La noche anterior
Habían pasado poco menos de dos años desde ese momento, ésta era una noche especial, tal vez la última noche que podrían estar juntos, que podría verla sonreír. Contemplaba el torso desnudo de la chica, cada vértebra en su espalda finamente tallada en su piel, descansaban sobre la mullida alfombra de la sala y dejaban que el fuego que ardía en la chimenea acariciara sus cuerpos.
La chica se estremeció cuando él recorrió su espalda con su índice izquierdo, el leve contacto de sus grandes y seguras manos la hacían vibrar, estaba abandonada a sus emociones, había cometido una imprudencia al ir a visitarle, sabía que podía costarle muy caro su encuentro, pero no podía haber sido diferente…ella solía ser muy cautelosa, muy racional incluso con su relación, pero al saber que tal vez serían los últimos momentos, el sólo imaginarlo, la hacían cometer enajenaciones, blasfemias hacia su cometido, imprudencias que sabía valdrían la pena para su corazón, más no para su razón.
Supo que Hermione estaba despierta al sentir su temblor, seguramente ella esperaba iniciar, de nuevo, su momento de confesiones, reintentar decirle lo que él había ahogado con sus besos y sus caricias. En realidad temía por cualquier confesión, pero era el momento de ceder, ella había corrido un gran peligro al ir a verle, él sabía que Potter había llegado hacían 2 días de su última misión, y tras tan largas ausencias, Hermione no se separaba de su esposo en ningún momento, hasta el momento de su nueva partida, de una nueva misión; entonces, ella volvía a pertenecerle. Sin embargo, ahora que Potter había concluido con sus misiones, ya no se alejaría de ella y por primera vez vislumbró la posibilidad del abandono.
Harry había logrado hacía poco más de una semana, encontrar el último horrocrux de su señor, estaba al tanto, su Señor sentía cada vez que destruían sus horrocruces; desde la muerte de Nagini, Voldemort había comprendido lo que su vital enemigo perseguía y que su arrogancia no le habían dejado entrever… ese niño inferior e insignificante, sin grandes habilidades (como lo describía Snape) estaba dispuesto a retarle destruyendo su más grande desafío a la muerte, sus horrocruces.
Harry había demorado poco más de 3 meses en ésta última misión, solía llevar a Neville, quien era muy eficaz en hierbas y magia antigua; y dejaba a su esposa custodiada por algunos aurores, aunque ella no lo sabía, conocía la tozudez y la autosuficiencia de su esposa, jamás le hubiese dejado que le enviaran a alguien a velarle, pero él lo hacía, desafiante, porque no podía perderla, no podría vivir sin ella, la amaba en su silenciosa entrega.
El señor tenebroso estaba dispuesto a enfrentar al muchacho, confiaba en su experticia, habían concertado el ataque a la sede central de la Orden, para el día siguiente, Draco Malfoy había decidido la hora, la estrategia y los mortífagos líderes que finiquitarían con los molestos aurores; ganarían, ese era el paso, ganar o morir. Malfoy sabía que ella estaría ahí, junto a Potter, en algún momento casi cedió a la tentación de decírselo, ellos llevaban una semana planeando el ataque y él soñaba con pedirle que escapasen, que ese día ella no estuviera, que corrieran, que huyera junto a él; pero hubiese significado un agravio, para los dos, él no estaba dispuesto a bajarse de su lucha y ella se hubiese ofendido de que él llegase a insinuárselo siquiera; y así el lo prefería, si fuese diferente, él no la amaría de la manera en que lo hacía, la suerte estaba echada, sólo quedaban unas horas para cumplirla; por eso, callaba.
Era el momento, la chica lo sabía, era tan difícil lo que le iba a decir, no sabía como comenzar, no sabía realmente como reaccionaría él…observando la danza de las llamas, decidió que debía apurar las cosas, le había mentido a su esposo, se había jugado la vida y además la culpa la torturaba enormemente.
-Draco- Susurró, sin voltearse, tomando la mano juguetona de su amante y entrelazándola con sus largos y delgados dedos.
-Dime, amor- la confesión empezaría y su corazón comenzó a debilitarse, no se imaginaba el futuro sin ella, no quería que ella lo abandonara.
Entonces ella se volteó, acomodándose entre sus brazos y depositó sus cristalinos ojos ámbar en su enmarcado rostro, necesitaba ver a través de ellos, necesitaba ver su esencia y saber de verdad qué pasaría por su corazón y por su mente.
-mi vida…estoy embarazada, tengo 6 semanas-le dijo firmemente, esperando ver su reacción.
Él guardó silencio, estaba estupefacto, parecía que había muerto, lívido y con la gris mirada que parecía atravesar el cuerpo de la chica.
Hermione carraspeó suavemente y volvió a repetir:
-cariño, seremos padres, vas a ser padre-
A continuación sólo sintió como los fuertes brazos de Draco Malfoy la estrechaban, hasta casi hacerla parte de su cuerpo, amoldándose a su forma y por primera vez lo sintió temblar, acarició la cabeza de su amante que yacía sobre su cuello, y en su hombro logró sentir las tibias lágrimas que él discretamente derramaba, al fin él sólo pudo articular: -me haces inmensamente feliz, amor mío-
-y tú a mi- le respondió Hermione suavemente.
El resto de la noche lo dedicaron a elucubrar grandes planes para su hijo, en todos y cada uno de sus sueños, podían estar juntos, olvidaron la realidad, se imaginaron una vida anónima, donde los 3 podrían ser felices; no hubo espacio para la guerra del siguiente día, ni para el esposo que en ese instante esperaba angustiado al lado de una vela, que se consumía lentamente…sólo eran ellos, en una realidad alterna, en una realidad imaginada, sin muertes, sin rencores, lejos de allí, comenzando de nuevo…sólo por esta vez, al despertar Draco, entrada la mañana, encontró a Hermione dormida a su lado, descansando plácidamente, habían dormido toda una noche juntos, como esposos, como él lo sentía en su interior desde hacía ya mucho tiempo, ella era su esposa y él le pertenecía por completo, estaban casados, a Draco no le importaba lo que los papeles pudieran decir, su pacto sellado con sangre era más fuerte que todo eso y decidió despertarla con un efusivo abrazo, antes de que ella volviese a los brazos de su enemigo.
El Final de la Batalla
Presuroso había acudido al llamado de su Señor, sabía que solo podía significar una sóla cosa, Severus había fallado y a él le correspondería ocupar el lugar junto a lord Voldemort para enfrentar a sus enemigos. Había dejado con vida a Wesley, había logrado bajarle de la lucha, pero no pudo matarle, aunque sabía que lo más seguro para sus propósitos hubiese sido el destruirle, simplemente no había podido, Hermione no se lo hubiese perdonado jamás y él no podría vivir sin su perdón. Decidió dejarle lo suficientemente mal herido como para que no pudiese continuar, habían perdido la batalla, lo único que quedaba para lograr sus sueños era que su Señor triunfase sobre Potter, y él no dudaba que las cosas serían a su favor; con Potter muerto, nada ni nadie impediría su felicidad junto a la mujer que amaba, podrían empezar de nuevo, podrían vivir en otro país, en otro lugar, él poseía suficiente dinero como para hacer lo que deseasen y forjar un nuevo futuro para su hijo y su estirpe.
El ocaso comenzaba a ceder a la oscuridad de la noche, la bruma impedía una expedita visibilidad, pero él los veía claramente y había llegado el momento de decidir, un segundo le había bastado, un segundo en que sus impasibles ojos grises se detuvieron en la expresión ambarina y supo lo que ella había resuelto y entonces él decidió, era el momento, ellos deberían luchar por sus ideales. Su gélido corazón se oprimió fuertemente al avistar como la mano de Hermione rozaba suavemente la mano de su esposo, como infundiéndole apoyo y amor, y el gryffindor recibía la caricia como la señal esperada, irguiendo aún más su cabeza, sonriendo levemente e inyectando sus ojos con un brillo triunfal.
La cruel carcajada del Señor Tenebroso sacó a Malfoy de su ensimismamiento y lo obligó a separar su corazón de su cuerpo.
-¿Pretendes vencerme con ese desparpajo que llamas esposa, Potter¡con esa indigna sangre sucia!...pensé que con tu madre habrías aprendido…es mejor deshacerse de los seres inferiores, Potter…-siseó.
Harry no se dejó amedrentar, sonrió levemente y contestó:
-Tal vez seas tú, Tom, el que debiese replantear tus ideas, mi esposa ha vencido fácilmente a tu vasallo… Snape encontró una dulce muerte en sus manos…y por lo que veo, has tenido que llamar refuerzos ¿quién será el que está en desventaja realmente?-
Lo provocaba y disfrutaba haciéndolo, tantas muertes, tanto dolor, jamás pensó que podría volver a vivir, tras la muerte de Ginny creyó que su corazón había dejado de latir… y entonces, Hermione le mostró el camino que debía seguir, la meta que debía lograr y la venganza que debía concretar, en memoria de la gente que había amado, en memoria de la gente que hoy había perdido la vida por sus principios; él no se dejaría subyugar, él vencería y era una apuesta tácita con su esposa, él prometió finalizar su cometido ocurriese lo que ocurriese, Hermione estaría a su lado, pero bajo la firme condición de que él tenía un propósito más altruista que llevar a cabo, le había hecho prometer que nada le distraería, le hizo notar que habían recorrido un arduo camino, los tres gryffindor siempre juntos, y ahora era el tiempo de actuar, "podrás vivir sin mi" le había susurrado su esposa, la noche anterior, mientras acariciaba su azabache cabello y se disponía a salir " pero ni yo, ni ningún sangre mestiza, ni muggle, viviremos, si él vence, incluso las familias de sangre limpia como la de Ron, corren peligro por haber luchado a nuestro favor…¿entiendes, Harry?... todo esto está sobre nosotros, es más importante que nuestro amor, que nuestros seres queridos, se trata del futuro de vidas que ni siquiera conocemos; no dudes, no debes dudar" y besándolo suavemente en sus labios, saboreó su dulce gusto a miel, profundizó lentamente el beso y antes que Harry abriese sus ojos, ella ya había desaparecido en la chimenea, con un rumbo incierto para su esposo.
La reyerta no daba tregua, Harry y Voldemort se encontraban envueltos en una luz que no permitía vislumbrar mucho de lo que ocurría en su interior, se oían risas enajenadas, estallidos y gritos, pero no se sabía realmente lo que ocurría entre ellos dos, Voldemort había sido el causante de la cúpula de luz que los protegía, había sentido profundamente en su interior la amenaza de "la sangre sucia" que Potter le había enrostrado, y en lo profundo de su siniestro ser, realmente temía que se deshiciese de su súbdito con la rapidez con la que había reducido a Snape, y una vez habiendo hecho eso, apoyara en poder a su contrincante. No podía cometer errores, estaba sin sus horrocruces y era vulnerable, aunque se sabía más poderoso y experimentado que el joven auror; había esperado este minuto este minuto de triunfo, comenzaría de nuevo, dividir su alma no era un problema para él, no le restaba nada a su esencia, y había decidido comenzar con la vida de Harry Potter sus 7 nuevos horrocuces, y observaba con oscuro deleite la espada que refulgía con un metálico brillo en el cinto de Harry Potter, volvería a arrebatarle la espada de Godric Gryffindor, y esta vez, nadie la volvería a encontrar.
Draco Malfoy evadía astutamente los ataques de Hermione, podía reducirla, lo sabía, sería fácil, ella ya estaba bastante mal herida, aunque la chica se defendía con felino arrojo. Quería alejarla del lugar, alejarla de la lucha de su esposo, sabía que eso angustiaría a Potter y le daría ventaja a su Señor, pero la chica parecía haberlo previsto, ningún hechizo o maleficio la hacían alejarse demasiado del lugar; blandía la varita con seguridad y parecía haberse transformado en un gigante fénix, renaciendo de su dolor, cada herida inflingida le daba mayor fuerza y poder, y Malfoy no quería herirla aún más, había ocurrido lo que él tanto temía, sus sentimientos lo traicionaban y aunque con gran concentración intentaba desperezarse de ellos, no podía; sin embargo, la atacaba, tenía una causa después de todo.
Su arsenal disminuía, Hermione se sentía agotada, con dificultosa respiración salía airosa de los ataques del ser que estaba ante sus ojos, era imposible reconocer en esa glacial mirada al hombre que ella tanto amaba, era un dragón asesino, oscuro, dispuesto a todo, apenas levemente herido por su pelea anterior, era despiadado; sólo contradecía sus maléficos actos, el hecho de que ella sabía que él no ocupaba todo su poder contra ella, aún.
Apretó su mano fuertemente contra su vientre, como queriendo proteger lo que llevaba en su interior, la vida se le estaba yendo, pero debía resistir unos minutos más, debía darle tiempo a Harry, asió con fuerza su varita, daría su vida y la de su hijo por un bien mayor, entonces, sacando fuerzas de flaqueza, vociferó, mientras enviaba la maldición imperdonable al padre de su hijo.
-Crucius-gritó con un arrojo inusitado, haciendo acopio de sus últimas fuerzas, mientras seguía sosteniendo su vientre, protegiéndole.
Draco Malfoy fue más ágil, ni siquiera supo como ocurrió, todos los pensamientos que habían rondado su mente acerca de ella, se habían desvanecido. Estaba entrenado, muy bien entrenado, en su actuar no había espacio para los pensamientos ni los sentimientos, sólo había reaccionado, cuál autómata, ante la amenaza de vida…esquivó sagazmente el rayo que provenía de la varita de Hermione, y sin alcanzar a avisarle a su mente, su segura mano la señaló mientras le devolvía:
-crucius-le espetó con una voz animal, irreconocible y en sus ojos se hizo una sombra de dolor.
La chica se retorcía de dolor en el piso, eran agujas de hiel que le escocían la piel y aprisionaban su cuerpo con feroces golpes mortíferos; apretaba su abdomen con sus dos manos, como creyendo que así podría impedir que su hijo sintiese su sufrimiento, no podía resistirse un segundo más, se estaba abandonando a su destino, enloqueciendo bajo la mano abyecta de su verdugo amante.
Harry clavó sus ojos en el cuerpo frágil de su esposa, que sucumbía ante la tortura de dolor, mantenía su temple en la lucha, se lo había prometido, lo hacía por ella…una subversiva lágrima logró escaparse de sus verdes ojos, más, nada en él hacía presagiar el sufrimiento del que era preso, estaba impasible, ausente y vencería.
Lord Voldemort notó el ínfimo gesto que mostraba la dolencia de su enemigo, estaba muy feliz, no cabía en sí de gozo, si en algún momento dudó de las habilidades de Malfoy, esa pequeña sombra ya se había disipado, tenía a Harry donde quería tenerlo, el descendiente de Lucius había sido una pieza clave en su juego, siempre lo había sabido…en ese instante concibió su plan, no sólo mataría a Potter, sino que le torturaría, regocijándose con cada súplica de piedad. Con un sencillo murmullo deshizo la cúpula que los protegía y observó la mueca de dolor que cubrió el rostro de Harry al ver claramente como su esposa iba perdiendo la vida a manos de Malfoy y en una milésima de segundo, dirigió hacia la chica el rayo mortífero.
-Aveda kedabra-siseó lentamente, observando el estupor de su contendiente.
Draco supo en sólo un par de segundos lo que ocurriría, lo presintió cuando observó desaparecer la cúpula que protegía a los dos titanes que luchaban frente a ellos; entonces casi no tuvo tiempo y ejecutó la decisión que había tomado desde un principio, cuando acarició los ojos ambarinos de "su mujer" con su mirada. Se abalanzó sobre el cuerpo herido y adolorido de Hermione y el frío rayo verde colisionó contra su espalda, en el momento en que él la estrechaba entre sus fuertes brazos, protegiéndola.
Harry Potter aprovechó fríamente la maniobra distractora de Voldemort, haciendo honor a su promesa, y espetó inflexiblemente, dirigiendo su varita hacia su adversario:
-Aveda kedabra- …la pesadilla había terminado…Voldemort había muerto.
Lo último que sintió Draco Malfoy fue el suave cuerpo de Hermione entre sus brazos, el delicioso aroma a manzanas que expelía su cuerpo y el penetrante golpe que recibió en su espalda, murió feliz y antes de abandonar por completo su cuerpo, la imagen de Dumbledore se le hizo presente en un recuerdo…"–no es fácil matar-decía el anciano profesor-tú no eres un asesino, Draco-" se encontraban de nuevo en el balcón de la torre de astronomía y el profesor yacía débil en el piso, entonces, cambiando los hechos en una realidad alterna, él tomaba la mano de su Director y le decía "no profesor, tiene razón, no soy un asesino" mientras le ayudaba a incorporarse; Draco Malfoy se había redimido.
-Nooooooooooooooooooooooooo!- fue el débil grito que rompió el silencio.
Harry Potter observó atónito a la mujer que había proferido ese inmenso grito de dolor, su esposa se aferraba al cuerpo inerte de Malfoy, mientras lo mecía con completa dulzura entre sus piernas, arrodillada junto a un pequeño charco que iba dejando la lluvia que comenzaba a caer. Lo supo, fue como si siempre lo hubiese sabido, su silencio, su ausencia, sus desapariciones, su lejanía, el brillo en sus ojos cuando detuvo su mirada en el rostro de Malfoy…un grueso nudo se hizo en su garganta y un dolor que pugnaba por salir de su pecho comenzó a desquiciarlo, como si de una película se tratase, revisó cada indicio que no había querido leer, la milagrosa recuperación de Hermione, única sobreviviente del ataque de Malfoy; su lejana sonrisa y perdida mirada cuando él le propuso matrimonio, el medallón que pendía de su cuello y que ella jamás se sacaba, las flores en la chimenea que ocasionalmente aparecían y su huida la noche anterior…la observó casi sin comprender, mientras su capa se volvía más pesada por la lluvia y sus lágrimas se agolparon en sus ojos... a la sazón, tomó una decisión.
Hermione acariciaba el rostro de Draco, mientras sostenía su mano dócilmente, no lo podía dejar ir, él no podía haber muerto, lo amaba, lo necesitaba, inútilmente intentaba darle abrigo, con su capa lo cubrió para que la lluvia no tocase el cuerpo de su amante y acercaba su cuerpo para brindarle el calor que él necesitaba. Sus rasgos aristocráticos le daban una pasividad a su rostro que semejaba al durmiente y la lluvia parecía peinar suavemente sus cabellos de oro. Su desconsuelo no cabía en su frágil cuerpo, clamaba por justicia y entre espasmos de llanto le murmuraba palabras de amor, como si él escuchase, como si él le fuese a responder; con su mano temblorosa acarició su cuello y encontró la gargantilla donde pendía el mismo medallón que ella poseía, el dragón que abrazaba a una leona parecía satirizar el momento, burlándose de sus sentimientos y ella lo apretó fuertemente, mientras su sangre se fundía con la de su amado. No quería estar viva, no podía estar viva…
-Draco, por favor, no me hagas esto, por favor-le decía débilmente en un susurro
-Draco, tendremos un hijo, nos iremos juntos, recuerdas-y el llanto ya no la dejó continuar, entonces escondió su mojada cabeza en el pecho del Dragón…
Sintió la firme mano de Harry sobre su hombro, pero ella había perdido la cordura:
-tiene frío, Harry, está oscuro y él le teme a la oscuridad-le dijo entre sollozos.
Entonces Harry se arrodilló junto a ella y con un sutil movimiento de su varita hizo aparecer unas velas que iluminaron su cuerpo inerte.
-¿así¿estará mejor, mi vida?-ella era su vida, y él estaría a su lado, como lo había prometido, había comprendido su sacrificio…
En ese minuto ella pudo abandonarse a su dolor y se aferró al cuerpo de su esposo, sollozando sin consuelo su desolación, ahora lo comprendía, su amante, el dueño de su alma, el padre de su vástago, había muerto, yacía a su lado.
Todavía no pregunté «¿te quedarás?».
Temo mucho a la respuesta de un «jamás».
La prefiero compartida
antes que vaciar mi vida,
no es perfecta, mas se acerca
a lo que yo simplemente soñé...
