evitar la mirada compasiva que le brindaban, no sabía realmente qué debía hacer. Hasta que algo dentro de sí le recordó todas sus nuevas habilidades. Aún había formas de saber la verdad.
-Sí, eso creo. ¿La cabaña está tal cual la dejó el sanador?
-Exactamente, con mi familia decidimos dejar las cosas dentro y venir a verlas de vez en cuando con la esperanza de que viniera alguien. No tenía familia conocida.
-Entiendo, le agradecería mucho si me deja estar un tiempo dentro. Me iré luego, solo necesito ver algunas cosas. Lo dejaré todo tal cual.
Las palabras de Kenji parecían haber sorprendido a la joven, porque arqueó la ceja con curiosidad para luego asentir a su requerimiento con una reverencia corta. El hanyo no se hizo esperar y entró al sitio, aun sintiendo que sus piernas le respondían con torpeza e intentando evitar tropezar con algo en el camino.
-¡Espere!
-¿Sí?- Kenji se giró nuevamente, pero está vez la jovencita lo miraba directamente a los ojos. Con una increíble concentración.
-El médico no tenía a nadie. Pero siempre hablaba de un bebé, de su hijo. ¿Podrías ser Kenji?
"Un mensaje con mis espíritus". No, probablemente alguien lo descubriría cerca. "¿Mandar a alguien? ¿Towa?" Tampoco, era demasiado peligroso.
Moroha llevaba un buen rato de su mañana con los ojos cerrados y concentrada, casi molesta, ingeniandoselas para descubrir la mejor manera de comunicarse con Kenji. Lo había dudado mucho desde la noche anterior cuando Riku le dió aquella información y eso había provocado que le costara mucho dormirse, imaginando miles de posibilidades pero con la certeza absoluta de lo difícil que sería eso para el hanyo.
Se sentía a su vez un poco estúpida de preocuparse así cuando ella misma lo había alejado. Era un poco inconsecuente pero ¿importaba? Ambos sabían que no querían terminar, que era la realidad de cada uno lo que había resultado en su separación. Ella lo liberó y él la había dejado seguir su camino. Era mutuo. Como también era mutuo que sabían cómo llevaban las emociones personales, como reaccionaba a lo desconocido.
Moroha pensaba que no habría nada malo en mandarle una carta a un conocido, un buen amigo. Excluyendo, claro, el hecho evidente de la relación amorosa que habían mantenido. Al final se decidió por comunicarse de la misma manera que lo habían hecho ella y su prima con Riku, solo que con instrucciones de ser más cuidadosos a sus espíritus. En el resguardo de su árbol favorito llamó a sus seres para, de manera concisa, pedirles que buscaran a Kenji y le dijeran lo siguiente:
"¿Podríamos vernos? En dos días, en el árbol de siempre, justo cuando se vaya el sol. Envía una respuesta por este medio, así sabré que vendrás. Moroha"
Apenas se había marchado, se sintió muy atemorizada por la posible respuesta. Moroha aun sospechaba que podría estar molesto por lo sucedido con el regalo y por la nula recepción del mismo. También, imaginaba que quizá él había seguido con su vida, aunque secretamente guardaba en su pecho la idea de que lo impediría de todas formas. Egoísta sentimiento, por lo demás, pero sincero consigo misma.
Al final, ella simplemente quería saber si estaba bien después de saber cosas nuevas sobre su origen. Luego todo volvería a ser como siempre.
La voz seria de su prima la despertó y bajó junto a ella, uniéndose para comer juntas. A Moroha le gustaba en ocasiones como esa la compañía silenciosa pero sincera de Setsuna, era más fácil llevar consigo las dudas cuando tienes a alguien así a tu lado, alguien que simplemente está, sin querer saberlo todo.
Aun así, Moroha sintió deseos de contárselo a su prima, así que cuando estuvieron instaladas comiendo en un puesto de la aldea, comenzó a hablar.
-Me enteré de algo por Riku
-¿Qué cosa?- pregunto Setsuna, sin prestarle más que la atención de siempre.
-Me contó que ayudó a Kenji a obtener una dirección para ir en busqueda de su padre…
-¿No estaba muerto?
-Eso sabía yo también, pero parece que no. Es un sanador. El asunto es que…
Antes de poder seguir, ambas chicas dirigieron su mirada al grupo de lobos que se aproximaba.
-Hola Morohita, hola Setsuna.
-Hola Hiro…- el resto de lobos saludó y se marchó a su puesto de campaña. La adolescente intentaba evitar dar cuenta de su hastío por consideración a su amigo y su prima, pero sinceramente deseaba seguir su conversación.
-¿No preguntarás cómo nos fue? Sucedieron tantas cosas…
-Keh...imagino que te reencontraste con Nomi.
-Sí, te envío sus saludos.- Hiro no insistió al ver como Moroha lo cortaba, así que se sentó junto a las muchachas despreocupadamente. No pretendía ser él quien le contara "ciertas" cosas a la niña, así que no iba a continuar aquel asunto. En su recorrido de vuelta a la aldea Hiro había tomado la determinación de que no usaría toda la información que poseía para beneficiarse, incluso sabiendo que nada de lo que diría era mentira (ni el concubinato ni el compromiso de Kenji) solamente porque no deseaba jugar sucio. Si bien, creía que Moroha merecía saberlo todo, prefería que fuera Sayumi quien lo dijera. Además Hiro conservaba la idea de que sin necesitar de todo eso, la cercanía del hanyo y su enamorada ya estaba bastante desgastada.
-Moroha estaba por decirme algo….- intervino esta vez Setsuna.
-Si quieres me voy-
-No, está bien Hiro.- dijo Moroha, un poco culpable de la forma en que estaba hablándole al lobo- Yo solo iba a agregar que le envié un mensaje con mis espíritus.
-¿Aquellos que usaste con Towa?- inquirió Setsuna, ante lo que su prima asintió. Hiro, que no entendía nada, se metió curioso a la conversación.
-¿Mensaje a quien?
-A Kenji...Riku, un conocido en común, me comentó que se enteró sobre su padre.
-Creí que era huérfano- el semblante amable de Hiro cambió drásticamente al escuchar a quien iba dirigido el mensaje de la niña. Moroha lo había temido pero la verdad no veía nada de malo en aquello.
-¿Con qué objeto?- volvió a preguntar Setsuna.
-Pidiéndole vernos.
Las últimas palabras de Moroha desequilibraron al pobre lobo que arrugó la frente, contrariado. Por un momento recordó su pelea a golpes con el aludido y todas las palabras que le gritó en su cara.
-Qué absurdo- dijo entonces Hiro, sin disimular su molestia ningún segundo.- No es problema tuyo, él se marchó y está bien.
-No dije que fuera mi problema, simplemente lo conozco y creo que se verá muy afectado con todo- la justificación de Moroha, que comía haciéndose la desentendida mientras hablaba solo enervó un poco más a Hiroyuki.
-No debiste hacerlo.
-¿Por qué?- preguntó ahora la adolescente, mirándolo directamente. Ya para las primas era obvio el aura de rabia del lobo, así que ambas estaban un poco a la defensiva, de puro instinto.
-Porque no lo merece. No diré nada más.
-Hiro. Kenji y yo no estamos peleados. Yo sé que lo que dijo mi papá es un mal entendido.
-No es por eso…
-Entonces explícate.
-¿Es necesario?- dijo está vez Hiro levantando la voz. Había intentado mantenerse sereno pero el solo saber que Moroha intentaba acercarse a Kenji...el mismo Kenji que se había mostrado tan abierto en sus sentimientos a la niña, le provocaron deseos de volver a golpearlo. Estaba celoso del pelo hasta los pies.- Sé que tuvieron algo Moroha pero se fue, se marchó, aparte tus padres están molestos por todo lo que hizo ¿no es suficiente para no tener que responder más por él? No actúes tan ridículamente Moroha…
-¡Hey, no me hables así!- le gritó está vez la niña, soltando lo que le quedaba de comida y levantándose enojada de su asiento. Setsuna intentó calmarla pero fue detenida por el brazo de su prima.- ¡Y yo puedo hacer lo que se me dé la gana! Lo que piense mi papá es problema de él.
-Como quieres, pero estás luciendo como una tonta.- Hiro no podía creerlo, en su interior ardía algo de la rabia que sentía de solo imaginar que, a pesar de todo, ellos volvían a encontrarse. Había sido calmo, comprensivo con la niña, inclusive sabiendo de su amorío...pero eso ya era mucho para él.
-¡¿Qué te pasa Hiro?!- volvió a gritar Moroha, pero el lobo que también se había parado y la miraba desde la altura, escapó unos pasos de ella, aterrado del descontrol que habían adquirido. Hiro se sorprendió de sí mismo por estar tan enrabiado y haberle dicho eso a la niña, pero es que las cosas que pasaron por su mente lo hirieron profundamente. - Yo no tengo que darte explicaciones, si hice lo que hice fue porque me pareció lo más correcto. Yo...quiero mucho. Kenji y ni siquiera lo digo románticamente, lo digo como te quiero a ti o a Setsuna, son importantes para mi.
-Moroha- Hiro, perdido en el "quiero mucho a Kenji…" vivió en carne viva lo que era temor puro, del más siniestro. Temor que emanaba del amor profundo que creía sentir. En ese momento solo decidió perderse en que no había muchas posibilidades. Sabía, a la perfección, que si Moroha se encontraba con Kenji, sería inevitable al menos de parte del hanyo intentar retomar aunque fuera parte de su relación. Esa sola idea lo rompió por dentro. - Juró que no quería ser yo quien te lo dijera, quería que fuera distinto pero no soporto ver qué actúas así, quedando en ridículo. ¿Sabes cómo pasan sus días Kenji? Rodeado de demonias de la talla de Nomi. No tiene una, sino tres concubinas tan bellas como puedes imaginarlo. Y créeme que no se ve nada infeliz. Aparte, su tío y él quedaron tan encantados de Sayumi que pidieron su mano. Y ella aceptó, así que está con ellos pasando un tiempo hasta que mis padres se enteren. Umiko ya fue a decirles.
Aquello sí que fue mucha información para la shihanyo, que solo atinó a quedarse con expresión molesta frente a su amigo. En su mente corrieron todos esos elementos como imágenes, lo de las concubinas podría ser esperable pero ¿Sayumi? ¿Acaso estaba enamorada de Kenji? Todo eso tenía que tener relación con su tío...no tendría otro sentido. Pero aun así, el saber que la loba y el hanyo estaban formalmente comprometidos era muy doloroso de entender. Hiro, que esperaba que Moroha lo golpeara o que llorara de pena, no entendió nada cuando ella cambió su expresión.
-Eso fue cruel.
-Moroha….
-Mejor vete Hiroyuki- dijo Setsuna, que se levantó junto a su prima y la sostuvo de los hombros. Varios aldeanos habían visto los gritos y comentaban en susurros lo ocurrido. Hiro obedeció a la chica y se fue del lugar, aunque sin dejar atrás el inmenso odio que sentía.
-Sí, ese es mi nombre-
La muchacha puso la manos en la boca. Kenji no estaba mucho mejor que ella considerando que acababa de confirmarle la mayor de sus dudas.
-¿Él hablaba de mí?
-Mucho...siempre. Lo buscó por tanto tiempo.
-¿De verdad? Pero yo igual lo busqué ... - aunque claro, él no sabía nada de sus padres. Aun así las palabras de la joven habían sido muy bien recibidas por su corazón. Él siempre había pensado que su papá en realidad no era tan horrible como su tío lo describía.
-Lo siento muchísimo. Por favor, llévese lo que desee, es su derecho.
-¿Confía así de simple que sea yo su hijo? -preguntó Kenji con una sonrisa algo irónica, le sorprendía la facilidad con que esa mujer había confiado en él.
-Él nos contó que su bebé tenía ojos violetas. Yo pensé que estaba loco, pero ahora que lo miro … lamento profundamente haber dudado del señor Mori. De hecho, creo qué hay algo que debe ver.- la jovencita le pidió permiso y entró a la cabaña seguida del hanyo. Kenji, que aún no se recuperaba del golpe inicial y la destrucción de sus esperanzas, sólo respondía por un mecanismo interno, pero la verdad era incapaz de pensar a cabalidad. La chica comenzó a desordenar cajas, contenedores de bambú y bolsos de tela por todos lados. En un momento retiró lo que parecía una caja de cuero de tamaño medio y mientras sacudía el polvo, le pidió que se sentara.
-Es esto. Ahí puede revisarlo usted. Lo dejaré en paz. Nuevamente, mi pésame. Si quiere ir al cementerio vaya a la aldea que queda pasando el lago y búsqueme. Mi nombre es Sakura.
-Gracias-
La joven se marchó y el joven hanyo no se movió, sin dejar de mirar la extraña cosa frente. Estaba muerto. Después de tantos años… ni frustración pudo sentir, simplemente porque habían durado muy poco su ilusión. Pero la profunda pena que se alojó en su pecho era por el mismo. Por su mala suerte.
En otro contexto hubiera intentado conseguir información de la joven, pero sabía a la perfección que no tenía mayor sentido porque ya le había confirmado lo más importante. ¿Qué se puede sentir por alguien que nunca conociste? ¿Por alguien que solo vivía como una ilusión en tu mente?
No mucho. Solo pena por todo lo que pudo pero nunca fue.
De un tiempo a esa parte se había enterado que su padre había vivido con su madre, que era médico, que seguía vivo y que, finalmente, lo había buscado. Que hablaba de él con otras personas. Seguro que parecía un loco, un humano loco que hablaba de hijos semidemonios, de demonias de ojos púrpura y de bebés secuestrados por seres que paralizan con los ojos. Pobre hombre, pensó también. Probablemente había estado tan solo como él.
Decidió, cuando comenzaba a recobrarse, que debía revisar ese objeto. Abrió la suerte de caja pero para su sorpresa el cierre era extrañísimo, desprendiéndose desde el centro. Le recordó un poco la "mochila" de Moroha por su extraña forma, solo que esta era más grande y arcaica.
Su interior era igual de increíble. Había una serie de frascos con contenidos misteriosos, junto a una serie de lo que parecía herramientas o pequeñas armas. Kenji comenzó a sacarlas, observó sus formas y detuvo su atención, es una especie de cuchillo que cuando pasó torpemente por sus dedos le hicieron un profundo corte.
-Maldición…
Soltó el objeto con filo y se chupó la herida, intentando provocar una cicatrización más rápida. Luego, siguió revisando los objetos. Notó un espacio en la orilla con papeles y, con cuidado, fue revisándolos, sin saber qué esperar en realidad.
Lo primero que pilló fue un pedazo pequeño donde rezaba: "Sr Mori médico sanador" junto al nombre, había datos que no supo interpretar. También, encontró una serie de hojas que formaban un librillo donde habían instrucciones de procedimientos médicos, indicaciones de remedios, entre otras cosas. Eso era interesante, aunque él nunca había sentido especial interés por el área médica. Cuando se cansó de ver aquellas cosas sin sentido para él, se levantó y caminó pausadamente por la cabaña. Había pocos muebles pero bastantes objetos. Con la habilidad que había desarrollado el último tiempo hubiera sido fácil extraer memorias de todos ellos, pero por alguna razón le pareció demasiado incorrecto meterse en las memorias de un muerto. Solo se permitió revisar cosas por encima. Hasta que algo lo volvió a llamar. En una especie de mesa alta una manta cubría lo que parecía un mapa. En él, había varios escritos y rayados. Algunos con lo que parecían fechas y otros con nombres. Pero, lo más increíble, fue pillar un pedazo del mapa que decía: "Pueblo escondido de los hanyos"
¿Su padre había descubierto el pueblo de los hanyos? Solo entonces entendió que aquel era un mapa de los sitios donde lo había buscado. Su padre, ese desconocido sin rostro, lo había estado buscando por años. Comprendió que probablemente nunca pudo dar con la aldea, todo porque el campo de Shiori lo imposibilitaba.
Kenji se irritó súbitamente por lo cerca que estuvieron en algún momento el uno del otro. ¿Podía ser todo tan irónico? Dos personas que se buscan pero que es casi imposible que den con el otro. Kenji nunca podía dar su nombre ni decir que era semidemonios cuando recorría sitios y probablemente a su padre lo consideraban un desquiciado. La fórmula del fracaso.
Le molesto tanto pensar en eso que arrugó el mapa con una sola mano, haciendo un bola gigante que se comenzó a quebrajar. Y de la nada, quiso llorar. Como un niño, como un tonto y en soledad. Antes de poder entregarse a esa sensación, se fijó que debajo de ese mapa había una suerte de papel grueso pegado al mueble, que estaba escondido. Lo tomó, porque en la tapa decía su nombre.
"Kenji"
Era un sobre con muchas hojas. Lo abrió deprisa casi rompiendo el sobre para toparse con páginas y páginas de una carta dirigida a su nombre. ¿Acaso su padre sabía que sucedería eso? Era imposible, no tenía poderes, era un simple humano. Pero, de alguna forma, eso estaba ahí para él. Eso era obvio. Intento no dudar en comenzar a leer, a pesar de que lo agitado que estaba su corazón lo hacía sentir mareado. Se sentó en el piso helado y comenzó a leer.
Kenji.
Escribo esta carta por un "como". Aunque quizá nunca tenga un "quien".
Es extraño escribir para alguien que casi no conoces. Decidí hacer esto guiado más que por ti, por mí mismo. Siempre he pensado que esto disminuirá la angustia que siento de saber que es probable que nunca nos volvamos a ver (...)
El hanyo hizo una pausa y sonrió levemente "tenías razón", pensó y siguió leyendo.
(...) Lo primero es decirte que no ha pasado un solo día en que no piense en ti y que no te busque. Con eso, esta carta es para contarte todas las cosas que creo, no sabes. Si tuviera la suerte de contarlas yo mismo, romperemos juntos esta carta.
No me es fácil descifrar cómo contarte todo, así que lo haré tal como inició.
El día que conocí a tu madre.
Tenía treinta años recién cumplidos cuando llegué a una aldea empobrecida a trabajar como sanador luego de mis intentos por recobrar una vida normal.
Luego sabrás porqué.
Fui recibido por una gentil anciana que me acogió como un hijo y cuidó de mí siendo la dueña de mi hogar, mientras me dedicaba a tratar los diversos heridos de las guerras de aquel entonces. Debes saber que curé desde niños hasta bandidos y no me arrepiento. Es el llamado de todo sanador.
Ese tiempo, rodeado de oscuridad y de maldad, hacía muy difícil confiar en la gente, pero siempre tuve la suerte de toparme con buenas personas a las que intenté ayudar de corazón. En una ocasión, fui llamado para atender a una pequeña niña de una terrible fiebre. Luego de revisar y dejarle medicina, tuve que regresar en medio de la noche a la aldea desde aquel distanciado sitio junto a la montaña. Era peligroso, pero decidí hacerlo de todas maneras.
Llevaba gran parte del camino cuando unos quejidos graves llamaron mi atención. Me acerque a un bulto que asumí era un pobre animal pero casi caí de la impresión al toparme a una mujer. O eso creía.
Una joven de cabello castaño y una piel del tono mate estaba desmayada en el suelo, sutilmente cubierta por una suerte de capa que evitaba dar con lo raída que estaba su ropa. Mi impulso me hizo tomarla en brazos y llevarla conmigo a la cabaña, donde la anciana que cuidaba de mí me ayudó a acomodarla y revisar sus heridas. Nuestra sorpresa fue tremenda al descubrir que no era humana, a juzgar por sus orejas alargadas. La anciana quiso echarla por miedo a que nos matara, pero yo, que siempre pequé de confiado, dejé que durmiera. Al día siguiente despertó. Era igual que un animal herido en una esquina, haciendo sonidos que parecían gruñidos y silbidos a la vez. Cuando intenté acercarme, abrió tan inmensamente los ojos que, en medio de sus moretones, fuí capaz de notar sus hermosos ojos violáceos. Definitivamente no era humana.
Le expliqué que no le haría daño. Ella pareció no querer responderme. Ni siquiera quiso comer. Luego de luchar torpemente con la gravedad de sus heridas, volvió a desmayarse. Así, pasaron algunos días. Una mañana, nos permitió darle de comer. Otro día, nos dejó hablarle. La primera vez que habló me dijo "humano estúpido", palabras que me hicieron reír muchísimo. Logramos obtener su confianza gradualmente, ella descubrió que éramos insignificantes y nosotros que manteniéndola escondida bastaba, porque ella no intentaba escapar.
Logramos que dijera su nombre, Eimi. Supongo que ya lo sabes. Nos contó que era demonia de una especie con poderes mentales, también, que había perdido su espada y que debía recuperarla. Así, se marchó una noche, hizo una reverencia para agradecernos y la vimos marchar. Pasó un tiempo en que no supimos de ella. Hasta cierta madrugada.
La anciana la encontró fuera de la cabaña cuando yo sufrí una de mis crisis. En aquel tiempo, tenía pequeños episodios donde sufría intensas jaquecas. Solo hoy comprendí que solo eran expresiones de mi inmenso dolor oculto.
No sé cómo fue, pero Eimi regresó y haciendo uso de una magia que siempre me maravillaba, posó sus manos en mi sien y me liberó de aquel momento.
Así inició realmente. Eimi no volvió a marcharse. Estuvo ahí, por agradecimiento supongo, ayudando en mis crisis, aliviando con su poder aquella pena.
Y es que no era tan simple.
A mis veintitantos años sufrí la peor de las experiencias cuando unos bandidos atacaron el pueblo donde vivía y mataron a la que entonces era mi mujer. Y a mi pequeña hija, Meiko. Lamento si tienes que enterarte así de todo, lo lamento mucho.
Meiko era mi vida y murió cuando apenas tenía cuatro años. Yo me fui un poco con ella. Eimi sabía eso, pudo verlo cuando descansaba mi mente. Y lo comprendía. Lo compartimos. Así me enamoré de ella. Solo con eso ella comprendió porque yo no temía ayudar a los demonios. A veces, los humanos son mucho peores.
Con el tiempo nos convertimos en una pareja secreta. Nadie sabía que yo vivía con una demonia, en ese tiempo era pésimamente visto que las especies se mezclaran. Sospecho que siempre lo será, a mi pesar.
Al tiempo nos marchamos a las afueras de la aldea a vivir. Yo sabía muy poco de la vida de tu madre, principalmente su origen pero siempre fue muy hermética con toda su historia personal. Llevábamos cerca de dos años juntos cuando supimos que te esperaba. Quiero que sepas que te quise desde ese momento. Eimi también, incluso cuando era una demonia de pocas palabras. Ella se expresaba con sus movimientos, con sus gestos. Era bella en su máxima expresión, por dentro y por fuera. Pero, algo de ella dejaba ver que había sufrido mucho.
Tenías meses de embarazó cuando llegó agitada, asustada de un recorrido para tomar aire. Me contó su verdad. Se había encontrado con un demonio que había sido parte de su vida familiar. Me explicó entonces que había escapado de su aldea el día que su padre la prometió con ese horrible demonio, lo que la llevó a vagar en soledad por mucho tiempo, hasta que se encontró conmigo. También, me explicó que su hermano era alguien horrible, que la odiaba por sus capacidades y que se enteraría muy luego de nosotros. Tuvimos que huir.
Un día de primavera naciste. Calmaste nuestros miedos desde el primer momento que abriste los ojos. Eimi hablaba mucho contigo. Pequeño, así te llamaba. La sorprendí incluso cantándote. Los meses que fuimos una familia son el tiempo que más atesoro. La Eimi que conocí la primera noche era muy distinta a la Eimi que vi llena de amor para ti. Gracias por eso, Kenji.
Tu madre eligió tu nombre por una simple razón. Porque significa "segundo hijo" y lo hizo pensando en Meiko, así, siempre tendríamos presente en nuestra vida a mi niña. Un día, en medio de nuestra inocente paz, llegaron a nuestra puerta los que luego supe eran el padre y el hermano de Eimi. Exigieron llevarte con ellos, totalmente descontrolados por descubrir que eras hijo mío, de un humano.
Lo lamento, lo lamento mucho. Fui incapaz de evitar que se llevarán a tu madre. Ella ofreció irse si nos dejaban en paz. Nunca más la volví a ver. Tu y yo estuvimos solos muchos meses. La inmensa pena de perder a tu madre solo era superada por mis deseos de cuidarte en su nombre. Procuré evitar ser descubiertos pero nuevamente fuimos encontrados por esos demonios. Esta vez, no era ni tu tío ni tu abuelo. Aquel día te llevaron. Me dijeron que te matarían pero sé que no fue así. Lo sé porque tú madre me contó que su padre, tu abuelo, nunca permitiría aquello. Era un hombre cruel pero hasta cierta medida, justo con su propia sangre.
Hasta el día de hoy nunca supe de ti. Menos de mi Eimi.
Pero, incluso hoy en medio de mis lágrimas y mi frustración, estoy seguro que sigues con vida. Vive Kenji ¡vive!.
Por último, quiero que sepas que en mi mente eres aquel chico que ideé, parecido a tu hermosa madre pero con mi forma de ser.
Procura siempre pensar en nosotros de esa manera, viéndote a ti mismo.
Mori.
Kenji regresó a la aldea el día después de saber toda su verdad, llevando con él algunas cosas que pertenecieron a su padre. Gracias al apoyo de Sayumi, había podido inventar que se iría a visitar a los lobos, pero quedando la chica aún al cuidado de Nomi. Evitó a todo quien se le cruzaba, un poco para evitar que notaran el desequilibrio que llevaba por dentro. Luego de pasar por una etapa de pena al saber la historia de sus padres, todo había evolucionado a la rabia. Rabia como todo ocurrió. Como su madre desapareció, como había sido alejado de su padre.
Se prometió a sí mismo no llorar más que las lágrimas que soltó en su soledad en medio de la cabaña, triste por los padres que antes no existieron.
Al entrar a sus aposentos en medio de ellos encontró una luz intensa en forma de bola que flotaba. Supo de inmediato que era un espíritu, lo había visto por parte de su maestra. ¿Acaso Kagome le había enviado un mensaje? Se apresuró a oírlo.
Era Moroha. El salto que dió su corazón fue seguido de una gran sonrisa ¿era posible que la niña supiera el dolor que sentía? Quería creerlo, por el amor que sentía, incluso en medio de la oscuridad que lo rodeaba. Pensar en la muchacha lo hizo recobrar un entusiasmo que lo hizo sentir determinado. Ella quería verlo y él por supuesto que iría.
Un terco Hiroyuki estuvo en la noche haciendo "guardia" fuera de la cabaña de Moroha y sus padres, intentando hablar con la niña pero ella lo ignoró magistralmente. Era sabido que era mejor darle tiempo a la shihanyo, pero también que los lobos no eran seres pacientes. El segundo día Moroha, que tenía un pésimo humor por alguna razón, lo dejó volver a hacer guardía afuera de la casa. Lo increíble era que Inuyasha no hiciera nada. La pasividad de su padre asustaba a la niña, igual que su aparente "aceptación" al joven lobo, a juzgar por cómo podían mantener conversaciones civilizadas. Ya a la mañana siguiente Moroha sintió un poco de compasión de ver a Hiro apoyado en un árbol, cabeceando de cansancio, aun haciendo guardia para hablar con ella. Así que se rindió y se acercó a él con un poco de agua fría para que despertara. Juntos caminaron sin dirección, esperando lo obvio. El semblante sereno pero triste de la adolescente era casi contagioso, ni siquiera las bromas de Hiro funcionaron.
-Oye Morohita, sé que estás enojada conmigo por como te hable…pero debes saber que no me arrepiento en absoluto de decírtelo. No quería seguir viéndote detrás de…
-Lo sé Hiro, no sigas. Te pido por favor que duermas, no debes hacer guardía más noches. No estoy tan enojada contigo.
-Gracias por el permiso- el lobo hizo reverencia- pero lo hacía porque sé lo quisquillosa que eres con las disculpas y no pretendo ser como tu padre que no habla.
-Ese es otro tipo de terco- dijo ella, aunque cambió el tema deprisa- Parece que tenías un poco de razón.
-¿Por qué lo dices?- preguntó él, genuinamente curioso.
-Sobre mi haciendo el ridículo. Porque ... Keh. Es que Kenji no aceptó mi invitación a venir.
-Lo siento- mintió Hiro- Y perdona nuevamente por mi actitud.
-Está bien. Sobre Kenji, quizá creyó que era inadecuado o está molesto por lo qué pasó con sus regalos.
-Si quieres hacemos algo para distraerte…
-No es para tanto. Yo solo quería que supiera que tenía con quien hablar, pero la verdad no tengo idea, puede que allá tengas amigos.
-Sí...amigos.
Moroha no le respondió, sonrió falsamente para él y continuaron su camino cerca del Río.
-Pero si fuiste muy duro conmigo, Hiroyuki- dijo la adolescente, mientras le lanzaba un poco de agua arrodillada junto a la orilla del Río.- la próxima vez te golpearé.
-Está bien- respondió el lobo, agachándose con ella- pero cambia tu expresión.
-No se me da la gana.
Hiro no hizo grandes pausas cuando agarró a la chica de la cintura y se lanzó con ella en el hombro al agua. Moroha dió un grito agudo en su oreja y él dió otro por el dolor de oído.
-¡Idiota que estás haciendo! ¡Hace mucho frío!- a pesar de sus palabras, Moroha se reía, estaban totalmente empapados y el cabello de Hiro le tapaba la mitad de la cara. Cuando acomodó sus mechones aprovechando que estaba agachado dentro del Río, Hiro la agarró de los brazos inmovilizándola. Luego, puso sus brazos alrededor de su cuello. Dejándolos demasiado cerca. La niña se sonrojo totalmente, podía sentir con mucha claridad el torso del lobo pegado a su cuerpo y la humedad no ayudaba en absoluto. Tampoco la mirada penetrante del Hiro sobre ella.
-Sonríe.
-Yo...suéltame.- pidió ella, pero el lobo no hizo caso. Dejó de agarrarle los brazos y atrevidamente bajó a su cintura, sosteniéndola. Se enderezó y elevó con sus brazos a Moroha evitando la diferencia de estaturas. Ella no se movía ni se resistía. Estaba un poco enredada en lo extraña que se sentía de volver a sentir la manos de un hombre en su cuerpo. Lo más inquietante es que le gustaba sentirlo.
-Creo que me cansé Moroha
-¿De qué…?- se atrevió a preguntarle ella, aun paralizada. Cuando se movió levemente se vió casi obligada a agarrarse fuertemente del cuello de Hiro. Además de eso sus únicas opciones era esconder su rostro en su cuello o mirarlo muy de cerca a los ojos.
-De fingir que no me pasan cosas contigo. No me hagas hacerlo. Ya no puedo-
-No juegues.
-¿Quién juega?- dijo el lobo muy serio, mientras se aseguraba de apretar un poco más su cintura. Tener a Moroha tan cerca lo estaba desestabilizando un poco. Le encantaba sentir su aroma y más notar su encantador sonrojo.
-Tu, conmigo.
-Imposible. Yo estoy enamorado de ti. - explicó él. Ella no se inmutó, aunque si la removió un poco. En su interior Moroha se sentía placenteramente, aunque le costara admitirlo, después de todo Hiro era apuesto y eso nunca estuvo en discusión. El problema fue que en su distracción, Hiro acercó muchísimo su rostro intentado besarla. Moroha dió, por instinto, un movimiento brusco que hizo que la soltara.
-¡¿Qué haces?!-
-Intento besarte, es obvio. - la chica salió del Río muy enojada, en parte por el acto y en parte por perder esas sensaciones que estaba sintiendo.
-Bastaaaa
-¡Vi como me mirabas!- gritó el lobo también saliendo, ambos se quitaron el exceso de agua como pudieron y luego Moroha, casi gruñendo lo miró molesta.
-¡Qué mirada ni nada! Creí que habías dejado tus tonteras
-No entiendo Moroha, no entiendo porque me rechazas así. Sabes lo que siento por ti, sé que sientes algo por mi, aunque sea ínfimo, si te atraigo un poco al menos. No entiendo. Tu no estas con nadie ...tu yo…- replicó Hiro, mirándola con mucha intensidad, casi queriendo sacar de ella algo lo que la hacía sentir muy vulnerable ante su mirada casi oscura, deseosa y ansiosa. La de ella era levemente similar, un poco atraída a todo ese extraño ambiente que se creó de la nada entre ellos.
-No tiene nada que ver con eso, deja de torturarte. No te rechazo...no como tu lo sientes.
-Claro que lo haces. ¿Puedes relajarte? Como estabas recién- mientras hablaba, el lobo se aproximó de nuevo a la niña sin desprenderle la mirada- Moroha mírame, soy yo, soy Hiro y te amo. Relájate conmigo. Déjame demostrarte lo que me haces sentir, que estarás bien conmigo, en mis brazos-
Moroha creyó por unos segundos que él tenía razón. ¿Por qué seguía tan rígida? Era obvio que si le atraía. No era la misma Moroha de hace meses que no sabía nada de las relaciones. Ella había estado con un chico, había besado, abrazado, sentido al otro. Por tanto, era natural sentir deseos por otra persona. Y si era Hiro...su Hiro, el lobo de su infancia, su romance platónico de niña, sus primeras inquietudes románticas, todo en un mismo demonio. Ella sí que quería…
-Hiro… basta yo
-Shhh….basta tu- Hiro volvió, notando su relajación, a tomarla de la cintura. El toque de sus manos volvió a sorprenderla gratamente, pero no hizo ningún gesto. Solo cuando vió que Hiro intentaba nuevamente besarla, se rindió, cerró sus ojos tal como aquella vez fuera de su casa. Fue despacio para ambos, como en cámara lenta hasta que de sentir su cercanía Moroha sintió sus labios húmedos y suaves tocando los de ella. De manera tierna pero firme.
Se sintió bien.
Por un instante.
Pero de inmediato se transformó en otra cosa. Pudo notar demasiado bien que él intentaba profundizar su beso pero por la mente de Moroha, acusadoramente, se cruzó otro de aquellos gestos. Muchos incluso, con Kenji.
Pero no se alejó. Fue Hiro quien se alejó de ella cuando notó una pequeña lágrima en la mejilla de la niña.
-Moroha, no llores. Perdón.
-No yo...no es tu culpa- la niña abrió los ojos y se apresuró a borrarla. El golpe de realidad en su corazón la destruyó emocionalmente. - Soy una tonta, lo siento.
-Qué imbécil. No quería forzarte ni nada.
-No Hiro…
-Un idiota.
-¡Para! ¿No lo ves? No es eso- gritó la shihanyo sorprendiendo al lobo.
-Que…
-¡Quiero hacerlo! Deseo besarte. Quiero abrazarte, darte un beso y perderme en eso. Pero no puedo. No sería sincera. No siento lo mismo por ti. Si me dejo llevar por lo que quiere mi cuerpo, solo eran mentiras y no puedo mentirte.
-Hazlo…- pidió está vez el, nuevamente envuelto en su pasión.
-¡No! No puedo.
-¡Hazlo Moroha! Los dos queremos, vamos…
-Basta, no puedo
-Moroha, yo te amo. Estoy loco por ti.
-No digas eso…
Hiro dió una pausa y, con una expresión tan angustiada que bordeaba lo doloroso, dio un giro en sí mismo, descontrolado. Parecía que quería arrancarse algo a si mismo. Estaba perdido, pero se recobró para explayarse con ella.
-Hice todo lo que necesitabas, dejé de atosigarte, intenté darle tiempo a tu corazón para olvidarte de tu amorío con Kenji, tranquilice mis maneras e incluso me alejé de Nomi y lo que sea que hubiera entre nosotros ¡porque quería ser lo que necesitabas Moroha! ¿No lo notaste?
-¿Cambiaste solo por eso? Yo no te pedí nada Hiro….- dijo ella, alejándose un poco asustada por como le reprochaba con tanta libertad, casi liberando su alma. Moroha se sintió tan culpable de verlo así, como nunca en su vida.
-¡No, pero fue en gran parte por ti! Creí que sería más simple así...que lo resolveríamos y funcionaria pero supongo que sigo sin ser suficiente para ti.- exclamó Hiro. La forma de hablarle ya eran gritos angustiados que retumbaban en sus oídos casi totalmente humanos.
-No es eso Hiro, no es eso en absoluto. Eres increíble, me quieres de una forma que pocas veces he visto, me cuidas y aun sabiendo lo terrible que soy a veces...sigues ahí conmigo. Lo pensé, te juro que lo pensé, sé que contigo una relación sería más sencilla de llevar al inicio ¡pero no puedo! No sé porque no puedo, algo me detiene porque se torna forzado y….ash…- a Moroha hablarle le estaba siendo tan difícil sostenerle la mirada. Había tanto que decirse, ambos lo sabían.
-¿Lo intentaste?
-Si,Hiro. Lo hice, estas semanas intente verte distinto. Antes también, pero no puedo. Hubo un tiempo en que hubiera caído, antes de todo lo qué pasó con Kenji…
-Es su culpa. Maldito. - gruño Hiro, ahora más enojado que angustiado.
-No, no lo es. Si no existiera, no sería tan distinto. No puedo sentir lo mismo que sientes por mi.
-No importa si es forzado, al final lo haré funcionar Morohita, creeme. Esto es más que nosotros, es destino. Tu y yo, la historia de nuestros padres, tu criándote con mi familia, yo protegiéndote del resto, tu curándome...todo eso, nosotros, todo estaba dispuesto…
-¡No! ¡Y ese es en gran parte tu error! ¡Asumiste que existía algo divino que nos impuso estar juntos pero no es así! No es real, no para mí. Y debes reconocerlo, debes verlo.
Silencio. La pausa hizo que el lobo detuviera su movimiento ansioso y que moroha respirara correctamente. Aun así. El volvió a mirarla, a interpelar con su mirada.
-Si aceptas estar conmigo, lo que te propongo, verás que no es así, que realmente estamos destinados Moroha. Dame una oportunidad.
-Hiro, no es cosa de oportunidades ¡es de sentimientos! Yo no puedo, menos a ti porque te quiero, eres mi mejor amigo, mi persona más cercana, tantas cosas...pero eso no, porque sé cómo terminaría.- admitió ella. Moroha se sorprendió de cómo estaba soltando toda su verdad, sus sentimientos. Como por fin los entendía.
-No, basta Moroha, no es así y no lo entiendes.
-No estoy enamorada de ti. No pude- dijo finalmente. Fue dura, a pesar de que no quería herirlo. Pero era obvio por como el lobo hizo una mueca de dolor puro.
-No lo sabes, no, si insistes, en realidad no hay nada más para mi. Siempre estuvo claro para mí, pero si insistes con eso...
-Hiro no digas eso, si hay más, hay tantas cosas. Hay mejores mujeres, mejores amores. Yo...probablemente no me comprometa nunca. Me dedicaré a mi entrenamiento, ya me comprometí a eso.
-Es mentira. Tu eres la mujer que mencionas, tu Moroha.
-No, sería terrible, necesitas aquella demonia hermosa, femenina, segura de sí misma, grácil, que te ayude a darle fuerza a tu tribu, que tenga a tus cachorros, que te espere de noche para abrazarte y cuidar de ti. ¿Entiendes? Yo nunca seré eso y si lo tuviera que hacer, nunca sería feliz. NO SOY YO. Me terminaría marchitando junto a ti, desganada, infeliz y con lo mal que llevo estas cosas...terminaría huyendo.
Hiro no dijo nada. Parecía estar procesándolo, en medio de su herida abierta.
-Tu lo sabes, pero lo ignoras. Eliges ignorar que sabes que no funcionaría para nosotros.
-No seguiré oyendo esto.
Sin más, Hiro se fue dejándola sola, empapada y totalmente deprimida. Moroha se largó a llorar como hace tiempo no se lo permitía. No solo por su amigo a quien acaba de terminar de romperle el corazón, sino también por su doloroso amor por Kenji y por todo lo que le estaba molestando en ese momento.
Aun así. De alguna manera estaba liberada.
(La tarde-noche antes de la charla de Moroha y Hiro en el río, el día acordado para verse)
Moroha nunca se enteró, pero la noche que había quedado de reunirse con Kenji él había llegado a su encuentro. El hanyo había logrado, nuevamente con ayuda de su nueva mejor amiga Sayumi, inventarle una excusa a su tío para impedir ser seguido. La idea de que su sobrino salía con su prometido le agradaba al demonio, así que los dejaba en paz. Cubierto por una capa oscura, Kenji esperó debajo del árbol, recordando sin querer las siestas con Moroha, cuando tenía que dejarla dormir a veces incluso cuando él había despertado mucho antes.
Se le aceleró el corazón al sentir un ruido cercano luego de muchos minutos en que no la veía venir. Para su pesar, no era ella, sino Hiroyuki.
-Moroha no va a venir.
-¿Qué demonios haces aquí? Esto no te incumbe
-No es tan cierto Ken, si no mal recuerdo vas a casarte con mi hermana. No es correcto.
-No vengo aquí por nada romántico.- dijo el hanyo, aunque la verdad no sabía realmente qué hacía ahí.
-Detén esto Kenji. Moroha está bien y esto le hace mal. No vino porque se enteró de tus concubinas y del compromiso.- Hiro, que estaba muy serio en su sitio, uso el tono más grave posible, intimidante.
-Seguro fuiste tú…
-Sí, pero juro que no quería. Finalmente fue necesario. El señor Inuyasha me pidió que te alejara de aquí, ni él ni yo queremos que vengas a confundir a Moroha-
Eso sorprendió realmente a Kenji, que levantó una ceja ¿desde cuando eran cercanos?
-No me interesa, esperaré. Y lo que opine Inuyasha es problema suyo, estoy harto de él y como se entromete en mi vínculo con Moroha y la señora Kagome. Si quieres díselo tú mismo de mi parte, veamos si logras mendigar un poco de aprobación. De hecho, grítaselo, gritale que ya no me importa lo que pase con él.
-Esperarás por siempre- replicó el lobo. Lo cierto es que luego de saber que Moroha había citado al hanyo para verse, Hiro se las había arreglado para interceptar la respuesta del chico a Moroha y había destruído la esfera espiritual. En otra instancia se hubiera sentido culpable, pero los celos lo tenían totalmente ciego.
Kenji temió en silencio que quizá Moroha en serio no llegaría, incluso cuando él había respondido su mensaje según lo indicado. Luego una duda válida surgió cuando comenzó a imaginarla enterándose de su involucramiento con Sayumi...y las otras demonias. Además que en palabras de Hiro podrían, incluso, sonar peor.
Se sintió un estupido ahí parado, callado con el lobo cerca. ¿Y si era cierto? Odio en su mente nuevamente toda su maldita suerte. Como dijo Hiro, estaba maldito. Él sabía que Moroha hubiera llegado si quisiera, era obvio. No verla llegar quizá era indicio de que era cierto.
Pasaron muchos minutos.
Por lo estupido que sentía, Kenji se fue de ahí, no sin antes decirle algo a Hiro.
-Moroha nunca se va a enamorar de ti. Recuérdalo.
Mientras corría rápidamente, intentó que el aire fresco calmara la oleadas de odio que lo abrazaban. Saber la historia de sus padres había terminado de romper su esperanza en la gente, en el universo, incluso a pesar de las palabras alentadoras de Mori y la reciente situación solo lo confirmaba. Dentro solo tenía rabia, rencor por toda la gente que lo rodeaba, incluso por Moroha que había elegido plantarlo. Sí, él se lo merecía pero ¿no darle la cara? Maldijo toda su vida y su suerte, odio con toda su alma las palabras del lobo, su existencia, la gente involucrada y todo lo que le era negado. Para su mal, todo lo que podía ser una profunda pena no era más que aversión a la totalidad de su propia realidad.
Cuando llegó a la mansión, enardecido por su rabia y también herido por el mal gusto del desamor provocado por la shihanyo, gritó a los sirvientes que se cruzaron y pateó todo lo que pillaba en su pieza, ladrando órdenes a las concubinas que despachó molesto. Desgarró sin piedad las paredes del lugar, rompió telas, muebles e hizo que toda la gente de la mansión se escandalizara, incluso Sayumi que había vuelto un poco antes que él y que al verlo así escapó a resguardarse. Al rato llegó su tío, molesto por como actuaba.
-¡Qué mierda te pasa!- le gritó Koriu
-¡No te metas maldito desgraciado!
-¡Se acabó! ¿Fuiste a la aldea verdad? Lo sabia ¿Que te pasó que estás tan molesto? ¿Volviste a pelear con el híbrido?- preguntó esta vez el demonio. Kenji, movido por su sentir, detuvo su rabieta y lo miró.
-No te importa.
- Me harté de tus tonterías con ese híbrido y su familia. ¡Debes darme ahora mismo la información a la que te comprometiste! Tu tiempo de gracia a cabo.
Kenji lo miro. Koriu se atemorizó por un instante al ver que los ojos comúnmente pacientes de su sobrino parecían estar cocinándose en fuego intenso, creando un violeta oscuro, siniestro, que solo había visto en su propio padre hace años.
-Fácil. Tu respuesta es la noche de luna nueva.
Nota: hola, de nuevo mil disculpas por la tardanza, les dejo un cap laaaargo como compensación. Le puse harto de mi sangre a este cap, ojalá les guste, espero sus comentarios (hay dramones para todos los gustos jauja). Les cuento que estoy entusiasmada, Este jueves 14 es mi cumpleaños (yey) espero que me lleguen Regalitos de Inuyasha jaja.
Como adelanto ya tradicional, el próximo capítulo me dolerá en al alma escribirlo, pero se viene, ojalá nadie me odie para el cap 27. Sospecho que este fic tendrá 30 cap, 31 con un epílogo amoroso dependiendo de la recepción del último cap.
Por último, incursioné en el mundo del dibujo digital, siempre he dibujado en papel pero ahora el fandom me llevó a este nuevo mundo. Para Halloween subiré a mi Twitter: emilycyrine una dibujo hecho por mi de las tres princesas en la época moderna, ojalá puedan verlo.
Un abrazo a todos.
Doratina (que los quiere mucho por seguir leyendo esta novela jaja).
Rws:
-hghg: hola! Gracias por tu rw y me honra que me leyeras tan pronto. Este capítulo creo que tiene el triple de drama. ¿Qué te pareció? Saludos!
-daide luct: hola! Que bueno leerte, gracias como siempre por tu mensajito. Diste en el clavo con Kenji, veamos como lleva su frustración. Y lo de secuela uhh confieso que he dejado volar mi imaginación con ideas ramificadas de esta historia. Saludos, Nos leemos!
-genesis: hola! Gracias por el rw :) no lo vi tanto así, pero tienes rzón, eso definitivamente lo hizo reaccionar. ¿Qué crees que pase entre ellos con el engaño de Hiro de por medio? Saludos.
-Pucca0805: hola! Que bueno leerte de nuevo y agradezco tu mensajito! ¿Ya vas al día? Espero que te siga gustando. Un abrazo.
-Vampiresa: holaaa, me encanta volver a leerte c: y sí, quedó frustrante y creo que este está peor jajaj (perdón) el próximo se viene más intenso y saldrá más Inu. Un abrazo, nos leemos.
-Manu: hola!
Sobre Akane de verdad no estoy de acuerdo jajaj era celosa porque -ese es el chiste- pero en realidad Ranma igual era maldito. A mi como mujer me cargaría que me trataran de tonta, fea, plana, poco femenina y quedar yo de la mala solo por defenderme. Amo a Ranma, pero no era afectuoso, era más bien tibio a pesar que en lo implícito sí amaba a Akane. Lo de Ukyo lo comparto pero más que nada porque fue la primera cronológicamente.
Sobre Kagome si, era celosa pero tampoco terrible. Sinceramente ella e Inu no eran "novios" pero si eran "algo" y aun así vez que era necesario Kagome lo incitaba a ayudar a Kikyo. No me gusta porque siempre se le juzga tanto por un sentimiento tan humano y dejando de lado lo bondadosa y desprendida que era, al menos yo con los celos hubiere sido mucho peor y me habría ido dejándolo por maldito perro pero incluso así me considero buena persona.
No recuerdo lo del lemon, la verdad dije que haría algo InuKag pero lo descarté, prefería enfocarme en este y terminarlo (odio los ffic inconclusos) yo creo que lo siguiente será un one shot moderno y el one shot sesshorin. Luego veré que sucede, aun no decido que haré próximamente, primero quiero cerrar bien esta novela jajaja y luego meterme en algun nuevo.
No se si viste que casi confirman el sethui, me gustó saberlo jaja a mi me gustan aunque varios criticaron que el fuera humano por ser poca cosa para Setsuna (irónico, muchos son los mismo que aman a Rin) en lo personal, este fanfic es 100% SetHui y Miroku suegrito sugardaddy jaja.
Sobre tu fanfic de Ranma, estoy esperando que me digas el nombre para leerlo, cuenta con ello.
Yo creo que lo máximo será Moroha con nuevo arco, dudo que saquen un shipp para ella porque la hacen ver muy niña a mi parecer, a diferencia de las gemelas.
Eso sería súper rarísimo jajaj más por Inuyasha la verdad, por mucho que quiera a un ex vivo o muerto sigue siendo perturbador, preferiría Izayoi si me haces elegir.
Saldos, nos leemos!
