Los personajes no me pertencen, son de J.K. Rowling.
Apenas he aprendido a usar este fanfiction, así que pido disculpas por los errores y las faltas.
Este fic está basado completamente en la canción de Pablo Milanés "El Breve espacio en que no estás", por eso encontrarán pequeños párrafos simbólicos después de alguna escena.
Escribí este fic, porque es así como me imagino que Draco y Hermione pudieron haber unido sus destinos...
Está escrita en diferentes tiempos, trato de aclararlo con los títulos, intercalo la historia de amor con la guerra del presente.
La batalla final, momentos antes...
La lucha era encarnizada, hacía mucho tiempo que los 3 gryffindors no se unían en una batalla…así lo habían decidido, era parte de la estrategia impuesta, Ron y Hermione eran sus debilidades y ellos no dejarían que Voldemort los utilizara para extorsionarle; sin embargo, ésta era la batalla final, los 3 aurores necesitaban unir sus habilidades. Ron era estratega, el mejor estratega del mundo mágico, el diseñaba todas las maniobras de los aurores; y además, tenía a su cargo muchas misiones, batallas que él dirigía y le habían obligado a endurecer su voz, a improvisar tácticas frente a las bajas de sus compañeros y amigos, forzándole a burlar sus sentimientos, su dolor ante tanta crueldad y se le conocía como "el ejecutor"; nada lograba que él no consiguiese el triunfo, muy pocas veces había sido derrotado, sus derrotas se asociaban a la pérdida de quienes había amado, también por eso no actuaba en las mismas cruzadas de sus dos amigos. Su valor era incalculable para el ministro y con el consentimiento del "ejecutor", solía disponerlos a los 3 en diferentes frentes, sin embargo, él seguía desarrollando las estrategias de éstos.
Ahora su capa ondeaba al viento, su garganta reseca por las órdenes que gritaba a cada minuto, su meta era vencer a los mortífagos y nada se lo impediría, avanzaban a zancadas y en su rostro sólo podía leerse la decisión, era el minuto de dar su vida, por el futuro, por su familia, por el mundo y él no dudaba en hacerlo. Sus cabellos color fuego, bañados por la luz del ocaso, parecían amenazar a sus contrincantes, sus ojos llenos de furia no escatimaban ni se detenían, analizaba a cada momento los pasos a seguir, contaba y descontaba, sabía que Harry confiaba en él y él no fallaría, ya no temía, su temor se lo había llevado Ginny al exhalar su último aliento.
Malfoy era el estratega de Voldemort, era astuto y sagaz, impasible frente a la muerte, cruel y sanguinario, conocido por usar las torturas en contra de sus enemigos y basar en el dolor ajeno sus victorias. No actuaba en todas las batallas, más bien en pocas, era demasiado valioso para el Señor Tenebroso, si bien Severus Snape era la mano derecha de Voldemort, Malfoy podía considerarse su siniestra y no había nadie más siniestro que él. Todos los mortífagos le temían, conocida era su historia de cuando torturó y dio muerte a su propio padre bajo las órdenes de Voldemort, le obedecían por temor y nadie hubiese osado contradecirle o traicionarle, hablaba poco, más bien mandaba, guiaba y ordenaba, en sus palabras era difícil encontrar un atisbo de emoción o sentimientos, se decía que era irreal, que no era humano, que no estaba vivo…
La primera vez (2 años y medio antes)Estaba a cargo de este ataque, la espada de Godric Gryffindor se encontraba custodiada en esa pequeña casa, pero él sabía que bajo esa humilde fachada estaba uno de los cuarteles centrales de la Orden del Fénix y también sabía que se encontraría con difíciles encantamientos y con la bruja más hábil en hechizos en todo el mundo mágico, era la mejor auror en encantamientos y transformaciones con la que contaba el ministerio, Hermione Granger, la misión de ella era cuidar y proteger ese artefacto de gran valor para el señor Tenebroso. Pero él contaba con el elemento sorpresa, apenas su Señor se enteró que allí resguardaban la espada le designó a él la tarea, no disponían de tiempo, la orden no debía enterarse que ellos poseían la ubicación exacta de esa espada, sólo le dieron 24 horas para organizar y realizar la misión y estaba seguro que los de la Orden no se esperaban su ataque…eligió cuidadosamente a los mortífagos que llevaría, primero por linaje (bien sabida era la connotación de esa espada para su señor), astucia y pericia. Atacaron por sorpresa, destruyeron todo a su paso, Hermione les dio una dura contienda, pero él conocía su debilidad, ella protegería a su gente a costa de su propia vida y eso le jugó una mala pasada en la estrategia a la chica…
Con muchos menos mortífagos que con los que llegó, ganó la batalla, estaba herido, la sangre sucia era demasiado hábil, incluso para él, pero ahora no era problema, sus ojos grises se detuvieron analizando sus pérdidas y revisando las pérdidas del enemigo que le otorgarían una gran ventaja en el siguiente ataque y entonces la vio, aún se movía, aún vivía…agonizante se movía entre los escombros y su pelo castaño caía en cascada sobre el piso, sucio de hedor y sangre; una herida le atravesaba el costado, se desangraba y aún así vivía…miles de imágenes pasaron por su mente, Hogwarts, el único lugar en el que logró ser feliz; Dumbledore, el viejo tenía razón después de todo… y entonces se arrodilló junto al frágil cuerpo de quien le había dado la más dura batalla hasta ahora:
-Malfoy ¿qué haces?- murmuró Pansy, desconfiada- tenemos que irnos, lo sabes, no tardarán en llegar los de la Orden – lo dijo casi en tono de súplica, temía que el general se volviera contra ella, lejos estaba el tiempo en que fueron amigos e incluso novios…
-Parkinson! Espera en silencio- le espetó
La carcajada de Pansy se cernió sobre la muerte como una cruel sátira…
-Ya sé lo que quieres Malfoy, pero no hay tiempo para torturarla aún más, mátala ya, debemos irnos…-
Malfoy había murmurado un conjuro junto a ella y una luz azul salió de la punta de su varita, casi imperceptiblemente, sólo ella notó lo que hacía, abrió sus castaños ojos enormemente y en una muda conjetura logró articular -¿por qué…?- y la inconsciencia se la llevó…no podía dejarla morir, sólo, no había podido…
Se fundía entre las sombras para observarla, la visitó durante los 3 días que ella estuvo en San Mungo, la habían encontrado muy mal herida, habían dudado si vivía o no y aún no comprendían cómo había sanado tan rápido, solo ella y él lo sabían…era su unión, su secreto…
Hermione percibía su presencia en la penumbra de su habitación, sabía que él la observaba pero no alcanzaba a comprender por qué lo hacía, jamás lo denunció, jamás alguien notó su oscura presencia y jamás le habló…sólo un poderoso mago podía haber invocado ese antiguo conjuro, demandaba mucha energía y predisposición de ambas partes, ella recordaba haberlo leído alguna vez, incluso dudaba de sus efectos y de que alguien más supiese de su existencia, pero la prueba de ello era su vida, allí estaba, casi completamente sana y le debía su vida a alguien que su cruenta fama le predecía a sus actos.
Fue la primera vez, él sabía que ella había abandonado el hospital hacía una semana, completamente restablecida. Había visto desfilar ante sus ojos, mientras se ocultaba en la penumbra de la habitación, toda la vida social de ella, la visitaban sus amigos, sus compañeros y su novio, quien pocas veces se separaba de su lado. Por eso le sorprendió de tal manera cuando vio su castaña cabellera aparecerse en su chimenea, se quedó denodado y silencioso, acostumbrado a ocultar sus emociones tras una máscara impertérrita que en ese momento le vino a bien; ella jamás sabría como su corazón dio un vuelco y comenzó una loca carrera al verla allí de pie; definitivamente ella era y sería la bruja más inteligente que había conocido, le pareció que con gran facilidad había llegado hasta él, lo había encontrado y no sólo eso, burló todos y cada uno de los encantamientos que protegían su vieja mansión. Ella estaba sola, su enjuta figura se alzaba presuntuosa en el alféizar de su chimenea, su gracioso cuerpo casi infantil contrastaba con sus gestos seguros y su mirada severa.
-Malfoy, sólo quería decirte gracias- musitó
Entonces no supo cómo, su cuerpo no le respondió a su acostumbrada impavidez y esbozó una sincera sonrisa hacia su interlocutora. Algo cayó en ese momento, el grueso muro que los separaba ya no existía, todo cambió y la invitó a sentarse junto a él mientras la guiaba tomando su pequeña mano
-de nada-logró articular
El tiempo se detuvo, se arremolinó junto a ellos y les permitió empezar de nuevo.
Rompe todos mis esquemas,
no confiesa ni una pena,
no me pide nada a cambio de lo que da.
