En la entrada de la cabaña el aroma a sopa caliente daba al ambiente un cálido tono, un aire familiar y dulce que Moroha disfrutaba muchísimo. El problema de aquella tarde era la increíble pena que sentía. Había estado llorando en soledad un rato en el sitio donde la dejó Hiroyuki, incapaz de calmar la ansiedad de su corazón. Antes de entrar a su casa, frotó su manta de las ratas de fuego con furia sobre su rostro. Pero no fue suficiente, el sentido sobre desarrollado (probablemente por el embarazo) de Kagome, hizo que dejara todo lo que hacía y se acercara a su hija.
-¿Qué pasó Moroha? Tienes la carita sucia y los ojitos hinchados…- la sacerdotisa tomó por los hombros a la adolescente, que le sonrió intentando calmarla pero incluso ese gesto era tormentoso.
-Yo...nada, tranquila. Iré a lavarme la cara.
-No, espera- Kagome la sostuvo con fuerza, haciendo que Moroha abriera inmensamente los ojos- No necesitas cuidarme, no soy tan débil como para que mi propia hija me mienta.
-Keh...son cosas tuyas, déjame ir-
-¡No! ¡Soy tu madre, basta Moroha!- el tono sobresaltado de la miko paralizó a la chica que arrugó la frente contrariada, un gesto tan similar a su padre que Kagome sintió un terrible dejavu.- vamos a hablar.
La niña asintió con la cabeza y ambas mujeres se sentaron junto a la cocina. Moroha tardó unos segundos, pero decidió cortar con la espera, nada bueno saldría de aquello si dejaba que su padre oyera todo.
-Tuve una conversación incómoda con Hiro y bueno...se marchó muy enojado conmigo. Eso creo.
-¿Es sobre sus sentimientos verdad?-
-Sí…- Moroha sonrió al decirlo, era extraño hablarlo con su madre, pero también era cierto que necesitaba conversar- yo pensaba que había dejado su insistencia pero al parecer todo eran sus intentos por acercarse más...tu sabes.
-Em…¿intento algo?- preguntó la madre, lo que hizo a Moroha sudar de nerviosismo.
-¡No! No te imagines cosas raras porfavor, solo volvió a confesarse y ah...bueno.
-¿Intentó besarte?
-Ay...sí, sí lo hizo. Pero yo lo rechacé. No pude. No puedo.
-Entiendo- Kagome elevó la mirada, como pensando la situación mientras su hija volvía a sus propios recuerdos, un poco dolida- no puedes porque sigues enamorada de Kenji.
-¡¿Qué?!-
-Claro...es entendible. Eres como yo, tenemos el corazón muy leal, sensible. No somos de amores fugaces… - Kagome, aun sin salir de su introspección, hablaba relajadamente, lo que ponía aún más nerviosa a su hija.
-¿Cómo sabes? ¿Quién te dijo? Fue Towa, por supuesto…no, espero...no, es mentira.
-Moroha- Ahora, Kagome la miró sonriendo, divertida por su nerviosismo- me di cuenta sola, era cosa de notar sus miradas, las cosas que decía Kenji ¿recuerdas cuando dijo que conocía mujeres más bellas que Nomi? Ahí confirmé todo, fue muy tierno de su parte...muy galante.
-Mamá basta que vergüenza…
-Ay hija, no tengas vergüenza conmigo. Ahora, dime. ¿Tienes tristeza por eso?
-No...mamá espera, por favor prométeme que no le dirás a mi papá de esto, con lo molesto que está con Kenji creo que es capaz de ir allá a matarlo.
-Por supuesto que no, no tengo intenciones de entrometer en esto a tu papá. Quería primero saberlo por ti.
-Lo siento por no decirlo...no quería crear problemas-
-Debo admitir que me dió un poco de tristeza que no quisieras decirlo, pero luego comprendí que eres jovencita aun y yo soy tu madre, es algo normal. Y sé que intentas siempre apoyar a la familia, pero eres la niña de la casa, no es tu responsabilidad- la mujer acarició las mejillas de su hija mientras ella le sonreía con más sinceridad. Las manos suaves de su madre siempre eran un buen aliciente, cualquiera fuera la situación.
-No es por ti, lo juro. Solo creí que podrían poner problemas porque bueno...Kenji vivía aquí con nosotros- dijo la shihanyo, sonrojándose un poco ante lo obvio.
-Confío en que nunca paso nada indebido ¿me equivoco?
-¡No, no, no, por supuesto que no! Lo que hubo entre nosotros acabó, lo decidimos ambos. - dijo la niña con seguridad, aunque sintiendo punzadas acusadoras en el pecho por saberse herida por todo aquello- no he sabido nada de él de hecho, aunque...
-¿Pasó algo?- preguntó la madre, evidentemente curiosa de como la mirada de su hija se perdía, con añoranza.
-Supe que obtuvo información de sus padres. Pensé que necesitaría hablarlo, considerando lo difícil que ha sido para él todo eso. Y yo...le pedí que nos viéramos. Pero no respondió mi mensaje, a pesar de que se lo pedí. Supongo que está molesto conmigo. Fuera de eso, supongo que su compromiso con Sayumi lo compromete…
-Es cierto. Supe también por los lobos aquello recién hoy. ¿Pero sabes que creo? Algo raro hay en todo aquello, no creo que Kenji accediera a aquello, probablemente es algún enredo de ese demonio.
-Puede ser. Pero eso, no pienso darle más vueltas, solo espero que no esté dando verdaderas razones a mi papá para odiarlo.- la chica hizo una pausada callada en la que liberó un suspiro pesado muy de adentro de su pecho- De todas formas lo de ahora no creo que tuviera tanto que ver con eso...tengo un poco de remordimiento, creo que terminé de herir los sentimientos de Hiroyuki.
-¿Por qué lo dices?-
-Porque lo vi en su rostro, le dije que nunca sería la persona que él quiere. Me di cuenta que la imagen que mantenía él de mí era...una ilusión, algo que creo para si mismo. Pero incluso cuando rompí aquella fantasía...me sentí un poco liberada.
-Em…¿liberada de sus intenciones?
-Creo que sí...pero es más, supongo. Dejé atrás algo. Cuando pude definir que no podía ser la mujer ideal para Hiro, creo que comprendí mejor quien soy yo, como individuo.
-Parece razonable, estás en una etapa en que tus experiencias comienzan a forjar tu personalidad a cabalidad. ¿Y qué descubriste?
-Yo...quiero recorrer más lugares, conocer más personas, aprender más de lo espiritual, saber mejor como usar mis poderes demoníacos...hay tantas cosas que me gustarían.- las palabras de Moroha brotaban con liviandad, con naturalidad. Así lo sintió su madre, que sonrió un poco apenada- ¡lo siento! No quiero dejarlos, pero no sé como pueden confluir ambas cosas...además está el cachorro.
-Ya te lo dije, hija. Tu responsabilidad no es cuidarnos, nosotros debemos cuidarte a ti. Y los papás de este bebé somos nosotros, tu papá y yo, tu encárgate de ser la hermana. Admito que me da tristeza imaginarte lejos nuevamente pero también es cierto que me hace feliz que te descubras a ti misma.
-Mamá yo...no sé qué decir. Gracias- la niña terminó sus palabras con unas lágrimas atoradas en sus ojos, las que intentó controlar acercándose a su madre y reposando en su pecho tibio, chocando en parte con su abultado estómago.
-Y sobre lo otro…- la voz dulce de Kagome se sintió como un susurro arrullador en los oídos superdotados de Moroha- confía. Kenji sigue siendo parte de nuestra familia, sabes por qué lo digo.
Moroha no respondió nada, solo sonrió aliviada con ese pensamiento en su cabeza que le daba una luz de esperanza que, por supuesto, guardaría para sí misma.
—
No durmió, no era posible. Su mente estaba aún a mil por horas. Luego de varias horas de escándalo había logrado dejar su desequilibrio, pero solo en parte. Era consciente de que lo habían golpeado para calmarlo. También recordaba haber herido a unos cuantos guardias. ¿Los habría matado? Quizá. Una parte de él se sentía culpable. Pero su lado demoníaco era indiferente, porque deseaba seguir soltando su rabia. Se acurrucó en sí mismo en una esquina de su habitación tomando con odio sus rodillas entre sus manos, hiriéndose a propósito, para probar si funcionaba para salir de aquel tormentoso estado.
Al rato, sintió la voz de la anciana Atae. Y de su maestro.
-¿Amo?- preguntó el demonio experto en leer mentes, acercándose a él. Kenji, que se movía inquietamente en su sitio, rogando por que su mente volviera en sí, le gruño en respuesta.
-Sigue transformado- dijo la demonia, con una expresión severa- pero no a totalidad, es una suerte de estado intermedio. Aún mantiene control de su mente, pero solo lo suficiente para no hacer más daño.
-Que molesto eres- está vez, era la voz de su tío, quien apareció frente a él con una mirada de repugnancia y sin nada de tacto, lo golpeó con la punta del pie en una pierna- aunque no fue del todo malo...por fin nos dió la valiosa información que necesitábamos.
Kenji volvió a gruñir, oír a ese demonio lo irritaba. En su poca conciencia podía rememorar aquel momento. Lo había dicho. Lo había hecho...y antes Moroha lo rechazó, lo plantó cruelmente...y todo había perdido un poco el sentido desde entonces.
-No creo que salga de ese estado si sigue con los pensamientos negativos en su mente. Su cuerpo está intentando protegerlo de sí mismo, por eso se transformó. Pero todo depende de él.
-Oye- escupió Koriu justo frente a su rostro- sé que me entiendes. No me interesa si sales de este estado, siendo sincero tu aroma es bastante menos desagradable en este estado.
Kenji hizo un sonido agudo, casi un siseo que ni él mismo comprendió. Su tío, sonriendo, siguió hablándole.
-Increíble…
-T-te odio- alcanzó a decir esta vez el joven- los odio a todos ustedes, malditos gusanos, me arruinaron la vida. Los odio.
-Está bien, odia a quien quieras, tu odio me sirvió para lograr en gran parte mi objetivo, te lo agradezco infinitamente querido sobrino. Por mi parte, cumpliré mi promesa, remitiré a lo que acordábamos aquel día. Reponte luego, no tenemos muchos días para actuar.
Terminando de hablar, Koriu dió media vuelta y abandonó al muchacho, que al escuchar lo último había comenzado a sonreír, gesto que sorprendió a sobre manera a los otros demonios junto a él.
-Se está volviendo loco- dijo Atae, escapando del sitio.
Cuando Ryu se encontró a solas con su discípulo, se arrodilló junto a él, con un gesto angustiado.
-Depende de usted, amo. Regrese. Si sigue así, perderá su conciencia, se volverá un animal salvaje. - silbido, gruñido- amo…
-¡Vete!
El demonio, totalmente asustado, se levantó del lugar y salió de la habitación. Definitivamente ya solo dependía de él.
Moroha huyó muy temprano a comer en soledad cerca de la cabaña de la anciana Kaede a la espera silenciosa de sus primas. Habían pasado algunos días desde la conversación con su madre y desde entonces Hiro no había regresado a la aldea, así que la muchacha confiaba que le estaba dando su espacio, que ya había aceptado sus sentimientos. Fuera de eso, Moroha había fallado en su intento diario de evitar a su padre, todo porque Inuyasha la esperó a la salida de la cabaña, apoyado contra la pared muy atento a la aparición de su hija.
Ese día muy temprano
-Moroha- le dijo él, mientras la niña enrolaba los ojos hastiada y se detenía frente a él.- espera.
-¿Qué sucede? ¿Mamá necesita algo?- la dureza de Moroha era sumamente armada, terca, porque aun no podía aceptar que su padre no cediera. Ella no lo haría.
-¿Vendrás hoy temprano verdad? Kagome y y….-
-No, hoy saldré con mis primas y creo que tardaremos un buen rato, probablemente vuelva muy tarde a la aldea- Inuyasha, que parecía sorprendido por las palabras de su hija, solo soltó un suspiro rendido y asintió a lo que le decía la adolescente.
-Keh...bueno- dijo entonces el semidemonios mientra su gira se giraba para marcharse- ¡Espera, enana!
-¿Qué?
-Cuídate mucho en tu misión de hoy, por favor enana, no quisiera que te sucediera nada, menos hoy- el tono calmado, casi tierno de su padre conmovió a la adolescente por unos breves segundos, pero luego recordó su molestía y quiso ignorar las orejitas caídas de su progenitor
-Sí, como siempre.-
Moroha se preguntó un instante porque la énfasis de Inuyasha en "menos hoy" pero no alcanzó a darle un sentido a sus dichos porque vió de sopetón a Towa y Setsuna saliendo de la cabaña hablando animadas entre ellas, que al verla la saludaron con alegría.
-¡Buenos días! ¿Es hoy verdad?- preguntó Moroha, dirigiéndose directamente a Setsuna que asintió.
-Sí, debemos apresurarnos y terminar con esto temprano- explicó la castaña, con una expresión seria que surgió de la nada.
-Bien...no hay problema ¿dónde está ese demonio específicamente?
-En unas aldeas más allá, cerca del mar, está atormentando a los campesinos hace un tiempo- respondió Towa, sonriéndole. Moroha se había comprometido días antes a acompañar a las hanyo a cumplir con una labor de los exterminadores, todo porque el resto del equipo estaba ocupándose de otra cosa. Con prisa, las tres princesas llegaron hasta el sitio. Fue muy aburrido para la shihanyo descubrir que el "demonio" era una gran araña come humanos con pequeñas crías. Muy fácil de derrotar. Terminada la labor, las chicas fueron invitadas a cenar en una de las salas de una casa patronal enorme y antigua, donde Moroha, aburrida, se permitió una siesta mientras era velada por sus primas. El sol comenzaba a formar un bello atardecer anarajando cuando la niña despertó, aún satisfecha en extremo por el gran banquete que se había dado. Apenas despertó, sintió el intenso aroma a un demonio cerca, lo que la alertó.
-¿¡Qué están haciendo!? ¡Hay un demonio justo fuera de la casa!- gritó a sus primas, las que al parecer no se habían dado por aludidas. -¿esperan una invitación?
-No, yo no sentí nada al menos- explicó Towa, a lo que Setsuna interrumpió.
-Yo tampoco la verdad, levemente ahora que lo dices.
Moroha sin más demoras salió de la habitación y con su olfato logró dar con una de las pequeñas crías del demonio antes derrotado, que vigilaba expectante de encontrar alguna presa salir de la casona. Sin dificultad la destruyó y luego, con un pergamino, sello su espíritu. Cuando volvió a la habitación, ambas hanyos seguían acostadas, reposando de manera extraña. Entonces, la chica lo notó.
-Sus aromas, son extraños...puede ser que…
-Sí Moroha ¿no lo recordabas? Hoy hay luna nueva. Ambas nos transformaremos en humanas- la voz de Towa era un poco divertida por la expresión extrañada de la chica frente a ella.
-O sea que por eso la prisa…
-Que brillante eres Moroha…- las palabras de Setsuna fueron coronadas con un intento de la morena de golpearle en la cabeza, lo que alcanzó a esquivar sin mucha agilidad a juzgar por cómo dió "suavemente" al piso.
-Lo había olvidado por completo- la chica se sentó junto a sus primas y las observó, los cambios se iban haciendo claros de manera gradual.
-Creí que lo tenías muy presente, ya sabes, por tío Inu…- dijo Towa, despertando una ampolleta imaginaría en el cerebro de la niña- ¿siguen peleados?
-Maldita sea, ahora entiendo sus palabras de la mañana. Preguntó eso porque…- no alcanzó a terminar, darse cuenta que por su "enojo" había olvidado un día tan importante como este la hizo sentir culpable. Desde que vivía con sus padres Moroha solía cuidar muy bien de la luna nueva, haciendo guardía de sus padres, vigilancia que nunca había tenido mucho sentido porque los inconvenientes hasta entonces eran nulos, pero aun así dar con su omisión era inquietante.
-¿Estás bien? No te preocupes, tía Kagome sabe manejar estas cosas, además nunca pasa nada… ya sabes.- dijo la peliplateada intentando relajar la expresión de la menor del grupo-
-Sí, está bien, eso es cierto.- terminó de decir Moroha, con una sonrisa que intentaba bajar la atención de las muchachas, pero la verdad es que recordó fugazmente el "menos hoy" de su padre, porque sin mucha dificultad había comprendido que con sus palabras quería decirle que por favor se cuidara en su misión, porque si algo le pasaba él no podría estar al cien por ciento para ayudarla. Suspiró con tristeza, por un momento la rabia con su padre se convirtió en pura calidez, anhelo de su padre, sensación que rompió Setsuna de pronto.
-Eres demasiado despistada, bruta-
-¡No me molestes ahora, Setsuna!- gritó la niña, mostrando sus colmillos enojada.
-Tranquilas, mejor terminamos de disfrutar de este sitio, aun queda algo de postre…¿saben que? Recordé algo muy tierno.- intervino de manera conciliadora Towa, sonriéndole a ambas. Las primas, que se miraban como dos perros al ataque, relajaron levemente su postura, curiosas. - Fue una de las primeras lunas nuevas que pasamos en la aldea las tres después de volver con nuestros padres.
-¿La de los demonios deformes?- preguntó Setsuna, a lo que Towa asintió.
Flash back: Meses atrás
Moroha y sus primas llevaban cerca de dos meses viviendo con sus padres. La shihanyo aun no podía acostumbrarse a muchas de las cosas cotidianas a pesar de la cercanía que sentía con sus padres, pensar en ellos como extraños a veces era inevitable. Aquella noche en particular Inuyasha había "ordenado" que estarían todas en casa temprano, orden que le cayó pésima pero que aceptó en silencio. Por el poco tiempo en su compañía, seguía siendo muy extraño y divertido ver como a cierta hora, cuando la noche se posaba, las orejas tan características de su papá se perdía por obra de magia y su cabello se tornaba de un bello negro azabache. Iban caminando juntos camino a la cabaña cuando esto sucedió, todo porque habian retrasado su llegada con peticiones de Kagome.
-Es sorprendente ¿sientes algo? ¿Te duele cuando aparecen las orejas humanas? ¿Cuáles te gustan más?- la verborrea de Moroha apareció deprisa, tal como se habían ido las formas demoníacas de Inuyasha. El, hastiado de tanta pregunta, gruñó sin decirle nada, pero luego desistió de su mal humor al ver como la niña arrugaba el ceño junto a él.
-No se siente nada. Me gustan mis orejas de siempre, estás son débiles.
-Eso imaginé- dijo ella, recobrando el buen humor- ¿y nada te gusta más cuando eres humano?
-Keh...que pregunta tan extraña Moroha- replicó el padre, subiendo su ceja. La curiosidad de la niña siempre bordeaba lo irritante.
-No seas aburrido, cuéntame. ¿ tus ojos de qué color son? No sé decir si son azules o negros…¿tu mamá los tenía como tu? Asumo que sí, porque tus características de hanyo son las de mi abuelo…
-No lo sé, tu madre dice que son un poco azulados. Pero recuerdo que los ojos de la mía eran más bien oscuros, brillantes eso sí- respondió Inuyasha- ella era morena de ojos oscuros.
-Imagino que te pareces mucho a ella. Bien, apresuremonos antes de que mamá se asuste.
Ambos aumentaron el paso, lo que hizo a Inuyasha sentir con más claridad lo duro del piso. Cuando llegaron a la misma se sorprendieron de encontrarse con Towa y Setsuna, convertidas también en humanas, esperando por ellos.
-¡Hola! - los recibió Kagome, besando a su hija en la frente y sonriéndole a su contrariado esposo- Invité a las niñas hoy para que compartieron contigo Inuyasha, creí que sería bueno que hablaran con otro hanyo y ya que comparten el día de humanos…¿no es una idea estupenda?.
Moroha rió de medio lado, se estaba habituando a que las ocurrencias de su madre desconfigurar algo en su padre, el que siempre terminaba cediendo, claro. Inuyasha dio un clásico "Keh" y los dos se sentaron junto a las primas. Para lástima de la miko, Inuyasha no daba mucho pie a la conversación, se limitaba a responder a lo que Towa requería. Finalmente, todos se fueron a la cama, con una Kagome muy furiosa con la poca disposición de su huraño marido. Más tarde esa noche, Moroha, que seguía sin poder dormir, distrajo su mente al sentir unos ruidos a la distancia. Se levantó del futón y concentró su olfato, logrando captar la presencia de una serie de demonios. De cinco, para ser exacta. Cuando iba a marcharse para inspeccionar, notó que sus primas estaban despiertas.
-¿Qué haces Moroha?-pregunto Towa, sacando de su rostro sus mechones de pelo oscuro y largo.
-Shh...sentí un ruido, son demonios. Voy y vuelvo.
-¿Estas loca o qué? No puedes ir sola- replicó Setsuna, saliendo de su propio futón. Su hermana mayor se le unió y Moroha dio un resoplido.
-Son humanas, no creo que puedan ser de ayuda.
-No impediremos que pelees, iremos solo de retaguardia- explicó la prima menor, aunque Moroha sospechaba que en realidad todo aquello era solo una farsa, después de todo aun como humanas sus primas siempre querían luchar. Las tres chicas fueron a hurtadillas fuera de la cabaña con la shihanyo a la cabeza. La sorpresa fue grande cuando se encontraron con los demonios de enormes tamaños, una suerte de seres semi humanoides con deformaciones horribles.
-No podemos permitir que llegue a la aldea- dijo Moroha, mientras se ocultaban detrás de un árbol-
-Mejor ir de a uno, con tu poder no lograras eliminarlos a todos de una vez y eso podría hacerte daño- argumentó Setsuna irritando a su prima, que le sacó la lengua es respuesta.
-¿Insinúas que mi poder es débil?
-No tonta, solo que son enormes y son muchos, solos nuestros padres podrían con todos a la vez.
-Keh...cierto. Debí sacarle a colmillo de acero a Inuyasha- la adolescente, haciendo gala de su impulsividad, les indicó con la mano que se quedaran ahí y se acercó a uno de los demonios hablando por las sombras, acercándolo a ella.
El demonio, que parecía un horrible grupo de masas, se alejó del grupo dándole un espacio a Moroha, que sacó sus flechas y con gran agilidad le dió en la cabeza, lo que le dió tiempo para atacar con su espada. Derrotado ese ser, volvió a saltos con sus primas cuando vió que el resto de demonios iban detrás del ruido.
-¡Tienes sangre en la pierna!- gritó Towa, aterrada por ver la gran herida de su prima. Moroha, que solo entonces lo notó, cayó sin poder evitarlo al piso.
-Mierda, no lo noté- dijo, mientras setsuna se le acercaba y la levantaba de un brazo con intención pero con poca fuerza.
-tenemos que irnos, si nos quedamos corremos peligro- susurró Towa, asustada porque en ese estado era imposible usar su espada.
-No ¿y la aldea? Tenemos que ayudar- la réplica de Moroha fue respondida por un coscorrón intenso de su otra prima- ¡Oye, qué te pasa!
-Deja de ser tan impulsiva Moroha, no podremos con ellos en estas condiciones.- antes de poder seguir peleando, los demonios se aproximaron peligrosamente, a lo que las chicas corrieron como podían con Moroha siendo llevada por las hanyos. Pero era un poco inútil, esa parte del bosque solo se volvía más espesa y la velocidad de los seres las superaba fácilmente. Cuando comenzaban las tres a desesperarse, sintieron un grito certero.
-¡Suban!
Las tres miraron hacia el árbol junto a ellas, en el, el cabello largo y negro de Inuyasha se hacia presente frente a ellas, qué haciendo caso lograron escalar con dificultad la mitad del árbol con Moroha haciendo esfuerzos por llegar con sus propios medios. Una vez a medio camino, Inuyasha ayudó a las tres chicas a quedar seguras en una rama. Ya pasado el apuro, las tres comenzaron a respirar ahogadamente, el susto las había sobreexcitado y estaban pálidas del terror que habían sentido. Inuyasha, furioso, se acercó a Moroha y sacando una parte de su ropa blanca bajo del Haori, hizo una venda que cortaba la circulación de sangre de la pierna de la shihanyo. La expresión de odio de su tío dejó calladas a las gemelas.
-Son unas tontas- dijo finalmente el hanyo, mientras apretaba con poco cariño la venda de su hija- precisamente hoy haciendo de heroínas.
-Teníamos que ir, los monstruos irían a la aldea- la voz de Moroha era menos intensa que de costumbre pero aún muy segura.
-Eso no es cierto, he visto estos demonios pasear y nunca traspasan los límites sagrados que han demarcado Kaede y Kagome. Son débiles. Pero ustedes traspasaron ese espacio seguro. - las chicas quedaron pasmadas al oír eso, no tenían idea.- Y ahora estaremos aquí esperando que se marchen luego de que mataras a ese.
Ninguna respondió, realmente se sentían estúpidas por su accionar, sobre todo Moroha. Pasaron un rato en silencio, los seres no se iban e Inuyasha comenzaba a temer que buscaban venganza, pero, en parte de suerte, los que quedaban se recostaron bajo de ellos muy cerca del árbol para dormitar.
-Bobos malditos. Quieren venganza-
-Quizá si peleamos…- dijo esta vez Towa, intentado buscar solución al terrible error.
-Yo iría- añadió Setsuna. El tío de ambas solo sonrió irónicamente, lo que las hizo recordar por un segundo a su propio padre por la intensidad de sus ojos dorados.
-¿Aún no lo entienden, verdad?- dijo el semidemonio, muy serio- No comparen su condición de hanyo a la de humano. Los humanos son débiles. Tienen que entenderlo ahora, si no asumen su condición y la hacen su escudo de batalla, están perdidas. - las chicas, que lo miraban fijamente como si se tratara de una divinidad no fueron capaces de responder- Está es la vida que les tocó, niñas. Ser hanyos. Demonio, humano. Queda en ustedes sacar provecho de esto o solo desquiciarse por la fragilidad que significa. Pero parte de darle un valor a esto es entender su realidad. Son endebles, frágiles, mucho más inútiles en las lunas nuevas. Por eso, en oportunidades cómo está la mejor opción es esconderse, cuidar de ustedes mismas. Es la opción más propia en situaciones así y, para las noches de Luna nueva, también la más inteligente. Nada más simple.
Moroha se sorprendió de oír todo eso de su padre, la verdad no solía conversar mucho, menos algo de ese tipo. Sus primas seguían en silencio, culpables y confundidas.
-Gracias tío- dijo entonces Towa- tienes razón. Creo que nunca lo comprendí hasta ahora.
Setsuna solo movió la cabeza, gesto suficiente a su parecer.
-Keh...no les quiero dar un discurso. Ustedes deben aprender a vivir con esto. Solo quiero que lo vean con perspectiva, con realidad. Y recuerden que este es el mayor de sus secretos, deben saber elegir a quien se lo confían. Así fue para mi al menos.
-No puedo imaginar lo difícil que pudo ser- la voz tierna de la prima mayor hizo sonreír de lado a Inuyasha de nuevo.
-No necesito llorar mis desgracias, ustedes han tenido las propias. Solo sean más cautas la próxima vez que sigan a esta cabezota- el hanyo le dió unas palmadas en la espalda a Moroha, que dió un chillido. Cuando el ambiente se relajó un tanto, Inuyasha maldijo el notar que comenzaba a llover con fuerza, provocando que los cuatro se empaparan desastrosamente. Lo peor fue que los demonios no se movieron. Pasaron horas en que las niñas, agotadas, se durmieron apoyadas en el árbol, mientras el hanyo hacía guardía autodesignada. Inuyasha observó con cuidado los rostros de las niñas y las similitudes con su hermano. Pero, contrario a lo que pensó, era una sensación grata. Eras sus sobrinas después de todo, sangre de su sangre. Para el amanecer el hombre agradeció ver que los seres se marcharon terminada la noche. Aún no volvían a sus estados, por lo que Inuyasha, cargando a su hija en la espalda, bajó con cuidado del árbol. Una vez abajo dejó a la niña apoyada en una rama y ayudó a sus sobrinas, pero no pudo evitar reírse cuando ambas, curiosamente, dieron de bruces al final del árbol y mancharon su ropa con el barro del lugar. Moroha también reía mientras Setsuna refunfuñaba y Towa, sonrojada, se limpiaba. Inuyasha se sacó su haori y lo ofreció a Towa que había ensuciado y roto su chaqueta típica, haciendo que la niña le agradeciera con una gran sonrisa. Setsuna por su parte se ofreció a llevar a su prima en brazos, pero Inuyasha se rió divertido y le dijo que no era necesario. Llegaron los cuatro semidemonios justo cuando terminaba su estado humano. Kagome los esperaba asustada y luego molesta, a juzgar por su expresión.
-¿Dónde estaban? Casi muero de susto al no verlos aquí- dijo la miko.
-Tuve una clase de sobrevivencia con mis sobrinas y la terca de tu hija- las chicas confirmaron entretenidas, lo que relajó un poco a la mujer- ¿Hay algo que comer? Volver a ser hanyos da hambre…
Fin flash back
-Tu papá fue duro pero eso me sirvió mucho. Comprendí aún más la importancia de este estado y su secreto. - explicó Towa, pero Moroha, que seguía evidentemente nerviosa, ignoró sus palabras.
-Yo conocía otras hanyos- agregó Setsuna, sorprendiendo a las otras chicas que no esperaban que se metiera a la conversación- pero fue diferente verlo de tu padre, Moroha. Se convirtió en algo mucho más real, una circunstancia que toca a hanyos débiles y fuertes por igual.
-Keh...si tanto le agradecen, intenten vivir ustedes con sus mañas y mal genio.
-¿Y no lo hacemos? ¡ tú eres prácticamente igual! Solo que menos seria…- la voz de Towa disminuyó gradualmente al notar la mirada molesta de la shihanyo. Setsuna solo aseveró con la cabeza, mientras se volvía a servir postre. -
-Mejor terminemos de comer, quiero volver a la aldea.
-Setsuna y yo iremos al palacio de la abuela con mamá, se lo prometimos. Pero te acompañaremos hasta cierta distancia.
Pasó cerca de otra hora y las muchachas por fin comenzaron su retorno al hogar. Ya muy cerca de la aldea, las gemelas despidieron a sus primas y se marcharon deprisa, intentando no dar con la luna nueva. Pero Moroha se rió al notar que fue inútil, el cabello de ambas comenzaba a cambiar mientras corrían, seguro al encuentro de Jaken que las llevaría con tía Rin. Eso también significaba que su padre debía estar ya transformado, así que aceleró el paso mientras percibía el frío aire golpear con la piel de su rostro, de manera brusca pero grata en cierto modo.
No demoró mucho en llegar a la cabaña. Entró en ella silenciosamente al notar la falta de luz, era probable que se durmieran ya que últimamente Kagome tenía muchísimo sueño debido al cachorro.
Acercó su cabeza a la habitación de sus padres y sí, efectivamente la sacerdotisa dormía y roncaba plácidamente en su futón abultado. Moroha sonrió y salió nuevamente de la cabaña. Pero tampoco vió a su padre en el jardín. ¿Dónde se había metido? ¿Justo hoy? Moroha maldijo por lo bajo, molesta de que el terco de su padre se le ocurriera pasearse justo la única luna nueva que ella había olvidado, la excepción a sus cuidados extremos de ser ella la protectora de su familia en días como ese.
Quizá era su culpa...después de todo, seguía molesta con su padre, más que él que simplemente le hablaba como perro golpeado buscando cualquier resto de compasión de su parte. ¿Se iría por alguna urgencia? No podía ser, menos dejando a su madre sola…
Mientras pensaba todo eso, Moroha golpeaba inquieto el pie contra el piso de madera de la terraza a la entrada de su casa. No...la única razón por la que el hanyo no estaría en su hogar tenía que ser una emergencia. ¿Qué debía hacer? Algo dentro de ella se alteró de pronto, sintió su corazón latir rápidamente y la piel de sus brazos erizarse. Recordó entonces a Koga y como le había enseñado a reconocer y hacer caso a sus instintos primitivos.
Moroha supo entonces que debía buscar a su padre.
Concentró su olfato para seguir el rastro del hanyo pero fue complicado considerando que podía sentir muy claramente su palpitar golpeando en sus oídos. Estaba ansiosa. Logró determinar el camino de su padre y, más enfocada, se encaminó en medio de la oscuridad de la noche. Recorrió con rapidez pero silenciosamente los campos de cultivos, rodeado en parte el río que acompañaba a la aldea hasta perderse en el camino que llevaba a otros pueblos vecinos. Solo cuando llegó junto a un bosque poco conocido tuvo que volver a buscar el aroma de su padre, lográndolo y percibiéndolo mejor que antes. Estaba cerca.
El corazón de Moroha se paralizó al notar que cerca de su aroma, un grupo de yokais se aproximaban...eran ¿3, 4? Incluso muchos más. Moroha corrió a toda velocidad, desesperada y ya haciendo caso omiso a la angustia de su corazón que buscaba escaparse de su boca. Su papá estaba solo, como humano, rodeado de demonios y ella había cometido el error de dejarlo solo.
Pero todo fue mucho peor.
Diferente de lo que pensó, los demonios no estaban junto a su padre. No todos al menos. Solo uno.
-¿Kenji?- dijo muy bajito la chica, casi chocando con el tronco de un viejo árbol que le daba distancia de la conversación que parecían mantener su padre y su antiguo enamorado. Moroha no pudo evitar dar con el hecho de que el hanyo más joven se veía muy distinto. Partiendo con que llevaba un atuendo que le recordaba el de su tío Sesshomaru y siguiendo con que su rostro parecía haber envejecido años. Sintió cómo su estómago se apretaba, como su pecho se volvía alterar de solo verlo a la distancia. Incluso a pesar de la severidad que transmitían sus ojos violetas que comúnmente eran brillantes pero que ahora solo se veían oscuros.
Deseaba correr a interrumpirlos, pero escuchar su nombre la hizo paralizarse en su sitio.
-...no entrometas a mi familia en tus mentiras y enredos, aléjate de Moroha y Kagome, es última vez que te lo digo- dijo Inuyasha, que incluso en su estado humano no bajaba la guardía frente a su ex discípulo.
-¿Quien eres para decirme que puedo o no puedo hacer?- respondió Kenji, sorprendiendo a Moroha que hasta su tono era mucho más grueso, endurecido. ¿Qué significaba todo eso? Aparte su aroma...incluso su aroma era diferente.
-Es mi responsabilidad cuidarlas de tu familia y de lo que sea que traiga a través de ti. Nunca voy a perdonar que faltaras a nuestra lealtad…
-Yo nunca falté a nada, si hubiera querido dañarlos lo hubiera hecho mucho antes ¿no es cierto? Aun así con el primer inconveniente ¿qué fue lo que hiciste?...desconfiar de mi. Ni siquiera me permitiste defenderme, ni siquiera luego del juramento que te hice.
-Olvídate de eso - replicó Inuyasha, tomando el mango de su espada. Moroha sintió mucha pena de saber que realmente a Kenji le había dolido que no le creyeran. Ella en el fondo lo sabía, siempre lo supo. El hanyo más joven también se puso en guardia, pero sin tocar su arma.
-Yo nunca mentí, estaba dispuesto a ir contra Koriu y con quien fuera por seguirte.
-Mientes, si hubieras querido ser sincero habrías dicho la verdad de la venganza ¿que intentabas? ¿Tomar nuestra confianza y al primer descuido aprovechar la oportunidad menos riesgosa? Conozco a los mentirosos compulsivos y lastimosos como tú perfectamente. No pasas de un traidor- mientra Inuyasha hablaba Kenji lo miraba con todo el odio posible de expresar con la mirada. Moroha vivió en carne viva como esos ojos se manifestaron y le hicieron sentir mucho miedo.
¿Qué te pasa Kenji? Basta… ¿acaso yo debería? Volvió en sí misma al recordar el resto de demonios a su alrededor ¿quería decir que Kenji no había ido solo? ¿Podía ser que…? No…
-¡Cállate! Tu entendiste lo que querías, me alejaste de la que convertiste en mi familia y pusiste en duda mi honor con las primeras palabras que llegaron a tus oídos. ¡El traidor eres tú!- ahora, Kenji gritó, enervado y totalmente fuera de sí porque era imposible no notar su dolor, su angustia. Moroha sintió deseos de soltar una lágrima de ver aquello, algo dentro de ella le rogaba que interfiriera pero a la vez la detenía en su sitio. No quería estar frente a ese Kenji tan extraño, tan perverso.
-Pobre infeliz- añadió el azabache frente a su ex estudiante con una sonrisa irónica- te convertiste en demonio. Estás tan descontrolado que tu cuerpo te protege en su forma demoníaca...pero aun así, mantienes un poco de control mental ¿o me equivoco?
-¡No es tu problema!
-Tu familia te ha arruinado Kenji, lo siento por ti- Inuyasha dió un pasos hacia atrás soltando su espada mientras el más joven se doblaba levemente en sí mismo como si hubiera sido golpeado, en intentos desesperados de no perder la última parte de su cordura humana. Inuyasha lo miraba de arriba abajo, totalmente apenado. - Lo siento por ti, eres un pobre infeliz. Procuraré que nunca más te acerques a mi familia
La repetición de esas palabras prendió algo aún más en el aura del semi demonio de ojos violetas, porque se irguió y miró con más tranquilidad a su maestro, aun sumergido en un espacio tenebroso, en un ambiente pesado.
Moroha no entendió bien lo que había sucedido, solo notó como unas sombras se aproximaron a los dos hombres y, antes de que pudiera despertar de su propia impresión, vió como su padre era sostenido con mucha facilidad por un rápido Kenji que en cosas de segundos se había puesto frente a Inuyasha, levantándolo un poco por el cuello con la mano izquierda. En segundos, en instantes horribles y perpetuos la shihanyo vió mientras corría saliendo de su escondite como con la otra mano Kenji clavaba una daga corta justo en el cuerpo de su padre. No solo una vez, la habilidad de espadachín del joven permitió que sacara la daga y la clavara nuevamente, lo que fue seguido de un intenso brote de sangre de la boca de su padre que mantenía los ojos muy abiertos.
Sus pasos parecían de plomo, estaba llegando muy lentamente, pero alcanzó a escuchar a Kenji hablarle a su madre.
-El único pobre infeliz es usted maestro-
Moroha sintió terror y solo pudo gritar con todas sus fuerzas cuando vió como dejaban caer a su padre al piso.
-¡No! ¡Papá!- Moroha se lanzó sobre su padre, soltando lágrimas que no había sentido llegar, con el corazón en la boca y la intensidad de fuego de la rabia subir desde sus pies hasta su cabeza. Inuyasha la miró desde el piso con los ojos aún muy abiertos- Papá por favor no, no te duermes, te llevaré con Kaede ¡no te duermas!
-Enana ándate, qué haces aquí, no se supone que...- alcanzó a decir el hanyo entre resoplidos dolorosos acompañados de la sangre que surgía de su cuerpo. La chica alcanzó a notar, entre sus lágrimas gruesas y tibias, un olor muy claro. Olor a veneno.
Moroha, que sostenía la cabeza de su padre con un brazo, miró hacia arriba y se topó frente a frente con los ojos que más había deseado ver en esos meses, los ojos que muchas veces eran sinónimos de amor y de paz. La expresión de Kenji había cambiado súbitamente, ya no era tan oscura y se notaba el terror en su rostro al verla ahí. El no quería verla ahí.
-Moroha qué haces…tu...- susurró angustiado el hanyo más joven, intentando arrodillarse frente a la chica pero se detuvo al notar como lo observaba llorando y con gruñidos ahogados, como un cachorro herido. Justo en ese momento las sombras se acercaron a él, eran Koriu y otros demonios.
-Bien hecho sobrino- dijo el demonio, hasta que notó la presencia de la niña- Vaya...no esperábamos otra híbrida en el escenario.
-No es parte de este asunto Koriu, déjenme solo. - dijo Kenji, lo que hizo retroceder a varios de sus guardias pero no a su tío. En ese mismo momento, Moroha arrastró un poco a Inuyasha en el suelo y se levantó como un roble. Kenji no esperaba que la chica, con un movimiento de sus garras, le diera justo en el cuello, golpe que alcanzó a esquivar solo en parte en medio de un agudo grito de dolor.
-¡Maldito, eso tiene veneno! - sin preámbulos, la chica sacó su arco y apuntó directamente a Kenji que sangraba de la herida ante la mirada divertida de su tío- ¡¿Por qué lo hiciste? ¡Maldito!
Él no dijo nada, solo mantuvo la mirada fija en los ojos de la niña. Moroha dudó un segundo, pero finalmente lanzó su flecha sagrada con mucha precisión que daría justo en el pecho del chico, que seguía quieto en su sitio, esperándola. En ese mismo momento mientras la flecha iba a su cometido, todos los guardias se abalanzaron sobre Kenji creando una suerte de barrera extraña y Moroha aprovechó la ocasión de tomar con mucho esfuerzo a su padre y correr desesperada por el bosque con él en brazos.
Los quejidos suaves de Inuyasha eran el único sonido que lograba escuchar su hija mientras iba a toda velocidad, con la mente en blanco, trastornada y aterrada por lo que había sucedido.
¿Eso fue real? Alcanzó a preguntarse a sí misma cuando seguía andando por la oscuridad con el considerable peso de su padre en la espalda. Rogaba a lo más sagrado alcanzar a llegar donde la anciana Kaede. No podía ir donde su madre, si ella veía a su padre en ese estado era capaz de desmayarse e incluso de perder al bebé. El camino antes tan extenso se hizo aún más eterno para la adolescente que no paraba su llanto angustioso.
Eventualmente llegaron donde la anciana. Sin cortesía entró a su casa y depositó a su padre en la madera.
-¡Lo han herido! Era una daga con veneno. ¡Por favor anciana, salva a mi papá!
Nota: Hola a todos, disculpen la tardanza nuevamente, han sido días duros pero estoy muy agradecida de que sigan esta historia, en verdad está hecha con mucho amor.
Nada que adelantar, solo no me odien.
Saludos,
Doratina.
Rws:
-hghg: hola! Gracias por el mensaje, debo admitir que en un inicio mi intención es que Kenji fuera hijo de Shiori y así comprometer más a Inuyasha a su entrenamiento, pero finalmente lo cambié porque deseaba desarrollar más a su familia oculta. Gracias también por el saludo de cumpleaños. Nos leemos!
-daide luct: que bueno leer lo que me escribes, me encanta que te guste. Sobre matar personajes..oya veremos jojo pero si, el recurso de Sesshomaru salvando con su espada agota las posibilidades. Gracias por el saludo de cumpleaños, nos leemos! :)
-Lorena Camila: hola! Gracias por escribirme ¿te gustó este capítulo? Es cortito pero intenso jaja un abrazo !
-Vampiresa: hola estimada! Que bueno leerte, disculpa mi tardanza. Ay me encanta que te llegara tanto el espacio de Moroha y Hiro, necesitaba plasmar un poco qué pasaba con ambos y resolver un poco aquello, aunque claro, todo lo qué pasó en el capítulo crea un conflicto, no sabes a quién darle la razón jaja yo ahora solo soy Simp de Moroha, un abrazo, nos leemos.
-Beniyasha.22: hola! Gracias por tu mensaje y bienvenida! Me encanta leerlos, así que siéntete a gusto de comentar la historia conmigo jaja. Apenas me libere de tiempo seguiré tu recomendación. Por último, disculpa la tardanza en actualizar. Saludos!
-Manu: holaaaa, disculpa hacerte esperar. Que bueno que te gusto el cap y sé que eres team Hiro jaja yo igual. Me honra mucho lo que me dices sobre todo viniendo de ti que eres tan leal a la historia. Lo que me dices de Kikyo, yo tengo entendido que eso es parte de lo no canon del anime, como complemento a la historia y lo canon es principalmente cómo se conocieron y cómo pasó la traición.
Sobre la app de mangas, disculpa, sí lo leí pero como escribo estas respuestas leyendo parte por parte del rw a veces se pasan cosas, pero muuuchas gracias, la revisé hoy y hay cosas interesante (estoy evaluando juntar o no él manga de OHC)
Gracias por tu saludo de cumple y muchas felicidades a ti también, no alcance a hacerlo antes pero felicidades! Y sí, no creo que haga un one shot (no es muy lo mio) pero espero dedicarte un cap del final de esta historia jejeje ya verás.
A mi sobre el anime de hanyo no Yashahime, tengo opciones contradictorias jajaja no me desagrada pero estoy consciente de que NO es como Inuyasha en calidad, lamentablemente. Fuera de eso, amo a las princesas y me gusto ver el SesshRin. Lo que no me gusta es que siento que sí usan a el InuKag a veces para atraer público con un argumento extraño, pro decirlo de alguna manera jaja, en lo personal hubiera preferido que de frentón la historia fuera solo de Sessho, Rin y las niñas.
Ojalá hagan el anime de Mao, leí el primer cap y me gustó harto. Sobre tu fanfic, ya vi que lo publicaste y estoy lista para mañana tomarme un tecito leyendo jajaja ahí verás mi rw.
Muchas gracias por tus mensajes, nos leemos !
