Los personajes que aquí salen no me pertenecen, son parte de la genialidad de J.K.Rowling
aquí dejo otro capítulo porque el fin de semana no podré actualizar, nos vemos el Lunes, que pasen un buen fin de semana.
Y la batalla continúa
Los aurores iban ganando la batalla, excelentemente comandados por Ron Wesley, casi podían palpar la victoria. Ron parecía no cansarse, parecía estar hecho de hierro, sin un atisbo de confusión, su mirada sombría y calma los guiaba impunemente hacia la victoria, habían tenido bajas, pero eran pocas…casi era irreconocible el hombre que poderosamente alzaba su mano y sin titubear desafiaba a los mortífagos a una muerte segura; pocos le recordaban como el chico inseguro que llegó a unirse a las fuerzas de la Orden, nadie daba crédito a ese chico que había llorado, consumido por el odio y la desazón junto al cuerpo inerte de su hermana, enloquecido de dolor…fue la última vez que le vieron así, jamás le habían vuelto a ver dudar, ni quejarse, ni llorar; las inclemencias del tiempo no hacían mella en su carácter, más bien lo endurecían y sabían que ya no le verían debilitarse, ni aún frente a la muerte de sus amigos, sabían que si Potter no cumplía su cometido, Wesley no descansaría hasta lograrlo en pos de él…
Malfoy por primera vez se sintió inseguro, no lo demostraba, nadie lo hubiese notado, en realidad no le importaban las pérdidas ni la muerte de sus compañeros mortífagos, sólo le importaba la inminente derrota que parecía vivir, no estaba hecho para perder, jamás había perdido y no lo haría esta vez, entonces su sagaz mente elucubró el plan, que aunque perdiesen, haría su derrota digna y aristocrática, cómo era él, así siempre sería él. Buscó a Wesley entre los aurores, su mirada acostumbrada entre las sombras facilitó su sondeo, le encontró en medio de la batalla¡cuán diferentes eran los dos estrategas, mientras él no exponía su vida en el fragor de la lucha, dictando leyes y mandatos al margen de la reyerta; a no ser que fuese absolutamente necesario, como era esta ocasión, él siempre se mantenía dictaminando desde la oscuridad, cerca, pero no lo suficiente como para que le afectaran las insulsas batallas. Hasta ahora no había tenido problemas, solía guiar a los mortífagos al triunfo y en las pocas veces que él se inmiscuía, nada podía interponerse en conseguir el éxito. Wesley era diferente, siempre luchaba codo a codo junto a sus compañeros, implacable, igual que Malfoy, pero él solía guiar desde el interior, era como si no temiera ya a nada ni a nadie, como si de alguna extraña manera buscase morir. En ese momento se dio cuenta de su debilidad, los aurores tenían una sola cabeza y la cabeza era Ronald Wesley, acostumbrados a sentirse guiados y a doblegarse sumisamente a su autoridad aledaña, él los había hecho, sin querer, dependientes de su presencia; debía destruir a Wesley, debía destruir la mente de su ataque.
Se internó en la lucha y sin mayores dificultades pudo llegar a Wesley, los mortífagos que seguían dando la resistencia, sólo querían retirarse, pero cuando le vieron ingresar, supieron que habría esperanza, esperanza de vencer, aunque ya quedasen muy pocos de pie, ellos contaban con Draco Malfoy y conocían su destreza en las artes oscuras y su presteza en la destrucción de sus enemigos.
Ronald Wesley era el ejecutor, y al verlo allí, lidiando despiadadamente, se diría que daba honor a su nombre. Le vio acercarse sinuosamente, como una mamba negra a la caza de su presa, esquivando o destruyendo inhumanamente los obstáculos que se interponían entre ellos dos, hacía mucho tiempo que no le veía en una batalla, su imponente figura no le amedrentaba, pero pudo percibir como quienes estaban a su alrededor, mortífagos y aurores, retrocedían casi involuntariamente, sabía que le buscaba, sabía que había llegado el momento de luchar con todas sus armas, de enfrentarse a su destino.
Fue una dura contienda, dos enemigos a la par en poderío y pericia, Ron combatía mientras seguía guiando a sus compañeros como si estuviese jugando un partido de ajedrez, Malfoy se sorprendía de la gallardía de su oponente, sin embargo, aún no daba su mejor esfuerzo; con pequeños gestos hacia los mortífagos ordenaba, él los había entrenado como vasallos silenciosos, los menospreciaba, pero esa desestima le estaba jugando a favor en ese minuto, había detenido el avance levemente, debía apurarse en destruir a Wesley o él lo destruiría y sabía que no sería como Hermione, Wesley ya no conocía la piedad, le ofendía la compasión.
No podría resistir mucho más, Ron se había vuelto muy poderoso y aunque él se negase a aceptarlo, estaba debilitándose lentamente ante los diestros ataques del joven auror, como un león enfurecido, Ron le había elegido como presa que alimentaría su venganza, que aplacaría su odio y no le soltaría hasta destruirle, hasta matarlo; haciendo acopio de sus torcidos talentos, le hizo una pequeña seña a Lextrange que se encontraba cerca, apenas perceptible a cualquier ojo, sólo los entrenados mortífagos notarían el gesto, quedaban pocos, estaban derrotados pero él al desviar la atención de su guía, había conseguido un agujero entre las filas de aurores que ayudaba a sus planes, si sus oponentes lograban la victoria, él se encargaría de llevarse en su derrota a todos los aurores que pudiese. Lextrange comprendió perfectamente lo que debía hacer y con pocos segundos de diferencia, actuó, atacando por la espalda al ejecutor; Ron fue hábil, pero no lo suficiente, la maldición le alcanzó a rozar una pierna y en ese pequeño segundo de descuido, Malfoy gritó:
-Crucius!- mientras dirigía la varita con toda su fuerza hacia el largo y delgado cuerpo de Wesley. Perderían, pero se llevaría todas las vidas que pudiera consigo…
Tiempo Atrás
La observaba mientras se levantaba de su lado, antes de rayar el alba, como acostumbraba hacerlo, creyendo que él dormía, sigilosamente se preparaba para volver a su realidad. Jamás habían pasado una noche completa juntos y ahora había perdido la esperanza de hacerlo, estaba molesto, enfurecido, casi había pensado que ella no volvería, hacía más de un mes que se había casado y en todo ese tiempo ella había desaparecido, sin dejar rastros. Cuando la vio aparecer en su chimenea, se quedó atónito, la había extrañado tanto que no había tenido tiempo de reprocharle sus noches en vela, el dolor en su alma, el temor a no volver a sentirla…sólo pudo estrecharla fuertemente, abrazarla y besarla, fundirse en ella, la locura lo consumió, quería borrar todo rastro de otro aroma, liquidar el sabor de otra piel en su cuerpo, sentir que le pertenecía y soñar que nadie más podía tocarla…le hizo el amor una y otra vez, desesperadamente, con una pasión que no le pertenecía, que le agobiaba…ella no opuso resistencia, como si jamás se hubiese alejado, como si nada diferente ocurriera, como si el lujoso anillo que cubría su dedo junto al de su compromiso, no existiera; ahora sólo era el mudo testigo de la unión concertada…fue la primera vez que no hablaron, el temor a haberse perdido fue más fuerte, ella temió que él ya no la esperase y él sufrió ante la posibilidad de no tener un lugar en su vida. Rasgó sus ropas con ímpetu adolescente, ella desgarró su blanca piel con sus manos, no existía dolor, sólo calor y placer, premura de pertenecerse, chocaban sus cuerpos acompasadamente, con fuerza, como si de una batalla se tratase, una y otra vez, gemían, gritaban y parecía que el cansancio jamás los tocaría, simplemente no podían hablar, ella supo que sólo con él podía vivir así, el odio y el amor confluidos en el accionar de sus cuerpos.
Yacían en la cama, extenuados, en silencio, despojados de sus ropas, él fingía dormir mientras la observaba en la penumbra. Ella se levantó sigilosamente y se preparó para irse, para volver a los brazos de su esposo, algo en el interior de él, despertó y rugió, no podía dejarla ir, ella tenía que sentir el dolor que le provocaba, sufrir tanto como él sufría.
-¿correrás a sus brazos?-siseó- al menos podrías bañarte, que no note que has estado conmigo…-
Ella se sobresaltó, estaba tan ensimismada preparando su partida y pensando que él dormía, que volteó rápidamente, con una actitud felina y en sus ojos se traslucía un silencioso reproche.
-¿no dirás nada¿qué diría San Potter si supiera que compartes mi lecho y disfrutas mucho más conmigo que junto a él?-
Esta vez la expresión de la chica se volvió insondable, un silencio acusador envolvió la estancia.
-¿por qué, Hermione¿por qué te has casado con él si me amas a mi?- le gritó, abandonándose a su ira creciente.
Hermione se volteó y se dirigió a la estancia, sin embargo, él no la dejaría ir, la latigaría por lo que él sufría, la siguió ágilmente mientras le espetaba.
- me perteneces ¿lo sabías¿disfrutaste tu luna de miel pensando en mi?-gritaba fuera de si.
El silencio de ella, lejos de apaciguarlo, lo encolerizaba.
-Granger! Sangre sucia¿me oyes?-
Se detuvo frente al alféizar de la chimenea y se giró como movida por una fuerza mayor, entonces él supo que había llegado demasiado lejos, en los ojos de ella podía ver el dolor que le causaba y aunque su figura era demasiado delgada, casi frágil, se irguió, ocupando toda la estancia, como si de una gigante se tratara, sólo recordaba haberla visto así en su último enfrentamiento, cuando aún eran enemigos, su poder era inmenso, lo sabía.
-¿qué quieres que oiga, Malfoy?-pronunció cada palabra lentamente, haciendo grandes esfuerzos por controlar su temperamento, intentando sonar tranquila.
Él estaba desnudo frente a ella, con garbo aristocrático, dispuesto a todo, encolerizado, sus grises ojos llameaban, la mueca en su rostro podía ser de desprecio o resentimiento, no lo sabía aún.
-¿quiero saber por qué lo has hecho¿quiero saber cómo puedes estar con él si yo sé que me amas a mi¿Cómo has podido disfrutar a su lado¿cómo?-perdió toda compostura y la asió de un brazo fuertemente - ¿cómo pudiste ser mía esta noche y levantarte para volver a sus brazos, eres una sucia mujerzuela!- le gritó.
Ella se soltó bruscamente y perdiéndose en su cólera, respondió:
-¿qué quieres que te diga, Malfoy¿qué quieres que te responda? Que mi vida estaba bien organizada hasta que apareciste tú, quieres saber que cada día me odio por amarte, qué aún no comprendo que fuerza superior a mi me trae a tu lecho cada día; que no pasa un día sin que me asquee de mi misma por necesitarte tanto, sabiendo que mataste a mi mejor amiga frente a mis ojos? Traiciono mis principios, mis amigos, mi vida entera estando aquí y aún así pretendes que deje a Harry, él, que ha sufrido más que a nadie, le arrebataste a Ginny frente a sus ojos – su respiración era extremadamente agitada- ¡por Merlín, Malfoy, he sido su más cercano apoyo desde su muerte y no lo abandonaré por ti ¿es eso lo que querías saber¿eso quieres oir?... si de mi depende, no te dejaré arrebatarle sus esperanzas nuevamente, ella era la que debía estar en mi lugar, ella debía usar estos anillos, éste era su destino…destino que tú cambiaste - ya no quería pelear más, había dicho más de lo que debía.
No pensó lo que decía, sus grises ojos se habían abierto desmesuradamente y musitó
-te odio, Granger-
-esas serán tus últimas palabras, Draco?-le dijo con una voz ronca, que le pareció que no salía de su cuerpo.
El se volteó, dirigiéndose a su cuarto y ella sólo esbozó una melancólica sonrisa, ese era el verdadero Draco Malfoy, el Draco que siempre la había odiado, el oasis encontrado sólo era un espejismo, se giró y desapareció en la chimenea.
Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
Deambuló por las sombras durante días, la observaba distante, esa noche, cuando su cólera sucumbió, dio paso a su raciocinio y se dio cuenta del grave error que había cometido, la había presionado al máximo de sus fuerzas, la amaba aun más por su dignidad y por luchar mil veces más que él por su amor; supo que ella lo amaba mucho más de lo que podía expresarle y la había dejado ir, la había depositado en los brazos de Potter con todas sus bendiciones. Jamás se había sentido tan estúpido, tan estulto, tan insignificante.
No sabía como recobrarla, pero tenía muy claro que vivir sin ella era intolerable y por lo menos quería que ella supiera que él se había equivocado y lo sentía enormemente. Tan ensimismado se encontraba oculto en el callejón, que le asustó el contacto de una mano en su hombro, se volteó dispuesto a atacar, con su coraza de acero, la cual se disolvió tan rápido como llegó, al ver el rostro dulce de ella junto a él.
-¿hasta cuando me seguirás, Malfoy?- le dijo sin ninguna inflexión en su voz, como si hablase con un desconocido.
Él, ensombreció su mirada, el nexo que tenían era demasiado fuerte, ella sentía su presencia sin necesidad de verle y él podía encontrarla, sólo siguiendo los latidos de su corazón.
Fijó su mirada más sincera en esos ojos marrón inquisidores y susurró –lo siento, mi actitud fue pueril, soy de lo peor, pero quería que supieras que te amo y que los celos me hicieron decir cosas que no siento- guardó un silencio y observó la duda en la mirada de la chica, continuó-si, Hermione, muero de celos, de celos de lo que él tiene contigo y de lo que yo jamás podré aspirar, aunque la guerra termine- esperó un poco antes de acercarse un poco más y mascullarle en el oído- sé que no será suficiente, que tal vez jamás volverás a mi lado, sólo te pido que me dejes observarte, saber que estás bien, aunque sea de lejos y si quieres volver a mi vida, prometo que no seré demasiado feliz, para que no te sientas tan culpable- se alejó y le sonrió juguetonamente antes de desaparecer en la oscuridad del callejón.
Durante esa semana la siguió a la distancia, en los momentos que su tiempo se lo permitía y en la medida en que podía pasar desapercibido, tenía el corazón contrito, la había perdido para siempre, sólo encontraba consuelo al mirar de soslayo, desde su destierro, a su mujer.
Se sentó en su sala de estar, como cada noche lo hacía, esperándola, rogando porque volviera y entonces, con inmensa sonrisa vio su cabellera castaña aparecer en su chimenea, antes de decir nada, vio la severidad en su fino rostro y ella le espetó – si esta es la única manera de lograr que dejes de seguirme, Malfoy!- y se acercó a él decidida, aprovechando su asombro, lo besó dulcemente, sosteniendo su cara entre sus diminutas manos.
Suele ser violenta y tierna,
no habla de uniones eternas,
mas se entrega cual si hubiera
sólo un día para amar.
No comparte una reunión,
mas le gusta la canción
que comprometa su pensar.
Ya está, les dejé un avance, espero que les guste...
